Hace 30 años, en abril de 1987, la Editorial de la Universidad de Antioquia publicó uno de los libros escritos por el profesor Héctor Abad Gómez: Teoría y Práctica de Salud Pública (1). Cuatro meses después, al final del 25 de agosto, su vida fue segada prematuramente. Sus mejores ideas, propósito y obras perduran en el tiempo.
En su publicación Abad Gómez dejó consignada la mayor parte de su pensamiento ideológico, filosófico y político así como lo fundamental de sus referentes conceptual, teórico y práctico para prevenir la enfermedad, mantener o mejorar la salud y promover el bienestar de la población. Hace 25 años, a comienzos de 1992, por intereses crecientes hacia salud poblacional, tuve la oportunidad de leer su libro por primera vez. Entonces, mal preparado para establecer diferencias entre definiciones y conceptos de ese campo del saber y, mucho menos, entre modelos descriptivos y teorías explicativas de la salud de los grupos humanos, entendí muy superficialmente su propuesta o el ideal por un Poliatra.
El Poliatra, aquel que sana la polis, sería el profesional formado en un novedoso ámbito disciplinar propuesto por Abad sobre dos bases: la doctrinaria, centrada en el mesoísmo y, la explicativa, centrada en la teoría Meso-panómica, su original propuesta en que los extremos mueven al mundo y el medio lo conserva. Una muy reciente revisión del citado libro me permitió comprender plenamente el valor académico y social de la propuesta teórica que dejó este maestro.
Su teoría Meso-panómica fue planteada en un contexto y tiempo, en una región del mundo donde tales aportes aún hoy son infrecuentes, casi inexistentes, llegaban a ser despreciables para la mayoría de actores de la Salud Pública de entonces como para un grupo considerable de los actores contemporáneos del área, todos convencidos apenas del valor de la práctica, no pocas veces sin fundamento alguno.
Hoy, en un contexto y en un tiempo de muy fácil acceso al conocimiento científico estructurado y acumulado por la humanidad, gracias al desarrollo y masificación de las tecnologías de la comunicación y la información, la teoría Meso-panómica es, en estricto sentido, la única propuesta teórica integral en Salud Pública generada por un colombiano. Así, Héctor Abad Gómez estuvo adelantado a su tiempo y contexto en muchos de sus aportes sobre la salud, la Salud Pública y en sus posiciones sobre la injusticia social, la inequidad y los derechos humanos, los derechos de todos. Esto, entiendo, le costó la vida.
Gustavo Alonso Cabrera Arana
Director
Reseña de la vida y aporte teórico de Héctor Abad Gómez
El hombre, al que la Facultad Nacional de Salud Pública (FNSP) de la Universidad de Antioquia (UdeA) rinde tributo con su nombre en la denominación institucional, nació en Jericó, al sur-oeste de Antioquia, Colombia, en 1921. Se formó como médico y cirujano en la UdeA en 1946; en 1948 se tituló de postgrado en Salud Pública en la Universidad de Minnesota en los Estados Unidos de América. A partir de 1956, por más de 30 años, fue profesor titular del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UdeA, en la que llegó a ser vice-decano.
Fue, durante distintos momentos de su extensa, dedicada y prolífica vida profesional, consultor de la Oficina Sanitaria Panamericana (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Washington, Lima y México; Secretario Departamental de Salud Pública de Antioquia; fundador y primer director de la entonces Escuela Nacional de Salud Pública de Medellín, hoy FNSP /UdeA; Profesor visitante de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de California en los Ángeles; asesor de la OMS en Indonesia y Filipinas; gerente del Instituto de los Seguros Sociales (ISS) en Medellín y, médico jefe del ISS en Bogotá, Colombia.
Al momento de su asesinato, la tarde del 25 de agosto de 1987, era columnista de los diarios el mundo de Medellín y el tiempo de Bogotá y, activamente vice-presidente nacional del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, actividades en las que sus firmes actitudes y consecuentes palabras determinaron, en gran parte, su muerte prematura por indicación de hombres y fuerzas que se sintieron señaladas por su palabra y, por qué no, amenazadas por la coherencia de su decidida expresión moral, intelectual y humana.
El académico, al que esta nota se dedica y le reconoce su aporte teórico, identificaba la Salud Pública como una actividad que se relacionaba con grupos humanos, no con individuos, diferencia fundamental respecto de la medicina. Por eso la entendía como la disciplina que prevenía y trataba enfermedades colectivas, biológicas o traumáticas fundamentalmente; la ampliaba en sus escritos (2) (3) hacia otra disciplina más social, más comprehensiva, que el mismo denominó originalmente Poliatría (de polis = ciudad-Estado e, iatría = estudio, tratamiento, curación).
La Poliatría implicaría una profesión totalmente nueva, multi y transdisciplinaria, que armonizaría las demás disciplinas o profesiones que habían surgido en la historia de la cultura humana: medicina, salud pública, epidemiología, antropología, sociología, psicología social, economía, política. Tal armonización sería, según Abad Gómez de modo a lo que hizo otra de sus pasiones, la música en el siglo XIX, cuando la variedad, cantidad de instrumentos y complejidad de las partituras, crearon la orquesta sinfónica y la necesidad de un director que entendiera toda la orquesta como su instrumento.
En la introducción de su libro Teoría y Práctica de la Salud Pública Abad Gómez definió su teoría mesopanómica (de meso = en el medio y pan = todo) como la mirada explicativa que toma en cuenta el medio mayoritario y los dos extremos minoritarios de todo fenómeno colectivo natural.
Su teoría, totalizadora, nunca totalitaria, reconocería los cambios que se dan y deben dar en el medio mayoritario pero también los que producen la dialéctica de los extremos minoritarios. Señaló que esta premisa teórica constituía la base estadística de sus pensamientos en el libro que se publicó cuatro meses antes morir.