Introducción
Las principales fallas que se presentan en la Cordillera Oriental en Colombia, al sur de la latitud 6°45′N, presentan un rumbo predominante NE - SO. Estas fallas, que son el límite entre la cordillera y las cuencas Amazónica y Orinoquía (Figura 1), conforman, según París et al. (2000), el Sistema de la Falla Frontal Oriental (SFFO). Dentro de este sistema de fallas se presenta el Sistema de Fallas de Algeciras (SFA) (Velandia et al., 2005). El SFA, de acuerdo con Velandia et al. (2005), es un conjunto de fallas paralelas que abarca en latitud entre 0,5°N y 3,5°N, que corresponde al sector sur del SFFO. Para París et al. (2000), casi todas las fallas que constituyen el SFFO son inversas con movimiento horizontal lateral derecho.
Velandia et al. (2005) proponen, igualmente, que hacia el norte, aproximadamente a los 3°30′N de latitud, el SFA empalma y se fusiona con la Falla Guaicaramo, pues esta posee una tendencia estructural y de rumbo similar al SFA. Hacia el occidente de la divisoria de aguas de esta parte de la cordillera y al occidente del SFA se presentan las fallas Altamira y Nazareth (Fuquen y Osorno, 2002), las cuales son de tipo inverso y se emplazan al oriente del municipio de Colombia en el nororiente del departamento del Huila. En esta región se presentaron varios sismos durante el lapso 2016 - 2018. El SFA, de acuerdo con la cartografía geológica del Servicio Geológico Colombiano, se presenta para el departamento del Meta en sentido sur - norte desde el municipio de La Uribe hasta el municipio de Guamal (Aránzazu et al., 2015a, 2015b; Gómez et al., 2015; Patiño et al., 2015a, 2015b).
En este trabajo se realizó un mapa geotectónico soportado principalmente en información secundaria, basada en la cartografía geológica del Servicio Geológico Colombiano, junto con la verificación de imágenes satelitales y en algunos casos datos de campo, para corroborar la información estratigráfica, la presencia de las fallas, su extensión y su geomorfología tectónica para verificar su posible actividad tectónica. De igual manera, en este trabajo se revisó el contexto tectono - estratigráfico de la región del municipio de Colombia, al nororiente del departamento del Huila y del piedemonte llanero en el ámbito del SFA, en el departamento del Meta. Para ambos casos se realizó un análisis sobre el catálogo, especialmente para la sismicidad con focos de profundidad menor a 30 km, la cual fue registrada por la Red Sismológica Nacional de Colombia (RSNC), adscrita al Servicio Geológico Colombiano, con el fin de esbozar un modelo sismotectónico que ayude a determinar el alcance de la amenaza sísmica de estas fallas.
Marco geotectónico
La Cordillera Oriental de Colombia es el producto de la inversión tectónica de una antigua depresión estructural compuesta por rocas cuyas edades van desde el Proterozoico hasta el Neógeno (Muñoz-Burbano et al., 2015) (Figura 2). El origen de esta depresión al parecer ocurrió a fines del período Triásico por la separación de Norte y Sur América (Anderson y Schmidt, 1983; Aspden et al., 1992; Mojica y Kammer, 1995; Vinasco et al., 2003; Chicangana, 2005a, 2005b). La cuenca se extendió desde el sur de Colombia, ensanchándose hacia el norte, hasta donde hoy se ubican los Andes de Mérida, y estaba limitada de E a O por sistemas de fallas normales. Los sedimentos acumulados en la cuenca fueron muy variables; y alcanza hasta 8 km de profundidad (Sarmiento-Rojas et al., 2006). Durante el Cenozoico en el noroccidente de Suramérica se presentó un régimen de tectónica compresiva que dio lugar al cambio del estilo estructural de las fallas que restringen la cuenca, pasando en su conducta cinemática de fallas normales a fallas inversas; este cambio produjo el levantamiento de la Cordillera Oriental. Dos grandes sistemas de fallas en este contexto geológico regional limitan dicha cordillera con las cuencas adyacentes: la del valle del Magdalena al occidente y la de los Llanos al oriente. Estos sistemas de fallas son, respectivamente, el Sistema de Fallas de La Salina al occidente y el denominado por muchos autores como Sistema de Fallas del Piedemonte Llanero (SFP) o lo considerado por París et al. (2000) como SFFO al oriente. La sismicidad superficial del piedemonte llanero obedece a la actividad tectónica de las fallas del SFFO. Algunos autores como Mora et al. (2006, 2010), Kammer et al. (2007), Sánchez-Villar (2011) o Tamara et al. (2015), entre otros, asocian el contexto geológico estructural de la Cordillera Oriental con una tectónica de piel delgada que se caracteriza por pliegues de arrastre, fallas ciegas y cabalgamientos de bajo ángulo con rumbo N - NE y buzamientos hacia el O en la parte más oriental y hacia el E en el centro de esta. Junto con esta tendencia, también se observa una tectónica de piel gruesa que involucra al basamento representado por altos estructurales como los macizos de Garzón y Quetame, que afloran gracias al proceso de inversión tectónica que sufrieron fallas normales de alto ángulo durante el lapso Paleógeno tardío - Neógeno.
Esta emergencia del basamento obedeció al ajuste final de la placa de Nazca en su convergencia con el margen noroccidental de Suramérica durante el Neógeno (Chicangana y Vargas, 2013). En la zona de estudio (Figura 2), las unidades tectono - estratigráficas se pueden dividir en dos grupos. El primero está representado por el basamento Proterozoico y las unidades Paleozoicas, en el cual predomina tectónica de piel gruesa principalmente en las regiones orogénicas al oriente. El segundo se constituye de secuencias sedimentarias que abarcan el lapso Jurásico superior - Cenozoico, se caracteriza por tener una tectónica de piel delgada y predomina hacia el flanco occidental de la cordillera.
En el flanco occidental de la Cordillera Oriental para el municipio de Colombia, noreste del departamento de Huila, se reconocieron unidades sedimentarias con edades que van desde el Carbonífero con la Formación Lodolitas del Cerro Neiva hasta el Mioceno medio con la Formación Arcillolitas de Colombia, la cual está relacionada con la Formación Honda del valle alto del Magdalena. En esta región las unidades correspondientes al Mesozoico y el Cenozoico forman el Sinclinal de Colombia, el cual está fallado y limitado al oriente con rocas de mayor edad por la Falla Altamira (Fuquen y Osorno, 2002; Gómez et al., 2015; Gómez y Montes, 2021). Hacia el oeste de esta falla, predomina una tectónica de piel delgada para las unidades Meso-Cenozoicas, y forman parte de una cuenca retroarco siguiendo aquí lo establecido para la cuenca del alto Magdalena por Butler y Schamel (1988) y por DeCelles (2012) en su esquema general de los Andes, por citar a algunos. Hacia el sector oriental, que corresponde al piedemonte llanero se constataron, con labor de campo en los municipios de Cubarral, Lejanías y San Juan de Arama, unidades cuya edad abarcó desde el Neoproterozoico hasta el Paleógeno. Las fallas relacionadas al SFA para el piedemonte llanero limitan en sentido E - O con unidades estratigráficas del Paleógeno con el Cretáceo, del Cretáceo con el Neoproterozoico y del Neoproterozoico con el Paleozoico inferior (véase a Aránzazu et al., 2015a, 2015b). Por verificación de campo y con análisis petrográfico para rocas recuperadas en el sitio de la Chorrera en el río Tonoa, en la vereda La Libertad del municipio de Cubarral, el Neoproterozoico consta de rocas relacionadas con el Gabro del Ariari, y las rocas Paleozoicas son filitas relacionadas con la Formación Guape de Toro-Toro et al. (2014). En este lugar no se observaron rocas relacionadas con la Formación Ariari, unidad establecida también por estos últimos autores, la cual aflora en la mina de las Calizas del Ariari en el municipio de El Dorado. A partir del Mioceno superior, cuando la Cordillera Oriental emerge de manera definitiva produciendo la migración de la cuenca de antepaís hacia el E (actuales Llanos Orientales), se producen grandes zonas de cizallamiento transversales y/o normales al rumbo de las fallas NE (fallas antitéticas). Estas cizallas dieron origen a fallas con rumbo NO como la Falla Ambicá en el municipio de Colombia. El desarrollo de la cuenca retroarco explicaría la aparición de fallas transversales al eje de la Cordillera Oriental, que cortan y desplazan los pliegues como el Sinclinal de Colombia. Para verificar el lapso del tiempo geológico en que se desarrolló este tipo de cuenca en esta región, el cual fue entre el Mioceno superior cuando se pliegan unidades como la Formación Arcillolitas de Colombia y el presente, se requiere un estudio posterior que implique, entre otros, análisis sedimentológicos, radiocronométricos y geofísicos.
Sismología reportada para esta región
Además de los sismos históricos a los cuales se les han asignado sus epicentros a partir de estudios macrosísmicos con soporte de documentación histórica; como Espinosa (2004) para el sismo del 16 de noviembre de 1827 y Sarabia et al. (2010) para el sismo del 31 de agosto de 1917, y con reporte instrumental de la red global (Ramírez, 1975; IRIS, 2018) para el del 9 de febrero de 1967, en esta región durante el transcurso de 2016 a 2018, la RSNC reportó para el municipio de Colombia, en el nororiente del departamento del Huila, varios sismos con Mw>4.5 y profundidades focales ≤ a 10 km (SGC, 2020). El 31 de octubre de 2016 ocurrieron dos sismos: el primero a las 19:20:00 hora local con Mw 5.3 y luego a las 21:05:58 hora local con Mw 4.8. El 6 de febrero de 2017 ocurrió otro sismo con Mw 5.4 y finalmente el 19 de julio de 2018, otro sismo con Mw 4.9. Para verificar la sismicidad reportada en esta región véase el Suplemento 1.
Para la región que abarca el SFA en el departamento del Meta, el 2 de julio de 2017 la RSNC (véase Suplemento 2) registró un sismo con Mw 4.7, que se localizó en el municipio de Lejanías, con una profundidad focal menor a 10 km (SGC, 2020); dos años y medio después, a unos 10 km al sur del municipio de Lejanías, en el municipio de Mesetas, se presentó el 24 de diciembre de 2019 a las 14:03:52 hora local un sismo con Mw 6.0, cuya réplica principal de Mw 5.6 ocurrió 19 minutos después (Mayorga et al. 2020; USGS, 2020). En el proceso de réplicas de este último sismo, se destacaron 14 sismos con magnitudes Mw>4.0, únicamente en los tres días posteriores al sismo. Pasado casi un mes, el 20 de enero de 2020, la RSNC había registrado 1663 eventos relacionados con el proceso de réplicas (véase el Suplemento 3).
Por su parte, el epicentro del sismo del 9 de febrero de 1967 con Mw 7.2 fue la localidad de Vegalarga en el municipio de Tello, departamento del Huila, de acuerdo con Ramírez (1975). La localidad de Vegalarga queda 50 km al sur del casco urbano del municipio de Colombia. Este es el único sismo histórico con localización epicentral que se ha presentado cerca de la región de estudio en este trabajo (Figura 1). El epicentro del sismo de Vegalarga se localizó instrumentalmente a 10 km aproximadamente al E de la Falla de Algeciras (IRIS, 2018), lo que podría asumirse como error de localización, dada la ausencia de estaciones sismológicas locales en esa época. Además del sismo de 1967, también han sido asignados al SFA los sismos del 16 de noviembre de 1827, cuyo epicentro Espinosa (2004), a partir de análisis macrosísmicos, ubicó en el municipio de Timaná, en el departamento del Huila, a unos 175 km al sur aproximadamente del epicentro instrumental del sismo de 1967, y el sismo del 31 de agosto de 1917, cuyo epicentro lo estableció de igual manera Sarabia et al. (2010) cerca al municipio de San Martín en el departamento del Meta, a 142 km aproximadamente al norte del epicentro del sismo de 1967.
Métodos
En la primera fase de este trabajo se hizo una correlación geológica regional a partir de la labor fotogeológica que verificó aspectos tectónicos como fallas en una escala 1:100.000; para esto, se hizo una búsqueda y revisión de imágenes tipo ALOS-PALSAR (2006-2011) (Figura 3) y LANDSAT 5, 7 y 8, con los servidores Alaska Satellite Facility - ASF (AFS, 2020) y EarthExplorer (USGS, 2020). También se usaron imágenes tipo Sentinel 1B con resolución de 10 m × 10 m, tomadas del Copernicus Open Access Hub (ESA, 2020). Después de la revisión, se seleccionaron cuatro imágenes tipo LANDSAT 5, 7 y 8, escenas Path 8 Row 57 y Path 8 Row 58, con fechas: 1 de enero de 1988, 23 de marzo de 1988, 21 de febrero de 1998 y marzo 17 de 2018. Se escogieron estas imágenes por ser las que presentaron menos nubosidad. Todas las imágenes se procesaron con los programas ArcGIS 10.8 ArcMap y ERDAS Imagine. Las imágenes ALOS-PALSAR correspondieron a diversos lapsos entre 2009 y 2010, y las imágenes Sentinel 1B correspondieron al 8 de julio de 2019 y el 1 de marzo de 2021. En esta labor se revisó información secundaria basada en la cartografía geológica regional realizada por el Servicio Geológico Colombiano a escala 1:500.000 y escala 1:100.000. Para la identificación de estructuras, fallas y lineamientos con la labor fotogeológica se siguió a autores como Scanvic (1989), entre otros. Con esta labor y con apoyo de campo, igualmente, se realizó la búsqueda para el reconocimiento de los rasgos morfotectónicos e indicios de neotectónica; se siguieron los criterios de autores como Burbank y Anderson (2001), Bull (2007, 2009) y McCalpin (2009).
Con respecto a la sismología, la información de la sismicidad instrumental fue tomada del registro de la RSNC para el lapso entre el 9 de febrero de 2012 y el 29 de febrero de 2020 (ver Material Suplementario 1, 2 y 3). Los focos son reportados por esta red con magnitud local (ML) y Mw para aquellos casos cuya magnitud Mw superó 4.0. Su análisis se fundamentó en la metodología aplicada por Chicangana et al. (2012), que considera solo sismos con ML≥1.5 seleccionados del catálogo de sismos de la RSNC (SGC, 2020). Esta magnitud se tuvo en consideración, debido a las limitaciones que tiene la RSNC en el número de estaciones para el área de este estudio. Los sismos con magnitudes ML>1.5 fueron registrados en cuatro o más estaciones de esta red; este es un criterio para indicar de manera aproximada su localización hipocentral.
De acuerdo con estos catálogos, los errores en la localización de los focos variaron un promedio de 3,158 km para la latitud, 3,377 km para la longitud y 6,875 km para la profundidad. Los sismos que varían en su magnitud local entre 1.5 y 2.5, lo cual, aún así, representa una gran incertidumbre en su localización por la gran distancia que hay entre las estaciones, de alguna u otra forma pueden ayudar a dar una interpretación aproximada sobre la actividad tectónica de las fallas que se presentan en la zona analizada. Por debajo de esta magnitud mínima, no se considera que el dato tenga fiabilidad para este cometido, lo cual sucede para la región de estudio, a pesar de no existir ruido antropogénico dada la localización de las estaciones, factor que da lugar a estimaciones erradas en las tasas de sismicidad de una región en el sentido de Kortström et al. (2016). En nuestro caso para un lapso corto, el cual no supera una decena de años, la red sismológica ha sufrido transformación al incrementar paulatinamente el número de estaciones y la forma de procesar sus datos, teniendo presente que cambió su software de adquisición y procesamiento, lo que arroja como resultado un catálogo para dos períodos.
Para el primer lapso, que corresponde a los sismos que van entre 2012 y el 28 de febrero de 2018, el catálogo se construyó con la ayuda de los softwares Earthworn y SEISAN. En el segundo lapso, que corresponde a los sismos ocurridos después del 1 de marzo de 2018, el catálogo se ha ido construyendo con el software SeisComp3 (SGC, 2020). La información del registro para antes del 1 de marzo de 2018 fue reprocesada por la RSNC, la cual seleccionó los sismos de magnitudes bajas con mejor calidad, dando como resultado un número de eventos muy bajo, con una ventana de tiempo inferior, que no superó los seis años; por esto, esta información no sirve de soporte para un análisis de ciclo sísmico en el sentido de Scholz (2002, 2018), o con el método de los patrones de donas de Mogi o de quietud sísmica (Mogi, 1985) para un lapso previo a la ocurrencia de un sismo de gran magnitud. Sin embargo, esta información puede ser útil para observar la actividad tectónica a nivel regional en lapsos cortos, derivada de los sismos analizados aquí, y mostrar la actividad tectónica de una estructura mayor, como lo son, en este caso, las fallas Altamira y Nazareth al occidente o las fallas Algeciras, La Florida y otras para el SFA al oriente, en sus fases cosísmica y postsísmica (el estimativo del cese de réplicas).
Los eventos analizados en este trabajo son corticales con h<30 km, ya que el objeto fue determinar la sismicidad en la litosfera que corresponde a la influencia de las fallas, y se basó en el registro instrumental de eventos con 1.5<ML<6.0 a partir lo observado en los catálogos de sismicidad, ajustados por la RSNC. El número total de sismos durante la ventana de tiempo para la zona de estudio fue de 1645 con ML>1.5. Esto indica que casi el 70% de los sismos correspondieron al segundo período del catálogo de la RSNC, es decir, desde el 1 de marzo de 2018 hasta el 29 febrero de 2020.
Para mejorar los futuros estudios sismotectónicos de estas zonas sismogénicas, se debe propender, como sugerencia técnica, por el despliegue de una red sismológica local con una alta densidad de estaciones. La solución hipocentral, debido a sus limitaciones y al despliegue de la RSNC, no sirve para diferenciar estructuras locales, y solo es efectiva en cierto grado cuando ocurren sismos con magnitudes Mw≥4.8, momento en que son registrados por más de una decena de estaciones; sin embargo, es imposible diferenciar una estructura de una dimensión menor a 10 km de longitud, debido a los valores de error en la localización de los focos. Se destaca que el catálogo de sismos de la RSNC (SGC, 2020) ha ajustado los sismos en su Catálogo de Sismos Integrado (CSI), de tal manera que el Gap es menor a 180° y el tiempo de viaje residual de la raíz cuadrada media (RMS) es menor a 1; esto da una muy buena confiabilidad para la localización y profundidad del sismo, a pesar de las limitaciones ya indicadas.
La RSNC ha seguido un modelo de campo de velocidades que fue calculado y ajustado inicialmente por Ojeda y Havskov (2001), el cual fue estandarizado para el territorio colombiano mediante el uso del programa SEISAN de Havskov y Ottemoller (1999). El modelo de velocidades unidimensional para Vp y Vs generalizado para Colombia consta de cinco capas planas y un semiespacio (Figura 4). En la recopilación de los mecanismos focales se tomó información del catálogo del proyecto Global Centroid-Moment- Tensor (CMT) de Ekström et al. (2012) y del catálogo de la RSNC que aplica soluciones calculadas por los métodos SWIFT, SCMTV y Fase W (SGC, 2020).
Resultados
Colombia, Huila
Aspectos tectónicos. La región que corresponde al municipio de Colombia (Huila) presenta, según la cartografía geológica realizada por Fuquen y Osorno (2002), una alta complejidad geológica tanto desde el punto de vista estratigráfico como estructural. De acuerdo con esta, existen unas fallas de carácter inverso (¿Falla San Miguel?) que tienen un rumbo que varía de NE a E - O, y finalmente a NO, y de las cuales no aparecen indicios en campo. Estas fallas, según la cartografía de estos autores, cortan y desplazan hacia el oeste al sector norte del Sinclinal de Colombia. Con estas fallas no es posible explicar en qué momento aparecen y producen la ruptura del sinclinal y cuando lo desplazan; esto se afirma porque las unidades plegadas pertenecen a la Formación Honda y tienen edad Mioceno medio, lo cual es muy corto en tiempo geológico para indicar la reorganización estructural que se muestra en la plancha 303.
La secuencia lógica es un régimen extensional que da origen al fallamiento normal, para pasar luego a una inversión tectónica resultante de un acortamiento cortical que simultáneamente genera el plegamiento de las unidades Paleógenas y de la Formación Honda que aquí está representada por la Formación Arcillolitas de Colombia (Fuquen y Osorno, 2002). Dada esta reflexión, entonces, con una revisión a escala regional de imágenes tipo ALOS-PALSAR (Figura 3), se observan fallas con rumbo NO - SE, de las cuales se destaca la Falla Ambicá (Figura 5), la cual corta de manera oblicua el Sinclinal de Colombia, pero no lo desplaza. Estas fallas al parecer derivan de los esfuerzos entre los bloques rocosos del basamento que ofrecen diferentes grados de resistencia al desplazamiento del material plástico, representado por las secuencias sedimentarias Paleo-Neógenas durante el acortamiento cortical que generó la inversión tectónica en este sector de los Andes colombianos desde el Mioceno superior.
El modelo estructural regional del valle alto del Magdalena, en donde se enmarca la región de Colombia, representa una cuenca retroarco en el sentido de Butler y Schamel (1988), y que luego confirma DeCelles (2012). Radic (2004) muestra con su interpretación de una sección de línea sísmica regional, la cual sigue una dirección NO - SE, un predominio de fallas en estructuras en flor con rumbo NE y vergencia al oeste, que afectaron a las unidades plegadas Cretácico - Paleógenas. La cartografía de Fuquen y Osorno (2002) indica un contacto fallado entre las unidades del Mioceno con las suprayacentes del lapso Cretácico- Paleógeno, pero Radic (2004) no muestra contacto fallado entre estas secuencias.
Con el apoyo de la observación de imágenes tipo LANDSAT 8, ALOS-PALSAR y SENTINEL 1B (Figura 5), el flanco occidental de la Cordillera Oriental en esta región es un escenario predominantemente compresional al suroriente de la cabecera municipal de Colombia, aguas arriba del río Ambicá. En este se observa una geomorfología que revela la presencia de fallas que se expresan en las imágenes como surcos que cruzan el paisaje con rumbo NE. Los rasgos morfotectónicos se asocian a estas fallas, las cuales, comparando este escenario orogénico con lo que exhiben autores como Bull (2007, 2009) y McCalpin (2009), con sus ejemplos en otros lugares del mundo, confirman la presencia de fallas inversas con buzamiento hacia el SE.
En esta zona se destacan escarpes de falla con una geomorfología gobernada más por la tectónica que por la erosión (Figura 6). De acuerdo con la cartografía geológica, las fallas Altamira y Nazareth son fallas inversas. Estas fallas están indicadas por la cartografía geológica local por Fuquen y Osorno (2002), pero otros autores del SGC no las indican hacia el NE de la plancha 303, y esto ocurre con las planchas 283 Purificación (Cossio et al., 1994), 284 Santana (Patiño et al., 2015b) y 304 La Uribe (Patiño et al., 2015a), sin embargo, el mapa geológico de Colombia (Gómez et al., 2015; Gómez y Montes, 2021) sí las indica regionalmente hacia el norte, al igual que los autores de la plancha 265 Icononzo (Caicedo et al., 2002). En la revisión de la cartografía geológica a escala 1:100.000 se encontraron en el empalme de esta información entre las planchas vecinas, muchas incongruencias tanto estratigráficas como de geología estructural. Hacia el oriente de la Falla Altamira y paralelas a esta están respectivamente las fallas Papaneme y Ucrania, las cuales, según la cartografía geológica del SGC son, inversa la primera y dextral la segunda (Figuras 2 y 5). La Falla Ambicá que sigue el curso del río del mismo nombre en dirección noroeste es de tipo normal, lo cual se constata por la presencia de facetas triangulares como expresión morfotectónica destacada relacionada con su plano de la falla, indicando que el bloque colgante es al norte de esta falla (Figura 7). La Falla San Marcos, en la que además en visita de campo se observó una estría de falla en uno de sus planos en un afloramiento de la Formación Arcillolitas del Río Cabrera, indica que es una falla transcurrente dextral por lo que desmiente que sea inversa tal como lo señalan Fuquen y Osorno (2002).
En trabajo de campo, el cual se realizó siete meses después de la ocurrencia de los sismos del 31 de octubre de 2016, se encontraron como efectos de sitio causados por los sismos, grietas, hundimientos en terreno y varios procesos de remoción de masa. Se destaca finalmente que las rocas aflorantes (formaciones Arcillolitas de Colombia, Arcillolitas del Río Cabrera y Une) presentan un avanzado grado de meteorización, y en algunos lugares las rocas de la Formación Une presentan cataclasis. De acuerdo con la interpretación de la imagen ALOS - PALSAR el mapa tectónico se puede ver en la Figura 8.
Aspectos sismológicos. Los sismos registrados por la RSNC en este municipio fueron un total de 84 entre el 25 de febrero de 2013 y el 18 de enero de 2020 (véase Suplemento 1). En este trabajo se encontró que los sismos con magnitud Mw>4.0 se relacionaron con las fallas Altamira y Nazareth, mientras que los sismos con Mw≤4.0 se relacionaron con la Falla Ambicá (véase Suplemento 1). Los mecanismos focales dados para los sismos de mayor magnitud dieron componente inverso (Figura 9). Para esta región no hay información de sismos históricos preinstrumentales ocurridos entre el siglo XVIII y principios del siglo XX. Finalmente, en enero 23 de 2021, a las 16:12 hora local, se presentó un sismo superficial con h<30 km y Mw 5.0. Este evento fue localizado por la RSNC a unos 32 km al suroeste de la cabecera municipal de Colombia, y de acuerdo con esta fuente de información su mecanismo focal fue inverso (SGC, 2021). La localización de sus coordenadas indicó que su epicentro se ubicó en el ámbito de la Falla Altamira.
Piedemonte Llanero, Meta
Aspectos tectónicos. En la información geológica publicada por el Servicio Geológico Colombiano para piedemonte llanero, correspondiente al departamento del Meta entre la zona adyacente a la Sierra de La Macarena y la divisoria de aguas de la Cordillera Oriental en su flanco oriental, se muestra en esta región un predominio de fallas inversas y transcurrentes (Aránzazu et al., 2015a, 2015b; Patiño et al., 2015a, 2015b). Con verificación de campo y con la ayuda de imágenes de satélite, en algunos sectores se muestra que la geomorfología está influenciada por la actividad tectónica. Las geoformas predominantes indican que el paisaje en general está gobernado más por la tectónica que por la erosión. Con los criterios de Bull (2007, 2009) y McCalpin (2009), las geoformas predominantes se ajustan a los indicios morfotectónicos de fallas inversas y transcurrentes. Se destacan, principalmente, cañones alineados hasta por encima de una decena de kilómetros, los cuales están relacionados con los planos de falla, que a nivel regional se verifican con las imágenes tipo LANDSAT 8 y ALOS - PALSAR (Figuras 10 y 11). A pesar de las tasas altas de denudación que se presentan en esta región debido a que la pluviosidad anual varía entre 4000 y 5000 mm al año (IDEAM, 2005), esta geomorfología se mantiene y hacia los bordes del sistema montañoso, en la llanura adyacente, el levantamiento de terrazas en algunos ríos y el basculamiento del terreno indican la actividad reciente de algunas de las fallas relacionadas al SFA (Figura 11).
Es de anotar que en esta región predominan afloramientos compuestos por rocas sedimentarias y metamórficas correspondientes al lapso Neoproterozoico - Paleozoico inferior tanto en el borde de la cordillera como en la Sierra de la Macarena (Aránzazu et al., 2015c; Chicangana et al., 2020). En el sector oriental de la cordillera, estas litologías están encajadas entre las fallas regionales con rumbo NE. La geología y la estratigrafía en esta región muestran un basamento controlado estructuralmente por el SFA, y otras fallas regionales como la Falla Altamira al oeste, las cuales son paralelas con rumbo NE. Para indicar que las estructuras morfotectónicas están asociadas a las fallas en diversas escalas de observación, ya sea a nivel de campo o por verificación regional desde las imágenes satelitales, se hizo constatación desde la literatura igualmente con autores como Bull (2007, 2009) y McCalpin (2009), y se trató de realizar una estimación en el sentido escala tiempo siguiendo a Burbank y Anderson (2001), para de esta manera indicar el alcance de su amenaza sísmica, conforme los elementos de geomorfología tectónica verificados con las imágenes. Sin embargo, esto último es algo que todavía presenta gran incertidumbre, porque dadas las condiciones climáticas de esta región, junto con la naturaleza de sus afloramientos en los cuales predominan rocas duras y cristalinas, se torna difícil o imposible recoger información en el campo para realizar estudios cuantitativos relacionados con morfometría o microtectónica.
En la zona montañosa igualmente es imposible que se presenten depósitos sedimentarios favorables que permitan cuantificar el movimiento de las fallas con propósitos de paleosismología en zonas adyacentes o dentro de los corredores de falla, debido a que se trata de valles estrechos cubiertos por bosques densos relacionados con bosque húmedo tropical, en donde los escasos afloramientos rocosos están fuertemente meteorizados y cubiertos por vegetación y, sedimentos esporádicos asociados a procesos de remoción de masa dada la alta pendiente de sus laderas (véanse Figuras 12A y 12B).
Con la ayuda de imágenes tipo ALOS-PALSAR y LANDSAT, se encontraron rasgos morfotectónicos relacionados con la presencia de fallas como drenajes controlados por la Falla Algeciras con desplazamientos que en promedio varían de 400 hasta más de 1700 m, en zonas en donde cortan los cauces. Estos desplazamientos se observan en la quebrada la Cristalina, el río La Cal y el río Cumaral en el municipio de El Dorado, por la Falla Río Tonoa en el río de su mismo nombre en el municipio de El Dorado, en la quebrada El Diamante y el río Duda en el municipio de La Uribe y en los ríos Cafre y Lucía en el municipio de Mesetas. También se evidenciaron drenajes controlados por la Falla Algeciras siguiendo el rumbo de la falla como los ríos Guape y Guejar en el municipio de Lejanías, y por la Falla La Florida que afecta el caño Urichare y los ríos Guape y Guejar en el municipio de Lejanías.
En el sector de la mina de caliza en el municipio de El Dorado se observan escarpes de falla relacionados con la Falla Algeciras. La Falla Río Tonoa controla además el río Ariari entre los municipios de Cubarral y El Dorado. En visita de campo se constataron algunos rasgos geomorfológicos como escarpes de falla y valles en V para la Falla Río Tonoa. Estos escarpes varían en altura desde varios m hasta varias decenas de m, aunque en muchos casos dada la alta densidad de la vegetación por los bosques que cubren sus laderas, estos son difíciles de determinar. Es común en campo no poder observar el contacto de la falla, ya que este se encontraba cubierto por sedimentos, resultado de procesos de remoción de masa antiguos cuando ya están completamente cubiertos de vegetación y parcialmente erodados, y más recientes cuando estos están parcialmente cubiertos por la vegetación. En la falla del Río Tonoa se constató un plano de falla con estrías en areniscas de la Formación Guape - Duda que indica un movimiento dextral; en esta falla es común ver rocas con cataclasis en su área de influencia (Figura 12C, 12D, 12E y 12F). Para la Falla La Florida también se observaron cauces truncados y escalonados, especialmente en los municipios de La Uribe y Lejanías.
Sismicidad. La sismicidad del piedemonte llanero (véase Suplementos 2 y 3), entre el 9 de febrero de 2012 y el 29 de febrero de 2020 (Figura 13), muestra que en el área municipal de Castilla La Nueva se presentó un sismo el 24 de julio de 2017 con Mw 4.0, el cual se ubicó al oeste del trazo inferido de la Falla Algeciras. Hacia el sur, en Lejanías, los sismos de mayor magnitud fueron de Mw 4.3 para el 15 de febrero de 2012, que se relacionó con la Falla Algeciras, y de Mw 4.7 para el 2 de julio de 2017, que se relacionó con la Falla La Florida. En el área municipal de La Uribe se presentaron dos sismos con magnitudes mayores a 4.0: uno, el 9 de febrero de 2012 con Mw 4.0 y el otro, el 12 de mayo de 2015 con Mw 4.2. Estos sismos se relacionaron por su ubicación con la Falla Algeciras. En los municipios de El Dorado y San Juan de Arama solo se presentó un sismo y para el municipio de Cubarral, dos sismos. El de El Dorado con Mw 3.5 se relacionó con la Falla Algeciras, y los de Cubarral, uno con Mw 3.3 se relacionó con la Falla Aguas Claras y el otro con Mw 3.1, con la Falla Pepéneme. Finalmente, en San Juan de Arama se presentó un pequeño sismo con Mw 2.5, que se ubicó al oeste de la Falla La Florida.
En la región que corresponde al municipio de Mesetas, se hace aquí una separación de tiempo en consideración de los cambios que presentó el catálogo de la RSNC, dado que en este municipio se presentó el sismo de 2019, el cual en su proceso de réplicas abarcó el 80,84% de los eventos registrados en un lapso de 35 días. Entonces, entre el 7 de octubre de 2013 y el 28 de febrero de 2018, solo se presentaron dos sismos: el del 7 de octubre de 2013 con Mw 3.1, que se localizó en el ámbito de la Falla Algeciras y el del 23 de diciembre del mismo año con Mw 3.5, que se localizó en el ámbito de la Falla La Florida. Para el lapso entre el 1 de mayo de 2018 y el 24 de diciembre de 2019, y que correspondió a 20 meses antes del sismo con Mw 6.0, se presentaron 29 sismos con ML≤2.9, dispersos por el área municipal. A partir del 24 de diciembre con la ocurrencia del sismo de Mw 6.0 hasta el 29 de febrero de 2020 ocurrieron en el territorio de Mesetas 963 sismos con Mw>1.5, de estos 944 corresponden a réplicas del sismo de Mw 6.0 que ocurrió el 24 de diciembre de 2019 a las 19:03:52 UTC (Figuras 13 y 14). La réplica principal ocurrió a las 19:19:04 UTC con Mw 5.8. Los sismos relacionados con el proceso de réplicas ocurrieron entre la Falla Algeciras y la Falla La Florida. La profundidad de los focos del sismo principal y sus réplicas tuvieron un promedio de 13,2 km para aquellos eventos con Mw≥4.0 y 6,04 km para un total de 930 réplicas con magnitudes (Mw) entre 1.5 y 4.0. Con respecto al proceso sísmico del sismo y sus réplicas, considerando el error de la profundidad dada por el catálogo de la RSNC (SGC, 2020), la regresión de la longitud de la ruptura de falla en la superficie en función de la magnitud que se establece para fallas transcurrentes con una magnitud de 6.0 es del orden de 10 km para un área de 100 km2 para la zona de la ruptura (Wells y Coppersmith, 1994; Hanks y Bakun, 2014).
Con las consideraciones anteriores, Scholz (2002, 2018) señala que una zona sismogénica está inmersa en dos condiciones físicas de la corteza, una casi superficial denominada esquizosfera, en donde predomina un ambiente frágil, y otra profunda en donde predomina un medio plástico o dúctil, denominada plastosfera. En términos geológicos, este autor asocia las cataclasitas con la esquizosfera y las milonitas con la plastosfera, sin embargo, indica que no se puede estimar la profundidad de formación de estas rocas únicamente a partir de su textura. En este sentido, y siguiendo con lo establecido por Wells y Coppersmith (1994), para fallas transcurrentes similares a la Falla Algeciras y semejantes, con una longitud de ruptura de 10 km, el ancho esquizosferico (W) esperado es solo de unos 15 km, cuando M es 6.0. Para este tipo de sismos, por su tamaño, las rupturas se consideran circulares y se restringen a la esquizosfera, mientras que para terremotos con M>7.5, y que están relacionados con las zonas de subducción, las rupturas penetran progresiva y más profundamente debajo de la capa sismogénica a medida que se alargan, extendiéndose en la plastosfera, en donde el ancho real aumenta con la longitud. Scholz (2018) indica que no hay datos para confirmar esto, sin embargo, indica como evidencia a las pseudotaquilitas dentro del zona dúctil o plastosfera.
Los datos instrumentales dados por la RSNC de las réplicas y la sismicidad asociada al sismo del 24 de diciembre de 2019 estiman una baja profundidad hipocentral para el proceso de la ruptura, y cumplen desde el punto de vista teórico lo indicado por autores como Wells y Coppersmith (1994), Scholz (2002, 2018) y Hanks y Bakun (2014), entre otros, para terremotos pequeños o de magnitud M 6.0; sin embargo, estos resultados con errores de localización tanto en sentido vertical como horizontal, estimados en un promedio de 4 km de acuerdo con el catálogo de la RSNC, hace difícil determinar con precisión cuál fue el plano de falla en que se inició la ruptura. Los mecanismos focales reportados por la RSNC del sismo principal, la réplica principal y algunas de las réplicas con Mw≥4.0 muestran en todos los casos una falla transcurrente, lo cual, sumado a la localización epicentral, permite estimar que la Falla Algeciras es la fuente sismogénica del sismo del 19 de diciembre de 2019.
Discusión
En este trabajo se han encontrado dos regiones para el sector meridional de la Cordillera Oriental entre los 3° y 4°N con actividad sísmica relevante en los últimos 10 años. Una es la región del municipio de Colombia, en el departamento del Huila, en donde la sismicidad superficial obedece a un sistema de fallas diferente del Sistema de Fallas de Algeciras en el sentido indicado por Velandia et al. (2005) y otros; la otra corresponde a un sector de este sistema de fallas en el piedemonte llanero, en el departamento de Meta. Los sismos del municipio de Colombia se concentran principalmente en fallas como la Falla Altamira y la Falla Nazareth. Esto se menciona porque la mayoría de los trabajos previos han afirmado que toda la sismicidad de este sector de la Cordillera Oriental se relaciona exclusivamente con el Sistema de Fallas de Algeciras, sin tener presente que la Falla Altamira es diferente a las fallas del SFA, y al menos a una latitud de 3°N en donde la separación entre la Falla Altamira y el SFA es mayor a 30 km en sentido E - O.
De acuerdo con la cartografía geológica, la Falla Altamira se separa de la Falla Algeciras y sale como un ramal de esta hacia el norte a los 2°41′N en la cuenca de Balsillas a 80 km al suroeste del municipio de Colombia. La Falla Altamira es una falla inversa con buzamiento hacia el SE, y con respecto a su actividad tectónica reciente o neotectónica, solo se reportan indicios en este sentido para el sector de la cuenca de Balsillas por Cristancho y Ojeda (2015). La Falla Altamira ha sido considerada como parte del SFA por muchos autores desde la década de 1990, por ejemplo, Fuquen y Osorno (2002) y Velandia et al. (2005), entre otros, e inclusive la siguen considerando de esta manera Diederix et al. (2020). A la Falla Altamira no se la ha considerado como una falla generadora de sismos, ni fue considerada por el Servicio Geológico Colombiano cuando se realizó el Estudio de Amenaza Sísmica de Colombia (AIS-UNIANDESINGEOMINAS, 1996); tampoco París et al. (2000) la incluyen en su inventario. Aquí se indica que la Falla Altamira es una falla inversa que al sur limita con unidades de basamento como rocas del Complejo Garzón con edad Mesoproterozoico y del Batolito de Algeciras (Cuarzomonzonita de Algeciras) de edad Jurásico, y hacia el sector norte sirve de contacto entre rocas Meso-Cenozoicas al oeste con rocas de edad Paleozoico al E. Por su parte, la Falla Algeciras que es transcurrente dextral, y considerada única por París et al. (2000), quienes le asignaron una longitud de 156,5 km, solo sirve de contacto hacia el sur de la cuenca de Balsillas entre el batolito Jurásico y rocas del Complejo Garzón. A partir de la cuenca de Balsillas y hacia el norte, solo corta rocas del Complejo de Garzón.
En esta investigación, tras verificar la Falla Algeciras desde una escala regional con el soporte de imágenes satelitales, se encontró que se trunca a los 3°06′N (Figura 15), y, aproximadamente a 14,5 km al noreste de sitio donde se trunca la Falla Algeciras, aparece el extremo sur de la Falla Algeciras Sur, nombrada así por autores como Aránzazu et al. (2015a, 2015b) y Patiño et al. (2015b), entre otros. A esta última falla, previamente París et al. (2000) la denominaron Falla Guayuriba. Entonces, la Falla Algeciras en su descripción tradicional, ha sido considerada como una larga falla continua, pero el SFA es un sistema de fallas transcurrentes segmentado, tal como lo han mostrado en la literatura autores como de Joussineau y Aydin (2009), entre otros. Sin embargo, para otros autores, fuera de los tradicionales como Velandia et al. (2005), persiste a la fecha (2021) la posición de considerarla continua y no segmentada, por ejemplo, Diederix et al. (2020), Mayorga et al. (2020) y Noriega-Londoño et al. (2021), entre otros, quienes de manera forzada dan continuidad a la Falla Algeciras hacia el norte en dirección NE, e ignoran el truncamiento del segmento indicado aquí y que previamente París et al. (2000) habían indicado. Inclusive, los responsables de la cartografía geológica local a escala 1:100.000 del SGC como Ramos et al. (2015) plantean lo mismo, y, además, indican de manera forzada que hacia el norte la Falla Ucrania se genera como ramal de la Falla Algeciras, la cual efectivamente tiene su extremo sur a 7 km al NO del truncamiento de la Falla Algeciras.
Lo anterior indica que no ha existido un control preciso de la extensión de las fallas en esta región del país por parte de la cartografía geológica oficial; además, dada las condiciones de inaccesibilidad para realizar un óptimo control de campo por la gran extensión de esta región en la cual predominan selvas y bosques muy densos, con un clima tropical amazónico, surgen imprecisiones de orden estratigráfico. El indicar que una falla transcurrente es continua por centenares de km sin realizar un análisis tectónico y morfotectónico detallado a escalas pequeñas (≤ a 1:25.000) implica indicar de manera errónea el alcance de su potencial sismogénico.
En los trabajos de campo realizados a las zonas de falla del SFA en el departamento del Meta, en la zona montañosa, no fue posible encontrar evidencias de tectónica activa con indicios como marcadores cinemáticos, o contar con cuencas sedimentarias recientes que sirvan para realizar futuros estudios de paleosismicidad. De acuerdo con lo encontrado, se deben diferenciar las fallas y no unificar como un solo trazo de falla continuo de centenares de km de longitud a la Falla Algeciras. Asumir eso implica no avanzar en el conocimiento no solo de su potencial sismogénico, sino del de las fallas adyacentes. En esta región además es común encontrar rocas con cataclasis y milonitas. Efectivamente, se relacionan con fallas, pero no indican si en realidad estas fallas son sismoactivas en algunos sectores o planos. aseverar lo contrario es especular. La morfotectónica indica actividad tectónica reciente, pero depende de cómo se aplique la escala en este sentido. En el piedemonte llanero se observan rasgos de morfotectónica de grandes dimensiones con el uso de imágenes de satélite desde luz visible como LANDSAT o radar como ALOS-PALSAR o SENTINEL 1B, pero eso solo indica, para un paisaje regional de varias decenas de km de extensión, un ambiente de tectónica activa y crecimiento orogénico, pero no muestra el potencial sismogénico de una falla en particular.
Desde la sismología también existe incertidumbre sobre esta región, debido a que la localización dada por la RSNC no da exactitud sobre la estructura que generó un sismo dado, sin embargo, las soluciones de los mecanismos focales tanto para los sismos de Colombia en el departamento del Huila como para el sismo de Mesetas de diciembre 24 de 2019 hacen inferir qué tipo de falla lo generó.
Respecto a los sismos de la región de Colombia, como se anotó antes, un sismo con magnitud Mw 4.8 se presentó a 30 km al SO de Colombia a principios de 2021, en el municipio de Baraya, y este tuvo una relación con la Falla Altamira tanto por su localización como por la similitud de su mecanismo focal. Sin embargo, con otros sismos como el del 9 de febrero de 1967, el cual fue registrado por las estaciones de la red global (IRIS, 2018), su porcentaje de certeza con respecto a la localización epicentral y la profundidad de su foco fue demasiado incierto, ya que en esa época había muy pocos sismógrafos en Colombia, los cuales pertenecían al Instituto Geofísico de los Andes de la Universidad Javeriana (Ramírez, 1975). Se asumió que la falla causante de este sismo fue la Falla Algeciras por autores como París et al. (2000), Velandia et al. (2005), entre otros. El criterio fue por su respuesta macrosísmica y por aspectos morfotectónicos de la falla cerca de su epicentro instrumental.
Se insiste en que la falta de una alta densidad de sismógrafos que ayude a visualizar la microsismicidad de estas fallas impide conocer el potencial sismogénico de estas, y el aumento de la densidad de estaciones sismológicas, junto con redes de estaciones geodésicas, ayudará de cierta manera a realizar estudios más certeros con respecto a la determinación del potencial sismogénico; mientras tanto, no es posible aseverar que la Falla Algeciras se “reactivó” con el sismo de Mesetas, Meta, del 24 de diciembre de 2019, después de transcurridos más de 52 años desde el sismo del 9 de febrero de 1967. Esto no puede ser posible luego de ver que esta falla no es continua, y por el contrario es segmentada.
Conclusiones
En esta región se ha presentado una actividad sísmica superficial que obedece al accionar de fallas diferentes. Solo una de estas regiones, la que corresponde al piedemonte llanero del departamento del Meta, se relacionó con la actividad sismogénica del Sistema del Fallas de Algeciras, y esta se manifestó con el sismo Mw 6.0 del 24 de diciembre de 2019. Los sismos que se presentaron durante el lapso 2016-2018 en la región del municipio de Colombia en el departamento del Huila obedecieron a la actividad de la Falla Altamira, que es una falla inversa que separa rocas de edad Paleozoica con rocas de edad Meso-Cenozoica al oeste, y define la divisoria de aguas en esta parte de la Cordillera Oriental. Los sismos de la región de Colombia, Huila, los cuales en magnitud no superaron Mw 5.4, al igual que el sismo de Mesetas de diciembre de 2019, produjeron pánico en el centro de Colombia, especialmente en el área metropolitana de Bogotá. Con respecto a la Falla Altamira, a esta se relaciona un sismo que ocurrió a principios de 2021 con Mw 4.8, y que se ubicó a 30 km al suroeste de Colombia, Huila.
Desde el punto de vista de la neotectónica, ninguna de estas fallas a la fecha ha tenido estudios en las regiones que se analizaron en este trabajo, sin embargo, la Falla Altamira, en su vecindad con la Falla Algeciras en la cuenca de Lagunillas, bastante al sur de este estudio, tuvo un reporte por el Servicio Geológico Colombiano. Lo extenso de esta región, su difícil acceso, la densa vegetación predominantemente boscosa, con clima tropical amazónico, dificultan la labor de encontrar indicios de neotectónica, al igual que un control tectono - estratigráfico para poder indicar un marco geotectónico preciso en esta región de la Cordillera Oriental. Por lo anterior, se han encontrado hallazgos como la segmentación de la Falla Algeciras, con la ayuda de imágenes satelitales a escala pequeña (< a 1:50.000), ya que a escala mediana (1.100.000 o más) se puede malinterpretar la extensión de los elementos tectónicos como fallas. Con esto se puede inferir la máxima magnitud esperada para el mismo. La combinación entre este reconocimiento de las fallas y el estilo morfotectónico del paisaje analizado ayuda de manera preliminar a indicar las estimaciones del potencial sismogénico para estas regiones de Colombia.