Introducción
La movilidad residencial de los hogares al interior de una ciudad o movilidad residencial intraurbana (en adelante MRI) depende de diversas cuestiones, entre ellas, de las oportunidades de acceso a bienes y servicios que brinda el contexto que habitan los hogares (Molinatti y Peláez, 2012; Cunha y Jakob, 2010; Kaztman, 1999; Sabatini, Cáceres y Cerda, 2001). Cuando dichas oportunidades no logran satisfacer la totalidad de las necesidades que presentan las familias, aumenta la probabilidad de que estos deseen mudar su domicilio, con la consecuente posibilidad de generar profundas modificaciones en la composición social de las áreas residenciales en las que tiene lugar el fenómeno.
En razón de lo anterior, es posible afirmar que la MRI conforma la dimensión dinámica del proceso de segregación residencial1 (Duhau, 2003; Préteceille, 2003). De allí la importancia de este tipo de movilidad, fundamentalmente en el caso de América Latina, cuyas ciudades evidencian una notoria desigualdad social (Kaztman, 2001; PNUD, 2009; Sabatini, Cáceres y Cerda, 2001; Svampa, 2004).
Es importante tener en cuenta que el estudio de la MRI y su respectivo tratamiento dependen, en gran medida, de la información que se tiene sobre la problemática. Las fuentes tradicionales de información socio-demográfica en el caso de Argentina (como los Censos Nacionales de Población y la Encuesta Permanente de Hogares) no contemplan la movilidad residencial de los hogares al interior de las ciudades y sólo hay datos disponibles sobre migraciones internas e internacionales.
A partir del reconocimiento de estas limitaciones, en julio de 2011 se llevó a cabo una encuesta en cuatro barrios de escasos recursos de la ciudad Córdoba (Argentina) en el marco del proyecto de investigación Políticas habitacionales y segregación residencial socioeconómica en la ciudad de Córdoba (radicado en la Universidad Nacional de Córdoba). Con base en los resultados obtenidos, el presente trabajo se propone analizar la relación entre algunos factores considerados explicativos de la MRI y la disposición a la movilidad residencial intraurbana (en adelante DMRI) en el contexto aludido.
En función de ello, a continuación se exponen los principales antecedentes empíricos y conceptuales que justifican la selección de los factores considerados y su relación con la DMRI. Seguidamente, se explicitan las características generales del contexto estudiado y de los datos utilizados, así como las técnicas aplicadas para el procesamiento de la información con el fin de concretar el objetivo referido. Posteriormente, se comentan y discuten los resultados, para finalizar con la presentación de las conclusiones.
La movilidad residencial intraurbana. Concepto, antecedentes y factores que inciden en la posibilidad de su ocurrencia
El estudio de la MRI según Jiménez Blasco (1989) presenta tres áreas principales de interés: (1) las teorías generales acerca de la movilidad residencial, (2) la relación entre la movilidad residencial y la estructura urbana, y (3) los factores que inhiben o favorecen el cambio de residencia.
Desde comienzos del siglo XX se han realizado importantes esfuerzos por teorizar los diferentes procesos de MRI, ya sea a partir de la construcción de modelos socio-espaciales con énfasis en la competencia por el espacio urbano, del análisis de la movilidad centrado en la relación de la necesidad de las viviendas con la estructura cambiante de la familia o de la relación entre el uso del suelo, el transporte y la ubicación de las fuentes de empleo, y su influencia sobre las decisiones de localización residencial (Jiménez Blasco, 1989).
Otros estudios han centrado su atención en la relación entre la estructura urbana de una ciudad y las tendencias de movilidad residencial que tienen lugar en ella (Delaunay y Dureau, 2004; Dupond et al., 2000; Gilbert y Ward, 1982). En los mismos se afirma que los elementos físicos de una ciudad condicionan la elección residencial de las familias, pero es la estructura social urbana la que tiene mayor influencia en la decisión de un cambio de residencia. Por su parte, la movilidad residencial suele retroalimentar la estructura social preexistente, ya que las familias tienden a elegir su vivienda en aquella zona de la ciudad que se adecue mejor a sus aspiraciones o a sus posibilidades.
Entre los aportes que hacen referencia a los factores que pueden inhibir o favorecer el cambio de residencia de las familias, los resultados del trabajo de Rossi (1955, citado en Jiménez Blasco, 1989) adquieren una relevancia especial. Según este autor, las inclinaciones hacia un cambio o no de residencia se encuentran definidas por factores tanto individuales como contextuales. Los factores individuales se refieren a la composición familiar y a su ciclo de vida, mientras que los contextuales aluden a las condiciones y actitudes hacia el barrio y la vivienda en la cual se habita.
De manera complementaria, investigaciones como la de Lee, Oropesa y Kanan (1994) resaltan que la mayoría de los estudios han tendido a privilegiar el análisis de los factores individuales y desestimar, en consecuencia, el rol del contexto barrial en los procesos de toma de decisiones sobre los cambios de residencia. Esto adquiere una importancia especial en el caso de los barrios de bajo nivel socioeconómico, en los cuales, la elección de las familias tiene menores probabilidades de constituir el único factor que afecta la movilidad residencial.
Por su parte, Gilbert y Ward (1982), con base en un trabajo realizado en asentamientos pobres de tres ciudades latinoamericanas: Bogotá (Colombia), Ciudad de México (México) y Valencia (Venezuela), argumentan que los modelos residenciales de los sectores de menores ingresos constituyen el resultado de las limitaciones impuestas por los mercados del suelo urbano y de la vivienda, y no de las elecciones de los propios migrantes. En este sentido, se podría afirmar que la movilidad residencial está afectada por tres factores: (1) el acceso a la propiedad de la tierra, (2) la acción estatal en materia de hábitat y (3) la extensión física y organización de la ciudad, combinadas con la calidad y el costo del transporte público.
No obstante la importancia de la MRI como fenómeno, América Latina cuenta con escasos antecedentes referidos al tema (Duhau, 2003). En este sentido se destacan la compilación de trabajos realizada en Dupond et al. (2000) para tres ciudades de la región (Bogotá, Santiago de Chile y São Paulo) y algunos estudios puntuales sobre México D.F. (Delaunay y Dureau, 2004; Duhau, 2003; Gilbert y Ward, 1982), Bogotá (Dureau, 1999; Gilbert y Ward, 1982), el Área Metropolitana de Buenos Aires (Di Virgilio y Gil y de Anso, 2012) y Santiago de Chile (Del Pozo, et al., 2009; De Mattos e Hidalgo, 2007).
La revisión de los antecedentes citados permite entender a la MRI como la práctica espacial traducida en cambios en el lugar de residencia al interior de la ciudad. Asimismo, incorpora el concepto de DMRI que, a diferencia del primero, no implica necesariamente el traslado efectivo del domicilio. La DMRI alude al conjunto de expectativas y actitudes respecto a la MRI propiamente dicha.
Más allá de que un hogar se muestre dispuesto a mudar su residencia, la posibilidad de que este concrete el desplazamiento depende de distintos factores. Los antecedentes comentados sugieren que la movilidad residencial puede ser considerada como un "arbitraje" entre las aspiraciones (y necesidades) y las restricciones enfrentadas (Brun, 1998, citado en Duhau, 2003). Las aspiraciones comprenden: (1) la etapa del ciclo vital familiar, el tamaño y composición del hogar y (2) las preferencias moldeadas por la trayectoria residencial y los patrones habitacionales adquiridos a través de la familia. Por su parte, las restricciones están determinadas por: (1) los recursos disponibles y (2) la oferta existente y el conocimiento efectivo de las opciones posibles en un ámbito espacial dado que, normalmente no coincide con la ciudad en su conjunto, sino que sólo tiene en cuenta la parte conocida de la misma.
Todos estos factores -reconocidos en los niveles hogar, vivienda y barrio- determinan las oportunidades de acción y las proyecciones de sus habitantes, específicamente respecto a la movilidad residencial. En este trabajo son de especial interés la manera en que los habitantes de los cuatro barrios estudiados perciben subjetivamente el conjunto de oportunidades de su barrio y cómo esta percepción inhibe o favorece la DMRI. La relevancia de esta dimensión subjetiva yace en que las oportunidades que no son percibidas, simplemente no funcionan como tales (Kaztman, 1999).
Contextualización y presentación de los casos
La ciudad de Córdoba ha experimentado desde mediados de la década de 1980 un proceso de expansión suburbana producido conjuntamente por la reestructuración del espacio metropolitano, la concentración económica y la localización selectiva de nuevas inversiones privadas, fundamentalmente en la periferia urbana (Marengo, 2002). Este proceso se evidencia en la cantidad y diversidad de intervenciones habitacionales desarrolladas en el contorno de la ciudad. Por un lado, emprendimientos privados generan crecimiento del parque residencial mediante el diseño y la comercialización de urbanizaciones de perímetro cerrado y, por otro, el Estado provincial y municipal desarrolla urbanizaciones destinadas a la localización/relocalización de la población de bajos ingresos en la periferia de la ciudad.
Junto a las tipologías anteriores y vinculadas con la necesidad absoluta de las familias de disponer de un lugar para instalarse en la ciudad, coexisten otros tipos de urbanizaciones: las denominadas villas miseria (irregulares en la trama urbana y en régimen de tenencia de la vivienda y el terreno), los asentamientos (planificados y organizados por los mismos ocupantes), las producidas por organizaciones comunitarias para autoconsumo con propiedad colectiva de la tierra y las que producidas por entidades intermedias son destinadas a sectores de ingresos medios y medios-bajos (Rebord, 2010).
La distribución geográfica de las urbanizaciones construidas en las últimas décadas ofrece indicios de los procesos de producción y apropiación del espacio, determinados en gran medida, por los diferentes patrones de movilidad residencial evidenciados en el interior de la ciudad. En este sentido, mientras que las urbanizaciones cerradas se han localizado en el noroeste y sur de la ciudad, las desarrolladas por el Estado han tendido a situarse en el nordeste y sudeste.
Así se seleccionaron cuatro barrios de la ciudad de Córdoba para llevar a cabo el relevamiento de datos, cuyas principales características se sintetizan a continuación:
Ciudad Juan Pablo II y Ciudad Ampliación Cabildo: estos espacios residenciales constituyen dos de los 12 nuevos barrios construidos en el marco del programa de vivienda Mi Casa, Mi Vida ejecutado entre 2003 y 2008, los cuales, fueron denominados por el Gobierno de la Provincia de Córdoba como "barrios-ciudades". Se crean con el objetivo de relocalizar/erradicar aproximadamente a 8.000 familias asentadas irregularmente en zonas con altos riesgos de inundación al margen del Río Suquía o de canales de riego (Clichevsky y Brunstein, 2006).
El 80% de las familias beneficiarias del programa fueron trasladadas a este tipo de complejos habitacionales, los cuales, albergan entre 312 y 638 unidades residenciales. Además de contar con los servicios básicos (agua corriente, electricidad, cloacas, entre otros) poseen equipamientos sociales y comunitarios como jardín de infantes, escuela primaria, comedores, plazas, posta policial y centro comercial. Estos nuevos barrios han recibido importantes críticas desde diferentes ámbitos (académicos, políticos y sociales) tanto por su ubicación fuera de la ciudad y su falta de integración con la trama urbana vigente, como por las denominaciones que estos recibieron por los diseñadores del programa, por ejemplo "ciudad de los cuartetos" y los posibles efectos estigmatizadores de las mismas (Boito, Espoz Dalmasso e Ibáñez, 2009; Cisterna, 2011; 2012; Elorza, 2009; Tecco y Fernández, 2005).
Cooperativa Bajada San José y Cooperativa Canal de las Cascadas: se trata de "loteos cooperativos" que, al igual que los barrios-ciudades, tienen sus orígenes mayoritariamente en las villas miseria y/o en los asentamientos precarios. Sin embargo, a diferencia de los barrios resultantes del programa anteriormente mencionado, estas urbanizaciones surgen hace 30 años aproximadamente como consecuencia de la agrupación de sus habitantes en cooperativas creadas para acceder al suelo urbano y a la vivienda. Desde 1994 se encuentran contemplados por el Estado Municipal a partir de la ordenanza 8060/85 y su decreto modificatorio 25/94, que regula el fraccionamiento del suelo para población carenciada y habitantes de villas de emergencia de la ciudad de Córdoba.
La selección de los barrios mencionados estuvo motivada por tres factores: (1) responden a dos de las formas de acceso al suelo más comunes entre los sectores pobres de la ciudad y a nivel regional, (2) refieren a tipologías de urbanizaciones que representan alrededor del 25%2 de las urbanizaciones tramitadas en las últimas décadas en la ciudad, y (3) se trata de barrios construidos con algún tipo de intervención estatal.
Datos y métodos
Principales características de la fuente de información utilizada
Como fue comentado con anterioridad, para este trabajo se utilizaron datos provenientes de una encuesta de diseño propio aplicada a 203 "jefes/as de hogar" (o, en caso de ausencia, a sus respectivos cónyuges) residentes en los cuatro barrios referidos.
La cuantificación de la DMRI se realizó a partir de las preguntas: (1) Si tuviera la posibilidad de mudarse, ¿lo haría?; (2) ¿Dónde le gustaría vivir dentro de cinco años?; y (3) ¿Dónde cree que va a vivir dentro de cinco años? Por su parte, los factores inhibidores o favorecedores surgieron de los datos correspondientes a las variables detalladas a continuación, agrupadas de acuerdo a las siguientes dimensiones:
"Barrio": (1) condiciones materiales del barrio asociadas a la percepción que tienen sus habitantes sobre la calidad de la urbanización, de los servicios urbanos y del equipamiento barrial, (2) relación con los vecinos captada a partir del grado de confianza entre ellos y (3) percepción de la segregación residencial definida a partir de la reputación que tiene el barrio.
"Vivienda": (1) presencia de hacinamiento de hogares en la vivienda (más de un hogar por vivienda) y (2) existencia de hacinamiento por cuarto en el hogar (más de tres personas por cuarto).
"Hogar": (1) composición del hogar definida a partir de la relación o parentesco con el jefe/a, (2) etapa del ciclo del hogar en función de la tenencia de hijos y la edad de los miembros del hogar, (3) ingreso promedio mensual del hogar y (4) nivel educativo del jefe/a de hogar.
"Persona encuestada": (1) relación de parentesco con el jefe/a de hogar, (2) género; (3) edad y (4) máximo nivel educativo alcanzado.
Metodología de análisis
Para explorar las posibles asociaciones entre la variable DMRI y cada uno de los factores explicativos detallados se aplicaron diferentes Tests Chi-Cuadrado de Contingencia3 con un nivel de confianza del 95%. Con el fin de identificar el grupo en el cual es más probable que suceda el evento de interés, dichas pruebas fueron complementadas con el cálculo de Odds Ratio (OR) que estima la razón entre la probabilidad de ocurrencia de un evento en un grupo y su probabilidad de ocurrencia en otro grupo.
Dado que la aplicación de la metodología definida con anterioridad puede arrojar estimaciones sesgadas (en caso de confusión) o poco informativas (si existe interacción con una tercera variable), se complementó con el desarrollo de un modelo multivariado de regresión logística binaria. Esto permitió estimar el conjunto de factores explicativos de la DMRI.
Para la confección del modelo en cuestión, primero se testearon todas las variables independientes consideradas en el relevamiento y posteriormente, se seleccionaron aquellas que presentaban significancia estadística. La evaluación del modelo final resultante se realizó a partir de: a) una tabla de clasificación para determinar la especificidad y sensibilidad del modelo para clasificar individuos y b) el Test de Hosmer-Lemeshow.
Cabe comentar que el Test de Hosmer-Lemeshow constituye una prueba lógica que agrupa los casos en deciles de riesgo (o la probabilidad de presentar el evento) y compara los valores observados con los predichos al interior de cada decil (independientemente de si cuentan o no con el resultado esperado). En caso de existir una coincidencia elevada entre ambos valores (es decir, un buen ajuste), el Test Chi-Cuadrado que contrasta ambas distribuciones no muestra significación estadística.
Resultados y discusión
Caracterización sociodemográfica de los barrios encuestados
Con base en el objetivo planteado, se considera conveniente comenzar la exposición de los resultados con una caracterización socio-demográfica de los contextos barriales abordados. Una cuestión a destacar es que si bien, en principio, estos podrían ser considerados espacios homogéneos con alta concentración de pobreza, la investigación urbana de las últimas décadas señala lo contrario. En este sentido, se deben tener en cuenta las conclusiones de algunos estudiosos que afirman que el territorio desempeña un rol fundamental como dimensión constitutiva de la situación social en que se encuentran los diversos grupos sociales en la ciudad, en especial, entre los más pobres (Marques y Torres, 2005).
Como se observa en la Tabla No. 1, los perfiles demográficos de los barrios encuestados agrupados según la lógica de acceso al suelo urbano corresponden a poblaciones jóvenes, es decir, que tienen una alta proporción de niños menores de 15 años y una baja proporción de adultos mayores (65 años o más). Ambas cuestiones se evidencian en una baja edad mediana, similar a la observada en los países menos desarrollados de América Latina4 (CEPAL, 2003).
CARACTERÍSTICAS SOCIO-DEMOGRÁFICAS | LOTEOS COOPERATIVOS | BARRIO-CIUDADES | CIUDAD DE CÓRDOBA |
---|---|---|---|
(CENSO 2010) | |||
Edad mediana | 24 | 18 | 29 |
Población 0-14 años | 30% | 39% | 24% |
Población 15-64 años | 67% | 57% | 66% |
Población 65 años y más | 3% | 4% | 10% |
Relación de dependencia demográfica total | 48 | 77 | 51 |
Índice de masculinidad | 97 | 99 | 91 |
Hogares con jefatura femenina | 36% | 41% | 38% |
Hogares monoparentales | 16% | 18% | 21% |
MÁXIMO NIVEL EDUCATIVO ALCANZADO (población de 15 años y más que ya no asiste a la escuela) | |||
BAJO (sin instrucción o primaria incompleta) | 35% | 15% | 9% |
MEDIO-BAJO (primaria completa o secundaria incompleta) | 56% | 70% | 39% |
MEDIA-ALTA (secundaria completo o superior incompleto) | 7% | 13% | 32% |
ALTA (Superior completo) | 2% | 2% | 20% |
ASISTENCIA ESCOLAR DE NIÑOS | |||
Entre 6 y 12 años | 100% | 100% | 99% |
Entre 13 y 17 años | 85% | 79% | 88% |
Fuente: Elaboración propia con base en los resultados de la EMRI (2011) y a procesamiento propios del Censo Nacional de Población de 2010 en formato Redatam +SP
Con relación a la estructura de los hogares encuestados, se registra un importante porcentaje de hogares con jefatura femenina significativamente mayor en los barrios-ciudades. A pesar de ello, dicha proporción no se refleja en la proporción de hogares monoparentales ya que su incidencia, en ambas lógicas de acceso al suelo, es significativamente menor a la observada a nivel local.
Respecto del nivel educativo de las personas que residen en estos barrios, se observa una predominancia de personas con instrucción baja y medio-baja. Casi una de cada 10 personas de más de 15 años ha abandonado la escuela antes de finalizar los estudios secundarios. En el caso de los loteos cooperativos, gran parte de estas personas no ha concluido la escolaridad primaria lo que evidencia una situación de mayor vulnerabilidad social.
Con relación a la situación escolar de los niños menores de 17 años, los resultados del estudio señalan una asistencia universal a los establecimientos educativos por parte de los niños de 6 a 12 años. Por el contrario, en las edades que corresponden a la educación secundaria se manifiesta una menor concurrencia a las escuelas, siendo superior en los barrios-ciudades. Esto último podría deberse a la falta de escuelas secundarias en las zonas aledañas a dichos barrios ya que fueron construidos en lugares donde los establecimientos educativos de ese nivel eran, inicialmente, inexistentes.
Disposición a la movilidad residencial intraurbana presente y futura
Con relación a la asociación estadística entre la tipología de barrio y la DMRI actual y futura, los hogares encuestados en los loteos cooperativos presentaron una mayor DMRI actual que los estudiados en los barrios-ciudades. En este sentido, la posibilidad de que un hogar se haya manifestado dispuesto a mudarse es 3,59 veces mayor en el primer caso que en el segundo (véase Tabla No. 2).
Por su parte, la DMRI futura también fue superior en los hogares de los loteos cooperativos tanto en el momento de indagar por el deseo/expectativa de mudarse, como al preguntar por la creencia. Sin embargo, la DMRI es significativamente menor en el caso de la creencia especialmente entre los hogares de los loteos cooperativos. Ello refleja una "contradicción" entre las expectativas de los hogares sobre la movilidad residencial y las creencias acerca de una situación que, a futuro, permita hacerla efectiva.
¿Qué factores inhiben o favorecen la disposición a la movilidad residencial?
Con el fin de detectar los factores que inhiben o favorecen la DMRI se analizaron diferentes aspectos. Con respecto a aquellos que se refieren al barrio se consideró el grado de conformidad del encuestado con las infraestructuras y los servicios públicos presentes en él, suponiendo que la disconformidad con las condiciones materiales del barrio favorece la disposición de los hogares investigados a mudarse. Los resultados presentados revelan asociaciones estadísticamente significativas entre la DMRI y todos los aspectos relevados con relación a dicho aspecto, de manera que existen evidencias a favor de la hipótesis mencionada (véase Tabla No. 3).
También se indagó por la relación entre la DMRI y el grado de confianza de los hogares encuestados con respecto a sus vecinos, cuyo análisis se realizó a partir del supuesto: a mayor confianza, mayor capital social5 y, en consecuencia, menor DMRI. Los resultados indican una asociación estadísticamente significativa entre las variables analizadas. En este sentido, los hogares que manifestaron bajo o muy bajo grado de confianza hacia los vecinos tienen una mayor DMRI que aquellos que expresan lo contrario (véase Tabla No. 4).
Una última sub-dimensión tenida en cuenta nivel barrial fue la percepción que los hogares tienen sobre el prestigio o la "fama" que tiene el barrio en la sociedad. Se estima que esta variable se relaciona positivamente con la DMRI. En efecto, los hogares que perciben positivamente el prestigio del barrio están menos dispuestos a trasladar su domicilio.
Con relación a los atributos propios de las viviendas encuestadas, ninguno de los indicadores considerados -presencia de hacinamiento de hogares en la vivienda y existencia de hacinamiento por cuarto en el hogar- evidenció una asociación no significativa con la DMRI (p-value: 0,977). Probablemente esto se relacione con el alto nivel de hacinamiento por cuarto que caracteriza a la gran mayoría de los hogares que reside en entornos residenciales empobrecidos y segregados.
El estudio también contempló el análisis de la relación entre la DMRI y las características del hogar. Los resultados acusaron la inexistencia de asociaciones significativas entre la disposición a mudarse y la presencia de allegamientos6 en los hogares encuestados (p-value: 0,563). Se llegó a la misma conclusión en los casos de la tenencia de hijos en edad escolar (p-value: 0,625), incluso, al estratificar esta última por la edad de los hijos, en el caso del género del jefe/a del hogar (p-value: 0,787) aun controlando por la presencia del cónyuge o la tenencia de hijos en edad escolar, y en el ingreso promedio del hogar (p-value: entre 0,658 y 0,943 según categorizaciones realizadas).
Los resultados obtenidos en este estudio difieren de las investigaciones de otros autores para quienes estos atributos quizás representan los primeros factores que pueden influir en las expectativas y actitudes sobre la posibilidad de mudarse de casa y de barrio. En este sentido, algunos estudios dan cuenta de la relación negativa que existe entre el porcentaje de hogares con allegamiento y el grado de disposición a la movilidad residencial (Delaunay y Dureau, 2004; Del Pozo et al., 2009). Otros, a su vez, revelan la influencia de la tenencia de hijos en los cambios de residencia: parejas sin hijos en edad escolar tienden a ser más móviles geográficamente que aquellas que sí los tienen (Long, 1972).
Además de abordar los factores explicativos de la DMRI asociadas a las características de los hogares, este trabajo evalúo el impacto de las características propias de la persona que respondió la encuesta en la DMRI. Para tal fin se consideraron las variables: posición en el hogar, género, edad, máximo nivel educativo alcanzado y condición de actividad de la persona encuestada.
Con referencia a la posición que el encuestado tiene en su hogar, se registró que aquellos declarados como "cónyuge o pareja" están más dispuestos a modificar la residencia que quienes se reconocen como jefes/as de hogar (véase Tabla No. 5). Este resultado podría asociarse a que más de la mitad de los cónyuges entrevistados manifestaron no trabajar y estar dedicados exclusivamente a las tareas del hogar, cuestión que permite suponer menor movilidad diaria y, en consecuencia, una menor posibilidad de contacto con otras realidades sociales. Asimismo, se detectó que el género del encuestado también influye en la disposición para la movilidad residencial, siendo esta mayor en el caso de las mujeres.
Por último, la condición de actividad del encuestado ("activo" vs. "restantes categorías") no presentó asociación estadísticamente significativa con la DMRI (p-value: 0,180). Sucede lo mismo en el caso del máximo nivel educativo alcanzado y de la edad del entrevistado, independientemente de los agrupamientos efectuados (p-value: 0,539).
Los resultados exhibidos posibilitan realizar una aproximación a los factores de la GO que podrían inhibir o favorecer la DMRI de los hogares encuestados. No obstante, y como ya fuera anticipado en el apartado metodológico, dado que los resultados provienen de asociaciones bi-variadas podrían constituir estimaciones sesgadas o poco informativas, ya que entre cada una de las variables independientes y una variable dependiente, en este caso la DMRI, puede intervenir una tercera variable que enmascare el efecto analizado.
Con miras a superar dichas limitaciones, se desarrolló un modelo multivariado de regresión logística binaria con el fin de estimar el conjunto de oportunidades que explican la DMRI (0 = Si; 1 = No). Para la determinación del modelo final se testearon mediante diferentes métodos de selección de variables7 la totalidad de los factores considerados en este estudio, independientemente de si sus asociaciones eran o no significativas. Esta decisión obedece a que dichos factores se encuentran contemplados en la literatura especializada como elementos relevantes que contribuyen a explicar la DMRI (Brun, 1998, citado en Duhau, 2003).
El modelo final obtenido estimó la DMRI a partir de tres factores: a) uno objetivo vinculado a la tipología de barrio (barrio-ciudad/loteo cooperativo), b) y dos subjetivos: grado de confianza hacia los vecinos (Alto/Bajo) y prestigio (o "fama") del barrio (Bueno/Malo). El común denominador de dichos factores hace referencia a las características del entorno barrial y, particularmente, a la manera en que los hogares las perciben (véase Tabla No. 6).
El modelo reveló con respecto a la tipología de barrio que los hogares que residen en los loteos cooperativos están alrededor de tres veces más dispuestos a mudarse que aquellos que habitan en los barrios-ciudades. Este resultado podría fundamentarse en la mayor antigüedad de los primeros y, por consiguiente, en su deterioro material.8 Las diferentes formas de acceso y los procesos de apropiación social del hábitat también influyen diferencialmente en las expectativas y actitudes en torno a la posibilidad de cambiar de residencia, en especial, para el grupos de hogares más pobres (Abramo, 2008). Dichos factores podrían influir en las subjetividades de los hogares con respecto al barrio en el que residen y favorecer, en el caso de los loteos cooperativos, una respuesta positiva frente a la movilidad residencial. A pesar de ello, debe resaltarse que, como se evidencia en la Tabla No. 2, esta disposición disminuye de modo significativo cuando se indaga por el lugar de residencia dentro de cinco años.
A su vez, se observa que el grado de confianza de los hogares encuestados hacia sus vecinos y la percepción acerca del prestigio del barrio en el que residen inciden negativamente en la DMRI. En este sentido, lo hogares con un alto o muy alto nivel de confianza hacia los vecinos y con una percepción positiva sobre el prestigio del barrio están menos dispuestos a cambiar su lugar de residencia.
La importancia de la confianza hacia los vecinos radica en que esta aporta al desarrollo del capital social del barrio, da lugar a la eficiencia normativa (existencia de expectativas recíprocas que regulan el comportamiento de sus habitantes y, en consecuencia, evitan conductas que pueden atentar contra la convivencia civilizada) y a sentimientos de seguridad y correspondencia mutua entre los vecinos. Por su parte, el prestigio denota la forma en que los habitantes del barrio perciben que son advertidos por la sociedad. Cuando este último adquiere una connotación negativa puede conformar la base de la estigmatización social y territorial, e influir perjudicialmente en diferentes aspectos como el valor del inmueble, la posibilidad de conseguir empleo, entre otros.
Conclusiones
Los resultados presentados en este estudio revelan que diversos factores contribuyen a explicar, de alguna manera, la medida en que los hogares que habitan en contextos residenciales de bajos recursos están dispuestos a mudar su lugar de residencia dentro de una misma ciudad. En este sentido, se destaca el papel de las variables analizadas en la dimensión barrial (tipo de barrio, conformidad con las infraestructuras y los servicios barriales, confianza hacia los vecinos y prestigio del barrio) ya que acusaron influencias significativas en las expectativas y actitudes de los hogares en torno a la posibilidad de trasladar el domicilio, mientras que las asociadas con las dimensiones vivienda y hogar evidenciaron lo contrario.
También se observó que las características propias de la persona que contestó la encuesta presentaron resultados disímiles. Por un lado, las mujeres evidenciaron una predisposición a mudarse independientemente de si se reconocen como jefas de hogar o como cónyuges. Por otro lado, la edad, la máxima educación alcanzada y la condición de actividad no presentaron una asociación estadísticamente significativa frente a la posibilidad de cambiar su lugar de residencia, probablemente por la alta homogeneidad educativa y ocupacional que presentan estos espacios residenciales.
El modelo de análisis completo que analiza en forma conjunta todos los factores contemplados señala que en los barrios encuestados la DMRI podría estar explicada por tres factores: a) la tipología del barrio, a partir del cual es posible inferir que los hogares que residen en loteos cooperativos están más dispuestos a mudarse que aquellos que residen en barrios-ciudad debido, probablemente, a la mayor antigüedad de los primeros y a su consecuente deterioro material, b) el grado de confianza hacia los vecinos, y c) el prestigio del barrio. Estos últimos, referidos a cómo los encuestados perciben las condiciones de su barrio, se asocian de manera inversa a la DMRI.
En resumen, la disposición a la movilidad residencial constituye un fenómeno de abordaje complejo cuyas causas exceden las características propias del individuo o del hogar que integra. También intervienen las cualidades intrínsecas del barrio y la manera en que estas son percibidas por los hogares que lo habitan, especialmente si se considera que las oportunidades se encuentran distribuidas de forma desigual en el espacio urbano.