1. INTRODUCCIÓN
A pesar de que en Argentina suele relacionarse a William Henry Hudson con el escenario pampeano de tantas de sus ficciones y de su famosa autobiografía, Far Away and Long Ago, y que en Inglaterra se le asocia, en todo caso, con paseos al aire libre en la campiña y avistamientos de pájaros en los parques de Londres, la naciente urbe de Buenos Aires es un escenario casi ausente en la obra del naturalista y escritor angloargentino. Excepto por fragmentos de sus memorias infantiles, rara vez Hudson revisita este escenario, que, sin embargo, fue la primera ciudad que conoció y que lo fascinó con sus contradicciones. Tal vez por eso Ralph Herne, su novela porteña, ya de por sí poco reeditada, habite en un limbo entre sus lectores argentinos e ingleses.
La novela breve Ralph Herne se serializó en la revista londinense Youth entre el 4 de enero y el 14 de marzo de 1888, más de una década después de que Hudson abandonara Argentina. Sin embargo, el autor había escrito la primera versión poco después de llegar a Londres en 1874 (Wilson, Living 120). En Argentina, su recepción durante la época de canonización de Hudson es virtualmente nula y la única traducción disponible llegaría en 2006 a cargo de Alicia Jurado. Si bien se ha dicho de esta obra poco conocida que no entraña demasiado mérito literario (según lo atestiguara el mismo autor y diversos críticos, incluyendo a Jurado, Miller y Ara), tal vez podría decirse que su argumento resulta narrativamente más vital y cargado de peripecias que el de A Crystal Age.
Ralph Herne reviste particular interés debido a su ambientación porteña y a la perspectiva histórica que brinda. Se trata de la única obra de Hudson situada en la ciudad de Buenos Aires, que el autor frecuentara desde su infancia y donde llegó a residir durante su juventud. Más aún, Hudson sitúa la acción durante la epidemia de fiebre amarilla que azotó la ciudad en 1871, un acontecimiento muy poco visitado por nuestra propia literatura y que quedaría grabado en la historia porteña como una experiencia altamente traumática, a la vez que desató una serie de reformas públicas y edilicias que anticipan la modernización urbana de la década de los ochenta.
Ralph Herne es un joven médico inglés que llega a Buenos Aires un tiempo antes del estallido de la epidemia para probar suerte y buscar una clientela que la socialmente estancada Londres no le permitía conseguir. Mientras ayuda a los enfermos durante la fiebre amarilla y se gana el reconocimiento de sus colegas, los recorridos de Ralph por la ciudad permiten delinear la silueta de una Buenos Aires vista diegéticamente desde la perspectiva inglesa, pero también desde la frontera donde se sitúa siempre la mirada autoral, en ese in-between entre Inglaterra y Argentina.
Interesa la representación del espacio porteño a través de los lugares que se escenifican en el texto hudsoniano. ¿Cómo es la Buenos Aires reconstruida por la memoria de Hudson desde Londres y para Londres? Los lugares puntuales que visita Ralph ayudan a delinear no solo la estratificación social de la época, sino también una ciudad enferma, moral y médicamente. Se verá cómo esto se confronta con la concepción hudsoniana de la vida en la naturaleza y la decadencia que trae consigo la industrialización. Estudiar esta Buenos Aires hudsoniana implica aproximarse a las representaciones estéticas del espacio para fundar una reflexión sobre el estereotipo. No dejaré de lado las representaciones imagológicas de la ciudad, así como las oposiciones que el texto genera entre ingleses y nativos.
La lectura de esta obra se beneficia también de una mirada psicogeográfica, a la manera de Iain Sinclair, que plantea una exploración de los espacios urbanos enfocada en la experiencia psicológica en relación con la geografía de un lugar, abogando por un vagabundeo urbano y una deriva estética que redunden especialmente en los espacios marginales, ocultos y olvidados de la ciudad, los cuales terminan por configurar una suerte de mitología. ¿Qué imagen delinean los vagabundeos depresivos de un Ralph Herne desocupado y despreciado por la Buenos Aires de 1870?
2. RALPH HERNE EN DOS CAMPOS LITERARIOS
Como nota Jessie Reeder, "Hudson's border-crossing, transtemporal, multilingual identity reveals the arbitrary nature of periodization and national literature in the first place" (562); es decir, Hudson es un sujeto literario fronterizo por donde se lo mire. Eligió el pseudónimo Henry Harford a la hora de publicar Ralph Herne en la revista Youth, como también hizo con otra de sus obras de peor acogida crítica, A Crystal Age, que publicó en 1887 de forma anónima. Hudson consideraba su novela porteña como una obra menor y no es raro que no quisiera arriesgar su reputación con una obra que publicaba seguramente por razones económicas, mucho menos después de publicar A Crystal Age el año anterior. Sin embargo, lo que interesa es la elección del pseudónimo. Si le hubiese interesado vender Ralph Herne como una obra exótica situada en una lejana colonia sudamericana, podría haber optado por un nombre extranjero. Pero Hudson elige un nombre inglés, en un claro posicionamiento con respecto al campo literario británico y también frente a la consideración de Buenos Aires como colonia sudamericana, imagen esta última que, como se verá, el autor acaba refutando.
Es notable que la primera obra literaria de Hudson en Inglaterra constituya una presentación de Buenos Aires ante Londres. Jason Wilson considera que en esta obra emergen los sentimientos secretos de Hudson, quien se sintió ignorado en Londres, donde nadie conocía Argentina: "When Herne was down in his love-luck, he felt a 'stranger in a strange land, crushed to the earth', exactly as Hudson had felt in the 1870s and 1880s in London" (Wilson, Living 120-121). Como nota Ruth Tomalin, esta novela presenta una inversión de la experiencia emigratoria de Hudson al traer al médico inglés Ralph Herne a Buenos Aires (120). Ralph llega mucho mejor formado a Buenos Aires de lo que Hudson había llegado a Londres y, sin embargo, el resultado es prácticamente el mismo. Ralph se desalienta tanto como cuando, en The Purple Land, Richard Lamb llega a Montevideo y no consigue trabajo, por lo que termina recurriendo a las aventuras en el campo (The Purple Land 9). Al no saber suficiente español, Ralph Herne no puede revalidar su título.
Hudson separa su novela en dos partes y, en su carta a Edward Garnett, su amigo y editor, dice preferir la segunda. La primera parte se ocupa puramente de cuestiones sociales y sentimentales: trata sobre las ambiciones de Ralph, su amor por Lettice y su competencia con Wendover por la joven. Esta primera parte concentra la caracterización de la comunidad inglesa y las clases altas en Buenos Aires. Termina en el capítulo VIII, cuando se declara la epidemia y Ralph parte caminos con Wendover, decidiendo quedarse en la ciudad para ayudar a los enfermos. La segunda parte se ocupa del vivo retrato de la fiebre amarilla y trata de los esfuerzos de Ralph durante la epidemia y de las muchas vidas que esta se cobra. Esta segunda parte concentra la caracterización de los barrios bajos.
Si la escenificación de la ciudad de Buenos Aires se centra, a lo largo de la primera parte, en el refinado mundillo de la comunidad inglesa por la que se mueve Ralph Herne, el foco de atención cambia en la segunda parte hacia una ciudad en desintegración debido a los estragos de la epidemia. En esta caracterización, opuesta a la ambientación utópica del campo donde transcurre la infancia de Hudson, tal como lo narra en Far Away and Long Ago (1918), la ciudad se construye como un polo cargado de connotaciones negativas en el que, sin embargo, persiste un doble movimiento, una ambigüedad muy propia de la identidad fronteriza de Hudson. Autor y protagonista se construyen como un viajero inglés en las colonias, con lo cual Hudson soslaya su propia identidad de nativo o colono emigrado a Londres. En este territorio americano, tanto el autor como el personaje de Ralph presencian la epidemia en una ciudad sin planeamiento urbano. Aun así, Hudson no se ahorra las críticas a la sociedad inglesa (falta de movilidad social), recalca las similitudes entre la gran plaga de Londres y la epidemia en Buenos Aires, así como también el hecho de que Buenos Aires es una ciudad parecida a Londres en pequeña escala. De este modo, Hudson reivindica ese remoto puerto sudamericano como una ciudad equivalente a Londres, una urbe digna de Europa, pero, a la vez, desaprueba la idea misma de ciudad.
3. LA CIUDAD EN LA IMAGINACIÓN TERRITORIAL HUDSONIANA: LONDRES Y BUENOS AIRES
Ralph Herne forma un tándem de novelas urbanas junto con Fan, the Story of a Young Girl's Life, narrativa de corte dickensiano que el autor publica tan solo cuatro años después, ambientada exclusivamente en Londres. En ambas obras, la ciudad es el espacio de la pobreza, la corrupción y la sordidez. Ambos protagonistas, Ralph y Fan, añoran una imagen pacífica del campo que rodea la ciudad.
La primera oposición espacial se plantea entre Londres y Buenos Aires o, en un plano más general, entre Inglaterra y Sudamérica, pues Argentina no es mencionada en la novela. Londres es el lugar donde Ralph Herne creció humildemente, donde logró estudiar medicina únicamente gracias a un tío, y, sin embargo, también donde la posibilidad de ejercer su profesión le es negada por la falta de movilidad social del mundo victoriano. Para granjearse una clientela, Ralph tendría que disponer previamente de unas mil libras (que, paradójicamente, no puede ganar si no dispone de clientes): "Success in almost any calling in England, unless the aspirant happens to be endowed with energies and talents almost superhuman, depends in a great measure on the possession of money" (6).
Buenos Aires, en cambio, es el lugar que Ralph elige para emigrar en busca de fortuna. Allí, alejado de todo sustento familiar, deberá obligarse a triunfar por sus propios medios. La elección de su destino es en un principio azarosa, Ralph se embarca hacia "los puertos sudamericanos" solo porque no consigue un barco que lo lleve a las Indias Orientales, y el narrador aclara lo poco que conocen los ingleses sobre Sudamérica: "... that great continent, which seems as far off" and as little known to Strangers at home as the Andaman Islands, or the Seychelles, which produce beche-de-mer or sea cucumber-that being pretty well all we know about them" (13). Las expectativas de Ralph de Buenos Aires se construyen sobre el vago conocimiento que los ingleses tienen de las colonias sudamericanas, de manera que el protagonista espera encontrarse con el estereotipo de una perezosa semicolonia caribeña:
He had expected to find a sleepy, sub-tropical Spanish town with people wearing the broadest of broad Panama hats, and smoking cigarettes, and lounging languidly about, as they invariably do in pictures of South American life. But he found instead, a city of vast dimensions, with all the streets adjoining the water filled with continuous streams of hurrying people, dressed very much as Londoners, and with the same rapt expression of devotion to business illuminating their countenances. The noise was simply deafening compared with which the heart of London seems peaceful and quiet as a country village. (14, cursivas mías) La realidad le muestra una ciudad ruidosa y atareada que, aunque no lo sea, se siente como una colonia inglesa, lo cual habla de la dependencia no política pero sí económica que Argentina venía manteniendo con respecto a Inglaterra desde los comienzos de su independencia.
Hudson presenta primero la imagen generalizada que Inglaterra tiene de Sudamérica. Luego, ese "pero" introduce una segunda cláusula, que, para hablar de Buenos Aires, neutraliza aquel estereotipo inglés que consideraba la ciudad como otra colonia sudamericana, estereotipo que Ralph mismo poseía hasta el momento mismo de desembarcar. En algunos aspectos, como en el nivel de ruido, Buenos Aires es incluso "más ciudad" que Londres. Incluso Buenos Aires es también descripta por el narrador como "this most cultured city of South America" (1).
De esta manera, Hudson corrige el estereotipo inglés desde una posición incógnita, pues no solo utiliza un pseudónimo inglés para publicar la obra, sino que en el nivel de la diégesis el protagonista es también un inglés. La corrección de percepciones ante el lector inglés es hecha, en apariencia, por un viajero: Ralph, sujeto textual, a través de un narrador y de un autor que se asumen también ingleses. Pero, detrás de esta instancia artificial, se esconde en realidad un sujeto social diferente: un nativo de esa semicolonia, un colono sudamericano retornado a Inglaterra, es decir, el propio Hudson. Esta operación de velada reivindicación implica a su vez, paradójicamente, una parcial eliminación de su identidad colonial, lo cual constituye también una estrategia de legitimación: presentarse como viajero y no como colono facilita el ingreso al campo literario inglés (Wilson, "W. H. Hudson"). La identidad pendular de Hudson termina de decidirse por Inglaterra para, desde allí, efectuar una reivindicación de su otro polo. Es la condición bicultural (Oksaar 17) del naturalista, definible como una competencia para circular en dos culturas, la que lo habilita a realizar este juego.
La fuerte presencia de la comunidad inglesa en la que se inserta fácilmente Ralph es comprensible cuando se recuerda que, en el siglo XIX, la europeización de Buenos Aires era interpretada por la intelligentsia porteña como una operación de "desespañolización" que contribuía a la emancipación americana (Gorelik 72-73). En este sentido, la Buenos Aires de Ralph Herne no es otra que la Gran Aldea de Lucio V. López, una urbe en vertiginoso cambio, por la que la generación de los ochenta pronto sentiría nostalgia (78). Nótese lo lejos que la ambientación elegida por Hudson para esta, su primera ficción, se encuentra de la general consideración exotista con que sería difundido y reconocido en el mundo anglosajón. Con su "pero" es el mismo protagonista el que decepciona las expectativas del lector, tal vez un buen punto de partida para indagar en las razones de la fría acogida crítica. Quizás es la estructura adversativa (contra el estereotipo que la orgullosa ideología británica posee de la lejana Sudamérica) la que genera el efecto engañoso que la novela produce en su lector contemporáneo.
Ya Adrián Gorelik denuncia la ausencia de exotismo americano en la configuración urbana de Buenos Aires, ocupado justamente en forjar una identidad europea (84). Tal vez deberían buscarse allí las razones por las que Hudson no reincidiría en este escenario para futuras ficciones y tornaría más bien a la aún belicosa Banda Oriental para The Purple Land (que, a su vez, se sitúa en el pasado de las oscuras guerras civiles). ¿Cómo satisfacer al público inglés, ávido del exotismo de Kipling, con un lugar que los mismos extranjeros consideraban "una gran ciudad europea"? (Huret ctd. en Gorelik 84).
En el capítulo III, "Iris Appears in the Clouds", la caracterización hasta ese momento positiva de Buenos Aires cobra un giro inesperado. Si bien acaba de consolidarse como una mejor opción para el futuro económico y social de Ralph, el joven pronto descubre que, al subestimar la ciudad creyéndola una dormida colonia, sobrestimó también sus posibilidades de ascenso. El doctor Temple le explica a Ralph que, además de ser un requisito ineludible el manejo del español, a menos que cuente con amigos entre los examinadores, será muy difícil conseguir la validación de su título. De pronto, Buenos Aires se transforma en un lugar donde Ralph encuentra tantos obstáculos como en Londres. Así, la nueva ciudad (que ya había sido descripta como tan parecida a la gran urbe) se torna hostil hacia el recién llegado en un doble movimiento: por un lado, Hudson termina de desterrar la idea de Buenos Aires como una ciudad que no participa del prestigio civilizatorio (ergo, que no posee la endeble organización social que esperaba, donde un extranjero podría escalar rápidamente por puro efecto de majestad forastera). Al contrario, si Buenos Aires no le exige a Ralph una condición social preexistente, en su condición de gran urbe sí le exige aún más credenciales. La hostilidad de Buenos Aires hace de la ciudad una Londres en miniatura: para justificar entonces la frustración del personaje, que vino a caer en el mismo mal del que huyó, Hudson comienza a perfilar entonces lo que será su cosmovisión antiurbana. Buenos Aires, recibida de gran ciudad, representa a pequeña escala los problemas que Hudson encuentra en el modelo de vida urbana, los mismos que aquejan a Londres, a la cual puede ahora criticar indirectamente, como en un tiro por elevación.
Ahora bien, uno de los elementos que definen a Buenos Aires como una legítima ciudad a los ojos de un inglés es la presencia de una próspera comunidad inglesa: "Another thing he wondered at in that Spanish-speaking land, so many thousands of miles from home, was the number of English people in it. There were churches, schools, newspapers, a club, a hospital and other things, all English; so that it seemed much like one of the colonies to him..." (15). Sin embargo, cuando Ralph comienza a frecuentar malas compañías (toma y juega todas las noches después de desaprobar el examen), nota la indiferencia de la comunidad que antes lo recibiera con los brazos abiertos y esto lo enoja: ". the little English community in the town was not London, but had its own customs, and had set up a Mother Grundy of its own, not quite like the original" (56). Al final del día, la comunidad inglesa en "Buenos Ayres", por ser tan pequeña, se conforma también como una burguesía de pueblo antes que la cosmopolita sociedad londinense. Ralph reprueba el examen que revalidaría su título de medicina (51). Las razones no se exponen, pero el doctor Conabree (inglés) opina que los examinadores nativos desconfían de los ingleses y los recelan porque son mejores médicos que ellos. Ralph, por supuesto, lo considera una injusticia: ". For Wendover had money and prospects: Ralph had nothing-or at any rate, only brains; and brains, it appeared, were not much valued in Buenos Ayres" (53).
Aunque ambas urbes son contrarias a los deseos de Ralph, la distinción entre Londres y Buenos Aires termina por ser puramente espacial y la acción se circunscribe, de alguna manera, al seno del mismo ámbito social, puesto que en Buenos Aires Ralph se desenvolverá dentro de la comunidad de inmigrantes ingleses, una versión miniaturizada de la sociedad inglesa. La primera aparición de "nativos" se produce al promediar la obra, durante el partido de críquet al que Ralph es invitado a participar luego de limpiar su nombre: "Several carriages of natives had drawn up near the field, and the game was watched by the occupants with some interest, although to this day críquet is a profound mystery to the Spanish American mind" (71).
Aquí está la segunda y fundamental distinción, ya no espacial sino social, entre la mente inglesa y la hispanoamericana. Todo un sistema de costumbres y cualidades de la idiosincrasia británica, cardinales a la definición hudsoniana de civilización, no poseen legitimidad en Buenos Aires, lo cual revela los vicios atávicos que subyacen al desarrollo europeo de la ciudad. La misma incomprensión de los "nativos" hacia el deporte inglés se disemina hacia el recelo que mantienen frente a la ciencia inglesa. Buenos Aires será ya una gran ciudad, pero en su sociedad, según la mirada de Hudson, están lejos de echar raíces las buenas costumbres y la ciencia positivista que campean en las urbes cosmopolitas de Europa y Norteamérica. Son las malas costumbres de la población nativa y la mala organización del gobierno las responsables de las pésimas condiciones sanitarias que llevan a la epidemia. No debe olvidarse que todavía no se está en la Buenos Aires de la generación de los ochenta, aunque ya están puestas las estructuras económicas que la posibilitarán.
4. UN INGLÉS INCOMPLETO Y LA MATHESIS DEL LONDINENSE
En el capítulo III, Ralph conoce a Lettice Temple, de quien se enamora inmediatamente, y el narrador hace saber que "She was generally allowed to be the most beautiful English girl in the town" (20). Más adelante, la muchacha le confiesa a Ralph que jamás ha estado en Inglaterra. Su condición de inglesa se desprende de la ciudadanía de su padre y de la percepción social. Charlie Wendover se presenta enseguida como antagonista de Ralph, pues también pretende a Lettice. Y frente a Ralph, Wendover es un joven rico de origen inglés, que destaca también en el críquet y a quien su padre envió a estudiar a Londres. Acaba de regresar y "during his ten years of school life in the old country he had become a thorough Englishman" (28, cursivas mías). A pesar de su pobreza, Ralph no tiene nada que envidiarle en este aspecto, pues es un inglés recién llegado a las colonias por el cual todos sienten curiosidad y simpatía. Pero la descripción de Wendover sí nos dice algo de la percepción social de la comunidad inglesa en la que creciera Hudson. Inglés completo es el que ha vivido o al menos visitado Inglaterra, lo cual permite suponer que constituyó para el autor una carencia difícil de ignorar hasta el momento de su emigración. Debido a que había crecido en Buenos Aires, la identidad del joven Hudson era percibida como incompleta. De haber regresado a Argentina, habría sido finalmente un inglés completo. Pero al elegir Londres por el resto de su vida, ¿logró Hudson ser un inglés completo o ahora era su identidad latinoamericana la que le pesaba? La otra cara de la moneda en esta galería de ingleses la constituye el anticuado doctor Conabree, que representa el retraso frente al progreso de la ciencia.
He had grown old in Buenos Ayres, and was excessively fussy and pompous in manner, did not believe much in science, and spoke with undisguised contempt of medical journals, and new treatments for old diseases. His practice lay principally among the Spanish, who are believers in the old school of medicine and the wisdom of the ancients generally; and he had fallen into the singular habit of mixing languages when talking in English. "Don't pin your faith to books, mi amigo, he would say to Ralph. "Fifty years of practice is worth more than cincuenta mil of them. El papel sufre todo, say the hijos del país, and that is a very good dicho. My advice to you is experience, with a certain amount of sentido común, and throw all your libros al demonio". (26-27)
Dos son los rasgos sobresalientes de Conabree: su conservadurismo ideológico y su lenguaje mixto. Así, el español incrustado en el discurso inglés queda indeleblemente unido a una naturalización porteña que se presenta como indeseable. Conabree piensa así por haber vivido demasiado tiempo en Buenos Aires, atendiendo a nativos y españoles.
En Far Away and Long Ago, Hudson comenta cómo la fiebre reumática que sufre a los dieciséis años y por la cual los médicos lo desahucian lo lleva eventualmente a consultar a todos los médicos ingleses de Buenos Aires, sin que nadie le diera esperanzas (302). No es arriesgado especular que esta experiencia, en un momento crucial de su formación, se convertiría en la mathesis1 médica para Ralph Herne. Hudson debe haber tratado con más de un Conabree.
Por otro lado, la inspiración para el personaje de Ralph Herne, que se opone por su integridad y capacidades a los médicos que no pudieron sanar a Hudson, puede tal vez encontrarse en el joven médico que salva la vida de la muchacha en "The Two White Houses: A Memory", incluido en A Traveler in Little Things (55,73). También el viejo médico iracundo que menciona, Wormwood, parece otra reminiscencia del terco Conabree. En un movimiento compensatorio a la incompletitud de su identidad inglesa, el narrador de Ralph Herne despliega, solo en los primeros capítulos, una serie de conocimientos sobre la sociedad inglesa que se introducen aparentemente en función de la mímesis del relato. Pero también se trata de Hudson demostrando ante sus contemporáneos (público lector, colegas escritores, campo literario) su manejo de la cultura citadina. La puesta en escena de la mathesis victoriana funciona como una estrategia de legitimización en un autor joven, recién llegado a Londres al momento de escribir Ralph Herne. Desde la caracterización del mundo médico de la Harley Street hasta la mención casual de figuras de la alta sociedad, pasando por el mundo del críquet que reencontrará en Buenos Aires, la vida de Ralph en Londres queda debidamente caracterizada en pocas páginas.
5. LOS RECORRIDOS DEL JOVEN HUDSON POR BUENOS AIRES (FAR AWAY AND LONG AGO, 1918)
En su autobiografía, Hudson narra el estado de la ciudad durante la década de 1840, cuando de niño la visitara por primera vez:
The abomination I have described was but one of many -the principal and sublime stench in a city of evil smells, a populous city built on a plain without drainage and without water supply beyond that which was sold by watermen in buckets, each bucketful containing about half a pound of red clay in solution. It is true that the best houses had aljibes, or cisterns, under the courtyard, where the rain-water from the flat roofs was deposited. I remember that water well: you always had one or two to half a dozen scarlet wrigglers, the larvae of mosquitoes, in a tumblerful, and you drank your water, quite calmly, wrigglers and all! All this will serve to give an idea of the condition of the city of that time from the sanitary point of view, and this state of things lasted down to the 'seventies of the last century, when Buenos Ayres came to be the chief pestilential city of the globe and was obliged to call in engineers from England to do something to save the inhabitants from extinction. (Far Away 288-289)
Las causas de la epidemia están en las costumbres de la población nativa y en el accionar del Gobierno local. También describe la horrible realidad de los mataderos al aire libre que contaminan el aire y el agua potable. La solución es provista por Inglaterra y el Ralph Herne de Hudson es un representante de ese deus ex machina que necesita Buenos Aires. Muchos años antes de que se desatara la fiebre amarilla, en 1856, Hudson enferma de tifus mientras se hospeda en casa de unos amigos en Buenos Aires y, si bien el agua sucia es enumerada entre los rasgos de la ciudad pestilente, tal vez la causa del contagio pueda encontrarse en sus repetidos paseos al Mercado del Sur, "where caged birds were to be seen in hundreds" (288), pájaros que al joven le encantaban y cuyos parásitos pueden transmitir ese conjunto de enfermedades infecciosas que constituye el tifus. Desde ese momento, en la narración, se establece en su mundo de referencias una relación entre "gran ciudad" y "enfermedad", "malestar", "muerte". Pero también, al igual que Londres, aparecen la indiferencia, el materialismo, la inconciencia: "It was the dread typhus, an almost obsolete malady in Europe, and in fact in all civilized countries, but not uncommon in that date in the pestilential city" (291).
En una nota al pie de la edición de Peuser, el matrimonio Pozzo considera que Hudson exagera, "pues es bien conocido que la tifoidea imperó en Europa en un porcentaje igual o mayor que en la Argentina" (Allá lejos 326). Fernando Pozzo, quien descubriera el solar natal de Hudson en Quilmes y se encargara de comenzar a difundir su obra, también era médico. Sus aclaraciones (fuese o no Hudson consciente de su exageración) no hacen más que acentuar en mayor medida las intenciones del autor de pintar la ciudad de Buenos Aires como el resultado de políticas ajenas a las de los países civilizados. En el campo, Hudson vive en la naturaleza, donde no se aplican las nociones de civilización y barbarie, pero estas sí rigen en su apreciación de la ciudad y, cuando lo hacen, el autor se apoya inevitablemente en ese paternalismo británico hacia las colonias que identifica civilización con desarrollo industrial. Hudson presenta la enfermedad que sufriera en 1856 como el preámbulo del fin de su infancia, cuando su vida adquiriría un tono de tristeza (Far Away 292). ¿Cuál es el estado sanitario de la Londres a la que llega Hudson, como para que el autor sienta la necesidad de hacer ese descargo? Ya a fines de la era isabelina habían comenzado a tomarse medidas sanitarias para evitar la sobrecontaminación del Támesis con desechos humanos y a la vez proporcionar agua limpia a la población. Consistieron en la excavación de un nuevo río desde Hertfordshire (proceso que ocupó desde 1608 a 1613 a cargo de Sir Hugh Myddleton), cuya agua era recolectada y luego distribuida por la ciudad a través de caños de madera tallada. Este sistema, aunque precario, proveyó de agua potable a la ciudad por más de cien años. Ya en la era victoriana, los caños se habían incorporado a las paredes de las casas y estaban hechos de plomo, aunque las clases bajas seguían dependiendo de suministros más informales, como el carro de agua.
No es casual la valoración positiva que el por momentos sarmientino Martínez Estrada hace de Hudson, al ver que este ataca también esa "Cabeza de Goliat" que Sarmiento en vano trató de rescatar de la mala administración rosista. Pues la Buenos Aires que describe Hudson en su primera visita es aún la de Rosas, mientras que la de la epidemia es ya la de Sarmiento, en vías de desarrollo.
6. LOS RECORRIDOS DE RALPH HERNE POR BUENOS AIRES
Cuando Pip, el protagonista de Dickens en Great Expectations (1860), llega por primera vez a la tan ansiada Londres, donde espera realizar todos sus proyectos de ascenso social, el panorama se le antoja bastante desalentador: "We entered this haven through a wicket-gate, and were disgorged by an introductory passage into a melancholy little square that looked to me like a flat burying-ground. I thought it had the most dismal trees in it, and the most dismal sparrows, and the most dismal cats, and the most dismal houses (in number half a dozen or so), that I had ever seen" (139).
Pip viene de pasar su infancia y adolescencia en un lejano pueblito inglés, en un campo húmedo cercano a la costa. El contraste con Barnard Inn, el edificio en el que se alojará, y sus habitaciones agolpadas una al lado de la otra, esa fauna y flora urbana de invernadero enfermo, lo impresiona y deprime. También Ralph Herne tiene una impresión similar de Buenos Aires y, aunque Ralph sea un sujeto urbano, por fuera de la diégesis se adivina el origen rural de Hudson en su apreciación de Buenos Aires. En ambos casos, la oposición se establece entre la ciudad sucia y el campo limpio o sano. Pip y Ralph denotan la nostalgia por la Inglaterra preindustrial y la eterna diatriba hudsoniana contra la ciudad. Los lugares que Ralph frecuenta en Buenos Aires delinean el mapa de esa ciudad desde la perspectiva de la comunidad inglesa de la época, a la que Hudson perteneciera y donde se inserta su personaje.
El preámbulo de la obra ocurre en la exposición de la calle Diamante, en una evidente referencia a la calle Esmeralda, pues el narrador la menciona como "one of the principal streets of Buenos Ayres" (2). En esta calle céntrica es donde se expone el cuadro de Blanes (analizada luego en detalle), que representa la mortífera epidemia en un conventillo y plantea el eje de oposición social en el que se moverá el protagonista: entre su vida en contacto con la acomodada comunidad inglesa y su misión médica de atender a las clases bajas que habitan en los barrios del sur. La representación que la obra hace de la clase baja no orbita tanto alrededor de la reivindicación o denuncia social como del retrato de un estado de las cosas que no atañe al protagonista en tanto sujeto social.
Apenas desembarca, Ralph busca alojamiento barato y consigue "apartments in the town, not far from the passengers' pier, which ran out a vast distance into the river" (15). El Muelle de Pasajeros funcionó desde 1855 (cuando su construcción terminó con una primitiva forma de desembarco) hasta 1887 (cuando fue reemplazado por Puerto Madero) en el entonces Bajo de la Merced, entre las actuales calles Bartolomé Mitre y Presidente Perón (que ya no se cruzan). El muelle era una larguísima plataforma de madera que se adentraba en el río, evitando que los pasajeros tuvieran que hacer un trasbordo a botes o viajar sobre carros. Comparado con los muelles del Támesis, el Muelle de Pasajeros era una estructura primitiva.
Una vez establecida esta oposición (insertando el conventillo en la ciudad), Ralph comienza a moverse en el mundo inglés de Buenos Aires. Visita la casa de la calle Marte, donde viven el doctor y sus hijas, probablemente frente a la actual Plaza San Martín (que en esa época se llamaba aún Campo de Marte), sale de paseo con amigos al delta del Tigre, donde los jóvenes ingleses atacan con membrillos a un nativo para poder robarle la fruta, en un tono jocoso que Ralph encuentra muy cruel y que anticipa su sensibilidad social.
Ralph, como buen observador hudsoniano, pasea solo por los bosques de Palermo y observa a la burguesía salir de domingo. Atiende a la iglesia anglicana de la zona que, si bien el narrador no lo aclara, probablemente sea la actual Catedral Anglicana San Juan Bautista (en esa época solo iglesia) sobre la 25 de Mayo a menos de dos cuadras de Corrientes, construida en 1830 luego de que los ingleses firmaran un tratado con Rosas para garantizar la tolerancia religiosa. Cuando cae en desgracia luego de reprobar el examen de revalidación, Ralph comienza a frecuentar un hotel cercano a su alojamiento en el puerto, donde se junta con ingleses malvivientes y pierde todo su dinero apostando (58). Esta postal contraria a la usual prosperidad inglesa se repetirá en The Purple Land, cuando Richard Lamb visita a un grupo de ingleses que vive aislado en el campo, y que se dedica a la caza y a la bebida, y los encuentra entonces opuestos a los verdaderos pobladores de la Banda Oriental.
También se menciona el Monte de Piedad de Buenos Ayres (64), donde Ralph empeña sus últimas posesiones para no caer en la pobreza. Este solo puede ser el actual Banco Ciudad, que en esa época funcionaba como una oficina de empeños en Perú y Belgrano otorgando préstamos de dinero sobre objetos (aunque oficialmente la entidad fue creada en 1877 con la intención de abolir la usura y combatir la pobreza, probablemente funcionaba con el mismo nombre, aunque informalmente, desde antes). Cuando recupera la cordura y se plantea limpiar su nombre, Ralph va a leer al muelle (64), donde muchos ciudadanos concurren a tomar aire fresco, en un paseo que también era usual para el joven Hudson. Ante su falta de fortuna, Ralph planea irse a vivir al campo, a trabajar de peón (73), pero Wendover le propone en cambio Fraile Muerto, donde podría ejercer sin revalidar su título porque "está en otra provincia" (suponemos que se trata de la ciudad de Bell Ville, en Córdoba, llamada Fraile Muerto hasta que en 1870 Sarmiento le cambiara el nombre). La ruta planeada por los dos amigos incluye un tramo en tren, luego en barco por el Paraná y finalmente otro tren. Con la mención del Ferrocarril Central Argentino llega la única aparición del nombre del país. Es destacable cómo un autor que fue rescatado con entusiasmo por la intelectualidad porteña entre las décadas de los veinte y los cincuenta para representar una identidad argentina con la justa medida de legitimidad europea no mencione prácticamente al país que luego pretenderá canonizarlo y nacionalizarlo argentino. Es justamente en este texto marginal de Hudson (en tanto fue mal acogido en Inglaterra y no difundido en Argentina hasta el siglo XXI) donde puede apreciarse más claramente que la postura del autor es imposible de traducirse al nacionalismo que el campo literario ansiaba reivindicar.
Con el estallido de la epidemia, Ralph vende casi todas sus posesiones y se traslada al sur de la ciudad, al ojo del huracán: "in this poor and overcrowded locality, where, I confidently believe, the epidemic will speedily assume its worst aspect" (85). Los movimientos de Ralph por la ciudad son también acordes a los vaivenes de su estatus social. En cierto modo, con su desplazamiento territorial hacia el sur, Ralph ejerce una transgresión imagológica del espacio social del otro: en esta segunda y última parte de la obra, los acontecimientos se precipitan. Ralph vive ahora en un barrio indeterminado (al sur, probablemente San Telmo), donde se acaban las referencias a calles o lugares concretos, la zona es una argamasa sin nombres propios, sin historia. Esta circunstancia podría creerse contradictoria respecto del resto de la obra de Hudson, donde el autor toma constantemente ejemplos de vagabundos y mendigos que pululan por la pampa para contar sus historias y proponerlos como representantes de esa tierra. Y es que fuera de la ciudad, el tono con el que Hudson habla de las clases bajas es individualizador y bucólico. Pero en Buenos Aires, las clases bajas son una masa opuesta al progreso civilizatorio que traen los ingleses (sin embargo, habría que recordar que las causas de la epidemia no estuvieron tanto en las masas de inmigrantes italianos como en la negligencia de la élite porteña, encargada de la administración pública que no se había modernizado desde la colonia. [Bigongiari 63]). Durante la epidemia, Ralph se muda a una casa más grande, a la vuelta del sucucho que había elegido, por orden del Gobierno que finalmente reconoce su sacrificio: "a large house left vacant by the death or flight of all its inmates" (94). A pesar de la mejora en su situación, persiste la imagen de desolación que trae consigo la epidemia.
Cuando Ralph desembarca en Buenos Aires, se describe el clima de la ciudad: "The climate was delightful-the name says so-"simply perfect," he was told by a resident he conversed with; and yet-strange contradiction!-there was a great deal of illness in the town; it was in fad: a doctors' paradise, and Ralph at once determined to make it his home" (15). Ralph llega a una ciudad enferma, debajo de la cual palpita la epidemia que se desatará poco después. Cuando Ralph se recupera de fiebre amarilla, pero aún la epidemia no acaba, comienza a verse un cambio en la ciudad: "A few heavy autumnal showers had lately fallen, and the broad flag-clones of the pavement looked bright and clean, as if they had been scrubbed. But in the streets a strange thing was witnessed. Grass had begun to grow, and look where one would, green, tender blades were seen shooting up in the lines between the small square blocks of granite" (110,111). La ciudad enferma, donde sus habitantes se desploman muertos en las calles, dará paso a la ciudad desolada. Cuando los hombres terminan de morir, la naturaleza concede a ese espacio una nueva oportunidad. La nueva esperanza se simboliza por medio de la naturaleza que invade la ciudad (rus in urbe). A través de esas briznas de pasto ingresa la voz autoral, para ofrecer una interpretación animista de la epidemia de boca de Ralph. Cuando este, convaleciente, llega con pasto recién recogido en la mano, Lettice explicita el tópico de rus in urbe:
"Papa," she continued, with a laugh, "we can't go to the country this summer, but the country is coming to us, you see. Isn't that what Mohammed said?" "Yes, Lettice, something like that," said her father. ...
"That is a pretty thought of yours, Lettice, about the country coming to us," said Ralph. "It is always so, always; because in old mother Nature there is no change nor shadow of turning. Whenever men have gone away from her and have sinned against her ordinances, she has come to them. How terrible her coming seems-how cruel we think her! But she is not really cruel; these tender, green blades and little white flowers that I kissed when gathering"-here Lettice dropped her eyes and blushed a little-"these bring us a sweet message of peace and forgiveness from her. She loves and cares for her children and her anger does not endure for ever". (114,116)
La perspectiva autoral rasga así el mundo narrado: las malas condiciones sanitarias de Buenos Aires, la contaminación de sus aguas, constituyen entonces un pecado del hombre en contra de la Madre Naturaleza, en una síncresis de cristianismo y animismo propia de Hudson. La epidemia es la reacción lógica a la violación del orden natural, que se restaurará por sí mismo, invadiendo la ciudad devastada cuando la población haya sido diezmada. Este es el recorrido lógico en el pensamiento Herne-Hudson. El final de la obra tiene, sin embargo, algo de cíclico: cuando la epidemia termine, la población que había huido al campo regresará a la ciudad y hollando las calles hará desaparecer esas briznas de pasto (147).
¿Cómo es la Buenos Aires reconstruida por la memoria de Hudson? Aquí es donde debemos considerar que, a pesar de que hemos analizado una buena cantidad de referencias espaciales que atraviesan la obra, lo cierto es que estas no son demasiadas ni directas. Hudson no solo escribe sobre Buenos Aires desde Londres, sino que lo hace para el público londinense, que no requiere referencias concretas (como lo prueba el cambio de nombre de calles) sino una "imagen" de la ciudad no necesariamente verídica, aunque sí verosímil. Ralph Herne debe ser uno de los pocos casos, sino el único, de una obra situada en Buenos Aires, pero no escrita para el público argentino o porteño. El final de la obra abandona la ciudad y toma lugar, en cambio, en Lomas de Zamora, donde descansa la familia Temple (148). Hasta allí va Ralph para visitar a Lettice y entonces regresa a la descripción de la naturaleza en la que destacara siempre Hudson.
Por último, ¿qué perfil de Buenos Aires pinta Ralph Herne? El de una ciudad, no un pueblo, a la altura de Londres, pero enfermo y necesitado de la ayuda inglesa. La reflexión final queda a cargo del narrador (un amigo de Ralph y Lettice que nunca se explicita), que resume lo acontecido en los dieciséis años que van desde el final de la epidemia hasta, aproximadamente, la fecha de publicación del relato. En ese tiempo: "Buenos Ayres ... has called science to her aid, and now fears a return of the dark days of 1871 as little as London fears a return of the Great Plague" (170).
Tras publicar Ralph Herne y antes de consagrarse a los ensayos y memorias sobre la naturaleza en los que trabajará durante los años siguientes, Hudson ensayará en su próxima novela, Fan, the Story of a Young Girl's Life, una imagología donde se asienta su visión negativa de la ciudad como fenómeno cultural. Si el instrumental narrativo de esta será sin duda de carácter dickensiano, resulta de todas formas notables cómo, puestas una al lado de la otra, Ralph Herne y Fan formulan en su caracterización del espacio urbano como desterritorialización del estado de naturaleza, una homologación entre Buenos Aires y Londres, donde la primera queda en cierto modo cercenada del imaginario exótico de lo americano que caracterizará sus escenarios rurales en novelas como The Purple Land o Green Mansions. La miseria y la epidemia igualan a las ciudades, espacios que, en su cosmopolitismo industrial y su progreso impiadoso, pierden a los ojos de Hudson sus atributos imagológicos. En los recorridos y desplazamientos psicogeográficos de Ralph Herne, Hudson muestra una ciudad transformada, bajo la cual solo en sus zonas marginales se perciben espectralmente los ecos de otra ciudad, la gran aldea que fue y que él había visitado por primera vez en tiempos de Rosas. Así, si Buenos Aires en cierto sentido se desamericaniza y desespañoliza en Ralph Herne, para aparecer, ya no como una colonia, sino como una urbe de jerarquía mundial, tendiente al desarrollo, funcionan en esta operación dos líneas de la identidad hudsoniana. Por un lado, la visión negativa que, en su imaginación territorial, confiere al espacio urbano (una ciudad que apuesta al ciego progreso indefinido, al dar la espalda a la naturaleza, pierde el espesor imagológico que la define y diferencia); por el otro, la estrategia de autolegitimación que comporta para el autor el ofrecer en su novela una Buenos Aires puesta en relación de equivalencia con Londres, en la medida en que esto destituye los restos de extranjería colonial que pudieran pesar sobre su propia identidad contradictoria y fronteriza.