1. Introducción
Las dinámicas internas de la piratería americana, de los indios nativos del Caribe y del Pacífico, de los negros esclavos y cimarrones, y de las autoridades españolas que ejercían su control en el entonces Reino de Tierra Firme, que durante más de dos siglos se entrecruzaron en una alianza militar, derivaron en encuentros interculturales en los que cada grupo se adaptó, apropió y reprodujo elementos de saberes de los otros, locales y foráneos, que hicieron posible la subsistencia y el logro de los intereses internos de cada uno. El presente artículo tiene como objetivo explorar cómo en una zona de frontera del Imperio español conformada por el istmo de Panamá y el Darién, se establecieron alianzas militares entre piratas y corsarios, y negros e indios desde mediados del siglo XVI hasta inales del siglo XVIII. Para el desarrollo de esta investigación fue fundamental entender las dinámicas internas de la piratería americana, de los indios nativos del Caribe y del Pacíico, de los negros esclavos y cimarrones, y de las autoridades españolas que ejercían su control en el entonces Reino de Tierra Firme, que durante más de dos siglos se entrecruzaron en tres tipos de alianzas: la militar, la comercial y la configurada por la búsqueda de supervivencia2.
El Darién fue el escenario en el que se dieron tanto los encuentros como los desencuentros que desencadenaron una serie de problemáticas para la Corona española, que por más de dos siglos tuvo que responder en varios aspectos para mantener su dominio colonizador en una de sus fronteras. Tal dominio se estaba viendo seriamente amenazado por la presencia de extranjeros europeos y por su fuerte influencia en los indios y negros cimarrones, que como sujetos subalternos de la Colonia se posicionaron en su contexto social como un riesgo real y potencial para el Imperio español como principal dominador del territorio americano, y más específicamente del istmo de Panamá y el Darién.
Es necesario dejar establecido que la forma en la que se va a trabajar la frontera como concepto analítico para esta investigación, parte de las posturas historiográficas de Ortelli3, Arriaga4 y Montoya5 sobre el estudio de la frontera, en las que se desarrollan diferentes perspectivas y enfoques. Desde las diferentes ciencias sociales, el estudio de la frontera se ha dirigido hacia la investigación interdisciplinar del territorio, las luidas condiciones del espacio social y las estrategias geopolíticas de los gobiernos, «que en el ámbito de la colonialidad se han prestado para construir fronteras entre lo deseado y lo excluido»6. Asimismo, la frontera se entiende como la «marca y el linde que establecen el dominio territorial de un Estado, donde el concepto dominio hace referencia a un poder que se ejerce sobre la población, los objetos y recursos que radican en ese territorio»7.
Para esta investigación entiendo entonces la frontera, más allá del límite geográfico entre dos o más espacios, como el lugar simbólico comprendido por diferentes elementos culturales y políticos que marcan estrategias y dinámicas sociales específicas de cada contexto, y en el que se vislumbran elementos de subalternidad, diferencias, intercambios, barbarie y riesgos. De ahí que el istmo de Panamá y el Darién, en el contexto colonial, se hayan convertido en una frontera para la Corona española, una frontera religiosa, comercial y cultural.
Partiendo de lo anterior, el tema de las fronteras de la Corona española es fundamental para entender las condiciones que posibilitaron todo tipo de alianzas y encuentros entre europeos nativos y africanos en el territorio americano. Como lo señala Montoya, «las fronteras eran mundos permeables al extremo ya que la flexibilidad del sistema político indígena permitía a cada grupo local llevar sus relaciones con los españoles sobre el modo que se quería: hostilidad, amistad, alianza, tráfico»8. La incapacidad del proyecto imperial, como lo señala el autor, de ampliar su control territorial frente a un «adversario tan pujante y decidido que no dejaba a los colonos otra solución que acomodarse», reflejó una sociedad colonial heterogénea e hizo que la convivencia entre mestizos, ladinos, mulatos, extranjeros europeos y sus mezclas, multiplicara los «acercamientos e intercambios que acabaron por generar un modo de vida común que se alejaba del modelo ideado por la Corona»9. De esta manera, el papel que toma la frontera en el contexto colonial es fundamental para resaltar las condiciones que hicieron posible este tipo de encuentros y alianzas entre actores que normalmente son puestos en escena como enemigos naturales desde un punto de vista europeo, en donde el salvaje americano rompe todos los paradigmas del deber ser del civilizado europeo.
Los encuentros interculturales que tuvieron lugar en el Caribe también generaron una inestabilidad en el orden colonial, en tanto se temían constantemente posibles levantamientos de los indios y negros subyugados rebelados en contra de los españoles, cuyos castigos impuestos por la Corona eran la tortura o incluso la pena de muerte. Es así como parte de las condiciones que se dieron en esta región por la presencia de actores de diferente origen, donde europeos de varias nacionalidades eran los dominantes, y los negros e indios de diversas etnias eran los dominados, son claves para determinar el tipo de encuentros y alianzas militares que pudo haber con los piratas en ese contexto específico.
Para entender el concepto de encuentros interculturales en el contexto de las alianzas militares acá establecidas, voy a hacer alusión al trabajo de P. Burke10 en el que analiza las situaciones, contextos y escenarios en los que los encuentros entre diferentes culturas dejan consigo un proceso de hibridación. No obstante, para esta investigación quiero adaptar el marco conceptual al que Burke hace referencia al hablar de los procesos de adaptación en los intercambios y encuentros interculturales. En este caso, la adaptación cultural se debe analizar «en clave de movimiento dúplice basado en la descontextualización y recontextualización, extrayendo un elemento de su lugar original y modificándolo hasta lograr que encaje en su nuevo entorno»11. Estos procesos de «descontextualización» y de «recontextualización» de significados y prácticas, implica la gestación de nuevos sentidos de convivencia colectiva que se dieron por los sujetos fronterizos en este lugar de frontera alejado de los nodos centrales del sistema colonial y que se van a desarrollar más adelante. Del mismo modo, la idea del encuentro intercultural debe ser leída según el contexto histórico y de acuerdo con el tipo de culturas que se vean inmersas en dichos procesos, teniendo en cuenta que para este caso las alianzas entre tres grupos sociales y culturales diferentes, se ve inmersa en un solo lugar, el istmo de Panamá y el Darién.
En este contexto, las alianzas militares estuvieron marcadas por un sinfín de aspectos internos y externos según los diferentes periodos a los que voy a hacer referencia más adelante, y al mismo tiempo dichas alianzas rompen el paradigma de entender la historia colonial como un conflicto entre europeos y nativos o entre blancos y negros o amarillos, como lo ha querido establecer la historia más tradicional al respecto. Esta investigación busca aclarar que no todos los indios tenían los mismos intereses en relacionarse y aliarse con piratas y corsarios, pues como se verá más adelante, los indios fueron muchas veces presas y víctimas de los ataques de los extranjeros europeos, por lo que tuvieron que acudir a la ayuda de españoles para repelerlos. Por último, lo que es clave señalar acá es que los tipos y variedades de alianza militar que surgieron en el contexto de este artículo tuvieron ciertas repercusiones para la Corona española, y de ahí la importancia de dar cuenta, por medio de las fuentes primarias, de las quejas y preocupaciones que provocaba cada uno de los actos de la piratería en una de las fronteras del Imperio. Frente a esto Restrepo señala que:
[...] ningún mal hicieron los bucaneros de tanta trascendencia como haber atizado la discordia entre las tribus indígenas del istmo y los españoles, enseñándoles a odiarlos como a sus verdaderos enemigos y dándoles medios de combatirlos. De aquí resultó una enemistad que causó la ruina definitiva del Darién, comarca que aún hoy está casi desierta12.
La Corona española demarcó durante el periodo colonial unas pautas de control sobre los sujetos colonizados, con el in no solo de facilitar el proceso de colonización, sino también de evitar a toda costa que se levantaran en armas contra los españoles. De este modo, y como un factor fundamental para el desarrollo de esta investigación, es clave resaltar que los piratas y corsarios ingleses, franceses y holandeses que invadieron y se establecieron en diferentes partes del Caribe y de Tierra Firme, eran vistos no solo como un riesgo para los españoles por los ataques y robos de sus principales puertos y ciudades, sino también representaban una figura potencial de reclutamiento de indios y de negros para unirse a sus ejércitos y tripulaciones y convertirse en enemigos de la Corona española. Esto significaba para los españoles una pérdida de poder y soberanía sobre sus territorios y por ende sobre los sujetos que vivían en ellos, pero sobre todo, significó reformular una serie de procesos de colonización, más que todo en la zona del istmo de Panamá y el Darién, para posicionarse como un poder político y religioso que estaba por encima de los intereses de los diferentes enemigos de la Corona española.
Considero así relevante señalar que, a diferencia de los estudios clásicos y más conocidos sobre la piratería como los de Bromley13, Lane14, Lucena15, Radiker16, Haring17, Woodard18, entre otros, esta investigación no se enfoca en los ataques y guerras que se dieron en ultramar, como suele contar la historia y como principal escenario que han otorgado y establecido la literatura y las películas al respecto. Los piratas y corsarios, y todas las derivaciones de los nombres que vienen de ellos, pasaron gran parte de sus vidas en grandes embarcaciones atravesando el Atlántico, yendo y viniendo según sus intereses o tareas impuestas por los diferentes imperios. Sin embargo, son pocas las referencias a los ataques y estrategias que se desplegaron para poder realizar sus saqueos a los puertos y ciudades más importantes en el Caribe y a lo largo del Mar del Sur, y sobre todo a su vida en tierra irme. De esta manera, se podría decir que este artículo se enfoca en las dinámicas militares y necesidades que tuvieron los piratas y corsarios por desenvolverse en un ámbito especialmente terrestre y fluvial, que diferencia sus formas de relacionarse y de movilizarse del ámbito meramente marino19.
2. El istmo de Panamá y el Darién: escenario de pillajes y alianzas entre indios, negros y piratas
Para dar cuenta de las implicaciones que tuvo el sistema defensivo de la Corona Española frente al contexto señalado, es necesario entender la importancia que tuvieron el istmo de Panamá y el Darién durante el periodo colonial, en tanto tal fue el escenario en donde se estableció una de las principales rutas comerciales y mercantiles entre el Nuevo Mundo y España, y por ende el lugar propicio para realizar los principales saqueos y pillajes por parte de los piratas y corsarios ingleses y franceses, casi siempre acompañados, guiados y aliados de los indios cunas y de los negros cimarrones que habitaban en esa región específica. Debido al alto impacto económico de esta zona, y al mismo tiempo de un lugar que no tuvo una fuerte presencia militar, la Corona española se vio afectada durante más de dos siglos por los constantes ataques en los que se vio comprometida su gestión administrativa, económica y militar.
Por las diferentes comunidades de indios y negros cimarrones que la habitaban, el istmo de Panamá y el Darién conforman una zona que desempeñó un papel fundamental en el periodo colonial, y más específicamente en un espacio de constante disputa entre la Corona española y una variedad de naciones que tuvieron un gran interés en la región. La frontera en el contexto colonial es fundamental para resaltar las condiciones que hicieron posible este tipo de encuentros y alianzas entre actores que normalmente son puestos en escena como enemigos naturales desde un punto de vista europeo. Este territorio se convirtió en el refugio para los piratas y corsarios que atacaban y eran atacados en las costas y al mismo tiempo en un lugar en donde podían traficar y negociar diferentes mercancías con otros actores europeos e indios. En este sentido Luengo resalta que la poca presencia del dominio español en el Darién:
Atrajo a otras naciones europeas a estas costas, tan bien situadas para atacar desde allí la flota que transportaba el oro y la plata en Cartagena y Portobelo. Piratas y bucaneros holandeses, franceses e ingleses se volvieron cada vez más numerosos y atrevidos & se aliaban con los indios Cuna con quienes practicaban el trueque de buenos fusiles ingleses, pólvora seca y aguardiente (brandy) por Manatí, carne de tortuga, carey y plátanos. El istmo de Panamá [...] algunos días cada año, aquel cordón umbilical de la madre patria con su hija predilecta, Lima, se convertía en uno de los mercados más ricos del mundo, en un verdadero río de oro, bajo la protección de las armadas; pero el resto del año quedaba olvidado, empobrecido, sin guarnición apenas y con la peligrosa vecindad de los indios cunas, cada vez más abandonados de los españoles, a quienes llegaron a odiar tan profundamente como buena acogida daban a los piratas y contrabandistas, por ser éstos quienes les proporcionaban mercancías y armas sin pretender influir en sus conciencias más que para acrecentar aquel odio20.
Los diversos componentes de la estructura social de los indios nativos en el área de estudio y sus condiciones de existencia material y simbólica particular, que son estudiados en profundidad por diversos historiadores y antropólogos21, son parte de las consecuencias y transformaciones que tuvo el constante intercambio cultural y comercial entre los factores acá estudiados, ya que como lo señala Orjuela, son pocos los pueblos de indios en América que pudieron sobrevivir manteniendo sus costumbres y creencias ancestrales como lo hicieron los cunas. «Mientras grandes imperios como el incario y los aztecas se derrumbaron ante la presencia del europeo, el cuna sobrevivió por su movilidad, su táctica de guerra de guerrillas, y su amor por la libertad»22.
Otro componente que se vio inmerso en las alianzas señaladas, como lo resalta el historiador González23, fue la estructura político-social de los cunas en el Darién, regida por un cacique principal, y capitanes y cabos que mandaban en diferentes partes de la región. No obstante, en la segunda mitad del siglo XVIII la influencia de los ingleses, franceses y españoles «incidió sobre esta estructura centralizada [...] pues a través de las patentes de capitanes que concedían cada uno de ellos, fueron atomizando el poder y creando divisiones entre diferentes sectores»24. Sumado a ello, y como parte fundamental del entendimiento de las relaciones interétnicas en la región, se sabe que a pesar de que los cunas tuvieron alianzas con los diferentes actores europeos mencionados, estos indios no tuvieron alianza o relación con los negros, zambos, mulatos o libres, más allá de términos individuales y muy personales «como lo experimentó el negro Pedro de Castro quien tenía relaciones de compadrazgo con el capitán de los indios cunas de Arquía hacia 1765»25.
Esta falta de relación con los cimarrones que huían del Chocó o de las Reales de Minas de Santa Cruz de Cana, generó un control territorial por parte de los cunas y derivó en el fracaso de las explotaciones mineras en algunas partes del Darién que estuvieran fuera del dominio español, aspecto que fue aprovechado por los enemigos europeos para acceder a recursos naturales y a algunos puntos de asentamiento territorial. Cabe aclarar que los cunas contaban con un sistema de alianza, el cual les permitió hacerles frente a las guerras interétnicas contra los emberas y otros pueblos indios, y al Imperio español durante la Colonia, pudiendo conservar su cultura y parte de su territorio. Este es un tema en el que la historiadora colombiana María Ortiz argumenta que:
Gracias al encuentro con aventureros, piratas y forajidos, los cuna tuvieron la facilidad de apropiarse de elementos culturales y materiales ajenos a ellos sin ir en detrimento de su peculiar universo, lo cual les permitió, sobrevivir con mayor éxito que muchas de las comunidades indígenas contemporáneas a ellos. [...] su política de sobrevivencia la cual consistió, fundamentalmente, en aliarse con el grupo humano que menor presión ejerciera sobre ellos en determinada contingencia histórica. (...) El sistema de alianzas no se puede entender exclusivamente a partir de los beneficios que les reportaban a los indios sino que se debe tener en cuenta por igual a los que le reportaban a la contraparte, es decir, todos aquellos elementos que fueron decisivos en el derrumbamiento del orden colonial español en América26.
Teniendo en cuenta la relevancia de entender el sistema de alianza de los cunas, puedo enfatizar en los elementos del orden simbólico que tejieron estas alianzas, ya que, como lo señala la autora, la facilidad de apropiarse de elementos culturales foráneos, fue lo que les ayudó a traspasar las barreras que impuso la Colonia. En este mismo orden de ideas, Ortiz explica que una de las principales razones por las cuales los cunas aceptaron aliarse con los piratas y corsarios ingleses o franceses, era poder conservar su mundo de creencias religiosas, pues su relación con los españoles lo impedía ya que «usaban al catolicismo, como bien les pintaban los extranjeros, para esclavizarlos y aglutinarlos más fácilmente al servicio de los hispanos y de sus intereses»27. Es así como las alianzas militares generaron no solo cierta estabilidad en el territorio, sino que también dinamizaron las relaciones sociales y comerciales con los otros actores presentes.
Para finales del siglo XVII diferentes naciones europeas habían establecido colonias a lo largo del Caribe y, por la posición geográfica en la que se encuentra el Darién, los cunas pudieron aprovechar al máximo este tipo de encuentros con extranjeros desde un punto de vista comercial. A este respecto el antropólogo Carl Langebaek agrega que la economía de los cunas se transformó y «adquirió un notorio énfasis en el comercio con foráneos, despertando mayores motivos de preocupación entre las autoridades españolas, pero también el deseo de los recién llegados de tener una presencia más permanente en territorio cuna»28. Las relaciones entre franceses y cunas se habían roto «irremediablemente», en tanto los primeros habían mejorado sus relaciones comerciales con españoles e incluso se habían forjado estrategias militares para atacar a su enemigo en común, los ingleses.
De esta manera, entre 1757 y 1758, los cunas abrieron una guerra con los franceses y las familias que se habían establecido en el Darién, y poco a poco los franceses fueron abandonando la región. Y dado que el cacao había transformado sustancialmente la economía de los cunas29, estos empezaron a establecer relaciones comerciales con los ingleses con ese producto. «A medida que la presencia francesa decaía, en 1761, los cunas intensificaron la guerra con los españoles, y los ingleses comenzaron a comprar más cacao a cambio de armas, municiones, herramientas, telas y otras cosas que los españoles se negaban a darles»30.
Fueron tales las relaciones que se establecieron entre ingleses y cunas que estos enviaban cacao a Jamaica y los ingleses llevaban allí a líderes indígenas «para que adquirieran amor por su nación y odio hacia los españoles». Incluso el autor señala que «cuando los ingleses fracasaron en su intento de entrar a través del Atrato hacia las riquezas mineras de Antioquia, los indígenas, no cunas, no tuvieron problema en aliarse con los españoles y asesinar a los prisioneros. En otras palabras, el carácter de las alianzas entre indígenas y europeos era oportunista»31.
Por otra parte, se aprecia la importancia que tuvo la ruta de Panamá hacia Nombre de Dios durante el periodo de tiempo acá estudiado, ya que trazar una ruta comercial del Nuevo Mundo a España fue lo que Castillero32 define como el Proyecto Americano, la mayor empresa de la Corona española, lo que en términos comerciales influyó sustancialmente en el desarrollo económico de Europa y en el crecimiento del continente americano. Esta ruta ponía en contacto dos centros y organizaciones comerciales fundamentales para la economía del periodo colonial, Perú y Sevilla, «a las que la Corona española les aseguraba el monopolio del comercio, mediante las regulaciones y limitaciones comerciales establecidas»33.
Castillero resalta cómo el Río Chagres «fue un verdadero don que salvó a la ruta panameña, ya que era navegable desde su entrada por el Caribe hasta unos treinta kilómetros de Panamá». Este río, además de la importancia comercial que señala el autor, quien asegura que si no fuera por este el transporte de mercancías hubiera sido muy difícil y además muy costoso, fue el escenario de los diversos ataques que recibió la Corona española por parte de los piratas y corsarios ingleses y franceses en compañía de indios y negros cimarrones por más de dos siglos. Y es que a pesar de las desventajas que tenía la navegación por este río, tales como los bajos niveles de agua en la época de sequía hacia la ruta al atracadero de Cruces, lo que generaba que descargaran la mercancía «desde las chatas y bongos para llevarlas a hombros hasta donde volvía a ser navegable»34, fue el Chagres por donde se pudieron movilizar las mercancías de gran volumen atravesando el «elevado espinazo montañoso de selvas lujuriantes y lluviosas» del istmo de Panamá.
Al respecto, existe una relación fundamental para el entendimiento tanto de la importancia de esta ruta comercial durante el periodo de la colonia en esta zona geográfica, como del análisis de las alianzas militares que tuvieron ingleses y franceses con indios y negros, ya que como lo señala Castillero en su texto, y como una explicación relevante para la historiografía sobre este tema, hubo dos tipos de ruta transístimicas. Por una parte y como ya se ha señalado, el Chagres era «una ruta mixta» con un tramo terrestre desde Panamá a Cruces «que solía hacerse a lomo de mula en ocho horas; otro el más largo y demorado, por el río, hasta salir al mar por la boca del Chagres, continuando el resto del trayecto por la costa hasta Portobelo, todo lo cual demoraba entre 14 y 16 días. Era, pues, una ruta fluvial, marítima y terrestre»35. Por otra parte, estaba la ruta terrestre entre Panamá y Portobelo, «un trayecto de solo 18 leguas pero muy accidentado, salpicado de montes elevados y cruzado por ríos torrentosos, que se hacía a lomo de mula en no menos de cuatro días». Sin embargo, por esta ruta se enviaban los grandes tesoros ya que no existían los riesgos de naufragio como por el río Chagres, y como señala el autor, era mucho más rápido que por la ruta fluvial. El siguiente mapa de la colección Norman B. Leventhal da cuenta de las rutas, ríos y ciudades a las que hace alusión Castillero en su descripción.
Fuente: «A map of part of the Isthmus of Darien: shewing the communication with Panama, from Portobello & Chagre both by land, and by water», Norman B. Leventhal Map Center at the Boston Public Library. Digital Collections, acceso el 6 de abril de 2016, https://collections.leventhalmap.org/search/commonwealth:9s161g73d.
En este escenario, y con el fin de profundizar en los sistemas defensivos del periodo colonial, haré alusión a las estratégicas militares y a las adaptaciones tecnológicas que se desarrollaron en el istmo como respuesta a las características que hicieron de este un lugar propicio y estratégico para las alianzas entre cimarrones, indios cunas y piratas, ingleses y franceses en su mayoría.
3. Adaptaciones culturales para la navegación en el istmo de Panamá y el Darién
Como se ha visto, tanto en el ámbito comercial como en el militar, los diferentes medios de transporte desempeñaron un papel fundamental en el desenvolvimiento de los europeos en territorio americano. En el caso específico de Panamá y el Darién se vio un desarrollo importante en los tipos de embarcaciones que debían ser usados en los ríos y mares para la conquista del istmo y para la creación del proyecto americano, como lo señalaba Castillero en la sección anterior. El autor panameño también añadió en su análisis que dicho proyecto no hubiera sido posible sin tres factores esenciales como lo fueron la plata, el mar y los recursos tecnológicos vigentes, haciendo alusión al transporte marino que hacía factible atravesar el océano, y que en palabras suyas «determinó que fuese la tecnología naviera la que más rápidamente avanzara en aquella época»36.
El desarrollo de los sistemas tecnológicos en las navegaciones oceánicas jugó un papel central en importantes cambios en el «orden político y económico mundial»37, que permitieron, por un lado, la llegada y conquista de europeos a grandes territorios a lo largo y ancho del mundo, y por otro, la explotación minera de oro y de plata y de seres humanos y culturas, y un comercio a larga distancia que «hizo posible una acumulación de riqueza, capital y poder político y militar sin precedentes»38, como lo señala Nieto.
[...] La fortaleza de una nave con remos como las galeras residía en su capacidad de navegar en ausencia de viento o incluso en contra de éste. Su debilidad era la numerosa tripulación que requería, ya que debía enrolar a por lo menos ciento cincuenta remeros además de los tripulantes, una cantidad diez veces mayor que el número de marinos en una carabela y todavía mayor que el número de marinos en un galeón de tres palos [...]39.
Quiero hacer notar que las preocupaciones que se señalan a lo largo de un interrogatorio que hizo el mayordomo y procurador de la ciudad de Nombre de Dios en el Reino de Tierra Firme, Alonso de Solís, en 157540, sobre la utilidad que podría tener un galeón para el caso específico de enfrentar y seguir a los corsarios y negros cimarrones en el Darién, eran más que pertinentes ya que este tipo de embarcaciones de gran calado, como lo señala Nieto, presentaban ventajas por su capacidad de carga y poderío militar, además de ser símbolos de poder y seguridad41; sin embargo, tenían el inconveniente de no poderse acercar demasiado a tierra irme, y mucho menos de adentrarse a navegar en los ríos que terminaban su cauce en las costas.
Es por eso que durante el interrogatorio mencionado se evidencia la necesidad de informarle a su Majestad que ha habido mucha continuidad de robos y ataques por parte de los corsarios ingleses y franceses en la costa de Tierra Firme y en el mar, y que la defensa de los galeones que proveyó el rey no ha sido suficiente. De ahí la necesidad de reemplazar los galeones del rey por dos galeras y dos bergantines como defensa más eficaz contra los corsarios y contra los ataques de los negros cimarrones. Esta petición responde a que, según el interrogatorio que hace Alonso de Solís, los corsarios no se movilizan en grandes navíos sino en fragatas, en lanchas y otros bajeles42 y que en caso tal de que lleguen a la costa en grandes embarcaciones «de la dicha Tierra Firme lo esconden o lo queman y andan en los dichos bajeles»43.
Frente a lo anterior se puede decir que el conocimiento y las habilidades que debían tener para navegar los ríos del istmo de Panamá y el Darién, tanto los piratas y corsarios como los españoles que querían seguirlos, tuvieron que surgir y ser aprendidos de los indios que habitaban en esa zona geográfica en específico. En una de las cartas enviadas por Pedro de Ortega Valencia desde Panamá, el 22 de febrero de 157344, se da cuenta que un General español había enviado un bergantín y una chalupa de la Armada, con artillería y soldados, en búsqueda de los corsarios ingleses, y que después de un tiempo había llegado desde Nicaragua una fragata en la que se informaba que los corsarios se encontraban más allá de El Escudo, quienes habían robado una fragata llena de oro y plata, y que los franceses acompañados de los negros cimarrones salieron desde Venta de Chagre hasta Acla para reunirse con ellos.
Como ya lo he señalado, la alianza que se generó entre los diferentes actores en el istmo de Panamá se basó en la necesidad estratégica de aprender del conocimiento ancestral de los indios y negros para sobrevivir a los diversos factores ambientales que los rodeaban, entre ellos los ríos, y de movilizarse libremente por éstos ya que comunicaban diferentes zonas de escondite dentro de las espesas selvas de la región. En una carta dirigida a su Majestad del 6 de marzo de 1685, escrita en Portobelo, el Teniente Coronel Francisco de Castro señala que el pasado 10 de febrero había remitido una carta contando la declaración que había hecho un indio sobre unos piratas que «pretendían hacer su entrada por Rio Mandinga para salir al pueblo de Chepo, y de allí pasar a la Mar del Sur y de como se hallaban en las Islas que llaman de Rey que están en dicha mar 12 leguas de Panamá, los navíos de piratas que habían entrado por el estrecho»45. Francisco de Castro le avisó a su Majestad en la presente carta que los «dichos bajeles de enemigo» habían llegado desde esas islas hasta el Puerto de Perico en donde asegura que la artillería de Panamá no alcanza a atacarlos, por lo que agrega lo siguiente:
[... ] y parece andan por toda la costa y las islas número de gente en sus lanchas y botes, y cantidad de piraguas sin dar lugar a entrar embarcaciones y lo que tiene por más sensible es no hallarse con gente marítima ni embarcaciones con que hacerles alguna operación más sin embargo de esto, pretendía armar un barco de fuego a valerse de otros medios para una noche echárselo encima y hacer lo posible de ver si podía conseguir el quemarles algunas embarcaciones, que será el total remedio porque este enemigo espera en el dicho de Puerto de Perico los navíos de Lima con el tesoro de vuestra majestad de particulares [...]46.
En este apartado se resalta una nueva estrategia militar y defensiva, y es la de mandar un barco de fuego para poder quemarles las embarcaciones a los piratas y enemigos, pues como lo señala Francisco de Castro, la prioridad era poder salvaguardar los tesoros que llegaban desde el Perú y tenían que ser llevados hasta Nombre de Dios. La necesidad de los altos mandos militares de hacerle saber a su Majestad la situación actual en la que se encontraba el reino de Tierra Firme respondía a la falta de personal para poder atacar, y a los múltiples daños y amenazas que estaban recibiendo por todos los frentes del istmo, pues por tratarse de una región que era vulnerable a los ataques de piratas y corsarios, dependían de la constante ayuda de España para poderles hacer frente a sus enemigos, que como se ha visto hasta el momento, habían sido ayudados tanto por negros cimarrones como por indios de la región.
Siguiendo el testimonio de la carta, de Castro señala que el presidente de Panamá, don Pedro de Ponte, había despachado una canoa al Darién para cerciorarse de la entrada de los piratas a esa provincia, siendo estos ayudados por los indios, y en seguida explica que los piratas al haber llegado a Playón, quemaron algunas embarcaciones y se disponían a dar marcha para poder salir al Mar del Sur. La noticia que recibió el presidente fue que encontraron 380 canoas que estaban siendo fabricadas por los piratas con los indios sus parciales47, para entrar al Mar del Sur «e incorporarse con los que estaban en las Islas del Rey y que ya tenían acabadas tres canoas, y estaban fabricando otras y según el tiempo pues fue a mediado del mes pasado tengo por cierto han hecho su entrada e incorporándose con los otros navíos por lo cual hicieron el movimiento de venirse a Périco»48.
Este apartado es sin duda un gran aporte al entendimiento de las alianzas y trabajos que tuvieron en conjunto piratas y corsarios con los indios de la región, pues da cuenta de la apropiación del conocimiento local, no solo de la navegación por ríos cuyos cauces solo conocían los indios, sino de la construcción misma de las canoas. Tales aspectos eran fundamentales para la supervivencia de los ingleses y franceses en el istmo, y también para su desarrollo militar en un territorio desconocido. Sin el conocimiento geográfico y técnico de los indios, como saber qué tipo de madera era la adecuada para la construcción de las canoas, el éxito de muchas operaciones de saqueo en el istmo por parte de los piratas y corsarios habría sido muy difícil o imposible. Cabe aclarar que frente a las noticias recibidas sobre lo que estaba pasando en ese momento, el presidente de Panamá le escribió al General de galeones don Gonzalo Chacón y al gobernador de Cartagena pidiendo tres fragatas, dos balandras y dos piraguas de guerra para que fuesen al puerto y les dieran el «socorro que fuera necesario»49. Francisco de Castro agrega que todas las embarcaciones que había pedido, al llegar a la zona:
[...] vinieron recorriendo la costa y en el sitio de Playon cogieron dos balandras con 12 ingleses, el día 11 de febrero y según las declaraciones de ellos parece que el domingo 4 de febrero habían de tres navíos desembarcándose en aquel sitio cantidad de piratas (...), y que habían subido guiados de los indios a la provincia del Darién y antes de hacer esta marcha habían quemado las dichas embarcaciones. Y que después habían de venir otra partida (...) para esperar que viniesen de Lima los navios del Peru con el real tesorero. (...) Y también para que a los indios que están poblados en aquellos sitios y se hallan a la devoción de los piratas se los haga todo el daño que se pudiere hasta conseguir el despoblarlos por haberse rebelado y tener comunicación con los franceses e ingleses [...]50.
De esta manera, para navegar los «numerosos ríos torrentosos»51 del istmo se necesitaba de un conocimiento que no era meramente geográfico sino también técnico, ya que como lo señalaba anteriormente, el uso de pequeñas embarcaciones traía consigo ciertas ventajas y otras tantas desventajas. El uso de balsas, canoas o cayucos, o como se señala en el interrogatorio de 1575, de fragatas y bajeles, fue necesario desde tiempos prehispánicos para los indios por cuestiones comerciales entre tribus; después de la década de los 70 del siglo XVI esos medios fueron cada vez más necesarios para recorrer y atravesar los territorios en los que se desenvolvían una serie de dinámicas interculturales y políticas.
Otro de los testimonios sobre la misma pregunta, hechos por Alonso Gutiérrez de Casas, resalta que el hecho de que los corsarios anden en navíos de remos, «forzosamente se les a de hazer la guerra y defensa con el mesmo genero de navios y ansi se a visto que los galeones de armada de Su Magestad an sido de ningun efecto por ser navios mancos y el enemigo les a tomado de entre ellos mismos fregatas deste trato sin [41v] lo poder rremediar la dicha armada»52. Adicionalmente, a las quejas que tienen los vecinos sobre lo que estaba pasando con el robo de fragatas y la burla que estaban haciendo los corsarios a la armada de los galeones del rey, Gutiérrez de las Casas agregó que durante el saqueo, muchos de los negros que estaban en esa zona se querían ir con los corsarios por su propia voluntad y a otros los llevaban por la fuerza porque:
[...] publicando que en yendo a Francia serian libres todos los negros que alli andaban en las mynas se yban con ellos de buena gana y el testigo tiene entendido por cosa cierta [38v] que si otra vez llegan alla los dichos cosarios que los negros se haran con ellos y se lebantaran contra la dicha provincia porque ay más de myll e quynientos negros y no ay zinquenta españoles en la dicha provincia de Veragua [...]53.
De lo anterior se muestra claramente cómo el reclutamiento militar de los corsarios hacia los negros, cimarrones o no, estaba directamente ligado al deseo de éstos de levantarse contra los españoles y encontrar en los corsarios un interés común de combatirlos. Promesas como la libertad de los negros al llegar a Francia son factores que no puedo demostrar que se hayan cumplido; sin embargo, sí dan cuenta de un tipo de alianza que se dio desde la segunda mitad del siglo XVI y que perduró por más de dos siglos hasta el cambio de políticas entre los imperios en Europa.
El periodo al que hacen alusión las fuentes primarias de este apartado, refleja la importancia de las alianzas que se fueron forjando a medida que la piratería en América y específicamente en el istmo del Darién y Panamá fue creciendo y adaptándose a las condiciones del entorno y de sus habitantes. La expansión política y religiosa de Europa en tierras americanas provocó una confrontación constante entre los piratas y corsarios ingleses y franceses con los españoles. En dicha disputa, los indios y negros, como sujetos fronterizos, tomaron partida a favor de los piratas y corsarios por compartir su odio a los españoles; por ende, en los años en los que Drake y Hawkins entablaron alianza militar con los cimarrones, en la que los indios también jugaron un papel fundamental, los encuentros interculturales que se configuraron en el Darién marcaron unas dinámicas de adaptación en los relacionamientos sociales a las que la Corona española tuvo que hacer frente en una de sus fronteras, no geográficas sino políticas. En este tipo de frontera, los intereses de España se concentraron en formalizar su soberanía y dominio en zonas de alta presencia de extranjeros y de indios y negros subordinados al régimen colonial.
4. Cambios de alianzas. Refuerzo del sistema defensivo de la Corona española
Las alianzas entre los piratas y los indios no fueron siempre amistosas y pacíficas, como se puede contrastar en este caso. Así como no se debería generalizar que todas las relaciones sociales durante la Colonia funcionaron de la misma manera, tampoco se puede olvidar que por más que los piratas y corsarios tuvieran intereses e ideales que eran revolucionarios para su época, vivían en un contexto en el que las dinámicas sociales se basaban en una lógica natural54 y por ende, estos reproducían las mismas jerarquías sobre indios y sobre negros.
Como se puede ver en los relatos de Exquemelin55 al describir los sucesos y penas que pasaron los piratas de Morgan antes, durante y después de la toma de Panamá el 27 de enero de 167156, las relaciones entre indios y piratas variaban según el lugar al que los últimos llegaran, pues por las diferentes experiencias que habían tenido los indios con los europeos se establecía si era viable generar una relación de buenos o malos tratos. Exquemelin, el médico de los piratas, contaba que por los asesinatos y agresiones que recibieron unos indios en la costa noroccidental de Panamá, se había acabado un sistema comercial entre ellos y piratas ingleses y franceses, lo que marca un claro ejemplo de que los piratas no siempre llegaban a territorio ajeno a hacer amigos según sus intereses. Muchos de ellos eran grandes temerarios que no ponían en la balanza la vida de ninguna persona ajena a ellos para cumplir sus objetivos.
Frente a lo anterior, Lane57 afirma que la posición en la que se encontraban tanto los indios como los negros durante la colonia, podía generar en ellos la idea de ayudar y ser leales a los españoles para combatir a los piratas con el fin de que fueran premiados o perdonados por cargos que pudieran tener, fortaleciendo así la idea de pertenencia que les establecía el Imperio Español a sus habitantes durante ese tiempo. Con respecto a esto, vale la pena traer a colación la carta que le envió Tomás Xil de Valles en 1685 a Carlos de Sotomayor, general de la pacificación del Citará y Justicia Mayor de esta y de las del Chocó58, desde San Sebastián de Negua, en la que hace referencia a la petición para que se cobren, a los indios citarás y noanamás59, los tributos de tercios de Navidad de 1686 y de San Juan de 1687, que éstos están debiendo.
En la carta se menciona que los indios se oponen a darlo porque no se les ha concedido ningún beneficio por los servicios que prestaron en la guerra de pacificación y contra las embarcaciones del corsario inglés en el río Dagua. En esta petición que hacen el cacique y el gobernador de la nación de Noanamá, se hacen evidentes las posturas de Lane al decir que lo súbditos no españoles, en este caso los «leales vassallos» indios noanamás, mostraban la lealtad que le tenían a la Corona española no solo en contra de los piratas y corsarios extranjeros, sino también debían luchar en contra de otras comunidades de indios que querían levantarse y rebelarse contra los españoles y negros que vivían en sus territorios. Esta lealtad estaba mediada precisamente por un interés por parte de los indios de recibir los pagos y los tributos que les daba la Corona española por sus servicios prestados.
Por otro lado, en la carta de 1685, dirigida al General de la pacificación del Citará, Carlos de Sotomayor, escrita por Agustín de Valencia, se hace mención a la presencia de dos embarcaciones grandes60 del enemigo inglés en la boca del río Dagua. Sin embargo, a diferencia de las otras cartas que se han mencionado en esta investigación, esta parece darle un tinte de tranquilidad al General de la pacificación, ya que asegura que no hay ningún tipo de miedo a la posibilidad de que los «naturales» quisieran o pudieran aliarse con los enemigos e ir en contra de los españoles; es más, se establece una cooperación entre los españoles y los indios para hacerles frente a los ingleses haciendo trincheras para poderlos atacar.
Frente a este acontecimiento se especifica entonces la manera en la que debían atacar a los corsarios ingleses indicando que debían emboscarlos, pero que por ningún motivo ni los españoles ni las cuadrillas de negros debían salir a ninguna parte con el in de registrar y preparar todas las armas y municiones, y convocar a las demás personas para poder fortificar el ataque a los ingleses. Una segunda orden para el ataque era que los vigías y exploradores se situaran en partes donde no pudieran ser vistos para poder atacar al enemigo y no ser capturados. La tercera orden decía que:
[...] estando el dicho pirata alojado en tierra no se le haga guerra abierta si no con sierta probabilidad de buen susseso en manera que teniendola aviendolo visto y consultado primero a de ser enboscados de noche para que no reconosca la fuersa disposicion y modo de pelea buscandoles la huida y estando las enbarcasiones siertas junto a la tierra siendo como son los yndios tan grandes busos se puede disponer siendo factible el que la misma noche baian a ellas nadando con el silencio que acostunbra y las barrenen y siendoles diicultoso esto y facil el llevar lumbre en algunos cocos y otros con polvora [633v] quemarlos y aviendo dificultad en ambas cosas a lo menos se les corten los cables y calabrotes para que se varen para lo qual a de aber a la vista gente envoscada para que si salieren los prendan o maten (...) sin aguardar nuevo horden assi esmo qualquier diligencia que sea presisso hazerla de los dichos yndios an de ser de aquellos que se mostraren mas leales de mas valor de experiencia en manera quepor haora los dichos naturales que estavan prevenidos para aiudar a esta pasificazion no an de desamparar la dicha tierra [...]61.
En la descripción de la tercera orden de Sotomayor se ven varias cosas interesantes. La primera, es el reconocimiento de las habilidades que tienen estos indios noanamaes como grandes buzos para sumergirse y nadar sin ser detectados. Lo segundo, es la brillante idea, si se me permite decirlo, de construir bombas o un tipo de granadas con cocos llenos de pólvora para poderlos usar como municiones y poder atacar así a los ingleses. Se podría pensar que esta idea de llenar los cocos con pólvora no viene directamente de los indios, ni mucho menos que es una práctica ancestral, pero sí se puede decir que responde a la adaptación a la que hacía referencia Burke, y a la que tuvieron los europeos en territorio americano al tener que ingeniarse diferentes maneras para sobrevivir, entre ellas, crear nuevos instrumentos bélicos con lo que les brindaba su entorno. Por último, cuando Sotomayor se refiere a las diligencias de los indios o naturales que se deben hacer a los más leales y a los que hayan ayudado al proceso de pacificación, se está refiriendo también a los indios que se habían levantado en Citará, pues está planteando que si estos ayudan a todo el proceso que se estaba efectuando en ese momento de pacificación, se les perdonaría por el delito de rebelión y tendrían los mismos beneficios que los noanamaes por su leal y constante ayuda.
Dentro del contexto político y económico en el que se ejerció la piratería en el Caribe en los inicios del siglo XVIII, se generó una serie de necesidades para los gobiernos y las coronas europeas que estaban en el proceso de colonización en tierras americanas. Ya que gran parte del territorio americano había sido otorgado a España, este gobierno debía defender sus territorios en contra de ejércitos navales de Inglaterra, Francia y Holanda principalmente. En este contexto, la investigadora Nara Fuentes62 agrega que durante la Guerra de Sucesión española en la primera década del siglo XVIII, «Inglaterra debilitó la fuerza naval militar y la flota mercante española con la presencia de la piratería y el contrabando»63. Las reformas borbónicas del siglo XVIII hicieron que las maneras de relacionarse los europeos con los indios y los negros cambiaran hasta cierto punto, con el in de generar alianzas comerciales que ayudaran a expandir la economía de España, Francia, Inglaterra y Holanda principalmente. Al respecto, Fuentes resalta que en el contexto de las Reformas Borbónicas, «el programa ilustrado de Carlos III se ocupó, entre otros aspectos, de la revitalización del comercio marítimo y el control del espacio costero. Para ello, las expediciones se proponían conocer mejor las costas»64.
De esta manera, es pertinente traer a colación el caso que expuso Manuel Herrera, lugarteniente de la gobernación del Chocó en 170265 en el que unos indios darieles fueron atacados por el enemigo pirata en el río Atrato, matando a tres indios y dejando sus cabezas empaladas, y llevándose a uno como prisionero. En este caso, se cuenta que los indios que salieron heridos por las balas de los ingleses llegaron al Pueblo de Nuestra Señora de la Limpia Concepción66 en búsqueda de refuerzos de más indios, y dieron inicio a la persecución de los piratas por el río durante tres días. Al llegar de madrugada, los indios que iban en sus piraguas encontraron la canoa que se habían llevado los ingleses y:
[... ] sin ser sentidos (...) tuvieron ocasión de embestirla y apresarla matando los dos hombres cuyas cabezas dejaron también empaladas a la vista del mismo enemigo que llegó inmediatamente solo a servir de testigo de lo sucedido pues los indios, por ser tan ancho el rio y sus canoas muy ligeras, tuvieron comodidad de retirarse sin daño alguno trayéndose la canoa y escopetas de los muertos y el indio dariel [...]67.
En este caso, la información que dieron los indios a las autoridades de la gobernación del Chocó sobre lo sucedido dio pie a que los españoles pudieran prepararse para los ataques de los ingleses. La estrategia militar se hace evidente no solo desde el punto de vista de las alianzas entre piratas e indios o negros, sino también en que los españoles entraron en la misma dinámica de juego y establecieron un tipo de relación estratégica con los indios para ayudarles a repeler a sus enemigos y así contar con los privilegios que les ofrecía la Corona. La necesidad de entablar relaciones con los indios para poder sobrevivir en tierras ajenas y extrañas, da cuenta de que adaptarse al entorno y al conocimiento local no fue algo que se tuvo que hacer en los principios del descubrimiento, sino que dependía constantemente de los actores involucrados, de la región y sobre todo, de los beneficios que traían ciertas alianzas según la situación política y económica de cada uno.
5. Conclusiones
La multiplicidad de factores que hicieron posible un encuentro o una alianza, ya fuera comercial, militar o por supervivencia, entre piratas, indios y negros en el continente americano, deja entrever los fenómenos socioculturales que se fueron desarrollando en el Nuevo Mundo, los cuales dan cuenta de una relacionamiento social que generó inestabilidad en el orden colonial con implicaciones de tipo administrativo, económico y militar para el Imperio español. Tales implicaciones fueron el resultado del no cumplimiento de una lógica de relacionamiento intercultural entre los actores mencionados, la cual se establecía no solo por un complejo cuadro de castas que definía quiénes estaban más arriba que otros en la población colonial, sino también por los prejuicios y miedos que producía cada uno de los actores implicados: los piratas y corsarios como enemigos del catolicismo y del imperio español que invadían y usurpaban sus territorios; los indios como salvajes que debían ser dominados e incorporados como súbditos y estar aislados de todo tipo de influencia extranjera fuera de la evangelización española, y los negros como sujetos resistentes a enfermedades y fuertes guerreros, y como potenciales enemigos que podían rebelarse en contra de los españoles por los tratos que recibían de éstos como esclavos.
Los contextos políticos, económicos y culturales determinaron múltiples alianzas entre indios, negros y europeos durante el periodo colonial no solo en el istmo sino a lo largo de todo el continente americano. Las diferentes variables de alianza entre estos actores se vieron afectadas por diversas razones temporales y circunstanciales, y por intereses que respondían a lo que mejor convenía a cada uno de los involucrados según sus necesidades militares y comerciales. Así, para no caer en posturas erróneas que idealicen a los piratas como héroes y libertarios para indios y negros o, por el contrario, como sujetos que no desempeñaron ningún rol fundamental en el desarrollo sociocultural del Caribe colonial, es clave enfatizar en que los indios también eran presas y víctimas de los ataques de los piratas. En este sentido, señalar que los indios también buscaban la protección por parte de los españoles responde a la necesidad y la situación política y cultural en la que se encontrara cada una de las comunidades y pueblos de indios. Cuando era fuerte la presencia de los españoles, para los indios resultaba más conveniente acudir a ellos y no era fácil que se propiciaran levantamientos o fugas. Por el contrario, ante la ausencia de españoles, los indios y los negros eran más susceptibles a la influencia de los piratas y corsarios, y por lo tanto era más probable que se formaran alianzas que los beneficiaran.
Desde diferentes voces inscritas en los tres tipos de fuentes que consulté para esta investigación, se puede dar cuenta de las dinámicas socioculturales y relaciones de poder que están de por medio en un orden colonial español, el cual se regía principalmente por el control del territorio a través de métodos de poder como la religión y el comercio, principales diferencias y conflictos que tuvieron los españoles sobre todo con ingleses y franceses. El miedo y al mismo tiempo la imposición a que los indios y los negros que estaban bajo el control español fueran inducidos a corrientes religiosas como el luteranismo o el protestantismo fueron una de las principales razones para querer impedir la presencia de piratas y corsarios extranjeros en su territorio. Sin embargo, esta lucha entre religiones excluye, como se suele manifestar en la historia al respecto, las múltiples creencias y religiones indianas y africanas que hacían parte de los diferentes indios y negros esclavos y cimarrones que tuvieron contacto con los europeos.
Por otro lado, hay que destacar los múltiples beneficios que obtuvieron unos de los otros actores mencionados en el artículo, en los aspectos militares y defensivos en los que profundicé a lo largo del artículo. Uno de los más llamativos sin duda fue la apropiación de los saberes locales de los indios y cimarrones sobre las rutas y maneras de moverse y ocultarse en las selvas, montañas y ríos que caracterizan el istmo. También hubo una apropiación de saberes locales fundamental para el éxito de los saqueos y fugas por parte de los piratas y corsarios europeos en la región, y fue la de la navegación fluvial. Este conocimiento implicó no solo adaptarse a la navegación en canoas y chalupas, que eran un tipo de navío diferente a las grandes embarcaciones utilizadas para atravesar el océano, sino también a las prácticas técnicas que conlleva. Desde la construcción hasta el control de las mismas sobre el río se hicieron, sin duda, saberes obligatorios de los europeos para poderse movilizar en la región según los intereses de cada uno. Los piratas y corsarios saqueando y huyendo, y los españoles, por su lado, atacando y persiguiéndolos.
Cabe señalar que el análisis de los negros cimarrones no pudo tener la misma profundidad que tuvo el contexto de los indios cuna cunas y su sistema de alianza, o los aspectos políticos e ideológicos de cada uno de los grupos de europeos a los que hago alusión en este trabajo. Invito entonces a que sean cada vez más rigurosas las caracterizaciones de los grupos que se trabajan, incluyendo los actores de esta investigación.
Para concluir, es necesario establecer que en la historiografía es común, y más cuando se habla de sujetos como los indios y los negros en el periodo colonial, que se les generalice como un grupo homogéneo, y fue precisamente el elemento contrario, su heterogeniedad, el que hizo que en esta investigación se pudiera entender el porqué de cada uno de los encuentros y alianzas militares que se generaron en el Darién. La historia colonial y más específicamente del Darién durante esta época, debe encargarse de no reproducir una dicotomía marcada entre europeos y americanos, o entre españoles y nativos, sino de entender la complejidad del mundo colonial incluyendo y visibilizando a actores y grupos sociales híbridos y complejos culturalmente hablando.