Estimado Comité editorial,
En respuesta a la carta enviada a la revista con respecto a nuestro artículo “Notas para una investigación futura sobre la historia del internado médico en Colombia. Segunda parte: el internado en los siglos XX y XXI” (1), nos place que su lectura haya motivado debates y reflexiones como las que se presentan en la carta al editor titulada “Inconvenientes actuales del internado médico en Colombia. A propósito de la historia nacional”.
Agradecemos al autor la lectura de nuestro artículo y reconocemos que la actual situación del internado es efectivamente problemática. Nosotros quisimos hacer una revisión histórica de este componente de la enseñanza médica en el país, enmarcándolo en sus antecedentes internacionales (Primera parte) (1) y en el panorama nacional (Segunda parte) (2) con la intención de despertar la reflexión de los lectores en torno al tema, puesto que, precisamente en esta historia se hacen evidentes las dificultades que en la práctica ha implicado este tipo de experiencias y la relación de los y las internas con las distintas instituciones en las que han trabajado.
Específicamente, al final de nuestro artículo, en la página 38, relatamos las discusiones que se dieron en torno al tema en el Simposio Nacional titulado “El futuro de la educación médica en Colombia” en 1986, en el marco del cual se realizó una mesa redonda bajo el título “El internado: limbo académico y jurídico” que coordinó el cirujano cardiovascular Francisco Gómez Perineau. Este centró su intervención en la situación problemática de los internos en ese momento y que pensamos que sigue siendo un asunto no resuelto.
Por eso, nuestro artículo se subtitula “notas para una investigación futura”, pensando en que es necesario continuar profundizando en la temática y llamando la atención a los tomadores de decisiones para que se apropien de las posibles soluciones o mejoras a esta práctica pedagógico-médica. Si bien nuestro enfoque es histórico y pretende ser una primera aproximación al problema, nos complace que el lector haya puesto el dedo en el punto álgido del asunto. Esperamos que otros lectores contribuyan a esta discusión y al planteamiento de posibles soluciones.
Igualmente, esto plantea la posibilidad de debatir sobre la misma forma en la que se estructura la educación médica en Colombia y, especialmente, aquella porción de la educación que se lleva a cabo en las instituciones hospitalarias. Siguiendo el estudio del periódico estudiantil “El Unianadino”, no es solo en el internado, sino a lo largo de toda la formación médica, en donde se evidencian tratos denigrantes relacionados con el ejercicio de una jerarquía rígida en la actividad académica. En la investigación presentada en este periódico se muestran diferentes tipos de casos ocurridos en universidades y hospitales colombianos que dan cuenta de esta realidad (3).
Desde el punto de vista histórico, el problema es bastante complejo, como ya lo había resaltado Michel Foucault en su artículo publicado en 1996, “La incorporación del hospital a la tecnología moderna”. Según este autor, la organización del hospital medicalizado moderno en el siglo XVIII en Francia fue copiada directamente de la estructura jerárquica militar que sirvió para reorganizar los hospitales militares y navales en esa época (4). Al cambiar el hospital de ser una casa para pobres-enfermos para convertirse en una casa para enfermos pobres, ya no manejada por religiosos sino por los médicos, estos adoptaron dicha organización jerárquica para los nuevos hospitales civiles medicalizados. Este fenómeno se fue transmitiendo de generación en generación, de una manera acrítica, y ha llegado a ser un modelo de currículo oculto hegemónico en la formación médica hospitalaria de nuestra época (4,5).
De esta manera, se ha construido una relación de dominación médica sobre los y las estudiantes de pregrado y posgrado médico-quirúrgico, la cual se agrava, usualmente, por la escasa formación pedagógica de los profesionales de la salud encargados de la formación médica, especialmente en aquellos hospitales no universitarios a los cuales son enviados los estudiantes para ejercer sus prácticas (3).