Introducción
Los jóvenes se están interesando en otras cosas, los jóvenes ya no discuten el tema del volcán, les da risa, ya no creen, y si quisiera que los jóvenes se comprometieran con esto, que tomen conciencia de lo que es la gestión del riesgo, que tomen conciencia que aquí es un sitio para ren dirle culto a los que vivimos aquí, a los que vivieron y murieron acá, y los que salimos como sobrevivientes.
VI, marzo del 2016
[...] se partió de la base de que la comunidad golpeada o amenaza da por una catástrofe es el sujeto y no el objeto de la acción.
Aleotti, Gonnella, Díaz Y Sarmiento, 1988
Colombia es un país que ha intentado reparar, durante varias décadas, innumerables cifras de personas y territorios afectados por emergencias y catástrofes; sin embargo, pese a los avances de la institucionalidad en manejo de desastres, en el reconocimiento de la vulnerabilidad social en procesos de recuperación y de mitigación de riesgos, es necesario insistir en la implementación de acciones, con las cuales se visibilicen las capacidades comunitarias, las articulaciones institucionales y los escenarios de participación. Esto, desde marcos que convoquen a la memoria, pues "El recuerdo se elabora desde el presente y desde el lenguaje, y este descubre de nuevo una memoria que se separa del modelo temporal retrospectivo, y que se abre como espacio o escenario" (Pinilla, 2010, p. 73); con ello, la memoria incide en la transición de procesos de afrontamiento, los cuales pueden convertirse en los primeros pasos para prácticas políticas, en perspectiva del fortalecimiento de la gestión del riesgo de desastres.
En el contexto del desastre a raíz de la erupción del volcán Nevado de Ruiz, es indispensable entender cómo las comunidades amienta y caldense, desde su línea psicosocial, económica, cultural y política, con relación a la gestión del riesgo de desastres, aporta develaciones frente a sus modos de vida actuales, en los que la memoria cobra vitalidad para mejorar el conocimiento y generar prácticas socioculturales enfocadas a la reducción del riesgo de desastres en el territorio nacional.
En consecuencia, este artículo pretende responder a la pregunta de ¿cuáles son las tendencias y los aspectos de la memoria narrada de la población amienta, caldense y habitantes en zonas de alto riesgo volcánico, especialmente de los sobrevivientes a la tragedia de 1985, desde la gestión del riesgo de desastres?, en este sentido se fundamentan los aprendizajes y prácticas socioculturales que los habitantes de esta comunidad hayan adoptado después de ocurrido el hecho.
Mediante un análisis hermenéutico-narrativo, se procesaron los datos recolectados en grupos focales, entrevistas, material audiovisual y diarios de campo, teniendo presente que "el sentido político del testimonio se construye como modo alternativo de narrar la historia, en relación con el discurso monológico de la historiografía del poder, ya que es más plural y busca el respeto por otras identidades" (Blair, 2008, p. 88).
Por último, es importante mencionar, que los datos cualitativos es tudiados en el presente artículo, se extrajeron del marco metodológico del proyecto de investigación Strengthening Resilience to Volcanic Areas (streya), financiado por el Consejo de Investigación del Reino Unido (nerc-escr, por sus siglas en inglés), con el objetivo de entender las amenazas y los efectos de las erupciones volcánicas en las poblaciones, junto con las estrategias individuales y comunitarias que les han permitido sobrellevar y recuperarse de los impactos. Se analizaron los casos de seis volcanes de América del Sur y del Caribe, entre ellos, el volcán Nevado del Ruiz en Colombia, donde se interactuó con actores comunitarios y pares científicos cercanos a la experiencia de 1985, o que habitan actualmente en zonas de alto riesgo.
Horizonte teórico
Esta apuesta teórica se encuentra en función de la articulación entre la memoria, las narrativas y la gestión del riesgo de desastres, ubicando la función del lenguaje como la intersección que construye sentido.
Memorias y narrativas
La memoria inicia su protagonismo en un rol que permea cada una de las acciones humanas, en cuanto configura tiempos subjetivos e inter subjetivos que convocan el acto de crear desde la cotidianidad; en este sentido la memoria es:
[...] escenario con las diversas circunstancias y hechos super puestos y sedimentados (que) constituyen un humus en realidad indiscernible de los recuerdos, que, por lo tanto, no se van 'colec cionando' en un relato continuo, como si de un museo de nuestra vida se tratara [...] el recordar así entendido se convierte en un ejercicio de descubrimiento y de conocimiento siempre nuevo; en el que nuestro presente se acaba complicando y comprometiendo sin remedio; pero también nuestra imaginación [...] y el olvido. (Pinilla, 2010, p. 74)
Como tal, los tiempos cronológicos se evanecen, para dar paso a configuraciones, individuales, colectivas e institucionales, de espacios y tiempos que consolidan sentidos para cada uno de los episodios de la existencia, vividos, actuales, además de soñados. Ello sugiere que la apuesta de la memoria es simbolizar los recuerdos, especialmente los colectivos, que comprometan encuentros participativos actuales para edificar futuros con entornos más seguros.
En complemento, Blair (2008) exhorta la creación del escenario de memoria, que "se entiende [como] el espacio en el que se hace ver y oír a un público determinado, un relato verosímil sobre el pasado"; en este punto se encuentra el carácter político de la memoria, en el que los espacios de participación, ellos y nosotros, permiten emplear el acto de narrar, y se convierten en escenarios públicos que potencian procesos de identificación social para cada uno de los actores sociales. Entender entonces que,
[...] no puede existir una sola memoria, pues desde las expe riencias del presente y las expectativas del futuro, se crea -en el lenguaje- una 'nueva' versión del pasado [...]. ¿Por qué la memoria narrada? Porque solo es posible la existencia de la memoria en tanto esté mediada por el lenguaje, por su narración. (Blair, 2002, p. 24)
Esto lleva a que las narrativas se conviertan en un acto del sí mismo, en intersección con un otro que escucha y reinterpreta.
Así, la memoria tiene la necesidad de expresión, siendo el acto oral una de tantas formas ante la diversificación de manifestaciones humanas, como el dibujo y las demás expresiones artísticas. El acto de creación se sobrepone a la memoria narrada, con el fin de que pueda suplirse la necesidad de hacerse visible para un otro e incidir en el discurso social.
Memoria y gestión del riesgo de desastres
La gestión del riesgo de desastres ha sido objeto de reflexión desde hace pocos años en el contexto colombiano. Teniendo en cuenta que "la gestión del riesgo no es simplemente bajar la vulnerabilidad, sino la búsqueda de acuerdos sociales para soportar o utilizar productivamente los impactos, sin eliminar la obtención inmediata de los beneficios" (Lavell, 2001, p. 4), se establece que la gestión del riesgo inicia con negociaciones de intereses y desarrollo para cada una de las partes. Es así, como el pasado, lo vivido, el sujeto de experiencia que participa en cada uno de estos acuerdos lleva consigo las distintas configuraciones y lecciones trasegadas por el mismo acto de vivir, implicando como una de las protagonistas la memoria.
Por tanto, el dialogismo de la memoria y de la gestión del riesgo de desastres, no parte de antagonismos; inicia con complementos que se centralizan en el acto de gestionar riesgos desde las reivindicaciones del pasado, lo cual lleva a que el riesgo se conciba como una relación de múl tiples interacciones dadas por las vulnerabilidades y amenazas construidas alrededor de marcos históricos específicos. En concomitancia, se reflexiona en torno a los desastres, no solo como las afectaciones que sobrepasan las capacidades para intervenir un territorio, sino además "como problemas no resueltos del desarrollo" (Maskrey, 1998, p. 9), que está mediado por esferas políticas, económicas, sociales y culturales que buscan y construyen narraciones.
Este acto de reivindicar se entiende como lo que se obliga a volver a narrar públicamente, esperando permear sensibilidades y conocimientos de los interlocutores. De manera que prever y reducir riesgos, así como manejar emergencias y desastres no se excluyen del acto, por cuanto depositan responsabilidades en cada uno de los habitantes del territorio nacional, en cada uno de los sujetos depositarios y depositantes de recuerdos y olvidos.
Por tal razón, el pasado se convierte en aquello que late en las ac tuaciones del presente, en los modos de vida individuales y colectivos, que pueden conducir a prácticas socioculturales de cuidado al otro y a sí mismo y, por tanto, a prácticas políticas que inciden socialmente como ejercicios superpuestos a la memoria social. Allí, la gobernanza y gobernabilidad del riesgo, inician su protagonismo estructurante en la comunidad, solo si se brindan condiciones para generar las otras versiones del pasado, los escenarios de la memoria, que induzcan otras cotidianidades, favoreciendo prácticas prospectivas en el marco de la gestión del riesgo de desastres.
Estrategia metodológica
Los hallazgos incluidos en el presente artículo de investigación resul taron de los datos recolectados en el marco del Proyecto streva, trabajo interdisciplinar liderado por la Universidad de Anglia del Este, cuyo objetivo es investigar los procesos resilientes en personas residentes en áreas volcánicas. Para el trabajo de campo desarrollado en Colombia, se tuvo como socios locales al Servicio Geológico Colombiano y a la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, en colaboración de la Universidad de Manizales, en los municipios de Villamaría en el departa mento de Caldas, y Lérida, Armero y Guayabal del Tolima, entre octubre del 2014 y marzo del 2016.
Para la recolección de información, se contó con las siguientes estrategias investigativas:
Grupos de discusión como espacios de identificación inicial: se hizo uso de los grupos de discusión, pues "es un diálogo; en su resultado, es un discurso. Puede haber varios discursos y producirse varias unidades de sentido en la construcción discursiva, y entablarse un diálogo con distintos discursos" (Callejo, 2001, citado en Arboleda, 2008, p. 71), que favorecen lecturas de contexto plausibles. Se desarrollaron seis grupos con líderes naturales y representantes oficiales de cada uno de los municipios.
Visitas domiciliarias: si bien este tipo de visitas se visibilizan como técnicas de intervención, también pueden emplearse en contextos investigativos, en cuanto permiten acercarse a las realidades sociales a estudiar (Casallas, Condia, Medina y Torres, 2007), con un enfoque sistémico (Kotliarenco, Gómez, Muñoz y Aracena, 2010). Se realizaron 490 visitas registradas en formulario por hogar, las cuales contenían: 1) preguntas sobre lo sucedido antes y después del año 1985, con énfasis en la recuperación (para el caso de los sobrevivientes); 2) procesos que facilitaron u obstaculizaron la recuperación individual y comunitaria; y 3) preguntas sobre las inversiones actuales en cada uno de los municipios.
Entrevistas que permitieron complementar la información re colectada por medio de la interacción con los habitantes de la comunidad en su cotidianidad. Se aclara que las poblaciones participantes en entrevistas y visitas se caracterizaron por ser adultos medios y mayores.
Diario de campo: adicionalmente se hizo uso de este recurso para documentar las cotidianidades del equipo de trabajo y coordinador de campo.
Estrategia audiovisual: se empleó con el fin de validar y socializar la información recolectada a la comunidad participante, de manera que no solo se contó con las memorias del pasado, sino también con las lecciones aprendidas en la experiencia colectiva. Teniendo en cuenta que la cámara se convierte en un instrumento de investigación y que el modo icónico se privilegia en este tipo de comunicación (Pinto, 1998), lo audiovisual se convirtió en una de las estrategias para comunicar la historia desde distintas narraciones, y visibilizar su impacto en las cotidianidades actuales.
Con el panorama referido, se hizo un análisis de tipo hermenéutico-narrativo a los siguientes datos recolectados:
• 31 entrevistas a personas armeritas y habitantes en zonas de alto riesgo en el departamento del Tolima (et) .
• 16 entrevistas a personas sobrevivientes al desastre de 1985 y habi tantes en zonas de alto riesgo en el departamento de Caldas (ec).
• 210 diarios de campo (dc).
• 4 grupos focales (gf).
• Video 1 Nevado del Ruiz. Memorias de 1985 (v1)
• Video 2 Viviendo con el volcán (v2).
• Video 3 Conociendo al volcán (Y3).
Se precisa que la selección de los datos priorizó el contenido narrativo, en cuanto
Las narraciones son una entrada, que alude a la memoria de un grupo humano, a todo lo que constituye ese grupo. Es la forma de su autocomprensión y como tal exige la interpretación para que otros y el mismo grupo puedan mirarlo. (Ángel, 2011, p. 31)
Este aspecto que lleva a construir formas de interpretación contextual, en efecto, a caminos de análisis, en los que la cultura y el lenguaje son fundamentales para el análisis de realidades sociales.
Hallazgos
Se exponen tres apartados que evidencian las principales tendencias narrativas encontradas, las cuales serán acompañadas de posturas teóricas posibilitadoras de nuevas discusiones: 1) Memoria y victimización, 2) Responsabilidades y zona de alto riesgo y 3) Afrontamiento y ciudadanía activa.
Memoria y victimización
Memorias: antes y después de 1985
La afectación de la avalancha en las comunidades de Villamaría y Armero provocó una desintegración en los modos de vida de los habitantes de estas poblaciones (dc10, DC100, DC105), especialmente para la amienta:
El 13 de noviembre de 1985, es un día marcado por todos noso tros, es el día de [...] diría yo, como el día de [...] el día final de vivir unos años placenteros en nuestra gran Armero [...]. Considero que, a partir de ahí, se parte la vida de todos nosotros. (v1, marzo del 2016)
A partir de las narrativas de los sobrevivientes de Armero, se describe una ciudad antes del desastre, como próspera y emprendedora, prestándose para inversiones públicas y privadas (DC152, DC165, DC172), lo que potenciaba aún más su desarrollo y reconocimiento entre sus habitantes; sin embargo, ocurrido el evento, se construyeron diferentes caminos y formas de habitar, hiladas a añoranzas del pasado. Para el caso de Villamaría, estos antes y después, se percibieron como un desarrollos en los ámbitos personal y comunitario, con expresiones como "yo me gané la lotería totalmente [...]" (ec1, mayo de 2015), pues para algunos habitantes de esa comunidad, el desastre significó una oportunidad para un desarrollo económico y social.
Estas expresiones, visibilizan el acercamiento a sentidos vinculados con una memoria narrada (Blair, 2008), desde la historia humanizada, en la que el testimonio se convierte en tema de reflexión, puesto que "el testimonio no puede ni debe solo dar cuenta, es necesario que dé vida, que al testimoniar haga presente la historia, la humanice" (Cohen, s. f., citado en Blair, 2008); el testimonio hace que la narración se sitúe en espacios y tiempos determinados, influidos por las posiciones y criterios del narrador. Ello muestra la ruptura y/o clivaje con un "antes" y un "después", que ha transgredido procesos de elaboración de duelo, en lo individual y en lo colectivo, además de las formas como se percibe la comunidad en función de un territorio.
Víctima2como condición permanente vs. Agencia social
La posición de víctima se identificó como una práctica sociocultural, desde la erupción del volcán Nevado del Ruiz, en 1985, en los departamentos de Caldas y Tolima. Después del proceso de atención y respuesta al desastre, se dio continuidad al proceso de recuperación, que contó con inversiones públicas y privadas, que permitían satisfacer las necesidades primarias de la comunidad (dc25, DC52). Esta condición de víctima, implicó procesos de enajenación de responsabilidades comunitarias, para depositar el interés a marcos asistencialistas continuos, que se expresan en la espera de ayudas materiales y económicas externas,
[...] nosotros no hemos tenido ayuda, más que todo mi mamá es la que ha recibido las ayudas, pero no, ahí sí como dice el dicho: pues sí nos ha cambiado un poco la forma de vivir y todo porque nosotros en Armero no teníamos nada y lo que tenemos se lo agra decemos a las ayudas del gobierno y la pastoral social. La casita que tenemos y todo eso y lógicamente, pues estamos bien aunque no nos han vuelto a pagar nada. (et5, julio del 2015)
Estas referencias aluden, entonces, a que aquellos recuerdos que habitan su presente, aún se condicionan por lógicas en las que el otro que, tiene la potestad de acompañar, también puede tener mayor capacidad para decidir sobre nuevos o continuos caminos que se han construido en las cotidianidades, en la recepción del día a día.
Ahora bien, v1 (marzo del 2016) es enfático al plantear
[...] la cuestión no es ser damnificado y durar como damni ficado una eternidad, la cuestión es dejar de ser damnificado en el momento en el que usted puede sostenerse, puede trabajar, puede pagar un arriendo, sin dejar de aprovechar las oportunidades que brinda el Estado.
Complementándose con la narrativa de ET1 (septiembre del 2015), quien refiere:
[...] eso fue muy duro, porque en ese tiempo a mí me tocó traba jar, después me tocó salirme de estudiar para poder seguir trabajan do, para poder recuperar todas las cosas que de pronto se perdieron allá, acá hubo un desempleo muy duro en ese tiempo.
Lo anterior muestra que el reconocerse como víctima no es la única condición como sujetos, pues, se asume la responsabilidad de la trayectoria vital en procura de una mejor calidad de vida, así cobra relevancia la fuente de ingreso para satisfacer en la familia las necesidades que el gobierno no podía cubrir. ET2 (mayo del 2015) expresaba:
[...] fue una época dura para nosotros, para todos. Yo por lo menos tenía empleo y podía subsistir, pero los que quedaron sin empleo, les tocaba demasiado duro subsistir; por ahí con lo que podían, porque no tenían su trabajo para poder conseguir lo nece sario para sus familias.
Este panorama visibiliza un proceso de recuperación supeditado a un contexto con alternativas y opciones de vida, influyendo en configu raciones identitarias, ya fueran marcadas por la victimización en función de la pasividad, o bien, centradas en la construcción de agencia social. Es fundamental aportar a los procesos en materia de responsabilidad social desde un reconocimiento de víctima, a partir de la posibilidad en cuanto al ejercicio reflexivo en la construcción y transformación de la comunidad, pues los relatos de los habitantes no solamente están resignificando un pasado, sino que también reconfiguran el presente en función de la ciudadanía. No obstante, una asistencia sin los acuerdos apropiados entre los grupos de ayuda, puede generar otros efectos en la comunidad con consecuencias de dependencia clientelista (Páez, Fernández y Beristain, s. f.).
Por consiguiente, desde una posición de agente social, se aceptan con mayor facilidad los cambios, se toman decisiones asertivas y se aprende a vivir flexiblemente, indicando resultados de éxito y transformación. Esto denota transiciones frente a las condiciones limitantes que implican la identificación como "víctima perpetua", en cuanto se reacciona sin asumir ciertas responsabilidades propias y colectivas, propiciando acontecimientos que afectan el desarrollo humano. Teniendo en cuenta que:
Las manifestaciones de la memoria colectiva hacen parte inte grante de los conflictos y los combates que se sitúan en el presente: la reconquista del derecho al pasado. Esta reivindicación del derecho al pasado y, por tanto, el ejercicio de la memoria colectiva, se inscri ben en un contexto más amplio, el de la reconquista de un campo simbólico. (Blair, 1998, p. 83)
Lo anterior, lleva a reflexiones ontológicas, en las que el ser humano se ubica como sujeto buscador de su verdad, de sus tiempos y devenires, situación que propicia relaciones vinculantes que sean narradores de una historia común. Así, al priorizar al ser humano como sujeto activo en el entorno habitado, la condición de víctima se construye a través de narraciones individuales, comunitarias e institucionales, que aún cobran vida para el testimonio y, respectivamente, para la memoria social.
Responsabilidades y zona de alto riesgo
Rol institucional: estrategias y responsabilidad civil
Según el grupo de sobrevivientes armeritas, participantes del estudio, "el gobierno no estuvo preparado para la tragedia [...] el mismo Estado no supo qué hacer con los recursos" (gf4, marzo del 2016). Esta premisa se asoció con el hecho de que los habitantes de Armero quedaron en diferentes lugares del Tolima y del resto del país y, con ello, que las instituciones estatales incidieron en la ruptura de su estructura social (DC148, DC194), percibiéndose como estrategia de estas para evitar resistencias comunitarias posteriores al desastre, tales como, movilizaciones que facilitaran dar prioridad a la recuperación colectiva del pueblo, impidiendo acciones de corrupción y de clientelismo.
En el caso de Villamaría, reconocen una estrategia estatal antes del desastre, pues, [...] vino la Cruz Roja pero no nos dijeron que era inminente una avalancha, dijeron, hay una emisión de cenizas fuerte, puede ocurrir algo y si ocurre algo, ustedes corren hacia arri ba, no vayan a correr hacia abajo o contra el río sino hacia arriba, eso fue todo [...] pero nunca me dijeron que yo tenía que desocupar. Belisario Betancur dijo no, yo no me meto en ese problema porque mover esa cantidad de damnificados eso implica una cosa grande, reubicar todas estas riberas del río, que estaban todas habitadas, entonces no hicieron nada, porque eso se veía venir por la emisión de ceniza y por los temblores [...]. (ec2, mayo del 2015)
De igual manera, destacan la responsabilidad social que tuvieron las instituciones en la recuperación, en cuanto ellas tuvieron estrategias centradas en el bienestar comunitario con un enfoque de corresponsabilidad, "La verdad fue que a nosotros nos ayudó aquí 'Antioquia Presente', Antioquia se hizo presente con nosotros aquí y ellos pusieron la ingeniería, y nosotros trabajábamos la fuerza [...]" (EC3, mayo del 2015).
Esta tendencia muestra entonces que, por una parte, el grupo de partici pantes aún sigue percibiendo que la falta de orden y claridad en el momento en que se pudo prevenir el desastre y en procesos reactivos inmediatos, se acompañaron de estrategias de poder que no permitieron ningún tipo de resistencia ni movilización comunitaria, llevando a la obstrucción de redes y modos de vida ya conformados. No obstante, en la fase de recuperación, se aprecia un rol institucional con mayor responsabilidad frente al bienestar y al desarrollo comunitario, desde estrategias que implicaron deberes para cada uno de los participantes.
Percepción de la calidad de vida y los nuevos habitantes en zonas de alto riesgo Considerar la gestión del riesgo de desastre como "un proceso social caracterizado por la coincidencia, en un mismo tiempo y territorio, de eventos físicos potencialmente peligrosos, y elementos socioeconómicos expuestos ante estos en condición de vulnerabilidad" (Narváez, Lavell y Pérez, 2009, p. 18), sugiere la génesis de una memoria del riesgo, no solo enfocada en testimonios individuales y colectivos sobre prácticas cotidianas que aportan a la mitigación del riesgo o en la recuperación de desastres, sino también, que muestra dominios narrativos que implican conquistas de sentido de lo que fue, y ha sido, una construcción de historia a partir de verdades contadas, vínculos humanos y apuestas narrativas en ámbitos públicos.
De acuerdo con lo anterior, las personas que habitan en zonas de alto riesgo resaltaron la importancia de la estabilidad económica y la seguridad social, priorizando esos aspectos, ante riesgos asociados con amenazas naturales, como el riesgo volcánico,
Porque nosotros hemos trabajado en otras fincas recogien do café [...] nos fuimos para el Dobio, estando allá nos llamó un amigo que también es amigo de él, entonces le comentó, que estábamos sin coloca, sin trabajo; entonces el patrón me llamó a mí, que quería ir para allá, que lo que pagaban era 120 mil pesos. (ec4, mayo del 2015)
Esta narrativa denota una historia marcada por decisiones conscientes orientadas a una mejor calidad de vida, eligiendo un territorio seguro ante problemáticas sociales, sin valorar amenazas naturales. De igual forma, otra narrativa refleja:
[...] nosotros vinimos aquí hace año y medio, porque en Chinchiná tenemos una casita, pero esa casita está en un barrio que es muy pesado por el ambiente, hay mucha droga, y mi esposo fue amenazado por lo mismo [...] metían mucho vicio y yo al tener a estos niños tan pequeños, no me gustaba ese ambiente [...]. (ec5, mayo del 2015)
Esto indica también la importancia de un entorno seguro familiar. Sin embargo, el acto de vecindad ha ayudado a aumentar el interés en las amenazas naturales, no solo en procesos de recuperación comunitaria:
[...] nosotros preferíamos que les dieran a los demás que a no sotros, desistíamos de las cosas para que se las dieran a los demás, pero no sabíamos si se la estaban dando al que la necesitaba, nosotros hacíamos eso porque el dolor de los demás nosotros lo sentíamos. (et2, mayo del 2015)
También se ha generado un reconocimiento de las características contextuales de las personas que habitan en alto riesgo volcánico, para el caso de Villamaría,
[...] esa gente hace tiempo está ahí, y gente viene y compra y hacen piscina, y una cosa y otra, que porque la avalancha no vuel ve, no creen [...] hoy o mañana se los lleva la avalancha y le echa la culpabilidad al gobierno o al alcalde, porque son tan tercos, ellos saben (que se encuentran en alto riesgo), los invitamos a reuniones y no van [...]. (ec1, mayo del 2015)
EC2 (mayo del 2015), por su parte, enfatiza que las personas que habitan allí
[...] es por trabajo, porque es la única opción de tener un lote para construir la casa; porque aquí vale una plata diferente, allá de pronto puede hasta posesionarse de un lote o se la pueden vender más barato, entonces es la única posibilidad de la gente, si el gobierno dijera yo los voy a reubicar en otro sitio, donde no esté en zona de riesgo, todo el mundo diría que sí [...] o sea hace falta ahí la mano del gobierno; la gente que está reubicada allí, es por solo necesidad y porque es una alternativa más inmediata, entonces se refugian allí, pero si ellos tuvieran otra opción, no estarían allá.
Esta tendencia se aproxima a la percepción de la calidad de vida de los habitantes en zonas de alto riesgo volcánico, que puede estar influenciada por los actos de vecindad en la comunidad. Por tanto, la construcción comunitaria de la gestión del riesgo de desastres para el grupo participante está en relación directa con la memoria del riesgo, con aquellos recuerdos que invaden el espacio público y persuaden narrativas, en las cuales las amenazas naturales aún no cobran tanto protagonismo desde prácticas de cuidado cotidianas; no obstante, no se pueden dejar de lado las necesidades actuales que hacen que se priorice su satisfacción con facilidad.
Afrontamiento y ciudadanía activa
Se tomó el aspecto de ciudadanía activa, desde las prácticas socio-culturales y políticas, como un engranaje, para el fortalecimiento de las estrategias de afrontamiento colectivas dentro de la gestión del riesgo de desastres, en el municipio de Armero y zonas rurales del municipio de Villamaría.
Escenarios de participación como influencia en el afrontamiento y como constructores de comunidad
Orientar el rol ciudadano desde prácticas de corresponsabilidad implica reflexiones y acciones que incidan en condiciones dejusticia comunitaria, a partir de principios participativos y de la capacidad de crear estrategias de afrontamiento juntos, en pro de la dignidad humana, y no que esos esfuerzos se supediten a la espera de ayudas de agentes externos:
En este momento yo lidero un campaña que es por amor a Armero Guayabal, la campaña que yo llevo es el reciclaje, es una idea a raíz de lo que viví en Armero y aprendí de la cultura paisa, también soy presidenta de junta de acción comunal y lidero uno de los procesos del municipio, hago parte de la red de mujeres. Entonces la idea es a empezar a crear proyectos productivos, pero educando a las mu jeres de que aquí [...]. Entonces mi intención y mi ilusión es que se mejore la calidad de vida. (v1, marzo del 2016)
Respecto a la zona rural del municipio de Villamaría, se evidenció que la decisión de construir nuevamente cerca al sector afectado por el flujo de lodo fue un espacio de participación colectiva para rescatar la historia (DC56, DC60), lo que además de contribuir a la continuidad de proyectos y modos de vida, también aportó como estrategia de afrontamiento, impactando significativamente en la recuperación:
Vivo en La Primavera desde el año 74, o sea desde antes de la avalancha, después de la avalancha fuimos a un albergue, en el alber gue nos ofrecían casa, pero nosotros escogimos esta, porque éramos campesinos y areneros, iban a hacer una comunidad, generar empleo y hacer una casa, nos ofrecían todo lo que necesitábamos y lo que éramos. (v1, marzo del 2016)
De igual forma, el grupo reconoce dentro de los escenarios de parti cipación, el económico:
No sé si los egoístas somos nosotros o de allá, yo soy realista, lo que hace que he asistido a todo esto, he comprendido muchas cosas que uno tiene que compartir con los demás [...] yo tengo mi propio negocio, vendo almuerzos, refrigerios muchas veces me lla ma el Comité de Cafeteros, el sena, la chec, o me llaman. Yo soy del comité de la Ruta del Cóndor, nosotros hacemos peregrinaciones a Santuarios [...]. (eci, mayo del 2015)
Se identifica que el factor económico funciona significativamente como valor agregado dentro del proceso de afrontamiento y ciudadanía activa, entendiendo esta como la práctica sociocultural que permite rescatar la memoria desde la construcción de sujeto político, en cuanto ayuda y ofrece condiciones para el establecimiento de sentidos a las inquietudes del entorno (Camacho, 2001). De este modo, esas prácticas se asumen a partir de la relación entre el ser humano y su contexto, desarrollando acciones dirigidas a fortalecer o a erigir una comunidad, con narrativas compartidas que se ubican en tiempos y en espacios.
Prácticas políticas como gestoras de comunidad
En el municipio de Armero, 28 años después del desastre, se cons truyeron escenarios direccionados hacia la disertación de la Ley 1632 del 2013, que tiene como fin rendir honores a las víctimas y a las personas desaparecidas de Armero, rescatando la memoria y la identidad histórica y proyectando su legado hacia el mundo. Esta ley posibilitó algunos espacios de movilización.
Ahorita por lo menos sacaron la ley de honores, que dice que para que el gobierno pueda decretar campo santo entonces tiene que comprarle a los propietarios los predios [...]. Estamos esperando para ver qué es lo que nos van a dar por los lotes para que el gobier no pueda entrar a organizar eso, y hacer algo ahí, algo organizado y declararlo turístico. (et4, mayo del 2015)
Además de reconocer a los afectados por la avalancha, como actores o como agentes que inciden en proyectos estatales o de carácter privado.
Según Blair (2002) "En medio del viejo y abierto debate sobre la construcción del discurso histórico, por lo menos va quedando clara la importancia del lenguaje en esa construcción y la manera como ese discurso construye realidades", con lo que se asume que todas las vivencias narradas por las víctimas, además de generar una realidad, construyen aprendizajes y memorias para el desarrollo de un afrontamiento orientado a la recuperación y a la gestión del riesgo de desastres, tanto a la población afectada, como a la misma ciudadanía.
Entonces, la memoria resulta ser uno de los ejes vitales y bases de estas estrategias, es el lugar del que se quiere rescatar una historia, pero además, se pretende construir una nueva, en la que los escenarios de participación ciudadana funcionen como estrategia de afrontamiento para los afectados por la avalancha de 1985. La memoria se convierte en el método a través del cual una persona o una comunidad, con sus recursos, crea estrategias con la finalidad de alejar, superar o adaptarse a los estímulos estresantes. De esta forma, el rol de ciudadano se puede visibilizar como una práctica de afrontamiento que:
Se ha caracterizado por ser el eje de la conformación de la na cionalidad [...] por interpretar los conflictos, las injusticias y los diversos caminos históricos que han transitado las culturas en la búsqueda de constituir su identidad; por ello abre el camino hacia la discusión del pluralismo cultural. (Almanza, 2012, p. 162)
Consideraciones finales
Una experiencia traumática es siempre negativa, pero lo que suce da a partir de ella depende de cada persona. En la mano del hombre está elegir su opción, que o bien puede convertir su experiencia negativa en victorias, la vida en un triunfo interno, o bien puede ignorar el desafío y limitarse a vegetar y a derrumbarse.
Las narrativas de las personas participantes de la investigación significan una perspectiva frente a la gestión del riesgo de desastres, que otorga la posibilidad de recordar el pasado, creando memoria histórica, en cuanto la erupción del volcán Nevado del Ruiz siempre se posicionará en un tiempo y un espacio; perdurando en la medida que sea recordado, con la finalidad de generar prácticas socioculturales frente a nuevos eventos; forjando una comunidad más resiliente, pues las experiencias vividas frente a situaciones de desastre evidencian que estas no solo causan la pérdida de vidas humanas, sino también, un retroceso en el desarrollo emocional, estructural y productivo del territorio afectado.
Tres décadas después de la tragedia han cimentado una memoria caracterizada por el recuerdo, el dolor, y aprendizajes individuales que no apremian la gestión del riesgo de desastres desde temas prospectivos y correctivos. Esto se evidencia en los relatos en los que los ejes narrativos son marcados por el antes de la tragedia, a la forma de vida que llevaban, en el perdurar de lo ocurrido por el desastre, líneas que invitan a que la comunidad y el Estado busquen, conjuntamente, caminos adecuados frente el agenciamiento social, actuando responsable-, consciente- y proactivamente, en su cotidianidad, ante el riesgo volcánico. Estas acciones pueden dar paso a otras alternativas que generen una conciencia de reconstrucción social integral, lo que lleva a la necesidad de fortalecer "un enfoque [...] integral y multidisciplinar, [que] podría tener de manera más consistente las relaciones no lineales de los parámetros del contexto y la complejidad y dinámica de los sistemas sociales" (Cardona, 2001, s. p.). Ello convoca, entonces, a pensar en una gestión del riesgo desde la recuperación y la construcción de modos de vida, centrados en el autocuidado y cuidado del otro, desde el marco de calidad de vida y bienestar individual, familiar y comunitario.
Para sintetizar, este artículo muestra una construcción de memorias narradas que, a pesar de que aún son incipientes en perspectiva de con solidaciones comunitarias en prácticas de gestión del riesgo volcánico, muestran: 1) escenarios de participación que han cumplido funciones de reconocimiento, tanto en lo individual como en lo colectivo, en cuanto han dignificado los modos de vida de cada sobreviviente, y 2) comprensiones frente a los habitantes en alto riesgo, en las que el acto de vecindad puede tener una función prospectiva en sí, de cuidado del otro y de sí mismo. Todo ello, aporta al renacer de la agencia social, con voces que reivindiquen los tiempos a través de nuevos espacios de gobernanza del riesgo.
La investigación describió la supervivencia y la función reparadora en los relatos, que buscaban ser reconocidos dignamente como testigos de un desbalance de oportunidades y poderes, de su historia de dolor, para que tengan el sentido político necesario y recuperar su identidad individual y colectiva, que no entre al olvido, sino a una memoria, con la intencionalidad de crear políticas públicas que garanticen prácticas culturales dirigidas a la no repetición del desastre.