Diferentes mamíferos del orden Carnívora, entre ellos Procyon lotor (Linnaeus, 1758) se han registrado como depredadores masivos de bufónidos (Wright 1966, Schaaf y Garton 1970, Jones et al. 1999, Wells 2007). El sapo de pinos, Incilius occidentalis (Camerano, 1879), es endémico de México con una amplia distribución geográfica en el centro sur y noroeste del país (Woolrich-Piña et al. 2010). Si bien se han descrito sus estrategias antidepredadoras (Abbadié-Bisogno et al. 2001), sus depredadores son poco conocidos e incluyen entre otros a serpientes (Abbadié-Bisogno et al. 2003). En este trabajo se documenta la depredación masiva del sapo de pinos, I. occidentalis; desde nuestro conocimiento, el primer registro de depredación masiva en México se realizó en Incilius alvarius (Girard, 1859) en Sonora (Wright 1966).
Entre las 10:00-16:00 h del 20 de octubre de 2014 seis personas registraron restos frescos de catorce individuos adultos y dos individuos adultos vivos de I. occidentalis en aproximadamente 1,2 km del río Temozolapa, Zumpahuacán, Estado de México, México (1777 m de altitud; 18°52'32'' Norte, 99°36'9,3'' Oeste y 18°52'54,3'' Norte, 99°36'35,3'' Oeste; el río es permanente con la mayoría de las pozas someras y vegetación de selva baja caducifolia); el 3 de noviembre 2014 en el mismo sitio del río, siete personas, entre las 12:00-18:00 h, registraron restos frescos de cinco individuos adultos más. El 95 % de los individuos se encontraron en los márgenes del río y el resto se les encontró flotando. Generalmente se observaron dispersos, con excepción de un grupo de tres (Fig. 1a). En el caso de los sapos muertos todos tenían la parte dorsal, incluyendo la cabeza y las glándulas parótidas con excreciones blanquecinas (Fig. 1a), sin embargo, no tenían vísceras ni alguna extremidad así: uno sin una extremidad, cinco sin dos extremidades, uno sin tres extremidades y doce sin las cuatro extremidades; en total se registró la ausencia de 36 extremidades delanteras y 26 extremidades traseras.
Respecto a los individuos vivos, uno carecía de la extremidad delantera izquierda y uno más carecía de las extremidades posteriores (Fig. 1b). Adicionalmente, se registraron múltiples puestas de I. occidentalis, en forma de rosario como las descritas por Canseco-Márquez y Gutiérrez-Mayen (2010), adheridas a rocas o a la vegetación en los márgenes del río. Por lo anterior, se determinó que la zona de estudio es un sitio de reproducción, lo cual coincide temporalmente con otras poblaciones de I. occidentalis (Woolrich et al. 2010). También, alrededor o cerca de los restos de los individuos se registraron huellas que de acuerdo con su tamaño y características (Aranda-Sánchez 2012) son de mapache, P. lotor (Fig. 1c).
La depredación masiva de anuros por P. lotor es un fenómeno documentado previamente, de forma indirecta, en especies de la familia Bufonidae (Schaaf y Garton 1970, Jones et al. 1999). Dichos estudios coinciden con el presente trabajo en las siguientes evidencias: 1) restos de múltiples individuos que carecen de extremidades y vísceras, manteniendo intactas cabeza y glándulas parótidas, 2) agregación de individuos para reproducirse, y 3) presencia de huellas atribuibles a P. lotor alrededor o cerca de los restos encontrados. Por lo anterior, resulta factible pensar que la depredación masiva registrada en I. occidentalis fue hecha por P. lotor en el río Temozolapa, quien ha aprendido a consumir partes corporales inocuas. Respecto al consumo, Wright (1966) y Schaaf y Garton (1970) sugieren que P. lotor, por experiencia, evita ingerir la porción dorsal de los sapos, incluyendo glándulas parótidas principal fuente de toxicidad, y consume únicamente las partes de mayor palatabilidad y contenido energético como son vísceras y extremidades. Este comportamiento se ha sugerido como una técnica de defensa, ya que se ha registrado que la secreción de las glándulas de ciertos bufónidos provoca nausea, dificultad para respirar y parálisis muscular en vertebrados e incluso pueden provocar la muerte (Noble 1931, Shine 2010).
Los mamíferos pueden tener un impacto significativo a nivel local en las poblaciones de anuros que depredan masivamente, de hecho entre los carnívoros P. lotor es frecuentemente citado como un depredador importante de ranas (Wells 2007); sin embargo, en contraposición con ello se ha registrado que P. lotor consume una gran cantidad de materia vegetal y pequeñas cantidades de vertebrados, incluyendo anuros (Ceballos y Oliva 2005). La evidencia disponible sugiere que la depredación masiva tiene escaso efecto en la población de I. occidentalis del río Temozolapa, ya que se encontraron innumerables puestas durante ambos muestreos. Por ello, un estudio poblacional de I. occidentalis ayudará a entender mejor la variación estacional en su tasa depredatoria y el efecto de la interacción con P. lotor en el río Temozolapa.