Introducción
El tiempo ha sido un fenómeno intrigante, objeto de estudio desde tiempos antiguos para todas las civilizaciones1. Muchas culturas desarrollaron instrumentos para representar el tiempo y medirlo1. La definición de tiempo ha sido una tarea difícil de abordar y se ha planteado una dicotomía para conceptualizarlo: Existe el tiempo físico u objetivo, susceptible de medición y el tiempo subjetivo o psicológico2. El tiempo subjetivo se define como la experiencia consciente de los procesos secuenciales que permiten al ser humano adaptarse a su entorno, con lo cual las representaciones temporales serían funciones cognitivas de alto nivel3. Estas funciones dependen de una base biológica (el sistema nervioso), y se desarrollan en forma progresiva a partir de la interacción que tiene el individuo con su entorno (medio ambiente, sociedad, educación, cultura), lo que a su vez favorece el desarrollo y la maduración neurológica1. El interés por estudiar la percepción del tiempo ha aumentado en los últimos años debido a que este proceso es fundamental para desarrollar en forma adecuada procesos perceptivos y cognitivos como el lenguaje y el aprendizaje2. En la situación extraordinaria de confinamiento obligatorio prolongado durante el año 2020 y 2021, como medida para controlar la propagación de la infección viral por SARS-CoV-2, muchos de los elementos que determinan la percepción de tiempo cambiaron, por lo que los procesos emocionales y cognitivos que dependen de la percepción de tiempo pudieron verse afectados de forma aún no determinada en todos los individuos, pero en especial en niños y adolescentes, quienes se encuentran en pleno desarrollo neurocognitivo que influye en la forma de percibir el tiempo4. El objetivo de la presente revisión narrativa es Sintetizar las bases neurológicas del fenómeno de percepción de tiempo, su importancia y la evidencia científica sobre posibles alteraciones en condiciones de cuarentena.
Materiales y métodos
Para la presente revisión narrativa se realizó una búsqueda bibliográfica temática en las bases de datos Pubmed, Medline, Scopus, y Google Scholar. Los términos de búsqueda en español e inglés incluyeron: percepción de tiempo (time perception), pandemia (pandemic), cognición (cognition), estados emocionales (emotional conditions), salud (health), cuarentenga -confinamiento- (quarantine -strict confinement-), los cuales se combinaron empleando el conector lógico “y”. Dado que el número de publicaciones sobre el tema no es muy amplio, no se estableció una ventana de tiempo. Se excluyeron artículos duplicados y aquellos cuya temática no se relacionaba con los descriptores seleccionados, posteriormente, se procedió a la lectura del resumen de los artículos, quedando un total de 56 documentos.
Resultados
Bases biológicas de la percepción del tiempo
Percepción del tiempo y función cognitiva
La capacidad para estimar el tiempo subjetivo, es decir, la experiencia interna que indica cuán rápido pasa el tiempo o cuánto tiempo pasó desde un determinado evento, es un proceso clave en los seres vivos, y en los mamíferos es una función que requiere el uso de un reloj interno en el cerebro5. El tiempo es percibido por los organismos a partir de la interacción de varios subsistemas que se activan en tres rangos de tiempo: uno es el de los milisegundos, otro el de segundos a minutos y el tercero, el rango superior a los minutos que es característico del tiempo circadiano6.
Funciones mentales superiores como el lenguaje y la praxia, dependen de la percepción del tiempo en el orden de los milisegundos, lo cual determina el control y las secuencias motoras en estos procesos7. Por otro lado, atención, memoria, aprendizaje, gnosia, y cognición dependen de la capacidad de percepción del tiempo en el rango de segundos a minutos (conocida como interval timing); en este caso diversos circuitos interactúan como es el caso de los circuitos cortico-talámicos6. Los ritmos circadianos operan en rangos superiores a minutos u horas, y participan en múltiples procesos fisiológicos y conductuales, aquí se presentan interacciones entre diversos sistemas de control biológico como el sistema nervioso y el sistema endocrino8.
Percepción del tiempo y enfermedad
Dado el papel que tiene el sistema nervioso en las funciones emocionales y cognitivas de los seres humanos, se sabe que nuestra percepción del tiempo se afecta por el estado de ánimo del individuo, por ejemplo, la impresión de que el tiempo pasa muy rápido cuando estamos entretenidos, o que transcurre demasiado lento cuando estamos aburridos9. De igual forma, la capacidad de percibir el tiempo es un signo característico de diversos trastornos mentales10. En pacientes que sufren desórdenes de las vías dopaminérgicas, como la enfermedad de Parkinson, Huntington y esquizofrenia la percepción del tiempo está alterada6. Así mismo, desórdenes psiquiátricos como depresión, ansiedad y adicción a ciertas drogas afectan la estimación del tiempo11,12.
La ansiedad y la depresión son reacciones adaptativas ante situaciones de estrés, y la enfermedad es una situación estresante para el individuo. Tanto el inicio y el desarrollo de una enfermedad, como el diagnóstico, el pronóstico y el desenlace de muchas patologías, especialmente crónicas, que son inciertos, generan estados de estrés crónico en el individuo que presenta la enfermedad13. El padecimiento, el sufrimiento, las intervenciones médicas y los tratamientos interrumpen la vida cotidiana del enfermo y su entorno, produciendo cambios importantes en los hábitos de los pacientes y sus familias, lo que genera estados de disconfort individual y grupal14,15.
Dentro de las intervenciones médicas la entubación orotraqueal se ha convertido en una práctica común y necesaria en este tiempo a causa de los trastornos respiratorios severos causados por la infección por COVID-1916; para realizar este procedimiento es necesario el uso de medicamentos principalmente anestésicos y sedantes, que por su efecto depresor de la actividad del sistema nervioso pueden interferir en la estimación del tiempo17. Como resultado, las personas a quienes se les administra estos fármacos, a menudo confunden la hora del día y el tiempo durante el cual estuvieron sometidos a la intervención.
Las percepciones del tiempo y el espacio se distorsionan en el sentido de que no se experimenta cuándo es de día o de noche, esto favorecido por el entorno hospitalario, o el paso del tiempo, de manera que los meses pueden ser percibidos como días y los días como horas18,19. Esto es aplicable a pacientes afectados por COVID-19 y en estado crítico en el entorno de las unidades de cuidados intensivos en donde los ritmos biológicos pudieron estar afectados20.
La alteración en la percepción del tiempo durante la enfermedad tendrá mayor o menor efecto dependiendo del significado que tenga la patología para el individuo y su entorno. Dadas esas circunstancias individuales, se puede producir distorsiones en la forma en que se percibe el tiempo, alterando la manera en que se interactúa con el tiempo físico y agravando las alteraciones en el ánimo de los afectados15.
La percepción del tiempo varía según los sentimientos, emociones, acontecimientos y situaciones que se van presentando durante las etapas del diagnóstico, el tratamiento y durante la evolución temprana o tardía de la enfermedad15. Así, la subestimación o sobreestimación del tiempo, puede tener relevancia en el estado físico global y en la salud general, como también en las actitudes y experiencias de la vivencia actual experimentada durante la pandemia por COVID-19, por ejemplo, una sobreestimación está asociada a la desesperanza síntoma característico de la depresión y la subestimación relacionada a la exaltación; un síntoma asociado a la ansiedad9. La modificación intempestiva de la vida cotidiana y la falta de marcadores de tiempo definidos, el estar inmersos en condiciones de incertidumbre permanentes de todo orden: social, económico, familiar, etc., puede interferir con la adaptación del individuo a un contexto inédito21.
Se debe tener en cuenta los cambios en la percepción de tiempo de los profesionales de la salud que están en la primera línea de atención sometidos a largas jornadas laborales, cambios en los horarios y las rutinas de atención, el aumento del número de pacientes, la fatiga laboral, entre otros, situaciones que pueden tener un efecto negativo en la sobrestimación del tiempo como se ha reportado en algunos estudios, hechos en los profesionales que de acuerdo a su nivel de estrés y su tipo de trabajo pueden experimentar cambios en cómo perciben el tiempo durante la atención a los pacientes22.
Percepción del tiempo, espera y monotonía
Diversos estudios proponen que la distorsión del tiempo subjetivo, es decir la no coincidencia con el tiempo objetivo, depende de la previsibilidad de lo que se está esperando y además esta mediado por los niveles de atención, de emoción, de expectativa y del contexto del estímulo, los cuales pueden afectar la experiencia sobre la percepción del tiempo23,24. Un punto de vista atribuye tales distorsiones a la modulación de la señal de estimulación neuronal del "reloj interno” que varía con la actividad; cuando se disminuye la velocidad del reloj la duración subjetivamente parece más corta porque hay menos unidades de tiempo internas que se acumulan en un intervalo dado. En cambio, sucede lo contrario cuando aumenta la velocidad de reloj, la duración parece mayor12. Esta velocidad del reloj se encuentra modulada por cambios en los niveles del neurotransmisor dopamina25.
En la vida cotidiana, un estado de ánimo cambia la relación con el tiempo: la monotonía o aburrimiento hacen que para el individuo cada hora se perciba como una eternidad, como si el tiempo se hubiera detenido; mientras que la sensación de estrés parece acelerar el flujo del tiempo, una hora parece nada. De igual manera, el tiempo parece pasar más rápido en actividades que concentran la atención y generan interés en la persona, que cuando no se presenta interés en lo que se está haciendo26. La tristeza puede influir en la percepción del tiempo desacelerándolo, lo cual se acentúa en pacientes con depresión e ideación suicida, una emoción negativa como el dolor o la frustración asociada a un evento desagradable generan emociones negativas frustración y tristeza lo que produce un aumento de la ansiedad por lo que pueda pasar en el futuro27-39.
Estudios sobre estados de confinamiento y su efecto en percepción de tiempo y la salud mental han sido abordados esporádicamente en prisioneros. En estos trabajos se reporta que el confinamiento puede alterar la percepción de tiempo que, sumado a los demás factores propios del prisionero como estigmatización y aislamiento social, generan conductas de agresividad y trastornos de conducta que dificultan la posible reinserción social31-33.
Discusión
La percepción del tiempo y el confinamiento prolongado obligatorio
En diciembre de 2019, las autoridades chinas informaron sobre la aparición de un grupo de infecciones respiratorias graves de etiología desconocida en Wuhan (provincia de Hubei, China), donde a pesar de los esfuerzos mundiales para frenar su propagación y drásticas medidas de restricción en los viajes, la enfermedad continuó expandiéndose implacablemente, lo que finalmente llevó a que se adoptara como medida extrema el confinamiento obligatorio en casa, decretado desde principios del 2020 a nivel global debido a la declarada pandemia por COVID-19, como una medida extraordinaria orientada principalmente a gestionar la ocupación de los servicios de salud a nivel mundial y evitar el colapso de los sistemas de salud, pues frente a la emergencia en salud, muchos países mostraron condiciones precarias de los sistemas de salud a todo nivel: infraestructura, recursos y personal. La cuarentena ha mostrado ser una de las pocas medidas eficaces para controlar la propagación del COVID-19, puesto que la inmunización de la población a través de la vacunación masiva y sostenida es un proceso que aún tiene muchos desafíos que afrontar34.
Con la decisión del confinamiento se llevó a la sociedad a una interrupción de las actividades normales y a la pérdida de marcadores de tiempo biológico como la disminución en los periodos de exposición a la luz solar y disminución del tiempo social, como el horario de trabajo, que permite al individuo recordar en qué día se está y lo habilita para planear actividades futuras, lo cual está enmarcado en los conceptos de tiempo retrospectivo determinado por procesos de memoria comparativa y el tiempo prospectivo basado en la atención y la capacidad de juicio. De igual forma, se eliminaron marcadores de tiempo social como la apertura y cierre de establecimientos: los teatros, los cines, los gimnasios, los bares y restaurantes; esto llevó a suprimir otro marcador de tiempo: las actividades de la vida social.
Se cancelaron las cenas con amigos o familiares, se eliminaron actividades de los fines de semana incluidos servicios en la iglesia, eventos deportivos profesionales, festividades, entre otros, lo cual obligó a que se adquirieran nuevos hábitos en espacios cerrados y con mínimas áreas de desplazamiento, caracterizados por la monotonía, ansiedad e incertidumbre que pudieron alterar la capacidad de percibir el tiempo tanto retrospectivo, como prospectivo35.
Esta es una situación sin precedentes, la población mundial ha estado en una situación de incertidumbre, desesperanza, temor, miedo, sensación vulnerabilidad y en escenarios que pueden favorecer condiciones de vida no saludables, que además predisponen al desarrollo de hábitos y estilos de vida no saludables36. Los factores que pueden alterar la homeostasis corporal y por ende el estado de salud de los individuos incluyen la reducción de la actividad física, la modificación de hábitos alimentarios, el aislamiento social, el potencial detrimento económico37. Estos factores se pueden agrupar en 4 tipos de estrés: estrés fisiológico, estrés psicológico, estrés social y estrés económico. El estrés psicológico está asociado con el confinamiento, el distanciamiento social y la modificación de estados de confort.
Asimismo, el miedo y la incertidumbre ante la enfermedad, sensaciones reforzadas continuamente por medios de comunicación y redes sociales quien, en su afán de informar, con datos poco claros y a veces no verificados, confunden y refuerzan aún más los sentimientos de miedo, angustia, responsabilidad y culpa por el estado de salud de los otros38-41. Estas condiciones pueden ocasionar sensaciones de distrés que asociadas a las rutinas limitadas dan lugar a la percepción de aburrimiento, crean una mezcla de sensaciones y emociones que conllevan a estados emocionales patológicos como la depresión que eventualmente potenciaría la distorsión en la estimación del tiempo; convirtiéndose en un círculo vicioso que exacerba el problema del estrés psicológico e incrementa la probabilidad de enfermedad mental10. Se ha descrito como el perder la continuidad de la propia línea de tiempo personal después de un trauma, puede ser bastante grave porque la alteración de percepciones del tiempo se ha asociado con malestar psicológico posteriores y problemas en la salud mental en muestras clínicas y comunitarias42.
Posible impacto del confinamiento en la percepción de tiempo y la salud mental
Las consecuencias del confinamiento obligatorio mundial en la salud mental y específicamente en la percepción de tiempo están por determinarse dado que hasta el momento no hay una inmunidad adquirida por el grueso de la población. Debido a la presencia de síntomas neurológicos tempranos y la no claridad sobre efectos en el sistema nervioso es prematuro afirmar o descartar consecuencias directas de la COVID-19, pero si empieza a evidenciar el efecto de los cambios en el entorno familiar y social sobre la conducta y los estados de ánimo de los individuos37.
Confinamiento y alteraciones emocionales
Algunos estudios muestran el impacto del confinamiento prolongado en estados de ánimos de la población. Dentro de las manifestaciones están la tristeza, la ansiedad, trastornos del sueño, pánico y miedo38,39,43-48. También se incluyen otras manifestaciones en la esfera mental como el incremento de la violencia familiar, el incremento en el consumo de sustancias psicoactivas, tabaco, alcohol y un aumento en suicidios49-51. Sin embargo, faltan estudios que documenten las posibles consecuencias sobre el estado de ánimo y la influencia de las enfermedades mentales en la carga global de la enfermedad a largo plazo.
Confinamiento y alteraciones cognitivas
Una de las áreas que aparentemente se vio menos afectada fue el campo de la educación, pues a nivel global las instituciones educativas de todos los niveles implementaron estrategias de educación remota52. Sin embargo, está por evaluarse si desplazar el contacto directo de los individuos, que por naturaleza son sociables, por una interacción virtual a veces sincrónica, a veces asíncrona, no afectó el proceso de desarrollo y maduración neurológica, sustrato necesario para un desarrollo adecuado de los procesos de aprendizaje.
Niños y adolescentes en procesos de formación tanto biológica, como mental y social necesitan de la experiencia y la interacción con los otros. Eso en particular es clave para desarrollar una adecuada percepción de tiempo, la cual es importante en la vida de los individuos, tanto para desarrollar la capacidad de organización y planeación del tiempo en actividades diarias, como para el aprendizaje de conceptos en donde el tiempo es fundamental como en el campo de las matemáticas, la física, la química, áreas que a su vez son claves en procesos de enseñanza y aprendizaje en todos los niveles educativos47. De igual forma, algunos expertos han planteado que mantener una perspectiva temporal equilibrada que incorpore la conciencia del pasado, el presente y el futuro está relacionada con una mejor salud mental41.
COVID-19 y sistema nervioso
Por otro lado, el conocimiento de la fisiopatología de la infección por COVID-19 en otros órganos y sistemas a parte del tracto respiratorio aún sigue siendo limitada, dado que las manifestaciones son mínimas, o pueden no ser evidentes en las fases agudas de la enfermedad; la evidencia científica está mostrando el impacto que COVID-19 puede tener a nivel neurológico53. Manifestaciones neurológicas descritas incluyen anosmia, disgeusia, ataxia, convulsiones y alteración de estado mental y podrían corresponder a signos de potencial neurovirulencia y propiedades neurotrópicas de COVID-1954. La invasión olfativa transmucosa podría ser la puerta de entrada al sistema nervioso central en individuos con COVID -19 y permitiría explicar los síntomas anteriormente descritos, pero las consecuencias a largo plazo aún están por establecer y podrían generar un alto costo económico y social ante la posibilidad de desarrollar discapacidades neurológicas como secuelas55,56.
Conclusiones
La percepción del tiempo (tiempo subjetivo) es la capacidad que tienen los individuos de relacionar fenómenos biológicos con el tiempo objetivo. Esta capacidad se adquiere con la maduración del sistema nervioso, que a su vez depende de la interacción del individuo con su entorno, es decir de la experiencia. Esta habilidad es necesaria para el desarrollo de procesos cognitivos, claves en muchas actividades del ser humano que van desde actividades cotidianos (programar y planear actividades) hasta proceso de alto nivel que garanticen un óptimo desempeño académico, profesional y social.
En diferentes situaciones la percepción del tiempo puede distorsionarse y en muchas enfermedades neurológicas y psiquiátricas la alteración en la percepción del tiempo puede ser una manifestación de la enfermedad. Esto se puede agravar si factores medioambientales que funcionan como marcadores de tiempo se alteran, aquí se incluye como marcadores de tiempo la interacción social (horario laboral, tiempo de esparcimiento, reuniones sociales, actividades lúdicas) y la interacción con el medio ambiente (ambiente familiar, ambiente laboral, ambiente académico y espacios de encuentro social).
En este sentido, durante la cuarentena obligatoria, debido a la pandemia por COVID-19, se generaron cambios en estilos de vida que afectaron a toda la humanidad y que derivaron en sentimientos de temor, ansiedad, monotonía e incertidumbre, emociones que pueden alterar la capacidad en la percepción del tiempo de los individuos y con ello afectar tanto el desempeño cognitivo como la salud mental.
El impacto de esta situación sin precedente de aislamiento prolongado y repetitivo, el estrés crónico asociado y sus consecuencias probablemente se manifestarán en todos los sectores de la sociedad en forma no predecible. Esto será más complejo para la población en formación a quien impactó en forma directa e inmediata el cambio en los procesos educativos que debieron transformar las actividades tradicionales eliminando el contacto directo, modificando horarios que alteran la capacidad de atención, la motivación y la memoria, elementos claves en la percepción de tiempo que a su vez son claves en la adquisición y el desarrollo de procesos cognitivos.
Es de esperar que el estrés social y económico en países con altos niveles de desempleo, de pobreza sea el detonante de altos niveles de agresividad y violencia, que a su vez pueden ser el detonante o el reflejo de trastornos mentales. Esto obliga a que el impacto del confinamiento, la distorsión en la percepción del tiempo generado y sus efectos en la salud mental sea uno de los temas de estudio actual y futuro, pues el efecto sobre la población general y sobre la carga global de enfermedad en particular, puede afectar una o varias generaciones, con las consecuencias que esto puede traer para el bienestar y el desarrollo de la sociedad en su conjunto.