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Anuario de Historia Regional y de las Fronteras
Print version ISSN 0122-2066
Anu.hist.reg.front. vol.21 no.1 Bucaramanga June/Dec. 2016
https://doi.org/10.18273/revanua.v21n1-2016007
DOI: http://dx.doi.org/10.18273/revanua.v21n1-2016007
La Nación como norma de cuerpos y
de paisajes en el corredor Araucanía-
Norpatagonia. 1934-1955*
Paula Gabriela Núñez: Doctora en Filosofía por la Universidad Nacional de La Plata. Magister en Filosofía e Historia de Ciencia por la Universidad Nacional del Comahue. Correo electrónico: pnunez@unrn.edu.ar.
Fecha de recepción: 21/05/2015 Fecha de aceptación: 26/06/2015
Este trabajo historiza la integración territorial de la Patagonia argentino-chilena, vinculando el disciplinamiento del territorio al de los cuerpos a partir del proceso de patrimonialización de los destinos turísticos del sur de ambos países. El ordenamiento geográfico se revisa desde los cambios introducidos en el corredor Araucanía- Norpatagonia en los períodos de intervención y planificación estatal que caracterizaron el período de 1930 a la década de 1950 en Argentina y Chile. En estos años, el espacio que nos ocupa fue reorganizado a partir de argumentos que apelaron a metáforas de diferentes figuras femeninas para explicar el paisaje, lo anterior para justificar un cambio en la incidencia del Estado sobre la región. De aquí que las consideraciones sobre cuerpos y sobre espacios se vinculan a los modelos de nación desde los cuales se justificó la intervención, pues los cambios introducidos abren interrogantes sobre los límites en la expansión de la participación política que se reclamaba. Para las mujeres y los territorios del sur se redefinieron lógicas de control que tratan el modo de sostener sitios de subalternidad.
Palabras clave: Argentina-Chile, Estado Nación, frontera, ciudadanía, turismo, territorio.
Nation as a Succession of Bodies and Landscapes in
the Araucanía-Norpatagonia Corridor. 1934-1955
The purpose of this work is to investigate the history of territorial integration of both the Argentinean and Chilean Patagonia, linking the discipline found in these areas to the bodies, based on the principle of heritage that covers these tourism destination located at the south of both countries. Geographic organization is reviewed based on the changes introduced to the Araucanía-Norpatagonia corridor during the State intervention and planning periods occurring from the 1930's to the 1950's in Argentina and Chile. During these years, the space described in this article was reorganized based on arguments and metaphors of various female figures in order to explain landscapes when, in fact, a change in the incidence of the State in the region was being justified. Therefore, we observed a transfer of hierarchy from social grounds to geographical aspects. On the other hand, social hierarchies, supported on environmental references were considered fixed and began to crystallize. This is the reason why bodies and space are linked to the nation model that, in turn, served to justify intervention because the changes introduced pose questions about expansion boundaries for political participation. Control logics were redefined for women and the southern territories regarding the way to sustain subaltern - related places.
Keywords: Argentina-Chile, State-Nation, border, citizenship, tourism, territory.
A Nação como norma de corpos e de paisagens no
corredor Araucanía-Norpatagonia. 1934-1955
Este trabalho relata a história da integração territorial da Patagônia argentinochilena, vinculando o disciplinamento do território ao dos corpos a partir do processo de patrimonialização dos destinos turísticos do sul de ambos os países. O ordenamento geográfico se revisa a partir das mudanças introduzidas no corredor Araucanía-Norte da Patagônia nos períodos de intervenção e planificação estatal que caracterizaram o período de 1930 a 1950 na Argentina e no Chile. Nesses anos, o espaço que nos ocupa foi reorganizado a partir de argumentos que apelaram a metáforas de diferentes figuras femininas para explicar a paisagem, de modo a justificar uma mudança na incidência do Estado sobre a região. Daqui que as consequências sobre corpos e espaços se vinculam aos modelos de nação a partir dos quais se justificou a intervenção, já que as mudanças introduzidas abrem interrogantes sobre os limites na expansão da participação política que se reclamava. Para as mulheres e os territórios do sul se redefiniram lógicas de controle que tratam o modo de manter lugares de subalternidade.
Palavras-chave: Argentina-Chile, Estado-Nação, fronteira, cidadania, turismo, território.
Referencia para citar este artículo: NÚÑEZ, Paula Gabriela (2016). "La Nación como norma de cuerpos y de paisajes en el corredor Araucanía-Norpatagonia. 1934-1955". En Anuario de Historia Regional y de las Fronteras. 21 (1). pp. 183-211.
En este artículo indagamos en forma conjunta el disciplinamiento de territorios, en cuanto a paisajes y a cuerpos, en la Norpatagonia argentino-chilena y observamos cómo las nociones de ciudadanía y nación se ponen en juego con estos ordenamientos. Los Estados argentino y chileno, en las regiones marginales del sur, se constituyen desde los treinta en referencia a la frontera política que se establece en la cordillera de los Andes. A partir de allí se impone a la organización regional un ejercicio de paternalismo explícito en tanto promueve, como interpretación del paisaje, una caracterización femenina del territorio para legitimar las intervenciones. Las metáforas aplicadas no refieren a cualquier mujer sino a una con formas específicas de ser dominada, en directa articulación con los lineamientos políticos que se llevaban adelante.
A fin de dar cuenta de este cruce de influencias, avanzaremos en la revisión de los conceptos de cuerpo, de paisaje y de territorio y observaremos cómo las definiciones que apelan a cada uno de los términos genera condicionamientos en los otros, lo cual permite vincularlos a un disciplinamiento mayor, proveniente del modelo de estatalidad que se busca implementar. Por ello, revisamos las tramas que ligan estas nociones desde dos perspectivas. En primer lugar, abordaremos la valoración de los paisajes en el sur argentino-chileno devenida en territorio de turismo en la década del treinta a partir del reconocimiento estético del entorno. Analizamos que el proceso de patrimonialización que se instala, además del paisaje, va a focalizar en ciertas características físicas y estéticas de los visitantes que se reconocen como propios de los espacios valorados en detrimento de las poblaciones locales. Seguidamente, revisamos el ejercicio de ciudadanía a la luz de las políticas de patrimonialización citadas e interpelamos la noción de modernidad que se expone con sentidos múltiples en los discursos estatales. También, indagamos en las lógicas de reconocimiento que subyacen en la valoración de determinadas formas corporales dada en las publicaciones de promoción turística, donde los destinos resultan valorados por el Estado Nacional en tanto son llenados por este tipo de cuerpos, en detrimento de otros. En este sentido, emparentaremos un ejercicio de jerarquización amplio materializado en el corredor binacional que va de la Araucanía chilena a la Norpatagonia argentina, en el cual las valoraciones de lo femenino en tanto subordinado se deslizan del cuerpo al mapa.
Este análisis nos llevó a reconocer una construcción territorial diferenciada a partir de las metáforas constitutivas de lugares y de cuerpos. Evidenciamos desde aquí lógicas ligadas a presupuestos paternalistas que operan con continuidades, dado que aún impactan en la región, trascendiendo los fuertes cambios políticos operados en Argentina y Chile a lo largo del siglo XX.
Coincidimos con Medina Lasansky y Brian McLaren1 en que el turismo es simultáneamente un producto cultural y un productor de cultura, y en esto, su estudio abre perspectivas clarificadoras en la indagación de procesos de cambio y de intercambio cultural que, como indican estos autores, se ligan a la edificación de un espacio reconocido como turístico. En el presente trabajo agregamos a esto la necesidad de pensar el turismo en relación a los cuerpos y los territorios que refieren en las publicaciones específicas. Desde las fuentes turísticas que forman el corpus documental del presente artículo se va a apelar mayormente a referencias femeninas para justificar sentidos en el paisaje y en el viaje, dando cuenta de un imaginario que refiere a metáforas de género y que se constituye en la base de estrategias de control que se explicitan como parte natural de la experiencia del ocio. Nuestro corpus documental está formado por las publicaciones editadas en Chile por la Empresa de Ferrocarriles del Estado: la revista En Viaje publicada desde 1933 hasta 1973, de carácter mensual, y la Guía del Veraneante, publicada desde 1932 hasta 1962, de carácter anual. En Argentina, los documentos son las memorias (creadas entre 1932 y 1955) del Club Andino Bariloche, principal institución argentina relacionada con la promoción de actividades de montaña; el estudio de José María Sarobe, análisis emblemático de la región que fue editado en 1935; las memorias y las reflexiones del primer director de Parques Nacionales, Exequiel Bustillo, editadas en 1946 y 1968; las guías turísticas de los ferrocarriles argentinos y la Dirección de Parques Nacionales entre 1934 y 1955; las guías Peuser de Turismo entre 1945 y 1955, principal publicación de referencia en este tema en Argentina; y las guías editadas en forma particular entre 1938 y 1963.
El análisis de estas fuentes permite sostener que la jerarquía territorial es a la vez constituida por y constituyente de la disciplina y modelización del cuerpo femenino que, implícitamente, proyecta control sobre el cuerpo masculino y se desliza hacia consideraciones sobre las actividades permitidas que se pueden vincular al efectivo ejercicio de la ciudadanía. En este sentido, podemos pensar que el turismo se muestra como el formador de Estados Nacionales antes que como la respuesta a los derechos sociales ligados al disfrute del tiempo libre.
Laila Vejsbjerg y Brenda Matossian2, al analizar los abordajes teóricos realizados sobre el corredor Araucanía-Norpatagonia, determinan que los procesos que se inscriben allí dependen de tres tipos de reconocimientos espaciales diferentes, los cuales comparten la idea de entender a la región como una integrada en clave binacional, es decir, donde los territorios argentinos y chilenos colindantes operan bajo dinámicas comunes. Las formas variadas en que se recorta la región dan cuenta de una superposición territorial, cuyo detalle se explicita en la figura 1. Las autoras señalan que estas delimitaciones se toman como referencia tanto en los acercamientos académicos como en las planificaciones que se proponen.
Vale destacar que los diferentes mapas posibles también se entienden como representaciones de espacios poblados por cuerpos-ciudadanos delineados desde los imaginarios en los que se fundamenta la política pública. Estos son valorados por el Estado desde sus diferentes esferas y en forma variada, de modo que en principio se podrían asociar a las líneas políticas de territorialización llevadas adelante en cada período específico.
Así, en la década del treinta, cuando en ambos lados de la cordillera los Estados Nacionales avanzaron con controles sobre un sur que, hasta esos años, había tenido procesos de desarrollo autónomos de los centros políticos, se fortalece la construcción del espacio como un elemento fragmentado y a la naturaleza vacía de los Parques Nacionales como la representante de una frontera excluyente3. Los cuerpos que llenan estos espacios son los representantes de lo que en ambos lados de la cordillera se entiende como ciudadanía. Esto último refiere específicamente a la alta burguesía de los principales centros urbanos, cuya estética es argumento de superioridad cultural y, por ende, de mayor derecho para utilizar los espacios en beneficio propio, concibiéndolos como viajeros4.
Ya en la década del cuarenta encontramos que esto se repite, pero adaptado a los cambios políticos de ampliación de ciudadanía que caracterizaron estos períodos. Tanto desde el peronismo en Argentina como desde el ibañismo en Chile5, la figura del obrero se destaca como referencia de discursos y de políticas, siendo el tiempo libre de este sector un tema de la agenda pública. Pero en los sitios de disfrute de las áreas montañosas del Sur del territorio, la estructura urbana de los centros industriales no se replica. Así, el paisaje del Sur se toma como referencia de la política del tiempo libre de los pobladores de los grandes centros urbanos, sin dar la misma atención a las poblaciones locales.
Las imágenes que se elaboran para representar este aprovechamiento del tiempo libre nos lleva a pensar en los cuerpos. Gisela Kaczan6 señala que en estas primeras décadas del siglo XX, la agrupación de aire libre-salud-belleza se volvía una alternativa aprobada para ensayar protocolos de cierta autonomía personal y corporal. Las imágenes de personas haciendo deportes de montaña parecen ampliar esta idea de incremento de autonomía personal.
María Inés Landa y Leonardo Marengo7 sostienen que la categoría cuerpo es esquiva y antes que a una sustancia cuando se apela a la misma, esta da cuenta de las relaciones que se proponen. De la reflexión de estas autoras se desprende que la noción de cuerpo opera como una herramienta de interpretación de los procesos que otorgan determinados sentidos a la materialidad física de las personas y que podemos ampliar a la materialidad en general. Donna Haraway8 resulta ser un antecedente a esta concepción, pues desde la antropología simétrica se busca explicitar la dimensión discursiva de lo concreto. Judith Butler9, focalizando los cuerpos y la sexualidad, marca la pretensión de otorgar un sitio prediscursivo a la materialidad para imponer conductas. En forma asociada, Haraway plantea que toda materialidad debe tomarse como ficción y como hecho, y que la línea para delimitar aquello presentado como prediscursivo se traza en función del sitio otorgado a la naturaleza. Por tanto, antes que una referencia material, Haraway va a sostener que la naturaleza es un tropo, un sitio de referencia discursiva en torno al cual se ordenan las dinámicas de subordinación. Aquello situado como materia pasiva, sean cuerpos, geografías o costumbres presentados como naturales, se instala como anclaje de las órdenes que se buscan consolidar, y en relación al cual el modelo de Estado asociado no es ajeno. Desde esta articulación, la valoración del paisaje se observa vinculada a la consideración sobre los cuerpos, los cuales en las áreas turísticas se diferencian entre los que visitan y los que habitan.
Decíamos antes que la mayor parte de las referencias en las guías turísticas son los cuerpos femeninos, y si bien esto dialoga con una cierta concepción de masculinidad, el cruce entre las actividades legítimas y los cuerpos acordes nos lleva a una lectura política pero en clave de la teoría del género. Si bien, las referencias construidas en torno a las mujeres-turistas se plantean en relatos que apelan a ideales de juventud, de belleza y de capacidad económica, estas no son homologadas con respecto al varónviajero- ciudadano. Las fuentes trabajadas muestran que las turistas se tornan femeninas cuando se las incorpora desde un sitio de servicio, y en definitiva de dependencia. Esto se observa cuando se las interpela como público en las guías de turismo desde intereses triviales hasta aspectos relacionados con la moda como si fuese un tema exclusivo de las mujeres, o por otro lado, vinculadas a aspectos domésticos, aún en un período de descanso, con menciones que se repiten a lo largo de las publicaciones tanto en Argentina como en Chile, en los años que nos ocupan, y que se ejemplifican en la Figura 2.:
Esta caracterización se proyecta, casi en términos equivalentes, en los recortes territoriales especialmente valorados en el espacio sureño. Por ejemplo, en los Parques Nacionales la belleza, la fragilidad y la necesidad de cuidado y la adaptación a un bien mayor se explicitan en las referencias de creación y manejo. En medio quedan territorios descritos en otros términos, como también aquellas mujeres que no se adecuan al ideal de belleza que se promueve desde las publicaciones, lo que conduce a que estas fueran ajenas al crecimiento de derechos laborales e incluso políticos, que por el contrario, parece implementarse para sus congéneres en estos años. Vale destacar que si bien el voto femenino en Argentina se otorgó en 1947 y en Chile en 194910, las viajeras, representantes de los sectores medios, principales receptoras de la mejora en el reconocimiento, siguen ubicadas en el sitio de lo doméstico y sobre todo, aquellas que son diferentes por etnia, por edad o por clase quedan aún más desdibujadas. En las publicaciones que citamos, por ejemplo, las referencias a las mujeres mapuches se construyen desde el título de mitos y leyendas, y las referencias a las campesinas apelan a su ignorancia como elemento característico11.
Mirar mujeres y territorios permite, para el caso del sur argentino-chileno, evidenciar una lógica asociada de subordinación que se desarrolla sobre ciertas apelaciones a autonomías parciales que, como resultado de los avances de los derechos, redundó en un fortalecimiento del paternalismo. La imagen de la mujer urbana y burguesa se puede equiparar a la de los Parques Nacionales, pues ambas, desde una argumentación estética, son presentadas como referencia de lo ideal -los entornos y los cuerpos se confunden en las mujeres que tomaban el sol en la playa o que practicaban deportes al aire libre-. La moda, a la que se hacía referencia previamente, es central en tanto es constructora de la estructura de belleza donde se articulan estas referencias.
Las áreas de disfrute en esta política nacional son valoradas en tanto son visitadas por ciudadanos reconocidos como tales por el Estado Nacional. De modo que se asume una cierta modelización predefinida desde los centros (alejados) de poder. En 1955, la Guía Peuser reflexionaba sobre la actividad turística en una forma que contiene fuertes resonancias respecto a lo observado en el resto del archivo analizado, pues tanto Argentina como Chile buscan presentarse como destino de atractivo desde referencias similares:
Hay quienes creen que cuando se habla de turismo es necesario pensar en regiones que conservan aún vestigios de civilizaciones milenarias, con ciudades antiguas y ruinosas, evocadas una y mil veces hasta el punto de hacerlas familiares a los viajeros que podrían hallar en ellas motivos de curiosidad y distracción.
Si bien es cierto que aún hay quienes se sienten atraídos por tales perspectivas, especialmente investigadores de orígenes científicos, cabe destacar que el turismo moderno no solo busca esa clase de preocupaciones, sino el solaz, lo pintoresco, lo esencialmente hermoso que la naturaleza pródiga pone ante sus ojos para hacerle más grata la excursión, o las extraordinarias manifestaciones de progreso logradas por el hombre en sus afanes de constante superación.12
Esto es lo que se propicia: una ventana de descanso hacia el progreso, donde en el paisaje fijo se inscribe la Nación que se construye en otro lugar. Desde esta mirada se consolidan formas de exclusión que institucionalizan formas de no-reconocimiento sobre las que se apoya la valoración en términos estéticos. En el territorio que nos ocupa, las poblaciones originarias e incluso los posteriores poblamientos chilenos dedicados a actividades agroganaderas son presentados como un problema, como un error del pasado. Este error en la dinámica poblacional es un argumento que sirve para justificar la creación misma de los parques nacionales cordilleranos. Exequiel Bustillo, primer director de Parques Nacionales en Argentina, sostenía que Dios había ubicado la belleza de la naturaleza entre los peligros de la frontera para mantener despierto y en alerta el espíritu argentino13. Las históricas lógicas de poblamiento son, en este contexto, presentadas como problemáticas14 e incluso se organizan instituciones para enseñar a las poblaciones menos bellas cómo disfrutar de un paisaje tan imponente15.
Norberto Fortunato16 refiere a la creación de los Parques Nacionales como una invención política antes que una innovación ecológica, pues el sentido de la creación de estos espacios evidencia el interés del Estado en reiterar en los visitantes la experiencia pionera de construir una nación antes que una política de preservación de biodiversidad. Bustillo explicitó esta perspectiva al plantear que hay un interés nacional superior al cuidado religioso que criticaba con pretensión algunos sectores, con el objetivo de llegar incluso a defender a las actividades extractivas, la entrega de tierras u otros usos que debían ser llevados adelante, y esto último era posible solo si se vinculaban más el ideal nacional que se buscaba promover17. De hecho, el mismo Estado facilitó la gestión de propiedades a quienes entendían que como habitantes se les mejoraría el entorno, es decir, gestionó a favor de los sectores de poder domiciliados en la ciudad de Buenos Aires18. Por ello, Fortunato nos va a decir que la denominación no es de parques naturales o silvestres, sino que son nacionales, dado que en la belleza del entorno se debe leer la grandeza (o contradicciones) del Estado. El nivel de intervención que se otorga como derecho a la dirección de Parques Nacionales en el control del espacio es tal, que al momento de la sanción de la ley de creación de la misma, va a llevar a decir al senador Robustiano Patrón Costas19 a Exequiel Bustillo que con esta ley se estaba estableciendo la primera experiencia totalitaria en el país, una valoración con la cual Bustillo estaba de acuerdo y celebraba como forma de incidencia estatal20.
Esta referencia ayuda a entender que la problemática no es la selección de los ciudadanos que participan de la experiencia del disfrute del paisaje. Los mismos no provienen de cualquier esfera. Como Carlos Diegues21 señala: son pobladores urbanos que llegan a recorrer -en calidad de turistas- espacios que se asumen como vacíos, aún cuando la presencia de pobladores previos haya sido largamente relevada22, lugares donde se expone la multiplicidad de actividades que quedan negadas en la invisibilización de esta población y en la inauguración de metáforas que resignifican el territorio al servicio del visitante.
Las imágenes y las concepciones de tierra y de mujer se despliegan en el corredor binacional. Al salir del Pacífico, las referencias que tomamos se enmarcan en la constitución de Chile como país turístico. En esta construcción se establece un viajero ideal que es, por otra parte, un ciudadano ideal. Al respecto, Macarena Cortés23 plantea que las imágenes e ideas que se desprenden de las publicaciones turísticas buscan mostrar a Chile como una nación moderna; imágenes de urbanismo, de paisajes y de turistas se presentan en las páginas de estas revistas con el objetivo de afianzar el mensaje estatal. El desarrollo industrial situado en el centro del país es la contracara de los sitios de descanso, y el ferrocarril recorriendo el país, es la vinculación y una de las mejores representaciones de esa modernidad. La ciudad aparece como uno de los espacios privilegiados que pretende mostrar el símbolo del Chile que se está construyendo, y el sur, espacio que ocupa nuestra reflexión, queda como sitio de naturaleza; el ámbito rural es el espacio de alimentación para ese centro industrial y urbano que se erige como medida de lo que debe ser.
En este escenario vale destacar una paradoja: hasta ese período el sur de Chile se había caracterizado por un amplio desarrollo industrial vinculado fundamentalmente a la concentración de productos transcordilleranos y al comercio de ultramar con Alemania. A partir de la Primera Guerra Mundial y sobre todo de la década del treinta, esta industrialización se fue desmantelando al tiempo que se iba industrializando la zona central del país, con el argumento de que este último proceso representaba la modernización de la nación24. La idea de modernidad misma entra en tensión en este proceso, pues es claro que la forma de concretar la misma varía según los territorios. Para el caso del sur de Chile, la idea de "modernidad contaminada"25 desarrollada por Jorge Muñoz va a dar cuenta de las consecuencias de un desarrollo que se establece desde la tecnología de las máquinas pero no desde las relaciones laborales afectadas por fuertes pervivencias precapitalistas en una línea directa con modos de explotación campesina. Las actividades en el sur de Chile se modificaron, del ámbito industrial se tornó al área rural pues el objetivo era producir la comida demandada por el centro industrial reconocido como tal, centro que se desarrollaba sobre todo alrededor de la ciudad de Santiago. La metáfora que se repite en los documentos del período es la presentación de esta región como una "madre-productora", trabajadora y garante de valores ancestrales. Hay una ética del sacrificio desde la cual se reivindica y reinventa el espacio -se trata de una naturaleza productora de la base de la subsistencia-.
Los capitales inicialmente focalizados en la industria se reconvierten en productores rurales y permanecen como la principal voz de la región a partir de las demandas elevadas desde las cooperativas de producción26. El paisaje industrial se modifica hacia un escenario agropecuario. Grandes superficies de bosques se talan para la construcción de un número cada vez mayor de granjas que van transformando la selva valdiviana en un prado verde, de pastoreo de ganado y de huertas, y al mismo tiempo, se instala como uno de los destinos privilegiados del turismo que se propicia27.
La modernidad que se propone para la nación es entonces cambiante frente al ideal industrial de relaciones asalariadas del centro. El sur, en tanto paisaje atractivo de centros urbanos, emerge como un contra-modelo necesario pero antagónico en cuanto al ideal de crecimiento, mientras que, por otra vía, se lo ubica en el sitio de "madre nutricia", como ámbito de servicio, de una u otra forma, para el centro industrial, rector del desarrollo del conjunto. El resultado de esta redefinición territorial es la creciente vulnerabilidad y dependencia del espacio.
Es interesante que en esta construcción el desarrollo local no se haya tenido en cuenta a las sucesivas evaluaciones sobre el desarrollo general, lo cual llevó a la introducción de cambios en la política comercial internacional chilena. En los territorios del sur se desarrolló una producción que se torna competitiva con la agro-ganadería argentina, sin embargo, en contra de la protección del propio territorio nacional. Desde Santiago se firman recurrentes convenios para afianzar el comercio de estos productos hasta constituir el corredor Mendoza -Santiago en la vía principal del intercambio28-. En este sentido, el Sur queda relegado, sus productos quedan al servicio de un centro que, en nombre del libre mercado, va eligiendo el origen de los bienes de consumo según los costos, de ahí se reconoce una debilidad económica estructural que no es solo material.
Al respecto, es interesante el modo en que las fuentes de dicha época naturalizan esta imagen. Así, por ejemplo, en la revista En Viaje, publicación editada para entretener a los viajeros que recorrían Chile, una de las características de la línea editorial es la recurrencia de temas ligados a la mujer que se deslizan hacia el paisaje. La presentación de la figura de la mujer rural del sur resulta paradigmática en este sentido. La mujer del sur se presenta asociada al paisaje en un temprano poema que relata la vista de los pasajeros desde la ventanilla del tren:
Tenaz campesino que empuña el arado
Alegres muchachos que van a la trilla,
Inculta pastora que cuida el ganado,
Desfilan o pasan por la ventanilla […]29
La campesina es inculta y por ende necesitada de cuidados de un "otro" culto. Las políticas sobre la tierra apelan a las mismas ideas, hay un bien mayor de la nación que no necesariamente va a ser comprendido a nivel local, pero que debe aceptarse como base del desarrollo armonioso. En Argentina esta práctica de dependencia se establece hasta en el acceso a los derechos políticos. La figura legal del Territorio Nacional, como jurisdicción desde la cual se incorpora el espacio patagónico a la Nación, implicaba la negación de la capacidad de los habitantes para designar autoridades propias o representantes en el gobierno nacional. El fundamento era que la baja demografía operaba como una traba para el desarrollo cívico, argumento que trae reminiscencias a la idea de minoría de edad que subyace en la retórica de la dependencia propia del modelo paternalista30.
Frente a este modelo de mujer-territorio, las viajeras se presentan con una estética diferente al de las campesinas. El estereotipo europeo se reivindica en cada una de las ilustraciones que refieren a las turistas, láminas destinadas a un/una lector/a perteneciente a una determinada clase, que además de urbana corresponde a sectores medios o altos. Esta idea se repite en las guías argentinas consultadas, aún en la década del cincuenta, aún en el período peronista y en el avance de una reivindicación de los grupos obreros. Las imágenes y las descripciones de las guías de turismo ponen en evidencia que el cambio político ligado al reconocimiento de los sectores populares no se trasladó a la presentación estética del turismo o a la vinculación varón-mujer que se repite en lugares sociales esterotipados.
La ciudadanía de la mujer se presenta subordinada desde el sitio que se explicita en la imagen. En sus diferentes variantes, la mujer se presenta como inculta31, caprichosa32, responsable del bienestar del resto33. Como un recordatorio de las responsabilidades sociales diferenciadas, las columnas desde las cuales se apela al ideal del género no tienen otras representaciones equiparables en torno a lo que se reconocería como actividades masculinas. En este sentido, las publicaciones de turismo parecieran dirigirse especialmente a un público femenino, por las temáticas, aunque por su intención explícita, y por entregarse a todos los viajeros, más bien parecería apelar a la imagen de países que se modernizan en base a un cierto ordenamiento de su población. El disciplinamiento propio de los Estados modernos fue recorrido tempranamente en la obra de Michel Foucault34, donde el paso de lo que el francés entiende como anatomopolítica a biopolítica implicó la proyección del control desde lo individual hacia la escala de población, y donde las políticas de salud se presentan como uno de los ejes más representativos de este cambio. A la caracterización de Foucault, Haraway introduce la necesidad de pensar en las dinámicas posteriores que, desde los escritos del francés, quedan cristalizadas al proceso de establecimiento de la modernidad en el escenario europeo. Desde la revisión de la literatura norteamericana, el disciplinamiento ya no puede reducirse a la mirada sobre lo humano, sino que debe incorporar reflexiones sobre las vinculaciones que nos llevan a lo no-humano. Haraway parte del reconocimiento de la agencia no-humana y avanza en la reflexión sobre el modo en que el recorte de lo que se considera la humanidad se vincula al modo de definir lo animal y lo natural. En este punto dialoga con otro antropólogo simétrico, Bruno Latour, quien desarrolla una mirada similar pero en relación a la técnica35. Lo que estos autores evidencian es que los ejercicios de control y de normatización trascienden lo humano y por ello necesitan comprenderse desde vínculos más complejos, móviles y co-constituyentes, donde ninguna lectura esencialista es posible.
Esta perspectiva plantea al paisaje, a la humanidad y a la no-humanidad como elementos que se entrelazan en las prácticas que definen y fijan a una población. Esto es relevante para los espacios y las prácticas que nos ocupan, pues en ambos países, los lugares y las experiencias fueron incorporados y definidos en forma tardía respecto a los sitios y las actividades tomadas como normas. Así, se deduce que es en la racionalidad que se entiende cómo parte de la Nación se involucra a la naturalización de roles reproductivos y subalternos en el proceso de incorporación territorial y de ordenamiento de las áreas de los sures patagónicos.
Desde esta perspectiva no resulta menor que la mujer del sur se presente como campesina e iletrada. Es interesante la descripción de dicha situación en términos de falencia, donde la concepción de la falta de conocimiento se resuelve asumiendo la necesidad de una toma de decisiones externas. Quienes aparecen de otro modo distinguible son los pueblos originarios, allí tanto varones como mujeres son situados en el lugar del mito y la leyenda, es decir, en el de la atemporalidad. Lejos del ideal, la falencia o la atemporalidad son las referencias a esa ciudadanía noideal que dejó de ser protagonista de su propio paisaje. Rodrigo Booth36 señala que a partir de la otra publicación de los ferrocarriles chilenos, la Guía del Veraneante, puede observarse, en primer lugar la construcción del sur como destino turístico privilegiado respecto de otras zonas, y en segundo lugar, que por su constitución como espacio turístico, los protagonistas del espacio eran esos visitantes urbanos de clase media y alta, en un espacio donde los(as) propios(as) habitantes adquieren un rol secundario. Vale destacar que las referencias a visitantes de sectores medios y trabajadores se reconocen cada vez más, desde la década del cuarenta, en directa relación con la preponderancia que adquieren estos sectores como referencia de la política pública que se diseña.
Dentro de las áreas presentadas como parte del interés turísticos de los Estados, el sur se reconoce como un destino privilegiado y se presenta como el espacio de los mayores atractivos en cuanto al paisaje tanto en Argentina como en Chile37, de modo que el entorno se ubica en la motivación y es la referencia de la acción pública, más que de la población local. Podemos pensar que en esta construcción los límites se proyectan hacia el ejercicio ciudadano. La población de la región perdió gestión en la definición propia acerca del desarrollo a partir de su ruralización en Chile o transformación en parques nacionales en Argentina. La población encontró fuertes límites para lograr el reconocimiento de la propia voz, las organizaciones agrícolas enfrentaron este desafío38, pero sobre todo los pobladores originarios, quienes se vieron sistemáticamente vulnerados en su derecho al acceso a la tierra en ambos lados de la cordillera39.
Los cuerpos fuera del modelo aparecen ignorados en el paisaje porque en esta construcción resultan feminizados en tanto se los considera ajenos a la capacidad de decidir por sí mismos, y por ende ajenos a sus propios pobladores. El ciudadano ideal es el que pasa; mientras que en el discurso y las imágenes no se contempla la forma de vida de los que habitan la región, quienes son tratados mediante imágenes con destino de ausencia de una región que se presenta a partir de naturalizar una incapacidad estructural en sus habitantes, excepto para los servicios. En este punto vale destacar que las limitaciones no son tales como para avanzar en las formas más extremas de sometimiento, porque como se ha mencionado la tierra sureña en Chile resulta feminizada como madre trabajadora, ruralizada al servicio del centro industrial, o como ese ideal de territorio que se asume deshabitado, como son los parques nacionales. Esta salvedad nos permite avanzar en la problematización entre los tipos de mujeres y los tipos de ciudadanía en juego. Es claro, por lo dicho hasta ahora, que hay un sector de la población femenina que con las prácticas turísticas parece ampliar sus grados de libertad, aunque disciplinada y controlada como oportunamente se establece en las publicaciones mencionadas.
Al cruzar la cordillera hacia el Este, encontramos un proceso similar en la construcción de los parques nacionales, con la única diferencia de que en dicho desarrollo se incorpora un carácter nacionalista. Las guías elaboradas desde las dependencias estatales argentinas apelan a la idea de la cordillera como muralla infranqueable, desconociendo los paisajes similares en Chile40. Llama la atención que en 1945, la Guía Peuser tenga incorporadas referencias turísticas a países limítrofes, específicamente a Chile y Montevideo41, aunque esto no se repite en ediciones posteriores. Sin embargo, es claro que para las fuentes estatales, la construcción del sur argentino, desde sus paisajes, recorre la construcción de una frontera que busca marcar la argentinidad de la región. Eduardo Bessera42 observa la constitución de los Parques Nacionales como herramienta fundamental de la frontera excluyente e incorpora en la reflexión un elemento llamativo: la construcción de lo argentino se resuelve cuando se homologa el paisaje cordillerano por el paisaje suizo en una especie de deslizamiento de la suiza-argentina, de espacio agroganadero a paisaje intangible e intocado. La nacionalidad de la región se define en términos europeizantes.
Las guías en Argentina reiteran la imagen de la ciudadanía ideal volcada a visitantes urbanos que repiten la estética de las publicaciones en Chile, pero fortaleciendo a Buenos Aires como origen del traslado. Las imágenes de las guías de parques nacionales, como analiza María de los Ángeles Picone, resultan una celebración a la obra estatal43. El paisaje que se muestra es uno intervenido por la arquitectura. Es el Estado que mediante sus obras, se erige en la referencia necesaria para abrir el disfrute del entorno.
La guía de la Dirección de Parques Nacionales de 1938 permite reflexionar sobre el modo en que el cuidado y la modernidad se cruzan en la noción fundacional del área protegida. En la misma encontramos como propuesta la edificación de un montículo de piedras denominado "de los agradecidos" sobre el cual se indica:
Este montón al convertirse en colina con el transcurso del tiempo, será un digno monumento erigido por millones de turistas, a los misioneros jesuitas, soldados, exploradores y pioneers que implantaron los primeros jalones de cristiandad, civilidad y progreso en esas comarcas. A la vez, será una muestra de reconocimiento permanente al Estado, cuya clara visión del porvenir al reservar esas tierras, permite que hoy disfruten de sus imponderables bellezas los habitantes del mundo entero44
Desde esta perspectiva no hay aprovechamiento posible del paisaje sino es el mediado por esa nación que llega como Parque Nacional. Las prácticas previas se marcan como una vía errónea que se soluciona con estas iniciativas. Las imágenes femeninas de las guías de turismo nos remiten al entorno simbolizado en esta clave nacionalista, las visitantes son ejemplo de urbanización y de civilización, pero también son referencia de la mujer empoderada que, implícitamente, recorta la autonomía de sus congéneres. Vale destacar que el relato es siempre en masculino, esto debido a que los hacedores son varones.
Las imágenes que apelan al turismo reiteran el reconocimiento a un cierto tipo de población femenina asociada a esa masculinidad, donde la acción se entiende como viril. En este sentido, son relevantes las imágenes del Club Andino Bariloche (CAB) que es la institución que durante estos años elabora los mapas de los cerros de la región e introduce la mirada sobre la actividad de montaña. Una de las características del CAB es que desde sus inicios, en 1931, tiene como socios a mujeres y a varones, aunque siempre fue dirigido por varones.
Las imágenes de estas mujeres reiteran el ideal que reconociéramos en las revistas chilenas: jóvenes deportistas, pertenecientes a sectores medios y altos, muchas veces familiares de los directivos del CAB, resultan en los modelos de la actividad de montaña que se buscaba propiciar, que también se van a encontrar en las imágenes idealizadas de las guías de turismo. En la figura 3. la imagen de archivo del CAB da cuenta de estas mujeres-viriles-económicamente independientes, pero guiadas en su libertad por varones:
La clara correspondencia con las ilustraciones de Chile se observa desde la tapa de la revista En Viaje del año 1954, presentada en la Figura 4.:
Mujeres indómitas, compañeras de los varones que aparecen como pares (aunque no iguales), son reconocidas por su juventud y su belleza. Estas mujeres se muestran con actitudes desafiantes, alejadas de una posición de sumisión. Estas deportistas parecen hacer honor a la descripción de la Patagonia del naturalista Guillermo Hudson, quien a finales del siglo XIX describe el territorio como "[…] una bella y salvaje ondina que en su furia no tiene en cuenta su belleza […]"45, una mujer-tierra que enamora porque atormenta con el poder de su naturaleza, y a la cual es posible habitar solo si se la domina.
La visualización de la mujer-deportista que recorre el sur tiene una contracara de ocultamiento, pues, por un lado, eclipsa jerarquías de clase y etnia, pero por otro, no abre la discusión del orden doméstico implícito. Como dijimos, la población originaria queda fuera de estas valoraciones hasta el punto de crear una institución para educar a los pobladores mapuches, de modo que aprendan a aprovechar el propio paisaje46. La obligación estatal de educar a esta población se apoyaba en la creencia de que, dejados a sus propios impulsos, solo desarrollarían una vida de vicios. Estética, ciudadanía y moral se cruzan en esta concepción y el parque nacional se propone como una vidriera para delinear aquello que debe ser, pero no por ello avanza en equidad en términos de territorio o género. La referencia a una estética emancipadora pero no igualadora se instala como marca de diferencias, pues lo tutelar no se pierde, aún cuando se resignifica.
Podemos pensar que esta concepción de lo estético procede a partir de una descontextualización histórica y cultural del territorio, que presenta a este último como un vacío social para legitimar el proceso de promoción turística implementado por los discursos y prácticas del gobierno estatal. El Parque Nacional Nahuel Huapi que se estableció como intangible en muchas áreas, se fue modificando con la introducción de especies vegetales y animales, los cuales eran presentados como "mejoras" respecto de árboles que tardan demasiado en crecer o que se adecuaban a lo que los visitantes esperarían encontrar en la postal de la Suiza-Argentina47. Ciertas especies que aún se toman como emblemáticas, en tanto son argumento de atracción para visitantes, también fueron introducidas. Un caso paradigmático fueron las truchas en los lagos para promocionar la pesca, que redundó en la disminución de la población de peces autóctonos por la voracidad de la especie introducida, o los ciervos en las zonas de ecotono entre bosques y estepa, para estimular la caza, que resultaron altamente competitivos en el consumo de pastos y destructivos en caso de introducirse en áreas con especies vegetales autóctonas.
Desde estas intervenciones, podemos pensar que el paisaje se modifica con el argumento del cuidado de la Nación antes que del entorno, los cuerpos se reconocen en tanto se adaptan a un ideal a través del cual se establecen reconocimientos en términos de ciudadanía. Vale destacar que esto se concreta aún con elementos de incompletitud, pues para el caso de las mujeres-turistas-idealizadas presentes en las publicaciones, permanece la necesidad de supervisión y la actitud de servicio como parte de su esencia. En medio están esos otros cuerpos no ideales, fuera de la consideración y el derecho, aún en los términos de desigualdad descritos. El reconocimiento estético e idealizado, tanto a las mujeres como al territorio, oculta una subordinación sutil pero no por ello menos fuerte; las decisiones son externas para mujeres y espacio, y es esa distancia la que permite eludir el reconocimiento de poblamientos, de prácticas o de costumbres propias y alternativas a un modelo transformado en norma48.
La dimensión construida del paisaje y del relato sobre el mismo se evidencia en la mirada binacional presente y oculta a la vez que se observa al contraponer las ediciones estatales con las privadas. Así, se encuentra que una guía realizada por una persona que llega a recorrer la zona en 1938 es la realizada por Adrian Patroni49, quien relata la propuesta estatal y pondera dichas obras, pero describe circuitos situados entre Argentina y Chile en forma indiferenciada. De hecho, el título de su trabajo es Belleza de los lagos argentinos-chilenos y está compuesto por doscientas fotografías, en las que se repiten los patrones de imágenes paisajísticas pobladas por turistas de clase media y alta. Esta guía, contemporánea a las fuentes que se presentan, repara los paisajes despoblados y reitera el mito de la naturaleza inhabitada, pero avanza en circuitos integrados en el territorio, que es lo que la instalación de los parques nacionales y otras políticas buscan desmantelar en ambos lados de la cordillera. En 1944, el padre de un conocido explorador de la zona, Alberto Venzano50, publica una guía de turismo para la región de los lagos, con el subtítulo Argentina y Chile, como una apelación a la continuidad espacial y al permanente tránsito cordillerano en la zona.
Este carácter presente e invisible se cruza con las metáforas de género ya referidas que se extienden más allá de las áreas protegidas. Paula Núñez51 recorre las metáforas sobre el territorio y observa cómo al salir de los bosques y al seguir hacia el Este se avanza en un territorio donde la tensión de la tierra devenida en mujer cobra una dimensión de tragedia. La estepa se presenta como un espacio descrito permanentemente desde falencias como la falta de agua, de desarrollo, de civilización; desierto reconocido como espacio agreste, de naturaleza indómita y agresiva, donde la incapacidad de decidir de los propios habitantes se argumenta desde una geografía a partir de la cual se profundiza la falta de derecho y de permanencia de subordinación.
Fuera de los bosques, transformados en granjas o preservados como áreas protegidas, la tierra se homologa a la imagen de mujer esclava o mapuche, la cual es susceptible de ser afectada por los vejámenes más condenables, e incluso es reducida aún hoy a la desertificación por el sobrepastoreo de las enormes majadas de ovejas que se crían en el espacio o a la megaminería destructora de recursos y limitante de alternativas. La feminización del espacio se reconoce en la profundidad por la falta de derechos y el sometimiento a iniciativas expulsoras y extractivas, decididas fuera del espacio52. Al retomar la idea de la tierra asociada al cuerpo se puede pensar en una vinculación con el cuerpo esclavo, el cuerpo negro que Franz Fanon53 describió como cuerpo penetrable. La feminización del territorio tiene que ver con el ejercicio de violencia, donde esta opera como una estrategia de subordinación que trasciende a la propia corporeidad femenina y que proyectó aquello que se pretende subordinar54.
El cuerpo que responde al modelo de Nación que se instala es el que aparece en las publicaciones, y podemos pensar que ese cuerpo reconocido, cuanto más se aproximaba al modelo más avanzaba en derechos sobre su individualidad o sobre su clase, contrario a los cuerpos que no responden a ese estereotipo por cuestiones físicas, o de etnia, o de clase, o de ubicación geográfica. Sea por lo que fuere, estos últimos son ignorados en su particularidad desde argumentos que apelan a lo biológico como límite último del diseño de la política.
En este reconocimiento diferenciado, las mujeres que avanzan en derechos vuelven a ser disciplinadas desde el ideal que permite la ilusión del crecimiento de la autonomía. Las regiones geográficas que miramos corren una suerte similar. Desde la constitución de los parques nacionales se presenta la imagen de una tierra que responde a la imagen del deber ser nacional, tierra reconocida desde su belleza, su fragilidad y su dependencia, como la mujer joven, burguesa e ilustrada que conjuga belleza, peligro y necesidad de control.
El sur de Chile complementa este espacio con otro, explícitamente subordinado, que es el territorio "ruralizado" bajo la imagen de madre nutricia. Allí la autonomía, en el sentido de implementación de los derechos individuales o políticos, no tiene lugar, si observamos cómo, en la política y en la poética, la población femenina es caracterizada desde su ignorancia y desde su capacidad de trabajo. Este imaginario es el marco de un acceso de desigual a la tierra que aún tiene enormes repercusiones.
Va a ser el territorio de la estepa argentina el que evidencie la violencia de esta construcción de lo femenino con mayor claridad. La tierra convertida en esclava o asumida como mapuche, y que en ella se fundamente el derecho a decidir su propia destrucción desde espacios alejados. En una consideración tan agresiva, las voces silenciadas son, fundamentalmente, las de las pequeñas productoras, mujeres que aprendieron a sobrevivir en ese entorno y que reconocen un potencial productivo, donde el relato nacional solo descubre falencias. El disciplinamiento de los cuerpos vinculado a esta jerarquización territorial permite observar el ideal del desarrollo del siglo XX asociado a una cierta ciudadanía jerárquica y excluyente que es apoyada en un modelo de mujer que precisa ser controlada, bajo un modelo de familia urbana y una jerarquía territorial que organiza el beneficio de un centro industrial, subordinando las prácticas productivas del resto del territorio55.
El debate sobre el cuerpo femenino, desde esta perspectiva, trasciende a las mujeres en un ejercicio de dominio que también se ancla en la naturalización de la jerarquía geográfica. En este sentido, como estrategia de emancipación de lo femenino se cuenta el desafío por desmantelar los supuestos proyectados sobre el paisaje. La geografía se erige en la reiteración del dominio a partir de la naturalización del establecimiento de un paisaje que recuerda cuál es el orden que no se debe discutir. El cuerpo femenino no solo es un cuerpo humano sino que también es la representación de las relaciones que se buscan instalar.
La política sobre los cuerpos no es independiente de estas construcciones simbólicas. El control al que referimos se observa también en los años que nos ocupa la educación física, la cual se presentó como fundamental para la construcción de la ciudadanía masculina y militarizada, tanto en Chile como en Argentina. Desde los inicios del sistema educativo, este elemento formativo se presentó como uno de los pilares de los Estados modernos que se buscaba consolidar56. El nacionalismo se asoció a un cuidado del cuerpo que, a su vez, se asocia a un cuidado moral. En Chile, Bernardo Subercaseaux57 va a vincular este proceso a la construcción de la idea de "raza chilena" que desde la década del treinta, y cada vez más, se va a instalar en el currículo y en la agenda del gobierno. Así, en 1931 se crea el Consejo Superior de Educación Física, como parte del Ministerio de Guerra. En ambos lados de la cordillera la educación física se relacionó con la higiene y el desarrollo de la moral en los ciudadanos. Durante las siguientes décadas, el Estado fue adquiriendo un rol más activo en el ámbito de la educación física. En Chile, el gobierno de Gabriel González Videla (1946-1952) puso énfasis en asociar el desarrollo del cuerpo con la moral y el intelecto, estas últimas presentadas como áreas mutuamente dependientes. En la relevancia que toma, la educación física pasó a depender de dos ministerios; Defensa y Educación como esferas desde las cuales estas prácticas tomaban sentido.
En Argentina, en línea con el golpe militar de 1943 y a partir de la consolidación del programa de ampliación de ciudadanía promovido desde el justicialismo, la educación física y el tiempo libre se tornaron en uno de los centros de la agenda de la presidencia de Juan Domingo Perón. En línea con el control poblacional descripto por Foucault, las políticas dedicadas a los cuidados reproductivos, así como el control de las enfermedades venéreas, se destacan particularmente. En esta línea, María Di Licia y Ana Rodríguez58 argumentan que el cuerpo femenino es particularmente controlado por el gobierno peronista y los controles antes que a la emancipación vuelven a cristalizar lugares de subordinación, en este caso para las madres o las prostitutas.
Con los territorios, la política parece recorrer un camino análogo. Fabián Almonacid y Paula Núñez59 describen cómo las zonas fronterizas del sur continúan el proceso de desarticulación iniciado en la década del treinta, a pesar del acercamiento entre las gestiones argentinas y chilenas a mediados de siglo XX. Los territorios que nos ocupan, en continuidad con la idea de naturaleza y de atractivo ligada a una fragilidad que justificaba el paternalismo, son ordenados a partir de una integración jerárquica.
Es interesante que en Argentina, para 1945, aún con el avance en reconocimiento de sectores de trabajadores, la referencia al uso del tiempo libre se presenta como un elogio a la histórica alta burguesía que desde el naciente justicialismo se criticaba en forma punzante. Así se señala en una reflexión sobre los modos en que se valora y se construye el paisaje, que:
[…] los hombres del patriciado argentino, no bien organizado el país sobre las sólidas bases de la Constitución, pusieron su más noble empeño en la tarea de adaptar al ambiente promisorio de la nueva República, todos los progresos alcanzados en las naciones más cultas de Europa, no solamente en el desenvolvimiento de las fuerzas vivas del país, sino en el campo de la cultura popular […]
Y en este sentido, ningún adaptador más eminente y racional que nuestro gran Sarmiento, que supo recoger de sus viajes a Europa todo lo grande que tenía Europa, para aplicarlo -dentro de su medida- al ritmo cultural de la nueva Nación. Y mientras introducía las primeras varillas de mimbre para las islas del Delta y arraigaba eucaliptus en las estancias de la pampa semisalvaje, implantaba la montura inglesa en el ejército…
Pero si grande es la importancia de los viajes como instrumento de cultura general, no lo es menos como aporte de nuestro recreo espiritual, y nuestra región lacustre de la Alta Patagonia, abierta a los ojos del viajero por ese pequeño mar cautivo que se llama Nahuel Huapi […] región de ensueño donde parece que se hubieran dado cita todos los más estupendos panoramas de la naturaleza […] bien pudiera la gratitud humana arrancar las más bellas frondas para tejer la inmarcesible diadema del Todopoderoso60.
El paisaje es un reflejo de la nación que se construye, en donde la naturaleza vacía del Nahuel Huapi es el mejor marco para el solaz, de acuerdo con esta particular concepción de ciudadanía. Las fuentes chilenas reproducen esta perspectiva en las referencias y en las imágenes, donde el tiempo libre se vincula a un cierto estatus social que se reproduce aun en escenarios de revisión de legitimidad política. Ya entrando en los años cincuenta, en las publicaciones de Peuser, que además están editando las principales obras de promoción del gobierno de Perón, esta reflexión se deja de publicar, pasando a tomar como referencia al paisaje como representación de las "[…] extraordinarias manifestaciones del progreso"61, que ya no explicitan una admiración a lo que se critica como "oligarquía", pero repiten la lógica desde la cual se entiende al turismo -como ajeno a las poblaciones locales- y a los paisajes de la Patagonia andina. En definitiva, el imaginario sostiene a estos espacios como reflejo de una modernidad que se resuelve en las grandes urbes, dejando lo rural asociado a lo precario. El tren se presenta como lazo excluyente entre las áreas de desarrollo y las periferias de disfrute, ligando las diferentes partes de un mismo orden.
En general, los estudios históricos recorren los elementos de cambio a lo largo del tiempo. Sin embargo, en este artículo encontramos que la historización nos lleva, por el contrario, a la revisión de la permanencia. De hecho, podemos pensar que los elementos problematizados nos permiten echar luz sobre los anclajes de continuidad, a partir de los cuales, los cambios son posibles.
Cuerpo, territorio y paisaje se recorren, en el presente escrito, como síntesis de relaciones pero se inscriben en el discurso estatal como esencias, como representantes del orden y del modelo de nación que se busca establecer. En años de expansión de los derechos políticos, el cuerpo y el paisaje, reconocidos desde procesos de feminización, se determinan con conceptos fijados en ciertos esterotipos subalternos. Así, los cambios que se promueven son para un recorte de la población y ciertas regiones específicas.
A lo expuesto, vale una reflexión de una guía de turismo un poco posterior. En 1963, en una reseña de turismo en Bariloche se publica una memoria de Germán Claussen sobre la primera ascensión a la principal cumbre de la región del Nahuel Huapi, el cerro Tronador. Al respecto, cierra la entrevista con las siguientes palabras:
Habiéndose solicitado al Sr. Germán Claussen sus impresiones sobre las horas pasadas en la cumbre del Tronador ha tenido la gentileza de contestar con estas líneas:
¿Lo que he visto en la cumbre del Tronador paseándome alrededor del trono Luisa y yendo de acá para allá es decir de la Argentina a Chile, tantísimas veces en una noche?
Más fácil y más extraño en el concepto de muchos contemporáneos será lo que no he visto.
No vi línea alguna que separe ambos países62
La similitud en las políticas entre ambos países es justa y paradójicamente, lo que levanta la idea de diferencia en la Patagonia. En este sentido, a pesar de los marcos de acuerdos estatales y el incremento del comercio, este lugar se presenta como un espacio dividido y en oposición.
Podemos pensar que la dinámica de disciplinamiento estatal está sostenida desde un núcleo básico de supuestos ligados a ciertas jerarquías sociales, las cuales no se ponen en discusión ni siquiera en escenarios de fuertes cambios políticos y sociales, como los que acontecen en Chile y Argentina a mediados del siglo XX. Los cambios revisados desde una extensa historiografía en ambos países no aparecen en las fuentes analizadas, a pesar del compromiso de los procesos en el uso del tiempo libre, respecto del plan político que se diseñaba. Y de hecho, a pesar de las modificaciones urbanas que se desarrollan63 e incluso, al generar espacios de crecimiento político partidario de modo de afianzar las banderas reivindicativas en el territorio en general, el imaginario sobre el paisaje permanece estable, en tanto se lo continúa presentando como espacio de dependencia y, sobre todo, ajeno.
Posiblemente, la noción de frontera de Etienne Balibar64 ayude a explicar esta permanencia frente a otros cambios. El autor presenta a las fronteras como instituciones históricas, pero también como instituciones-límites, pues lo histórico se desdibuja en ellas en tanto son tomadas como fijas a pesar de ser instituidas. Para el francés las fronteras son estables en órdenes modernos, pues son el marco de permanencia desde el cual se inscribe la transformación del resto de las instituciones. Las instituciones del Estado en las fronteras, otorgan a ese mismo la posibilidad de controlar los movimientos y las actividades de los ciudadanos, sin ser las fronteras objeto de ningún control que revise sus modificaciones, pues se asume que no cambian. Balibar señala que ellas son el punto donde, aun en los Estados más democráticos, el estatus de ciudadano se debilita. Al tomar nuestro caso, podemos pensar que el estatus del ciudadano local se debilita, en tanto la práctica del turismo fortalece el estatus de ciudadanía de aquellos presentados como viajeros, pero asociado también a una jerarquía en términos de género, donde lo natural y lo fijo también se inscriben en los cuerpos establecidos como femenino, tanto por la biología, como por la estética y el rol social.
A modo de cierre, al retomar nuestro interrogante inicial sobre la vinculación entre el cuerpo, el paisaje y el territorio, podemos decir que los tres, en tanto son disciplinados, se vinculan a la idea de frontera antes mencionada. Los cuerpos de las mujeres, domésticas en diferentes formas, paisajes vacíos como representantes de una frontera absoluta y territorios devenidos en recurso pueden observarse como estructuras estables que permiten el cambio en las poblaciones y sitios reconocidos como referentes del desarrollo. En ese sentido, lo ubicado como límite queda en la permanencia, sea que hablemos de personas o de geografías, a la vez que, paradójicamente, están atravesados por el discurso del cambio y el crecimiento, que no los contiene, pero da lugar a una política de mayor intervención y planeamiento. El progreso, en las variadas banderas declamadas por los Estados a lo largo de los años que nos ocupan, resulta ajeno y acotado en lo establecido como marco fijo necesario, y allí se inscribe la relevancia de las fuentes analizadas, pues develan las marcas de estabilidad que se ligan entonces a los ejercicios de derechos desiguales.
* Artículo de reflexión, resultado del proyecto PICTO 2010-0192 Desarrollo regional e identidades diversas. Un estudio de la Patagonia Norte durante la segunda mitad del siglo XX y del proyecto PI-UNRN 40-B-228 Debates y perspectivas de la teoría social contemporánea, el enfoque de género y ambiental: una revisión crítico-conceptual transdisciplinaria.
1 Lasansky, D. Medina y Mclaren, Brian. Arquitectura y Turismo, percepción, representación y lugar (Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 2006), p. 316.
2 Vejsbjerg, Laila y Matossian, Brenda. "Los estudios de frontera en perspectiva geográfica: análisis teórico sobre la producción reciente en Araucanía-Norpatagonia", en Nicoletti, María Andrea; Núñez, Paula y Núñez, Andrés (eds.), Araucanía-Norpatagonia III. Discursos y representaciones de la materialidad (Viedma: UNRN-IIDYPCA, 2015), pp. 25-53.
3 Núñez, Paula y Azcoitia, Alfredo. "La normalidad asimétrica de la región de los lagos", en Revista de Estudios Avanzados, n.º 15, Santiago de Chile, Instituto de Estudios Avanzados Universidad de Chile, 2011, pp. 55-77; Picone, María de los Ángeles. "La problemática del cambio en los proyectos de desarrollo para S.C. de Bariloche (1930-1943)" (Tesis pregrado), Pontificia Universidad Católica Argentina. Facultad de Filosofía y Letras. Departamento de Historia, 2012, p. 158.
4 Así por ejemplo, en el texto Bustillo, Exequiel. El despertar de Bariloche, Una estrategia patagónica (Buenos Aires: Casa Pardo, 1971), p. 526, se resume las memorias de la primera gestión sobre la zona lacustre, se sostiene el derecho de Aaron Anchorena a usufructuar la enorme isla Victoria en el lago Nahuel Huapi, sin mayores erogaciones al Estado Nacional, porque su pertenencia social a la burguesía de Buenos Aires ya significaba una mejora para el territorio.
5 El peronismo aquí refiere al gobierno de Juan Domingo Perón entre 1946 y 1955 y el Ibañismo al gobierno de Carlos Ibáñez del Campo entre 1952 y 1958. Si bien no son exactamente co-temporales ambos se vincularon estrechamente y son la principal referencia de los cambios políticos citados.
6 Kaczan, Gisela. "Representaciones de cuerpos femeninos vestidos. Códigos visuales en los mecanismos de producción de exclusión, emulación y distinción social. Mar del Plata 1900-1930", (Tesis doctoral), Universidad Nacional de Mar del Plata, 2011, p. 315.
7 Landa, María Inés y Marengo, Leonardo. "La metabolización de los cuerpos en el capitalismo avanzado", en Trabajo y Sociedad, vol. XIII, n.º 14, Santiago del Estero, Universidad Nacional de Santiago del Estero, Verano 2010, www.unse.edu.ar/trabajoysociedad.
8 Haraway, Donna. "La promesa de los monstruos: una política regeneradora para otros inapropiados/bles", en Política y Sociedad, n.º 30, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1999, pp. 121-163.
9 Butler, Judith. El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad (Barcelona: Paidós, 2007), p. 316.
10 En Argentina por Ley 13.010/ 47 y en Chile por Ley 9.292/49.
11 "Ferrocarriles del Estado", En Viaje, vol. I, n.°1, Santiago de Chile, Ferrocarriles del Estado, 1933.
12 Editorial Peuser. Guía Peuser de Turismo (Buenos Aires: editorial Peuser, 1955), pp. 4 y 448.
13 Bustillo, Exequiel. Los Parques Nacionales (Buenos Aires: Editorial Guillermo Kraft Limitada, 1946), pp. 25-26.
14 Nuñez, Paula; Matossian, Brenda y Vejsbjerg, Laila. "Patagonia, de margen exótico a periferia turística. Una mirada sobre un área natural protegida de frontera", en Revista Pasos, vol. X, Tenerife, Universidad de la Laguna, 2012, pp. 47-59.
15 Méndez, Laura y Podlubne, Ana. "Atraer para Educar Recreando. El Proyecto Ayekan Ruca en San Carlos de Bariloche. 1934-1955", en 3as Jornadas de Historia de la Patagonia (San Carlos de Bariloche: Universidad Nacional del Comahue, 2008), p. 825.
16 Fortunato, Norberto. "El territorio y sus representaciones como fuente de recursos turísticos. Valores fundacionales del concepto de parque nacional", en Estudios y Perspectivas en Turismo, vol. XIV, n.º 4, Buenos Aires, Centro de Investigaciones y Estudios Turísticos, 2005, pp. 314-348.
17 Bustillo, Exequiel. Los Parques Nacionales… Op. Cit., p. 26.
18 Ibíd., Primera edición en 1968; Sarobe, José María. La Patagonia y sus problemas. Estudio geográfico, económico, político y social de los Territorios Nacionales del Sur (Buenos Aires: Editorial Aniceto López, 1935), p. 445.
19 Robustiano Patrón Costas fue un empresario azucarero de la provincia de Salta en Argentina y un político conservador. Entre otros cargos fue gobernador de su provincia, senador nacional y candidato a presidente argentino en 1942. Su pertenencia a una estructura económica latifundista y el personalismo de su gestión se destacan en los estudios históricos sobre su persona. Mata de López, Sara. Tierra y poder en Salta. El noroeste argentino en vísperas de la independencia (Sevilla: Diputación de Sevilla, 2000), p. 367.
20 Bustillo, Exequiel. Los Parques Nacionales… Op. Cit., pp. 111 y 315.
21 Diegues, Carlos. El mito moderno de la naturaleza intocada (Sao Paulo: Center for Research on Human Population and Wetlands, 2005), p. 104.
22 Ibíd.; Navarro Floria, Pedro y Vejsbjerg, Laila. "El proyecto turístico barilochense antes de Bustillo. Entre la prehistoria del Parque Nacional Nahuel Huapi y el desarrollo local", en Estudios y perspectivas en turismo, vol. XVIII, n.º 4, Buenos Aires, Centro de Investigaciones y Estudios Turísticos, 2009, pp. 414-433; Méndez, Laura. "Una región y dos ciudades. Puerto Montt y Bariloche: una historia económica compartida", en Pueblos y Fronteras de la Patagonia andina, n.º 6, El Bolsón, Estudios Patagónicos, 2005, pp. 5-24; entre otros.
23 Cortés, Macarena. "La Construcción de la Imagen Nacional: las Revistas y Guías de Turismo en Chile, 1933- 1973", en I Taller internacional de hria y tur (Mar del Plata: Universidad de Mar del Plata, 2012), p. 718.
24 Almonacid, Fabián. La agricultura chilena discriminada (1910-1960). Una mirada de las políticas estatales y el desarrollo sectorial desde el sur (Madrid: CSIC. Colección América, 2009), p. 478.
25 Muñoz Sougarret, Jorge. Contaminación de creencias. Trabajadores en tránsito y el mercado laboral urbano en Osorno, Chile (1880-1891) (Osorno: ULagos, 2010), p. 119.
26 Carreño Palma, Luis. "La sociedad agrícola y ganadera de Osorno (SAGO) y su aporte al desarrollo de la comunidad regional", en Espacio Regional, vol. I, n.º 5, Osorno, Universidad de Los Lagos, 2007, pp. 35-48.
27 Booth, Rodrigo. Turismo y representación del paisaje. La invención del sur de Chile en la mirada de la Guía del Veraneante (1932-1962), http://nuevomundo.revues.org/25052 (diciembre 15 de 2012).
28 Lacoste, Pablo. Argentina Chile y sus vecinos (Córdoba: Caviar Bleu Editorial Andina Sur, 2004), p. 302.
29 Ferrocarriles del Estado. En Viaje-año 1, n.º 1, Santiago de Chile, Ferrocarriles del Estado, 1933, p. 16.
30 Femenías, María Luisa. Inferioridad y Exclusión. Un modelo para desarmar (Buenos Aires: Nuevo hacer, 1996), p. 204.
31 Ferrocarriles del Estado. En Viaje-año 1… Op. Cit., 16.
32 Ferrocarriles del Estado. En Viaje-año 4, n.º 63, Santiago de Chile, Ferrocarriles del Estado, 1939, p. 5;
Ferrocarriles del Estado. En Viaje-año 2, n.º 16, Santiago de Chile, Ferrocarriles del Estado, 1934, p. 13.
33 Editorial Peuser. Guía Peuser… Op. Cit., p. 31; Ferrocarriles del Estado. "Sección: Para la mujer hacendosa", En Viaje, Santiago de Chile, Ferrocarriles del Estado, 1933 a 1955.
34 Cfr. Foucault, Michel. Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión (Madrid: Siglo Veintiuno, 1976), p. 384 y Foucault, Michel. Defender la sociedad (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2000), p. 274.
35 Latour, Bruno. Nunca Fuimos Modernos. Ensayo de antropología simétrica (Buenos Aires: Siglo Veintiuno, 2007), p. 221.
36 Booth, Rodrigo. Turismo y representación… Op.Cit.
37 Ferrocarriles del Estado. En Viaje-año 4, n.º 63, Santiago de Chile, Ferrocarriles del Estado, 1939, p. 1; Editorial Peuser. Guía Peuser de Turismo (Buenos Aires: Peuser, 1945), p. 3; Editorial Peuser. Guía Peuser de Turismo (Buenos Aires: Peuser, 1950), p. 5; Editorial Peuser. Guía Peuser de Turismo (Buenos Aires: Peuser, 1955), p. 3.
38 Carreño Palma, Luis. "La sociedad agrícola y ganadera de Osorno (SAGO) y su aporte al desarrollo de la comunidad regional", en Espacio Regional… Op.Cit.
39 Almonacid, Fabián. "El problema de la propiedad de la tierra en el sur de Chile (1850-1930)", en Historia 42, vol. I, n.º 42, Santiago de Chile, Universidad de Chile, 2009, pp. 5-56.
40 Archivo Histórico Regional, Parque Nacional Nahuel Huapi (AHR-PNNH), Sección Dirección de Parques Nacionales. Parque Nacional de Nahuel Huapi. Su Historia. [ Links ] 1938. Tercera edición; Parque Nacional de Nahuel Huapi. Flora, fauna, geología y morfología, climatología. 1938. Segunda edición; Parque Nacional de Nahuel Huapi. Guía. 1938; Parque Nacional del Nahuel Huapi. Historia, tradiciones y etnología. 1938; Parque Nacional de Nahuel Huapi. 1941; Sección Ferrocarriles del Estado. Parque Nacional Nahuel Huapi. 1936.
41 Editorial Peuser. "Chile", en Guía Peuser de Turismo (Buenos Aires: Editorial Peuser, 1945), pp. 367- 375; Ibíd., "Montevideo y playas uruguayas", pp. 342-365.
42 Bessera, Eduardo. "Políticas de Estado en la Norpatagonia andina. Parques Nacionales, desarrollo turístico y consolidación de la frontera. El caso de San Carlos de Bariloche. (1934-1955)", (Tesis de pregrado), Universidad Nacional del Comahue, 2008, p. 148.
43 Picone, María de los Ángeles. "El proyecto turístico de San Carlos de Bariloche a partir de dos guías turísticas", en Nuñez, Paula (comp.), Miradas transcordilleranas (San Carlos de Bariloche: IIDyPCa- UNRN, 2011), pp. 143-153.
44 AHR-PNNH, Sección Dirección de Parques Nacionales. Parque Nacional de Nahuel Huapi. Su Historia. 1938. Tercera edición, p. 10.
45 Hudson, William. Días de ocio en la Patagonia (Buenos Aires: El Elefante Blanco, 1997), p. 208.
46 Méndez, Laura y Podlubne, Ana. "Atraer para Educar Recreando. El Proyecto Ayekan Ruca en San Carlos de Bariloche. 1934-1955", en 3as Jornadas de Historia… Op. Cit.
47 Núñez, Paula y Núñez, Martín. "Conocer y construir naturaleza en el sur argentino", en Silva, Carlos y Salvatico, Luis (ed.), AFHIC-VII Encuentro de Filosofía e Historia de la Ciencia del Cono Sur (Porto Alegre: [intr.] Mentes Editorial, 2012), pp. 428-438.
48 Chacrabarty, Diseph. Al margen de Europa. Pensamiento poscolonial y diferencia histórica (Barcelona: Tusquets, 2008), p. 384.
49 Patroni, Adrian. Bellezas de los lagos argentinos-chilenos (Buenos Aires: Lotito Hnos & Cía, 1938), p. 399.
50 Venzano, Alberto. La Guía de Turismo de la región de los Lagos. Argentina y Chile (Buenos Aires: Propia, 1944), p. 253.
51 Núñez, Paula. "The She-Land, social consequences of the sexualized construction of landscape in North Patagonia", en Gender, Place and Culture: A Journal of Feminist Geography, Newcastle, Routledge, 2015, DOI: 10.1080/0966369X.2014.991695.
52 Núñez, Paula y Conti, Santiago. "Economía y naturaleza. Una mirada desde Estepas y Montañas III", en Naturaleza y Tecnología 52, Bariloche, N&T, 2012, pp. 16-18.
53 Fanon, Franz. Piel negra máscaras blancas (Buenos Aires: Editorial Abraxas, 1973), p. 193.
54 Femenías, María Luisa. "Nuevas Formas de violencia contra las mujeres", en Nomadías 10, Santiago de Chile, Universidad de Chile, 2009, pp. 11-28.
55 Girbal-Blancha, Noemi. "Desequilibrio regional y políticas públicas agrarias. Argentina 1880-1960", en Páginas-año 1 y 2, revista digital de la Escuela de Historia, Rosario, Universidad Nacional de Rosario, 2008, pp. 1-27.
56 Landa, María Inés. "Modernidad, Educación Física y Poder: El cuerpo disciplinado, corregido y cultivado", en Jornadas de Cuerpo y Cultura de la UNLP, http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.637/ev.637.pdf (mayo 15 al 17 de 2008).
57 Subercaseaux, Bernardo. "Raza y nación: el caso de Chile", en A Contracorriente, vol. V, n.º 1, Raleigh, North Carolina State University, 2007, pp. 29-63.
58 Di Licia, María y Rodríguez, Ana. "El cuerpo de la mujer en el marco del estado de bienestar en la argentina. La legislación peronista (1946-1 955)", en Decimocuartas Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Humanas. Universidad Nacional de La Pampa, 2000, p. 645.
59 Núñez, Paula y Almonacid, Fabián. "Nación y región a mediados del siglo XX. Una mirada comparada sobre la integración de la Norpatagonia en Argentina y Chile", en Nicoletti, María Andrea y Núñez, Paula (eds.), Araucanía-norpatagonia: La territorialidad en debate (Bariloche: IIDYPCA-UNRN, 2013), pp. 168-189.
60 Molins, Jaime. "La Alegría de Viajar", en Guía Peuser de Turismo, 1945 (Buenos Aires: Peuser, 1945), pp. 3-5.
61 Editorial Peuser. Guía Peuser… Op.Cit., p. 4.
62 Seif, Federica. 8 días en… Bariloche (Buenos Aires: Fernández y Cassiraga, 1963), pp. 53 y 107.
63 Lolich, Liliana. "Los planes urbanos y su relación con el paisaje cultural en zonas de frontera. Caso Bariloche, Patagonia Argentina (1934-1979)", en Núñez, Paula. Miradas transcordilleranas (Bariloche, IIDYPCA- UNRN, 2011), pp. 106-126; Lolich, Liliana, et al., "Estado y paisaje. Estudio comparativo de la arquitectura hotelera desde una perspectiva binacional", en Nicoletti, María Andrea y Nuñez, Paula. Araucanía Norpatagonia: La territorialidad en debate (Bariloche, IIDYPCA-UNRN, 2013), pp. 55-80.
64 Balibar, Étienne. "Fronteras del mundo, fronteras de la política", en Alteridades, vol. XV, n.º 30, México, Departamento de Atropología-UAM, 2005, pp. 87-96.
Fuentes primarias
Archivos
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Publicaciones
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Publicaciones periódicas
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Fuentes secundarias
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Tesis
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Publicaciones en internet
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