Lo urbano ha terminado por ser un conjunto de territorios colmados de agentes contaminantes de alta toxicidad, en donde se llevan a cabo procesos de mercantilización y despojo material y simbólico de la vida cotidiana, lo cual se ha traducido en una multiplicidad de dinámicas galopantes de subsunción formal y real de la ciudad global por el capital
Con la vuelta del siglo XX al XXI, se pueden identificar una serie de avatares económicos, políticos, culturales, sanitarios y territoriales que hoy en día caracterizan, desafortunadamente, la vida al interior de las ciudades en el mundo entero. La degradación constante y sistemática de la naturaleza y la dimensión procreativa de los sujetos en el núcleo de los espacios urbanos construidos, son un síntoma claro y evidente de la crisis multidimensional de nuestra sociedad (Acacio & Castro, 2019). Mientras tanto, son varias las esferas de la vida cotidiana de los urbanitas, así como de la propia dinámica y flujos materiales y energéticos del metabolismo de las ciudades (Mejía, 2020), que se han reconfigurado como espacios del capital que hoy día se ven alcanzados por la égida de la valorización del valor. En muchos núcleos urbanos se ha creado una dinámica histórica concreta que resulta idónea para la explotación de la fuerza de trabajo y los correlativos procesos de apropiación capitalista del plusvalor producido por la clase obrera -acumulación de capital, caída tendencial de la tasa de ganancia y despojo creciente de los medios de producción naturales, técnicos y culturales- que marcan la impronta de la especificidad del capitalismo actual (Dabat et al., 2015).
La vida al interior de las ciudades ha terminado por ser un proyecto civilizatorio enmarcado en lo que Mészaros (2007) ha denominado la producción de un desperdicio generalizado, lo cual ocurre en medio de una alta destructividad del capital globalizante (Mészaros, 2010). La principal característica de la economía política de las ciudades en el siglo XXI, es la producción sistemática y desbordante de valores de uso nocivos y degradantes, tanto para la vida humana, como para las condiciones biofísicas y químicas del planeta. La economía capitalista de corte neoliberal ha impulsado, también, el desarrollo de cierto tipo de fuerzas destructivas (Barreda, 2019), nucleadas por una tecnología del capital nociva (Veraza, 2012); como resultado se presenta una devastación ambiental y una degradación creciente en la salud y vida cotidiana de las personas que se concentran hoy día en el espacio urbano construido.
La producción de una decadencia civilizatoria al interior de las ciudades se ha tornado, a su vez, en condición de posibilidad para la emergencia histórica de una serie de avatares relacionados con cuestiones energéticas, instrumentales, materiales y simbólicas de la propia integridad del planeta, cuyo correlato está en el agotamiento de la capa de ozono, la acidificación oceánica, las alteraciones del ciclo del nitrógeno y fósforo, el cambio de uso de suelo, la alteración del ciclo del agua, la carga atmosférica de aerosoles, y la introducción de contaminantes novedosos de alta toxicidad (Rockstróm et al., 2009; Steffen et al, 2015).
Por otro lado, el contexto urbano actual se ha desarrollado de forma compleja y complicada, hasta llegar al punto de representar un retorcimiento creciente del principio de esperanza de la humanidad (Barreda et al, 2019). En pleno siglo XXI, las ciudades se han desarrollado a la par de un marco epistemológico y tecnocientífico con severas externalidades e injusticias socioambientales que reactualizan y complican los históricos problemas sociales relacionados con la escasez material. Además, en estos territorios urbanizados, o en proceso de urbanización, se ha producido de una miseria generalizada como resultado de la ley general de la acumulación de capital y del correlativo proceso de proletarización de la población.
Las ciudades, en tanto expresión territorial de las dinámicas económicas caracterizadas por un alto consumo productivo de materiales y energía, son espacios donde se generan residuos sólidos, químicos y emisión de gases de efecto invernadero (Luna-Nemecio, 2021), lo que las convierte en territorios con una alta vulnerabilidad socioambiental que se puede explicar a partir de una triple determinación. Primero, por su exposición urbana, que es la condición de susceptibilidad del asentamiento humano en las ciudades, al ser afectadas por estar en el área de influencia de los fenómenos peligrosos derivados del desbordamiento de los límites planetarios. Segundo, por su fragilidad social, que se refiere a la predisposición o susceptibilidad física-social del asentamiento humano a verse afectado por los factores socioeconómicos. Tercero, por la falta de resiliencia, expresada por parte del asentamiento humano en sus limitaciones e incapacidad de respuesta y en sus deficiencias para absorber el impacto de la crisis ambiental mundializada (Blaikie et al, 1996).
Las ciudades en América Latina y el Sur Global se han convertido en áreas de emergencia e injusticia socioambiental, aunque cabe mencionar que, también, diversos núcleos urbanos de los países industrializados se han visto afectados por los impactos crecientes de los cambios desregulados en los usos de suelo para favorecer la construcción de megaproyectos, de corredores urbano-industriales o el emplazamiento de actividades extractivistas. Esta situación ha evidenciado una amenaza para el ambiente y un riesgo para la salud humana dentro y fuera de las ciudades. Lo urbano ha terminado por ser un conjunto de territorios colmados de agentes contaminantes de alta toxicidad, en donde se llevan a cabo procesos de mercantilización y despojo material y simbólico de la vida cotidiana, lo cual se ha traducido en una multiplicidad de dinámicas galopantes de subsunción formal y real de la ciudad global por el capital.
Así, podemos encontrar que en las ciudades se ha llevado a cabo un proceso de producción espacial que ha dejado de lado el objetivo histórico de hacer de ellas territorios para el desarrollo civilizatorio de la humanidad, convirtiéndose, en cambio, en espacios de y para la acumulación de capital. En ese sentido, la ciudad, bajo su forma capitalista y su especificidad neoliberal, ha devenido un gestell totalitario (Veraza, 2010), en el que convergen una heterogeneidad de valores de uso nocivos y una tecnología ambientalmente destructiva y degradante de la salud de los millones de habitantes que hoy radican en el mercado mundial urbanizado.
Como resultado de dicho proceso de subsunción formal y real de lo urbano por el capital, y del mundo por la ciudad, tenemos el saqueo, despojo, sobreexplotación y contaminación de los recursos naturales, que son estratégicos para las actividades productivas y consuntivas del capital global. Dicha situación viene acompañada de un proceso de mercantilización forzada de los valores de uso que, sin ser productos del trabajo humano, terminan por ser parte del gran cúmulo de mercancías que hoy en día saturan y desbordan los diversos corredores urbano-industriales y demográficos.
Con lo dicho anteriormente, se puede establecer que existe una serie de paradojas en la relación capitalismo y ciudad, pues es verdad que lo urbano antecedió al modo de producción capitalista: la ciudad existía antes del capitalismo, pero este la ha desarrollado hasta su máxima expresión por cuanto apuntala complejos y complicados procesos de subordinación territorial bajo la valorización de valor. Entonces, la ciudad transmuta en un territorio que permite la propia realización del capital; es por ello por lo que la subsunción de lo urbano por el capital termina desarrollando la medida geopolítica de la ciudad. La relación entre capitalismo y ciudad, más aún durante el neoliberalismo, no alude a un vínculo entre elementos exteriores, pues el capitalismo es ciudad, aunque, paradójicamente -y he allí un principio esperanza (Galindo, 2018)-, lo urbano no necesariamente tiene que ser capitalista.
Ante esta serie de paradojas y disyuntivas entre lo urbano capitalista y sus problemas histórico-epocales, técnico-instrumentales y político-procreativos, es que la revista Bitácora Urbano Territorial ve la necesidad de publicar el presente Dossier que lleva por título "Los avatares de la ciudad en el siglo XXI". El objetivo principal es reconocer cómo se han incrementado, agudizado y complejizado los escenarios de riesgo y vulnerabilidad económica y social para la humanidad -teniendo en consideración que las ciudades son territorios estratégicos-, para poder comprender el desarrollo y las dinámicas económicas, políticas, culturales y sotioterritoriales de la propia especificidad de diversos avatares, que se configuran a raíz de la devastación ambiental y de la degradación de la salud y las condiciones procreativas de la sociedad.
Además, el estudio crítico sobre las ciudades y sus principales problemas se desarrolla de forma dialéctica hasta constituir un norte para el diseño, evaluación e implementación de alternativas, estrategias y posibilidades para enfrentar, mitigar o resolver las consecuencias derivadas de la referida devastación socioambiental, pues las ciudades son, a la vez, su condición posibilitante. Sin embargo, también son espacios en los que, al ser experimentados los efectos económicos y socioterritoriales de la referida destrucción del ambiente y degradación de la salud y del tejido social, se inaugura la posibilidad de volver a los espacios centrales para el desarrollo de asentamientos humanos basados en la sustentabilidad y resiliencia.
En este sentido cabe considerar cómo podría definirse y caracterizarse una ciudad sustentable y resiliente a los efectos de la devastación socioambiental. Si bien es cierto que la sustentabilidad no es considerada como la característica nodal de los actuales procesos de urbanización (Luna-Nemecio, 2017), se debe de mencionar que, desde 2015, la intención de construir ciudades y comunidades sostenibles se ha integrado como el onceavo objetivo para el desarrollo sostenible (Morán & Díaz, 2020). Sin embargo, muy poco se ha logrado avanzar hacia la concreción espacial efectiva de las agendas orientadas a esta finalidad, sobre todo, a partir de la emergencia de fenómenos meteorológicos atípicos y de la generación de una vulnerabilidad y riesgo socioambientales derivados de estos (Maturana, 2011).
Por esta razón, las ciudades sustentables tendrían que ser definidas desde la promoción de escenarios que no impliquen la cancelación de la posibilidad histórica, para que generaciones futuras puedan satisfacer sus necesidades frente a la actual superación de los límites naturales del planeta (Steffen et al., 2015). En ese sentido, el territorio urbano construido debe apuntar a la conservación ambiental y a la promoción de escenarios de equidad, inclusión, buena alimentación, educación y servicios de salud que permitan un desarrollo humano integral. La ciudad debe ser entendida como un espacio para promover escenarios de justicia social y ambiental de acuerdo con las condiciones del contexto y en favor de un proyecto ético de vida.
Por otro lado, las ciudades resilientes a los efectos socioterritoriales de la devastación ambiental se han de considerar como una derivación lógica de la sustentabilidad urbana (Barton, 2009). Procurar el desarrollo de un espacio urbano resiliente a la creciente ruptura del metabolismo sociedad-naturaleza, implica considerar las capacidades y habilidades para lograr el retorno hacia las dinámicas productivas, circulatorias, distributivas y de consumo que caracterizan la vida en las ciudades. Este camino es crucial para evitar que los territorios urbanos sean convertidos por el capital en escenarios de emergencia ambiental e injusticia social. Cada una de estas alternativas debe enfocarse en recuperar y mantener las estrategias gubernamentales y no gubernamentales encaminadas a superar los efectos socioambientales de la crisis multidimensional actual.
Los diversos retos que la devastación socioambiental pone sobre la mesa, para lograr alcanzar la transición hacia ciudades sustentables y resilientes, hacen necesaria una precisión conceptual al respecto de la relación entre sustentabilidad y resiliencia. Aunque hablar de resiliencia urbana implica tomar en cuenta la construcción de ciudades sustentables, ambos conceptos no deben ser tomados como iguales, pues puede que existan ciudades resilientes pero que no logran alanzar el horizonte de la sustentabilidad (Luna-Nemecio & Tobón, 2021).
En un sentido similar, se debe establecer la diferencia entre lo que se comprende por transición y lo que implica hablar de transformación, pues aunque se relacionan, el primer concepto hace alusión a los cambios paulatinos que, a manera de reformas y en un corto o mediano plazo, se pueden llevar a cabo al interior de las ciudades para que estas hagan de la sustentabilidad un motor de desarrollo y logren, paulatinamente, ser resilientes a los efectos socioterritoriales de la crisis ambiental y social que se vive en las ciudades. Mientras tanto, el segundo concepto, el de transformación de las ciudades en espacios sustentables y resilientes, implica pensar cambios radicales y de larga duración en los asentamientos urbanos frente a los retos que le pone la devastación socioambiental; se hace, entonces, necesario pensar y avanzar hacia una transición transformadora de la ciudad para alcanzar un horizonte sustentable y resiliente (Luna-Nemecio & Tobón, 2021).
Es así que el presente Dossier concentra en sus páginas importantes estudios realizados por una heterogeneidad de académicos e investigadores que han dedicado su labor a la exploración crítica, rigurosa y sistemática de las múltiples dimensiones que permiten explicar la génesis y estructura de los avatares de la ciudad en pleno siglo XXI. Es importante mencionar que el orden en el que aparecen los primeros diez artículos, de los once que componen el Dossier, se ha dividido en tres grandes áreas temáticas: primera, la producción espacial en el capitalismo, y sus consecuencias ambientales y de mercantilización de la vida cotidiana; segunda, los problemas y alternativas frente al derecho a la ciudad y, tercera, la pobreza, desigualdad, cultura y actores específicos que enfrentan dichos problemas. Además, como conclusión general del Dossier, se presenta un onceavo artículo que busca contextualizar los avatares de la ciudad en el contexto histórico epocal del COVID-19 como uno de los fenómenos epidemiológicos que, sin lugar a dudas, ha venido a complicar la agenda de las ciudades en el siglo XXI.
En este sentido, el primer artículo del Dossier se titula "Entre el desarrollo desigual y el derecho a la ciudad. Reflexiones sobre Lima Metropolitana en el siglo XXI"; en él, Diana Torres Obregón ofrece una reflexión sobre la relación entre la espacialidad producida en las ciudades y la crisis económica global acaecida en el contexto neoliberal. En este trabajo, la autora parte de la Teoría Urbana Crítica para cuestionar la hegemonización y privatización los medios sociales de producción espacial al interior de las ciudades, estableciendo mecanismos y espacios en favor de la acumulación de capital.
El segundo artículo de este número de la revista Bitácora Urbano Territorial es de Julio César Morales Hernández, Ana Lexie Montes López, Oscar Frausto Martínez, Bartolo Cruz Romero. Cynthia Lizeth González Mercado y Fátima Maciel Carrillo González. En este escrito, titulado "Contaminación del aire en la zona urbana de Puerto Vallarta, México", las y los autores abordan el problema que representa el Material Particulado que se encuentra disperso en la atmósfera y que se ha convertido en un factor de riesgo para la salud respiratoria de los habitantes de la zona urbana de Puerto Vallarta, especialmente para aquellos urbanitas que radican en las colonias de El Pitillal, Mojoneras, Centro y las Juntas, las cuales quedan enmarcadas en el desarrollo urbano territorial.
En tercer lugar, el presente Dossier contiene el artículo de Camila Cavalheiro Ribeiro da Silva y Adriana Elizabeth Mejía Artieda, cuyo título es "El consumo alimentario en la ciudad mercantilizada. Dos casos en São Paulo (Brasil)". En este escrito, las autoras analizan el vínculo entre la urbanización y la comercialización de alimentos en la ciudad brasileña de São Paulo, enfocándose en los mercados municipales de Pinheiros y el mayorista como los dos casos de estudio que les permiten constatar que la urbanización afecta la comercialización de alimentos. Su investigación permite ver cómo en la ciudad los alimentos son tratados únicamente como mercancías, lo cual tiene impactos que se manifiestan en los nuevos modelos de comercialización de alimentos, en la cultura de consumo alimentario, en la inequidad de acceso a la alimentación y a la ciudad, y en un desequilibrio entre campo y ciudad.
Carlos Alberto Castaño Aguirre e Iván Darío García Ordoñez son los autores del cuarto artículo del Dossier. Su trabajo lleva por título "Poder, desigualdades y violencias sobre los sujetos que ocupan el espacio público" y aborda el problema de las relaciones de poder y desigualdades sociales que se producen en las ciudades, bajo un contexto de violencia generalizada que se despliega en múltiples sentidos al interior de los espacios públicos. El estudio concluye que la marginalidad social no se genera de forma homogénea ni con relación a una sola manera de vivir la desigualdad y la discriminación, sino que responde a diversas organizaciones y relaciones de poder que se estructuran al interior de las ciudades.
Hasta ahí, el Dossier ha avanzado diversos pasos argumentales que permiten reconocer cómo la producción espacial al interior de las ciudades capitalistas ha terminado por privilegiar los procesos de acumulación de ganancias y la mercantilización de la vida cotidiana. Esos espacios del capital se traducen en destrucción ambiental y generación de miseria, marginalidad y violencias al interior de las ciudades, lo cual permite dar un paso más en el argumento general de este número especial de Bitácora y abordar, como un segundo apartado implícito del Dossier, estudios que hablan acerca del derecho a la ciudad.
En este sentido, el quinto artículo, "El derecho a la ciudad en las aglomeraciones: miradas desde América Latina", presentado por María José Pamplona Sierra y Pedro Piedrahita Bustamante, indaga en la producción científica latinoamericana en torno a la garantía del derecho a la ciudad ante fenómenos de aglomeración urbana. Su estudio les permitió evidenciar la escasa teorización y acercamiento empírico a la relación entre derecho a la ciudad, aglomeración urbana y gobierno urbano; es por eso por lo que, según este artículo, es necesario garantizar una mejor y mayor cooperación y coordinación en aquellos territorios cuya producción espacial y administración local han generado aglomeraciones urbanas.
En un tenor similar, se encuentra el sexto artículo, "Los gustos espaciales y las expectativas residenciales en Chile: el principio del derecho a la vivienda". El autor, Félix Rojo Mendoza, explora la simbología presente en imaginarios sobre la vivienda en relación con el nivel de ingresos de las clases bajas, medias o altas de la ciudad chilena de Temuco. Este análisis permite considerar las transformaciones en las formas de producción del capitalismo actual, la creación de nuevas clases sociales y la temprana introducción de la idea de vivienda propia en Chile, respecto al grado de correspondencia entre los capitales de una persona y la proyección de un gusto espacial determinado sobre la ciudad. Además, esta investigación permite reconocer que el principio de propiedad sobre la vivienda opera como el fundamento central de la expectativa residencial, independientemente de la clase social de la persona.
El séptimo artículo es presentado por José Ignacio Larreche y Lucia Alejandra Cobo, quienes abordan el tema del derecho a la ciudad desde una perspectiva feminista. En este sentido, su artículo, "Urbanismo de implicación feminista. El derecho al territorio", permite acercarse a una reflexión que aborda el tema del ciudadano que, como sujeto de derecho, vive la ciudad generando y reproduciendo espacios y dinámicas concretas de la vida al interior de los territorios urbanizados. Es por ello que el autor y la autora exploran la relación entre el urbanismo como discurso y lo que denominan una espacialidad feminista, estableciendo como un objetivo de esta última el impulsar el derecho al territorio.
En este punto nos encontramos con el tercer paso argumental del Dossier, el cual se deriva de los presentados con antelación y, al tiempo, los complementa; en los tres artículos que lo componen se particulariza el análisis de los avatares de la ciudad en referencia a fenómenos socioterritoriales y a actores específicos que se enfrentan, luchan y resisten algunos de los avatares por los que atraviesan las ciudades en el siglo XXI. En "Segregación y pobreza multidimensional en el sistema urbano colombiano", José Mario Mayorga Henao, Laura Milena Hernández y María Camila Lozano, identifican una serie de patrones de distribución de la pobreza al interior de las principales aglomeraciones urbanas de Colombia, lo cual les permite estimar la medida de la segregación residencial y la manera en que estos espacios urbanizados reflejan la separación entre clases sociales.
El noveno artículo del Dossier se titula "Urbanización y municipalización en territorio indígena". Allí, Suyai Malen García Gualda, analiza los efectos urbano-territoriales generados por los procesos de municipalización sobre las comunidades mapuce. La autora logra reconstruir el proceso de vulneración del territorio generado por la ausencia de políticas públicas que protejan a este sector de la población frente al sistemático proceso de generación de injusticia socioambiental.
La tercera sección del Dossier concluye con el artículo "De hidalgos y avatares: el Metro como espacio cultural"; en él, Erick Serna Luna presenta el proceso histórico de transformación que ha vivido una de las estaciones del servicio de transporte metropolitano ("Metro") frente al crecimiento de una de las ciudades más monstruosas del mundo. El estudio, realizado desde un enfoque etnográfico, permite conocer cada una de las etapas en las que la política urbana de renovación y recuperación de espacios de la Ciudad de México se ha extendido a los espacios del Metro, hasta el punto de ser parte de la visión hegemónica de lo urbano.
El Dossier concluye con un onceavo artículo titulado "Identificando las complicidades urbanas del CO-VID-19 en Latinoamérica. El caso de las ciudades peruanas". El autor, Yeimis Milton Palomino Pichihua, atina en posicionar su estudio en una de las grandes crisis de salud que ha vivido nuestra sociedad en tiempos recientes y que se despliega despóticamente sobre diversos territorios. Las ciudades, por diversas razones estructurales, políticas, económicas, ambientales, alimentarias y de servicios, se han convertido en espacios altamente contradictorios en tanto que, por un lado, protegen y ofrecen cobijo a sus habitantes, mientras que, por otro lado, son espacios de alta exposición al contagio del nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
Es importante señalar que los artículos que se ofrecen a lo largo del Dossier no buscan ser un tratado exhaustivo sobre las temáticas particulares que abordan. Al contrario, buscan -y cumplen excelsamente con esta tarea- ser una muestra panorámica lo suficientemente representativa de la compleja, preocupante y dolorosa realidad de millones de urbanistas que diariamente conviven y sobreviven en medio de una normalidad degradada y degradante que caracteriza hoy día la vida cotidiana en las ciudades.
Para cerrar esta introducción al Dossier, y como coordinador del mismo, espero que la entrega de cada uno de los artículos que lo integran resulte de alta utilidad para pensar e intervenir en los diversos problemas de contexto que los avatares de la ciudad nos han planteado como humanidad en pleno desarrollo del siglo XXI.