El campo de la gastroenterología colombiana ha perdido a uno de sus grandes exponentes. El deceso del doctor Paulo Emilio Archila ocurre el pasado 30 de junio de 2021, luego de enfrentar una dura batalla contra una de las enfermedades a las que irónicamente combatió al lado del enfermo, sin desconocer la fehaciente gravedad de ella. Es sin duda, un hecho lamentable que enluta, no sólo a nuestro país y a las sociedades científicas, de las cuales hizo parte muy activa, sino al "mundo" de la gastroenterología, con el cual compartió sus valiosos conocimientos sin distingo de fronteras.

El Doctor Archila nació en Bogotá el 6 de enero de 1948. Egresado como bachiller del Colegio Andino en 1965, ingresa a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia y obtiene su título de Doctor en Medicina y Cirugía el 12 de enero de 1973 a la edad de 25 años, y posteriormente realiza su año Medicatura Rural en el Guamo (Tolima). Con sus bases del idioma alemán ingresa como becario de gastroenterología y endoscopia digestiva en octubre de 1974 a la Clínica Médica de la Universidad de Gottinhem (Alemania) con el profesor Werner Creutzfeldt, de quien aprendió sus conocimientos sobre las enfermedades metabólicas del hígado, las enfermedades pancreáticas y la fisiopatología del tracto digestivo. Regresó a Colombia un año después para culminar su formación en medicina interna y gastroenterología en el Hospital San Juan de Dios de Bogotá en octubre de 1978.

Su carrera como gastroenterólogo fue brillante y de amplio reconocimiento por los colegas, con quienes compartió su vida profesional. Fue elegido presidente de la Asociación Colombiana de Gastroenterología entre 1985 y 1987. Editor de la Revista Colombiana de Gastroenterología de enero de 1986 a marzo de 1995. Editor de Acta Médica Colombiana, revista de la Asociación Colombiana de Medicina Interna de 1999-2009 y uno de los editores generales del Texto de Medicina Interna "Aprendizaje basado en problemas". Editor de la primera edición del libro de Gastroenterología y Hepatología, el cual fue presentado a la Academia Nacional de Medicina en julio de 1996. Varias instituciones capitalinas de renombre permitieron desarrollar e incrementar sus conocimientos y habilidades endoscopistas, entre ellas podemos mencionar el Hospital de San Juan de Dios, Hospital Santa Clara, Fundación Santa Fé de Bogotá, Clínica Shaio, Hospital Universitario de San Ignacio, Clinica del Country, etc. Fue Fellow del American College of Gastroenterology, del American College of Physicians, American Society for Gastrointestinal Endoscopy y miembro fundador de la Asociación Médica Latinoamericana. Su reconocimiento internacional lo llevó a ser nombrado Miembro Honorario de múltiples sociedades de gastroenterología en otros países: Argentina, Ecuador, Cuba, República Dominicana.

Seguramente son muchos más los logros profesionales y académicos logrados por el Dr. Archila en el transcurso de su vida y que infortunadamente escapan a nuestro conocimiento.

El éxito de su ejercicio profesional radicó en actuar siempre pensando que el verdadero objetivo del acto médico era "el bienestar del paciente", y esto siempre lo reconocieron y agradecieron sus pacientes.

Existe un logro de lejos más importante que los hasta ahora mencionados y con el que absolutamente todos quienes con él compartieron, están de acuerdo y fue el de convertirse en un ser humano excepcional, que consiguió transmitir a todos sus discípulos, colegas, amigos y familiares, ese "candor" que como se define textualmente "...Ingenuidad, falta total de malicia y de hipocresía..." fue lo más importante por él logrado, algo que difícilmente otros llegan a reclamar al final de sus días.

Su vida estuvo siempre acompañada del ferviente amor de su esposa Cecilia, con quien formó un bello hogar, del cual se obtuvo el fruto de sus dos hijas María Virginia y Lina, quienes a su vez le premiaron con cuatro hermosos nietos que llegaron con la misión de acrecentar su felicidad, lo cual cumplieron con creces.

El recuerdo con el que nos quedamos todos, es el de un rostro que siempre esbozaba una sonrisa, un gesto amable que invitaba a dialogar, a compartir y a disfrutar. El doctor Archila fue un auténtico sibarita. Nunca olvidaremos su especial gusto por la música, el acordeón y el baile, y los buenos, aunque ya parecen "escasos" momentos compartidos con él junto a su querida esposa.

Cuando recientemente sufrió las consecuencias de una grave enfermedad, puedo dar fe que el doctor Archila la enfrentó con valentía y optimismo, y luchó al máximo, no obstante que como médico conocía su pobre pronóstico.

Personalmente, siento una profunda tristeza por la partida de este gran ser, que contribuyó enormemente al desarrollo de la gastroenterología en Colombia y por el que manifiesto un gran respeto.

Transmito una vez más mi solidaridad y aprecio a su esposa, hijas, nietos y demás miembros de familia.