Introducción
El La Organización Mundial de la Salud define la discapacidad como toda restricción o ausencia (debida a una deficiencia) de la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal para un ser humano. Se estima que más de 1000 millones de personas viven algún tipo de discapacidad. Esa cifra corresponde aproximadamente al 15 % de la población mundial (Organización Mundial de la Salud [oms], 2020).
Se calcula que una de cada diez personas en el mundo sufre por nacimiento o por adquisición una deficiencia física, mental o sensorial (oms, 2011). En la historia las personas con alguna discapacidad han tenido diferentes obstáculos para adaptarse a circunstancias presentes en su vida, y las barreras no han sido un impedimento para superar estos obstáculos; por el contrario, son una inspiración, lo cual genera un diferente significado a su condición, como lo afirman Linares García et ál. (2019a).
La resiliencia es la tendencia a ver cambios nuevos como oportunidades en vez de analizarlos como adversidades, manteniendo el compromiso y control (Gómez-Díaz y Jiménez-García, 2018). Otros autores la han definido como la capacidad humana de hacer frente a las adversidades que se presentan en la vida y vencerlas, la cual forma parte del proceso evolutivo que se crea desde la niñez (Cortés Recaball, 2010). Por otra parte, la calidad de vida se define como la representación de la satisfacción en diferentes aspectos de la vida de las personas relacionados con factores económicos, interpersonales, culturales, educativos, laborales y de salud, al igual que con creencias y el entorno que los rodea (Chiroque-Pisconte, 2020).
Al respecto, Asensio et ál. (2017) describen cómo una persona que tenga adecuados niveles de resiliencia tiene la capacidad de responder de manera positiva ante situaciones estresantes, esto en función de la interacción de esta con su entorno; por tanto, en las personas con discapacidad la capacidad resiliente ayuda a afrontar las situaciones a las que se expone por su condición y esto podría impactar su calidad de vida.
Una persona con alguna discapacidad, motriz, visual o sensorial tiene problemas cotidianos por falta de una adecuada infraestructura especial que le impide adaptarse a las condiciones del espacio; además, la aceptación y el apoyo de la sociedad se convierten en otras barreras que enfrentan para realizar sus actividades cotidianas (Alarcón -C. y Vizcarra-M. 2016; Linares García et ál., 2019b). En ese sentido, la población con discapacidad motriz es la más excluida en los ámbitos de la vida social, en específico el trabajo, siendo este un derecho que se tiene como persona, el cual en ciertas ocasiones es negado a esta población; por eso, las circunstancias enunciadas afectan de manera negativa la resiliencia del individuo y producen un efecto negativo sobre su calidad de vida, ya que le impiden desempeñarse adecuadamente en su entorno por las circunstancias que se le presentan (Gómez-Díaz y Jiménez-García, 2018).
Para profundizar en cuanto a los aspectos anteriores, este trabajo tiene el objetivo de analizar la evidencia científica sobre discapacidad, resiliencia y calidad de vida.
Método
Se realizó una revisión bibliográfica en revistas científicas, de artículos publicados en el periodo 2016-2021, obtenidos de las bases de datos Google Académico, Scielo, ScienceDirect y lilacs. La selección inicial de los artículos se hizo con base en título, resumen, año de publicación, idioma, país y fuente de publicación. Para obtener estos resultados se elaboraron diferentes estrategias de búsqueda, y en todos los casos se utilizó el operador booleano AND. Las palabras clave fueron validadas en el descriptor de Ciencias de la Salud DeCs, y para organizar los resultados se construyó una matriz en Excel. Las estrategias de búsqueda y los resultados se presentan en la Tabla 1.
Se aplicó el método prisma y los artículos se seleccionaron de manera inicial con base en su título (82 486). En la segunda fase fue leído el resumen y se descartaron 82 427 por no cumplir con la temática de estudio. Pasaron para la tercera fase 59 artículos y una vez fueron leídos finalmente se trabajó con 23 artículos, los cuales se analizaron según las variables: base de datos, nombre de la revista, año de publicación, país, idioma, método, tipo de discapacidad, factores de resiliencia y de calidad de vida (véase la Figura 1).
Resultados
En la Tabla 2 se presentan las principales características de los 23 estudios analizados: según el año de publicación se encontró que el 2020 fue el de mayor frecuencia seguido del 2019; en cuanto al idioma, 19 fueron publicados en español y 4 en inglés, y el mayor número de los trabajos fue realizado en los contextos de investigación y universitario. En cuanto al país de publicación el mayor número fue de Colombia (5), seguido de España (4), Perú (2), México (2), Polonia (2), Ecuador (2), además de Chile, Cuba, Ecuador, Paraguay, Argentina y Francia.
Los tipos de discapacidad adquirida y la motora fueron las más frecuentes en los resultados de esta revisión. Se encontró una mayor resiliencia en el grupo de personas con una discapacidad motora, y en aquellas que cuentan con apoyo familiar, social, laboral y cultural estas son más capaces de superar los obstáculos que se presentan en comparación con las personas que no tienen este apoyo. Las discapacidades adquiridas son otra clasificación que se encontró en la búsqueda, que se manifestó como un grupo que se refleja resiliente, a pesar de que su vida después del evento se vio afectada en las dimensiones económica, social y emocional. Los hallazgos evidencian que pierden la confianza en sí mismos y no les es posible realizar alguna actividad de su vida; por otro lado, se encontró que en su mayoría este grupo realiza planes para el futuro, ya sea por motivación familiar o económica, con el fin de seguir con su vida.
En los resultados de calidad de vida se obtuvo que en diferentes circunstancias sociales, laborales, económicas y culturales esta puede verse afectada por la aceptación, por la clasificación o por la percepción de algún medio que rodea al individuo; sin importar el tipo de discapacidad, la calidad de vida se ha visto afectada por la falta de recursos que la sociedad le pueda brindar a la persona.
De manera general, según los hallazgos, ningún tipo de discapacidad afecta por largo tiempo la resiliencia de la persona; esta se puede afectar en algún momento de su vida por circunstancias o eventos, y los valores y las habilidades desarrolladas en la vida ayudan a vencer esos obstáculos, lo que contribuye a conservar su valoración en sí mismos y, a su vez, mantener su resiliencia. Con respecto a la calidad de vida, los resultados evidenciaron que sí puede afectarse de manera más aguda, pero no por parte de la persona sino por la clasificación o por factores económicos, culturales, familiares, del sistema de salud, la religión o procesos políticos, entre otros (véase la Tabla 2).