Introducción
El pasado 16 de marzo de 2020, el presidente de la República de Costa Rica decretó el estado de emergencia nacional debido a la pandemia por COVID-19, ordenando así el cierre de todos los centros educativos del país 1. Este cierre provocó que miles de estudiantes de primaria y secundaria se apegaran a los lineamientos sanitarios dictados por el Ministerio de Salud, entidad que tomó como estrategia base el distanciamiento social 2, limitando actividades comunes de estos grupos etarios como la educación, la recreación y la interacción con pares, entre otras.
Mientras el coronavirus se propagaba en los diferentes continentes del mundo, también se fue propagando la idea de que los adultos y los adultos mayores eran los más susceptibles 3. Esta creencia generó un enfoque adultocéntrico de los sistemas de salud al establecer las estrategias de contención, pudiendo haber desatendido las necesidades específicas que tiene la niñez y la adolescencia. Sin embargo, ni la niñez ni la adolescencia son indiferentes al impacto de esta emergencia sanitaria, la cual ha provocado un aumento de los casos nuevos en menores de edad a pesar de que el COVID-19 afecta a esta población en menor medida y con menor severidad 4.
Al día de hoy (23 de diciembre de 2020), en Costa Rica se registran 2.431 casos activos y 10.758 casos recuperados, en un rango de edad que va de los 5 días a los 17 años con 11 meses y 29 días, lo que representa el 8,3 % de casos totales en este país 5. Una estadística nada despreciable, que merece el moni-toreo por parte de profesionales especializados -como aquellos que hacen parte de la enfermería pediátrica-, teniendo en cuenta que la pandemia ha afectado a esta población no solo en el área física o mental, sino también en la dimensión socioeconómica, debido a los millones de empleos perdidos relacionados con sus papás, sus mamás o con las personas a su cargo. Por ejemplo, en Estados Unidos se ha identificado que 1 de cada 6 niños vive en pobreza producto de esta crisis, limitando así su acceso a una alimentación adecuada 6.
Es importante mencionar que, desde el punto de vista de la salud física, se ha evidenciado que la mayoría de los contagios son provocados en el contexto del núcleo familiar. En gran parte de los casos, la sintomatología no es grave, presentándose tos y fiebre 3. Lemoine et al.7 han descrito que el COVID-19 afecta de manera crítica al 5,8 % de los pacientes niños y adolescentes, y que el 4,4 % de los casos se mantienen asintomáticos. Estos autores también señalan que se han subestimado los cuadros respiratorios en dichos grupos etarios 7.
En lo que respecta a la salud mental, Jiao et al.8 refieren que tanto la niñez como la adolescencia se han sometido a situaciones estresantes que están provocando miedo a la infección, aislamiento debido a la separación de sus grupos de pares, distracción por mantenerse lejos de los centros educativos e irritabilidad por el confinamiento. Igualmente, sumado a la crisis socioeconómica señalada anteriormente, los lineamientos sanitarios han provocado conductas inadecuadas de salud como el sedentarismo, un mayor "tiempo en pantalla" y un patrón alterado del sueño. Lo anterior ha provocado una mayor desorganización de sus estilos de vida debido al aumento de estrés 9.
En atención a lo expresado, se establece una relación de las necesidades que tienen los niños y los adolescentes durante la emergencia sanitaria con el cuidado de enfermería, por lo que el presente artículo tiene por objetivo analizar algunas de las implicaciones de la enfermería pediátrica durante la pandemia por COVID-19.
Desarrollo
La enfermería pediátrica se enfoca en el cuidado de la niñez y de la adolescencia con el propósito de trabajar de manera conjunta en la satisfacción de las necesidades de salud que se presentan en diferentes contextos de atención desde un punto de vista individual, familiar, comunitario o social. Esta especialidad cumple con una tarea clave de acompañamiento en las transiciones de las etapas del desarrollo humano que llevan a estas poblaciones hacia la adultez. Dicho acompañamiento incluye estrategias como la comunicación, los cuidados centrados en la persona, la asesoría y el uso de tecnologías de la información y la comunicación (TIC), entre otras 10.
Tales estrategias constituyen un medio por el cual los profesionales en enfermería pediátrica se posicionan como una persona-recurso que comprende de manera empática las características integrales de estos grupos etarios 10. Esta empatía puede constituirse como un elemento favorable en momentos de incertidumbre social en los que la vida de muchas personas y familias se ve afectada de manera directa, provocando con ello un reforzamiento de las implicaciones que debe asumir la enfermería pediátrica en sus actividades de cuidado.
Desde la perspectiva de la autora, dentro de la inmediatez, las implicaciones deben ser una respuesta a manera de oportunidades de mejora de la práctica profesional, aumentado la sensibilidad de los profesionales en salud a los procesos puntuales que alteran el equilibrio. En este sentido, Lipman 11 señala el liderazgo transformador que tiene esta disciplina para cambiar el sentido del "cuidado de la enfermedad" por el "cuidado de la salud" y modificar los sistemas de salud. El enfoque del cuidado de la salud significa anticiparse a la enfermedad, empoderando a las personas de su autocuidado desde la promoción y la prevención de un impacto a nivel psicológico o en su desarrollo infantil 12,13.
La promoción y la prevención favorecen el desarrollo de habilidades de colaboración y la construcción de relaciones que se benefician recíprocamente 11. A partir de las relaciones entre personas es que se revela el ser, el saber y el hacer de la enfermería pediátrica, validando su implicación en diferentes áreas que mejoran el bienestar de la niñez y la adolescencia. En referencia a la pandemia por COVID-19, existen implicaciones que no deben ser ignoradas. Por el contrario, se debe tomar un papel protagónico de las mismas a favor de la salud pública rrollo de la enfermería en general. A continuación se hace referencia a cada una de dichas implicaciones.
Investigación basada en la evidencia
La investigación científica es el único camino para el crecimiento de una profesión. A partir de ella se generan nuevos conocimientos y se identifican las mejores prácticas de cuidado. Mörelius et al.14 hace énfasis en que el desarrollo de una práctica de enfermería basada en la evidencia potencia los beneficios para la salud en detrimento de los daños. Estos autores recomiendan que las investigaciones secundarias actuales se deben dirigir al cuidado seguro y el bienestar, la disminución de errores en la medicación y al manejo del dolor.
Al tomar en cuenta la pandemia por COVID-19, la práctica de enfermería pediátrica basada en el cuidado seguro de la niñez y la adolescencia podría disminuir los factores de riesgo y el número de contagios; aunque para ello se debe promover el desarrollo de la investigación. En Costa Rica, el programa de colaboración para la investigación en enfermería basada en la evidencia (CIEBE-UCR) ha promovido el entrenamiento en revisiones sistemáticas con base en el modelo del Joanna Briggs Institute (JBI), con el propósito de que las enfermeras realicen actividades de cuidado fundamentadas en decisiones acertadas 15.
Compromiso de la comunidad
Para liderar el cuidado de la salud, la enfermería pediátrica debe establecer redes comunitarias donde se favorezca el empoderamiento y la participación. En este sentido, es fundamental que los profesionales en enfermería desarrollen habilidades de colaboración para generar un compromiso de la comunidad. Para lograrlo, se debe comprender la cultura comunitaria a fin de establecer relaciones confiables que compartan una misma visión 11.
Por ejemplo, en Costa Rica existen comunidades que se caracterizan por la dificultad de mantener el distanciamiento social. Esto significa que en un espacio limitado conviven una gran cantidad de personas con condiciones de saneamiento particulares, como el caso de La Carpio. En este momento, La Carpio es una comunidad que se mantiene con vigilancia especial ante la alta posibilidad de transmisión de coronavirus 16. Sin embargo, el desarrollo de una estrategia de compromiso comunitario desde la promoción de la salud -que no estigmatice, sino que vincule a las personas en su autocuidado-, podría dar mejores resultados a largo plazo que brindar únicamente intervenciones curativas.
Cuidados remotos
El desarrollo de la virtualidad ha sufrido una aceleración impresionante en los últimos meses, situación que ha retado a todas las personas a nivel mundial en cuanto a la sustitución de la presencia física. El uso inadecuado de la virtualidad podría generar hábitos desadaptativos en la niñez y la adolescencia, como el sedentarismo. Empero, si esta se usa de manera adecuada, podría convertirse en un medio atractivo para la población pediátrica para recibir cuidados remotos 9.
La enfermería pediátrica podría gestionar estrategias de promoción "online" apropiadas para cada grupo etario orientadas al mejoramiento de los estilos de vida durante el brote por coronavirus, buscando así favorecer su salud física y mental, y evitando que al finalizar el distanciamiento social se presenten crisis de ansiedad, culpabilidad o tristeza, entre otras 12. No obstante, Andrews et al.17 recomiendan que la forma adecuada en que estas poblaciones interioricen la información depende de cómo esta sea presentada. El desarrollo de estrategias que tomen en cuenta sus intereses, sumado a que sean protagonizadas por pares y que se utilicen medios como las redes sociales, tienen un efecto positivo sobre las conductas de estos grupos sociales.
En Costa Rica, se podría tomar como antecedente la estrategia empleada por el proyecto "TC-687 Creación de espacios de fortalecimiento de habilidades para la vida que prevengan el consumo de drogas en la adolescencia y la juventud" 18, el cual es coordinado por un enfermero de salud mental. En función de la población meta, el profesional, en conjunto con estudiantado activo (quienes son pares del público meta), ha desarrollado estrategias de apoyo educativo a través de las redes sociales oficiales del proyecto. El impacto de esta iniciativa se evalúa mediante la cantidad de seguidores nuevos y la interacción que cada publicación genera, develando que se trata de una estrategia que la enfermería pediátrica puede implementar de forma oportuna 18.
Cuidados lúdicos
El aprendizaje a través del juego se puede considerar como una forma oportuna de la práctica de la educación para la salud. La enfermería pediátrica es empática frente a la necesidad que tiene la niñez y la adolescencia de que sus opiniones sean tomadas en cuenta para el desarrollo de actividades atractivas que fomenten el autocuidado, donde el juego podría ser una de ellas 8. Araujo et al.19 han evidenciado que los cuidados lúdicos generan niños más comunicativos y participativos, al fomentar las habilidades para la vida y la creación de entornos seguros. Además, el juego sensibiliza a los profesionales de la salud, volviéndolos más humanos.
Como referencia, se puede mencionar que en Brasil han desarrollado actividades lúdicas de pintura y de lectura en los servicios hospitalarios. Por un lado, a través de la pintura se trabajaron temas como hábitos de higiene para evitar las infecciones. Al finalizar esta actividad, cada participante tuvo la oportunidad de colocar su pintura al lado de la cama para que fungiera como un recordatorio de las buenas normas de higiene. Por otro lado, la biblioterapia se basó en una lectura apropiada sobre las enfermedades. Esta lectura se caracterizó por contenidos comprensibles para que la población infantil eliminara los mitos creados entorno a las mismas 19.
En tiempos de COVID-19, la enfermería pediátrica podría optar por modelos como el de Brasil para fortalecer la introyección de los lineamientos sanitarios y la desmitificación que tiene el COVID-19 producto de la información falsa, caótica o incomprensible a la que tienen acceso los niños y los adolescentes. Es importante también que el profesional incorpore en sus acciones a los padres, madres o responsables, especialmente en el cuidado de la niñez.
Apoyo educativo en resiliencia
La pandemia por COVID-19 ha provocado cambios significativos a nivel social, económico y político en decenas de países, dentro de los que se debe resaltar el cierre de los centros educativos. La rutina de asistir a los centros educativos es una herramienta de resiliencia ante las vicisitudes de la vida a las que se enfrenta la niñez y la adolescencia, por lo que no asistir a ellos podría implicar un factor de riesgo para la salud mental y física que se traduce en violencia o negligencia parental ante las variaciones de la actualidad 20,21.
Frente a esto, la enfermería pediátrica debe ser vigilante directa e indirecta del bienestar de las personas más jóvenes, estableciéndose como un sistema de apoyo para las familias en el entorno educativo. Al respecto, en un estudio realizado en Chile se evidenció que las enfermeras pediátricas gozan de niveles elevados de autonomía en áreas como la educación para el autocuidado y la promoción de la salud 22.
Ambas áreas deben ser explotadas en la práctica profesional para el desarrollo de programas de prevención y promoción que fortalezcan la resiliencia ante la crisis provocada por el coronavirus. Los programas de resiliencia pueden complementarse con el desarrollo de habilidades para la vida, alcanzar una sana transición hacia la vida adulta, apoyo educativo a papás, mamás o cuidadores, y el fomento de actividades familiares 8,9,23.
Con respecto al apoyo educativo de los cuidadores, es preciso promover que todos los miembros de un sistema familiar se vinculen a las actividades domésticas, otorgar responsabilidades según las habilidades de los menores -buscando mejorar la autosuficiencia-, proponer espacios de comunicación abierta y segura y revitalizar la dinámica familiar y social 24.
Por último, se debe hacer referencia especial a la información a la que tienen acceso niños y adolescentes sobre el COVID-19. Ante esto, los profesionales en enfermería pediátrica deben liderar la elaboración de recursos de información acerca de la enfermedad y cómo prevenirla para estas poblaciones. Los recursos deben ser amigables y comprensibles para evitar que generen ansiedad o temor ante la posibilidad de contagiarse o contagiar a otros. Se puede tomar como antecedente el caso de China, país donde se coordinó una estrategia de intervención que consistía en el acceso a información sobre la enfermedad para la niñez y la adolescencia a través de libros y material audiovisual 25.
Práctica interdisciplinaria
No se debería concebir la idea de que una disciplina se desarrolle de manera aislada de las otras; mucho menos en un campo tan complejo como la salud. El debate integral de saberes tendría un resultado más significativo en el acompañamiento de la niñez y la adolescencia ante sus necesidades de salud si las disciplinas trabajaran de manera cooperativa y prosocial.
Disabato 10 señala que la práctica clínica debe ser más interdisciplinaria cada día y que profesiones como la enfermería o el trabajo social deben tener una cuota de participación mayor debido a su capacidad y sensibilidad en las transiciones de niños y adolescentes hacia la adultez. Este autor incluso señala que el trabajo en equipos podría involucrar a estos grupos etarios en el cuidado de su salud 23.
La enfermería pediátrica debe fortalecer el liderazgo que le ha caracterizado para aprovechar las oportunidades que se generan en las crisis, en este caso debido a la pandemia por COVID-19, con el fin de implicarse y asumir roles más protagónicos que impacten los sistemas de salud a favor del bienestar individual y colectivo y la calidad de vida de las personas. De igual forma, la población infantil y adolescente requiere de una especial atención dada su connotación de vulnerabilidad per se, así como por requerir de un acompañamiento constante para satisfacer sus necesidades de crecimiento y desarrollo, las cuales podrían estar en condición de riesgo frente a los múltiples cambios experimentados en los últimos meses.
Conclusiones
La enfermería pediátrica debe mantener su posición de liderazgo en el cuidado de la salud de la niñez y de la adolescencia. Ante los cambios generados durante la pandemia por COVID-19, esta especialidad debe también liderar el desarrollo de investigaciones y estrategias de acompañamiento por parte de los equipos de salud en aras de satisfacer las necesidades imperantes.
La implicación de la enfermería pediátrica en el desarrollo de estilos de vida en la niñez y la adolescencia que permitan mitigar el impacto del brote por coronavirus exige el uso atractivo de TIC y la implementación de estrategias lúdico-educativas. Además, debe ser vigilante directa e indirecta de los riesgos a los que está expuesta esta población producto de información inadecuada, el cierre de centros educativos y la negligencia parental, entre otros.
La enfermería pediátrica debe asumir un rol educativo y de asesoría para los padres y madres a través de formas adecuadas de comunicación y escucha, respeto por la identidad y las necesidades específicas de cada sistema familiar, e incluso fomentar el desarrollo de actividades con implicación familiar o comunitaria en los diferentes escenarios de salud.