INTRODUCCIÓN
La Reforma Universitaria constituye un movimiento estudiantil innovador que estalló en la ciudad argentina de Córdoba hacia 1918 y tuvo una vasta proyección en nuestro continente y en España; una repercusión tal que dio lugar a que ese movimiento fuese visualizado como la segunda aventura común de los países latinoamericanos, tras los cien años de soledad que siguieron al ciclo de su independencia. Originado inicialmente por problemas educativos, pronto asumió trascendencia social y política. Los reformistas señalaron la incorrección de considerar la universidad como un compartimento estanco, aislado de la cuestión nacional, así como la imposibilidad de concretar una auténtica reforma institucional sin el correspondiente cambio de estructuras. Su postura, reputada presuntuosa y mesiánica al comienzo, intentaría adecuarse a la realidad, reconociendo la relativa importancia de la universidad como un campo de transformación comunitaria. Entre los factores de relevante magnitud interna y exógena que acompañaron el clima que generó la señalada irrupción de la Reforma Universitaria se encuentran la Revolución Mexicana, la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la democratización gubernamental y las corrientes filosóficas de corte vitalista e idealista.
Un prieto balance de las tesis propuestas por los exponentes de la Reforma Universitaria en distintas épocas y latitudes puede ensayarse mediante la caracterización de propuestas relativas al ámbito institucional interno: autonomía política, docente y administrativa; cogobierno tripartito; agremiación estudiantil; asistencia libre e ingreso irrestricto; libertad y periodicidad de cátedra; pluralismo doctrinario; centralidad del alumno; enseñanza gratuita, laica y de alta excelencia; elevado presupuesto educativo; humanismo y especialización. Una concepción sobre la universidad pública netamente original y en vías aún de ejecución acuñada y sostenida por el estudiantado latinoamericano con muchos desvelos y como una síntesis superior de dos modelos en pugna el profesional y el científico que incorpora los contenidos fundamentales de una exclaustración comprometida: crítica social, extensión comunitaria y defensa de los intereses populares. Con respecto a la problemática mundana puede observarse básicamente un ideario de este tenor: integración continental y ciudadanía iberoamericana; comunidad universal; reconocimiento de la alteridad; antiautoritarismo y desmilitarización; nueva cultura y nueva moralidad; sociedad abierta, digna y transparente; nacionalización y redistribución de la riqueza; antiimperialismo y antichovinismo; democracia participativa; derechos humanos y justicia social. Además de las montañas de documentos redactados valerosamente por la muchachada universitaria en torno a esos puntos instancias cruciales, nos hallamos ante una cosmovisión que, con diferentes matices e inflexiones, ha sido sustentada por grandes intelectuales dentro y fuera de Nuestramérica.
Entre las tantas figuras involucradas en la causa reformista tenemos a José Ingenieros, Alejandro Korn, José Vasconcelos, Alfredo Palacios, Haya de la Torre, José Carlos Mariátegui, Julio Antonio Mella, Aníbal Ponce, Pedro Henríquez Ureña, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Miguel Ángel Asturias, Germán Arci- niegas, Carlos Quijano, Ricaurte Soler, Miguel de Unamuno, Ortega y Gasset o Waldo Frank.
1. El Movimiento Reformista en una revista estudiantil de largo aliento
Quien fuera el portavoz del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (CEFYL), la revista Verbum, nos permite adentrarnos en el movimiento reformista y sus objetores que acompañó a esa casa de estudios, entre 1912 y 1942, es decir, desde una etapa previa a la eclosión de dicho movimiento hasta arribar a otro período en el cual se va produciendo la declinación del mismo movimiento y de la publicación citada.3
Una catedral del conocimiento en cuestión
Si tomamos el discurso objetivado de los sujetos protagónicos sobre su entorno educativo, la primera impresión que nos asalta hace referencia a una esfera de desenvolvimiento con caracteres olímpicos y supramundanos.
El mismo director de la revista Verbum, Carmelo Bonet, como declaración corporativa de principios, proclamará -frente a la ausencia de profesionalismo intelectual y a la abundancia de escritores empíricos y de iconoclastas de café- la finalidad excelsamente espiritual de la Facultad de Filosofía y Letras: "formar un núcleo de artistas-pensadores o de pensadores-artistas".4 Bonet reforzará su apreciación sobre el ambiente en cuestión, al cual concibe idílicamente como un oasis ante la fiebre del dinero y en donde ricos y pobres se confunden hermanados, con mucho amor por la casa -a diferencia de lo que se daba en otras facultades- y sin desdeñar a las mujeres intelectuales como ocurría, según él, en tantos lugares.5
Cinco años más tarde y en vísperas del grito de Córdoba, Narciso Binayán recoge el guante de la sobrevaloración y le atribuye a la Facultad una misión privilegiada, no solo pragmática, para reparar los vaciamientos mentales, sino también por su capacidad iluminadora para disipar las sombras que imperan en un mundo mercantil, agro-ganadero y utilitario como el de la ciudad de Buenos Aires, esa "metrópoli cartaginesa" que le coarta su posibilidad de convertirse en una Atenas del Plata como aspiraba la élite argentina del Ochenta.6
De tal manera, se va acuñando otro leit motiv en las pretensiones de fundamentar la importancia y la propia existencia de un ámbito pedagógico muchas veces cuestionado desde extramuros. Ese leit motiv consistía en afirmar que gracias a la realidad paralela que se estaba produciendo dentro de esa casa de estudios podía llegar a conocerse el país desde otras facetas distintas a la de su bagaje comercial o a la de su muchachada ignorante y bullanguera que se divertía en los music halls parisinos...
El gran maestro Alejandro Korn, que hacia 1918 asume el decanato bajo el mandato reformista, tampoco dejaba de reconocer los méritos correlativos de la quinta facultad en orden cronológico, pero al mismo tiempo por su carácter de quinta rueda, o sea, por carecer de objeto y otorgar títulos decorativos, de exiguo provecho; por ser no solo filosófica sino platónica, por su misma inutilidad, así como lo abstracto o la ciencia pura resulta de lo más necesario y lo único que da significación a la vida. Por lo demás, aquella no deja de cumplir una creciente labor intelectual, asociada al estudio metódico y adecuado.7
Una apoteosis poética de la Facultad de Filosofía y Letras fue efectuada en el anfiteatro respectivo por un presidente del Centro de Estudiantes al asumir su cargo: "Esta es la Casa de las humanidades, la que a través del tiempo vincula en sobrio paralelismo las intuiciones más perfectas y los conceptos más sutiles. Adunemos nuestros esfuerzos para que se ubique en la delantera que por derecho divino le pertenece y para que sea, en la enigmática sombra en que todos nos debatimos tras de la clave ulterior, como esa estrella de las estrellas, luminosa por excelencia, que parece estar al frente y en la vanguardia de la noche".8
Esa pretendida catedral del conocimiento adolecía empero de fuertes objeciones internas y exógenas: desde su magro presupuesto operativo a la invalidez de sus títulos junto a la falta de salida ocupacional, según lo refleja el testimonio "afligente" de sus egresados, que denuncian el favoritismo de las autoridades educativas: "Soy doctor en Filosofía y Letras y no tengo cátedras", las cuales resultan "más inaccesibles que los anillos rotatorios de Saturno", mientras se acusa a la facultad por "su tendencia egoísta a vivir para sí" y sin proyectar su influencia en la cultura nacional.9
Como denunciara otro director de la revista, también se puso en tela de juicio al plantel docente en sí: "Los profesores [...] no son todos los que debieran ser. Hay deficientes en su capacidad intelectual y deficientes moralmente", mientras se aguardaba que la nueva ley universitaria reformista trajera aparejado "un cambio saludable".10
Sin embargo, con el correr del tiempo, al cumplirse el 25 aniversario del Centro de Estudiantes de Filosofía, no estaría ausente una mirada contemporizadora, al menos hacia las grandes figuras de la casa: a José Ingenieros, por "su metafísica sin nubes" y su psicología del amor, o a Ricardo Rojas como "un vate surgido de las entrañas mismas de América".11
2. Verbum por sí misma
Según se aduce en el Diccionario del pensamiento alternativo, puede entenderse a las revistas en general como el indicador de una pasión individual o colectiva, como un lugar de reencuentro en la intersección de trayectorias sociales e intelectuales; incluso como una recorrida de itinerarios que se convierten en estructuras de sociabilidad y hasta se proponen modelar su propio tiempo.12 Esta compleja semblanza desiderativa puede tornarse bastante patente en el caso de un heterogéneo portavoz estudiantil como el de Verbum, cuya autopercepción pasamos a transcribir:
vehículo de una publicación de enjundia (para superar el desconocimiento que se tenía de la FFL, e imitar a los hombres fuertes que conquistan las posiciones que se merecen); 13
publicar trabajos originales que tengan que ver con los temas de estudio. la cultura greco-romana es la base de nuestras sociedades. El número dedicado al Día de la Raza refleja la convicción de que nada puede contribuir más a la defensa de la nacionalidad argentina que la afirmación de su pertenencia al círculo de cultura hispánico;. 14
un episodio indiscutible: Verbum, figura hoy indiscutiblemente en primera fila entre las revistas universitarias del país; 15
profesores y alumnos colaboran juntos en Verbum, que no se reduce a ser un órgano de los estudiantes sino de la misma casa de estudios; 16
muchas veces grupos antagónicos y encontradas tendencias se disputaron su dirección pero siempre mantuvo su alta jerarquía y fue nexo de las tendencias encontradas; 17
Debió llamarse Nosotros, pero Roberto Giusti se anticipó, muchas crisis internas vaivenes pendulares de izquierda y derecha pero todos han coincidido en ver a Verbum como su órgano natural de expresión. Otras publicaciones estudiantiles han aparecido pero ninguna perduró tanto. 18
En ese cuadro de conjunto, además de rescatarse la figuración, el encumbramiento y el continuismo de una revista treintañera dentro de las publicaciones del género, sobresale como un elemento discordante no solo el alegato sobre los hombres fuertes sino también la profesión de fe greco-romana e hispanista, en contraste con la postura nuestroamericana y antiimperial del movimiento estudiantil con posterioridad a la que llegaría a manifestarse durante los primeros congresos continentales entre 1908 y 1912,19, mientras se destaca, por otra parte, que "la causa de la juventud argentina" se hallaba "en marcha"20, con lo cual se hacía obvia alusión al grito de Córdoba proferido en junio de 1918.
Como otro símbolo pre-reformista cabe citar el homenaje post mortem a una figura parcialmente precursora como la de Rodó efectuado por CEFYL mediante una conferencia que organizó CEFYL, abrió Jorge M. Rohde y pronunció Arturo Giménez Pastor.21 Junto a ello se reproduce una nota del mismo Rodó, "El nuevo Ariel", que había mandado el propio autor a la revista Ariel que dirigió Alberto Palcos dentro del Centro de Estudios del mismo nombre fundado hacia 1912; un centro que llegó a adoptar como divisa las palabras de Rodó sobre que Ariel representa en Shakespeare al genio del aire, a la parte noble y alada del espíritu, el imperio de la razón y el sentimiento, el hombre superior frente a Calibán, símbolo de la sensualidad y la torpeza.
Se trata de una interpretación idealista bastante alejada de la reivindicación que se haría de Calibán dentro de las vertientes progresistas ulteriores y que no deja de insinuar el resabio discriminatorio del arielismo rodoniano, según se desprende del mismo texto en cuestión, dentro de una línea análoga al clasicismo previamente señalado:
El nombre de Ariel significa, en la evolución de las ideas que han preparado la actual orientación del pensamiento hispanoamericano, la afirmación del sentido idealista de la vida contra las limitaciones del positivismo utilitario; el espíritu de calidad y selección, opuesto a la igualdad de la falsa democracia y la reivindicación del sentimiento de la raza, del abolengo histórico latino [...versus] el rasero nivelador que abate superioridades y prestigios sociales para dejar sólo subsistente la primacía del éxito y la fortuna. [. El Ariel de 1900 se escribió] cuando la primacía absoluta del modelo anglo-sajón [...] Hoy generaciones nuevas reconocen en Ariel la 'melodía de ideas', el sentimiento de la vida, que espontáneamente brotan de su propia conciencia. Toca a esas generaciones demostrar que nuestro ambiente americano no es incapaz de contener la ejecución de tal programa en la esfera de la realidad y de la acción22
3. Reformistas, parareformistas y antireformistas
Cefyl ha sido una de las primeras agrupaciones que adhieren al movimiento estudiantil cordobés y levantando dos grandes insignias. Por el lado pedagógico, contra un régimen nepótico, malos métodos y planes arcaicos, sumido en el oscurantismo y la pereza mental. Desde otra perspectiva, por resultar ajeno a los grandes problemas nacionales y por la aspiración a alcanzar el rango de una universidad social. Gregorio Bermann, futuro estudioso del movimiento estudiantil, tendrá en tal sentido una actuación descollante dentro de la nueva etapa que le tocaba vivir a la universidad argentina, como presidente del Centro y como delegado por la Federación Universitaria de Buenos Aires para defender la antidogmática causa cordobesa, considerando que la Reforma simbolizaba, mucho más que un cambio de estatuto, la pugna entre corrientes opuestas: la tradición y el autoritarismo versus la vitalidad y la patria grande.
En consonancia con la democratización de la república, a la democratización universitaria -que implica la representación docente y estudiantil- Bermann hasta le asigna la misión de hacer de las casas de estudio centros de "ciencia creadora" y no rumiada.23 En función de los grandes hechos históricos vividos en ese tiempo y remedando de algún modo el Manifiesto liminar y otras grandes anunciaciones como las de Saúl Taborda, Bermann tampoco vacilaba en afirmar que "estamos al comienzo de una nueva civilización, cuya sede radicará en América"24
Anteriormente, cuando Bermann había asumido la dirección de Verbum, redactó allí un artículo premonitorio, "En busca de maestros", ante la nueva función que se vislumbraba para la universidad, una alta función en la cual esta abandona el lastre hispano-colonial y se refunde con el pueblo, objetando al profesor que repite lecciones y no domina la materia, habida cuenta que "de cualquier buen hombre guardamos enseñanzas más fructíferas que las sorbidas en las ubres aparentemente secas de la universidad"... En otros escritos de Verbum, Bermann recupera el rol de los alumnos en tanto materia prima esencial, comenta un libro sobre la orientación intelectual de la juventud (como militante y rebelde) y pronuncia un discurso para la FUBA en la Asociación Latinoamericana de homenaje a los delegados estudiantiles mejicanos que, como sus compañeros revolucionarios, forcejean por salir a un mundo nuevo25 con algo muy peculiar para Nuestramérica como la implementación de una reforma agraria comme il faut.
Frente a ese reformista integral que fue Gregorio Bermann26, en el cual se alineaban teoría y acción, emanaron de Verbum y sobre el horizonte facultativo interno una gama de posturas acordes o disímiles que reducen la plataforma reformista a demandas puramente didácticas y/o gremiales o la extienden al terreno civil, comunitario e internacional.
Una de esas actitudes fue trasuntada por quien ocupara varias veces la presidencia de CEFYL, Juan Probst, quien recibe con beneplácito la nueva ley universitaria, apta para alejar los docentes incapaces y atraer a los intelectuales que deberían ingresar. Para Probst la Argentina no debía limitarse a producir trigo y carne si no a forjar también "el alma de un pueblo llamado a grandes destinos en todas las ramas de la cultura humana"; una tarea cuya realización estaría a cargo de una juventud universitaria "pletórica de bellos anhelos y altos ideales"27
No obstante, esa labor patriótica no tendrá que salir de los claustros al exterior ni aliarse con otros sectores como preconiza la trayectoria reformista: "se ha discutido mucho sobre si los centros estudiantiles deben pronunciarse con respecto a los problemas sociales de actualidad y federaciones hubo que celebraron alianzas con los sindicatos obreros. Para mí esta tendencia es equivocada" El carácter de esos centros debe ser gremial y ocuparse exclusivamente de los problemas universitarios, los cuales resultan ajenos a los de tinte religioso, político o social.28
Otras declaraciones similares irían vertiéndose en distintas oportunidades más dentro de las páginas de la revista y a través de portavoces de alta responsabilidad, como el de otro presidente de CEFYL, Juan Ángel Fraboschi: "la Reforma Universitaria cumple en verdad sus fines cuando supedita las cuestiones meramente políticas y electorales a los bien entendidos intereses de la alta cultura"29; o como patentiza a su vez Carmelo Bonet, en las puertas del primer golpe de Estado: con la Reforma Universitaria aparece "una nueva fauna: el profesor político y el estudiante político" (con sus bataholas panfletarias, empapelamien- to de la casa y comisaria).30
Más cercano a la perspectiva de un intelectual orgánico como Bermann se hallan algunas piezas donde se cuestionan "las academias y los academicismos" porque solo poseen "valor arqueológico" o "troglodita", según llegó a sostener un director de Verbum, Carlos María Onetti,31 o los trabajos que recuperan la actuación de líderes estudiantiles como la del santafecino Pablo Vrillaud por su inteligencia, su espíritu combativo y su "defensa de los trabajadores".32
En Verbum se han dado a conocer posturas francamente adversas a la plataforma reformista, alegándose que debían difundirse allí tanto los partidarios como los que veían en ella a "males sin cuento".
Entre los opositores en cuestión tenemos a un Calixto Oyuela, cuyo desacuerdo lo lleva a presentar su renuncia como consejero de la Facultad, convencido sobre la "esterilidad de todo esfuerzo por mantener el orden y la autoridad universitaria" sobre bases "movedizas e inestables", como las que ofrecía "la ola invasora de los estudiantes", -percibidos a la usanza tradicional como un pura oreja- y a quienes el nuevo régimen da una intervención única en el mundo entero, en la constitución y deliberación de los cuerpos directivos, superior a su preparación y capacidad reflexiva [...] en vez de aplicarse intensamente al estudio. Según el viejo filólogo, contribuía a esa creciente anarquía la complacencia de ciertos consejeros y docentes hacia el grupo estudiantil33.
Otra impugnación hacía hincapié en varios motivos: la esterilidad de los movimientos universitarios por su mala dirección, la agitación que llevaba a cabo con los detentores del gobierno institucional, a la separación de los profesores más preparados que no trasmiten ciencia hecha por otros, a la carencia de investigadores y sobre todo de "directores intelectuales" en la sociedad34. También Rodolfo Rivarola iría tomando distancia de la original concepción reformista sobre la universidad quien ocupara por ese entonces conflictivamente la presidencia de la Universidad Nacional de La Plata, según lo registra Verbum junto a la réplica punzante que obtuvo Rivarola por parte de la revista estudiantil.35
Entre los individuos más refractarios a la Reforma se recorta la figura de Lu- gones y su artículo contra la "Democracia universitaria" que le publicara Verbum en 1923; año en el cual, aquél se hallaba muy alejado tanto de su primigenia defensa de la juventud (1896) como de su identificación con el grito de Córdoba (1918). Se trataba ahora de una época en la que estaba esgrimiendo su posiciona- miento elitista y militarista, como aquél que sostuvo en un ciclo de conferencias en el Coliseo -inmediatamente repudiadas por su impronta fascista.36 En la nota de Verbum, Lugones sostenía el carácter selectivo de la universidad, ajeno al sufragio universal y del "ilusorio Paraíso bolchevique"37
A Coriolano Alberini -calificado como uno de los decanos de la Reforma (1924-1927, 1931, 1936-1940) junto a Korn (1918-1921), Ricardo Rojas (1922-1924 / rector UBA 1928-1930) y Emilio Ravignani (1928-1930, 1940-1943) - podría conceptuárselo como un reformista vergonzante porque, si bien adoptó el costado educativo-modernizador de ese movimiento le negó dos de sus patas fundamentales: la política y la social, al cuestionar su "barbarie intelectual bien notoria", su "culto a la incompetencia" y las "ráfagas malolientes de comité"38 junto a sus "groseras vanidades" y su explotación electoral del idealismo juvenil.39 Por lo demás, resulta sintomática la felicitación que recibió Alberini, al asumir el decanato, del propio Lugones, quien lo exhortó a establecer "la disciplina universitaria" y hablarle a los jóvenes con "enérgica claridad".40
Dicho encuadramiento nos llevaría a trazar una esquemática caracterización tentativa, entre reformistas avant la lettre, parareformistas y antireformistas declarados, cuya identificación podría encararla el mismo lector, desafiado por cierto no solo a su propia reinterpretación sino también a continuar esta abreviada indagatoria a través de una exploración documental más avezada, por dentro y por fuera del gran caudal de Verbum.
Como entretelón, una reserva en torno al lugar común de que en la Argentina, a diferencia de Perú, Venezuela o Cuba, no existieron formaciones partidarias orgánicas desprendidas del nuevo movimiento estudiantil, por afuera del Partido Reformista de Centro Izquierda41. Pueden citarse diversas expresiones, de corte político-académico dentro de Filosofía y Letras que apelaron al emblema nominal reformista, más allá de sus compromisos con todas las banderas enarboladas por la Reforma.
Entre tales expresiones se encuentra el Partido Reforma Universitaria lanzado en octubre de 1924, el cual sostuvo que el decano de FFL debía ser egresado y levantó la candidatura triunfante de Alberini. En 1929, por quinta vez consecutiva gana la lista de estudiantes surgidos de ese "partido", con el ya citado Fraboschi como presidente de CEFYL, mientras que durante esa década el Centro FYL sufrió divisiones locales e intervenciones por parte de la Federación Universitaria de Buenos Aires.42 A ello se suma el Partido Reformista de Izquierda fundado bajo la égida del Partido Comunista a comienzos de 1930 por alumnos como Héctor Agosti, un nucleamiento concomitante con la Agrupación de Partidos Reformistas de Izquierda.
En definitiva, la identidad reformista ha implicado un amplio espectro ideológico, aplicable a todos aquellos que comulgan con postulaciones progresistas desde distintos grados de radicalización y distanciadas tanto del tradicionalismo ultramontano como del conservadurismo liberal.
CONCLUSIÓN
El movimiento reformista constituye uno de los primeros grandes movimientos estudiantiles que han aportado una nueva visión de la universidad cuya finalidad última mantiene una plena vigencia y ha sido adoptada, sin demasiado conocimiento de causa, por instancias superiores como la propia UNESCO: orientar ética e intelectualmente a nuestras naciones desprotegidas; contribuir a aliviar los problemas de la gente y el hábitat hasta convertirse en un referente insoslayable para el desarrollo integral y equitativo. La reivindicación de la universidad pública, el fortalecimiento del cogobierno y la gratuidad de la enseñanza, implican requisitos básicos para aproximarse a uno de los máximos objetivos pedagógicos y políticos de la fecunda herencia reformista: el contenido social, la universidad universalizable. Bajo esa misma orientación, la universidad emerge como una casa de la esperanza, para sociedades débiles como las de América Latina, con mayor responsabilidad que en otros países, porque, además de abocarse a la enseñanza y la investigación debe poseer una dimensión utópica, denunciando los desbordes del poder y los ajustes salvajes, fomentando el ideario integracionista pero para satisfacer a los sectores y las zonas más carenciadas. Una universidad que, como se deriva de aquella noble tradición reformista, no solo sirva para formar profesionales y expertos sino que resulte también un auténtico agente democratizador.
En resumidas cuentas, además de la representación estudiantil, el movimiento reformista planteó, entre otras instancias académicas, la autonomía universitaria en materia política, docente y administrativa, así como la calidad y gratuidad de la enseñanza, la libertad y la periodicidad de la cátedra, la asistencia libre, etc. Por otra parte, propició la extensión universitaria, la sensibilidad social y la mancomunión con la clase obrera, el pacifismo y la lucha contra el imperialismo, la oligarquía y el clericalismo. Sus acercamientos efectivos a la solidaridad latinoamericana y a la unión integral de nuestros pueblos convierten a dicho movimiento en uno de los más importantes precedentes culturales con el que deben contar proyectos regionales como los del Mercosur. La Reforma Universitaria en Latinoamérica constituye una de las tantas expresiones que revierte la trillada versión sobre los ascendientes hegemónicos desde el norte hacia el sur para entroncarse con otras vertientes innovadoras como el modernismo literario o como la filosofía y la pedagogía de la liberación.
Por último, no puede desconocerse la importancia precursora que ha trasuntado el pensamiento y la práctica reformistas en la consolidación del paradigma universitario actual, forjado originariamente en esa Córdoba donde se logró superar tanto el modelo profesionalista napoleónico como el academicismo alemán. Mucho antes de los sesenta, ya se había hecho carne la participación oficial de los jóvenes en nuestra educación superior, mientras que en la letrada Europa recién medio siglo más tarde empieza a admitirse la consulta institucional a los estudiantes que, después de la II Guerra Mundial, venían bregando por ello y por otros principios lanzados en 1918 -como la búsqueda prioritaria de solución para los grandes malestares sociales. Todas las finalidades básicas que la UNESCO sustenta hoy como metas para la universidad fueron adelantadas por el movimiento reformista latinoamericano a través de miles de páginas escritas por nuestras juventudes idealistas en medio de vigilias, persecución, cárcel, exterminio y desapariciones. Se está haciendo alusión textual a los siguientes objetivos institucionales propugnados por aquél máximo organismo rector, tanto para el área intrínsecamente académica como para su costado comunitario: elaborar conocimientos nuevos (investigación creativa), formación de personal altamente calificado (enseñanza y comunicación), prestación de servicios a la sociedad (extensión civil), función ética (crítica social).
La Reforma Universitaria fue concebida en sus inicios de varias modalidades disímiles: como una nueva participación conjunta de América latina -tras los cien años de disgregación que sucedieron a las guerras independentistas-, como prolongación de un nuevo ciclo iniciado por las revoluciones mexicana y soviética o como un episodio concomitante a la apertura democrática de nuestras sociedades. Más allá de las correlaciones epocales que guardan esos trascendentes acontecimientos, el legado reformista mantiene una apreciable proyección. Por un lado, por su apuesta al pluralismo, a la autocrítica, al libre examen, a una universidad pública más abierta y mejor dotada. Por otro, por su inclinación a paliar las enormes diferencias comunitarias mediante alianzas multisectoriales que hoy, como antes de 1918, se enfrentan a un modelo conservador y a una democracia formalista.