Introducción
La ideación suicida se ha definido como cualquier pensamiento autoinformado de involucrarse en una conducta relacionada con el suicidio; aunque representa un estado de mayor susceptibilidad a la crisis de una conducta directa, se ha asociado al aumento del riesgo de futuros intentos de suicidio, especialmente en la adolescencia (Li, Loerbroks & Siegrist, 2017).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la ideación suicida como aquellos pensamientos pasivos sobre querer estar muerto o los pensamientos activos sobre asesinarse a sí mismo, no acompañados de conductas de preparación para ello (Toro-Tobar, Grajales-Giraldo & Sarmiento-López, 2016). Se ha asociado el abuso infantil con la ideación suicida en adolescentes y se demostró que niveles más altos de competencia emocional y resiliencia, moderan la relación entre el abuso y la ideación suicida (Low et al., 2017), así mismo existe una relación estrecha entre la ideación suicida y la depresión, que ha sido ampliamente estudiado (Castro-Díaz et al., 2013; Mora, López, Villar, Palmer & Rubio, 2017; Mustaffa, Aziz, Mahmood & Shuib, 2014; Velázquez-Navarrete & Gutiérrez-Rojas, 2019).
Las variables psicosociales que potencializan el riesgo suicida en estudiantes de educación superior se relacionan con el sexo femenino, bajo autoconcepto, patrones de vinculación inseguros y poca participación en actividades sociales y relaciones de intimidad (Goncalves, Cruz, Duarte & Freitas, 2016), mientras que otro estudio sugiere que las variables demográficas como el sexo masculino, la edad avanzada, un nivel educativo bajo y falta de conexión social se asocian con una mayor probabilidad de no revelar la ideación suicida (Husky, Zablith, Alvarez & Kovess-Masfety, 2016).
Al examinar la relación parental en el intento suicida, se encontró que el nivel de educación del padre, la madre, el estilo de crianza de la madre, la relación de los padres y la condición psicológica se asocian con la ideación suicida de por vida, y la madre puede desempeñar más papeles en la ideación suicida que el padre (Sun et al., 2017), en tanto que otro estudio indica que los estudiantes universitarios que presentan ideación suicida se ven afectados por el carácter, mientras que los estudiantes de intento de suicidio se ven afectados por el temperamento (Lee, Lee & Kim, 2017). El sexo y la influencia de los conflictos entre padres y adolescentes sigue siendo significativo para la ideación suicida (Chiu, Tseng & Lin, 2017).
Un ambiente familiar difícil desempeña un papel potenciador en la ideación suicida infantil y muestra un riesgo tres veces mayor de ideación suicida en comparación con niños que viven en familias armoniosas (Lin, Lin, Hsieh & Chang, 2014). La severidad de la ideación suicida es mayor en estudiantes que están lejos de casa y que viven solos, estudiantes con redes débiles de apoyo social o familiar, por lo que se concluye que una red de apoyo social frágil se asocia positivamente con la ideación y riesgo suicida (Goncalves et al., 2014).
El intento suicida también se relacionó con aquellos que consumen tabaco, tienen ideación suicida reciente como antigua y con los acontecimientos vitales (Silva et al., 2017). Se ha encontrado que el riesgo suicida se correlaciona positiva y significativamente con el afecto negativo (depresión, ansiedad) y negativamente con la claridad y regulación emocional, y la satisfacción con la vida (Gómez-Romero et al., 2018). Se resalta la importancia de la inteligencia emocional como amortiguador en la relación entre el estrés percibido y la ideación suicida (Abdollahi, Carlbring, Khanbani & Ghahfarokhi, 2016).
Por su parte, la desesperanza es uno de los factores de riesgo más estudiados en los comportamientos suicidas, sin embargo, algunos estudios han señalado que la desesperanza no distingue a los que intentan de los que piensan sin intentarlo (Qiu, Klonsky & Klein, 2017). La teoría del suicidio distingue de forma significativa a aquellos que han intentado suicidarse de aquellos con ideas suicidas (Klonsky, Saffer & Bryan, 2018). La desesperanza afectiva se relaciona con los intentos suicidas, y los niveles bajos de sentido de vida son la base de las conductas autolesivas (Rodríguez, Marco & García-Alandete, 2017), como un estilo de pensamiento rumiante puede ser más dañino cuando también hay una ausencia de esperanza u optimismo (Tucker et al., 2013).
La asociación entre las conductas de riesgo y los sentimientos de tristeza muestran relación significativa en los alumnos que han sido intimidados, asaltados por compañeros, han tenido sexo forzado, pertenecen a pandillas, así como el consumo excesivo de alcohol (James et al., 2017). En cuanto a las expectativas negativas y positivas como predictores de la depresión, la desesperanza y el comportamiento suicida en adolescentes, se encontró que la desesperanza de expectativa positiva fue el único predictor significativo de síntomas depresivos y comportamiento suicida (Horwitz, Berona, Czyz, Yeguez & King, 2017), lo cual coincide con estudios en los que la esperanza amortigua la asociación entre la desesperanza y el riesgo de suicidio (Chang, 2017). Hay una asociación negativa significativa entre la vinculación parental materna y paterna, y la victimización entre iguales, de modo que son mediadas por el estrés y la desesperanza (Shin, Lee, Yu & Ham, 2016). Asimismo, el apoyo social modera la relación entre los síntomas depresivos y la desesperanza en la predicción de pensamientos suicidas específicamente; la asociación entre los síntomas depresivos y la desesperanza disminuyó en estudiantes con altos niveles de apoyo social (Lamis, Ballard, May & Dvorak, 2016).
Investigadores en México han trabajado el suicidio o la desesperanza en jóvenes. Existen algunas diferencias significativas entre aquellos estudiantes que piensan y aquellos que intentan suicidarse, se relacionan con emociones negativas, impulsividad, futuro negativo contra futuro positivo, apoyo familiar y apoyo de amigos (Cordova, Rosales & Guzman, 2013). La presencia de riesgo en lo que respecta a la pérdida de motivación y expectativas negativas sobre el futuro son predictores consistentes sobre la desesperanza y el riesgo suicida (González y Hernández, 2012); en las mujeres, hubo un número mayor de situaciones sociodemográficas asociadas con la desesperanza de riesgo (Cordova y Rosales, 2010), de modo que son predictores de la ideación suicida, la autoestima y la frecuencia de conflictos con la madre (Sarmiento & Aguilar, 2011).
Se deben considerar los factores asociados a la ideación: consumo de sustancias adictivas, sexo, antecedentes de abuso sexual y depresión (Pérez et al., 2007). Los jóvenes que han intentado quitarse la vida presentan mayor búsqueda de sensaciones que los que no lo han intentado (Palacios, Sánchez y Andrade, 2010). Además, las mujeres tienen porcentajes estadísticamente significativos más altos de depresión que los varones, y los jóvenes con depresión tienen un riesgo 16 veces mayor de tener pensamientos suicidas y 5 veces mayor para intentos de suicidio (Cubillas, Román, Valdez y Galaviz, 2012).
En vista del hecho de que el suicidio es una causa importante de mortalidad de adolescentes en todo el mundo (Wasserman, Cheng & Jiang, 2005), el objetivo de esta investigación es evaluar si la estructura familiar tiene una influencia en la ideación suicida reportada por los adolescentes mexicanos, asimismo, identificar el nivel de desesperanza y compararla por género. Este estudio tiene una relevancia importante al ser pocas las investigaciones realizadas en México que aborden la ideación suicida y la desesperanza a partir de la estructura familiar del adolescente.
Método
Diseño
El estudio es de corte cuantitativo de tipo transversal, con alcances correlacionales a partir de variables demográficas (Hernández, Fernández y Baptista, 2014).
Población y participantes
Se trabajó con una muestra cautiva de 185 estudiantes de 12 a 15 años que asisten a la secundaria técnica número 66, el 50.3% son mujeres y un 49.7% hombres. Es considerada una población vulnerable por el contexto en el que está ubicado el plantel educativo y el riesgo de estar en contacto con drogas, pandillas y violencia. El método de muestreo utilizado fue no probabilístico incidental, la participación de los alumnos fue totalmente voluntaria.
Instrumento
Se incluyeron dos apartados de datos sociodemográficos y de caracterización de la muestra, en el primero se abarcaron indicadores dicotómicos para determinar la presencia o ausencia de pensamientos suicidas en el participante o en alguna persona conocida. En el segundo apartado de datos demográficos y de caracterización de la muestra incluyeron indicadores con las características de la dinámica familiar y las relaciones al interior de esta, de acuerdo con Rolland (2000), compuesta por 15 indicadores. En los primeros 9, se abarca la relación que tienen o han tenido los adolescentes con sus padres, la disciplina que recibieron en la infancia, los problemas familiares y la forma en que los adolescentes los afrontan, las preguntas son de opción múltiple, con respuestas de siempre (4), casi siempre (3), a veces (2), casi nunca (1) y nunca (0). Los seis ítems restantes abarcan los antecedentes familiares de violencia, abuso de alcohol y drogas, así como presencia de abuso sexual en la infancia, y su forma de respuesta es dicotómica (sí/no).
Cuestionario de Percepción de la ideación suicida, es un cuestionario de elaboración propia a partir de los criterios institucionales en el estado de Coahuila, México, utilizado como filtro para la atención a jóvenes que presentan ideación suicida. Consta de i2 ítems en los cuales se abordan las opiniones y creencias del adolescente en cuanto al tema de ideación suicida, su forma de respuesta es ordinal, con cinco opciones que van desde nunca (0) hasta siempre (4), además de dos matrices que identifican a las personas/instituciones que les afecta el suicidio y los sentimientos generados en la familia del suicida, dichos ítems tienen una forma de respuesta ordinal, la categoría de respuesta es siempre, casi siempre, a veces, casi nunca y nunca. La confiabilidad se calculó mediante el coeficiente I de McDonald (Domínguez-Lara, 2018), se obtuvo un valor de .877 (IC95%. 848-.901).
Este cuestionario fue sometido a revisión de expertos por parte de académicos y representantes institucionales especialistas en la materia, a quienes se les presentó un formato con los ítems del apartado, y de acuerdo con la experiencia y conocimientos de los expertos, identificaron la pertinencia de cada uno de ellos, con tres opciones de respuesta: a) de acuerdo (la pregunta es clara y correcta para los fines establecidos), b) parcialmente de acuerdo (la pregunta debe modificarse; en caso de elegir esa opción, colocar en el apartado de observaciones la propuesta de pregunta) y c) en desacuerdo (se sugiere eliminar la pregunta; en caso de elegir esta opción, colocar en el apartado de observaciones el motivo de la eliminación). Se eliminaron dos preguntas que tenían que ver más con la escala de desesperanza y se modificó la pregunta "¿Has intentado suicidarte?" por "¿Alguna vez has intentado suicidarte?" para hacer referencia a un tiempo pasado.
Escala de desesperanza de Beck (BHS), compuesta por 20 reactivos y con una forma de respuesta dicotómica (Beck, Weissman, Lester & Trexler, 1974). Es un cuestionario autoadministrado que valora la actitud de la persona ante su bienestar y sus expectativas futuras; se calculó la confiabilidad con el coeficiente I, que resultó con un valor de .715 (IC95% 648-769). Esta prueba se ha aplicado en diversos estudios con adolescente y jóvenes en los que se identifica el nivel de desesperanza, además de la relación que tiene con otros factores de riesgo.
Procedimiento y análisis de datos
La recolección de los datos en la secundaria técnica número 66 fue mediante la heteroaplicación no remunerada con formato de respuesta anónima. Se obtuvo el consentimiento informado de los participantes en apego estricto a las consideraciones éticas para la investigación con seres humanos, según las Pautas Éticas Internacionales para la Investigación Biomédica en Seres Humanos, planteadas por el Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas (CIOMS, 2002), en colaboración con la Organización Mundial de la Salud. Los resultados se procesaron con el paquete estadísticos SPSS versión 24. Se realizó una prueba piloto mediante la evaluación de expertos en el área. Se llevó a cabo un análisis de frecuencias y porcentajes para caracterizar la muestra seleccionada, además de identificar la estructura familiar de los adolescentes. Se efectuó un análisis comparativo por sexo de la escala de desesperanza de Beck mediante la prueba U de Mann Whitney y la correlación de Pearson entre la estructura familiar y la percepción de ideación suicida a un nivel de significancia de p £ 0,010.
Resultados
Dentro de las características demográficas de la población de adolescentes participantes, se entrevistaron a 185 alumnos de la escuela técnica número 66, que se encuentra ubicada en la colonia Satélite Sur, en Saltillo, Coahuila, y es considerada una secundaria de alto riesgo por los problemas presentados en el plantel, como es la venta y el consumo de drogas, un elevado índice de violencia y pandillerismo. El 50,3 % de la muestra son mujeres y un 49,7 % hombres; las edades oscilaron entre los 12 y 15 años; la mayoría de los estudiantes vive al poniente de la ciudad de Saltillo; y se abarcaron los tres grados de la secundaria.
Para identificar la estructura familiar, se encontró que el 80 % de los adolescentes vivieron su infancia con papá y mamá, y solo un 15 % la vivió solo con mamá, ahora en su adolescencia, bajó el porcentaje de alumnos que viven con papá y mamá a un 69,7 %, y aumentó el número de adolescentes que viven solo con mamá (21,1 %) y solo con papá (4,9 %). Un numero alto de adolescentes describió la disciplina que recibieron en la infancia con pocas reglas y pocos castigos (31,9 %) y un 29,9 % la describen con muchas reglas, pero con pocos castigos recibidos. Sin embargo, hubo alumnos que respondieron que durante su infancia no tuvieron ni reglas ni castigos, lo que representó un 7,6 % del total.
El 40 % de los adolescentes consideraron que en caso de que tengan algún problema pueden contar con cuatro o más personas de su familia; sin embargo, un 20 % mencionan que no cuentan con ninguna persona en caso de que tengan algún problema. Casi todos los adolescentes encuestados señalaron que llevan una buena o muy buena relación con su mamá (87,6 %); a diferencia de la relación con su papá, en que el 76,2 % señalaron que era buena o muy buena, y un 17,3 % la considera regular. Más de la mitad de los alumnos respondieron que sus padres están casados (56,8 %), un porcentaje menor que se encuentran separados (18,4 %) o en unión libre (15,1 %).
El 40 % del total de la muestra señalaron que forma parte de una familia extensa, ya que en el hogar donde ellos viven es compartido con algún familiar u otro integrante aparte de sus padres y hermanos. El 85,4 % de los adolescentes sí les cuentan a sus padres sobre sus problemas, de ellos el 21,1 % les platican sobre sus sentimientos y emociones, y el mismo porcentaje sobre sus problemas con amigos (21,1 %).
A la pregunta "¿Qué tan seguido se presentan discusiones fuertes en el hogar?", el 49,4 % señalaron que casi nunca y el 29,2 % que algunas veces hay discusiones. El 16,6 % mencionaron que, cuando se presenta un problema fuerte en la familia, lloran, se sienten mal y se van a otra parte o salen de la casa para distraerse. Por otro lado, el 16,2 % de los entrevistados señalan que en su familia hay algún integrante que tiene problemas con el alcohol, el 15,7 % mencionan que alguien de su familia lo ha ofendido o insultado y el 9,2 % indican que alguien de su familia les ha pegado o golpeado. Es importante señalar los porcentajes obtenidos, especialmente cuando se abordan preguntas con temas de violencia intrafamiliar, puesto que el porcentaje no representa a la mayoría; sin embargo, son considerados relevantes para la investigación. Este es el caso de los alumnos que señalan que algún integrante de su familia consume drogas (5,9 %) o de aquellos que mencionan que en su familia existen antecedentes de violencia familiar (2,2 %), asimismo, aquellos adolescentes que indicaron que han sido tocados de forma sexual sin su consentimiento (1,6 %). En la tabla 1, se aprecian las diferencias por sexo en los antecedentes familiares.
En cuanto a la percepción que tienen los adolescentes sobre la ideación suicida, se encontró que el 14,1 % de los adolescentes señalan que una persona cercana a ellos se ha intentado suicidar o se ha suicidado y el 16,2 % indican que alguno de sus amigos ha mencionado el suicidio como salida a uno de sus problemas. Es relevante destacar que el 8,1 % del total de los adolescentes han pensado en suicidarse, de ellos el 6,5 % lo han pensado de una a tres veces y el 1,6 % lo han pensado de cinco a seis veces. De los adolescentes que lo han pensado, el 4,9 % ya lo han intentado. Según la percepción de los adolescentes, mencionan como causas principales del suicidio el bullying (83 %), la violencia familiar (69,7 %), los problemas mentales (61,6 %) y el divorcio de los padres (53 %).
Se abordó el tema de la prevención del suicidio. El 39,5 % de los alumnos consideran que la comunicación es una buena estrategia, mientras que el 37,3 % creen que brindar atención psicológica o siquiátrica lo puede prevenir. Según la pregunta "Si una persona se suicida, ¿en qué medida crees que les afectaría a las siguientes personas?", se puede describir que los alumnos creen que a los padres (76 %), hermanos (41 %), esposo e hijos del suicida (62 %) les afectaría mucho, al contrario de las instituciones como la escuela (44 %), la Iglesia (55,2 %), la sociedad (64,8 %) y el Gobierno (81.7 %), que, de acuerdo con lo que los adolescentes creen, a ellos les afectaría muy poco o nada si una persona se suicida. Del total de los estudiantes encuestados, un 64,8 % señalan que con frecuencia el uso de alcohol influye en el suicidio, y el 53 % mencionan específicamente que el uso de drogas siempre influye en este.
Se realizó un análisis por sexo a partir del nivel de desesperanza presente (tabla 2). Se encontró que para el caso de las mujeres el 44,1 % se ubicaron en la categoría de desesperanza leve considerada como riesgo bajo de cometer suicidio y un 9,7 % en desesperanza moderada considerado como riesgo alto de cometer suicidio. Por su parte, en los hombres, el 47,8 % se ubican en desesperanza leve y un 20,7 % en desesperanza moderada; ninguno de los participantes alcanzó el nivel alto de desesperanza, sin embargo, es importante identificar las diferencias existentes, especialmente en el riesgo moderado de cometer suicidio.
Por otro lado, se realizó un análisis no paramétrico mediante la prueba UMW (tabla 3). Se tomó como variable agrupadora el sexo de los participantes y como variables de contraste las preguntas de la escala de desesperanza de Beck. Se encontraron diferencias significativas en tres de las 20 preguntas que conforman el apartado. Dicha diferencias presentan puntajes superiores en los varones en las tres variables.
Asimismo, se realizó un análisis no paramétrico por sexo. Se tomó como variable de contraste el nivel de desesperanza presente en los estudiantes (tabla 4). Se encontró que sí existen diferencias significativas, las cuales están cargadas hacia los hombres, lo que indica que las expectativas que tienen respecto de su futuro y las habilidades personales para la resolución de conflictos internos es insuficiente para afrontar las dificultades presentes y futuras que se les atraviesen, de modo que es mayor el riesgo en ellos.
Dentro del análisis de correlación de Pearson realizado a un nivel de significancia de p £ 0,010 entre la estructura familiar y la ideación suicida (tabla 5), se encontró una correlación de tipo positiva: mientras alguien de su familia haya ofendido o insultado al adolescente, este ha pensado alguna vez en suicidarse (0,198), una persona cercana a él lo ha intentado o se ha suicidado (0,211) y alguno de sus amigos ha mencionado el suicidio como una salida a sus problemas (0,375). Por su parte, la relación de los adolescentes con su papá se relaciona con el pensamiento suicida (0,303) y con que alguno de sus amigos ha mencionado el suicidio como salida a los problemas (0,264). Finalmente, la relación del adolescente con la madre se relaciona con la aceptación del suicidio como una salida a sus problemas (0,234).
En cuanto al análisis por sexo, en el caso de las estudiantes mujeres, la ideación suicida se relacionó con la relación que lleva con mama (0,326), con papa (0,409) y con haber sufrido violencia verbal (0,284). La frecuencia de consumo de drogas por parte de familiares se relacionó con el haber intentado suicidarse (0,326). Por su parte en los varones se relacionó el ser víctima de situaciones humillantes con haber recibido atención psicológica o siquiátrica (0,524) y el tener amigos que han mencionado el suicidio como una salida a los problemas con la relación con su padre (0,310) y haber sufrido violencia verbal (0,285).
Discusión
En México, la tasa de suicidio fue de 5.2 por cada 100 mil habitantes, y en la población de 15 a 29 años es la segunda causa de muerte, además de ser considerado un problema de salud pública (INEGI, 2017), por lo que es necesario identificar los principales factores y conductas que favorecen el riesgo suicida. En el estudio se modificó la estructura familiar de los adolescentes, de vivir con ambos padres durante la infancia, a vivir actualmente solo con uno de ellos, representa un poco menos de la mitad de la muestra, en la actualidad la investigación apoya una relación entre el estilo de crianza y la salud mental y el papel que juega la calidad de la relación padre-hijo siendo un moderador importante (Steele & McKinney, 2018), y los problemas familiares son una razón común para la ideación suicida (Menezes et al. , 2012). En cuanto a la disciplina que tuvieron en la infancia, se destaca que más de la mitad de los entrevistados recibieron normas y medidas confusas, con pocas reglas y castigos o al contrario con muchas reglas pero pocos castigos, trabajos recientes sugieren que la crianza impacta en las conductas adaptativas de la infancia y se refleja en la adolescencia y juventud (Casais, Flores & Domínguez, 2017). Un 20 % de los adolescentes señalan que no cuentan con ninguna persona de su familia en caso de problemas, el apoyo familiar es fundamental para que el adolescente consiga un soporte social satisfactorio (Pérez et al. , 2007).
Un aspecto adicional evaluó la relación que tienen los adolescentes con sus padres, siendo mejor con la madre, existe un porcentaje bajo que no les cuentan a sus padres de sus problemas, en la mayoría de las familiar se presentan discusiones fuertes, además de existir antecedentes de violencia y problemas de alcohol y drogas, siendo variables asociadas (Pinzón-Amado, et al. , 2013) que afectan la ideación suicida a temprana edad, en donde una red de apoyo social frágil se relaciona positivamente (Chiu et al., 2017, Gonçalves et al., 2014), la importancia de la unión familiar y el sentirse apoyado es un elemento resiliente en todos los aspectos de la vida (Reynoso et al., 2018).
Se ha publicado evidencia que indica que el uso de cigarrillos o alcohol aumenta el riesgo de ideación suicida y la ideación suicida aumenta el riesgo de uso de drogas ilícitas (Zhang & Wu, 2014). La mayoría de los adolescentes consideran que el consumo de tabaco y alcohol influyen en el comportamiento suicida como inicialmente señala Navarro-Gomez, (2017).
Un grupo pequeño del estudio indican que alguien de su familia lo ha ofendido o insultado, pegado o golpeado. Existen antecedentes de violencia familiar y han sido tocados de forma sexual sin su consentimiento, esto relacionado con estudios en los que la vinculación parental y la victimización son precedentes del estrés y la desesperanza (Shin, Lee, Yu& Ham, 2016).
Hay estudios que sugieren que existe una diferencia porcentual muy baja de aquellas personas que mencionan la ideación suicida de quienes lo intentan; según datos de la World Health Organization (WHO, 2014), hay indicios de que por cada adulto que se suicidó posiblemente más de 20 intentaron suicidarse, un aspecto importante son las vivencias y experiencias de las personas con ideación e intento suicida (Rendón-Quintero & Rodríguez-Gómez, 2016). Existe casi un 10 % de los adolescentes que han pensado en suicidarse, del cual la mitad ya lo han intentado; hay una diferencia del 3,2 % entre quien lo piensa y lo intenta. Los adolescentes señalan entre las causas principales del suicidio están la falta de comunicación familiar y el divorcio de los padres, por lo que pone en evidencia algunas características de la dinámica familiar que posiblemente incidan en que el adolescente desarrolle una ideación suicida, de modo que la comunicación es una buena estrategia para prevenir el suicidio.
Es importante mencionar que los adolescentes consideran que las instituciones como la escuela, la Iglesia, la sociedad y el Gobierno no les afectan en nada el suicidio de una persona, siendo factores socioculturales que influyen en el comportamiento suicida, ocasionando con frecuencia pensamientos de tristeza y apatía (Córdova & Guzmán, 2013), además de una tolerancia al dolor psicológico para la capacidad de suicidio (Meerwijk & Weiss, 2018, Zhang, Liu, & Sun, 2017). Este estudio cuestiona el trabajo realizado por estas instituciones, especialmente en la prevención y atención del suicidio en Saltillo, además de la limitada implementación de políticas públicas y tratamiento adecuado, tomando en cuenta que, en Coahuila, el suicidio es uno de los tres principales problemas de salud pública (Acosta, 2016).
Este estudio también provee información acerca del nivel de desesperanza, los adolescentes de sexo masculino presentan un nivel moderado de desesperanza mayor que las mujeres, a diferencia de lo que se encontró en un número creciente de investigaciones (Córdova y Rosales 2010; Cubillas et al., 2012, Rosales, Córdova & Guerrero, 2013; Sarmiento y Aguilar, 2011), quienes destacan mayores porcentajes de riesgo en mujeres que en hombres, de modo que son más vulnerables en el momento de afrontar problemas familiares o personales. Las mujeres tienen porcentajes por encima de los hombres en el nivel de riesgo mínimo o ninguno, siendo resultados importantes al considerar la vulnerabilidad que pueden presentar los alumnos de esta secundaria.
La relación con el padre presenta una correlación con el pensamiento suicida y no con la madre, como algunos estudios mencionan (Chiu et al., 2017; Sun et al., 2017). Sin embargo, con la madre solo se encontró correlación en la aceptación del suicidio como una salida de los adolescentes ante sus problemas, coincidiendo con estudios que muestran que la relación específicamente con la madre está asociada fuertemente con la ideación suicida en adolescentes (Li et al., 2017). Esta aproximación ha subrayado la importancia de la prevalencia de la ideación suicida entre estudiantes, esto implica la necesidad de realizar estrategias de prevención/intervención temprana, además se sugiere que las Universidades deberían evaluar sistémicamente la ideación suicida (Soares et al., 2015).
Los alcances obtenidos en esta investigación señalan una coherencia entre el objetivo planteado y los resultados obtenidos. Se describen las características de la dinámica y estructura familiar que vive el adolescente. Se destaca en la escala de desesperanza cómo los hombres obtienen diferencias significativas en relación con las mujeres, quienes muestran mayor nivel de desesperanza, esta aproximación proporciona evidencia adicional, ya que la literatura e investigaciones previas hacen alusión a un factor de riesgo de desesperanza al sexo femenino. En cuanto a la correlación, se puede ver el factor de impacto que tiene el padre y la madre en la convivencia con el adolescente y la ideación suicida. y la poca confianza que se tiene en las instituciones gubernamentales y religiosas.
Finalmente, los hallazgos deben ser interpretados a la luz de las siguientes limitaciones: primero, puesto que se trata de una muestra de pequeño tamaño, comparado con el marco de referencia citado; segundo, no se evaluó a una muestra clínica y, tercero, no se consideró la totalidad de factores de riesgo que se han asociado con el comportamiento suicida. No obstante estas limitaciones, este estudio provee información valiosa relacionada a la dinámica en la familia, la ideación, la desesperanza y el papel que representan las instituciones en los adolescentes, por lo que se recomienda ampliar el trabajo en el futuro e incluir un análisis longitudinal durante la adolescencia y juventud, para identificar si las diferencias encontradas son consistentes y observar si hay cambios en la estructura y la función familiar que puedan tener un impacto en la ideación suicida y la desesperanza. Por otro lado, aunque las correlaciones indican la relación entre los padres y los pensamientos suicidas, se sugiere incluir variables como pertenecer a pandillas, involucrarse en peleas, nivel educativo de los padres y el consumo de alcohol y drogas en los adolescentes, así como el soporte social percibido, para relacionar el nivel de desesperanza e ideación suicida con dichos factores de riesgo, que aumentan la vulnerabilidad de una persona al comportamiento suicida.