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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.70  supl.7 Bogotá Dec. 2021  Epub Mar 10, 2022

https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v70n7supl.99431 

Presentación

PRESENTACIÓN

JORGE AURELIO DÍAZ* 

*Director de Ideas y Valores


Decir que es una verdadera hazaña el hecho de que una revista académica en Colombia cumpla 70 años de existencia es ciertamente un lugar común. Pero, aun así, tenemos que celebrarlo, porque implica rendir homenaje al esfuerzo sostenido de varias generaciones de profesores, que han entendido que la publicación de una revista constituye un elemento fundamental para la existencia y la consolidación de las labores de una comunidad académica.

Es justo que, al celebrar estos 70 años de vida, comencemos por rendir homenaje a quienes han hecho posible dicha hazaña. En primer lugar, a quienes tuvieron la idea de comenzar la tarea en 1951 y, muy en particular, a la figura de Cayetano Betancur, cuya semblanza es presentada en este Suplemento por Ana María Granados y Sebastián Pineda, buscando perfilar el sentido y los alcances de sus ideas conservadoras. Como lo señala la nota introductoria al primer número de la revista, escrita por el mismo Betancur, su aparición se llevó a cabo en momentos muy poco propicios para su permanencia.

Una esclarecedora exposición sobre tales circunstancias la ofrece el artículo de Gonzalo Serrano, con el significativo título de "Ideas y Valores: antecedentes, comienzos y tropiezos". Allí vemos cómo la revista no solo comenzó su vida en medio de situaciones difíciles, sino que ha tenido igualmente que superar no pocas dificultades para sobrevivir.

La labor que llevó a cabo el Instituto de Filosofía de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia fue la de crear las condiciones para un ejercicio de la reflexión filosófica que fuera más allá de los intereses personales de algunos intelectuales, y abriera así la oportunidad para quienes pretendían realizar dicha labor en forma más profesional. Cabe destacar las figuras de quienes participaron con sus escritos en ese primer número de 1951, porque se trata de nombres que pertenecen a la historia del pensamiento en Colombia y en América Latina. Fueron ellos Cayetano Betancur, Jaime Vélez Sáenz, Danilo Cruz Vélez y el filósofo argentino de origen español Francisco Romero. Esta política de buscar colaboración de autores latinoamericanos se hizo presente desde los primeros números, de modo que podemos encontrar en ellos artículos del español Julián Marías, del mexicano José Vasconcelos y del peruano Alberto Wagner de Reina, entre otros.

Ahora bien, sobre las condiciones que, desde el punto de vista académico, rodearon la aparición y desarrollo de la revista durante sus primeros años, ofrece Juan Camilo Betancur una muy interesante exposición, en la cual busca precisar algunas de las maneras como ha sido leída esa época en lo que atañe al ejercicio de la reflexión filosófica. Este análisis de contexto se complementa muy bien con el artículo de Carlos Arturo López, que ofrece una visión panorámica del desarrollo de la filosofía en Colombia, elaborada en torno al discutido y discutible concepto de "normalización".

Si ahora dirigimos la mirada a tiempos más recientes, Yuri Jack Gómez presenta un análisis de las políticas de indexación que se han venido desarrollando en Colombia desde ya hace varios años, y que han tenido una clara influencia en la calidad de las revistas académicas, no siempre positiva. El impacto de estas políticas, en el caso de Ideas y Valores, hemos podido analizarlo con la generosa colaboración de Laura Camila Acosta, aprovechando las investigaciones que llevó a cabo para la elaboración de su tesis de maestría en el Instituto Caro y Cuervo.

Finalmente, dos artículos analizan con atención los contenidos mismos de lo publicado. El primero, de María Lucía Rivera y Diana María Acevedo, realiza un estudio descriptivo sobre la participación de la mujer en los 70 años de la revista, llegando a muy interesantes conclusiones. El segundo, más puntual, escrito por Jaime Ramos, centra su atención en la forma como ha sido analizado e interpretado el pensamiento de Ludwig Wittgenstein en los diversos artículos que se han publicado a lo largo de los últimos años.

Sería imposible terminar esta presentación sin resaltar el apoyo que la revista ha recibido siempre del Departamento de Filosofía de la Universidad, tanto por parte de los profesores, como de cada uno de sus directores. A este apoyo se suma la generosa colaboración con la que se ha contado por parte de la Facultad de Ciencias Humanas, a través, sobre todo, del Centro Editorial de la Facultad. Pero, si bien a todas las personas que han formado parte de estas instancias hay que hacerles llegar un sincero agradecimiento, porque han sido ellas las que han hecho posible el éxito alcanzado hasta ahora, una mención especial merecen los estudiantes que han formado parte del equipo editorial, y que a lo largo de los años han desempeñado una labor silenciosa y que pasa casi desapercibida, pero que constituye el baluarte más valioso en el proceso editorial.

Son ya muy numerosos los profesores que han ejercido la labor de dirección de la revista a lo largo de los años, y no resulta posible nombrar a cada uno de ellos. Pero creo, sí, que merecen una mención especial, en primer lugar, Rubén Sierra Mejía, quien, con denodado esfuerzo, la sostuvo durante difíciles años, y asimismo Ramón Pérez Mantilla, quien la relanzó en 1975, después de haber estado suspendida por casi tres años.

Solo resta esperar que la labor que se ha venido haciendo hasta ahora se continúe por muchos años más, ya que se trata de un esfuerzo cuyos resultados solo pueden percibirse con el paso de las generaciones. Con el cambio radical que han experimentado los medios de comunicación en los últimos decenios, cabe esperar que la consolidación de comunidades académicas en nuestro ámbito de habla hispana pueda avanzar hoy con mayor celeridad. La reflexión filosófica es una labor colectiva, en la que deben ser los colegas quienes mejor cumplan la tarea de evaluar los resultados, conceder los reconocimientos y criticar las deficiencias. Esa labor, a la que yo llamaría de "control ecológico", no puede dejarse en manos de entidades gubernamentales u organismos burocráticos, y en ella las revistas juegan un papel primordial. Tal vez habría que invitar a quienes escriben para que dirijan su atención, no únicamente hacia las grandes figuras extranjeras, sino también a sus colegas de esta parte del mundo, para apreciar sus logros y señalar sus limitaciones. Como lo hace notar Jaime Ramos en su artículo: "si no hacemos un trabajo más colectivo, será muy difícil enriquecer nuestra producción filosófica".

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