La repetición de ideas no puede conducir a otra cosa que a la inoperancia de la teoría sobre la que estas se fundamentan, o bien, como diría Hegel: "Por lo que concierne al individuo, cada uno es, sin más, hijo de su tiempo: y, también, la filosofía es el propio tiempo aprehendido con el pensamiento" (Hegel, 1968, p. 35). Esta es la idea fundamental de la presente obra de Zizek, quien no vacila en cuestionar la forma actual de entender a Marx por parte de muchos así llamados "marxistas" y "marxianos". Todo esto sin dejar de lado sus constantes ataques a la ortodoxa interpretación y aplicación que hacen del pensamiento de Marx ciertos sectores de la izquierda contemporánea. Estos últimos, desde la mirada de este autor esloveno, caen en el error de repetir a Marx sin darse cuenta de que lo expuesto por este autor hace tanto tiempo, si bien tiene un carácter de vigencia, no puede ser tomado al pie de la letra sin ser pasado primero por el racero del contexto actual, dice Zizek: "[H]oy en día la única manera de seguir fiel a Marx ya no es ser «marxista», sino repetir el gesto fundacional de Marx de una manera nueva" (Zizek, 2018, p. 76).
Así las cosas, la obra cuenta con seis capítulos que buscan dar cuenta, desde distintos ángulos, qué es eso que Zizek llama vigencia, estos son: a) "El final está cerca...solo que no como lo imaginamos", una sección dedicada a: "cómo [...] vamos a redefinir una perspectiva revolucionaria en las condiciones actuales" (Zizek, 2018, p. 9), a saber, cómo pensar la revolución hoy. b) "¿Cuáles son los fantasmas que nos acechan hoy en día?", un acápite que se encarga de pensar los modelos ideológicos que actualmente dominan el globo. c) "El capital ficticio y el retorno a la dominación personal", un capítulo que se encarga de trabajar la perspectiva económica. d) "Los límites del verwertung", un apartado que se ocupa de pensar las condiciones defacto que dominan las relaciones sujeto-capitalismo. e) "Falta de libertad bajo la apariencia de libertad", esta sección analiza las formas de control que mantienen al sujeto alienado dentro de los márgenes ideológicos del sistema dominante y f) "El horizonte comunista", un cierre que pone en concreto el rol que debe de tener la izquierda en las dinámicas de emancipación y revolución dentro de los dispositivos de dominio capitalistas.
Inicialmente, decir que la interpretación propuesta por este autor es la de repensar a Marx desde el siglo XXI, de modo que se construya una práctica revolucionaria que articule una praxis fundacional que rompa con la tradición capitalista actual para recomponer el panorama crítico de la actualidad. No es pensar desde Marx, más bien es pensar como Marx, es decir, no es la sacralización de la obra de este último, sino la participación con dichos escritos a los fenómenos de la actualidad. Esta mirada da pie a que sea posible evidenciar las falencias del mismo Marx en la interpretación del capitalismo, tanto de su época como en la actualidad. Claro está, Zizek parte únicamente de El manifiesto comunista, el análisis se desprende desde esta obra y no se complementa con el resto del pensamiento de Marx.
Lo que propone Zizek es un doble movimiento, a saber, por un lado, reivindicar lo expuesto en el Manifiesto y, por el otro, hacer una incisiva crítica a la mirada doctrinal y dogmática que se hace de Marx. En ese sentido, la Vigencia puede parecer un ataque a Marx, pero, muy por el contrario, es un llamado a la dinamización crítica de este, es una propuesta política y filosófica que tiene por objetivo, tomando por caso El Manifiesto, darle una importancia a Marx más allá de las miradas cerradas que la ideología dogmática de la misma izquierda puede construir: "La solución marxista clásica fracasó, pero el problema continúa. Hoy en día el comunismo no es el nombre de una solución, sino el nombre de un problema, el problema del patrimonio común en todas sus dimensiones [...] sea cual sea la solución, tendrá que abordar estos problemas" (Zizek, 2018, pp. 74-75).
El trabajo de este autor esloveno no es el de despotricar sobre la nueva izquierda, sino que es entregar formas nuevas de entender los documentos fundacionales de la teoría revolucionaria. Es por ello que no existe en el libro solamente una crítica a la lectura canónica de Marx, en esta obra es posible apreciar un ejercicio filosófico que permite, como el mismo Zizek propone, repetir, no el pensamiento de Marx, sino su gesto fundacional, que no es otro que el darle sentido a esa propuesta hegeliana de la filosofía (y el ser humano) como hija(o) de su tiempo. Es bajo esta misma mirada que para Zizek se vuelve vital la crítica al marxismo, puesto que, desde este autor, se está perdiendo el momento de desestructurar el sistema decadente del capitalismo, de ahí que cite a Streeck:
Es un prejuicio marxista (o en realidad: moderno) que el capitalismo como época histórica solo terminará cuando una sociedad nueva y mejor esté lista, y un sujeto revolucionario preparado para ponerla en marcha en pro del progreso de la humanidad. Esta idea implica un grado de control político sobre nuestro destino común que no podemos ni siquiera soñar tras la destrucción, en la revolución neoliberal global, de la acción colectiva y, desde luego, de la esperanza de recuperarla. (Streeck, 2017, p. 77)
Repetir debe entenderse, en este trabajo de Zizek, como un llamado al cambio, a la repetición revolucionaria desde la actualidad, no en el encasillamiento del pensamiento dentro de las líneas doctrinales y canónicas que se impone. Lo anterior, puesto que el devenir histórico ha traído consigo transformaciones irreparables que dan nuevos parámetros de configuración que deben ser el punto de origen para actuar (repetir) revolucionariamente. La lucha, dirá Zizek, está en el campo de romper con la visión TINA (por sus siglas en inglés There Is No Alternative) del mundo actual, de modo que sea posible pensar un comunismo no solo como la solución, que como ya dijo el mismo autor no existe una relación directa entre estos dos elementos, sino que sea pensado como un problematizador (un elemento que requiere, desde el esloveno, romper con las figuras lineales delimitadas del estudio de Marx).
El punto principal de Zizek gira en torno a cómo el fracaso de las soluciones del marxismo clásico es la razón por la que tiene vigencia el Manifiesto. El proyecto que propone este autor se dirige, precisamente, a incentivar y propiciar una forma no dogmática de practicar la filosofía de Marx, de modo que las transformaciones futuras que caigan en la responsabilidad de la izquierda no repitan los errores por estar atados al peso de la dogmática filosófica marxista:
Aquí el problema es más complejo: la cuestión no es solo que la revolución ya no viaja en el tren de la Historia, siguiendo sus Leyes, sino que ya no hay Historia, pues la historia es un proceso abierto contingente; el problema es otro: es como si HUBIERA una Ley de la Historia, una línea principal del desarrollo histórico más o menos clara, y la revolución solo pudiera ocurrir en sus intersticios, "a contracorriente". (Zizek, 2018, p. 69)
Es menester volverlo a mencionar, repetir es un acto revolucionario cuando no se entiende de forma lineal/doctrinal, ese, dirá Zizek, es el problema del marxismo y la razón misma de que se crea que las tesis de Marx aún encajan de forma plena dentro del sistema capitalista globalizado. No obstante, esto último no es motivo para renunciar a Marx, sino que es un llamado a actuar con él, no a forzar erróneamente los postulados de este autor dentro del acelerado y convulsionado mundo del capitalismo tardío. No debe de tomarse dichas críticas como una apuesta en contra de la izquierda, lo que debe traerse a colación es, más bien, una rearticulación que esté proyectada a fracturar los espasmos críticos que presenta el capitalismo para poder generar esos cambios que tanto requiere el mundo.