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Prolegómenos

Print version ISSN 0121-182XOn-line version ISSN 1909-7727

Prolegómenos vol.26 no.52 Bogotá July/Dec. 2023  Epub Dec 15, 2023

https://doi.org/10.18359/prole.7098 

Editorial

La enseñanza y la inteligencia artificial

Andrea Alarcón Peña Ph.D.aa 

a Editora de la Revista Prolegómenos. Docente de la Universidad Militar Nueva Granada.


No es novedoso, ni mucho menos un secreto, el impacto que la inteligencia artificial (IA) ha traído a nuestra cotidianidad. Muchas actividades de nuestra vida diaria se encuentran mediadas por la IA. Las casas inteligentes o smart houses permiten encender y apagar las luces, los equipos electrónicos, verificar los productos próximos a caducar, reproducir música, programar un asistente para que nos recuerde algunas actividades o incluso nos despierte en la mañana. La atención al cliente en entidades bancarias, de salud, prestadores de servicios y otras se realiza a través de chatbots. Ubicarnos en una ciudad que visitamos por primera vez o buscar una dirección, un restaurante o almacén se facilita a través de Google maps o Applemaps. Localizar información en buscadores que, de manera predictiva, nos hacen sugerencias, programan viajes, organizan actividades y proponen productos es una constante.

Esta realidad, propia no solo de esos escenarios, se ha ampliado al entorno educativo y planteado retos y complejidades para los educadores y estudiantes. El rol del docente exige una transformación importante frente a la aparición del ChatGPT, Tome, DALL_E, Brainly, Wolfram Alpha, entre otras tantas que propician inquietudes respecto a modelos, metodologías y didácticas en el aprendizaje que permitan contemporizar nuestra actividad educadora y crear mejores entornos de aprendizaje. No es una cuestión pacífica. Muchos de nosotros no somos nativos digitales y, quizás, advertimos con resistencia y algo de temor las nuevas tecnologías con sus aplicaciones y posibilidades. La pandemia provocó un cambio -no voluntario- que llegó sin pretensiones de abandonarnos, un cambio en el que la interacción entre las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones y la educación se ha fortalecido.

Sabemos que la información está a la distancia de una pregunta en un dispositivo electrónico que permite acceder a un sistema. Que los estudiantes, ávidos de conocimiento, retan nuestras respuestas y con sus comentarios e inquietudes enriquecen los diversos espacios académicos. La enseñanza tradicional condicionada en algunos casos a reproducir textos o, en el caso del derecho, normas jurídicas, no puede seguir siendo la estrategia. Requerimos espacios -no necesariamente presenciales- en los que con el apoyo de la asistencia artificial podamos implementar ajustes estructurales para que los estudiantes conozcan y dimensionen las ventajas de estas herramientas, pero a su vez tengan la habilidad de comprender las dificultades que suscita. Valga la pena recordar aquellos abogados que, con la ayuda de ChatGPT, han confiado en escritos legales generados por esta con resultados poco afortunados en la jurisdicción.

Los docentes podemos usar IA para planificar nuestras clases, exámenes, hacer seguimiento al rendimiento de nuestros estudiantes. Estos pueden aprovecharla para preparar trabajos, exámenes, lecciones, corregir documentos o entregas, buscar y sistematizar información. En el caso de estudiantes con capacidades diversas permite una mayor accesibilidad al proveerle recursos y herramientas que facilitan y mejoran el acceso a la información. No se trata de un remplazo de nuestra actividad, supone una herramienta que puede impactar significativamente nuestra misión y permitir mejoras significativas en el desarrollo de nuestras actividades.

La cuestión, en todo caso, aunque prometedora, no considera de manera integral y suficiente los problemas derivados de la pobreza multidimensional, las inequidades en el acceso a la educación, los problemas en el acceso a Internet, la condición de analfabetas digitales de amplios sectores de la población y la brecha digital que persiste como una constante alrededor del mundo. La inteligencia artificial constituye una herramienta valiosa que demanda de los ciudadanos, los gobiernos, las empresas, los centros educativos y los alfabetos digitales un compromiso y responsabilidad social con aquellos que encuentran restricciones y dificultades para acceder a estas herramientas.

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