1. Introducción
El programa de campañas contra la uncinariasis (anemia tropical) desarrollado por la Fundación Rockefeller a través de la Junta Internacional de Salud2 desde 1913, tenía como trasfondo una serie de prácticas estandarizadas, que permitieron identificar esta institución como una autoridad científica en el manejo y control de la enfermedad.
Desde su llegada a Colombia, a comienzos de 1920, el programa de combate a la anemia tropical llevado a cabo por la Fundación Rockefeller (en adelante FR) en cooperación con el gobierno colombiano, mostró cómo dichas prácticas estuvieron fuertemente cruzadas por una dimensión experimental que, en cuanto al proceso de tratamiento, llevó por muchos años a consecuencias fatales hacia la población campesina.
Dentro de las prácticas científicas utilizadas por el Departamento de Uncinariasis3 en el proceso de campañas de combate a la enfermedad, se identificaron particularmente dos, a saber, la práctica de registrar4 y la práctica de tratar. Este artículo analiza la práctica de tratar, en cuanto a la relevancia de comprender cómo el tratamiento que realizaron los funcionarios de la Junta Internacional de Salud (en adelante JIS) en las campañas contra la anquilostomiasis tuvieron sucesivas modificaciones y reacomodaciones, en el transcurso de cortos periodos de tiempo, particularmente con los medicamentos y las dosis aplicadas; y cómo tales modificaciones repercutieron en las poblaciones campesinas que recibieron el tratamiento. Así, el texto se centra en el estudio de los procesos que llevaron a los funcionarios del Departamento de Uncinariasis, dentro del marco de las campañas contra la enfermedad llevadas a cabo por la Junta Internacional de Salud, a hacer variaciones en las dosis del tratamiento con vermífugos y purgantes, que para el caso colombiano desencadenaron en múltiples intoxicaciones y muertes, particularmente en la población infantil.
La documentación primaria revisada permitió conocer cómo los medicamentos (timol, quenopodio, tetracloruro de carbono) y las dosis que se utilizaron por más de una década en la campaña antianémica en Colombia, fueron variables y sufrieron diferentes transformaciones que hicieron parte de un proceso de medicalización y medicamentalización experimental en terreno sobre la población5. Tales experimentaciones tuvieron en varios casos desenlaces fatales con intoxicaciones, envenenamientos y muertes, en donde la responsabilidad casi siempre recayó sobre los campesinos, sus costumbres y su ignorancia, y no sobre quienes suministraban los medicamentos o quienes formulaban las dosis.
Es importante mencionar que las investigaciones históricas sobre el trabajo de la FR en el combate a la anemia tropical en Colombia han presentado en términos generales los antecedentes de la intervención, las relaciones entre los médicos, el gobierno y la Fundación, haciendo especial énfasis en la relación dominante y asimétrica (desde lo económico, lo político y lo cultural) del trabajo de esta institución filantrópica a través de las campañas6.
Las fuentes analizadas para la elaboración de esta investigación provienen principalmente del Archivo Rockefeller (Rockefeller Archive Center), en donde se revisaron los fondos documentales de la Junta Internacional de Salud (IHB) sobre el desarrollo de la campaña de combate a la anquilostomiasis en Colombia. Las memorias, registros oficiales del gobierno colombiano y las tesis e investigaciones médicas locales, fueron consultadas en la Sala de Libros Raros y Manuscritos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, la Biblioteca Nacional y la Biblioteca de la Academia Nacional de Medicina. La documentación primaria encontrada, sumada a investigaciones recientes de historiadores latinoamericanos que analizan la responsabilidad de la JIS sobre las intoxicaciones producidas por el tratamiento en las campañas contra la anquilostomiasis en otras regiones del continente, nos permitieron complementar y compilar información significativa sobre las prácticas llevadas a cabo por la JIS.
En este contexto, la investigación contribuirá a arrojar interpretaciones sobre las prácticas en el tratamiento de la enfermedad por parte de la FR, que a su vez motiva a comprender cómo se dio el desarrollo de la medicina en el campo rural y cómo parte de dichas prácticas médicas estuvieron cruzadas por la experimentación y la improvisación; donde además, al tratarse de una institución en la que primaba un carácter corporativo internacional, las directrices tiempo y costo guiaron, en la mayoría de ocasiones, las decisiones sobre qué método y qué tratamiento seguir. Esta investigación se enmarca en la historia sociocultural de la enfermedad en América Latina7, en que se da cuenta del proceso de producción de conocimiento sobre la anemia tropical y sobre sus formas de tratamiento, al problematizar un aspecto poco estudiado en la historiografía colombiana como es el caso de la medicalización y sus efectos sobre las sociedades campesinas.
2. Los métodos de tratamiento de la FR en las campañas contra la uncinariasis en Colombia: Del tratamiento semi intensivo al tratamiento en masa.
La anemia tropical (uncinariasis o anquilostomiasis) fue una de las enfermedades que entre las décadas finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX comenzó a llamar la atención de comunidades médicas locales e internacionales debido al número creciente de personas infectadas, principalmente campesinos que habitaban y trabajaban en labores agrícolas en las tierras templadas. Las investigaciones realizadas en su momento, mostraron que esta era una enfermedad producida por un parásito que generaba anemia, causando extremo cansancio en las personas infectadas8. Las observaciones clínicas que se practicaron en el país mostraron un perfil particular de los pacientes afectados, en su mayoría campesinos, que se dedicaban a actividades agrícolas en los cultivos de café, donde trabajaban descalzos y bajo situaciones laborales precarias9. Tal relación no fue gratuita, pues los estudios que venían adelantando, mostraron que la incidencia de la anemia tropical estaba estrechamente vinculada con poblaciones migrantes, en regiones que estaban aumentando su frontera agrícola, en el marco del incremento del comercio exportador que tuvo como base la economía cafetera10.
Bajo estas condiciones, la comunidad médica local enfrentó un importante desafío en el sentido de llevar a cabo prácticas y estudios que les permitieran conocer, tratar y controlar la enfermedad. En 1911 propusieron al gobierno la promulgación de una ley nacional para emprender la lucha contra la anemia tropical. La ley 22 de 1911, decretó, entre otras cosas, la creación de una comisión permanente encargada de llevar a la práctica las medidas necesarias para la lucha contra la enfermedad11. Los médicos recibieron con beneplácito la promulgación de la ley; sin embargo, por una década más, el estado colombiano vivió fluctuantes crisis fiscales que impidieron desarrollar varios proyectos, entre estos, la campaña contra la anemia tropical, postergado como proyecto nacional hasta el inicio de 1920.
De esta manera, y a partir de los contactos previos entre el médico Roberto Franco y el ministro de agricultura Jesús del Corral con la Fundación Rockefeller, en enero de 1920 se da inicio al proceso de cooperación para el combate a la anemia tropical12. Las campañas contra la anquilostomiasis, que estaba llevando a cabo la JIS en Estados Unidos y en países como Puerto Rico y Brasil, eran reconocidas por los médicos colombianos, quienes vieron en este acuerdo la oportunidad de consolidar al fin el proyecto que habían iniciado como comunidad médica en 191113.
Cuando iniciaron las campañas de combate a la anemia tropical en los estados del sur de los Estados Unidos, el objetivo principal fue erradicar el parásito14. Esto ocurrió en el periodo que va de 1909 a 1913, cuando la Fundación Rockefeller entró a la escena de la filantropía en salud pública. Como señala Steven Palmer,
Cuando se crea la Fundación Rockefeller en 1913 con la intención específica de desarrollar un programa internacional, el tratamiento de la anquilostomiasis se consideró la "puerta de entrada" perfecta debido a la presencia de la infección en una banda global que coincidía con muchos territorios tropicales de creciente interés para los Estados Unidos15.
Los dos métodos de tratamiento que generalmente fueron utilizados, desde el inicio de las campañas de la FR en el sur de Estados Unidos hasta los primeros años de la década de 1920, fueron el método dispensario y el método intensivo. El método de dispensarios móviles fue el primer método utilizado por la Comisión Sanitaria de la Fundación Rockefeller en Virginia en 1910. Este consistía en el examen y tratamiento gratuito de personas en pueblos y ciudades pequeñas en donde la población estuviera dispersa espacialmente, su aplicación era voluntaria y se aplicaba a cuantas personas lo solicitaran. Como su nombre lo indica, su práctica era itinerante, sus progresos fueron lentos y no se hizo un énfasis específico sobre la importancia del saneamiento del suelo.
Ahora bien, debido al redireccionamiento que tuvo la Fundación para trabajar internacionalmente, el programa del método dispensario comenzaría a ser sustituido «por una maquinaria que pudiera cuantificar y procesar cuerpos en larga escala y de un modo más completo con el objetivo de alcanzar la erradicación de la enfermedad»16. De esta manera, la Comisión Internacional de Sanidad (IHC) de la FR se plantea en 1913 un nuevo método de tratamiento, que posteriormente será conocido como método americano o método intensivo17.
Hay que tener en cuenta que hasta entonces el método intensivo fue planeado, aceptado e impuesto por la eficiencia que tendría, ya que en un solo lugar se podrían reunir una multiplicidad de individuos y por ejemplo en el caso de las haciendas, con el apoyo del propietario, se pensaba que se obtendrían resultados seguros en el término de un mes; sin embargo, en los diferentes lugares en donde actuó la JIS con la campaña de uncinariasis, sucedió que la aplicación de este método no se pudo llevar a cabo de una manera homogénea, pues dependiendo de la región y sus características geográficas o demográficas el objetivo de tratamiento podía o no ser alcanzado. Por ello, y de manera constante, los funcionarios y directores de las campañas tuvieron que ir experimentando con otro tipo de métodos, según las recomendaciones dadas desde la oficina central de la Fundación Rockefeller en Nueva York.
El seguimiento a las campañas contra la anquilostomiasis en el caso colombiano, en donde la JIS hizo presencia durante catorce años (1920-1934), permite analizar de cerca los diferentes estadios experimentales de los métodos de tratamiento de la enfermedad y los alcances que tales prácticas tuvieron en el país. Estos cambios se reflejaron no solamente en los métodos de tratamiento como tal, sino también en las prácticas utilizadas en la técnica de examinación (forma de examinar las heces y la sangre) y en la técnica de tratamiento (medicamentos administrados).
Es importante decir que estos cambios no fueron hechos «en bloque», es decir, que cada cambio de método de tratamiento no implicó que de una vez se hicieran cambios en la técnica de examinación y la técnica de tratamiento. Más bien, lo que nos indican las fuentes, es que más que un cambio homogéneo en el método, lo que se hacía era una mezcla experimental entre unas técnicas y otras, antiguas y nuevas, y de acuerdo con los resultados que se iban obteniendo se ajustaban los parámetros mirando cuál técnica proporcionaría resultados más precisos.
Según los reportes anuales elaborados por Frederick Miller, primer director del Departamento de Uncinariasis entre 1920 a 1922, encontramos que en las campañas de esos años en Colombia se utilizaría el que Louis Schapiro18 denominaba como un método semi-intensivo, una forma de trabajo que combinaba el método dispensario y el método intensivo. Esto quiere decir que en los pueblos se utilizaba el método dispensario al haber una población habitante más dispersa, y en las haciendas cafeteras y grandes plantaciones, en donde había una gran cantidad de mano de obra, se practicaba el método intensivo. Así lo explicaba Miller,
En los pueblos y aldeas pequeñas se usa el sistema de dispensarios, aunque esto se aproxima mucho al sistema intensivo gracias a la ayuda de los sacerdotes, los alcaldes y los maestros de escuela. En el caso de las haciendas, el administrador tiene un censo de todas las personas. Los trabajadores se dividen en dos partes, aquellos que trabajan la tierra y aquellos que se dedican a recoger café o cortar la caña. Esto se hace con la ayuda de las familias de los trabajadores. El laboratorio funciona en la parte central de la hacienda y en días específicos se les notifica a los trabajadores para que traigan a sus familias y reciban el tratamiento. Si en este día de tratamiento alguna persona no aparece, se le deducen de su salario semanal de diez a veinticinco centavos19.
La técnica de examinación utilizada por Miller para los lugares donde se aplicó el método dispensario y el método intensivo, en 1921 y 1922, fue el método de frotis simple (plain smear method). El análisis clínico de las muestras permitiría diagnosticar de manera efectiva la presencia de los parásitos y de sus huevos, para luego proseguir con el tratamiento medicinal pertinente. Para Miller, «la alta tasa de infección hace que este sea prácticamente el método más seguro, además de que ahorra tiempo y dinero»20. A mediados de 1922, fue sugerido un primer cambio en la técnica de examinación y se propuso que, en vez de seguir el método de frotis simple, se intentara ahora aplicar la técnica de Willlis, o técnica de flotación de Willis. Esta técnica, que comenzó a experimentarse desde 1921, implicaba un estudio más sofisticado para el análisis de las heces fecales, ya que mediante el uso de una solución salina posibilitaba la flotación de los gusanos y permitía una identificación más sencilla de estos en el microscopio21.
Tanto en el método dispensario como en el método intensivo se contemplaba que, tras la toma del examen, se procedería con la toma del tratamiento completo: quenopodio como vermífugo y sulfato de sodio, sulfato de magnesio o aceite de ricino (castor oil) como purgantes. En caso de ser necesario, se realizarían hasta seis reexaminaciones más con su respectivo tratamiento hasta que los exámenes mostraran que los parásitos habían sido totalmente expulsados. Este proceso; sin embargo, hacía muy demorados los avances en la campaña y prolongaba la estadía y los gastos de los funcionarios en cada lugar hasta por lo menos un mes y medio, teniendo en cuenta que cada reexaminación se hacía semanalmente. Por este motivo, desde mediados de 1923 Miller comenzó a implementar para la campaña en Colombia un nuevo método de tratamiento cuyo procedimiento permitiría ahorrar tiempos y costos: el tratamiento en masa22.
El tratamiento en masa planteó una modificación estructural respecto a los tratamientos intensivo y dispensario. En el informe anual de 1923 del Departamento de Uncinariasis, Miller mencionaba que «las primeras examinaciones de este año se hicieron siguiendo el método de frotis simple; sin embargo, mientras el trabajo iba avanzando, las tomas de muestras para el laboratorio se comenzaron a omitir y de esta manera comenzó la aplicación del tratamiento en masa»23. Esto quería decir que a todos aquellos que se presentaran al laboratorio antianémico se les daba el primer tratamiento sin hacer ningún tipo de examinación previa de las heces. Debido a que las estadísticas sobre infección que se elaboraron entre 1920 a 1922, mostraban casi siempre que el porcentaje de enfermos era superior al 90%, se tomó la decisión de eliminar los primeros exámenes porque se dio por hecho que la infección era endémica, recurrente y muy alta en la mayoría de regiones donde actuaba la campaña24.
El tratamiento en masa fue gradualmente adoptado por el Departamento de Uncinariasis. La justificación al cambio de método venía de la mano con las nuevas investigaciones sobre el parásito, y sobre cómo dimensionar y diagnosticar si un paciente estaba gravemente enfermo por uncinaria o si apenas tenía una leve infección inicial, que aún no había llegado a perjudicar del todo su salud. Este fue el criterio principal que motivó el cambio al tratamiento en masa y por el cual se justificó la omisión del examen inicial de heces fecales; además, se comenzó a utilizar otro nuevo método de examinación de las heces, diferente al frotis y al método de Willis. Se trataba del método de Stoll, o método de conteo de huevos, mediante el cual, a partir del conteo de huevos en el microscopio se determinaría el grado de infección por uncinaria en cada persona.
El análisis por la técnica de Stoll en las campañas permitiría lograr una mayor eficiencia para el tratamiento en masa25. Al omitir los exámenes microscópicos preliminares y administrar un solo tratamiento o máximo dos a aquellas personas cuyos exámenes registraran un número elevado de huevos, se podría favorecer a las comunidades en un tiempo cada vez más corto26. De esta manera, vemos que la introducción y adaptación del tratamiento en masa entre 1923 y 1924 marcó un "segundo periodo" de la campaña contra la anemia tropical en Colombia.
De hecho, la adopción de esta forma de tratamiento, sumada a la aplicación del método de Stoll y luego la utilización de un nuevo vermífugo, el Tetracloruro de carbono desde 1924, formaron lo que podríamos llamar la «tríada de la nueva era» en las prácticas y método de combate a la anquilostomiasis. Este proceso se vio reforzado a su vez con el cambio de dirección que llegaría para el Departamento de Uncinariasis cuando Frederick Miller termina su periodo e inicia un nuevo proceso atravesado por sustanciales reformas con la llegada de Bruce Wilson al país a finales de 1924.
Los métodos de tratamiento y las técnicas de examinación utilizadas en la campaña fueron parte de las prácticas de tratamiento, en el combate contra la anemia tropical, dentro del gran proceso de medicalización de las regiones rurales que ellas implicaron. El otro gran eje de estas prácticas fue el de la medicalización, con el uso de purgantes y vermífugos para tratar la enfermedad y que llevaron igualmente procesos de experimentación, observación, estandarización y control sobre los pacientes.
3. Vermífugos, purgantes e intoxicaciones en la campaña.
Tal como sucedió con las técnicas de examinación y el método de tratamiento, la documentación nos muestra cómo los medicamentos y dosis utilizadas a lo largo de la campaña fueron variables, mostrando un proceso experimental que llevó sucesivas intoxicaciones, envenenamientos y muertes.
Para la toma del tratamiento, los funcionarios del laboratorio antianémico que visitaban los pueblos y haciendas proporcionaban recipientes de vidrio o tazas de aluminio a los campesinos. Pero la higiene de cada recipiente tras su uso individual resultaba siendo un procedimiento engorroso y demorado para los funcionarios del laboratorio antianémico, por lo que se comenzó a pedir a las personas que cada uno llevara su propio recipiente de vidrio o una taza de cerámica27. En este recipiente los campesinos solían llevar agua dulce (agua de panela28) para mezclar con el vermífugo y suavizar el fuerte sabor que este tenía, «cada persona traía su propia taza y una botella de agua dulce. El médico dispensaba en la taza el medicamento, quenopodio o tetracloruro, con una pipeta y luego tomaban el jarabe dulce»29. El sabor era tan fuerte y desagradable, especialmente para los niños, que en ocasiones no bastaba tomar agua de panela, por lo que era común ver a los campesinos llevar, además de los recipientes, naranjas para chupar (ver imagen 1)30.
Fuente: George Bevier, «Report on work for the relief and control of Hookworm disease in Colombia 1927», Rockefeller Archive Center (RAC), New York-Estados Unidos. RFR, RG5, Folder 1577, Box 134, Series 3 (Routine Reports), FA115.
En las casas adaptadas como laboratorio existió una clasificación que podríamos llamar estratificada de los pacientes. Estos eran divididos en tres grupos, «los adultos de mejor clase eran tratados en una habitación, los demás adultos eran tratados en la varanda o terraza de la casa y los niños pequeños en el patio»31. Además, desde 1925 Bruce Wilson ideó un sistema que haría más organizado el procedimiento para la toma del tratamiento, este consistía en el uso de «tickets». A cada persona se le proporcionaba un boleto que estaba dividido en dos y que correspondía a la toma de los dos tratamientos obligatorios32.
Respecto a la receptividad del tratamiento entre la población campesina, las fuentes señalan que la mayor parte de las veces estuvieron dispuestos a participar en la toma de tratamiento, y a los médicos les llamaba la atención especialmente cómo los papás de los niños ayudaban «en la difícil tarea de dosificar a los pequeños y los traían de vuelta en caso de que vomitaran el purgante. No hay duda de que lo que la gente quiere es que sus hijos tomen la medicina»33. Este último comentario muestra una forma de pensar bastante confiada en el proceso de medicalización de la campaña; sin embargo, parece dejar de lado las particularidades que se presentaron con los múltiples y serios casos de intoxicación que conllevó la misma en el país, y que como consecuencia generó resistencias a la aplicación del tratamiento.
A partir de los datos encontrados en los reportes trimestrales y anuales del periodo que va de 1919 a 1934, se ha elaborado un cuadro sumario, que condensa año por año la variabilidad en los tratamientos, los vermífugos y purgantes administrados, las dosis y los casos de intoxicación, además de otras particularidades que surgían y que nos permiten analizar comparativamente el carácter de las prácticas experimentales, con este proceso de medicalización y el impacto que dichas prácticas generaron en la población campesina.
Año /Director | Vermífugo y dosis | Purgante | Particularidades /casos de intoxicación |
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1919 (dic) Encuesta de uncinariasis por Louis Schapiro. | Aceite de quenopodio Recomendación de dosis por Louis Schapiro34.
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No reporta | Debido a que el objetivo de la encuesta fue medir el porcentaje de personas infectadas, Schapiro solamente suministró tratamientos a los casos más graves; sin embargo, dejó la recomendación sobre la dosificación adecuada para su uso a futuro en las campañas. |
1920 Frederick Miller35 | Aceite de quenopodio Se suministraba en dos dosis, cada una con un intervalo de dos horas. Miller consideró que las dosis sugeridas por Schapiro eran bajas y por tanto modificó la dosificación36: El reporte anual especifica que 1 gota equivale a 0.028 cc. Las dosis eran medidas de manera estandarizada utilizando una pipeta graduada para tal fin. |
Sulfato de sodio o aceite de ricino (castor oil). La noche anterior se tomaba en casa una dosis del purgante salino, y luego de la última toma de quenopodio se tomaba la dosis final de purgante en el laboratorio de uncinariasis. Los purgantes podían ser sulfato de sodio o aceite de ricino. | El 3 de octubre de 1920 en la Hacienda La Argentina (Viotá - Cundinamarca) hubo un caso masivo de intoxicación infantil con quenopodio. Siete de los doce niños intoxicados por quenopodio murieron37. |
192138 Frederick Miller | Se continuó utilizando la misma dosificación de 1920. | Sulfato de sodio o aceite de ricino. Se eliminó la toma del purgante la noche anterior y solo se suministraba la dosis correspondiente cuando pasaba una hora luego de la última toma de quenopodio. En el caso de los niños y personas que vomitaban la purga salina se sustituía por aceite de ricino. | No reporta |
192239 Frederick Miller |
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Sulfato de magnesio y aceite de ricino. | No reporta |
192340 Frederick Miller | Timol / Quenopodio / Tetracloruro de Carbono. El medicamento más utilizado fue aceite de quenopodio; sin embargo, se recibió una carga de Tetracloruro de Carbono y se comenzó a experimentar con este en los tratamientos. A final de año, debido a la falta de quenopodio, se recurrió de nuevo al timol suministrado solamente para los adultos. Uno de los reportes muestra el uso de leche de higuerón en Vergara (Cundinamarca). | Sulfato de magnesio (Epsom Salts) para adultos y aceite de ricino para niños. | Se integra de manera experimental el Tetracloruro de Carbono como vermífugo. Se señala en el reporte trimestral final que se tuvo que usar sulfato de magnesio producido en Colombia, pero que este no era de tan buena calidad como las sales de Epsom importadas desde Estados Unidos para la campaña ya que solían provocar vómito. |
Dosificación de Tetracloruro de Carbono:
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192442 Frederick Miller (Hasta agosto) y Bruce Wilson | Quenopodio / Tetracloruro de Carbono / Mezcla de ambos en regiones de marcado consumo alcohólico. |
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En la primera parte del año se utilizó principalmente quenopodio. Al cabo de unos meses y con la experiencia del nuevo director, Bruce Wilson, se continua el cambio gradual al tetracloruro de carbono. Se menciona que sucedieron intoxicaciones, pero no se especifican cuántas y si produjeron muertes. Por indicaciones de Wilson se comienza a utilizar también la mezcla de tetracloruro más quenopodio “en la proporción de tres a uno” como fuera usada por él cuando fue director de la campaña de Honduras en 1923. Esto se hace por el peligro letal que corren las persona que consumen alcohol y se tratan con tetracloruro |
192543 Bruce Wilson | Quenopodio para niños. Tetracloruro + Quenopodio. Quenopodio en áreas con marcado alcoholismo. En otras áreas el primer tratamiento es quenopodio y el segundo tetracloruro. Ante la ausencia de quenopodio se utilizaba timol. En la mayoría de las áreas, donde no había problemas de alcoholismo, se suministraba el tratamiento solo con tetracloruro para adultos. |
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Se reportan intoxicaciones sin consecuencias fatales. Las intoxicaciones ocurrieron por el problema del consumo de alcohol en unos casos, y en otros por problemas en el hígado debido a la malaria. Se integra como purgante el sulfato de magnesia para los tratamientos con tetracloruro. En este caso no se suministraba aceite de ricino ni sulfato de sodio ya que podrían producir efectos adversos y tóxicos44. |
192645 Bruce Wilson | Se utilizan diferentes vermífugos, de la misma manera que los utilizados en 1925, aunque el uso de la mezcla quenopodio + tetracloruro comienza a ser el vermífugo estándar utilizado en la campaña. Se utiliza también leche de higuerón (La Esperanza - Cundinamarca). |
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En el primer reporte trimestral, Wilson habla sobre el uso de «agua de Paico» como vermífugo de uso popular en Colombia y los buenos efectos que esta planta medicinal ha tenido. En el tercer reporte trimestral, Wilson señala que en Colombia el tratamiento con quenopodio ha causado ocasionalmente sordera46. Ocurren tres casos de envenenamiento y muerte por el tratamiento con quenopodio. |
1927 Bruce Wilson (1er. trimestre)47 George Bevier48. | Se continúan utilizando los tres vermífugos en las mismas dosis: timol, quenopodio, tetracloruro, o la mezcla de ambos. |
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La Junta Internacional de Salud muestra su interés por investigar sobre la leche de higuerón y sus efectos como un vermífugo seguro. Se registran siete casos de intoxicación en niños, cuatro de ellos fatales por intoxicación con quenopodio o tetracloruro. Bevier explica que estas intoxicaciones no fueron por una sobredosis, como si, posiblemente, por sensibilidad a la medicación. |
192849 George Bevier | Se continúan utilizando los tres vermífugos en las mismas dosis: timol, quenopodio, tetracloruro, o la mezcla de ambos. Se suministra tratamiento con leche de higuerón (Supía - Caldas). |
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Cinco casos de intoxicación y muerte por vermífugos. Cuatro niños y una mujer mayor de 50 años. |
192950 George Bevier | Se continúan utilizando los tres vermífugos en las mismas dosis: timol, quenopodio, tetracloruro, o la mezcla de ambos. Se suministra tratamiento con leche de higuerón (Zaragoza - Antioquia; Labateca - Norte de Santander) |
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Aparece que se usa tetracloretileno como vermífugo en Pradera - Valle. Tres muertes por intoxicación con vermífugos. En este caso fueron dos niños |
193051 George Bevier | Se continúan utilizando los tres vermífugos en las mismas dosis: timol, quenopodio, tetracloruro, o la mezcla de ambos. |
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No se presentan intoxicaciones. |
1931 a 193452 George Bevier | Durante estos años se continuaron utilizando los tres vermífugos: timol, quenopodio, tetracloruro, o la mezcla de ambos. En algunos casos se utilizó también leche de higuerón. |
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Se reporta un caso de intoxicación con un niño en 1932. |
Fuente: Elaboración de la autora, con base en la información de los reportes trimestrales y anuales del Departamento de Uncinariasis entre 1920-1934 que se encuentran en el Archivo Rockefeller.
La información proporcionada en el cuadro nos permite tener una idea del proceso experimental llevado a cabo con los tres vermífugos que fueron utilizados en los 15 años de la campaña en Colombia, y puede resultar útil para un estudio comparativo sobre uso de vermífugos e intoxicaciones en otros países donde actuó la JIS53.
Se trataba de tres sustancias reconocidas como altamente tóxicas, y cuyas dosis debían ser cuidadosamente medidas para evitar envenenamientos. El timol, el quenopodio y el tetracloruro de carbono, siendo este último progresivamente integrado en la campaña desde 192354. El tamaño y uso de las dosis tendió en algunas ocasiones a sufrir leves modificaciones que dependieron en muchos casos del criterio de cada director de campaña, y quizás fue allí en donde se presentaron los casos de intoxicación, principalmente en niños.
Steven Palmer, en una investigación sobre las intoxicaciones producidas por el uso de vermífugos durante las campañas de anquilostomiasis de la Fundación Rockefeller, muestra cómo este fue un caso de lo que él denomina como «metaexperimentalismo». El programa de combate a la anemia tropical, al ser concebido como un experimento abierto,
[...] comprendió cada tratamiento suministrado desde una dimensión experimental. De esta manera, los que murieron por sobredosis de quenopodio fueron víctimas de un experimento global, holgado y vagamente articulado, cuyos objetivos estaban simultáneamente relacionados con los enfoques médicos modernos de salud55.
Lo que se ha demostrado con los casos de intoxicación por quenopodio y tetracloruro, es que existió una desconexión entre los protocolos de trabajo en campo y los estudios e investigaciones que en su momento se adelantaron, y que alertaron sobre la peligrosidad del uso de quenopodio en niños56. Para este caso, Palmer menciona las investigaciones hechas por los doctores Samuel Darling y Wilson Smillie en Brasil entre 1918 a 1920, en las que afirmaban que a los niños menores de cinco años no se les debería suministrar este vermífugo, y a los niños hasta los ocho años se les podía dar una dosis mínima, debido a la susceptibilidad que en ellos había por los efectos tóxicos que les podía causar57.
Si tenemos en cuenta la dosificación de quenopodio utilizada en las campañas contra la anemia tropical en Colombia desde 1920, comprenderemos cómo aquí no se tuvieron en cuenta las recomendaciones de los estudios previos sobre intoxicación por quenopodio, y que, al contrario, Frederick Miller estableció a su manera dosis que a todas luces resultaban altas y tóxicas para los niños. Los casos recurrentes de intoxicaciones en las campañas en Colombia confirman lo señalado por Palmer en el sentido en que la Junta Internacional de Salud permitió
[...] y alentó a los supervisores locales a ser científicos de la salud pública con licencia para utilizar a la población en tratamiento como sujetos experimentales. Además, gozaron de una considerable autonomía para diseñar y llevar a cabo tales experimentos, aunque pudieran implicar un riesgo grave, como en el caso de los experimentos con vermífugos58.
En el reporte anual de 1931, George Bevier (Director del Departamento de Uncinariasis en Colombia desde 1927 hasta 1934) elaboró algunos cuadros con el resumen total de intoxicaciones registradas en las campañas de anemia tropical en el país, el número de intoxicaciones por vermífugo y las edades en las que se presentaron las intoxicaciones. Los resultados fueron los siguientes:
Fuente: George Bevier, «Annual and Fourth Quarter Statistical. Narrative and Statistical-1931», Rockefeller Archive Center (RAC), New York-Estados Unidos. RFR, RG5, Folder 1587, Box 136, Series 3 (Routine Reports), FA115.
Fuente: George Bevier, «Annual and Fourth Quarter Statistical. Narrative and Statistical-1931», Rockefeller Archive Center (RAC), New York-Estados Unidos. RFR, RG5, Folder 1587, Box 136, Series 3 (Routine Reports), FA115.
Fuente: George Bevier, «Annual and Fourth Quarter Statistical. Narrative and Statistical - 1931», Rockefeller Archive Center (RAC), New York-Estados Unidos. RFR, RG5, Folder 1587, Box 136, Series 3 (Routine Reports), FA115.
La transición de cambio hacia el tratamiento con tetracloruro de carbono adquirió en el país una gran dimensión experimental sobre la población durante los dos primeros años de uso, lo que explicaría que 1924 y 1925 tengan los picos más altos de intoxicaciones a lo largo de la campaña, contando con 31 casos en 1924 y 24 casos en 1925. Frederick Miller reportó a la JIS sobre quince casos de envenenamiento ocurridos en Puente Nacional (Santander) en junio de 1924, por lo que decidió enviar al laboratorio de la Junta Central en Nueva York algunas muestras de tetracloruro,
[...] para que sus propiedades toxicológicas sean examinadas. Acabo de volver de Puente Nacional en donde se presentaron algunos casos de intoxicación por este medicamento, cerca de 15 casos en total. Afortunadamente no se presentaron muertes, pero algunos de los casos se complicaron en un momento. El tetracloruro de carbono que se utilizó correspondía a una botella con cinco libras del químico enviadas desde Nueva York el pasado diciembre (1923) con la orden número 422742. Es difícil entender por qué pudo haber sucedido esto, como lo verá en el reporte que envío sobre el asunto59.
En octubre de 1924, de nuevo se presentan graves casos de intoxicación por tetracloruro, esta vez reportados por Bruce Wilson, quien mantuvo una constante correspondencia con Frederick Russell (director de la JIS entre 1923 a 1935). Este le indicó la posibilidad de experimentar utilizando una mezcla de quenopodio y tetracloruro. Tal recomendación surgió de las investigaciones adelantadas por Smillie60 en Brasil, ya que podría resultar mucho más segura en la medida en que se utilizarían dosis mínimas de ambos medicamentos.
La situación se tornaría más compleja si tenemos en cuenta que con la adopción del tratamiento en masa se eliminó la examinación preliminar, que de alguna manera permitía indicar el grado de infección de cada persona, y lo que se hizo fue prácticamente homogeneizar a todos, niños y adultos, como potencialmente infectados y suministrar el tratamiento sin distinción alguna61. Tal campo experimental llevó a la muerte de 36 personas sobre un total de 99 intoxicaciones en doce años, sin mencionar los casos de sordera a causa del uso de quenopodio, que mencionó Wilson en 1926 y que al parecer no fueron investigados.
A pesar de los ajustes en las dosis, en donde se recomendó que los niños solamente serían tratados con quenopodio en dosis menores, y de acordar que los adultos se tratarían con timol, quenopodio, tetracloruro o la mezcla de ambos (en caso de alcoholismo), las intoxicaciones persistieron y en un momento dado, tras la intoxicación de 1920, la población llegó incluso a identificar a los empleados que suministraban el tratamiento como «envenenadores oficiales» (oficial poisoners)62.
A pesar del temor que suscitaron las intoxicaciones, las personas continuaron asistiendo a la toma del tratamiento y al proceso de la campaña en general, aunque en los formatos se reportaron casos de personas que se resistieron a participar en el tratamiento aduciendo este temor.
La situación llevó a que en 1928 el director del Departamento de Uncinariasis, George Bevier, creara una circular informativa para todos los funcionarios que trabajaban en las unidades de campo y que serviría como protocolo al suministro de los vermífugos y purgantes para evitar los casos de intoxicación. En esta circular se les recomendaba, entre otras cosas: que indicaran a las personas que iban a tomar el tratamiento consultar inmediatamente al laboratorio antianémico si sentían algún síntoma de intoxicación; tratar los casos de una manera «inteligente y completa»; e informar siempre a la oficina central del Departamento de Uncinariasis sobre cualquier caso de intoxicación con la historia clínica correspondiente63. Las causas de las intoxicaciones tras la toma del tratamiento fueron explicadas y atribuidas al exceso en la dosis (producido por accidente o falta de cuidado), también a la absorción excesiva de los medicamentos cuando el purgante no resultaba eficaz, a la combinación de tetracloruro con alcohol en casos de pacientes alcohólicos y a la toma de un segundo tratamiento sin esperar el tiempo necesario, lo que conllevaba a daño hepático, renal y a la muerte.
Finalmente, en el reporte sumario que hace Bevier en 1931 sobre los casos de intoxicación desde el inicio de la campaña, menciona que
[...] durante los últimos cinco años, en los que se han logrado avances considerables en el estudio de los efectos tóxicos de los fármacos antihelmínticos y en los métodos para evitarlos, y durante los cuales se han administrado cerca de un millón de tratamientos, la tasa de casos de intoxicación en el país se ha reducido a 2,2 por 100.000 y las muertes a un 0,9 por 100.00064.
En datos posteriores, analizados en una importante investigación del doctor colombiano Luis Patiño Camargo sobre la incidencia de los parásitos intestinales en la población colombiana, se resalta el hecho de que entre 1932 y 1935, se presentó apenas un caso de muerte y ninguna intoxicación por vermífugos65. Esto demuestra que, tras el proceso de experimentación en la campaña, el doctor George Bevier a través de los protocolos utilizados para evitar intoxicaciones, logró regular, al fin, tanto las dosis como el tipo de tratamiento por edades que los funcionarios debían suministrar y que por un tiempo seguirían siendo utilizados de manera segura, los que a su vez darían mayor confianza a la población.
Conclusiones
El caso de las intoxicaciones y la muerte por uso de quenopodio y tetracloruro en Colombia, se suma a los más de 200 casos documentados que ocurrieron en diferentes países donde actuó la campaña. En este sentido, conocer y analizar este tipo de prácticas, nos permite comprender mejor la dimensión experimental que mantuvieron instituciones como la Fundación Rockefeller y la JIS en un campo que aparentemente dominaban.
Los reportes sobre intoxicaciones elaborados por los directores fueron enviados a la oficina de Nueva York, y allí la Junta Internacional de Salud comenzó a hacer una recopilación particular, que contenía los casos específicos de intoxicación por vermífugos66. El hecho de que exista la organización de estos archivos y que la Fundación Rockefeller mencionara los casos fatales en los reportes anuales y que allí mismo expusieran las acciones que se tomarían para evitar que los envenenamientos continuaran67, muestra, como afirma Palmer, que no mantuvieron una actitud totalmente pasiva o de querer ocultar tales casos; sin embargo, ¿qué responsabilidad tenía la Junta Internacional de Salud por estas muertes? ¿qué acciones tomaron los gobiernos? Estas son líneas de investigación importantes que para el tema se pueden abrir a futuro.
Para el caso de Colombia, hasta el momento no se ha encontrado información sobre la existencia del levantamiento de procesos legales sobre las muertes por intoxicación. Tal parece que se comprendía que la experimentación era un proceso inherente a las prácticas científicas de la campaña contra la anemia tropical68.
A pesar de las críticas y resistencias que pudieron haber existido por parte de la población, por lo menos durante los primeros años de la campaña, el proceso de medicamentalización a través de la aplicación de tratamientos con vermífugos altamente tóxicos en la población campesina, tuvo un enfoque plenamente experimental y documentado para la producción de conocimiento. El último director del Departamento de Uncinariasis fue plenamente consciente de ello y finalizando la década de los años 20 cambió de manera radical el enfoque de la campaña.
De esta manera, lo que comenzó como un plan de tratamiento y medicalización masivo e intensivo a la población campesina, se fue transformando progresivamente en el inicio de un importante programa de higiene y saneamiento rural, enfocado en la prevención más que en el tratamiento, en la educación sanitaria, la construcción de letrinas, la popularización de elementos sanitarios, la formación técnica de inspectores sanitarios (precedente de los ingenieros sanitarios) y el saneamiento del suelo y del agua como formas efectivas de manejo y control del parásito.