Introducción
En América Latina son escasos los estudios sobre la delincuencia femenina (Sánchez, 2004) quizás porque muchos se desprendieron del análisis de la delincuencia general, masculina en gran parte, y a la baja repercusión de este tipo de delitos los cuales son atribuidos a la dificultad de adherirse a las normas sociales y al respeto por la ley (Fuller, 2008). Ciertas propuestas de Hirschi (1969) citado por Morales (2011), relacionaron el vínculo entre el control social y la razón del porqué se cumplen o no las leyes, planteando algunas propuestas con el ánimo de prevenir que, en este caso particular, la mujer se convirtiera en delincuente. Por su parte, la teoría de la desorganización social referida por Morales (2011), delimitó zonas marginadas que podrían predisponer un ambiente de crimen y desorganización restringido no solo por variables geográficas, también, por condiciones ligadas a la pobreza donde agrupadas con otros escenarios podrían desencadenar una alta probabilidad delincuencial. Por ejemplo, las circunstancias antes expuestas junto con la necesidad de mantener una condición social podrían desencadenar conductas delictuales.
Lo anterior permite concebir otras teorías tradicionales; perspectivas biopsicosociales-antropológicas, la estructura, el proceso y la reacción social propuestas por Mendoza y Aguilera (2002) citado por Maqueda (2014). Estas, también permiten una conexión entre el delito y los aspectos biológicos que enfatizan en términos como, desorganización social y presiones de la sociedad sobre algunos individuos, el aprendizaje social de la conducta criminal, el reforzamiento y el control social, ejemplo, es la teoría de las presiones o de Causas Objetivas que refiere que las condiciones generales que exige la sociedad obsesionan a algunas clases sociales con mantener una mejor calidad de vida por cualquier medio. Finalmente, teorías como el etiquetamiento, la estigmatización del delincuente y la reacción a la norma abarcan fenómenos que atañen al presente estudio, por tal razón “Se requiere de un enfoque multidisciplinario para abordar la complejidad del fenómeno analizado y para avanzar en el logro de la igualdad jurídica para hombres y mujeres” citado por Maqueda (2014), (Mendoza y Aguilera, 2002, p. 11). La Dirección de Investigación Criminal e INTERPOL de la Policía Nacional de Colombia y el Observatorio del Delito, en el año 2012, aplicaron diferentes instrumentos a una población de internos de algunas cárceles colombianas. Su finalidad era conocer algunas características concernientes a hechos delictivos, juicio moral y otras analizadas desde el campo cualitativo que permitía enlazar o entender las causas del desarrollo de un antecedente criminal. Muchas otras teorías se integran para revelar los factores que inciden en la criminalidad, no obstante, algunos términos también necesitan ser examinados a la hora de explicarla o entender sus causas. Para el caso en particular, se evidencian términos como motivación, intención y modus operandi, los cuales permitirían grandes aportes.
Los dos primeros sujetan características diferentes, por su parte, la intención se entendería como una particularidad de la conciencia y la voluntad que según la Teoría de la Intencionalidad propuesta por John Searle cita: como deliberado, significa: “voluntario, intencionado, hecho a propósito” (Real Academia Española, 2014). También, como sustantivo: “Determinación de la voluntad en orden a un fin” (Real Academia Española, 2014). Es decir que la intención se podría concebir como un acto pensado y por ende dirigido hacia un objetivo (Arango 2017). Ahora, la motivación según Naranjo (2009) citando a Santrock (2002) es: “el conjunto de razones por las que las personas se comportan de las formas en que lo hacen (p. 432). También refiere a Bisqeurra (2000) quien explica:
“La motivación es un constructo teórico-hipotético que designa un proceso complejo que causa la conducta. En la motivación intervienen múltiples variables (biológicas y adquiridas) que influyen en la activación, direccionalidad, intensidad y coordinación del comportamiento encaminado a lograr determinadas metas (p. 165)”.
Se entiende por lo anterior, que los conceptos de motivación e intención no significan lo mismo, pero ambos están encaminados a un objetivo trazado por el individuo, quien lo crea en su mente y lo transmite a través de la conducta. Para ejemplificar y suponiendo que un sujeto quiere la muerte de una persona planea todo para llevarla a cabo (intención) y a su vez tiene las razones del porqué quiere ejecutar dicha conducta, la cual podría estar enmarcada en motivos como el dinero, la venganza u otras razones (motivación). Lo anterior integrado a algunas propuestas teóricas y una gama amplia de componentes psicológicos, sociales y biológicos podría explicarse en parte cuales son las causales de la conducta criminal. Desde una perspectiva jurídica, el delito debería ser un acto entendido de lo particular a lo general y de lo individual a lo social. En estos términos y con base en las propuestas planteadas, la fórmula que podría explicar la conducta criminal desde la psicología (factores de pensamiento y conducta) y la criminología (análisis general del delito), dentro de otras ciencias, podría concebirse de la siguiente manera:
Esta triada enmarca conceptos que juegan un papel determinante en la explicación de la conducta punible o criminal. Para entenderla un poco mejor, la motivación podría ser la que impulsa a la intención ya que es la que da las razones del porqué se quiere ejecutar la conducta. Desde el panorama jurídico la acción tendría el valor de verbo rector es decir, que si se pretendiera entender solo la motivación y la intención sin una acción (verbo rector o delito) claramente no se daría una conducta punible ya que en muchos casos se tienen las razones y las herramientas para ejecutar la conducta pero sin la acción, sencillamente no se podría hablar de delito. Por su parte, el término modus operandi se entiende como la manera particular de llevar a cabo una tarea, también, se refiere al cómo se trabaja para cumplir un objetivo. Vinculando los términos tratados, se podría decir que el modus operandi es la forma en cómo se ejecuta la conducta criminal, la cual es intervenida por la motivación y la intención que dieron lugar a la misma:
“Ciertos hábitos, que aparentemente carecen de interés, adquieren valor a la hora de perfilar delincuentes habituales porque, además de especializarse en una modalidad delictiva, tienen estilos propios al cometer sus delitos y con independencia de las evidencias físicas individualizables que puedan producir (restos biológicos, huellas dactilares, otogramas, etc.), también dejan otros indicios que ayudan a determinar lo que los policías denominan modus operandi”.
La contribución de la presente investigación se materializa en dos partes, la primera, en la elaboración de una matriz de análisis con categorías que identifican el delito de homicidio perpetrado por mujeres que permitiría perfilar no solo las características que lo enmarcaron, también, la posibilidad de riesgo o reincidencia de conductas violentas. A la luz de la criminología, lo anterior pretendería entender los factores precipitantes o predisponentes que circunscribieron el delito, su modus operandi y otros aspectos psicológicos que pudieran explicar dicha conducta. La segunda, es el planteamiento teórico ya ilustrado, que permitiría entender cómo se desarrolla la conducta criminal a través del pensamiento y cuáles son los factores principales que se deben tener en cuenta para que se lleve a cabo la misma.
Con la finalidad de plantear la pregunta base de la presente investigación, se hizo necesario ahondar respecto a, ¿cómo inciden las características criminógenas sobre el modus operandi en la comisión del delito de homicidio perpetrado por mujeres? se espera resolver este cuestionamiento a lo largo del artículo. Por otra parte ¿Se podría dar una conducta criminal sin motivación y sin intención? claramente no. Esta propuesta tan solo hace parte de un intento por explicar el porqué de la criminalidad con base en diferentes ciencias y disciplinas. Los factores concordantes al modus operandi del delito de homicidio perpetrado por mujeres y el análisis de la motivación e intención del mismo, podría ser aplicable a otros delitos que existan o puedan existir. Por esta razón es necesario hacer un estudio acucioso de la conducta criminal, basado en un examen completo de las dinámicas que enmarcan la misma, viendo al ser humano como un ser que trasgrede normas sociales por diferentes razones y motivos, muchas veces enmarcados en circunstancias aún desconocidas.
Método
Esta investigación tuvo un enfoque cualitativo, con un tipo de investigación fenomenológica. Lo anterior permitió visualizar las diversas perspectivas de los casos estudiados, explorando, describiendo y comprendiendo lo que estos tenían en común de acuerdo a sus experiencias y respecto a determinado fenómeno (Sampieri, Baptista y Hernández, 2014), es así que la investigación cualitativa "reivindica la realidad subjetiva e intersubjetiva como campo de conocimiento, la vida cotidiana como escenario básico de investigación, el diálogo como posibilidad de interacción, e incorpora la multidimensionalidad, diversidad y dinamismo como características de las personas y sociedades" (Mieles, Tonon y Alvarado, 2012, p.197). También se plantearon algunos objetivos, como analizar las características criminógenas vinculadas al modus operandi del homicidio perpetrado por mujeres que ingresaron a centro de reclusión El Buen Pastor en la ciudad de Bogotá durante el año 2015. Otros específicos como el establecer variables criminógenas en la comisión de homicidios perpetrados, también, determinar a la luz de la investigación criminal el modus operandi, la motivación y la intención en el delito de homicidio cometido por la población antes mencionada durante el año 2015.
Respecto a las técnicas de recolección de información e instrumentos de análisis se tuvieron en cuenta dos herramientas, la primera, consistió en la consolidación de datos primarios que implicaban la revisión de documentos, registros públicos y archivos físicos o electrónicos, además, de información obtenida por fuentes oficiales como datos estadísticos suministrados por la Dirección Nacional del INPEC y videos de las audiencias de cada caso, también, registros de entrevistas realizadas a las internas, que a su vez fueron suministrados por la Dirección del establecimiento. Por otra parte, las fuentes no formales o secundarias que determinaron la consulta de expertos y noticias que ofrecían información relacionada con la población estudiada, permitieron la consulta de bases de datos respecto a los hechos que en su momento fueron materia de investigación.
La muestra inicial estuvo marcada por 9 casos de mujeres que recibieron condena por el delito de homicidio en la ciudad de Bogotá e ingresaron a la Reclusión de Mujeres durante el año 2015. Es decir, que no se tuvo en cuenta la fecha de comisión de los hechos y tampoco si las mismas habrían aceptado o no la responsabilidad de los mismos. Esta muestra se basó en los criterios: mujeres que recibieron condena por el delito de homicidio, lugar de comisión del delito y año de condena. Ahora, respecto de los 10 casos que cumplían con las características mencionadas, se descartó 1 de la muestra porque no se obtuvo información completa y la falta de la misma impediría si quiera concebir algunas de las categorías de análisis propuestas en la presente investigación. Al final se redujo el análisis a 8 casos que no necesitaron una intervención directa con las internas ya que todo se realizó a través de exploración documental.
En un principio, es importante destacar los datos que se encontraron en la recolección de información, en donde 96 mujeres de diferentes edades ingresaron al establecimiento carcelario de mujeres de Bogotá, durante el año 2015.
Se encuentra que de las 96 mujeres que ingresaron en el año 2015 al centro de Reclusión para Mujeres 37 ya estaban condenadas y 59 indiciadas, de estas últimas, 9 estaban con detención domiciliaria, 1 en baja seguridad según fase de clasificación y los 49 restantes se encontraban con fase de seguridad alta, todas por el delito de homicidio. Dentro del reporte que suministró el área de sistemas de la Dirección General del INPEC no se discriminó si las mujeres indiciadas habían cometido otros delitos ya que este no era objetivo de la presente investigación. En la Gráfica 3, se encuentra que de las 37 mujeres condenadas por el delito de homicidio 16 procesos corresponden a la ciudad de Bogotá y 21 a otros departamentos como: el Valle del Cauca, Cundinamarca, Meta, Tolima, Magdalena, Huila, Cesar, Casanare y Boyacá.
De los 16 procesos en Bogotá se encuentran 7 casos en modalidad de tentativa y por esta razón se sacan de la muestra que interesa a la presente investigación. El anterior resultado se da luego de la búsqueda de procesos en el sistema SPOA de la Fiscalía General de la Nación y el engranaje con datos estadísticos suministrados por el INPEC. De este último filtro se obtiene una muestra neta de 9 casos de mujeres procesadas y condenadas por el delito de homicidio perpetrado en la ciudad de Bogotá, se descarta 1 de la muestra ya que no se encuentra ni por nombre, por documento o por número de proceso, para un final de 8 casos que fueron la base de donde se obtuvo la información madre de esta investigación la cual fue ingresada a la matriz de categorías.
La fuente de información que se usó es de tipo secundaria, la cual se basó en consulta de expertos, revisión de archivos y registros, instrumentos como bases de datos u otros a los que se pudo acceder directamente de la población penitenciaria de la ciudad de Bogotá, dentro de estas también se encuentran registros de entrevistas realizadas a las internas por funcionarios, lo anterior bajo autorización del INPEC, quien suministró el permiso para acceder a la información, al igual que la consulta en bases de datos respecto a los hechos que en su momento fueron materia de investigación. Por lo anterior, se realizó una matriz con las categorías de análisis, determinando los conceptos y criterios necesarios para obtener la información y datos válidos para el análisis posterior. No se utilizaron datos que permitan la identificación de las participantes del estudio. Tanto el proyecto inicial como la investigación culminada fueron sometidos a revisión y aprobación como proyecto de grado a través de un comité científico. Por último, se dieron unas categorías de análisis que permitirían desglosar y entender más fácilmente el fenómeno.
Categorías de Análisis
Las categorías más relevantes que se tuvieron en cuenta para el estudio son las siguientes:
Antecedentes judiciales: estos, permitieron entender la reincidencia de conductas. Por otra parte, se tuvieron en cuenta no solo los antecedentes vigentes, sino también los no judicializados como conductas infractoras que no necesariamente resultaron en su momento en una medida preventiva de seguridad, lo que permitiría entender las formas de escaladas criminales, conociendo un poco mejor los términos de motivación, intención y modus operandi.
Antecedente de enfermedad psicológica o psiquiátrica: esta categoría reconoce trastornos enmarcados en el Manual Diagnóstico de Enfermedades Mentales (DSM V) que pudieron haber sido diagnosticados y que podrían ser posibles causas de conductas criminales. Si bien no se pueden explicar desde este solo ítem, si pueden dar luz de algunos factores predisponentes o precipitantes de conductas criminales, por ejemplo, con el consumo de SPA se instruye respecto a posibles sensaciones experimentadas, que a su vez pueden exacerbar pensamientos por los efectos que causan algunas sustancias, prolongándose incluso en fases de abstinencia.
Modus operandi: describe la forma en que se ejerció la conducta punible, permitiendo conocer otras variables como, el tipo de víctima (conocido-desconocido), uso de armas (blanca, de fuego u otras), lugar en el que se cometió el delito y el contexto general de los hechos. Lo anterior permite encontrar rasgos asociados a la intención y a la motivación para entender la conducta criminal.
Intención: este ítem permitiría saber si efectivamente desde un principio se quería perpetrar la conducta o si, por el contrario, fue algo circunstancial. Esta categoría entiende el objetivo real de la conducta punible.
Motivación: como bien se explicó, es lo que describe la razón que impulsó el hecho punible (celos, venganza, gratificación y otros) en otras palabras, tendría que ver también, con la emoción o sentimiento que precedió o acompañó la conducta.
Una vez elaborada la matriz de Categorías de Análisis, se procedió a organizar la información recolectada permitiendo, de forma sistemática, ponderar los datos encontrados en los respectivos ítems y subcategorías facilitando su posterior análisis. La matriz fue valida por dos expertos en el tema de perfilación criminal y análisis de conducta criminal.
Resultados
La psicología como ciencia abarca conceptos como el pensamiento, la conducta, las emociones y otros que permiten desde la interdisciplinariedad entender un poco más la consistencia de la motivación y la intención. Gómez (2010) refiere un apartado interesante de la motivación criminal: “Cualquier delito puede ser el fruto de una reacción descontrolada consciente, inconsciente, innata o instintiva frente a un estímulo y que conlleva una motivación” se observa que este concepto encierra muchas nociones, como bien lo menciona el autor, que surgen de un estímulo ligado a deseos que resultan tangibles en la acción. La motivación por su parte y como concepto, se estudia desde la psicología con la finalidad de entender que es lo que promueve una conducta.
Con la finalidad de sintetizar la información encontrada, se relatará de forma general algunos de los casos objeto de esta investigación. Con relación a la categoría de Enfermedad Psicológica o Psiquiátrica, dos de los casos presentó estas condiciones, el primero, mostró antecedentes psicológicos y cumplió con un diagnóstico de cleptomanía y trastorno antisocial de personalidad, resaltando conductas de robos anteriores, también una detención por afectación a patrimonio económico. Es decir, que en este caso, sí podría denotarse una escalada criminal que finaliza con el homicidio siendo real la incidencia psicológica en este caso ya que, por lo que se observa, no se prestó la atención para mitigar factores de riesgo, este tema lo menciona Norza (2012) donde refiere algunos factores de riesgo y motivación criminal femenina. La misma procesada solicita un tratamiento farmacológico y refiere la necesidad de un procedimiento psicológico ya que, al parecer, el uso de medicamentos no le ayudaría de forma exclusiva con su problema de cleptomanía.
El trastorno de personalidad antisocial, incide en el cumplimento de normas y reglas establecidas socialmente y esto es señalado por la misma procesada que hace referencia a los métodos de intervención que se vienen utilizando en su proceso, por otra parte, los antecedentes judiciales del segundo caso, enmarcan conductas de robos anteriores y un posible homicidio por exceso de escopolamina, también, se evidencia una escalada en la conducta criminal ya que luego de la intención encaminada al motivo de lucro, esta se exacerba al punto de no poder evitar la muerte de una persona. Este homicidio es ejercido por una conducta premeditada y guiada a cometer el hecho de forma directa, la diferencia de los dos casos expuestos es que el último terminó en una muerte por asfixia. Este modus operandi se pudo desligar de una intención clara al momento de ejercer la conducta punible, si bien, ambos casos tenían antecedentes judiciales, el primero estaba asociado a aspectos psicológicos importantes y el segundo, a un antecedente de homicidio ya perpetrado.
Otro criterio a tener en cuenta es que en el primer caso la muerte no se planeó y solo se tuvo como intención poner en estado de indefensión a la víctima para poder llevar a cabo un hurto teniendo como consecuencia un exceso de la conducta, que ajena al propósito de la agresora (intención), produjo la muerte de la víctima. Empero, en el segundo caso se enmarco un modus operandi que dio al uso de cuerdas para amarrar y someter a su víctima, además de engaños por medio de juegos sexuales, esto, mostró premeditación, planeación y facilidad para crear empatía y engañar a su víctima. Si bien estos dos casos tenían como finalidad cometer un hurto, en uno de ellos el mismo si se enmarcó en una intención primaria real diferente al segundo caso donde la intención primaria fue el hurto pero se transformó desatando una conducta guiada la comisión del homicidio que se hubiera podido evitar pero la agresora no lo hizo, luego procede con el robo y la respectiva huida, contrario a lo que sucedió en el primer caso ya que en este la agresora decidió esconderse en un armario y esperar ayuda.
Respecto al uso de armas en ambos casos, se excluye, ya que ambas se valieron de formas más naturales para perpetrar la muerte. Desde la motivación, ambos casos tienen clara la idea de una compensación económica o lucrativa, pero en el segundo caso no se descarta la existencia de algo más ya que su patrón de robo (modus operandi) era el de drogar a hombres para quedarse con sus pertenencias. Sin embargo en esta ocasión ella amarra a la víctima y adquiere poder o control sobre la misma esto señala que su intención va más allá de un simple robo trascendiendo, quizás, al deseo de controlar situaciones y personas. En ambos casos los homicidios se perpetraron en la casa de la víctima y se podría decir que hubo una decisión intrínseca de ejercer la conducta, el primer caso se observa que la mujer ingresa sola al predio de la víctima y que hubo una relación laboral, por tal razón existía un grado de confianza. Similar sucede con el segundo caso, donde la agresora se gana la confianza de su víctima acompañándolo con bebidas alcohólicas y con promesas sexuales donde la agresora planea los hechos en compañía de otra mujer pero ella es la que toma las decisiones e induce los hechos. En ninguno de los dos casos se evidenció algún esfuerzo por ocultar la evidencia ya que en el primero la agresora no huyó y en el segundo se halló evidencia en el lugar de los hechos.
Otro caso presentó una víctima con características particulares, una muerte por estrangulación con cuerda. En este caso la víctima era el hijo de una mujer con alteraciones del lenguaje, quien, aparentemente premeditó la muerte de su hijo de 7 años. La mujer, no presentaba antecedentes judiciales ni de enfermedad psicológica pero tenía un aparente accidente cerebro vascular, no quedo con secuelas mayores a la pérdida del lenguaje. Su intención ante los medios de comunicación y la hipótesis de la fiscal, tiene connotaciones variadas, por una parte, la venganza, porque la víctima insistía en que su hermano mayor abusaba de su hermana y por otra que algunas fuentes afirman que el niño no fue deseado y desde pequeño su mamá lo rechazó.
Antes de los hechos la señora informó que llevaría su hijo al colegio, a la hora de recogerlo vuelve a la casa tranquilamente e informa que él no apareció, aun sabiendo que hace poco habría presenciado su muerte, en este caso, los agresores no consumieron ninguna sustancia, sus esfuerzos por alterar la investigación se encaminaron a aislar al niño para luego simular su perdida. En general en la mayoría de los casos analizados, 2 de 8, no se observaron antecedentes judiciales, es decir, que desde la criminología se descartaría de forma habitual un patrón de delitos que pudieran dar lugar a otros como una “escalada criminal” en el general de la muestra. Al respecto, también se encuentra que 7 casos correspondientes al 88% no presentaron antecedentes psiquiátricos o psicológicos, sin embargo, no se descarta su presencia teniendo en cuenta que no en todos los casos se realizó un diagnostico por parte de algún profesional especializado o por lo menos los archivos no lo reportan.
Así mismo la categoría “uso de armas para perpetrar el ilícito” se presentó en 2 casos (arma de fuego), una en circunstancias de coautoría ya que solo portaba el arma, en el segundo caso se usó el arma para perpetrar el homicidio directamente. Respecto a la categoría “uso arma corto punzante” con relación a 3 casos en donde dos de ellas usaron cuchillo y la última no portaba el arma pero participo golpeando a la víctima hasta su muerte. 3 muertes se dieron por asfixia, 1 de forma mecánica o estrangulación con cuerda, en el segundo con una almohada y el último con un algodón impregnado de formol que quedo en la garganta de la víctima. El uso de armas contundentes como palos, mazos u otros para propinar golpes no se observó. Con relación a la variable “intención”, se presentó de forma primaria y no predeterminada en 3 casos correspondientes. Es decir que la intención real que tenían estas mujeres antes de los hechos no tenía como fin inicial perpetrar el homicidio, contrario, a 5 casos que revelan una intención instantánea de llevar a cabo el homicidio y el mismo ya se había planificado con anticipación.
También se observa que la “intención real circunstancial” se relaciona en un único caso donde no se planificó el homicidio pero las acciones de la agresora excedieron su objetivo. En balance a la cifra anterior, los restantes 7 casos propios al 87%, mostraron una predeterminación al momento de cometer la conducta de homicidio. Por su parte, la “motivación” por compensación económica o hurto se dio en 3 casos, 2 casos por venganza, 1 caso por celos y otros 2 casos por circunstancias variadas; por ejemplo, desprecio - venganza, venganza - celos, o problemas de deudas. 5 casos perpetraron homicidio simple y 3 tuvieron circunstancias de agravación punitiva, ya sea por el grado de confianza, por ser familiar u otras. Todos los casos presentaron una conducta punible dolosa, 5 casos mostraron que las mujeres actuaron influenciadas o en compañía de otra persona que generalmente resultaban siendo familiares o amigos; en solo 3 casos las mujeres ejecutaron solas el homicidio mostrando 5 casos con condena en modalidad de autor y 3 como coautor o participe. 1 caso tuvo como víctima un familiar (hijo), en 2 casos contra la pareja o expareja sentimental, en otros 2 casos con contra desconocidos y en 3 casos contra conocidos (amigos, vecinos o ex jefe).
Se revelan en 4 casos homicidios en un lugar público, en particular, en la calle y en la puerta de un bar, 3 de los casos en la casa de la víctima y 1 caso en un lugar privado (potero aislado sin transitar). Respecto a la interacción antes de los hechos, 4 casos tuvieron contacto. Esto pudo haber exacerbado la conducta ya que en el general de casos se observaron riñas, amenazas o peleas mientras que los otros 4 casos no manifestaron alguna interacción antes de los hechos, lo que podría inferir que no hubo un detonante que impulsara la conducta. Respecto a la variable “interacción después de los hechos” en 6 casos no se observaron interacciones, es decir que huyeron del lugar después de cometer la conducta, empero, 2 casos tuvieron interacción luego del hecho, como quedarse en la escena gritando o llorando. Con relación a 5 casos se observó el consumo de sustancias psicoactivas (alcohol, no se descarta alguna otra sustancia), el mismo se consumió momentos antes perpetrar el homicidio mientras que en 3 casos no se consumió ningún tipo de sustancia.
Por último, en la variable que relaciona el esfuerzo por alterar la investigación, se observó que en 4 casos cambiaron el relato de los hechos, 1 caso correspondiente intento ocultar la evidencia (cuchillo), en otro caso se intentó más de una acción como mentir sobre los hechos reales y ocultar evidencia y en 2 casos se desconoce si hubo maniobra alguna para alterar la investigación.
Discusión
Con una mirada psicojurídica se observan los delitos cometidos por población femenina y se encuentra la necesidad de estudiar, con base en la Investigación Criminal y desde la criminología, algunos criterios de la conducta desviada con la finalidad de identificar la forma en que se ejercen éstas conductas, las ideas que conllevan a cometer estas acciones y la intención real de las mismas. Sobresale la predisposición a la conducta criminal con variables como la psicopatía, trastornos de personalidad, teorías referentes a la desviación, entre otras, que estarían ligadas al estudio puro de la mente criminal en el género femenino. Se encuentra que el uso del instrumento “categoría de análisis” es una herramienta eficiente que enmarca las variables necesarias para entender la dinámica de la conducta criminal, engranándose con la propuesta teórica planteada y permitiendo a diversas entidades que estudian la criminalidad, como La Policía Nacional de Colombia, prevenir, entender y dar un sentido jurídico al fenómeno, además de otras aplicaciones como la resocialización y prevención del riesgo de reincidencia en delitos de alto impacto.
La construcción de este instrumento que permitió esbozar características criminógenas que intervenían en delitos como el homicidio, también enmarcó una contextualización de casos por variables para entender la dinámica de cada caso particular, lo que ayudo organizar las circunstancias que dieron lugar a la conducta criminal con el apoyo de las categorías específicas que organizaron cada caso. Así mismo, cede la posibilidad de extenderla y acomodarla a diversas conductas típicas por lo que puede convertirse en una herramienta aplicable a diversos delitos, ayudando a entender sus características y abordaje con base en cada necesidad.
Las dinámicas halladas en cada caso difieren en unas características pero presentan patrones similares en otras. Si bien las mujeres son vinculadas en todo tipo de delitos también observamos que las mismas pueden actuar sin una aparente influencia. En este estudio se mostró que un mayor porcentaje de mujeres actuaban acompañadas, como cómplices o participes del homicidio. En tal caso, y para entender un poco mejor el panorama criminal, según De La Espriella (2006) y Friedman (2007), muchas mujeres que han cometido filicidio pudieron tener algunos factores precipitantes como estratos socioeconómicos bajos, en algún caso el altruismo y en otros algunos trastornos mentales. Por su parte Castaño (2006), realizó una asociación entre el trastorno mental y el filicidio encontrando algunos casos con estados mentales perturbados. Por esta razón, la autora propuso que los campos de la salud y las autoridades tuviesen en cuenta el contexto social y la salud mental del indiciado al momento de tomar decisiones de connotación jurídica, sin embargo, en el caso de este estudio no se encontró algún tipo de antecedentes mentales para el caso de filicidio.
El entender algunos trastornos psicológicos como los de personalidad incide en el análisis de conductas criminales y son de gran importancia en todas las historias de vida que evidencian situaciones difíciles con relación a dinámicas familiares. Algunas propuestas de autores como Hare citado por Rigazzio (2006), explican la criminalidad por factores atribuidos a algunos trastornos, estos factores encontrados se relacionan con los descritos por Gutiérrez (2010) quien menciona factores que podrían aumentar el riesgo de violencia, como el uso de armas, presencia de otras personas en la escena, relaciones conflictivas, entre otros. Para el análisis de características criminógenas vinculadas al modus operandi del homicidio, debieron tenerse en cuenta variables como antecedentes judiciales y psicológicos, con la finalidad de determinar el riesgo de conducta violenta, la posibilidad de reincidir en la conducta o de escalarla permitiendo el análisis de factores predisponentes y precipitantes de la conducta punible. Díaz (2013) planeta una aproximación que esboza factores biológicos, psicopatológicos, genéticos, entre otros, que permitirían una mirada integral de las posibles causas de la criminalidad femenina.
En la categoría de modus operandi y desde un análisis criminológico Ressler y Douglas (1999) mostraron diversas características de la escena que pudieron reflejar patrones importantes de personalidad, que si bien no se deben analizar desde este mero aspecto, si deben ser la base para comprender la conducta criminal, entendiendo que el modus operandi, es la secuencia de patrones que permitirían entender aspectos motivadores o iniciadores de la conducta criminal. Los aportes de las diferentes ciencias que enmarcan el termino modus operandi y el proceso de la investigación criminal permitiría conocer las características de la conducta punible para los 8 casos analizados, es decir, que la labor que se ejerce con base en una adecuada investigación, concede el conocer la situación real de los hechos ya que brinda la evidencia necesaria para demostrar una hipótesis y suministra aspectos detallados que se deben tener en cuenta a la hora de realizar un análisis criminal idóneo y confiable.
Haciendo una analogía desde el derecho, se muestra que la conducta punible debe ser típica, antijurídica y culpable, si faltase alguno de estos tres conceptos no habría lugar a una conducta que deba ser castigada por la ley. En este caso, la triada criminógena del delito se enmarcaría con una equivalencia casi del mismo trasfondo, ya que si faltase alguno de los tres compontes, no podríamos referirnos a una conducta criminal explicada desde la criminología. Como se ha dicho, muchas ciencias por sí solas no han podido aclarar este fenómeno ya que muchas, como la psicología, la sociología, la antropología, la medicina, entre otras, si bien han planteado investigaciones del comportamiento infractor que han permitido entender el pensamiento con relación a la criminalidad, también han dejado varias líneas de investigación para continuar escudriñando las diversos factores incidentes y precipitantes de este tipo de conductas, además, las posibilidades de realizar tratamientos más eficientes guiados a una verdadera resocialización.
Por esta razón es necesario tener en cuenta como teoría la Triada Criminógena del Delito ya que brinda los conceptos para entender las dinámicas de la conducta criminal. Respecto a la motivación y la intención en el delito de homicidio, es claro que cada una es necesaria para conocer las causales que dieron lugar al mismo y que en conjunto con el estudio del modus operandi, podría mostrar cuál es la diferencia entre usar un cuchillo o asfixiar a una víctima. La motivación que impulsa una conducta y la intención que define el objetivo por el que se ejerce dicha conducta puede ser analizado con base en el modus operandi, además, con una perspectiva jurídica podría hasta cambiar, si se quiere, la tipificación de un delito. Lo anterior permitiría entender patrones de la conducta criminal enlazando las emociones y el contexto en el que se dieron los hechos.
Conclusiones
Con la finalidad de ahondar en todas las características vistas, es necesario continuar la investigación con una nueva metodología, que permita aplicar el instrumento de recolección de información directa a los condenados, si bien, el punto de vista en cada uno de los casos es subjetivo, se acude a la imparcialidad y estudio integral de los casos con la finalidad de obtener la verdad real de los hechos, es decir, que la aplicación del instrumento tendría fines de consolidación y organización de la información obtenida. Así mismo, es importante conocer la historia de vida de cada una de las internas, con la finalidad de conocer cuales fueron esos antecedentes sociales, familiares, psicológicos, entre otros, que pudieron intervenir en la decisión de cometer el delito, circunstancias como la violencia intrafamiliar descrita por Kalinsky (2004), Chiesa (2007) y Díaz (2010) donde la pobreza, el contexto social y educativo, podrían ser un factor predisponente de estas conductas.
Por último, es necesario que las instituciones abran las puertas a lo académico, en aras de permitir investigaciones científicas que expliquen la criminalidad y ofrezcan a su vez planes de prevención e intervención en la comunicad carcelaria con fines de resocialización. Por otra parte, la Policía Nacional tiene en sus manos el acercamiento sistemático a la comunidad y cuenta con la oportunidad de interactuar de forma directa con la sociedad para determinar factores de riesgo en la criminalidad. Al identificar estos factores, podría ser más fácil brindar planes para mitigar y evitar que se concluyan muchas conductas criminales. Por su parte, el INPEC tiene un instrumento que le permitiría comprender el fenómeno de la población carcelaria, permitiendo programas integrales de atención y prevención, además de la identificación de potenciales conductas criminales observadas en la población carcelaria o penitenciaria y con intervención individua e integral con fines de resocialización.