Introducción
Los grupos evangélicos, particularmente los pentecostalismos, han experimentado un crecimiento sostenido desde la segunda mitad del siglo xx en toda América Latina (Stoll, 1990; Pew, 2014). En las últimas décadas, estos grupos religiosos han penetrado en varios ámbitos de la sociedad, ganando espacio y adquiriendo visibilidad en diferentes sectores. Sin embargo, estos grupos religiosos no son homogéneos y han ido cambiando desde la llegada de los protestantismos históricos al amparo del liberalismo a finales del siglo xix, hasta la expansión de los pentecostalismos que se da con mayor fuerza en la región a partir de la década de los 70 hasta la actualidad (Bastian, 2006, p. 40).
El objetivo de este trabajo es conocer cómo los rituales de las iglesias evangélicas pentecostales construyen sujetos1. La liturgia pentecostal, al igual que todo ritual religioso, facilita y refuerza la transmisión de una serie de valores, creencias y comportamientos, que permiten a los sujetos creyentes posicionarse frente al mundo en el que habitan (Mori y Uribe Villegas, 1965; Scharfenort, 2001; Ammerman, 2003; Lindhardt, 2011; Eliade, 2014; Lecaros, 2016). Luego del proceso de conversión religiosa y de la aceptación voluntaria de someterse a diferentes tipos de formación y educación por parte de las comunidades eclesiales evangélicas pentecostales, que tienen como principal objetivo nutrir la fe del creyente sobre la base de una doctrina particular, los sujetos comienzan a interiorizar un conjunto específico de nuevas prácticas, creencias, conductas y comportamientos que guiarán su vida y fe. Estos conocimientos se fortalecen a través de las diferentes ritualidades que poseen estos grupos religiosos, entendiendo que es en el rito donde los creyentes fortalecen la creencia en el mito al cual adoran (Ammerman, 2003; Coleman, 2011) y donde la deidad llega a convertirse en parte sustancial de su vida (Robertson Smith, 1889; Durkheim, 2003). Los rituales facilitan que los sujetos religiosos adquieran un conjunto de categorías con las cuales se posicionarán frente al mundo y, en consecuencia, frente a los diversos temas de la vida cotidiana, incluidos los de interés público. Sobre la base de lo señalado, interesa conocer ¿Cómo los rituales de las iglesias evangélicas pentecostales construyen sujetos? ¿Qué características poseen estos sujetos?
Los rituales son las ceremonias litúrgicas en las que participan los creyentes (Ammerman, 2003; Robbins, 2011; Lindhardt, 2011). Entre las principales ceremonias encontramos las reuniones dominicales2, las cuales están conformadas por tres elementos fundamentales: la música o alabanza, la homilía o enseñanza del pastor y todo el ambiente místico en el cual se desarrollan los dos puntos antes señalados, y donde participan activamente los creyentes3. Los rituales son parte central de toda expresión religiosa (Durkheim, 2003; Bell, 2009), pues como bien lo señalan Mori y Uribe Villegas (1965) los rituales tienen la función de imponer o moderar las acciones y prácticas de los sujetos pero, sobre todo, "los rituales son capaces de reforzar las normas grupales existentes" (Mori y Uribe Villegas, 1965, p. 535). Toda liturgia posee una fuerte carga simbólica (Bourdieu, 1997, 2006; 1997; Augé, 1998; Husken y Seamone, 2013), la cual es asimilada por los creyentes cuando es interpretada por quienes ejercen el poder al momento de dirigir el acto litúrgico (Foucault, 1988; Augé, 2000). Sin embargo, los creyentes no son solo receptores pasivos, sino que a la vez se convierten en actores, generadores, productores y reproductores de las enseñanzas aprendidas durante la experiencia religiosa (Dillon y Wink, 2003; Simmel, 2015; Coleman, 2011).
El artículo se encuentra organizado en tres puntos. El primero se encarga de la discusión del marco analítico, el cual está direccionado por tres grandes argumentaciones: a) la comprensión de los rituales y lo sagrado, b) los procesos de socialización al interior de las comunidades religiosas durante los tiempos rituales, y c) la comprensión de cómo se construyen los sujetos en el campo ritual religioso. Segundo, se explican los aspectos metodológicos utilizados para este trabajo, el cual se observa en dos dimensiones: a) el análisis de los rituales de tres mega iglesias evangélicas pentecostales de Quito, Lima y Bogotá a través de observación participante, y b) un conjunto de entrevistas realizadas principalmente a creyentes de la iglesia Comunidad de Fe de Quito, los cuales llevan varios años asistiendo a dicha congregación. Finalmente, se busca realizar una imbricación entre la discusión teórica señalada en el primer punto y las observaciones empíricas.
Los rituales y lo sagrado
Los sujetos son construidos en diferentes espacios de socialización. En este trabajo, se considera a los rituales de las iglesias evangélicas pentecostales como un espacio, entre muchos otros, donde se construye a los sujetos. Peter Berger (1969) señala que "la religión es la empresa humana por la cual se establece un cosmos sagrado" (Berger, 1969, p. 40), donde lo sagrado es concebido como algo que resalta, que rompe el orden cósmico de la realidad y la cotidianidad, es algo extraordinario a la vez que peligroso (Berger, 1969, p. 41). Varios autores sostienen que lo sagrado se constituye como contrario a lo profano (Eliade, 1963; Berger, 1969; Eliade, 2014; Durkheim, 2003; Otto, 2005), Sin embrago, la distinción sagrado-profano no existen naturalmente en el orden religioso; lo sagrado no se construye automáticamente en contraposición con lo profano, sino paulatinamente durante los procesos litúrgicos, donde la sacralidad y los misterios divinos se revelan al creyente (Scharfenort, 2001, pp. 107-108); siendo la experiencia vivida durante los rituales y las narrativas que ahí se construyen lo que en mayor medida contribuye a la interiorización de lo sagrado (Scharfenort, 2001; Ammerman, 2003; Lecaros 2016).
Los rituales son los espacios donde lo sagrado se manifiesta y cobra vida, pero también donde los sujetos entran en contacto con la deidad (Scharfenort, 2001; Durkheim, 2003; Jennings, 2015), permitiendo a los sujetos ordenar y dar sentido a la realidad, pero fundamentalmente, "brindando una protección suprema contra la anomia" (Berger, 1969, p. 42). Los rituales tienen la capacidad de crear, mantener y cambiar la realidad social, permitiendo una mediación dialéctica entre lo social y lo individual (Durkheim, 2003; Bell, 2009; Husken y Seamone, 2013; Jennings, 2015), donde los creyentes logran satisfacer su búsqueda de reconocimiento y dignificación, a la vez que son reconocidos por el grupo, valorados y pueden realizarse como personas (Lecaros, 2016, p. 24).
Rudolf Otto (2005) es uno de los primeros autores en abordar la experiencia religiosa de los sujetos. Construye una categoría de análisis compleja y peculiar: lo santo (Otto, 2005, p. 13). Para el sujeto creyente, lo santo procede de la deidad y puede llegar a generar un sentimiento de dependencia absoluta, un sentimiento generado por un objeto o ser fuera del sujeto. El sentimiento señalado es lo que Otto (2005) describe como lo numinoso (Otto, 2005, p. 18-20). Lo importante del análisis de Otto (2005) es que establece la experiencia de lo numinoso por fuera del ser humano. A diferencia de WüliamJames (1917), quien señala que la experiencia religiosa es casi innata al ser humano y que este es un ser religioso por naturaleza (James, 1917), Otto (2005) afirma que la experiencia religiosa (lo numinoso) es exterior al ser humano y se evidencia con mayor claridad en los cánticos y no necesariamente es racional (Otto, 2005, pp. 47-48). Los rituales permiten que las experiencias numinosas se materialicen en la experiencia cotidiana a través de prácticas que habitualmente han sido catalogadas como acciones irreflexivas, rutinarias o miméticas (Bourdieu, 2006; Bell, 2009), pero que, al ser manifestaciones religiosas, tienen la capacidad de ser expresiones del mundo social (Schaefer, 2015). Sin embargo, los rituales mantienen una característica central y es la capacidad de imponer con fuerza lo santo o sagrado sobre la vida del sujeto religioso (Schleiermacher, 1893).
La discusión que precede provee dos categorías de análisis para este trabajo. Las resumo. Primera, los rituales como espacio sagrado. El ritual es el espacio donde lo sagrado y la divinidad cobran vida y donde la deidad se convierte en significativa y real en la vida de los sujetos religiosos. (Berger, 1969; Scharfenort, 2001; Ammerman, 2003; Durkheim 2003; Bourdieu, 2006; Bell, 2009; Lecaros 2016). Segunda, la categoría de lo numinoso, que es la dependencia absoluta del sujeto religioso hacia lo santo o la deidad (lo sagrado) (Schleiermacher, 1893; Otto, 2005; Schaefer, 2015).
Construcción del sujeto desde categorías simelianas
En el análisis de los rituales pentecostales sostendré que estos son más efectivos en el proceso de construcción de sujetos cuando se realizan en comunidad (Lindhardt, 2011, p. 7). En ese sentido, se utiliza la categoría de acción recíproca (Simmel, 2015). De acuerdo con Simmel (2015), el objeto de la sociología es captar esas acciones y efectos recíprocos o intercambio de efectos (Wechselwirkung), porque la sociedad misma es fruto de los efectos recíprocos que ocurren entre los sujetos (Sabido Ramos y Zabludovsky, 2015, p. 23). Las experiencias religiosas en el ritual no necesariamente son procesos individuales de éxtasis, sino procesos de construcción comunitarios (Coleman, 2011; Robbins, 2011). En los rituales pentecostales los sujetos no son autónomos, ni se construyen de forma independiente, (makeself), como señala Weber (2003), en relación con el sujeto de la ética protestante, sino que aquí adquieren comportamientos, valores y sentido para la vida (Robbins, 2011). La perspectiva que se adopta en este trabajo es que el sujeto evangélico pentecostal adquiere las categorías religiosas para su vida en el momento de la ritualidad (Lindhardt, 2011), y lo hace en procesos de acción recíproca con otros sujetos (Vernik, 2003; Pyyhtinen, 2015, 2018; Simmel, 2015; Sabido Ramos, 2020).
En los espacios rituales se desarrolla lo que Simmel (2015) denomina formas de socialización ( Vergeschellschaftung) (Sabido Ramos y Zabludovsky, 2015, p. 23), en las cuales es posible identificar las siguientes modalidades: "consenso/conflicto, subordinación/resistencia, interés/gratitud, sacrificio/ goce, desagrado/placer" (Sabido Ramos, 2020, p. 210). Estas categorías facilitan explicar las experiencias religiosas de los sujetos en la participación de los rituales pentecostales. En las formas de socialización (Simmel, 2015), es decir, en la participación de los rituales, los sujetos religiosos establecen los intercambios que señala Sabido (2020), y lo interesante es que lo hacen en procesos de acción recíproca (Vernik, 2003; Pyyhtinen, 2010; Simmel, 2015; Sabido Ramos, 2020); lo que permite que ciertas prácticas sean interiorizadas y que posteriormente se materialicen en la vida de los creyentes (Dillon y Wink, 2003), evidenciando la transformación interna que estos sujetos han experimentado y la necesidad de que esta trascienda hacia espacios más amplios (Coleman, 2011, p. 430)
Una tercera categoría simeliana es la de proximidad sensible (sinnliche Nähe) (Simmel, 2015; Sabido Ramos, 2020). Los sentidos permiten a los sujetos aproximarse al mundo que les rodea. A través de los sentidos es posible experimentar "sentimientos de placer y dolor, de elevación o humillación, de excitación o sosiego" (Simmel, 2015, p. 568). Al analizar lo sensible, el énfasis es conocer que ocurre entre estas personas y las conexiones que tienen unos con otros (Sabido Ramos y Zabludovsky, 2015, p. 22). En el ritual pentecostal no necesariamente los sujetos se conocen entre sí, sin embargo, todos ellos perciben el ritual a través de sus sentidos, hecho que genera una proximidad sensible entre estos sujetos (Sabido Ramos y Zabludovsky, 2015; Simmel, 2015; Pyyhtinen, 2015; Sabido Ramos, 2020).
Los espacios y el poder simbólico
El siguiente conjunto de argumentaciones teóricas provienen de dos autores altamente relevantes para la sociología: Michel Foucault y Pierre Bourdieu. Los rituales religiosos constituyen un espacio sagrado con características particulares y propiedades específicas. Desde Pierre Bourdieu (2007) se podría denominar a esto como campo ritual sagrado (Bourdieu, 2007, pp. 90-91). Se busca realizar la construcción del campo ritual evangélico pentecostal a partir de las imbricaciones que se dan entre el ambiente sacro, la música y la homilía. Se señalan las características, lo que se encuentra en juego y los intereses específicos que lo constituyen (Bourdieu 1990; 2007).
Los campos de Bourdieu (2007) proveen de habitus a los individuos. Los habitus que incorporan los individuos son fundamentales para la delimitación de los campos (Bourdieu, 1990, p. 101). Se señala que al interior del campo ritual pentecostal los sujetos tienen habitus muy marcados, los cuales son rápidamente aprendidos por las personas que voluntariamente se integran en la participación de estos rituales religiosos (Bell, 2009). Analizar lo señalado es posible porque, para Bourdieu (1990; 1997; 2007), los sujetos son afectados por otros individuos al interior de los campos a través de los habitus que reproducen.
Los rituales se realizan en un espacio simbólico donde resaltan un conjunto de prácticas (habitus) estructuradas y estructurantes (Bourdieu, 1998, p. 99), las cuales se establecen sobre los sujetos religiosos que participan del ritual, el cual es un espacio simbólico que permite evidenciar las jerarquías que se construyen al interior de las comunidades eclesiásticas. Esta categoría facilita conocer cómo el habitus religioso, al interior del campo ritual pentecostal, permite jerarquizar y distinguir entre los sujetos creyentes (Bourdieu, 1997; 1998; 2007) -permitiendo evidenciar la eficacia simbólica- y el poder que otorga sobre los otros (Bourdieu, 1997, p. 112). Los pastores y líderes eclesiales se diferencian del común de los feligreses durante el proceso ritual y, de esa manera, capitalizan un reconocimiento simbólico de superioridad espiritual, el cual es posible identificar dentro del espacio simbólico del ritual. Se considera que este proceso contribuye en la construcción de los sujetos religiosos durante los rituales, pues otorga a los pastores y líderes eclesiales un poder simbólico (Foucault, 1988) sobre los feligreses.
La última herramienta analítica que sirve de insumo para este trabajo es la categoría de poder simbólico (Foucault, 1988). Se utiliza el concepto de poder para analizar las relaciones existentes durante el ritual pentecostal, sobre todo en la relación simbólica pastor-fieles, la cual se enmarca en la admiración y el respeto. En los rituales pentecostales no se ejerce un poder violento o castigo físico para obtener obediencia o disciplina religiosa por parte de los creyentes (Foucault, 2003). Sin embargo, utilizar la categoría de poder simbólico permite analizar cómo los pastores obtienen obediencia por parte de los creyentes, pues como lo señala Foucault "solo existe el poder que ejercen 'unos' sobre 'otros'" (1988, p. 14). Para que exista una relación de poder el otro debe ser totalmente reconocido y mantenido como sujeto de acción (Foucault, 1988, p. 14).
A continuación se realizan algunos apuntes metodológicos y especificaciones del levantamiento de la evidencia empírica sobre la que se aplican las categorías analíticas que se han descrito en este apartado. Se aborda la selección de casos y la metodología utilizada durante el proceso de recolección de la información.
Algunos apuntes metodológicos
Una de las principales dificultades al momento de estudiar los rituales eclesiales es la gran variedad de perspectivas y entradas analíticas. Existen diferentes escuelas y perspectivas para acercarse al fenómeno religioso. A nivel macro, y si hubiera la necesidad de clasificar este trabajo, se encontraría más cercano a una perspectiva fenomenológica del hecho religioso (Widengren, 1976; Duch, 2001; Heidegger, 2006). A nivel micro, se encontraría en el análisis propio de los rituales de las iglesias evangélicas pentecostales. Este trabajo se nutre de categorías analíticas generadas desde la sociología, principalmente de la sociología relacional (Foucault, 1988; Bourdieu, 1997, 2007; Simmel, 2015).
Se propone una investigación comparada orientada por casos (Ragin, 1987, p. 34-36). La comparación es de los más similares (Przeworski y Teune, 1970). Los casos seleccionados son tres mega iglesias pentecostales independientes4 con una feligresía superior a los 10 000 miembros cada una, estas iglesias son: iglesia Misión Carismática Internacional (MCI) ubicada en la ciudad de Bogotá Colombia, iglesia Comunidad de Fe (CdFe) ubicada en Quito Ecuador y la iglesia Comunidad Cristiana Agua Viva (CCAV) ubicada en la ciudad de Lima Perú. Se seleccionaron estas tres iglesias debido a que se han convertido en referentes a seguir por iglesias de menor tamaño, esto es que sus rituales tienden a ser imitados por otras congregaciones.
Las tres iglesias poseen una liturgia moderna, con rituales contemporáneos que se realizan en grandes auditorios, los cuales se detallan en el punto tres. Estas iglesias son consideradas pentecostales porque creen en: el mover del Espíritu Santo, la sanidad divina a través de la oración y el hablar en lenguas celestiales (glosolalia) como evidencia visible de la unción del Espíritu Santo y en la infalibilidad e inerrancia de la biblia (Hollenweger, 1976; Schäfer, 1997). En estas iglesias se promueve la práctica de disciplinas espirituales como la oración, la lectura diaria de la biblia y el diezmo como señal de obediencia a Dios. El cumplimiento de estas prácticas son evidencias de la vida de santidad de los creyentes. Las iglesias se encuentran ubicadas en diferentes países con la finalidad de analizar características comunes y algunos rasgos específicos del fenómeno estudiado; esto, con el objetivo de encontrar regularidades (Ariza, 2009) en el proceso de construcción de sujetos durante los rituales de las iglesias analizadas.
Recolección de información
El proceso de investigación y la recolección de información para este trabajo se ha realizado en diferentes etapas. Desde el año 2015 se viene siguiendo de cerca las actividades y celebraciones religiosas de las tres iglesias5. La iglesia que provee la mayor parte de la información y que servirá de referente al momento de la comparación es la iglesia CdFe, ubicada en Quito Ecuador. Como investigador me involucré en las prácticas religiosas de esta congregación a partir del año 2015 hasta la actualidad. Participé de un encuentro6 destinado para los creyentes que recién se incorporan a esta iglesia. Durante los años 2016 y 2017 asistí a los grupos de hogar, conocidos como células7, que tienen por objetivo fortalecer la fe del creyente y reforzar las enseñanzas y directrices dadas durante el ritual semanal. Pero fundamentalmente, he realizado una asistencia frecuente a los rituales dominicales de esta congregación, por lo menos una vez al mes durante los últimos cinco años, realizando aproximaciones etnográficas (Russell, 2006) a través de una observación participante detallada y profunda de las ritualidades de esta congregación. Durante todo este tiempo, se ha conversado informalmente con más de sesenta feligreses luego de los rituales eclesiales y se ha realizado entrevistas a nueve creyentes, los cuales han provisto de información de gran utilidad para este artículo.
Las iglesias MCI y CCAV ubicadas en las ciudades de Bogotá y Lima, respectivamente, han sido visitadas en dos ocasiones cada una durante los últimos cinco años. Esto ha permitido comparar los rituales entre las tres iglesias propuestas. Adicionalmente, se ha seguido de cerca, durante el periodo señalado las redes sociales, páginas web y los canales de YouTube donde estas congregaciones transmiten en vivo sus rituales cada domingo. Para este trabajo se ha revisado de manera exhaustiva la inmensa cantidad de rituales semanales que se encuentran disponibles en los canales oficiales de YouTube de estas iglesias8, realizando etnografías digitales (Pink, Ardévol y Lanzeni, 2016). Este proceso ayudó a identificar las regularidades de los rituales eclesiales.
Las iglesias seleccionadas poseen varias extensiones en otras ciudades e inclusive países. En este trabajo se analizaron únicamente las iglesias centrales, que es donde se generan las directrices para el resto de iglesias filiales. Dentro del mundo eclesial pentecostal, estas congregaciones han logrado lo que la mayoría de iglesias de menor tamaño aspiran a llegar a ser9. En ese sentido, las iglesias analizadas se convierten en un modelo a seguir y marcan la pauta de lo que debe hacerse en las ritualidades evangélicas pentecostales contemporáneas, sobre todo en los tres países analizados.
Construcción de sujetos en los rituales evangélicos pentecostales
En los rituales evangélicos pentecostales se busca que los creyentes puedan experimentar "la presencia de Dios" en sus vidas. Esto es posible solamente si los creyentes llevan una vida de santidad que reproduzca en la tierra lo que ellos consideran los valores inmutables del Reino de Dios, es decir, que vivan en la tierra como si estuvieran en el cielo. Para que esto ocurra, es necesario construir un tipo particular de sujeto y, en este proceso, los rituales pentecostales cumplen un rol central.
Acción recíproca en la construcción de sujetos durante el ritual pentecostal
El ritual pentecostal es simple y emotivo. Este hecho es una regularidad en las tres iglesias analizadas. Tiene como objetivo principal la interiorización de la divinidad a través de la afectación de los sentidos de los creyentes (Eliade, 1963; Coleman, 2011; Simmel, 2015), los cuales están inmersos en un ambiente sacro, con música perfectamente ejecutada, sonido de alta calidad, iluminación y un mensaje sencillo que es recibido por el creyente en un espacio cómodo, armonioso y agradable10, estos puntos podrían ser considerados como parte de un campo ritual pentecostal (Bourdieu, 1990; 1997; 2006). En este ambiente, una regularidad encontrada en los creyentes entrevistados es que todos aseguraban haber sentido la presencia de Dios "tocando sus vidas". Ellos, en el ritual, se encontraban con Dios (Berger, 1969; Scharfenort, 2001; Ammerman, 2003). Lo señalado se pudo corroborar en las múltiples observaciones participantes realizadas durante la investigación, sobre todo durante los cantos congregacionales, donde los creyentes lloran, se humillan, levantan las manos, gritan, entre otras manifestaciones que, para el creyente, es una evidencia irrefutable de Dios tocando sus vidas. Este fenómeno es observable en prácticamente la totalidad de los asistentes.
El ritual permite a los sujetos religiosos, a través de las letras de las canciones y su melodía -la cual afecta su mundo sensible- (Simmel, 2015; Sabido Ramos, 2020), entrar en contacto con la divinidad y tener experiencias numinosas (Otto, 2005) que dan sentido a su vida material, aun cuando esta carezca de sentid11 (Jennings, 2015). Lo sagrado y lo santo, no se asimila automáticamente en los creyentes, sino que es un proceso paulatino, que se va construyendo en la medida que el sujeto religioso renuncia a ciertas prácticas consideradas pecaminosas y adopta otras consideradas sacras (Durkheim, 2003; Bell, 2009; Husken y Seamone, 2013) pero, sobre todo, un factor fundamental es la experiencia particular que vive cada creyente en su encuentro con la deidad durante el tiempo ritual (Robbins, 2011; Lindhardt, 2011; Lecaros, 2016), dandole la certeza de que Dios ha tocado y cambiado sus vidas.
Lo señalado hasta el momento podría llevar al lector a suponer que se está hablando de una relación individual entre el sujeto creyente y su deida12. Sin embargo, en los rituales pentecostales de las tres iglesias estudiadas es posible identificar procesos semejantes de acción recíproca (Simmel, 2015). Durante los rituales, el sujeto pentecostal no es un receptor pasivo, todo lo contrario, el sujeto creyente es parte activa del ritual, porque produce significados en constate interacción con los otros creyentes, por medio de acciones y efectos recíprocos (Simmel, 2015; Sabido Ramos y Zabludovsky, 2015), pero también, interactúa con los músicos durante los cánticos congregacionales y con el predicador durante la homilía.
En las tres iglesias analizadas, y en general en el mundo pentecostal, los rituales son dinámicos. Los procesos de acción recíproca que señala Simmel (2015) y Sabido Ramos (2020) inician antes de que los creyentes ingresen en las inmediaciones del edificio en donde se llevará a cabo el ritual. En las tres iglesias analizadas, varias cuadras antes, existen personas que están saludando a los asistentes, algunas veces con coloridas pancartas de bienvenida, lo que nos lleva a proponer que el ritual pentecostal inicia desde que el creyente se encuentra en las inmediaciones del templo e interactúa con sus semejantes. Frases como: "¡bienvenidos a la casa de Dios!, ¡nos alegra que hayas venido!, ¡Dios tiene algo bueno para nosotros hoy!, ¡me alegra verte hermano!", son algunas de las interacciones que ocurren antes del inicio del ritual. Ya, al interior del templo, estos procesos de interacción son mucho más evidentes y se dan entre feligreses, pero también, con las personas que dirigen el servicio religioso. Las tres iglesias comienzan sus rituales puntualmente, generalmente inician preguntando, ya con la musicalización de fondo: ¿cuántos vinieron a alabar y exaltar el nombre de Dios en esta mañana? Y toda la congregación responde con un fuerte y efusivo ¡AMÉN!
En el ritual pentecostal, los procesos de acción y efectos recíprocos (Simmel, 2015; Sabido Ramos y Zabludovsky, 2015), así como las interacciones, se basan en preguntas y respuestas. Se trata de un diálogo constante entre feligreses, músicos, predicadores y la divinidad. Durante el tiempo ritual, todos estos actores forman uno y se funden en el éxtasis religioso (Dillon y Wink, 2003; Otto, 2005; Coleman, 2011). Las preguntas que se plantean son claras y sencillas: "¿Cuántos creen que tenemos un Dios vivo? ¿Cuántos creen que Dios está aquí en esta mañana? ¿Cuántos sintieron la presencia de Dios? ¿Cuántos han sido sanados por Dios en este momento? ¿Cuántos han sido tocados por el fuego de Dios?"13. Las respuestas desde el auditorio generalmente son: "¡amén!, ¡aleluya!, ¡alabado sea Dios!", gritos de júbilo, aplausos, silbidos o levantar las manos.
En las tres iglesias analizadas, es posible identificar que durante los tiempos rituales la acción recíproca también se realiza entre pares, es decir, entre los feligreses que se encuentran participando de la ceremonia religiosa, quienes, sin mencionarlo, evidencian la creencia absoluta de que su Dios es real y, sobre todo, que se encuentra actuando en sus vidas. Las instrucciones dadas son sencillas y provienen desde las personas que dirigen el ritual, frases como: "salude por lo menos a cinco personas que se encuentran a su alrededor, abrace a su hermano14, dígale a su hermano que se encuentra en un lugar seguro, regálele una sonrisa a las personas de su alrededor", son algunos de los procesos que motivan los efectos recíprocos entre los creyentes, los cuales sienten que en conjunto están adorando y exaltando a un mismo Dios15, reafirmando lo sagrado durante el tiempo ritual, pero fundamentalmente en sus vidas. Mientras más tiempo lleven los creyentes participando de estos procesos, mayor será la certeza de que Dios está actuando y protegiéndolos en todo lo que hacen.
Los procesos señalados van construyendo paulatinamente al sujeto evangélico pentecostal, no es una acción mecánica, ni una relación de causa-efecto, son procesos de acción y efectos recíprocos que se dan en la vida de los creyentes (Ammerman, 2003; Lindhardt, 2011; Simmel, 2015; Sabido Ramos y Zabludovsky, 2015; Lecaros, 2016) y que paulatinamente van construyendo la moral, conductas, creencias, pensamiento y posicionamiento de los creyentes en el mundo y la vida social (Jennings, 2015). Sin embargo, lo señalado no es el único proceso que ocurre. Considero que lo que más contribuye en la construcción del sujeto es el mundo sensible que se experimenta durante todo el ritual pentecostal y que afecta directamente a los sentidos de los creyentes (Simmel, 2015; Sabido Ramos, 2020). En el ritual pentecostal, los sentidos son constantemente afectados. La vista y el oído, que son los sentidos más importantes para Simmel (2015), son los que permiten el encuentro de los sujetos con la divinidad, mismos que están en constante afectación durante todo el tiempo y espacio del ritual pentecostal.
El ambiente y la música construyen en el sujeto evangélico pentecostal una experiencia irrefutable en cuanto a experimentar la presencia de Dios (Ammerman, 2003; Bell, 2009; Coleman, 2011).
Durante la alabaza, mientras levantaba las manos y lloraba cantando a Dios, sentí un fuego que recorría mi cuerpo, comencé a temblar. Luego el pastor dijo que él había visto descender al Espíritu Santo esa mañana, en ese momento supe que Dios era real y que había tocado mi vida.16 (Sanchez, 2019)
Este relato es fácilmente replicado por los miles de feligreses que asisten a este tipo de ceremonias religiosas semanalmente.
El ritual de las tres iglesias analizadas es perfectamente ejecutado, permitiendo que los sentidos de quienes ahí participan sean afectados. Este proceso contribuye de manera significativa en la construcción del sujeto pentecostal, pues luego del momento de éxtasis que se vive durante los cantos congregacionales, el pastor o quien dirige la alabanza puede decir cualquier cosa y, debido a la emotividad y a la afectación de los sentidos, los creyentes van a aceptarlo, interiorizarlo y ponerlo en práctica es sus vidas sin mayor cuestionamiento, no es un proceso reflexivo (Otto, 2005; Scharfenort, 2001), sino una aceptación sin cuestionamientos de lo que diga el pastor, esto debido a que previamente los sentidos de los creyentes fueron afectados y estos están convencidos de que es Dios quien está hablando o dando ciertas directrices de comportamiento o proceder para la vida social (Ammerman, 2003) a través del pastor o de quien dirija el ritual.
Fuente: foto17 tomada desde la página oficial de Facebook de la iglesia MCI (Vision G12, Culto dominial, 2019).
Los rituales pentecostales de las tres iglesias señaladas son similares y producen una sensibilidad particular en los creyentes participantes. Debe tenerse en cuenta que los procesos de acción recíproca también contribuyen en la interiorización de lo sagrado que se manifiesta durante el tiempo ritual. En estas iglesias, al haber miles de personas participando del ritual y siendo afectados sus sentidos de manera similar, se sienten seguros y con mayor libertad de participar abiertamente en las experiencias rituales y místicas que ahí se generan.
El ambiente de los rituales evangélicos pentecostales es altamente sensible (Simmel, 2015) y cuando existen personas alrededor que cantan fuertemente, saltan, gritan y lloran, eso facilita que los recién convertidos adquieran rápidamente ese tipo de conductas, es por eso, que los procesos de acción y efectos recíprocos (Simmel, 2015; Sabido Ramos y Zabludovsky, 2015) contribuyen de manera sustantiva en el ambiente sensible, porque permiten que la afectación a los sentidos sea más sencilla y evita la resistencia por parte de los creyentes que recién comienzan a integrarse al ritual pentecostal y sus prácticas, reafirmando el proceso de construcción de sujetos en los creyentes antiguos y fortaleciendo el proceso en los recién convertidos.
Fuente: foto tomada desde la página oficial de Facebook de la iglesia MCI (Vision G12, Culto Dominical, 2018).
Campo ritual sagrado. La construcción del sujeto evangélico en el espacio simbólico
El campo ritual sagrado está definido por los habitus de los sujetos creyentes que participan en el ritual evangélico pentecostal. Hablar en lenguas, creer en la inerrancia de la biblia, estar seguros de la existencia de Dios y de su actuar a través del Espíritu Santo; prácticas espirituales como el ayuno, la oración en un ambiente sacro, con música perfectamente ejecutada, sonido de alta calidad, iluminación y un mensaje sencillo que es recibido por el creyente en un espacio cómodo, armonioso y agradable, forman parte de las características que definen el campo ritual sagrado (Bourdieu, 1990, 1997; Husken y Seamone, 2013; Robbins, 2011) de las tres iglesias analizadas18. En este campo, los sujetos comparten un conjunto particular de habitus, talvez el más visible, y que es fácilmente identificable, es el trato a través de la palabra hermana o hermano. Este trato genera un sentimiento de cercanía y camaradería, lo cual es muy importante en el mundo pentecostal, pues al ser congregaciones con miles de personas, podría llegar a pensarse que el trato es impersonal. Sin embargo, este simple habitus permite establecer una conexión entre los creyentes y facilita los procesos de acción recíproca.
El espacio simbólico (Bourdieu, 1990) en el que se lleva a cabo el ritual contribuye a que los habitus de los creyentes pentecostales -tanto los exteriores, como el trato, así como los interiores, como las creencias espirituales- se enraícen con mayor facilidad y rapidez en los sujetos creyentes. El espacio simbólico podría ser definido como el ambiente místico en el cual se desarrolla el ritual, este espacio es fundamental en el proceso de construcción de sujetos, pues es ahí donde ocurren todos los procesos que han sido señalados hasta el momento, en tanto la construcción de sujetos, al ser un hecho concreto, se debe realizar en un espacio y temporalidad específicos, radicando ahí la importancia que tiene el espacio simbólico en el cual se desarrollan los procesos de acción recíproca que contribuyen en la construcción de sujetos.
El poder simbólico. Características del sujeto evangélico pentecostal
La plataforma desde donde se dirige el ritual y que es utilizada por músicos y pastores puede ser considerada como un espacio simbólico (Bourdieu, 1990) que otorga, a quienes en ella se erigen, un poder simbólico (Foucault, 1988) con la capacidad de construir en los creyentes un conjunto de prácticas, creencias, valores y posicionamiento en el mundo social. Es posible identificar por lo menos dos espacios simbólicos relevantes. El primero se encuentra en las primeras filas de asientos ubicados frente a la plataforma, los cuales están reservados para pastores, líderes de la iglesia, familia pastoral e invitados especiales. En las filas laterales y en los asientos inmediatamente posteriores a los lugares donde se ubica la cúpula eclesial se ubican aquellas personas que buscan acceder a espacios de poder dentro de estas iglesias, aquellos que aspiran a ser nombrados pastores, encargados de algún ministerio de relevancia o, simplemente, aquellos que buscan entablar una relación más íntima con los líderes eclesiales, estas personas deben dar cuenta de una vida espiritual superior a la del común de los creyentes, lo que los convierte en referente a seguir para los recién convertidos, contribuyendo con su ejemplo en la construcción de sujetos. El segundo espacio simbólico que de forma simultánea y otorga poder simbólico sobre los creyentes es la plataforma, así, en estas iglesias, solamente aquellas personas "santas", que han recorrido un largo trayecto en la vida espiritual y que su fe ha sido probada, tienen acceso a la plataforma y sus micrófonos.
El poder simbólico que concede el espacio simbólico de la plataforma y sus micrófonos es fascinante. Desde este lugar se genera una amplia cantidad de las prácticas discursivas, textualizadas en las canciones y en los sermones, mismas que norman la vida de los sujetos creyentes y contribuyen a interiorizar lo que las iglesias quieran que sus feligreses incorporen en su bagaje religioso, que posteriormente contribuirá en su posicionamiento frente al mundo social. En este proceso, se plantea que la vida mundana debe estar moldeada por la vida espiritual, que es sagrada. El predicador tiene el poder de proveer de un conjunto de enseñanzas que tienen como objetivo normar la vida del creyente. Generalmente, se lo realiza a través de metáforas y literacidades que se despliegan en la vida del creyente, a partir de la apropiación del discurso explicitado en los ritos. Por ejemplo: "La iglesia es como un arca, mientras afuera hay diluvio y el mundo se inunda y perece, en la iglesia estamos seguros"19 (Ingman, 2019).
En los rituales eclesiales pentecostales el pastor ejerce el poder simbólico de administrar la palabra (Foucault, 1988). El pastor decide lo que es correcto e incorrecto, lo que se aprende y lo que se desecha y, por lo tanto, lo que se cree y aquello que se rechaza o estigmatiza. En consecuencia, quien ejerce el poder de la palabra decide cómo se construye a los sujetos creyentes. Este proceso es el más importante dentro de los rituales pentecostales. El poder que se ejerce a través de la palabra (Foucault, 1988) es parte central del ritual, siendo el pastor quien administra lo que los creyentes incorporarán en su bagaje religioso. Este hecho es altamente complejo, sobre todo porque desde el pulpito se dicta la conducta y creencia del creyente. Desde ese lugar se dan las directrices que construirán al sujeto pentecostal y, lo más interesante y peligroso a la vez, es que desde la plataforma se puede decir cualquier cosa, por más descabellada e irracional que parezca, y una gran cantidad de creyentes lo van a asimilar e incorporar sin mayores cuestionamientos, debido al poder simbólico que ejercen los pastores sobre los feligreses, esto gracias a la afectación de sentidos que previamente han atravesado los creyentes durante el tiempo de cánticos rituales.
Sobre la base de lo señalado se podría mencionar que el sujeto evangélico pentecostal tiene algunas características definidas que han sido mencionadas a lo largo del trabajo, pero que podrían sistematizarse: El sujeto evangélico pentecostal es altamente creyente, confía ciegamente en Dios y en los supuestos planes que él tiene para su vida, es obediente y respeta a sus autoridades, obedece a lo que dicen sus líderes y pastores, ya que piensan que son palabras sagradas y que Dios habla a través de ellos. Este sujeto no cuestiona a sus autoridades y difícilmente se revelará en contra de esta y en contra de Dios. Estos sujetos son emotivos y solidarios, no son individualistas y comparten con personas que apenas conocen, esto debido a que todos son considerados hermanos. Todo esto se da a partir de la construcción de sujetos que se realiza principalmente durante el ritual pentecostal.
Conclusiones
La relación entre sujetos religiosos y rituales evangélicos pentecostales es dinámica. Este trabajo busca generar algunas aproximaciones al estudio de un fenómeno religioso que crece de forma acelerada en toda América Latina, y sobre el cual seguramente se continuarán abriendo varias líneas de investigación en los siguientes años y décadas, debido a la gran participación que tienen e irán adquiriendo estas manifestaciones religiosas en la escena pública de los diferentes países latinoamericanos.
De ninguna manera este trabajo pretende abordar la totalidad de un fenómeno tan amplio, diverso y dinámico como son los rituales pentecostales y el proceso de construcción de sujetos que se lleva a cabo en estos espacios. Más bien, el interés es generar una primera aproximación con la finalidad de continuar pensando un fenómeno que considero fascinante y de muy difícil abstracción. En ese sentido, creo que las categorías analíticas utilizadas permitirán continuar explorado varios campos que quedaron por fuera de este análisis, pero que podrían profundizarse en posteriores trabajos.
Finalmente, creo que los sociólogos deberíamos interesarnos más por este fenómeno, pues como se sabe, la religión y los rituales tienen la capacidad de construir sujetos, y lo más interesante, es que son sujetos ampliamente obedientes y disciplinados con sus creencias. Una vez que las categorías religiosas han sido interiorizadas por los creyentes estos, difícilmente, cambiarán de idea. Por ese motivo, es necesario conocer a profundidad y detalle estos procesos, pues considero que en las iglesias evangélicas pentecostales y los rituales que en estas se practican, es donde se construirán a los sujetos y ciudadanos latinoamericanos en las siguientes décadas, por lo tanto, es necesario prestarle más atención de la que han recibido hasta el momento.