Introducción
Las décadas de 1950 y 1960 fueron turbulentas en términos de orden social, debido a los diferentes caminos que tomó la confrontación de los poderes hegemónicos mundiales de Estados Unidos y de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (en adelante URSS). La politización e ideologización de la sociedad y los movimientos sociales en el mundo fueron evidentes, lo cual se contextualiza en la política transnacional de la Guerra Fría.1 América Latina vivió una serie de fenómenos sociales en el marco de esta dinámica,2 por lo que ocurrieron movilizaciones, protestas y revoluciones.3 Frente a este escenario se buscó responder desde los gobiernos de la región con apuestas de apertura estatal por medio del ofrecimiento de servicios sociales y medidas restrictivas de seguridad que planteaban la defensa del orden social imperante, siguiendo los planteamientos de los Estados Unidos y algunas organizaciones internacionales4 en su forma de entender el desarrollo y el conflicto que se presentaba. En este artículo, se describe el proceso que tuvo lugar en Colombia durante este periodo, analizando especialmente el discurso modernizador del Frente Nacional (1958-1974) y la necesidad de desarrollar cambios asociados con la forma en la que se concibe el Estado y su funcionamiento, para que sea garante de la paz y de la democracia,5 transformaciones que están relacionadas con las necesidades que se deben suplir para tener un futuro mejor.
Las elites políticas colombianas reunidas en los partidos Conservador y Liberal negociaron en 1956 un acuerdo político para instaurar de nuevo la democracia6 y con ello la normalidad en el país, pues desde 1953 había sido instaurada la dictadura militar presidida por el general Gustavo Rojas Pinilla. En este acuerdo conocido como el Frente Nacional, -en la que habían participado la mayoría de los militantes del Partido Liberal y el sector ospinista del Partido Conservador-7 se consideraba que se promovía la pacificación del país, el cual venía desangrándose por la violencia po-lítica8 desde el 9 de abril de 1948 con el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en Bogotá. El problema había pasado por diferentes momentos que, en vez de estabilizar al país, habían radicalizado el conflicto, como lo eran: los encuentros en el Congreso de los liberales con los conservadores en 1949; el desconocimiento del ejecutivo en las disposiciones del Congreso en su mayoría liberal; la no participación del partido Liberal en las elecciones presidenciales de 1950; y la elección del candidato único, el conservador Laureano Gómez como presidente, quien se encargó de: perseguir a militantes liberales y darle una dinámica militar al conflicto social, relacionar el problema de la violencia con la insurrección comunista internacional, y aprovechar la participación de Colombia en la Guerra de Corea -1950-1953- para este fin (Tirado 2001, 81-82). Las elites políticas y empresariales observaron con preocupación el rumbo que tenía el mandato de Gómez y buscaron crear un acuerdo con los militares para estabilizar el país por medio de una dictadura militar, sin embargo, luego estuvieron inconformes con el deseo que tenían las fuerzas armadas de quedarse en el poder.
La dictadura militar del general Gustavo Rojas Pinilla asume el poder entre 1953 y 1957, luego el gobierno es asumido por una Junta Militar, que se encargará de preparar el retorno a la democracia. En esta fase se considera la aplicación del acuerdo entre los partidos políticos tradicionales, en el que se alternará la presidencia cada cuatro años. Asimismo, se tendrá un pensamiento basado en que las administraciones bipartidistas crearían una estabilidad a partir de la búsqueda de valores generales compartidos, relacionados con el desarrollo material de las condiciones sociales articuladas con la teoría de la modernización del Estado,9 con lo que se buscaba generar condiciones de paz entre sectores políticos adversarios, y así desarrollar positivamente el país y, de fondo, evitar la insurrección comunista.
El acuerdo del Frente Nacional preveía la necesidad que tenía el Estado colombiano, primero, de pacificarse y, segundo, de propiciar un desarrollo social "positivo" desde la perspectiva capitalista que le permitía ingresar a la modernidad y evitar el conflicto que se desarrollaría por las malas condiciones para la vida, por lo cual era necesario ejecutar reformas, buscando con ello mejorar las condiciones de vida. Esta búsqueda política estaba inmersa en el concepto de modernización del Estado producida desde Estados Unidos como un camino por el cual se debía desarrollar los países en términos sociales,10 algo que debían seguir los países con conflictos internos, especialmente los latinoamericanos, donde Colombia y Venezuela eran distinguidos por los problemas sociales que se presentaban en su interior a principios de la década de 1960 siendo los países en los que era más posible que se desarrollara una revolución según el Departamento de Estado de Estados Unidos (Maechling 1988, 38-49). Así fue señalada la urgencia por parte de los estadounidenses de mejorar las condiciones, consideraban que era una amenaza inminente por la posibilidad de una revolución, era necesario mejorar los servicios sociales y consolidar la clase media, condiciones que posibilitarían la paz y la convivencia democrática (Latham 2000, 48-51).
Estados Unidos promovió la contención del movimiento socialista para mitigar la búsqueda de la revolución. Idearon una serie de planes, leyes y programas que prohibía la participación de los movimientos comunistas en actos políticos que tuvieran lugar en los países latinoamericanos. La contención es observada en la doctrina Truman (1947),11 donde, además de declararse ilegales a los grupos socialistas, se incluyeron los partidos que buscaban la reforma social, los sindicatos y los movimientos obreros. Para Estados Unidos era importante lo que venía pasando en Latinoamérica, ya que era difícil contener a un enemigo con un discurso social tan peligroso debido a los problemas presentes, así que se encargaron de desarrollar acciones para prevenir el crecimiento de los movimientos, la ampliación de la crítica y reforma incluso cuando en el pasado algunos de estos habían sido cercanos a los partidos liberales o nacionales12 y se eligió ponerlos en el centro de sospechas por la conexión que podían tener con la URSS (Bergquist 1988, 47114, 235-326, 327-438). En los años posteriores a esta contención la acompañó la modernización como necesidad para mejorar las condiciones sociales, así había desconfianza por un lado y por el otro un camino "positivo" para el desarrollo social en el capitalismo.
Raíces del problema
El conflicto entre partidos políticos estuvo presente desde la vuelta al poder del Partido Liberal con Enrique Olaya Herrera (1930-1934) y posteriormente con la apuesta en materia social que hizo "la Revolución en marcha", el eslogan de gobierno del presidente Alfonso López Pumarejo (1934-1938). Este se radicalizó más en 1946 con la división del Partido Liberal entre las figuras de Gabriel Turbay -oficialista- y Jorge Eliecer Gaitán -disidencia- en las elecciones presidenciales, lo que posibilitó que el Partido Conservador llegara al poder y removiera algunos proyectos políticos que se venían adelantado (Bushnell 1994, 249-304). Este periodo de encuentros entre los partidos políticos tuvo su punto cumbre con "el bogotazo", el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, en ese momento líder único del Partido Liberal, en Bogotá el 9 de abril de 1948.
El Partido Conservador observó el levantamiento de los militares liberales como un intento por alterar la estabilidad, puesto que no solo ocurrió en Bogotá sino en muchos otros lugares del país y fue especialmente fuerte en algunos sectores rurales resentidos por el manejo administrativo que se tenía entre conservadores y liberales (Sánchez 2001, 153). En algunas zonas del país se desarrollaron estrategias de eliminación del adversario político. El gobierno liderado por el Partido Conservador tendió por apoyar y desarrollar una lógica de erradicación, llegando los liberales incluso a la formación de guerrillas de autodefensas para resguardar sus vidas, lo cual se agravó con la llegada de Laureano Gómez a la presidencia en 1950. El presidente conservador dotó al conflicto de elementos contrainsurgentes en lo que entendía como una lucha contra el comunismo internacional y a las autodefensas como fuerzas revolucionarias relacionadas con la URSS (Meléndez 2014, 207).
A causa de la radicalización social, sectores políticos y económicos del país consideraron como solución al problema del conflicto por fuera de la política tradicional, establecer el orden por medio de la intervención militar liderada por un oficial que no generara malestar en los sectores que participaban, como el general Gustavo Rojas Pinilla,13 el cual tomaría la presidencia ofreciendo garantías a los bandos. Sin embargo, en 1956 los mismos que lo llevaron al poder consideraron que el orden militar era peligroso para la estabilidad institucional, por lo que velaron por el regreso de los partidos tradicionales y la democracia a partir de un acuerdo entre la elite política, desarrollando acercamientos entre representantes del Partido Liberal como Alberto Lleras y el presidente conservador golpeado, Laureano Gómez en el exilio.14
Con el acuerdo entre los partidos políticos tradicionales se intentó desarrollar una lógica de vida en la cual los sectores sociales de la elite -y de algunos sectores medios- se sintieran a gusto en el Estado y participaran de su transformación,15 se buscó también que se entendiera como un pacto necesario para el país, que haría posible la paz y el desarrollo social tan anhelado en el que se respetarían las normas y beneficiaría a todos. El acuerdo, conocido como el Frente Nacional, consistía en que los partidos tradicionales compartirían el poder durante dieciséis (16) años de 1958 a 1974, estando cada partido al frente por un periodo presidencial -cuatro años- iniciando el Partido Liberal y continuando el Partido Conservador, lo que les daba la capacidad de trabajar en conjunto por el bien final que estaba claro, relacionado, además, con la idea de modernización que tenía occidente de buscar dirigir el país hacia el progreso establecido en el marco capitalista.16 Así mismo había un acuerdo sobre el lugar del Congreso y es que este debía garantizar la estabilidad del proyecto político del Frente Nacional como elemento que demostrara voluntad política (Silva 2001b, 181). Aunque algunos de los presidentes del Frente Nacional buscaron seguir un proyecto político con tintes personalistas, estas apuestas estaban al interior del acuerdo negociado, como era el desarrollo social necesario para la paz, mejorar la calidad de vida y afianzar la democracia, así como las instituciones públicas.
El Frente Nacional y sus gobiernos tras la búsqueda del desarrollo
Los gobiernos que tuvo el Frente Nacional siguieron los lineamientos generales descritos en el acuerdo político, como se ha dicho en varios apartados, buscaba mejorar las condiciones materiales presentes, las condiciones sociales y prevenir el malestar. Los términos del acuerdo eran tan amplios que no quedaba clara la pre-valencia de las acciones que se debían desarrollar, sino que se describían elementos generales, como el desarrollo y la paz, que podían ser relacionados con diferentes acciones (González 2003, 77-94). Los gobiernos le dieron énfasis a diferentes elementos que consideraban en el marco del acuerdo que tenían los partidos tradicionales, lo principal era que se respetara la idea central, se menciona la necesidad de mantener la estabilidad y que en esta participaran ambos partidos políticos para evitar críticas sobre el proyecto político y su desarrollo "positivo". Los presidentes que dirigieron el país durante este periodo tenían personalidades e intereses claros que deben ser analizados, para, de esta manera, entender mejor la lógica que seguían sus gobiernos en relación con el acuerdo político, sus deseos ideológicos y la forma en la que buscaban ejecutarlo.
Un elemento a tener en cuenta en la antesala de este periodo es que con el acuerdo del Frente Nacional no solo se estableció una división del poder entre los partidos tradicionales por periodo presidencial, sino que además se dejó por fuera a la oposición, cooptando de una manera directa la democracia en cuanto a la capacidad de los partidos tradicionales para opacar a otras fuerzas políticas (Leal 1989, 13-16). Incluso por las condiciones del acuerdo político y su capacidad pacificadora y "desarrollista" en términos capitalistas, se plantearían fuertes críticas a las otras fuerzas democráticas que hacían oposición, se cuestionarían sus búsquedas en materia social y se relacionarían con el caos, el desorden, así como con la insurgencia, dejando claro que ante todo promovían una idea central de paz y seguridad, de orden en contraposición al conflicto sobre el avance del proyecto socialista.
El primer presidente del Frente Nacional fue Alberto Lleras Camargo -1958 a 1962-, no generaba resistencia entre los militantes liberales y conservadores, era reconocido por su capacidad de diálogo más su perfil profesional y técnico, lo cual le había permitido desempeñarse en altos cargos administrativos como ministro de relaciones exteriores y presidente encargado. Su principal preocupación estuvo en el adelanto de reformas sociales, buscó mejorar las condiciones que se presentaban para la industrialización y la creación de empleo, además de plantear la modernización del Estado como una necesidad urgente para responder a la crisis social y prevenir la revolución (Guisao 2020). Buscó solucionar el problema de las guerrillas a partir del acuerdo,17 entendía que habían sido una posibilidad de defensa y que tenía sentido una negociación, con lo que no contaba era que estos grupos se habían transformado y tenían exigencias sociales muy amplias18 que el gobierno no podía aceptar dadas las condiciones ideológicas de la Guerra Fría.
Durante esta administración toma relevancia el manejo de las relaciones internacionales teniendo en cuenta la cercanía de Lleras Camargo con los presidentes estadounidenses Dwight D. Eisenhower (1953-1961) y John F. Kennedy (1961-1963), siendo el segundo un gran socio internacional debido a la creación e inicio de operaciones de la Alianza para el Progreso.19 Con este proyecto, con el cual se buscaba el desarrollo de América Latina por medio del liderazgo de Estados Unidos, se desarrollarían medidas que permitieran a los países de la región mejorar las condiciones sociales que se presentaban e ingresar en la modernidad. En los discursos emitidos por Kennedy se menciona que procuraba ser un programa a la altura del Plan Marshall (El Tiempo 1962a), entendiendo que el desarrollo que buscaba implementar era el "positivo", pilar del desarrollo social y la democracia, en otros términos, el futuro mismo. La Alianza para el Progreso además de los temas sociales contenía elementos de acompañamiento militar con los cuales se haría contención al comunismo si era necesario el uso de la fuerza.
Con la Revolución cubana de 1959 se demostró la posibilidad de que el movimiento socialista se extendiera en América Latina, lo que puso en duda la capacidad de Estados Unidos para contenerlo (El Tiempo 1962b), además de generar preguntas sobre los conocimientos que se poseían y cómo se estaba comprendiendo la región latinoamericana en los centros de investigación de las universidades estadounidenses que buscaban entender la forma en la que se estaba desarrollando la Guerra Fría en las diferentes regiones del mundo.20 Adicional, Estados Unidos se encargó de crear un cerco con sus países aliados en la Organización de Estados Americanos (en adelante OEA)21 con lo cual se propone aislar a Cuba socialista desde 1961 (Granma 2019, 1) y sacarla del juego diplomático en América, ello como respuesta a su relación con la URSS.22
Con la Alianza para el Progreso se ejecutaron algunos proyectos de desarrollo relacionados con educación, vivienda, industrialización, infraestructura y reformismo agrario. Adicional, se hicieron esfuerzos por acompañar a los países en temas de seguridad, mejorando su tecnología y su lugar en el marco de la transformación (Taffet 2007, 11-27, 152-156). En este periodo las fuerzas armadas fueron agentes del Estado encargados de mantener el orden, además son vistos como agentes sociales al servicio del cambio y profesionales en diferentes áreas que se encargaron de participar en la transformación del Estado (Blair 1999, 183-216), dándole un sentido al modelo del servicio social. Así, se entendió que los militares tendrían una relación directa con el modelo de Estado que se quería configurar en torno al desarrollo y el orden, por lo que debían ser incluidos en el proceso de modernización y ser partícipes directos a través de una modernización militar, como lo evidencian las Acciones Cívico Militares (en adelante ACM) (Rabe 2012, 85-113).
Además de estar incluidos como actores para el cambio en la Alianza para el Progreso, las Fuerzas Armadas de los países latinoamericanos eran cercanas a los Estados Unidos desde la década de 1930. Los militares estuvieron al margen de los proyectos de transformación de los Estados de la región y en los casos que lo creían necesario, intervinieron, buscando lo que consideraban el orden, el buen camino con respecto al futuro y el modelo de Estado.23 La formación militar había sido centrada en un modelo de defensa, pero con su profesionalización se buscaba hacer del militar un funcionario del Estado de acuerdo con los postulados de la Revolución francesa (Vargas 2010, 24-26 ). Durante el Frente Nacional la relación política con los militares varió según el gobierno de turno al frente del régimen, pero siempre mantuvieron un papel importante en contraste con la modernización del Estado que se adelantaba.
La clase media era diciente. En un comienzo se veía el desarrollo como una posibilidad para mejorar sus condiciones sociales con las reformas ofrecidas. Así, se concebía una mejor democracia, un modo de evitar la revolución socialista y lograr un futuro capitalista. Fue el contexto en el que se libró la carrera hacía la modernización del Estado con una clase media, el gran constructo social que era necesario edificar para establecer la democracia (López 2019, 1-18). En los gobiernos del Frente Nacional, siguiendo la teoría de la modernización, se dio un lugar a la reforma social que permitiera su expansión, pero esto también se vio truncado en los gobiernos conservadores que consideraban que la labor del Estado es más de seguridad y control que de dinamizador de las relaciones sociales (López 2019, 21-41).
Con el presidente conservador Guillermo León Valencia (1962-1966), el direccionamiento político fue más militar, debido a que consideraba que los problemas principales que se debían solucionar no eran los sociales, sino los de orden público, por esto se encargó de desarrollar una persecución agresiva a las guerrillas,24 lo que llevó a que estos grupos se consideraran comunistas siguiendo el ejemplo cubano y se declarara la guerra al Estado, sumiendo el conflicto en la lógica de la Guerra Fría (Gutiérrez 2014, 1-5). El Departamento de Estado estadounidense no creía en la capacidad de las guerrillas colombianas de tomarse el poder por su poca capacidad operativa y las pocas muestras de fuerza, lo que hizo que surgiera desconfianza sobre el uso del dinero de asistencia económica. Por el perfil militar de Valencia se desconfió de su capacidad para desarrollar reformas que permitieran al país el cambio positivo en aras a la modernización que se estaba buscando con la Alianza para el Progreso. Los asesores norteamericanos recomendaron seguir la idea desarrollista desde una perspectiva diferente, en la cual se sumaban las fuerzas del Estado a la lógica militar y de mercado,25 desconociendo el lugar que debería tener la inversión social en el desarrollo.
El presidente Valencia dotó a las fuerzas militares de los "elementos necesarios" para pacificar el país y las instó a participar de su desarrollo por medio de los servicios que podían ofrecer, por lo que algunos de sus integrantes se hicieron personalidades en el gobierno. Se dinamizó la ACM como una estrategia para conectar al ejército con las regiones por medio de la ejecución de proyectos sociales que permitieran romper las relaciones que las comunidades tenían con las guerrillas. En ACM se ve directamente el pensamiento que tiene en su interior un proyecto como el de la Alianza para el Progreso, por un lado, la transformación en las condiciones sociales y por otro, la implementación de un pie de fuerza profesional y eficiente que sea capaz de responder a una posible disputa por parte de un ejército revolucionario (Maechling 1988, 38-49).
Con el asesinato del presidente Kennedy en noviembre de 1963 se producen cambios en los términos de la Alianza para el Progreso debido a que la asistencia a los países de la región no era tan importante en su programa de gobierno para Lyndon B. Jhonson cuyo agenda central era la Guerra de Vietnam (Germany 2021a) y la pacificación social en Estados Unidos, que venía sumido en la violencia racial, un problema que se debía solucionar ya que generaba problemas de orden público (Germany 2021b). Era más importante resolver la guerra internacional en la que habían intervenido y sus problemas internos, que resolver los problemas sociales de los países de la región.
Los gobiernos conservadores del Frente Nacional recibieron fuertes críticas de los sectores liberales progresistas, como el Movimiento Revolucionario Liberal (en adelante MRL), que puso en juicio su capacidad para promover los acuerdos de la Alianza para el Progreso, generando ataques sobre su ideología, su convencimiento en las reformas y, sobre todo, su capacidad para transformar el Estado en términos de modernización. Crítica en la que también participó el Departamento de Estado y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos que consideraban que la capacidad militar de las guerrillas era mínima y que por el lado social el presidente Valencia era un pésimo reformista,26 a diferencia de Lleras, por lo tanto, recomendaban suspender los giros de la Alianza para el Progreso y velar por que en Colombia se mejoraran las condiciones sociales por la vía del orden y el libre mercado.
Con la llegada a la presidencia del liberal Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) se retomó el desarrollo social como elemento central que se debía promover en el Frente Nacional. La administración consideró hacer reformas sociales ya que se entendía la necesidad de concebir una economía estable y una industrialización con capacidad de hacer frente al mercado internacional, en el cual Colombia debía tener independencia, evitando caer en los controles del mercado. También se buscó obtener reconocimiento internacional sobre la complejidad de los problemas sociales presentes en Colombia y su relación con la capacidad que podía tener la insurrección comunista, por lo que era necesario trabajar conjuntamente para contener al enemigo y mejorar las condiciones sociales posibilitando la vida en comunidad y el desarrollo de la democracia (Taffet 2007, 152-156).
Lleras Restrepo motivó reuniones con funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI) y asesores del Departamento de Estado, asimismo el mandatario colombiano ofreció un discurso en el Congreso estadounidense en el que mencionó la necesidad de apoyar el desarrollo de Colombia desde un sentido social, con lo cual fuera posible mejorar la vida de sus ciudadanos y no necesariamente seguir recomendaciones heterodoxas en cuanto al manejo de la economía porque eso llevaría al descalabro económico del país (Alarcón 2006). La administración también se encargó de modernizar el funcionamiento del Estado y la industrialización de algunos sectores productivos como el de las confesiones (Amézquita 2017, 235-259). Lleras Restrepo tomó la decisión de renunciar a la presidencia en 1968 debido a la no aprobación de las reformas que presentó, señalando a los sectores conservadores -sobre todo alzatistas27- de entorpecer una reforma social necesaria para edificar el Estado que se requería para superar la crisis social.
El gobierno se encargó de facilitar la apertura y reducir el discurso del conflicto, velar por la pacificación como elementos que posibilitaran la democracia, cuestionó la posición que había tomado Estados Unidos con la ayuda para la asistencia, problematizando las condiciones que se presentaban en el país y la necesidad de desarrollar reformas sociales que permitieran extender la clase media, la industrialización y mejorar las condiciones materiales, además de seguir lo planteado en la teoría de la modernización y la Alianza para el Progreso. En efecto se dieron aperturas, pero, aunque se abrían posibilidades de transformación, no eran generales sino sectorizadas, lo que hacía que muchos sectores siguieran siendo críticos del modelo de transformación en ejecución ya que no cubría las demandas sociales que habían y quedaba una ventana inmensa hacia el descontento y la búsqueda de una apertura como la que ofrecía la oposición y claro, el socialismo, por lo cual la movilización popular empezó a aumentar y se empiezaron a figurar mucho más los movimientos de oposición y otros partidos que habían quedado por fuera del acuerdo (Medina 2001, 263-294).
La estrategia de integración regional durante el mandato de Lleras Restrepo fue importante. Propuso que la unión con los países haría posible encontrar un lugar más ameno para América Latina como bloque regional entre las potencias de la Guerra Fría. Aunque el presidente adelantó acciones para crear una unión que permitiera tomar un partido más abierto en temas internacionales y tuvo acercamientos con Chile,28 esta no se dio. Brasil intentó crear también un bloque regional buscando una extensión del Plan Marshall de recuperación europea en la década de 1950, pero sufrió una situación similar. Estados Unidos frenó tales acercamientos. La teoría de la modernización del MIT prevalecía y la concepción del Departamento de Estado (Lowenthal y Mostajo 2007, 557-563).
Misael Pastrana (1970-1974) fue el último presidente del Frente Nacional. Es cuestionado por su forma de llegar al poder, considerada fraudulenta, frente el candidato de un tercer partido, Gustavo Rojas Pinilla de la Alianza Popular Nacional (en adelante ANAPO). Intentó desarrollar una reforma urbana a partir de un programa extensivo de vivienda de interés social y mantener el orden público mientras el ánimo social crecía. Fue presidente en una fase en la que ya no se confiaba en el Frente Nacional, cuestionado por no lograr las reformas que se propuso, aunque existió cierta intención por algunos políticos como los Lleras, pero donde se notaba que no había un interés de la elite tradicional en adelantar o mantener las reformas sociales relacionadas con la modernización del Estado (Silva 2001a, 237-239). Es importante tener en cuenta la incidencia de la doctrina de seguridad nacional presente en el contexto de la Guerra Fría, en la que los militares participaron de las reformas y buscaron controlar el orden social desde una visión militar (Leal 2003, 74-87).
El desarrollo es una deuda pendiente, aunque no se ejerció de la mejor manera, el Frente Nacional fue la vuelta de la democracia y la búsqueda de hacerla expansiva siguiendo el modelo estadounidense, se buscó cambiar la forma en que se hacía política relacionándola ahora con proyectos, pero siguió siendo personalista. Es por eso por lo que, aunque se buscó lo "mejor para el futuro" e "ingresar al país al mundo moderno" es necesario decir que las lógicas de la Guerra Fría moldearon las condiciones en las cuales se daba la vida pública en Colombia, la oposición siempre se relacionó con insurgencia, no se concibieron los valores reales para una democracia en este proceso modernizador.
La relación con Estados Unidos fue compleja, durante algunos años los políticos colombianos fueron cercanos al gobierno estadounidense, se buscaron objetivos conjuntos. Las políticas estuvieron relacionadas con la intención de frenar la influencia ideológica de la doctrina socialista, el crecimiento económico e industrialización. Quedaron dudas sobre la capacidad técnica de los gobiernos colombianos, su ideología y la cohesión política respecto del proceso que se buscaba desarrollar. La clase media buscó una extensión de los servicios sociales ofrecidos y se encontró con problemas en su aplicación, así como con la industrialización y la creación de fuentes de trabajo, por lo que se suma a la movilización y a las fuerzas de oposición al Frente Nacional (López 2019, 172-224). Esto llevó a que al finalizar el pacto la estabilidad del país pendiera de un hilo, gran parte de la clase media se radicalizó cuando la Guerra Fría se encontraba en un contexto álgido entre el impulso de las movilizaciones sociales de la década de los 60 y la llegada de dictaduras militares.
En términos ideológicos se buscaba lo "mejor", pero la capacidad del Estado para desarrollar reformas no fue la ideal. Esta crítica a la capacidad modernizadora, que era la piedra angular del cambio social necesario para la democracia más el contexto de la Guerra Fría, imposibilitó la pacificación democrática (Palacios 1988, 65-72). El intento por modernizar, mejorar la forma en que se desarrollaba la vida y la democracia, no fue efectivo, tuvo un resultado contrario al que se esperaba ya que las fuerzas sociales críticas lo tomaron como una posibilidad para movilizarse y mostrar las cosas que estaban mal. Si bien hubo adelantos en materia de planeación, acceso a la educación y obras de infraestructura, es difícil desconocer que la reforma perdió su oportunidad y no hubo capacidad para ejecutarla, algunos sectores políticos desentendieron los marcos del acuerdo, solo lo reconocieron como la posibilidad de gobernar sin oposición. La democracia era el valor que se estaba zanjando con la inversión en los servicios sociales que se ofrecieron. El desarrollo capitalista era necesario para evitar la guerra y traer la paz, pero no fue así. La inconformidad frente al incumplimiento dinamizó la forma en la que se decantaba el conflicto social. Las aperturas y cierres del sistema de modernización social en un contexto anti-insurgente llevaron a que se incumpliera con la promesa de transformación de las condiciones sociales y se envalentonara la movilización social y la búsqueda de cambios por medio de otros movimientos políticos como el MRL, la ANAPO y las nuevas guerrillas.
Conclusión
Modernizar el país en términos de calidad de vida y paz fue tomado como una bandera, en cuyo proceso de implementación no se reconocieron los problemas presentes, que requerían una intervención importante en términos sociales. Además, se excluyeron otras fuerzas democráticas, se desconocieron las condiciones y el efecto de la Guerra Fría en el país. Grandes sumas de dinero se invirtieron en la modernización. Sin embargo, la capacidad reformista fue muy poca e ineficiente, y los fondos fueron presa de la burocracia nacional y transnacional.
La promesa de transformar al país era lo más deseado, sobre todo por la clase media, pero esto no se ejecutó bien y resaltó los problemas que había tenido la constitución de este sector, donde el malestar y la incomodidad de las promesas incumplidas fue haciendo de bola de nieve que posibilitaba que los opositores ganaran fuerza y se criticara lo que se hizo.
No hubo transformación social, la burocracia aumentó, se extendieron los servicios sociales, pero no se transformó el mercado productivo como se requería. Hubo una apertura que posibilitó la crítica al establecimiento, sí se introdujera la democracia como una posibilidad y los servicios sociales como una extensión, pero no para el futuro sino como un problema al interior que se sigue desarrollando y que no por estar presente hace que las condiciones políticas del país sean mejores. Hay democracia, pero se sigue albergando problemas sociales del pasado, como su captura por parte del clientelismo de los partidos tradicionales ahora desdibujados por el acuerdo y la crítica radical a otros movimientos, con la diferencia de que ahora al país ha sido llevado a la "modernidad" y obligado a "vivir en el futuro".