Introducción
Las cogniciones parentales entendidas como las atribuciones, creencias y expectativas de los padres con respecto a sus hijos, a todos los niños y a sí mismos como padres (Milner, 1993) son estructuras de información de la memoria que ayudan a organizar las experiencias pasadas y a responder a situaciones nuevas (Azar, Nix & Makin-Byrd, 2005; Azar, Stevenson & Johnson, 2012). Las cogniciones son el conjunto de procesos de atención, memoria y pensamiento a partir de los cuales un individuo puede dar significado a las experiencias pasadas e interpretar las vivencias futuras (Opazo, 1984). Estas cogniciones pueden ser interpretaciones globales o específicas, exactas u objetivas de las motivaciones del niño, o pueden corresponder a evaluaciones sesgadas o distorsionadas acerca de los padres o de los niños (Gavita, Joyce & David, 2011).
Las atribuciones son el resultado de un proceso cognitivo a través del cual se hacen inferencias con respecto a por qué los acontecimientos ocurren de una manera particular (Weiner, 1985). En este sentido, es la búsqueda causal del significado como una forma de enmarcar la respuesta del individuo a los acontecimientos de la vida o como un medio de entender el significado de esos eventos para el futuro (Bugental, Johnston, New & Silvester, 1998). Las atribuciones juegan un papel fundamental dentro de los procesos de relacionamiento e interacciones familiares (Milner, 1995). Las creencias se definen como afirmaciones, autoverbalizaciones, reglas, demandas, deberes y necesidades que tienen los individuos acerca de su conducta, la de los demás y los eventos y situaciones (Milner, 2003). Ahora bien, las expectativas son esquemas preexistentes, con base en los cuales los individuos evalúan, integran y responden a la información relacionada con su conducta, la de los demás, los eventos y situaciones futuras (Milner, 2000; Rodríguez, Smith & Silvia, 2016). Las expectativas parentales son todos aquellos juicios que los padres tienen sobre el comportamiento futuro de sus hijos (Mestre, Tur, Samper, Mesurado & Richaud, 2014), incluyen las aspiraciones, los deseos y las metas que estos se forman en relación con el logro y su comportamiento (Yamamoto y Holloway, 2010), y la percepción de los recursos y habilidades que tienen como padres para convertir ese deseo en realidad (Jacukowicz, Potocka & Merecz-Kot, 2016). Se van modificando a través de las interacciones entre padres e hijos (Gavita, Joyce & David, 2011; Johnston & Ohan, 2005).
El estudio de las cogniciones parentales evidencia que las acciones de los niños afectan las creencias, expectativas y atribuciones que los padres y las madres hacen de sus hijos (Grusec, 2014). Una investigación realizada en Colombia con 263 madres y padres biológicos, con una edad promedio de 33.9 años y con hijos de 7 a 12 años, encontró que los factores cognitivos, atribuciones, creencias y expectativas respecto a sus hijos, a todos los niños y a sí mismos como padres son una variable determinante en la interacción padres-hijos (Hewitt, 2005).
Otros estudios muestran que las atribuciones y actitudes de las madres determinan los comportamientos que asumen al ejercer su rol incidiendo en el desarrollo y el ajuste de los niños (Bornstein, Putnick & Lansford, 2011). Las atribuciones influyen en la forma en que se construye el entorno del niño, teniendo un efecto final sobre los resultados de la crianza (Fishbein & Ajzjen, 1975; Bornstein, Hahn & Haynes, 2011). Las atribuciones tienen implicaciones en las respuestas emocionales y conductuales inmediatas de los padres, así como en la calidad de las relaciones familiares (Bugental & Goodnow, 1998). Cuando las acciones de los niños representan un reto, una amenaza o una demanda para el sistema de cuidado, el significado asignado a sus acciones influye en el afecto de los padres y en la elección de estrategias de afrontamiento o disciplina (Bugental & Johnston, 2000).Las creencias de los padres influyen en la forma en que se regula, organiza e interpreta el comportamiento entre padres e hijos (Azar, Reitz & Gosliet, 2008; Milner, 2000; Senese, Bornstein, Haynes, Rossi & Venuti, 2013). La percepción de los padres sobre el comportamiento de los hijos influye y determina la personalidad, comportamiento y desarrollo cognitivo y socioemocional del niño y moldea la efectividad y eficacia de la crianza (Risser, Skowroński & Crouch, 2011; Hewitt, Vila & Juárez, 2016). Los padres con creencias autoritarias tienden a pensar que los niños siempre deben obedecer, que necesitan que se les enseñe a hacer lo correcto y que enseñar la obediencia es el objetivo más importante de ser padres (Baumrind, Larzelere & Owens, 2010).
En un estudio realizado en México con 184 progenitores con una edad promedio de 35,7 años, escolaridad básica secundaria y nivel socioeconómico medio bajo, se encontró que los patrones cognitivos inflexibles de los padres median la relación entre el castigo y la interacción social que se establece entre padres e hijos, lo que a su vez predice la ocurrencia de problemas de comportamiento (Vite & Pérez, 2014). Los padres que tienen expectativas altas y poco realistas con respecto a las habilidades y al desarrollo de los niños, ven a sus hijos con problemas de conducta y creen que estos se comportan de manera inadecuada para molestarlos (Hewitt, 2005).La influencia de las cogniciones parentales (atribuciones, creencias y expectativas) y su interacción con los comportamientos de los niños, han sido objeto de estudio de modelos cognitivos sociales tales como el modelo de procesamiento de información social acerca del cuidado parental (Milner, 1993; 1995; 2000; 2003; Azar & Twentyman, 1986; Azar, Reitz & Goslin, 2008) y el modelo cognitivo social de las cogniciones parentales (Bugental & Johnston, 2000; Dix, Ruble, Grusec & Nixon, 1986; Weiner, 1985).
El modelo de procesamiento de información social (Milner, 1993; 1995; 2000; 2003) señala que estos esquemas evolucionan a partir de los valores propios de la familia y la sociedad en la que se desarrolle el individuo, así como las creencias que se generan en interacciones pasadas entre padre-hijo (Hewitt, 2005), lo que asigna un papel importante a la historia de vida del padre como factor explicativo de las cogniciones (Bugental & Johnson, 2000). De acuerdo con el modelo de procesamiento de información social, los esquemas cognitivos preexistentes, que son los relacionados con las atribuciones, creencias y expectativas de los padres acerca de todos los niños, influyen en las percepciones que tienen de sus hijos (Hewitt, 2005; 2016; Milner, 2000). Esto se basa en la idea de que todos los padres desarrollan y mantienen en relación con sus hijos y con todos los niños, creencias globales entendidas como valores que guían su conducta de interacción y crianza. El modelo de procesamiento de información identifica cuatro etapas que describen el pensamiento y comportamiento del padre (Milner, 1993; 1995; 2000; 2003).
Las cuatro etapas del modelo de procesamiento de información según Milner (1993; 2000) son:
Percepción del comportamiento social: sugiere que cuando los padres presentan distorsiones, sesgos y errores en la percepción de los hijos y son menos atentos y conscientes de su conducta están en riesgo de interactuar agresiva e inadecuadamente con ellos.
Interpretación, evaluación y expectativas que le dan sentido al comportamiento: propone que los padres que interpretan y evalúan el comportamiento de sus hijos como grave, amenazante y censurable debido a características internas, estables y globales del niño son los que interactúan de forma inadecuada con sus hijos.
Integración de información y la selección de la respuesta: plantea que los padres que tienen dificultad para integrar la información del comportamiento del niño y lograr minimizar los sesgos negativos preexistentes se caracterizan por interacciones inadecuadas con sus hijos.
Ejecución y control de la respuesta: hace referencia a la habilidad de los padres para regular emociones y modificar su propio comportamiento. Etapa que también ha sido confirmada por Newberger & Cook (1983) y Rodríguez, Smith & Silvia (2016).
Un estudio que utilizó el modelo de procesamiento de información social, con 73 madres de niños de 5 a 12 años con problemas de conducta, encontró que la baja tolerancia a la frustración, las altas expectativas de desarrollo, el locus de control externo y la baja perspectiva empática favorecen el riesgo de maltrato físico de los padres hacia los niños (McElroy & Rodríguez, 2008). De igual manera, se ha evidenciado que las creencias y prácticas disciplinarias inadecuadas son predictores de riesgo de abuso físico en los niños, siendo los padres jóvenes los de mayor riesgo (Milner, 1986; Milner & Dopke, 1997).
Dentro del proceso de crianza, se tienen en cuenta las cogniciones parentales, ya que el contexto interno tanto físico como interpersonal del niño se origina a partir de los contenidos de las cogniciones de los padres (Hewitt, 2016). Los padres tienen creencias, atribuciones, actitudes y expectativas en relación con los niños y su papel de cuidadores, lo que se ve evidenciado en las valoraciones que hacen de su propio rol como padres, de todos los niños y de sus hijos. Estas valoraciones definen su competencia como padre, las prácticas de crianza implementadas y el tipo de relación padre - hijo (Azar, Nix & Makin-Byrd, 2005; Azar, Reitz & Goslin, 2008; Bugental & Johnston, 2000; Hewitt, 2005; 2016; Ismail, Jo-Pei & Ibrahim, 2009; Johnston & Ohan, 2005; Laskey & Cartwright-Hatton, 2009).
En una investigación realizada en la Ciudad de México con 300 madres de niños con problemas de conducta, se demostró que los esquemas cognitivos maternos de autocontrol insuficiente, de desconfianza y los estándares inflexibles, funcionan como mediadores en las interacciones con los niños y la frecuencia de problemas de comportamiento infantil (Vite, Negrete & Miranda, 2012).
Por otra parte, se ha corroborado que las cogniciones de los padres varían en función del sexo de los hijos, el nivel socioeconómico, el grado educativo, la edad, el estado civil y el contexto cultural de los padres (Bradley & Corwyn, 2002; Lansford & Bornstein, 2013), lo que afecta las creencias sobre las habilidades parentales, las expectativas acerca de lo que los niños son capaces de hacer, o lo que se debería esperar que hicieran y las causas de un determinado comportamiento, esto impacta en la interacción y el rol del niño dentro de la familia (Grusec, 2014; Hewitt, 2005, 2016; Máiquez, Rodrigo, Capote & Vermaes, 2000).
Los estudios han mostrado que los padres hacen atribuciones diferentes para las conductas de los niños y las niñas (Maniadaki, Sonuga-Barke & Kakouros, 2005; Parsons, Adler & Kaczala, 1982). Por ejemplo, se ha evidenciado que muchos padres tienen percepciones distintas de las conductas externalizadas entre niños y niñas, lo que depende de la deseabilidad social relacionada con el comportamiento de acuerdo con el sexo (Méndez, Peñaloza, García, Jaenes & Velázquez, 2019). Los padres creen que los niños deben ser más activos que las niñas y que los primeros son más estimulados por las madres, por lo cual tienen expectativas más altas frente a estos (Baillargeon, 2008; Rescorla et al., 2007; Solis-Cámara & Díaz, 2007). Un estudio con 102 parejas con niños desde 7 años, de la región sureste de los Estados Unidos, encontró que las madres reportan más conductas problema de sus hijos que los padres, de igual manera, los padres de niños informaron más problemas de conducta que los padres de las niñas. Análisis diádicos sugieren que las atribuciones negativas de los padres de las conductas de sus hijos están asociadas con una mayor percepción de problemas externalizados de los niños por parte de los padres (Baillargeon, 2008; Nelson, O´Brien, Calkins & Keane, 2013). También, se ha demostrado una asociación entre la edad de los padres y la manera cómo piensan y sienten acerca de sus hijos (Milner, 1986), lo que a su vez influye en los comportamientos que tienen hacia ellos y, por lo tanto, en su desarrollo (Milner, 1995).
La edad de la madre tiene un efecto sobre las atribuciones, así las madres de mayor edad presentan mayor locus de control interno y, por lo tanto, una mayor percepción de controlabilidad sobre los comportamientos de sus hijos, lo que hace que sean más proactivas para resolver las situaciones de forma no agresiva u hostil (Máiquez, Rodrigo, Capote & Vermaes, 2000).
La revisión anterior, evidencia que las cogniciones de los padres tienen un papel significativo en la forma como se relacionan, responden y reaccionan ante el comportamiento de sus hijos (Bugental & Goodnow, 1998; Bugental & Johnston, 2000), de tal forma que priman las creencias, expectativas y atribuciones que tienen sobre los propios hijos, sobre todos los niños y sobre sí mismos como padres (Azar, Nix & Makin-Byrd, 2005). Estas cogniciones pueden cambiar dependiendo del sexo del hijo, del lugar de procedencia, del grado educativo, del nivel socioeconómico y de la edad de los padres. Por lo tanto, el interés de esta investigación se centra en comparar las cogniciones de madres adolescentes y adultas colombianas en relación con sus hijos, con todos los niños y acerca de sí mismas como madres, en función del sexo del hijo, su procedencia, estado civil, grado educativo y nivel socioeconómico.
Método
Participantes
Se realizó un estudio empírico analítico, descriptivo comparativo de corte transversal con un muestreo por conveniencia de 200 madres biológicas de niveles socioeconómicos bajos y medios, distribuidas en dos grupos de 100, cada uno de adolescentes y adultas. El grupo de madres adolescentes, con una edad promedio de 19.7 años (DE = 1.9), el grupo de madres adultas, con una edad promedio de 37.15 años (DE = 1.6). El 57 % (114) del total de las mujeres procedentes de la ciudad de Bogotá, mientras que el 43 % (86) de otras regiones de Colombia. El 56.5 % (113) convivía con una pareja, mientras que el 43.5 % (87) eran madres solas. El 52 % (104) de las mujeres pertenecía al nivel socioeconómico medio y el 48 % (96) al bajo. El 25 % (50) informó tener un grado educativo de educación básica primaria; el 50% (100), educación básica secundaria, y el 25% (50), formación de pregrado. El 50.5 % (101) eran madres de niños, y el 49.5% (99), de niñas. El 50% (100) de los hijos estaban en el rango entre los 0 y 6 años, y el 50% (100), entre 7 a 12 años. El 97% (194) refirieron haber vivido todo el tiempo con su hijo.
Las variables de inclusión consideradas fueron madres biológicas, entre 14 y 22 años y 35 y 40 años, pertenecientes a nivel socioeconómico bajo y medio, clasificado de acuerdo con la información indicada en el cuestionario de datos sociodemográficos. Se excluyeron de la muestra aquellas madres que presentaran alguna discapacidad intelectual o sensorial, por su dificultad para la comprensión y diligenciamiento del instrumento de evaluación.
Instrumentos
Guía de entrevista para padres
Permite obtener la información de datos sociodemográficos de los participantes, tales como edad, sexo, grado educativo del niño, nivel socioeconómico, nivel educativo del cuidador, estado civil del cuidador, ocupación, procedencia y tiempo de convivencia con el niño. Esta guía fue adaptada a partir de la guía de Hewitt (2005).
Cuestionario Factores Cognoscitivos de los Padres (FCP) (Hewitt & Ramírez, 2004)
Este cuestionario tipo Likert mide las atribuciones, creencias y expectativas de los padres acerca de sus hijos, de todos los niños y de sí mismos como padres. Consta de 179 ítems distribuidos en tres categorías: 1) lo que piensa, cree y espera de sus hijos (67 ítems); 2) lo que piensa, cree y espera de todos los niños (47 ítems), y 3) lo que piensa, cree y espera de sí mismo como padre (65 ítems). Tiene cuatro posibilidades de respuesta: 4 (muy de acuerdo), 3 (de acuerdo), 2 (en desacuerdo) y 1 (en desacuerdo total). La corrección de la prueba se hace por medio de la suma de los puntajes directos de cada una de las dimensiones para, posteriormente, clasificarlas en las categorías bajo, medio y alto, de acuerdo con los puntos de corte obtenidos, utilizando los percentiles 33 y 66 para cada una de las dimensiones del cuestionario. Se puede aplicar de manera individual o grupal con un tiempo de duración aproximado de 40 minutos (Hewitt, 2005; Hewitt, Vila & Juárez, 2016). El coeficiente de confiabilidad del cuestionario es de 0.96. La categoría uno con una confiabilidad de 0.96; la dos de 0.76 y la tres de 0.88 (Hewitt, 2005). Ha sido utilizado en investigaciones con población colombiana (Hewitt, 2005; Hewitt, Vila & Juárez, 2016; Ramírez, Navarrete, Vejarano, Hewitt & Quintero 2007).
Procedimiento
Inicialmente, se definieron los instrumentos, los criterios de inclusión de los participantes y se realizaron los contactos institucionales para la aplicación de la investigación, la que se hizo de forma grupal una vez se presentaron los objetivos y se firmó el consentimiento y el asentimiento en los casos requeridos.
La información recolectada se procesó en el paquete estadístico SPSS versión 24.0. Se utilizó estadística descriptiva para las variables demográficas y estadística comparativa (prueba de la t de Student) para identificar las diferencias en las atribuciones, creencias y expectativas entre las madres adolescentes y adultas; es decir, la prueba t permitió conocer si existen diferencias entre las madres en sus atribuciones, creencias y expectativas de lo que piensan, creen y esperan de sus hijos, de todos los niños y de sí mismas como madres. Finalmente, se aplicó un análisis de varianza bifactorial, en el cual se observaron las diferencias en las cogniciones de las madres en relación con las variables sociodemográficas: sexo, procedencia, estado civil, nivel socioeconómico y grado educativo.
Se llevaron a cabo análisis descriptivos que permitieron conocer las características de la población estudiada y que ya fueron presentados en el apartado de participantes. Considerando que era necesario hacer comparaciones de medias para las diferentes variables y que para este propósito lo más adecuado era acudir a pruebas paramétricas, se decidió la aplicación de prueba t de Student para datos independientes, con el objetivo de identificar comparativamente las diferencias entre las madres adolescentes y adultas.
Resultados
Se presentan a continuación los resultados a partir de la aplicación de análisis comparativos de las variables de estudio. La prueba t fue aplicada para aquellas variables independientes analizadas en dos grupos, mientras que el análisis de varianza bifactorial fue aplicada para variables independientes que consideraban más de dos grupos.
De manera específica, la prueba t muestra que el grupo de adolescentes obtuvo medias (X) y unas desviaciones estándar (DE) más altas en las categorías 1 y 2, en las dimensiones atribuciones y creencias acerca de los hijos y de todos los niños y en la categoría 3, en la dimensión creencias acerca de sí mismo como padre. Las madres adolescentes y las adultas presentan igual puntuación en la categoría 3, en la dimensión expectativas acerca de sí mismo como padre. Por otra parte, se observan diferencias estadísticamente significativas entre las madres adolescentes y las adultas en la categoría 1, en la dimensión atribuciones con respecto a los hijos, en la categoría 2, en la dimensión atribuciones y expectativas acerca de todos los niños y en la categoría 3, en la dimensión creencias acerca de sí mismo como padres (Tabla 1).
Categoría | Dimensión FCP | Adolescentes | Adultas | t | p | ||
---|---|---|---|---|---|---|---|
X | DE | X | DE | ||||
Categoría 1 lo que pienso creo y espero de los hijos | Atribuciones | 55.38 | 13.59 | 45.58 | 12.97 | 5.21 | .000*** |
Creencias | 37.75 | 8.09 | 35.69 | 6.80 | 1.94 | .053 | |
Expectativas | 39.7 | 4.32 | 40.65 | 5.36 | -1.38 | .169 | |
Categoría 2 lo que pienso creo y espero de todos los niños | Atribuciones | 27.98 | 5.49 | 25.96 | 4.58 | 2.82 | .005** |
Creencias | 47.11 | 9.90 | 45.4 | 6.85 | 1.42 | .157 | |
Expectativas | 27.74 | 3.73 | 29.56 | 3.96 | -3.34 | .001*** | |
Categoría 3 lo que pienso creo y espero como padres | Atribuciones | 65.87 | 7.97 | 65.97 | 8.81 | -0.08 | .933 |
Creencias | 63.04 | 5.21 | 60.11 | 4.85 | 4.11 | .000*** | |
Expectativas | 20.05 | 4.18 | 20.05 | 4.18 | 1.83 | .067 |
Nota: *p < .05; **p < .01; *** p < .001.
Con respecto a las puntuaciones obtenidas por los grupos de madres en las categorías evaluadas, se encontró que el 65 % de las madres adolescentes y el 80 % de las adultas obtuvieron puntajes altos en la dimensión expectativa de la categoría 2, lo que pienso, creo y espero de todos los niños. Es de resaltar que un porcentaje alto de la población obtuvo puntajes medios en las dimensiones expectativas de la categoría 1 (54 % madres adultas y 63 % de adolescentes) y 3 (43 % tanto de madres adultas como adolescentes), y atribuciones de la categoría 2 (45 % adultas y 55 % adolescentes) y de la categoría 3 (71 % adultas y 78 % adolescentes) (Tabla 2).
Categoría | Dimensión FCP | Puntaje | Adolescentes | Adultas |
---|---|---|---|---|
% | % | |||
Categoría 1. lo que pienso creo y espero de los hijos | Atribuciones | Bajo | 65 | 89 |
Medio | 35 | 9 | ||
Alto | 0 | 2 | ||
Creencias | Bajo | 56 | 67 | |
Medio | 43 | 33 | ||
Alto | 1 | 0 | ||
Expectativas | Bajo | 23 | 22 | |
Medio | 63 | 54 | ||
Alto | 14 | 24 | ||
Categoría 2 lo que pienso creo y espero de todos los niños | Atribuciones | Bajo | 40 | 55 |
Medio | 55 | 45 | ||
Alto | 5 | 0 | ||
Creencias | Bajo | 69 | 75 | |
Medio | 29 | 25 | ||
Alto | 2 | 0 | ||
Expectativas | Bajo | 1 | 1 | |
Medio | 34 | 19 | ||
Alto | 65 | 80 | ||
Categoría 3 lo que pienso creo y espero como padres | Atribuciones | Bajo | 22 | 27 |
Medio | 78 | 71 | ||
Alto | 0 | 2 | ||
Creencias | Bajo | 98 | 1 | |
Medio | 2 | 98 | ||
Alto | 0 | 1 | ||
Expectativas | Bajo | 56 | 56 | |
Medio | 43 | 43 | ||
Alto | 1 | 1 |
La comparación de las cogniciones entre madres adolescentes y adultas con respecto al sexo del hijo, realizada utilizando la prueba t, mostró diferencias significativas en las atribuciones acerca de los hijos, las expectativas acerca de todos los niños y las creencias como padres; adicionalmente, las atribuciones sobre todos los niños son diferentes entre las madres solo si el hijo es hombre. También se encontraron diferencias significativas en las atribuciones y creencias como padres y en las expectativas acerca de los hijos cuando proceden de Bogotá, mientras que cuando proceden de otras regiones del país hay diferencias en las atribuciones y creencias acerca de los hijos y de todos los niños y en las expectativas acerca de todos los niños y de sí mismas como madres.
Adicionalmente, se encuentran diferencias significativas en las atribuciones acerca de los hijos, tanto cuando las madres tienen o no pareja; mientras que si las madres no tienen pareja hay diferencias en las expectativas acerca de los hijos y en las expectativas acerca de todos los niños. Cuando las madres tienen pareja presentan diferencias en las creencias acerca de los hijos, las atribuciones acerca de todos los niños y en las creencias acerca de sí mismos como padres. Al analizar la variable nivel socioeconómico se encuentran diferencias significativas en las atribuciones acerca de los hijos, y en las creencias acerca de sí mismas como madres, cuando pertenecen a un nivel socioeconómico medio se encuentran diferencias en las expectativas acerca de todos los niños y acerca de sí mismas como madres. Por último, en el grado educativo se encuentran diferencias significativas en las atribuciones y creencias acerca de los hijos tanto si son de nivel académico de básica primaria como básica secundaria. Las atribuciones acerca de todos los niños son diferentes cuando tienen un grado educativo de básica primaria, las expectativas de los niños y las creencias acerca de sí mismos como padres son diferentes solo si tiene un grado educativo de básica secundaria. Las madres con formación de pregrado no presentan diferencias en las atribuciones, creencias y expectativas (Tabla 3).
Variable | Significancia Categoría 1 | Significancia. Categoría 2 | Significancia Categoría 3 | ||||||||||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
t | Atribuc | t | Creenc | T | Expect | t | Atribuc | t | Creenc | t | Expect | t | Atribuc | t | Creenc | t | Expect | ||
Sexo hijo | Hombre n=101 | 4.173 | .000*** | 1.796 | 0.075 | -0.216 | 0.829 | 2.111 | .037* | 1.301 | 0.196 | -2.034 | .045* | -1.237 | 0.219 | 3.731 | .000*** | 1.662 | 0.1 |
Mujer n= 99 | 3.183 | .002** | 0.977 | 0.331 | -1.917 | 0.058 | -1.917 | 0.066 | 0.693 | 0.49 | -2.771 | .007** | 1.227 | 0.223 | 2.041 | .044* | 0.901 | 0.37 | |
Procedencia | Bogotá n= 114 | 0.986 | 0.326 | -1.05 | 0.296 | -2.129 | .035* | -0.253 | 0.8 | -1.802 | 0.074 | -2.193 | 0.261 | -1.129 | .044* | -2.037 | .014* | -0.495 | 0.621 |
Otras n= 86 | 6.491 | .000*** | 3.594 | .001*** | 0.579 | 0.564 | 4.164 | .000*** | 3.281 | .002** | -3.162 | .002** | 2.029 | .046* | 3.392 | .001*** | 3.121 | .002** | |
Estado. Civil | Con pareja n=113 | 5.073 | .000*** | 2.498 | .014* | 0.473 | 0.637 | 2.103 | .038* | 1.084 | 0.281 | -1.834 | 0.069 | 0.716 | 0.476 | 3.65 | .000*** | 1.827 | 0.07 |
Sin pareja n=87 | 2.028 | .046* | 0.105 | 0.917 | -2.336 | .022* | 1.476 | 0.144 | 0.589 | 0.557 | -2.755 | .007** | -0.993 | 0.323 | 1.96 | 0.053 | 0.8 | 0.426 | |
NSE(a) | Bajo n=96 | 2.892 | .005** | 1.375 | 0.172 | -1.471 | 0.145 | 1.081 | 0.282 | -0.044 | 0.965 | -1.135 | 0.259 | 0.038 | 0.97 | 2.982 | .004** | -0.314 | 0.754 |
Medio n=104 | 3.072 | .003** | 0.246 | 0.806 | -1.122 | 0.264 | 1.962 | 0.052 | 1.157 | 0.25 | -3.199 | .002** | -0.916 | 0.362 | 2.545 | .012* | 2.203 | .030* | |
Grado Educativo | Primaria n=50 | 3.88 | .000* | 3.88 | .015* | 0.562 | 0.577 | 2.225 | .031* | 1.354 | 0.182 | -1.275 | 0.208 | 0.795 | 0.43 | 1.55 | 0.127 | 1.027 | 0.309 |
Secundaria n=100 | 4.487 | .000* | 1.991 | .049* | -1.192 | 0.236 | 1.752 | 0.083 | 1.737 | 0.086 | 1.737 | .023* | 0.402 | 0.688 | 2.389 | .019* | 1.512 | .019* | |
Pregrado n=50 | 1.573 | 0.122 | 1.573 | 0.855 | -0.504 | 0.617 | 0.883 | 0.617 | 0.015 | 0.988 | -1.124 | 0.988 | 0.014 | 0.989 | 2.174 | 0.989 | 0.535 | 0.595 |
Nota: *p < .05; **p < .01; ***p < .001.
(a)NSE: Nivel socioeconómico.
La revisión de las atribuciones, creencias y expectativas de las madres adolescentes con respecto a las variables sociodemográficas se hizo a través de un análisis de varianza bifactorial. Como se observa en la Tabla 4, este análisis permitió identificar que según la procedencia existen diferencias estadísticamente significativas en cuanto a las creencias acerca de sus hijos (0.000), las atribuciones y creencias acerca de todos los niños (0.000) y las atribuciones y expectativas acerca de sí mismos como padres (0.004 y 0.008, respectivamente). Con respecto a la variable estado civil, solo se encontraron diferencias estadísticamente significativas en las atribuciones sobre todos los niños (0.024). Al medir el tamaño del efecto de estas diferencias, se encontró que las variables sociodemográficas edad del cuidador y procedencia tienen un efecto moderado en las creencias con respecto a los hijos (0.057) y las atribuciones y creencias de todos los niños (0.062 y 0.069, respectivamente).
Variable | Categoría 1 | Categoría 2 | Categoría 3 | |||||||||||||||
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Signific atribución | Eta | Signific creencias | Eta | Signific expectativas | Eta | Signific atribución | Eta | Signific creencias | Eta | Signific expectativas | Eta | Signific atribución | Eta | Signific creencias | Eta | Signific expectativas | Eta | |
Sexo hijo | 0.527 | 0.002 | 0.633 | 0.001 | 0.286 | 0.006 | 0.802 | 0.000 | 0.802 | 0.001 | 0.848 | 0.000 | 0.083 | 0.015 | 0.214 | 0.008 | 0.559 | 0.002 |
Procedencia | 0.559 | 0.090** | 0.000*** | 0.057** | 0.066 | 0.017 | 0.000*** | 0.062** | 0.000*** | 0.069** | 0.065 | 0.017 | 0.004** | 0.041 | 0.267 | 0.006 | 0.008** | 0.036 |
Estado Civil | 0.662 | 0.008 | 0.058 | 0.038 | 0.125 | 0.029 | 0.024* | 0.048 | 0.172 | 0.026 | 0.610 | 0.009 | 0.114 | 0.030 | 0.114 | 0.023 | 0.655 | 0.008 |
NSE(a) | 0.797 | 0.002 | 0.659 | 0.004 | 0.861 | 0.002 | 0.664 | 0.004 | 0.401 | 0.009 | 0.650 | 0.004 | 0.205 | 0.016 | 0.648 | 0.004 | 0.289 | 0.013 |
Grado Educativo | 0.221 | 0.030 | 0.239 | 0.028 | 0.494 | 0.018 | 0.875 | 0.006 | 0.780 | 0.009 | 0.795 | 0.009 | 0.377 | 0.022 | 0.757 | 0.010 | 0.923 | 0.005 |
Nota: *p < .05; **p < .01; *** p < .001.
Tamaño del efecto Eta: 0.01 bajo*: 0.06 medio**: 0.14 alto***.
(a)NSE: Nivel Socioeconómico.
Discusión
El objetivo de este estudio fue comparar las cogniciones de madres adolescentes y adultas acerca de sus hijos, de todos los niños y acerca de sí mismas como madres y su interacción con el sexo del hijo, la procedencia, estado civil, grado educativo y nivel socioeconómico de las madres. Los resultados obtenidos comprobaron que las madres adolescentes presentan atribuciones y creencias acerca de los hijos y de todos los niños con mayor sesgo y distorsión y creencias acerca de sí mismas como madres de poco control personal y baja autoeficacia, mientras que las cogniciones de las madres adultas se caracterizan por expectativas irreales y negativas acerca de los hijos y de todos los niños y atribuciones distorsionadas acerca de sí mismas como madres. Estas atribuciones parentales acerca de la conducta de los hijos han sido asociadas con negligencia y con comportamientos de las madres que ponen en riesgo a los niños (Azar & Weinzierl, 2005; Azar, McGuier, Hernández-Mekonnen & Miller, 2017; Morringiello & Corbett, 2008; Liu & Wang, 2015; Azar, Miller, Stevenson & Johnson, 2016). Adicionalmente, las cogniciones preexistentes de todas las madres se caracterizan por expectativas irreales acerca de todos los niños, lo que las llevan a percibir intencionalidad negativa y responsabilidad en el comportamiento de sus hijos (Bugental & Happaney, 2004). También se identificó que la interacción de las cogniciones con la variable estado civil lleva a diferencias entre las madres adolescentes y adultas.
Esta investigación comprueba, como lo señalan otros estudios, que la edad de las madres interactúa con la manera como piensan y sienten acerca de sus hijos (Milner, 1986). Asimismo, los resultados corroboran lo expuesto por Máiquez, Rodrigo, Capote y Vermaes (2000), quienes señalan que la edad de la madre tiene un efecto sobre las atribuciones, siendo las madres de mayor edad quienes presentan un mayor locus de control interno y, por lo tanto, una mayor percepción de controlabilidad sobre los comportamientos de sus hijos.
El análisis de las puntuaciones obtenidas en el instrumento de FCP por las madres adultas y adolescentes muestra puntuaciones altas en las expectativas acerca de todos los niños, lo cual indica que están orientadas a percibir el comportamiento de todos los niños como erróneos e intencionales, lo que las hace menos flexibles para comprender a sus hijos y manejarlos. Este estilo de pensamiento se refleja en creencias como los niños deben cuidar sus pertenencias, deben permanecer limpios y ordenados, deben ser obedientes y deben escuchar a sus padres.
Asimismo, las puntuaciones medias evidenciadas en las dimensiones expectativas acerca de los hijos (yo espero que mis hijos sean niños juiciosos; por la forma como trabajo, mis hijos deben responderme siendo juiciosos; mi hijo debe hacer los oficios domésticos; los hijos mayores deben cuidar a sus hermanos menores; espero que mis hijos me atiendan cuando llego del trabajo) evidencian que las madres están en riesgo de usar estrategias de crianza basadas en malos tratos cuando no se cumplan estas expectativas con sus hijos. De igual forma, los puntajes medios obtenidos en la dimensión atribuciones acerca de sí mismos como madres indican que las madres se encuentran en riesgo de presentar baja autoeficacia y poco control personal (Hewitt, 2004; 2005), pensamiento reflejado en ítems como: he cometido errores como padre, si hago las cosas bien mi hijo me respeta, como soy un padre permisivo con mi hijo él me quiere, soy un padre estricto con mi hijo porque quiero que sea bueno. Las mujeres con baja percepción de control acerca de si mismas como madres, anticipan resultados menos exitosos en relación con los niños, lo que puede generar relaciones basadas en castigo (Beckerman, Berkel, Mesman & Alink, 2017).
Asimismo, las expectativas irreales acerca de los niños y sesgos de hostilidad en las atribuciones de sus conductas sugieren un incremento del riesgo de maltrato en la crianza de los niños (Azar, 1986; Azar & Weinzierl, 2005). Las expectativas parentales acerca de los niños reflejan las cogniciones de los padres acerca del “deber ser”, por ejemplo, el pensamiento rígido de que los niños deben permanecer limpios y ordenados siempre. Los padres que exhiben expectativas poco realistas, que no diferencian su construcción interna del “deber ser” de los niños de la de los adultos y demuestran poco conocimiento de la etapa de desarrollo en la que se encuentra el niño, están en riesgo de tener diferentes conductas problemáticas en la crianza, incluso maltrato y negligencia (Azar, Reitz & Goslin, 2008; Azar, McGuier, Hernández-Mekonnen & Miller, 2017).
Los resultados del análisis de comparación de medias con la prueba t reflejan las diferencias en las cogniciones a partir de la edad de la madre, el sexo del hijo, la procedencia, el estado civil, el nivel socio económico y el nivel de escolaridad de las madres, lo que corrobora los hallazgos de otros estudios que han confirmado las diferencias en las cogniciones parentales a partir de estas variables (Bradley & Corwyn, 2002; Baillargeon, 2008; Máiquez, Rodrigo, Capote & Vermaes, 2000; Maniadaki, Sonuga- Barke & Kakouros, 2005; Milner, 1986; Parsons, Adler & Kaczala, 1982; Rescorla et al., 2007; Solis-Cámara & Diaz, 2007).
La interacción entre las cogniciones y la edad de las madres mostró diferencias significativas, encontrando en general una puntuación en la media más alta en el grupo de madres adolescentes. Esto podría estar relacionado con que la maternidad en la adolescencia obliga a asumir una serie de responsabilidades, sin contar con la madurez psicológica necesaria (Rouland, Rowley & Kurtz-Costes, 2013). Igualmente, diversas investigaciones han evidenciado que las madres adolescentes tienen una alta probabilidad de tener prácticas de cuidado riesgosas debido a que poseen información distorsionada acerca de lo que los niños pueden hacer y sobre su desarrollo, adicionalmente, exhiben menos interacción maternal, conductas de afecto, estimulación y responsabilidad, y debido a esas creencias y expectativas reaccionan de forma altamente punitiva o no responsiva con sus hijos (Botero & Collazos, 2011).
Este estudio también mostró diferencias en las cogniciones de madres adultas y adolescentes en cuanto al sexo del hijo en relación con las atribuciones de los hijos, las expectativas de todos los niños y las creencias como padres (las hijas mujeres son un problema en la adolescencia, los hijos hombres son un problema porque son necios), lo cual es coherente con lo planteado en las investigaciones con respecto a que los padres hacen atribuciones diferentes dependiendo del sexo de sus hijos (Maniadaki, Sonuga- Barke & Kakouros, 2005; Parsons, Adler & Kaczala, 1982), como también, con estudios que muestran que los padres de hijos varones informan más problemas de conducta que los padres de hijas mujeres (Baillargeon, 2008; Nelson, O´Brien, Calkins & Keane, 2013). Estos resultados también muestran que las atribuciones acerca de todos los niños son diferentes entre las madres si el hijo es hombre. Sin embargo, contrastan con otros estudios que han mostrado que no existen diferencias en las cogniciones parentales en relación con el sexo del hijo (Natale et al., 2008; Nelson, O´Brien, Calkin & Keane, 2013), lo que señala que no hay consistencia en los hallazgos respecto a las diferencias en las cogniciones de las madres en función del sexo del hijo.
Esta investigación también demostró que las atribuciones y creencias acerca de sí mismos como padres son diferentes entre las madres adultas y adolescentes, dependiendo del lugar de procedencia. Estos hallazgos corroboran los resultados de otras investigaciones que señalan que las atribuciones y actitudes de los padres son diferentes dependiendo de los contextos culturales en los que han vivido. Es indiscutible que el contexto cultural es un determinante de las creencias, cogniciones y expectativas en los individuos. De hecho, las cogniciones acerca de la vida y la forma de ser padres son transmitidas culturalmente y son propias en cada región (Landsford & Bornstein, 2013). En este sentido, en cuanto a la pregunta que se intentó responder, es evidente que la dimensión atribuciones de la categoría uno (lo que pienso, creo y espero de los hijos/hijas), atribuciones de la categoría dos (lo que pienso, creo y espero de todos los niños) y atribuciones de la categoría tres (lo que pienso, creo y espero de sí mismo como padre/madre) y las dimensiones atribuciones, creencias y expectativas de la categoría tres (lo que piensa, cree y espera de sí mismo como padre/madre) tienen un peso significativo en la explicación de las diferencias presentadas en cuento a la procedencia geográfica de la madre.
Con relación al estado civil, se encontraron diferencias en las atribuciones acerca de los hijos y las creencias acerca de sí mismos como padres. Esto puede estar relacionado con el hecho de que las mujeres que asumen la crianza solas pueden generar atribuciones causales intencionadas sobre el comportamiento de sus hijos, creencias distorsionadas y expectativas irreales con respecto a sus hijos, como una forma de recibir a cambio una compensación por el esfuerzo y los sacrificios que deben asumir para llevar adelante la crianza (Bradley & Corwyn, 2002), máxime cuando se combina con niveles educativos y niveles socioeconómicos bajos (Gallego, 2012; Eckenrode, Smith, McCarthy & Dineen, 2014).
Estas cogniciones se reflejan en pensamientos como: el nacimiento de los hijos provoca problemas en un matrimonio, el matrimonio se dañó desde que nació mi hijo, castigo a mi hijo para que mi pareja se sienta mal, adicionalmente, la diferencia en las cogniciones de las madres adolescentes y adultas que viven en parejas o solas puede explicarse por las expectativas en relación con la etapa de vida en la que se encuentran (Aguilar, Medina & Martínez, 2017), también, por algunas dificultades asociadas al madresolterismo, relacionadas con las condiciones sociales y económicas, limitaciones para el acceso al mundo laboral y mayor dificultad para establecer nuevas relaciones afectivas (Arriagada, 2007; Bradley & Corwyn, 2002; Euser et al., 2013).
Los hallazgos de esta investigación mostraron diferencias entre los grupos de madres en las creencias respecto a los hijos y las atribuciones acerca de sí mismas como madres cuando se trata del nivel socioeconómico, esto se evidencia en pensamientos como: los hijos son una carga para los padres, los hijos más que una bendición son un estorbo, soy un mal padre para mi hijo porque no puedo darle lo que necesita. Estudios recientes han demostrado que entre más caótico sea el ambiente familiar, existe una asociación entre los sesgos atribucionales de los padres hacia sus hijos y sus conductas disciplinarias punitivas (Wang, Deater-Deckard & Bell, 2013). Los resultados del presente estudio se suman a las investigaciones que encuentran una relación directa entre las cogniciones y el riesgo en la crianza de los niños mediadas por el nivel socioeconómico (Strurge-Apple, Suor & Skibo, 2014).
En referencia al grado educativo, se encontraron diferencias en las atribuciones y creencias acerca de los hijos entre los grupos de madres que cuentan con educación básica primaria y las que poseen educación básica secundaria. Al respecto, se ha descrito que las cogniciones de los padres están determinadas por características como el sexo, la experiencia previa, el nivel educativo y las expectativas de logro que apuestan en sus hijos (Molina, Raimundi & Bugallo, 2017). La investigación ha indicado que el nivel educativo es el más determinante en las diferencias en las cogniciones (Ramírez, 2005). El nivel educativo de los padres genera diferencias en la forma de concebir y de enfrentar el mundo y de relacionarse con los demás, incluyendo sus hijos, lo que genera una tendencia a presentar mayores distorsiones y sesgos atribucionales dada su baja capacidad para analizar sus cogniciones y creencias (Henao, 2008). Generalmente, son personas que mantienen esquemas cognitivos rígidos, lo que les impide revisar y evaluar los juicios que hacen.
No obstante, los resultados de comparación con prueba t y el ANOVA bifactorial, señalan que las únicas variables sociodemográficas que interactúan significativamente con las cogniciones de las madres son la procedencia y el estado civil. De esta forma, la procedencia interactúa con las creencias sobre los hijos, las atribuciones y las creencias sobre todos los niños y con las atribuciones de sí mismas como madres. Por su parte, el estado civil interactúa con las atribuciones de sí mismas como madres. Al medir el tamaño del efecto de esas diferencias solo la variable procedencia demostró un tamaño del efecto moderado. De esta manera, se confirma que los contextos culturales ejercen un papel en las cogniciones de las madres, lo que amerita analizarse con estudios predictivos que permitan identificar a través de análisis estadísticos robustos si este papel es mediador o predictor.
Limitaciones
Los hallazgos descritos en este estudio deben considerarse a la luz de la limitación del tamaño de la muestra, debido a la complejidad que implicó la consecución de las madres que cumplieran con las características sociodemográficas definidas y que participaran voluntariamente en la investigación. Sin embargo, la muestra de 200 madres permitió llevar a cabo análisis estadísticos comparativos que arrojaran resultados válidos en este campo de investigación. Para futuras investigaciones, además de subsanar el tamaño de la muestra, se sugiere profundizar en el papel de la procedencia en las cogniciones de las madres junto con el estudio de variables como el estado emocional y las características de personalidad de las madres y la presencia de problemas de comportamiento, discapacidad cognitiva, discapacidad sensorial u otras afectaciones médicas de los niños, las que posiblemente pueden influir en las cogniciones de las madres.
Implicaciones clínicas
Aunque se necesita investigación adicional, estos hallazgos muestran la importancia de focalizar las cogniciones de los padres en las intervenciones diseñadas para fomentar interacciones familiares sanas. Los padres pueden beneficiarse de ejercicios de reentrenamiento de atribución (Bugental et al., 2010). Los ejercicios de reentrenamiento de atribución están diseñados para disminuir la probabilidad de atribuciones hostiles durante las interacciones de los padres con sus hijos, lo que a su vez puede reducir la probabilidad de una agresión reactiva (Crouch, Irwin, Milner, Skowronsky, Rutledge & Davila, 2017).
En los programas de apoyo a madres se deben incluir tanto elementos conductuales como cognitivos, centrarse específicamente en el cambio de las atribuciones, creencias y expectativas sesgadas y distorsionadas de los padres acerca de los niños y de sí mismos como padres (Gavita, Joyce & David, 2011). Trabajar la modificación y cambio de cogniciones de las madres es una estrategia para promover una interacción padre-hijo sana (Hewitt, 2004; 2005; 2016), lo que se fundamenta en el hecho de que las intervenciones centradas en la modificación de atribuciones, creencias y expectativas parentales han mostrado efectividad en la prevención de tratos inadecuados hacia los hijos (Bugental & Happaney, 2004; Bernstein, Laurent, Measelle, Hailey & Ablow, 2013).