1. Introducción
La emergencia de las sustancias de diseño, de síntesis o sintéticas, como las formas de su utilización, los contextos donde estos consumos se dan, y las formas vinculares que se generan en dichos espacios, se encuentran ampliamente documentados y analizados en diversos trabajos (Calafat et al., 1998; Calafat, Jerez, & Duch, 2009; Camarotti, 2012; Camarotti & Güelman, 2013; Gamella & Álvarez-Roldán, 1999; Ganter-Solís, Rivera-Martínez, & Cuevas-Stegmaier, 2017; Güelman, 2015; Kornblit, 2004; Lenarduzzi, 2014). En Argentina, las drogas sintéticas emergen durante la década de 1990 en un contexto de masificación de las drogas ilegalizadas. El éxtasis, la primera de las drogas de diseño en cobrar notoriedad, se inscribe en este contexto con un potencial de maximización del ocio y de la experiencia de nocturnidad, orientada al consumo recreativo juvenil.
Enmarcado en estos escenarios específicos de nocturnidad y ocio, se configuran formas de sociabilidad influidas por estos contextos, construyendo así una imagen particular de juventud: jóvenes de clase media con recursos económicos para comprar las drogas de diseño; transgresores respecto de la mirada hegemónica en torno al consumo; sensibles a la emergencia de formas vinculares que rompen con lo tradicional en términos de sociabilidad y gustos estéticos; con educación superior o inquietudes que les permiten tener, buscar y acceder a información respecto de sus consumos y generar una trama de instancias de cuidado con una mayor legitimidad que en otros tipos de consumos de sustancias (Álvarez-Broz, 2012; Cifuentes-Muñoz & Rojas-Jara, 2018; Epele, 2010; Espinosa- Herrera, Castellanos-Obregón, & Osorio-García, 2016).
Por las características propias de las sustancias de diseño, y su forma particular de inscribirse en las trayectorias sociales de consumo, es posible encontrar alusiones a toda una gama de aspectos vinculados con la mente y la interioridad, pero corporizados de forma específica en el sustrato biológico cerebral. Las transformaciones en el campo médico, en particular la influencia de las neurociencias, ponen de relieve un nuevo estatus del cerebro; locus sobre el cual descansarían las claves de las nuevas formas de sociabilidades y las fuentes de legitimidad discursiva. Las categorías de sujeto cerebral (Ortega, 2008) o yo neuroquímico (Rose, 2012) permiten pensar las diferentes facetas de un proceso signado por la emergencia de los discursos de la neurociencia y el impacto sobre los cambios en las formas de legitimar las prácticas culturales, la vida diaria, el vínculo con los otros y las percepción de sí mismos (Mantilla, 2015; Mantilla & Di Marco, 2016). Asimismo, desde una perspectiva de la sociología de las emociones/cuerpos (Le Breton, 2012; Scribano, 2013, 2015), buscamos dar cuenta de los procesos de construcción social que implican las formas de experimentar corporal y emocionalmente a partir de una gramática sostenida en narrativas deudoras de las neurociencias.
El objetivo central del presente artículo es plantear interrogantes en torno a cuáles son los discursos, lenguajes y sentidos que legitiman el consumo de sustancias de síntesis, qué tipos de sociabilidades se habilitan y qué formas de entenderse a sí mismos y a su entorno poseen los jóvenes que participan de este tipo de movidas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba). Dichas reflexiones permiten poner en evidencia las vinculaciones de dos fenómenos de un mismo proceso: la diseminación de lógicas discursivas devenidas de las neurociencias y las implicancias en las formas de sociabilidad. Las preguntas que guían el presente trabajo son: ¿qué tipos de recursos narrativos utilizan estos jóvenes para dar sentido a sus consumos?, ¿qué características existen en esas lógicas y lenguajes empleados que permiten diferenciarlos de otros consumos?, ¿qué tipos de sociabilidad se alientan en contextos donde predominan estos tipos de consumos de drogas sintéticas? Entendiendo que en cada espacio de sociabilidad existen prácticas de cuidado que se distancian en diferente grado de la idea del «ciudadano activo y responsable» (Rose, 2012, p. 435), ¿Cuáles son las instancias de cuidado que estos jóvenes construyen en torno a sus consumos de sustancias?
2. Métodos
Para responder los objetivos planteados, recurrimos a una indagación interpretativa, cuyo objetivo es la comprensión de los sentidos de las acciones sociales desde la propia perspectiva de los sujetos (Kornblit, 2004). Empleamos técnicas de recolección de información de metodologías cualitativas, las cuales tienen especial interés en los sentidos, significados y experiencias construidos en las interacciones sociales (Vasilachis-De Gialdino, 1992). En relación a las técnicas empleadas, las entrevistas en profundidad permiten observar experiencias, percepciones y sentidos de los sujetos sobre sí mismos y su entorno, en contextos particulares que enmarcan las interacciones (Sautu, 1999). Por su parte, los grupos de discusión, retomando a Freidin (2016), permiten generar las condiciones para dar cuenta de las formas en que los sujetos optan por diferentes tipos de prácticas, la aceptación y tensión sobre ellas, las limitaciones con las que se enfrentan y los significados otorgados a dichas elecciones en un marco donde las interacciones grupales resultan un elemento central del análisis. Las entrevistas individuales fueron realizadas a un joven informante clave, quien también participó luego de la reunión de discusión junto a amigos con los que suele concurrir a las fiestas electrónicas. La reunión de discusión estuvo compuesta por dos varones y una mujer, quienes residen en Caba. Las edades oscilan entre los 25 y los 28 años de edad. Empleando criterios sociodemográficos extendidos en nuestro campo, los jóvenes podrían clasificarse como pertenecientes a un nivel socio-económico medio con estudios universitarios en curso e inserciones laborales en empleos no manuales de mediana calificación.
La selección de las y los entrevistados respondió a un recorte empírico conceptual: la emergencia de discursos de las neurociencias vinculados a procesos de subjetivación y consumos recreativos de sustancias de síntesis en jóvenes. Este interés condujo al desarrollo de un estudio de caso, a partir de centrarnos en las particularidades potenciales de un grupo de jóvenes para abordar una temática en toda su complejidad, donde «el detalle y la particularidad no pueden ser dejadas de lado» (Sautu, 2005, p. 42). El caso se encuentra constituido por los procesos sociales ocurridos en dichos marcos de sociabilidad, donde las delimitaciones de hechos y situaciones a partir de las cuales se genera el corpus de información, son parte inherente a un abordaje en profundidad que permita su comprensión holística y contextual (Neiman & Quaranta, 2007).
Para el análisis del corpus retomamos los lineamientos generales de la teoría fundamentada (Glaser & Strauss, 1967). Aplicando los criterios de parsimonia y de alcance, identificamos categorías emergentes en torno a aspecto asociados a las formas de vincularse en contextos de fiestas electrónicas, a las formas de comprenderse a sí mismos y a las formas de enmarcar los consumos de sustancias en dichos contextos. Estas categorías emergentes se encuentran en diálogo con el marco conceptual y las bibliografías temáticas empleadas.
3. Resultados
3.1. Movida electrónica y lógicas cerebrales
Lo que se presenta comúnmente como fiestas electrónicas es una variedad de fiestas que tienen en común los medios en que se genera la música (los sintetizadores y mezcladores que maneja el disc jockey -DJ-), los boliches o clubes donde se realizan las fechas1, y el consumo de drogas de diseño de gran parte de los asistentes. Pero estos elementos comunes -los DJ, los espacios físicos donde se realizan y las drogas de diseño- adquieren matices distintivos. Cada DJ se inscribe en un tipo de estilo musical particular que es el eje central de la convocatoria: trance, techno, house, minimal, progressive (Beltramino, 2004; Gallo & Lenarduzzi, 2016). Estos estilos musicales suelen ser más disímiles de lo que aparentan desde una mirada neófita, diferencias que son claves para entender la movida2 electrónica actual. La centralidad de la música en las fechas permite comprender las formas de sociabilidad esperadas en esos ámbitos, ya que las atmósferas que se generan a partir de la música son un elemento central en las dinámicas vinculares con aquéllos que son del palo, es decir con quienes comparten la movida.
Los lugares físicos en que ocurren las fechas también poseen algunas características distintivas: las fiestas masivas como las Creamfields reúne una variedad de estilos y DJ en un mismo gran predio con diferentes escenarios, lo que permite y habilita el encuentro -en ocasiones no del todo deseado- con otros tipos de asistentes. En cambio, en las fechas únicas o temáticas suele tocar un solo DJ o agruparse según estilos musicales. Finalmente, cerrando la triada de términos, las drogas sintéticas solo comparten la forma de dosificación (generalmente en pastillas, aunque también hay cápsulas de cristales3), ya que en múltiples ocasiones existe un meticuloso estudio de las materias que las componen, de su estructura, de sus propiedades y los efectos que generan en el organismo, que son la evidencia de marcadas diferencias. No todas las rolas4 son iguales ni son aptas para los diferentes estilos musicales y las experiencias de goce anheladas.
Los tres elementos deben concurrir para garantizar una buena noche, es decir, hacer bien una movida: en primer lugar armar un fixture5 para asistir a las fechas que son de agrado musical; en segundo lugar que dicha fecha sea en lo posible en locales apropiados para asegurar dos aspectos convergentes: gente del palo y comodidad; y finalmente pegar6 pastillas adecuadas que permitan y habiliten el goce y disfrute del evento. En breve, la asistencia a las fechas puede encontrar en el DJ y el estilo musical el aglutinador principal, al menos según el relato de nuestros entrevistados, pero también es la ocasión para transitar por determinados espacios de sociabilidad, juntarse con amigos y consumir algunas sustancias de forma recreativa. Desde esta óptica, la «finalidad del consumo», retomando a Camarotti (2004), combina elementos que requieren de ser pensados en conjunto: la búsqueda de una sensación de goce producido por la sustancia, la centralidad de la fecha y el estilo musical, las formas en que el placer es experimentado y corporizado en sensaciones y emociones compartidas con otros, y las formas de sociabilidad habilitadas en esos contextos.
La categoría vuelo o estar volado refiere no solo a la presencia de síntomas causados por el consumo de sustancias, sino también por las posibilidades de reconocer e identificar esos síntomas, lo que conduce en concreto a ser consciente del estado alterado de conciencia (Becker, 2009). En ese proceso, el novato debe aprender, para poder continuar su trayectoria de consumidor, a enmarcar su práctica de consumo en una lógica que la vincule al placer, lo que implica por su parte minimizar aquello no deseable o desagradable, resignificar algunas sensaciones no reconocidas necesariamente como placenteras, y exaltar aquellas que son identificadas en ese sentido desde el inicio. Los itinerarios de consumos, tanto en el caso de los fumadores de marihuana estudiados por Becker, como en el caso de nuestros entrevistados y otros consumidores de drogas de diseño (Camarotti, 2012), presentan rasgos comunes en relación con las formas de iniciación: los roles asumidos por el novado, el experto, la asociación del uso al placer, los grupos de sociabilidad donde se dan los consumos, el carácter recreativo de los mismos, y la primacía de un consumo de tipo individual que encuentra eco en una experiencia de tipo grupal. En las significaciones respecto al uso de drogas sintéticas en aquéllos que asisten a fiestas electrónicas, es posible observar referencias en torno a las sensaciones asociadas a los consumos, a las explicaciones en torno a ellos, a las formas de establecer vínculos con los otros y a las maneras de comprenderse a sí mismos en esos contextos, que pueden ser analizadas desde categorías devenidas de estudios que han tenido como objeto dar cuenta de las transformaciones producidas desde el campo de las neurociencias. Es por ello que empleamos las categorías de sujeto cerebral (Ortega, 2008) o yo neuroquímico (Rose, 2012), las cuales nos permiten poner en diálogo la emergencia de los discursos de las neurociencias, y las formas diversas en que se manifiestan las implicancias sobre las prácticas culturales, la vida diaria, el vínculo con los otros y la percepción de sí mismos (Mantilla, 2015).
3.2. Drogas de diseño: drogas con las que no se jode
Dentro del grupo de pares, el conocimiento del experto o ya iniciado (Ana) de las sensaciones esperadas luego del consumo es una información transmitida al novato (Gastón) para que pueda encuadrar dentro de sus experiencias sensoriales aquellas producidas por el consumo de sustancias.7
Gastón: (…) creo que fue la segunda vez que consumí, consumí de más, bah, consumir de más digamos en los tiempo que uno tendría que conocerse a uno mismo… y yo tomé media [pastilla] de una muy fuerte y también la otra media la tomé dentro del lapso de una hora, entonces, es como que me hizo efecto las dos medias -una entera- y yo no conocía el efecto de la subida, entonces, subió muy rápido y yo pensé que me bajaba la presión o algo que no podía controlar y justamente era el efecto de la droga, que yo no me lo esperaba, yo pensaba que era algo más light, entonces, mmm... nada, me sacaron del boliche, y o sea, en principio me sentaron, me pusieron hielo pum estuve…
Moderador: ¿quién te sacó? Gastón: una amiga, una amiga que ya conocía los efectos y todo y me dijo «no, boludo, estás drogado, eso es lo que pasa, date cuenta» o sea, «uy pero yo no quería, esto y otro, yo no quería».
Es necesario resignificar aquellas sensaciones desagradables en placenteras para que el consumo continúe. La identificación a posteriori de esta experiencia como un malviaje permite así realizar el enlace entre el consumo y el placer. Este proceso de iniciación al consumo de tipo recreativo, al menos en esta instancia primigenia, evidencia características similares para los dos casos que tomamos como referencia: marihuana y drogas de síntesis. Un elemento que parece ser común se refiere a los contextos de consumo, los cuales cobran materialidad en las alusiones a los ambientes o atmósferas en que se enmarcan. Son necesarios espacios de sociabilidad que predispongan bien a quienes van a consumir, y en el caso de nuestros entrevistados y entrevistadas, influyen los elementos que fuimos mencionando: la música, el lugar donde ocurre la fecha y quienes circulan por ese espacio recreativo. Pero esta referencia a la atmósfera también remite a una dimensión subjetiva, que puede sintetizarse en la siguiente pregunta: ¿de qué forma estos elementos inciden en los efectos del consumo percibidos a nivel subjetivo? Los estados producto de los consumos son relatados en un primer momento desde un lenguaje con alusiones del campo de la psicología, aspectos que también se presentan en otros consumos. La categoría del malviaje condensa estas alusiones:
Moderador: ¿y te pega mal porque te pasás con la dosis o te puede pegar mal porque…? Ana: al ser psicológico, yo siempre tengo la pauta de estar bien para consumir. No estar deprimida, no estar enojada, no tener ninguna preocupación muy fuerte en el bocho, porque al ser psicológico te retrae [hace aparecer] todas esas cosas. Entonces capaz que vos viste algo que te hizo acordar a eso y ya está. Tu cabeza se va a meter en eso y al estar enroscadísimo empezás a pensar, entonces «no». Primero estar bien uno mismo, psicológicamente por lo menos. Gastón: podés «malviajar», porque es hiperpsicológico y estás súper sensitivo. Una cosa para darte cuenta que estás muy puesto es que no manejás tus pensamientos. Te ponés muy imaginario y muy creativo. Entrás a hilar ideas en tu cabeza y la música atrás, que te lleva.
Retomando la idea de Becker (2009), que para la continuidad de un consumo recreativo es necesaria una conexión que lo vincule al placer, las referencias al malviaje permiten comprender los sentidos que los propios actores les dan a sus consumos en un momento clave de este proceso: cuando la sustancia efectivamente sube [genera el efecto deseado] de forma positiva y cuando lo hace con un mal viaje. Los lenguajes que en primera instancia se utilizan para la construcción de un relato de las afecciones producidas por la conjunción de los elementos que participan de los consumos remiten al campo psicológico, pero también emergen, aunque difusas, referencias a una interacción de otro orden que tienen su locus a nivel cerebral y un lenguaje que encuentra sentido a nivel de composiciones químicas. Durante los encuentros con los entrevistados surgieron en varias ocasiones referencias a las composiciones químicas de las sustancias, sus efectos en clave bioquímica y aquellos esperados en los contextos del consumo. Al indagar sobre las formas de acción del MD8 y su efecto en una fecha, Gastón indica:
«(…) ataca directamente en los receptores de serotonina, entonces lo que hace es liberar toda la serotonina que tiene el cuerpo, o fuerza al cerebro a conectar con serotonina de los receptores, entonces eso justamente esos receptores son los que generan sensación de bienestar entonces al tener mucha mayor serotonina, es como que no importa lo que pase, o sea, estás bien, estás constantemente bien, o sea cada cosa que te pasa está bien.»
Los relatos en torno a los consumos sufren un desplazamiento, una inmersión a un nivel, al mismo tiempo más profundo que el mental, y simultáneamente más biológico al remitir al sustrato cerebral, que se presenta individualmente en relación con el consumo como un «salto de fe», donde las características de síntesis de las sustancias generan un marco incierto en torno al algún tipo de control post consumo. Junto a Rose, podríamos preguntarnos: «¿qué ocurre cuando es el yo lo que se encuentra sujeto a transformaciones por parte de la tecnología biomédica, cuando la cognición, la emoción, la volición, el estado de ánimo y el deseo se abren a la intervención?» (Rose, 2012, p. 371). Para que la experiencia del consumo sea buena e identificada como placentera, es necesaria una buena atmósfera, buena predisposición, buena información sobre la composición y efectos de las sustancias a consumir. Pero en algún punto todas estas instancias constitutivas al proceso de consumo están sujetas a la afección biológica interna, que aún siendo inteligible por un lenguaje específico, implica probabilidades (solo en parte subjetivas) de incertidumbre. Como señala Gastón respecto de sus experiencias de consumo:
Entrevistador: ¿y pensás que estas experiencias buenas [que tuviste en relación con el consumo] se explican por todas estas medidas? Gastón: ¿por todas las medidas que tomé antes de…? No, no, en realidad las medidas son para ver si la tomo o no [a las pastillas]. Cuando la tomo, ahí ya empieza a jugar mi cabeza y cómo me voy a controlar y cómo me va a pegar a mí. Siempre «respeto» y no sabés cómo te va a pegar.
Los relatos de las y los jóvenes entrevistados muestran en parte un desplazamiento en torno a los sentidos de sus consumos, un pasaje donde las referencias a paradigmas psicológicos mutan e incorporan lenguajes biológicos de las neurociencias. El inconsciente como espacio de las afecciones cobra materialidad en reacciones químicas que encuentran en el cerebro las claves de explicación para los efectos sobre la percepción y emoción individual e incluso de la sociabilidad. Sin embargo, en este proceso, los sentidos sedimentados de discursos de diferente orden conviven en los relatos. Sin abandonar las referencias psicológicas a los estados individuales o contextos donde se desarrollan los consumos, la emergencia del discurso molecular sobreviene como un recurso frente a la incertidumbre de las reacciones químicas en el sustrato interno, una advertencia cuasi lega frente a consumos que se encuentran mediados por tecnologías que apuntan a la modificación de los estados de ánimo: «estados de ánimo y descontentos pueden haberse atribuido en el pasado a un espacio psicológico, ahora se asignan al cuerpo, o más bien a un órgano en particular: el cerebro. Nuestro yo se ha convertido en un yo neuroquímico» (Rose, 2012, p. 371). El relato de Ana muestra en parte estas tensiones en torno a la configuración de subjetividades:
«Porque a cada uno le pega diferente. Depende de cómo te la tomes también. Siempre sabés hasta dónde estás bien, o sea, la cantidad más o menos que vos estás acostumbrado a tomar, porque cuando vos empezás no tomás la misma cantidad después de un tiempo de tomar cualquier cosa. Pero… intentar no pasar de tal horario, si estás bien [aún con el efecto de la pastilla anterior] no consumir, siempre esperar un tiempo que sabés, pero… no se consume más de lo que se necesita, al menos nosotros. Porque no está bueno, porque después terminás mal y hay cosas [de las que] no se vuelven. Y no creo que sean drogas con las que se joda.» (Ana)
La emergencia de discursos de las neurociencias y sus alusiones a nivel molecular implican un tipo de conocimiento «experto», que como hemos expuesto, se constituye como la referencia empírica para la toma de decisiones respecto de los consumos y su inserción en las experiencias sociales de los jóvenes. Estos escenarios distan bastante de ciertos imaginarios o lugares comunes que suelen asociar los consumos de drogas sintéticas a cierta banalización en su uso (Norman & Ford, 2015). Sin embargo, sin perder de vista contextos de generalización de los consumos y usos de sustancias de síntesis, en ese mismo proceso se delimitan ciertas fronteras que cobran cuerpo en la incertidumbre frente a la composición de la sustancia y las formas de afección que aún estas nuevas conceptualizaciones emergentes no logran satisfacer.
3.3. Las claves de los cuidados: consumir rola conociéndose a uno mismo
Las nuevas formas de subjetividad asociadas a los procesos de emergencia de discursos del cerebro conviven con discursos de otros órdenes. Las alusiones en clave cerebral de deseos, emociones y comportamientos, habilita a retomar las transformaciones históricas del término individualidad somática, definida por Rose (2012, p. 65) como aquella individualidad que se encuentra «anclada, en parte al menos, en nuestra existencia carnal, corporal» y donde los individuos «experimentan, se expresan, juzgan y actúan sobre sí mismos, en parte, en el lenguaje de la biomedicina». El proceso de somatización de la ética implicó el trabajo sobre sí mismos de los individuos, una «reconstrucción personal mediante la acción sobre el cuerpo» en nombre de estándares de bienestar físico que también encontraron su correlato en un nivel psíquico, estableciendo así la diada: cuerpo y mente. Durante gran parte del siglo XX, este proceso encontraba su locus privilegiado en la mente, entendida en su faceta psicológica. Sin embargo, a partir del último cuarto del siglo XX, el ámbito del trabajo ético de los individuos se desplaza desde un nivel de profundidad psicológica interior hacia un nivel molecular, corporizado en un órgano: el cerebro como hábitat del funcionamiento neuronal, de receptores y neurotransmisores. El desarrollo de las ciencias del cerebro fue estrechando los vínculos entre las conductas de las personas y sus sustratos orgánicos a nivel cerebral, dotando de nuevas características, tonalidades y sentidos a los discursos biomédicos, los cuales ofrecieron un lenguaje y marco de sentido para que los individuos puedan contar con un nuevo modo de configurar las visiones de futuro y las formas de interpretar el entorno, pero sobre todo para comprenderse a sí mismos.
Nuevas formas de comprensión de sí y también nuevos umbrales de responsabilidad y cuidados emergen con los nuevos discursos biomédicos que los legitiman. Diferentes acciones en torno al cuidado surgen una vez que las sustancias fueron consumidas y también las formas de legitimar las acciones de cuidado cuando los efectos no son los deseados:
Gastón: no, no, se había tomado una pastilla pero no sabía los efectos ni nada (…), y me dice «no sé pero me siento muy arriba y me dan ganas de hablar con mucha gente y necesito que me la bajen». Le digo «vení quedate tranquilo» entonces me acordé de lo que me había dicho ella [en referencia a Ana], lo sacás del mambo, lo sacás del mambo de escuchar la música y de todo, entonces le sacás la música, lo dejás en silencio o hacés que escuche no tan fuerte la música, que no vea ninguna visual y empezás a hablar de otra cosa.
Moderador: ¿y qué pasa con la sustancia cuando se la estás bajando, deja de actuar? Gastón: calculo que sí, o sea, me imagino que debe conectar otros neurotransmisores donde alguna parte del cerebro tiene que poder conectar registros para contestar la pregunta que yo le estoy haciendo, entonces es como el cerebro, para mí, empieza a laburar diferente.
Estas formas de cuidado asociadas a los consumos de drogas sintéticas presuponen una comprensión subjetiva de sí particular, donde parte del trabajo de los individuos por conocerse a sí mismos, algo propio de los procesos introspectivos de la modernidad tardía (Dubet, 2013; Martuccelli, 2007), encuentra legitimidad y herramientas discursivas, al menos en parte, en el lenguaje molecular de las neurociencias, lo que implica parte del proceso descrito de encuentro de la mente con el cerebro. Es posible pensar estos desplazamientos en torno a la individualidad somática en confluencia con aspectos propios de la modernidad tardía, específicamente en la faceta de la profundización de las tendencias a la singularidad individual (Martuccelli & De Singly, 2012). Lo emergente de esta confluencia reside en las formas de construcción de la propia subjetividad a través de recurrir a términos que encuentran su carácter de verdad a partir de referenciarse en las ciencias del cerebro. En estos procesos, algunos recursos -vinculares, materiales o simbólicos- con los que cuentan los jóvenes son clave para comprender el éxito en la incorporación de lenguajes emergentes.
3.4. Reviews y test de reactivos químicos
Hacer bien una fecha implica una serie de pasos en los cuales hay varias instancias implicadas, desde programar el fixture hasta procurarse de pastillas:
Ana: yo creo, siempre lo dije, siempre lo tuve presente que a todas las drogas hay que tratarlas con mucho cuidado. Primero saber qué se está consumiendo y a quién se la estás comprando. Y siempre existen test para ver qué estás consumiendo. ¿Sí? Para saber que lo que vos estás consumiendo, a pesar de ser una droga, no es mala ni te puede intoxicar. No te puede dar vuelta, matarte. Pero hay mucha porquería dando vuelta, muchísima. Lucio (varón, 28 años): sobre todo ahora.
Ana: y más ahora que está de moda (...) El test te da una orientación de lo que vos estás consumiendo y es bueno. Porque si decís: «a ver, yo compré esto y da este color, quiere decir que, bueno, es relativamente bueno. No tiene tanta porquería como puede llegar a tener otra que te la dieron y… no». ¿Entendés?
Moderador: y esa porquería, ¿qué puede ser? Lucio: y, los excipientes. Ana: claro, son cosas de relleno.
Saber qué estas consumiendo remite a diversas fuentes de información, en especial blogs de usuarios de drogas de diseño, en las cuales se relatan las experiencias de consumo, la composición de las drogas y los efectos vivenciados. Esto permite saber lo que uno consume a partir de información validada muchas veces por test químicos que permiten corroborar la composición de las drogas y, a partir del conocimiento de las sustancias activas que las y los jóvenes tienen, saber qué tipo de efectos son los esperables al consumir.9 También el conocimiento del consumo puede estar asociado directamente a realizar uno el propio test, identificar la composición y luego compartir dicha información en los blogs. Pero hay ciertas limitaciones devenidas del carácter ilegalizado de las sustancias:
Gastón: bueno, justamente el foro, vos entras en el foro y hay gente que sube los reviews, yo subí uno y una vez me prestaron Marquis, justamente las trébol verde y te muestra cómo hacer el test y cómo subirlo, cómo mostrarlo con un formato determinado para que vos entres y veas el review y digas si lo que te están ofreciendo se puede consumir o no, que no quiere decir que sea lo mismo… porque vos tenés una pastilla acá en la mano, pero no sabés si es la misma que tenés… Entrevistador: la certeza la tenés en relación a la tira [de pastillas]. Gastón: claro, sí, pero es muy informal, o sea…
El conocimiento de los efectos es el paso posterior a identificar la composición química de las pastillas. Para ello, las fuentes de información disponibles en la web, en especial los blogs que hemos referido previamente, son un elemento clave para enmarcar los consumos dentro de un umbral de responsabilidad. Como menciona Ana:
«Hay muchas páginas [de Internet] o muchos blogs que son de los mismos usuarios que te enseñan y te instruyen si vos no tenés la posibilidad de quizás hacer un test o comprarlo. Te instruyen, te dicen: «mirá, esto es así, está compuesto por esto». Y vos quizás te podés informar si te interesa realmente lo que estás consumiendo, qué es eso que estás consumiendo y qué efectos puede tener en tu cuerpo. Cada uno reacciona diferente, obviamente. Quizás a mí algo no me pega bien y a él sí, esteee… pero tenés bastante información en la web que te puede llevar a un consumo responsable.»
El relevamiento de información, incluyendo los reactivos químicos, constituye una instancia que comparte dos facetas del proceso de consumo recreativo de drogas de síntesis: por un lado brinda los marcos de resguardo estableciendo los umbrales de cuidados, por otro, también posibilita la comprobación esperable de las composiciones químicas que permiten la maximización y potenciación de las sensaciones esperadas que son disparadas por el consumo. A pesar de la aparente contraposición de ambas instancias (cuidado y potenciación de las sensaciones generadas por el consumo), ambas encuentran en el lenguaje molecular el sentido que las legitima.
3.5. La previa al consumo: mente, cuerpo y emoción
La modernidad nos presenta, entre otros binomios o diadas conceptuales, al cuerpo y la mente. La forma en que ambos términos se presentan en los relatos de los jóvenes en relación con los consumos de drogas de diseño, en ocasiones aparenta cierta independencia, como si fueran campos específicos y autónomos. En otros casos, las vinculaciones se hacen más patentes y las fronteras entre ambos términos se hacen más difusas. Los discursos del campo mental desde la psicología se presentan en los relatos de las y los jóvenes a partir de alusiones a las atmósferas que contextualizan los consumos y los estados de ánimo previos al consumo:
Ana: en general en el estado en que estás [cuando consumís drogas sintéticas] no estás para bardo.10 Lo que menos querés es bardo. Estás muy amor, re feliz. Gastón: cuando consumís, mayormente consumís, todo el paquete entero. Mayormente te gusta la música, te gusta la gente, el ambiente, es muy importante el ambiente.
El cuerpo también debe ser preparado. Por las características de estos consumos, en ocasiones los mismos componentes de las pastillas pueden generar malestares.
Lucio: por ejemplo, antes de cada fiesta que sabemos que vamos a consumir nos tomamos un protector hepático. Siempre. Por una cuestión de no hacerla pasar mal a los chicos y también no tener un mal viaje. Es re importante el estómago tenerlo bien. Gastón: Reliveran [protector hepático de venta libre] porque mayormente… mayormente el efecto como es químico y si está muy adulterado, lo que sea, se sienten las subidas y te dan náuseas. Entonces tomás un Reliveran y dejás pasar. Si vos sos medio flojo de estómago, cuando consumís la rola es como que te pega malviajar porque te estás sintiendo mal. Vos sentís que te está bajando la presión pero no, en realidad, está subiendo el efecto de la rola. Después te das cuenta, después ya… te dan náuseas y empezás a sentir eructos y todo ese estilo de cosas y vos decís: «uy, está subiendo. Uy, subió, subió, ¡pum! Papel picado en la cabeza».
El cuerpo necesita ser hidratado durante el efecto del consumo. Por la acción de este tipo de sustancias sobre la temperatura del cuerpo, es necesario contar siempre con una cantidad adecuada de agua. En el caso del consumo de dulces para incorporar glucosa, según las experiencias de las y los jóvenes que entrevistamos, permite también reactivar los componentes activos (o la sensación de reactivación de los mismos), lo que ocasionaría una nueva subida.
Lucio: sí. No se mezcla alcohol y rolas jamás. Porque el cuerpo tiende a deshidratarse. Vos necesitás hidratarte. Y si tomás alcohol te deshidratás el doble, podés pasarla muy mal. Ana: más que nada, si el efecto… que el alcohol tiene un efecto, la rola tiene un efecto y ya es como que no. Más allá de tu cuerpo, ¿no? Es muy peligroso, realmente es muy peligroso. Siempre agua. Agua, agua y dulce. Agua y caramelos, chicles.
Lucio: algo con azúcar, para levantar la glucosa. Sí, lo aprendés igual después de años de consumir…
Las alusiones a distintas dimensiones situadas a nivel orgánico podrían hacernos pensar en una primacía de lógicas que tienden a naturalizar las percepciones y emociones como sustancias generadas en el cuerpo, remitiendo así a un orden de tipo fisiológico (Le Breton, 2012). Aunque ciertos discursos biomédicos tienden a estrechar linealmente y sin matices los vínculos entre las conductas de las personas y sus sustratos orgánicos a nivel cerebral, puede argumentarse, junto con Scribano (2013, p. 100), que en dichos momentos biológicos es posible «hallar las huellas de la constitución de los cuerpos/emociones y viceversa». Consideramos que en los relatos de las y los jóvenes las gramáticas deudoras de las neurociencias, más que compartimentar los términos mente, cuerpo y emoción, establecen los marcos para su producción, manejo y regulación.
3.6. Dosificando la cantidad de sustancia activa, delimitando el tiempo de dosis
La forma de dosificación también se presenta como una instancia de cuidado. En este proceso podemos incluir una primera dimensión vinculada a dónde conseguir las pastillas: no comprar nunca adentro de los locales es una de las premisas que los jóvenes mencionaron. De esa forma se evita cualquier compra de pastillas adulteradas o desconocidas que no pasaron por las instancias de cuidado mencionadas en el apartado de información y reviews. Según los relatos, casi nunca se concurre a una fecha sin rolas, lo que implica una segunda dimensión, que tiene como sus puntos salientes el horario del inicio del consumo, y las subsiguientes dosis.
Lucio: de hecho, hemos llevado y nos ha sobrado. No decís: «bueno, me llevo ocho y nos tomamos las ocho». Se llega a un límite. Ana: además a veces se ponen ciertos horarios [límites para consumir] también. Tampoco llegar y estar mirando el techo hasta las tres de la tarde [porque uno no se puede dormir por los efectos de la droga]. Lucio: y nunca una [pastilla entera], siempre es media…
Ana: no la tomás. O sea, nosotros nos manejamos así. Hay mucha gente que no. Quizás a los 20 minutos esa una entera que se tomó porque no la dejó [hacer el efecto] y se metió otra y, qué sé yo, a la media hora la tenés vomitando o lo tenés… ido.
La dosificación de los consumos permite ir delimitando los consumos para lograr mantener situaciones placenteras que no traspasen los umbrales de cuidado establecidos, y lograr una maximización de las sensaciones esperadas del consumo (Cañedo & Moral, 2017). Ambas facetas de este proceso requieren poner en un lugar central un lenguaje que pueda optimizar estos balances por medio de referencias a un nivel molecular. La dosificación, como técnica de medición química, alude tanto a los miligramos consumidos (sustancia activa), como a los intervalos de los efectos. Aquí también es posible sugerir una nueva forma en que las instancias de consumos y cuidados encuentran legitimidad a partir de lenguajes técnicos que remiten a las ciencias de cerebro.
4. Discusión
El análisis de las experiencias de las y los jóvenes en torno a las movidas electrónicas que hemos realizado tuvo como eje teórico la utilización de categorías conceptuales que permiten dar cuenta de nuevas formas de comprensión de sí que ponen en un lugar privilegiado al cerebro y encuentran en el lenguaje devenido de las neurociencias la fuente de legitimación para toda una serie de prácticas cotidianas, deseos, estados de ánimo y expectativas. Tal vez el mayor interrogante de las sugerencias que en este artículo se hacen sea en torno al alcance y masividad a otros grupos poblacionales más allá del aquí analizado. Señaladas estas limitaciones, consideramos que para el grupo de jóvenes de estratos medios que participan de la movida electrónica, es posible encontrar alusiones que remiten a una individualidad somática cerebral como gramática que permite hacer inteligibles los procesos de subjetivación. Sin embargo, como hemos intentado exponer, estas referencias se presentan en forma de mutaciones, donde fuentes biomédicas de verdad coexisten, a pesar de tener su fundamento en diversos órdenes. Discursos dependientes de paradigmas psi incorporan lenguajes de tipo biológico de las neurociencias, el pasaje a lo molecular aún se encuentra asociado a lo mental.
Describimos las experiencias de las y los jóvenes que delinean nuevos umbrales de cuidado que distan de las tradicionales formas de cuidado activo y responsable por parte de los sujetos y en particular entre los consumidores de sustancias. Las alusiones a nivel molecular, y sus implicancias en el manejo de lenguajes de tipo experto, posibilitan todo un abanico de instancias de cuidado, que sin embargo no logra evitar la sensación de incertidumbre en torno a las composiciones de las sustancias, pero sobre todo en torno a las formas de afección individual, lo que denominamos «salto de fe». Cada una de dichas instancias precisa de los individuos nuevas formas de comprenderse a uno mismo que tengan parte de su legitimidad y fuente de verdad en los discursos de las neurociencias. Un conocimiento de los componentes de las sustancias para prevenir consumos de sustancias no deseadas o adulteradas, una dosificación de los consumos a partir de unidades de medidas en peso (cuanto) y tiempo (intervalos) que eviten la sobredosis. Simultáneamente, estas instancias potencian y maximizan las experiencias sensoriales placenteras al consumir la sustancia activa buscada y permiten la optimización de los consumos al dosificarlos en intervalos que toman en cuenta la acción de las sustancias. A pesar de la aparente contraposición entre el cuidado y la optimización de los consumos, ambas instancias encuentran en el lenguaje molecular el sentido que las legitima. La racionalización de los consumos, comprendida como proceso que involucra la maximización y optimización de los efectos deseados en los consumos, expone nuevas formas en que los consumos responsables se corporizan.
¿Quiénes son aquellos jóvenes que pueden incorporar estas mutaciones en las experiencias en torno a los consumos con mayor éxito? ¿Qué tipos de recursos se encuentran implicados en estas formas de individualidad somática? Las y los jóvenes de la movida electrónica cuentan con las posibilidades de movilizar una gran variedad de recursos, tanto simbólicos como materiales, que les permiten una mejor adaptación a los desfases entre las prácticas y las expectativas individuales propias de la modernidad tardía. Estos procesos requieren un arduo trabajo individual, sobre el cual diversas instancias de selección -entendida a nivel más llano-, configuran contextos diferenciales que limitan el rango de recursos a movilizar. Esta dimensión debe ser tenida en cuenta para analizar la emergencia de los nuevos discursos biomédicos en torno a los consumos de sustancias en ámbitos recreativos.
Agradecimientos
Este artículo, como así también mi trayectoria de investigación, es posible por diferentes soportes. Entre ellos, las agencias públicas que financiaron mi formación en investigación, en especial el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet); el Instituto de Investigaciones Gino Germani (IIGG) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), sede donde desarrollo gran parte de mi actividad académica; y los equipos de investigación del Área de Salud y Población (IIGG) en los cuales participé y continuó aprendiendo día a día el oficio de la investigación académica.
Muchas gracias a la Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud nuevamente por su dedicación en la difusión de nuestros trabajos. Valoramos muchísimo su dedicación y compromiso.