La estenosis aórtica sintomática, como muchas enfermedades cardiovasculares, aumenta su prevalencia e impacto en morbilidad y mortalidad en más del 3% en las personas mayores, con lo que afecta también la funcionalidad. El implante percutáneo de válvula aórtica (TAVI, su sigla en inglés por transcatheter aortic valve implantation) vino a revolucionar el pronóstico en personas mayores inoperables, con riesgo intermedio y alto1.
El beneficio posTAVI, en referencia a sus síntomas, mortalidad y calidad de vida, está presente en un alto porcentaje de las personas mayores2; sin embargo, el grado en el cual se produce esta mejoría en la trayectoria es heterogéneo. Además de las variables hemodinámicas, otros factores, como las comorbilidades, los síndromes geriátricos (fragilidad) y la funcionalidad, influyen en esta respuesta3.
Dado el aumento de disponibilidad en los “heart teams” de ofrecer TAVI vs. reemplazo valvular aórtico (RVA) a las personas mayores con estenosis aórtica, así como la necesidad de equilibrar el costo-beneficio por el acceso (a veces menor) en Latinoamérica (LATAM), la búsqueda del mayor beneficio clínico neto positivo, que incluya una trayectoria funcional y cognitiva posTAVI favorable, es un reto, sin olvidar la atención centrada en el paciente4.
La incorporación de la TAVI en los equipos multidisciplinarios de especialistas no cardiólogos, como los geriatras, apoya la valoración integral de los candidatos1; en esa línea, nos permitimos compartir una estrategia sistemática de valoración sustentada en estudios disponibles, que apoye a los equipos en la decisión sobre quién es el candidato apropiado que obtendrá el mayor beneficio en su trayectoria funcional posTAVI4, además de los resultados ya conocidos.
Esta estrategia descrita en la figura 1 4-12, se distribuye por pasos y podría ser aplicada por un geriatra o un equipo de cardiología familiarizado con la valoración en geriatría; dadas las decisiones implícitas, esta herramienta ofrece una visión amplia y objetiva. No debería tomarse de manera aislada y tiene un tiempo de aplicación aproximado de una consulta clínica en personas entrenadas.
Posterior a esta valoración, no solo objetivaremos los factores de riesgo, sino que podremos intervenir en aquellos modificables perintervención y posintervención, habilitando a las personas mayores para lograr el mayor beneficio funcional y cognitivo.
Por otra parte, identificar fragilidad como único abordaje podría ser un hallazgo rápido de obtener, que predice desenlaces7.