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Revista Facultad Nacional de Salud Pública
Print version ISSN 0120-386X
Rev. Fac. Nac. Salud Pública vol.33 no.3 Medellín Sept/Dec. 2015
https://doi.org/10.17533/udea.rfnsp.v33n3a08
INVESTIGACIONES
DOI:10.17533/udea.rfnsp.v33n3a08
Prácticas culturales y gestión del riesgo sísmico: la cultura de las buenas costumbres*
Cultural practices and seismic risk management: culture of good habits
Práticas culturais e gestão do risco sísmico: A Cultura dos Bons Costumes
Lina A. Zambrano-Hernández1; Edwin A. Gómez-Serna2
1 Psicóloga Especialista y Magister en Salud Pública Universidad Autónoma de Manizales. Docente Universidad de Manizales y Universidad Autónoma de Manizales. Manizales, Colombia. Correo electrónico: lzambrano@umanizales.edu.co
2 Licenciado en Filosofía y Letras, Magíster en Educación y Desarrollo Humano. Docente División Ciencias de Salud, Facultad de Cultura Física, Deporte y Recreación. Universidad Santo Tomas, Colombia. Correo electrónico: edargos@gmail.com
Recibido: 30 de junio de 2014. Aprobado: 15 de diciembre de 2014. Publicado: 30 de septiembre de 2015.
Zambrano-Hernández LA, Gómez-Serna EA. Prácticas culturales y gestión del riesgo sísmico: la cultura de las buenas costumbres. Rev. Fac. Nac. Salud Pública 2015;33 (3): 387-395. DOI: 10.17533/udea.rfnsp.v33n3a08
RESUMEN
OBJETIVO: reconocer y comprender las prácticas culturales y sentidos referidos a la gestión del riesgo sísmico de un grupo poblacional que ha vivido diversas situaciones de este tipo, en la ciudad de Manizales, Caldas.
METODOLOGIA: este estudio se ubicó en el campo de la investigación cualitativa, basado en la micro-etnografía y el análisis cualitativo, asumiendo como fundamento que la investigación de este tipo centra sus análisis en el contexto histórico cultural de las comunidades.
RESULTADOS : las prácticas culturales relacionadas con la gestión del riesgo son creaciones de significado que a partir del saber popular se configuran con su particular modelo de internalización cultural frente al fenómeno sísmico. Este proceso de aprendizaje comunitario se soporta a partir de convenciones morales y valores familiares que apremian desde una ideología de prevención y supervivencia, lo que se constituye para dicha comunidad en un hecho legítimo. Por otra parte, se encuentra, la no apropiación simbólica del conocimiento de carácter técnico-científico , situación que genera resistencias comunitarias a la apropiación de los nuevos contenidos, por no sentir un verdadero respeto e inclusión de su tradición cultural.
CONCLUSION: la gestión del riesgo no es sólo la reducción de éste, sino la comprensión social de las prácticas culturales, de conductas y modos de vida (incluso de ideologías y de perspectivas de mundo, de vida, de religión), que en términos sociales, requiere de la participación de los diversos estratos, sectores de interés y grupos representativos, y así, reconocer cómo se construye en colectivo la gestión del riesgo como una cultura de las buenas costumbres.
Palabras clave: Comportamiento social, desastre, psicología social, prácticas culturales, psicología cultural.
ABSTRACT
Objective: to recognize and understand cultural practices and meanings related to seismic risk management of a community that has lived different situations of this kind in the city of Manizales, Caldas.
Methodology: is a qualitative research, based on micro-ethnography and qualitative analysis, assuming that these type of research focuses in a analysis on the historical and cultural context of communities.
Results: cultural practices related to risk management are creations with meaning since a particular model of cultural internalization about the seismic phenomenon. This process is supported in the community, learning from family values and moral conventions adopted it for an ideology of prevention and survival, that is legitimate for the community. On the other hand, the non-symbolic appropriation of knowledge of technical-scientific situation creates community resistance to the appropriation of new content, because they don’t feel a real respect and inclusion of their cultural
Conclusion: that risk management is not just to reducing the risk, it necessary to understand the social understanding of cultural practices, behaviors and lifestyles (including ideologies and perspectives of the world, of life, of religion), in social terms, it requires the participation of various strata and sectors of interest representative groups, and thus recognize how risk management is built collectively as a culture of good habits
Key words: social behavior disaster, social psychology, cultural practices, cultural psychology.
RESUMO
Objetivo: reconhecer e compreender as práticas culturais e significados relacionados com a gestão do risco sísmico de um grupo populacional que viveu diferentes situações deste tipo, na cidade de Manizales, Caldas.
Metodologia: Este estudo foi localizado no campo da pesquisa qualitativa, com base em micro-etnografia e análise qualitativa, tendo como pressuposto de que essa pesquisa se concentra a sua análise sobre o contexto histórico e cultural das comunidades.
Resultados : as práticas culturais relacionadas à gestão de riscos são criações de sentido de lore são configurados com o seu modelo específico de internalização cultural contra fenómeno sísmico. Este processo é suportado comunidade aprendendo com os valores da família e convenções morais que agarrou-a por uma ideologia de prevenção e de sobrevivência, que é feito para a comunidade de fato legítimo. Por outro lado, é, a apropriação não-simbólica de conhecimento da situação técnico-científico cria resistência das comunidades à apropriação de novos conteúdos, para não se sentir um verdadeiro respeito e inclusão de sua tradição cultural.
Conclusãoo: Gestão de riscos não é apenas reduzindo-a, mas a compreensão social de práticas culturais, comportamentos e estilos de vida (incluindo ideologias e perspectivas do mundo, da vida, da religião), em termos sociais Ela exige a participação de vários estratos e sectores de grupos representativos de juros, e, assim, reconhecer como a gestão de riscos como uma cultura da moralidade é construída coletivamente.
Palavras-chave: Comportamento social, desastre, psicologia social, práticas culturais, psicologia cultural
Introducción
El término -mal llamado- "desastres naturales" sigue inquietando a los investigadores de las ciencias sociales y de la salud, que buscan conocer y explicar la afectación de los fenómenos naturales en las comunidades. A pesar del gran desarrollo de la tecnología para explicar y conocer estos fenómenos desde una perspectiva fisicalista, las estadísticas demuestran el aumento de las víctimas y la afectación en relación con estos fenómenos. Para el caso colombiano, en 2011 se reportaron 415 muertes; más de 2.128.000 personas afectadas y más de 320.000 viviendas destruidas y dañadas por esta situación. En este mismo informe, durante los años 2010 y 2011, Colombia ocupó el cuarto y el primer lugar respectivamente frente a una evaluación de dieciséis países en Latinoamérica, en relación con pérdida de vidas humanas y número de viviendas afectadas [1]. Aunque las causas son multivariadas: geológicas, hidrometereológicas, químicas, tecnológicas, sanitarias, ecológicas y de origen antrópico, se debe entender el desastre como una construcción social donde el aporte de las ciencias sociales se oriente al reconocimiento de la condición humana y social, actual e histórica, como aspecto fundamental al momento de estudiar problemáticas como la falta de planificación, previsión y preparación de los grupos sociales ante fenómenos de carácter natural que los puedan afectar. Como ejemplos, es común encontrar la aprobación de planes de vivienda en zonas de alto riesgo sin tener en cuenta procesos de prevención y mitigación, la no identificación de zonas potenciales de riesgo antes de la ocurrencia de un fenómeno natural y el no entrenamiento suficiente de los grupos humanos para enfrentar las consecuencias de estos fenómenos, entre otros factores.
Es importante indicar que la ciudad de Manizales (Caldas) está ubicada, por sus condiciones topográficas, en zona de alto riesgo por diversidad de fenómenos, entre ellos, sismos. Existen registros desde el año 1900 hasta la fecha, y con afectación importante en los años 1962 y 1979 (Tabla 1); deslizamientos con registros de grandes afectaciones desde el año 1965 aproximadamente hasta la fecha, y con igual o mayor afectación en los años 2003 y 2011; e incendios de gran significancia en los años 1922, 1925 y 1926. Estas situaciones han convertido la ciudad en un escenario destacable a nivel nacional e internacional frente a los procesos de gestión del riesgo de desastre.
Es así como, en el año 2003, el barrio 20 de Julio de la ciudad de Manizales se vio afectado por un deslizamiento que causó la destrucción de veinte viviendas y la muerte de cuatro personas, con un total de sesenta afectados. La Alcaldía Municipal junto con otras instituciones - incluyendo la Universidad de Manizales- brindó apoyo tanto material como psicosocial. Producto de esta labor inicial, en el año 2010 el programa de Psicología de la Universidad de Manizales regresó al barrio con uno de sus proyectos de actuación psicológica: Salud Mental Comunitaria y Gestión del Riesgo de Desastre (en adelante: smcgr). Este proyecto tuvo como propósito conocer -desde la perspectiva comunitaria y en propia voz-, la relación con el medio ambiente y la prevención de situaciones de riesgo de desastre. Se iniciaron labores psicosociales en la comunidad del barrio realizando actividades de organización y participación comunitaria a partir de un ejercicio de cartografía social [2], que entre sus conclusiones mostró:
1. El deseo de un mejor manejo ambiental en el sector, situación que llevó a la institucionalización de jornadas ambientales, lideradas por habitantes del barrio, en compañía de la Universidad de Manizales, con el propósito de evitar nuevos deslizamientos.
2. La inquietud, tanto de los líderes del barrio 20 de Julio como de la coordinación del proyecto SMCGR, de conocer las costumbres que les han permitido sobrevivir en eventos sísmicos, a pesar de la fragilidad en la construcción de sus casas en un terreno deleznable; situación que sirvió como antecedente para inspirar esta investigación.
El colectivo de docentes e investigadores del proyecto smcgr, comenzó a investigar los posibles efectos adversos de un sismo sobre la actividad humana, tanto desde las consecuencias psicológicas, sociales, ambientales, culturales y económicas, como desde la función de los procesos psicosociales preventivos (entre ellos las prácticas culturales) que dan soporte a la onceava de las Funciones Esenciales de la Salud Pública (en adelante: fesp11): La reducción del impacto de las emergencias y desastres en la salud, que al establecer relación con los procesos de gestión del riesgo constituye un esfuerzo de medición del desempeño en materia de Salud Pública, unido al papel del Estado de movilizar a la sociedad civil para la participación social [3]. Esta es una razón fundamental para hacer evidente que existen procesos de mediación comunitaria frente a la gestión del riesgo de desastres que deben ser leídos y comprendidos por los investigadores sociales como un escenario cultural dotado de significado y tradición, permitiendo que los procesos de preparación comunitaria frente a los desastres tengan mayores niveles de apropiación social.
Es importante recuperar autores [4] que enfatizan la necesidad de reconocer las teorías de la gestión del riesgo como un proceso social que propone tres componentes clave frente al riesgo de desastre: la gestión del riesgo prospectiva, correctiva y reactiva.
En la primera (prospectiva) se toman decisiones para evitar el riesgo, en la segunda (correctiva) las acciones se dirigen a la reducción del riesgo; y en la tercera (reactiva) se realizan acciones de preparación, reacción y ajuste frente al fenómeno natural. Cabe anotar que esta propuesta teórica de interpretación del comportamiento social frente al riesgo de desastre, busca desarrollar en las comunidades la capacidad de adaptarse estratégicamente a las situaciones que entrañan riesgo.
En el contexto normativo, la política nacional colombiana, la ley 1523 de 2012 del Sistema Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, incluye la anterior propuesta teórica reconociendo la gestión del riesgo como el proceso social de planeación, ejecución, seguimiento y evaluación de políticas permanentes para el conocimiento del riesgo y promoción de una mayor conciencia del mismo, impedir o evitar que se genere, reducirlo o controlarlo cuando ya existe y prepararse y manejar las situaciones de desastre, así como la posterior recuperación, entiéndase: rehabilitación y reconstrucción. Estas acciones tienen el propósito explícito de contribuir a la seguridad, bienestar y calidad de vida de las personas y al desarrollo sostenible [5].
Tanto desde el plano de la política pública - expresada mediante el marco normativo- como desde el escenario técnico-operativo -oficinas locales, regionales y nacionales de gestión del riesgo- se busca que la responsabilidad de los procesos de prevención y preparación frente al desastre sea asumida por todos los ciudadanos e instituciones que tengan incidencia directa.
Lo anterior fundamenta la problemática investigativa que buscó cuestionar la forma tradicional en que se interviene frente a los procesos de organización comunitaria y de gestión del riesgo de desastres, en relación estrecha con la salud pública. Y es por esto que el énfasis de esta investigación se fundamenta en la comprensión del concepto vulnerabilidad desde una perspectiva social, que se refiere a la poca cohesión interna que posee una comunidad y no le permite organizarse para transformar los sentimientos de autonomía, solidaridad, dignidad y trascendencia en prácticas concretas que constituyan acciones de mitigación frente a los fenómenos naturales adversos [6]. En esta lógica, la reducción del impacto negativo de los fenómenos naturales en las comunidades se da por medio de la construcción social de ciertas prácticas culturales que reducen la vulnerabilidad en las mismas, a través de mecanismos de adaptación, autoajuste y absorción comunitaria. En este orden de ideas y desde la psicología [7] se retoma la comprensión de las prácticas culturales como aquellas costumbres colectivas que dotan de unidad, sentido y propósito la realidad de las comunidades.
Como objetivo de estudio de esta investigación, se buscó reconocer y comprender las prácticas culturales y sentidos referidos a la gestión del riesgo sísmico de un grupo poblacional que ha vivido diversas situaciones de este tipo.
Metodología
El presente estudio se ubicó en el campo de la investigación cualitativa [8], basado en la microetnografía [9] y el análisis cualitativo [10]. Se asume como fundamento que la investigación de este tipo centra sus análisis en el contexto histórico cultural de las comunidades.
Estudiar la relación entre las prácticas culturales, la gestión del riesgo sísmico y los sentidos atribuidos por la comunidad objeto de este estudio, necesitó de una metodología que permitiera el acercamiento a la vivencia cotidiana al interior de cinco representantes de grupos familiares, tres docentes del proyecto PRAE de dos entidades educativas, cuatro propietarios de pequeñas empresas y cinco líderes de la comunidad del Barrio 20 de Julio de la ciudad de Manizales.
Se buscó entonces comprender la micro-cultura en el Barrio 20 de Julio desde una perspectiva teórica fundamentada en la Psicología Social y Cultural en relación con la gestión del riesgo sísmico, con consideraciones concretas de índole social y psicológica en el tema de prácticas culturales. Esto llevó a entender que la aproximación metodológica debía fortalecer un proceso de construcción constante: [entender] "Al mundo como algo no acabado, en constante movimiento que modifique y brinde nuevos sentidos. Si el conocimiento es construido, entonces el conocedor no puede separarse totalmente de lo que es conocido, el mundo es coconstituido, donde sus bases están en que los sujetos viven los fenómenos y le dan sentido, constituyéndose en la realidad, a esos sentidos atribuidos que le dan al fenómeno sísmico, en este caso" [11].
Lo anterior hizo recurrir al escenario natural en donde ocurren las acciones humanas (El Barrio 20 de Julio de la ciudad de Manizales) y reconocer el valor de cada una de las emociones, motivaciones, comportamientos y significaciones de su vida cotidiana frente al fenómeno sísmico, sin olvidar los acuerdos éticos descritos en el consentimiento informado.
Instrumentos de recolección de información
Se adoptó el taller investigativo como adaptación del taller pedagógico [12] entendido como espacio en donde se construye colectivamente la comprensión de un concepto o categoría sobre una situación, permitiendo así identificar los significados, conceptos o ideas. Esto se realiza asumiendo que la formulación de una pregunta investigativa no ofrece la riqueza que permite la construcción colectiva, por medio de diversas acciones educativas, conceptuales o categóricas [13].
El taller se desarrolló en cuatro momentos, partiendo de las categorías de gestión del riesgo sísmico y prácticas culturales, que apoyados con interrogantes micro-etnográficos, buscaba 1) identificar las reacciones y secuencias tradicionales en sus comportamientos, frente al sismo, 2) conocer las posibles correcciones o reducciones de riesgos que han estado planeadas tradicionalmente en diferentes escenarios del barrio Facultad Nacional de Salud Pública 419 frente al riesgo sísmico, 3) reconocer la proyección colectiva de la prevención del riesgo asociado a los eventos sísmicos en sus comportamientos tradicionales, y 4) profundizar en aspectos relativos a la configuración de los sentidos que le otorgan a sus comportamientos tradicionales o prácticas culturales.
Procedimiento
Se desarrolló en cuatro fases [13]:
1. Acceso al escenario socio-cultural, reconociendo la historia, lo cultural, lo social y lo geográfico del sector.
2. Identificación y focalización del fenómeno en el escenario socio-cultural elegido con base en los resultados de la cartografía social.
3. Elección de los sujetos que fueron fuente de información, así como la concreción de los modos de recolección de información, con el aval de los líderes comunitarios.
4. Registro de información recolectada en los talleres investigativos, ordenamiento, reducción, validación, análisis e interpretación de los datos recogidos.
Para la validación del instrumento de recolección de información se realizó una prueba piloto en cuatro escenarios (escolar, familiar, pequeña empresa y líder comunitario) con personas de características similares a las del Barrio 20 de Julio, a partir de la cual se hicieron los ajustes necesarios para continuar el proceso de investigación.
Resultados
Los resultados tomaron como presupuesto el conocer, no sólo las acciones humanas (prácticas culturales y sus sentidos), sino también sus orígenes y proceso de construcción, como forma de reconocimiento del sentido común construido en forma comunitaria que cumple funciones de conocimiento, identificación, orientación y justificación de las acciones humanas frente al riesgo sísmico. La presentación de los resultados sigue una lógica a partir del desarrollo de dos grandes capítulos: 1) Modelo de internalización cultural: Creaciones de significado popular, y 2) Resistencia comunitaria a la exclusión de la tradición cultural: No apropiación simbólica del saber científico.
Modelo de internalización cultural: Creaciones de significado popular
Este proceso de aprendizaje comunitario frente a la gestión del riesgo se soporta a partir de convenciones morales y valores familiares que apremian desde una ideología de prevención y supervivencia, lo que se constituye para dicha comunidad en un hecho legítimo respaldado por la religiosidad.
El rastreo de sus prácticas culturales y el sentido que le atribuían a ellas, llevó a develar acciones humanas significativas frente a la supervivencia, el análisis del riesgo futuro (gestión del riesgo prospectiva), constantes acciones de mejora al hogar (gestión del riesgo correctiva), de preparación para el fenómeno sísmico (gestión del riesgo reactiva).
1) Acciones humanas evitativas/gestión prospectiva, orientadas desde el convencimiento del uso del material sismo resistente ( madera, bahareque y bloques), de tener buenos cimientos, que con el uso de técnicas tradicionales, le dan continuidad a la sensación de seguridad. Es característico, además, ser previsivos al tener a la mano linternas, en la ubicación de algunos de los objetos en el hogar, el cerrar y desconectar electrodomésticos.
- "Yo digo que a última hora es más fino el bahareque que el material" (F204/03/13LZYMO)
2) Acciones humanas de mejora/gestión correctiva, se ubican en la disminución de amenazas, buscando, desde lo estructural, el refuerzo de sus pisos y generando sensación de seguridad, pero no solamente para momentos de sismo, sino también, para el cuidado de la estructura de la vivienda. (Figura 1)
- "Esta casa la paró el papá del yerno mío, y él ya murió, esto lleva años, porque, porque se le ha puesto mano, y si no esta casa ya se hubiera caído, se le ha puesto guaduas, por allá por debajo, vigas… ¿Por qué cree que no se ha caído la casa?, esas guaduas son muy finas, y se les ha puesto refuerzos…" ( L105/03/13LZYJG)
3) Acciones humanas de autoprotección o protectora de otros/gestión reactiva, este tipo de acciones y su despliegue frente al riesgo sísmico en los habitantes del Barrio 20 de Julio están impregnadas de autoprotección y se orientan a ayudar/proteger a los otros: acciones de tradición y preparación familiar pensadas con anterioridad al fenómeno del sismo, con el propósito intencional de disminuir su vulnerabilidad. (Figura 2)
- "Yo me paro inmediatamente, y pues en cuestión de segundos yo miro a ver cuál es la magnitud, y ya tengo lista la niña y a la señora" ( L309/03/07LZYLC)
La plataforma ideológica y cultural de este modelo, inicia en las interacciones primarias con los miembros cuidadores determinan el mundo subjetivo del niño ( a), en ese intercambio de significados de supervivencia es donde nace el marco de referencia -la plataforma ideológica y cultural-, y de subscripción simbólica, al modelo particular de internalización cultural que tiene relación directa con las prácticas frente a la gestión del riesgo.
Dicha plataforma tiene su origen en el escenario familiar, leída en las acciones humanas frente al riesgo sísmico develadas en los talleres, que fueron evocadas por los sujetos de la investigación y buscaban como referencias, sismos de alta intensidad de años atrás, ocurridos en la ciudad ( año 1962, 1979 y 1999); en el caso específico de los habitantes de mayor edad y permanencia en el barrio. Seguido de la develación del verdadero escenario de origen de dichas acciones: la infancia. Escenario vivo de interacción con la madre ( padre o cuidador principal), quien desde su modelo de enseñanza indujo a instrucciones de supervivencia, direccionando la gestión del riesgo reactiva, prospectiva y correctiva hacia los momentos de planificación, ejecución y monitoreo del accionar humano frente al fenómeno sísmico dentro del hogar o escuela -aunque con más trascendencia en el hogar-, con un despliegue de comportamientos de autoprotección y protección a otros, que aún se aplican y tienen validez.
- "Yo le aprendí a mi madre; que ella me decía: "Venga, venga mija venga parémonos aquí al pie del quicio de la puerta. Yo si le aprendí fue a mi madre. Si uno le aprende es a los padres" ( L105/03/13LZYMO)
Estas instrucciones construidas en la interacción durante la infancia, se convirtieron en costumbre, al ser instrucciones legítimas practicadas en la vida cotidiana, con el propósito de salvaguardar la vida.
- "Yo me imagino que lo que los padres le enseñan a uno, es porque lo debe de hacer y para seguirlo haciendo; entonces… la costumbre que nos enseñaron si de toda la vida "(/03/13LZYMO)
- "¡Yo no sé, como que eso se le queda a uno grabado en la mente cierto!, uno es pendiente de las costumbres de lo que la mamá, más sobre todo la madre, le enseña a uno, porque el papá muy ocupado trabajando, más sobre todo la mamá, eso se le queda a uno grabado cierto!, le trabaja a uno en la mente, las cosas que la mamá le enseñó, esas costumbres que no las olvida uno, si ¡ve! no las olvida" ( L105/03/13LZYJG).
El arraigo a estas costumbres, generan una característica subjetiva a sus prácticas con una significación muy especial a los aspectos existenciales de la vida humana, dándole continuidad, con el mismo valor en la transmisión de éste conocimiento popular, convirtiéndolo en parte de su cultura solidaria.
- "Si, a las sobrinas les he dicho: pilas esto y esto, si alguna cosa ahí mismo se paran aquí o se meten debajo de una mesa… Entonces uno les dice a ellos que pilas con eso, que estemos pendientes de que todos estemos bien" (F507/03/13LZYVC)
- "No, yo no le enseño, sino que yo le digo, pues les he dicho: venga, venga mija parémonos aquí, en el marco de la puerta cuando esté temblando., Yo les he dicho: es mejor que se paren, así en el marco de la puerta, yo sí le he dicho a ella eso. Se sabe que uno aprende de los padres…Vea por ejemplo yo le he enseñado a ella lo que me enseñaba mi papá" ( L206/03/13LZYLC)
La vivencia del modelo propio de internalización cultural de los habitantes del Barrio 20 de Julio, nace en la interacción con el otro, en su escenario sociocultural específico durante la infancia, lugar en donde se transforma la experiencia cotidiana de supervivencia en procesos mentales de autocuidado, con la apropiación particular a su cultura de gestión del riesgo. Pensamientos y comportamientos que luego se hacen evidentes en la transmisión del conocimiento popular impregnado de sentido de vida, tanto propio como construido por el otro, con un único instrumento mediador, la tradición oral, haciendo el tránsito de un acto social a una acción humana propia y de transmisión instintiva.
Resistencia comunitaria a la exclusión de la tradición cultural: No apropiación simbólica del saber científico
Las creaciones de significado de la comunidad se caracterizan por dar soporte al saber popular, ignorando en muchas ocasiones el saber científico, generando credulidad y legitimidad a lo aprendido en la infancia, validando una costumbre a partir del uso y apropiación del saber popular. Las no apropiaciones simbólicas se demuestran en la dificultad de interiorizar nuevas simbolizaciones, nuevos sentidos, nuevas informaciones que contradicen sus costumbres. Esta situación genera resistencias comunitarias a la apropiación de los nuevos contenidos, por no sentir un verdadero respeto e inclusión de su tradición cultural.
- "Pues como les decía, yo me imagino que uno en medio del susto, si es un sismo muy grande, pues a uno se le olvidará, y lo primero que hace uno, y sobre todo si uno ve que la gente sale…me imagino que uno hará lo mismo… porque uno si se pone a pensar, un temblor bien grande, bien fuerte y uno comienza a ver que se comienzan a caer digamos una pared o algo, yo no creo que uno se quede ahí, yo pienso que uno también sale" (F307/03/13LZYLC)
En el transcurso de la vivencia de los talleres investigativos, y en el análisis de la información se hizo evidente la indiferencia por nueva información que contradijera sus costumbres, aspecto que genera en ellos luchas internas e incredulidades hacia las nuevas instrucciones. Se permite cierta interacción con el saber científico a partir de la posibilidad de tener vínculos con sus propios conocimientos con asesoría técnica en el tema.
Adicional a la información que han recibido por diferentes medios externos al hogar: rumor, medios de comunicación, instrucciones recibidas en los colegios por parte de sus hijos, etc., se identifican algunos conocimientos externos con la construcción cultural e histórica que tratan de ganar su reconocimiento, aunque no se aplica en forma directa, pues aún generan en ellos luchas internas, entre sus costumbres arraigadas y la nueva información. (Figura 3 y Figura 4)
- "yo creo que principalmente el material debe ser el que recomiendan en caso de terremotos, y todo eso, esas varillas sismo resistentes, amarradas, con vigas, con columnas, porque en un terremoto, si está con vigas y columnas, la casa se mueve completa. En otras partes, yo creo que ustedes han visto, y yo también, por televisión, hay casas que no son amarradas, son casas ahí levantadas no más, por allá en Perú, aquí en Cauca. Nada más pasó con este terremoto hace poco que las casas las levantan así, como dicen, que ladrillo traslapiado, no están amarradas… Ahora una varilla sismo resistente, vale casi que igual que una varilla lisa y sale, la gente construye con varilla sismo resistente, esos países que son con tanta tecnología" ( L309/03/07LZYLC)
Este es un hallazgo significativo que abre interrogantes sobre la razón de ser de la supervivencia y la transmisión del sentido de vida, el cual es fundamental para la gestión del riesgo.
Todo esto parte de la existencia legítima del saber popular creado y sostenido en el tiempo por ellos mismos, sobre la base de un argumento fundamental: les ha funcionado, situación que alimenta la representación de que su saber tiene valor de norma.
La transmisión de este sistema simbólico propio de generación en generación, en medio de la trama relacional que genera el lenguaje, hace efectivas las creencias, valores y normas, que por vía oral se han convertido en referentes que regulan sus actuaciones humanas en gestión del riesgo y que permiten que aún siga siendo regulado por su cultura.
Discusión y conclusiones
Sus relatos son historias de vida que apoyan el fortalecimiento de un instinto de conservación que logra continuidad a partir del reconocimiento que han sobrevivido a los eventos, precisamente por el ejercicio de dichas prácticas. La sabiduría popular del Barrio 20 de Julio, ha sido la palabra y la acción sustentada en lo cotidiano, sin sistematización (labor compleja que caracteriza el saber científico), en donde sus inicios relacionales son fundamentalmente: el propósito de ayudar a preservar la vida y el transmitir el conocimiento construido desde la experiencia y vivencia en cada sismo.
Con sutileza y permanencia se llega a la instrucción y construcción del significado de la acción humana de protección, a partir de la interacción con su madre/ cuidador principal, que según Bruner es "un fenómeno mediado culturalmente cuya existencia depende de un sistema previo de símbolos compartidos… y el significado simbólico, por tanto, depende críticamente de la capacidad humana para internalizar el lenguaje" [7] Este proceso de interacción e intercambio permanente va generando sensibilidad al lenguaje del contexto como, "un conjunto de predisposiciones para construir el mundo social de un modo determinado y para actuar de acuerdo con tal construcción" [7].
La internalización, con su análisis semiótico indica: "1) la internalización no es un proceso de copia de la realidad externa en un plano interior ya existente; es más, es un proceso cuyo seno se desarrolla en un plano interno de la conciencia; 2) la realidad externa es de naturaleza social-transaccional; 3) el mecanismo específico de funcionamiento es el dominio de las formas semióticas externas; 4) el plano interno de la conciencia, debido a sus orígenes, es de naturaleza ‘cuasi-social’" [14]. Este proceso se evidenció en forma concreta a partir de la identificación de las creaciones simbólicas asociadas al tema del sismo en los niños del Barrio 20 de Julio y su clara relación con construcciones fortalecidas en la infancia, en donde fue posible captar además del léxico, la gramática del lenguaje, creando así un significado comunicativo, aspecto que es reforzado por la impronta que adultos (padres y cuidadores) dejan en los niños habitantes del Barrio 20 de Julio. En contraste con los conocimientos frente al sismo que se reciben en el ámbito escolar, aquéllos que tienen un fuerte componente de refuerzo en las estructuras familiares se hacen evidentes en forma más clara en los resultados de los ejercicios investigativos.
Interpretando lo anterior, no podemos tildar de subjetivo al saber popular, que es un saber colectivo, que se expresa desde el lenguaje claro y preciso, que se vincula con y desde la madre/cuidador, con su particular modelo de internalización, acorde con la experiencia y forma de vida de los grupos familiares y del barrio. Es precisamente en estos escenarios en donde se construye o desconstruye el saber popular, con más fuerza que el saber científico, convirtiéndose en lo legítimo.
Retomando que: "la actividad externa en términos de procesos sociales mediatizados semióticamente… y las propiedades de estos procesos proporcionan la clave para entender la aparición del funcionamiento interno" [14], y que "el aprendizaje de la psicología popular (el sentido común) que caracteriza a nuestra cultura se produce muy pronto; lo aprendemos al tiempo que aprendemos a usar el lenguaje que adquirimos y a realizar las transacciones interpersonales que requiere la vida comunitaria" [7], se refuerza que frente a los procesos de construcción de la idea de riesgo y su gestión es claro que la gente construye el conocimiento del mundo desde y con la palabra, que luego toma forma de creencia, de costumbre, en el uso tradicional del saber popular. En el barrio se manifestó cómo la palabra y las acciones cotidianas son el soporte de la sabiduría popular, destacándose, como el símbolo principal de protección el hogar, único factor de protección en el momento de un sismo que tiene el carácter de universal. Unida a esta imagen, las figuras paternas -en especial la madre o cuidador principal- se configuran como pilares fundamentales en el proceso de consolidación de aquellas prácticas protectivas, reactivas y prospectivas.
Esta investigación demuestra que la construcción de las prácticas culturales de los sujetos frente a situaciones de riesgo de desastre, se da en escenarios eminentemente sociales, como la familia, el barrio y la escuela (en dicho orden de influencia), que son los referentes para la cultura de las buenas costumbres en el Barrio 20 de Julio, resaltando que los aprendizajes se dan fundamentalmente desde la experiencia, desde lo que han vivido, y se ha comunicado entre individuos. Esto demuestra la importancia de las relaciones entre el individuo y su medio ambiente social para fortalecer los procesos de aprendizaje basados en la experiencia [14]. De igual forma, se considera el funcionamiento humano como una serie de interacciones entre factores personales, conductas y acontecimientos en el medio [15]. Esto indica que se da en la mayoría de la población del Barrio la transmisión del sentido común, con un propósito implícito, generando significados tanto individuales como colectivos [7].
El comprender la cultura preventiva desde de la psicología, sin olvidar la relación con las ciencias sociales, la Salud Pública y la gestión del riesgo, implicó tomar las consideraciones concretas de índole social y psicológico en el tema de las prácticas culturales, que retoman la sensibilidad cultural y el componente actitudinal hacia los riesgos, en especial para este caso, el riesgo sísmico, convirtiéndose en un complemento de análisis y actuación en contextos socioculturales e históricos en riesgo como posible modalidad psicosocial para gestionarlos, partiendo de que la vulnerabilidad es una construcción social [16], por lo tanto, la reducción de la misma debe iniciar de la negociación de saberes hacia la re-significación de prácticas culturales, y así, poder disminuir el riesgo.
En este sentido, la gestión del riesgo, la psicología y la salud pública pueden ofrecer alternativas de resolución de acciones inmediatas frente al riesgo sísmico que no vayan en contravía de los procesos de internalización cultural, que hacen que los sujetos lleven sus prácticas culturales desde sus emociones o percepciones, desde una ruta de reflexión racional hacia el sentido de vida.
Reconocer que existe previamente en la comunidad una ruta de aprendizaje comunitario y que debe ser respetado e incluido en el proceso de re-significación, implica pensar en conjunto con la comunidad cómo continuar o mejorar sus prácticas actuales tanto hacia la construcción social de la prevención, como a la reducción colectiva y cultural de su vulnerabilidad.
Al respecto, se reconoce especialmente la unidad de los elementos emocionales y cognitivos, con los componentes de significación de los ámbitos social e individual que construyen las comunidades [11]. Así lo que se propone, es la compresión de las constituciones y configuraciones subjetivas que evidencian los sujetos en sus prácticas culturales, reconociendo su complejidad y dinamismo, que cobra sentido cuando es construida por los mismos sujetos, buscando el punto de vista de las otras personas.
Todo lo anterior, deja claro que la gestión del riesgo no es sólo la reducción del riesgo, sino la comprensión social de las prácticas culturales, de conductas y modos de vida (incluso de ideologías y de perspectivas de mundo, de vida, de religión), que en términos sociales, requiere de la participación de los diversos estratos, sectores de interés y grupos representativos, y así, reconocer cómo se construye en colectivo la gestión del riesgo como una cultura de las buenas costumbres: "Se puede definir la cultura como todo aquello que la comunidad ha aportado para la configuración de su universo vital incluyendo la acumulación simbólica que constituye el patrimonio cultural" [17].
Referencias
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* El siguiente artículo presenta los resultados de la investigación: Prácticas culturales y gestión del riesgo sísmico en una comunidad urbana vulnerable de la ciudad de Manizales, Caldas (2011-2013). Maestría en Salud Pública, Facultad de Salud, Universidad Autónoma de Manizales.