Introducción
De acuerdo con The World Health Organization Quality of life assessment (1995), la calidad de vida consiste en la percepción que posee el individuo sobre su posición en la vida dentro del contexto cultural y el sistema de valores en el que vive y con respecto a sus metas, expectativas, normas y preocupaciones. Específicamente en el caso de los niños, Quiceno y Vinaccia (2013) define la calidad de vida infantil (cvi) como “la percepción del bienestar físico, psicológico y social del niño(a) y adolescente dentro de un contexto cultural específico de acuerdo a su desarrollo evolutivo y sus diferencias individuales” (p. 77). Mientras la calidad de vida relacionada con la salud infantil [cvrsi] sería “la valoración que tiene el niño(a) y adolescente de acuerdo con su desarrollo evolutivo, sus diferencias individuales y su contexto cultural de su funcionamiento físico, psicológico y social cuando este ha sido limitado o alterado por la presencia de una enfermedad o accidente” (Quiceno, 2013, p.77).
Los estudios de medición de la cvrs en la infancia y la adolescencia se empiezan a vislumbrar desde los años 60 (Quiceno & Vinaccia, 2008); no obstante, desde los años 90 se ha contado con un paulatino aumento de investigaciones en el área, ya sea para la validación de pruebas o estudios que han buscado analizar las relaciones de algunas patologías con este constructo. Se ha encontrado en general una percepción desfavorable de cvrs de adolescentes y adultos que presentaban alguna patología física, en comparación con muestras sanas (Quiceno & Vinaccia, 2008, 2013; Vinaccia & Quiceno, 2010, 2012).
El diseño y validación de instrumentos de medida en cvrsi han cobrado mayor relevancia (Rajmil, et al., 2011) apoyados en los avances técnicos y teóricos de la psicometría (Aymerich et al., 2007). La mayoría de dichas escalas y cuestionarios son de origen anglosajón (Aymerich et al., 2007; Bullinger et al., 1998) y focalizados desde una perspectiva biomédica. Es decir, centrados en los síntomas y signos de la enfermedad más que en la valoración subjetiva del funcionamiento y bienestar personal del niño o adolescente (Urzúa et al., 2009). Adicional a esto, se encuentra la complejidad para medir la cvrs de niños pre-escolares por la ausencia de instrumentos específicos para estos segmentos de edad. Uno de los instrumentos más conocido es el cuestionario tapqol (Preschool Children Quality of Life) el cual, aborda una descripción del nivel de salud en niños preescolares evaluándola desde las diferentes áreas de desarrollo por medio de una prueba multidimensional (Bunge et al., 2005).
Esta prueba psicométrica consta de 43 ítems incluidos en 12 subdimensiones, basándose y evaluando los tipos de funcionamiento físico, emocional y social. La utilidad de la aplicación del instrumento radica en que los datos se convierten en información veraz para el proceso de toma de decisiones en materia diagnóstica de pacientes en edad preescolar, no solo para el ámbito terapéutico sino también para el diseño de estrategias de abordaje promocional y preventivo de tales situaciones por parte del sector salud y otras instituciones implicadas (Fekkes et al., 2000; Rajmil et al., 2011). Este instrumento ha sido validado en países como Brasil (Benini, 2014), Chile (Urzúa et al., 2010), Malasia (Tay, Jalaludin, Low, & Lim, 2015), España (Sardón-Prado et al., 2008), China (Lee et al., 2005) y Holanda (Schepers et al., 2017).
Si bien en Colombia se han validado diferentes instrumentos para medir la cvrs en niños y adolescentes como el Kidscreen 27 (Quintero et al., 2011), Kidscreen 52 (Jaimes, 2008), pedsqol4.0 (Vélez et al., 2016), y el eq-5d-y (Gaitán, Correa, Vinaccia, & Ramírez, 2017), aun se presenta un vacío relacionado con la medición de la cvrs en menores de 14 años. Por otra parte, contar con un instrumento especializado para tal tipo de población permitiría medir la cvrs tanto en las grandes urbes del país, como en regiones apartadas y marginadas de Colombia como la Costa Atlántica, los Llanos Orientales y la Amazonía, donde dicha población supera un 25% del total habitantes censados (Departamento Nacional de Estadística [dane], 2019). Por lo tanto, el presente estudio de campo tiene como objetivo evaluar las propiedades psicométricas de la versión en español del cuestionario tzo-azl sobre la calidad de vida de los niños en edad preescolar (tapqol), y determinar su utilidad en el contexto colombiano.
Método
Participantes
Se obtuvo una muestra estratificada correspondiente a 229 cuidadores con niños (110 mujeres) en edades entre tres y seis años, obtenidos aleatoriamente de dos centros educativos. En la tabla 1 se reportan las características de los participantes.
Instrumento
El tapqol (Preschool Children Quality of Life Questionare) es un instrumento heteroaplicado diseñado en Holanda por Fekkes et al., (2000), y reportó en su versión original coeficientes alfa de Cronbach superiores a 0.83 en la escala total (Urzúa et al., 2010) y engloba tres dimensiones: funcionamiento físico (F1), funcionamiento social (F2), y funcionamiento emocional (F3) a su vez integrados por 12 subdimensiones. Consta de 43 ítems distribuidos en los tres factores mencionados. La escala plantea que se contestan únicamente las primeras 32 preguntas si el niño tiene menos de 18 meses, y la totalidad de la encuesta si los niños superan la edad mencionada.
En principio se implementan las preguntas orientadas a identificar limitaciones funcionales ocurridas en los tres últimos meses, para finalizar con las reacciones que han podido tener dichos niños ante dicha situación
Procedimiento
Inicialmente se establecieron las alianzas respectivas con los centros educativos elegidos (n = 2), para proceder a la socialización del estudio con los participantes y a la obtención de los correspondientes avales. Posterior a esto se recolectó la información, con la verificación de diligenciado completo, evitando omitir información. Para la toma de la muestra se tuvo en cuenta las consideraciones éticas respectivas para la investigación con sujetos humanos en Colombia (Ministerio de Salud, 1993; Congreso de Colombia, 2006), en particular con los cuidadores informantes.
Análisis de datos
Los datos obtenidos se analizaron con el software spss 24 ®, realizando inicialmente una descripción de la muestra, para enseguida proyectar un análisis factorial exploratorio con extracción de mínimos cuadrados no ponderados y rotación Varimax. Se establecieron los índices de confiabilidad con alfa de Cronbach, y se revisó la consistencia interna a partir de una matriz de correlaciones.
Resultados
Para determinar si el tamaño muestral al que se acudió fue suficiente para proceder con el análisis factorial exploratorio, se calcularon los correspondientes coeficientes Kaiser-Meyer-Olkin (kmo) y prueba de esfericidad de Bartlett, los cuáles se presentan en la tabla 2.
En relación con lo expuesto en la tabla 2, se encontró que las variables están intercorrelacionadas de manera adecuada para aplicar el mismo tipo de análisis realizado en la muestra española (i. e., componentes principales con rotación Varimax). Así, se encontró que la prueba con muestra colombiana explica el 66.44% de la varianza total, por lo cual resulta un instrumento idóneo para la medición del bienestar psicológico en niños colombianos. Este análisis se ha realizado sobre las puntuaciones estandarizadas de cada dimensión (Tabla 3).
En relación con la tabla 3, se evidenció que existen correlaciones entre cada ítem y el factor al cual pertenece por encima del .50, recomendado por Hair, Black, Babin y Anderson (2014) como punto de referencia para garantizar una mayor validez discriminante de cada factor, y que el alfa de Cronbach del total de la prueba varía muy poco si se elimina alguno de los elementos.
Por otro lado, la tabla 4, compara los coeficientes de confiabilidad obtenidos en la muestra de niños colombianos por cada factor. Se puede observar que las dimensiones con coeficiente alfa menores a 0.70 fueron: tracto digestivo (0.52). piel (0.61). tracto respiratorio (0.58) y ansiedad (0.67), al igual que en social (0.69), aspecto que deberá ser discutido y superado.
De acuerdo con la tabla 4 solo se evidencian diferencias significativas entre niños y niñas en los factores de problemas en tracto respiratorio y de problemas de comportamiento reportados, lo cual plantea que en diez de las doce categorías las diferencias no se explicarían en función al sexo de los niños.
En relación con la tabla 5, se identificó que el factor 12 (relacionado con dificultades en cognición y comunicación) no se correlacionó con ninguna de las demás dimensiones relacionadas, y que la correlación entre ansiedad y problemas de conducta es alta; las otras dimensiones mostraron correlaciones bajas, pero con significación estadística, lo cual es esperable desde la evidencia empírica.
Discusión
Los resultados del instrumento tapqol como método para identificar la cvrsi en función de la sintomatología de enfermedades que padecen los niños, permiten acopiar criterios válidos para implementar alternativas preventivas en el contexto de la atención primaria dirigidos a atender las condiciones desencadenantes, y por esta vía reducir los síntomas físicos, emocionales y sociales que afectan la cvrsi. Sin embargo, de acuerdo con Urzúa et al. (2010), es necesario que el instrumento mantenga la suficiente sensibilidad en relación con características propias, tanto de la cultura como del contexto físico que determinan estilos de vida.
Como se pudo observar en los resultados, la forma de agrupación de los ítems reportado en los resultados difiere un poco con relación con la versión original presentada por Bunge et al. (2005), dado que el factor 8 fusiona los ítems de los factores emociones positivas y vitalidad; mientras, el ítem 23 (no ha podido controlar a su hijo), no se agrupó con ninguno de los demás factores, y aun cuando correlacionó en gran medida con el factor 9 (ansiedad) constituye un factor único que se decide mantener como dimensión independiente (problemas de conducta), teniendo en cuenta que una mayor presencia de dificultades en el comportamiento puede representar mayor tendencia a presentar problemas de atención, aprendizaje, dificultades en estados de ánimo y adaptabilidad (Rodríguez, 2010), que a su vez pueden comprender la cvrsi (Quiceno & Vinaccia, 2008, 2013).
De igual manera, las correlaciones significativas que se encontraron entre los factores agrupados son de baja magnitud, hecho que era esperable, teniendo en cuenta que cada factor mide aspectos de la cvrs diferentes pero complementarios entre sí, por lo cual se descarta colinealidad en la escala evaluada, de acuerdo con los supuestos de Pérez y Medrano (2010). En esta misma línea se demuestra que, tanto el nivel de estudios como la formación académica del cuidador, se relacionan como factores protectores de la presencia de problemas del sueño, conducta, mayor cantidad de emociones positivas y funcionamiento social (nivel de estudios), y más emociones positivas y funcionamiento social (posición socioeconómica). Sin embargo, existen algunas correlaciones negativas llamativas entre el funcionamiento motor, las emociones negativas y el funcionamiento social, y entre el estrato socioeconómico y el control del niño, aspectos que coinciden con lo encontrado por Aguirre-Dávila (2015) en términos de la evitación al daño manifestada por los niños de nivel socioeconómico más bajo, pero que deben evaluarse a futuro con mayor detalle para una mejor comprensión y formulación de acciones en salud al respecto (Piqueras, Ramos, Martínez, & Oblitas, 2009).
Por otro lado, se evidencia que tanto los problemas asociados al tracto respiratorio, como los problemas de comportamiento, son los únicos que presentan diferencias significativas en función del sexo de los niños; esto puede estar relacionado con la propensión de las niñas a tener mayor control inhibitorio en relación con los niños de la misma edad (Reyna & Brussino, 2015), y con la tendencia a que existan diferencias en la presentación de síntomas de infecciones respiratorias agudas entre ambos sexos (Ferreira-Guerrero et al., 2013). Aunque esto último también puede estar condicionado a covariables como la edad (más frecuente en menores de cinco años) y la zona donde se desenvuelven cotidianamente los niños, con mayor tendencia a dichas enfermedades en zonas urbanas, húmedas de clima variable y con alta contaminación del aire (Domínguez, Tapia, Hernández, & Castillo, 2017).
Si bien se encuentra que el tapqol es instrumento válido y confiable para la medición de la cvrsi, es importante continuar con la validación de instrumentos que permitan reconocer la percepción del bienestar y calidad de vida en función en la etapa de desarrollo que se encuentre la población, que a su vez sean sensibles a aspectos como el nivel de escolarización, la crianza en condiciones ambientales particulares (rural-urbano), y la red de apoyo familiar, entre otros aspectos (Gaitán et al., 2017).
En conclusión, tanto las investigaciones como las intervenciones preventivas en salud para población infantil y adolescente deben contar con instrumentos de evaluación para el cvrsi. De acuerdo con los resultados referidos (correlación ítem – factor, validez discriminante y alfa de Cronbach) se demuestra que el tapqol es un instrumento idóneo para medir dicha variable psicosocial en población colombiana. En ese ámbito, se recomienda el uso de este tipo de escalas con los profesionales que atienden a esta población, así con quienes desarrollan estudios frente al tema en el contexto colombiano.