Introducción
En la actualidad, hay una cantidad considerable de materiales y métodos para la educación alimentaria y nutricional, muchos de ellos dirigidos al tratamiento de la obesidad. Estos materiales educativos son instrumentos de apoyo, herramientas, implementos didácticos que buscan ayudar a la comunicación de un tema de interés, trasmitiendo la información de una manera didáctica [1]. Dichos materiales se han producido y distribuido ampliamente por Latinoamérica y están siendo aplicados sin ser validados, con el riesgo de comunicar mensajes erróneos y proponer acciones no pertinentes para un nuevo contexto, lo que complica el logro de su propósito educativo.
El término “validar” significa comprobar, en este caso, si el material educativo sirve para lo que fue elaborado, es decir, si es apto para el público objetivo, si cumple con las expectativas de forma. Esta acción se puede realizar con la ayuda de un grupo técnico con criterio de evaluación, que pueda comentar el material con el fin de mejorarlo, además de sumar el aporte de un grupo representativo que cumpla con las características del público objetivo y que pueda servir de prueba piloto para la aplicación del material. La validación depende tanto del tipo de material como del objetivo que este se propone cumplir dentro de la población [2]. En este sentido, la validación se entiende como “la investigación que se realiza con los representantes de un grupo de personas a los cuales va dirigido un material específico (...), la finalidad es que ellos opinen sobre (dichos) instrumentos (…)” [2].
Suponer que los materiales son percibidos y usados tal y como lo pensaron sus creadores es un error. Las personas ven, oyen e interpretan lo que les comunica el material y lo usan según su experiencia personal, nivel educativo y características socioculturales [3]. Sin duda, factores como las tradiciones, la cultura, el idioma y las condiciones económicas influyen en cómo percibimos, entendemos y captamos informaciones [2]. Esto hace indispensable realizar un proceso de validación del material educativo a utilizar, con el fin de aproximar dichas percepciones al uso que desea dársele.
Para la validación se toman en cuenta cinco criterios: atractividad, entendimiento, identificación, aceptación e inducción a la acción [2]. La atractividad es un factor visual importante, debido a que es el criterio en el que se evidencia si el material despierta el interés del público objetivo y si llama la atención de acuerdo con su contenido e ilustración. El segundo criterio, el entendimiento, indaga por la comprensión de la información que se quiere transmitir por medio del material educativo al público objetivo; si está explícito y entendible; verifica no solo si dicho material es atractivo, sino también si es eficaz en la transmisión de la información. El tercer criterio, la identificación del grupo objetivo con el material educativo, tiene en cuenta la cultura, el entorno y las personas representadas dentro del material; aquí se evalúa si los participantes se identifican con la información transmitida, haciendo más fácil la comprensión de los objetivos del mismo. El cuarto criterio, la aceptación de las ideas y propuestas del material, está basado en el uso del lenguaje y los propósitos que se tienen en él, y lo agradable o pertinente para el público. Como último criterio está la inducción a la acción, esto es, la posibilidad de aplicación de lo propuesto por parte del público objetivo [4].
Los anteriores factores se pueden evaluar mediante diferentes técnicas, siendo más utilizadas la entrevista y los grupos focales. La entrevista consiste en una serie de preguntas acerca del material educativo, con el fin de establecer la eficacia del material; asimismo, permite tener conversaciones de manera individual con cierta discreción. Por su parte, los grupos focales trabajan con varias personas representativas del público objetivo; se abordan diferentes temas mediante la interacción del grupo, lo que permite la construcción de una opinión amplia sobre la significación y la eficacia del material [4].
La validación de materiales educativos para sobrepeso u obesidad por medio de grupos focales, según varios autores [5,6], es un método cualitativo de investigación muy útil, que implica varias etapas:
1. Conformación de un grupo focal:
2. Planificación de un grupo focal:
Definición del tema que se va a investigar
Formulación de los objetivos
Determinación del esquema para el análisis de los datos
Determinación de los criterios para la selección de la muestra
Elaboración de una guía o derrotero de preguntas
Determinación del lugar, la fecha y la hora del encuentro.
3. Análisis cualitativo de un grupo focal:
Organización de los datos (trascribir)
Dar forma a los datos (agrupar por temas o patrones los aspectos tratados)
Resumir (identificar las opiniones)
Explicar (Interpretación de los datos)
Redactar el informe (según los hallazgos del grupo).
De este modo, en la tercera etapa del grupo focal se evalúa el material educativo con base en los cinco criterios; además, la validación puede darse con el público objetivo de la investigación [7].
En este caso, se pretende validar el contenido la cartilla 1 del material educativo “Niñ@s en Movimiento” [8], y evaluar su pertinencia en el medio colombiano, y más concretamente en una población infantil con exceso de peso, de la ciudad de Medellín.
“Niñ@s en Movimiento” [9] es un programa de origen español, el cual tiene por objetivo contribuir a normalizar el índice de masa corporal (imc) de los niños, mediante la promoción de una alimentación normocalórica y balanceada. Así mismo, promueve estilos de vida saludables y el mejoramiento de la emocionalidad, a partir de un componente educativo basado en la terapia cognitivo conductual.
Este programa es ampliamente aplicado en Latinoamérica (Argentina, Ecuador, México y Colombia) [10], sin adecuaciones, de manera que los resultados obtenidos de esta validación, teniendo en cuenta los cinco criterios, son descritos y analizados con el fin de obtener información que ayude a tomar decisiones acerca de la adaptación o aplicación de este material en otras poblaciones.
Metodología
Tipo de estudio: se llevó a cabo un estudio con enfoque cualitativo, cuyo análisis de contenido se aborda desde el paradigma constructivista e interpretativo.
Muestra y muestreo: se trabajó con 14 padres o cuidadores, y con 14 niños con sobrepeso según el imc, pertenecientes al Colegio Básico “Camino de Paz”, sede Llanaditas, en la comuna 8 de la ciudad de Medellín.
Como criterio de inclusión, se estableció que fuesen estudiantes de primaria, con edades comprendidas entre los 8 y 10 años, que presentaran sobrepeso y que desearan participar en el proyecto. Como criterio de exclusión, se determinó que fuesen estudiantes que tuvieran dificultades motoras o cognitivas, y cuyos padres no quisieran participar en el proyecto, no firmando el consentimiento informado.
Técnicas y procedimientos: se realizó la convocatoria de quienes llenaron los criterios de inclusión, por vía telefónica para los padres o cuidadores, y por citatorio para los estudiantes del colegio. A los que aceptaron, se les comunicaron los pormenores, riesgos y alcances de la investigación, así como la importancia de la misma, y se solicitó firmar un consentimiento informado a cada participante, garantizando la confidencialidad de la información.
Para la selección de los participantes con sobrepeso, se utilizó el peso corporal de los niños y niñas. Este se midió utilizando una balanza electrónica digital seca®, modelo 872 (límites 1-150 kg, precisión: 0,1 kg). La medición de la talla se realizó con el tallímetro rígido de pared Holtain Limited, seca®, modelo 214 (límites 60-200 cm, precisión 1 mm). Para el diagnóstico nutricional se evaluaron las variables edad, género, peso y talla, e imc [11,12].
Para la clasificación de los datos antropométricos se utilizó el programa de la Organización Mundial de la Salud (oms) [13], que controla el crecimiento de los niños en edad escolar y adolescentes, teniendo en cuenta los puntos de corte que se presentan en la Tabla 1.
IMC-Z: Índice de masa corporal - puntuación Z; DE: desviación estándar
Fuente: elaborada a partir de datos de [13].
Del total de estudiantes detectados con el imc en exceso, el 85 % aceptó participar en el estudio y se organizaron cuatro grupos de siete personas cada uno, es decir, dos grupos de siete padres o cuidadores, y otros dos grupos de siete niños.
La validación se inició mediante la relación persona a persona, dándoles a los participantes un tiempo de 15 días para la revisión del material; luego se realizaron sendas sesiones de grupos focales. Para la evaluación, se diseñó una guía de preguntas con base en los objetivos del estudio, la cual fue probada y ajustada por los investigadores [Tabla 2].
El grupo focal se utiliza como estrategia para obtener información de un conjunto de máximo diez personas del público objetivo y con características homogéneas, permitiendo indagar en las opiniones y percepciones, creencias y prácticas de los participantes, y evaluar diferentes objetos, como la calidad de ciertos programas o, como en este caso, un material educativo [14].
Cada sesión del grupo focal se realizó en el Colegio Básico “Camino de Paz”; fue dirigida por un investigador, quien hizo de moderador para coadyuvar en la generación de diversidad de opiniones, promover la conversación, la controversia y las diferencias de pensamiento acerca del material, y se contó con la presencia de un observador, quien llevó el registro de las sesiones, consignando las expresiones, los gestos y el lenguaje no verbal de los participantes [15,16]. Las sesiones, de máximo dos horas, fueron grabadas en audio y registros fotográficos. Al finalizar cada grupo focal, se transcribieron las grabaciones, se analizaron las notas y observaciones registradas por el observador de cada grupo y se validaron para su posterior codificación. Se hizo categorización inductiva de los textos según las respuestas, con base en una codificación inicial, con fines comprensivos.
Con la guía de preguntas para la validación del material educativo (Tabla 2), las secciones que se validaron del primer cuadernillo o cartilla, capítulo 1 del programa “Niñ@s en Movimiento” [8], dirigido a los padres o cuidadores, fueron: “La importancia del desayuno”, “Ámbar el Oráculo”, “Clasificación de los alimentos”, “El marcador estrella”, “Infinitas posibilidades en tu cocina” y “El mandala”. En el cuadernillo para los niños fueron validadas las secciones: “El planeta sunevita”, “Ámbar el Oráculo”, “Sobre ti”, “Tu marcador estrella”, “Mis desayunos”, “Clasificación de los alimentos (libres, ligeros, pesados y megapesados)”, “Ejercicios físicos de relajación”, “El detective de los alimentos”, “Sección de padres y niños/as: ejemplos de varios desayunos”, y “Para ti”.
En la validación se consideraron cinco criterios: atracción, entendimiento, identificación, aceptación e inducción a la acción [2], estipulados desde organismos internacionales [3], y lo establecido por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (unicef), en su “Guía metodológica y video de validación de materiales iec” [4]. En la Guía se sugiere que la validación cuantificada de materiales debe ajustarse a respuestas favorables en los cinco criterios anteriormente descritos, en porcentajes mayores o iguales que 70 %. Para ello también se hizo un análisis de los datos cualitativos obtenidos en los grupos focales, a partir del software spss® versión 21.0, en español, con licencia de la Universidad de Antioquia.
De acuerdo con lo anterior, se llevó un protocolo de análisis de los datos, que inicia con la organización de la información obtenida; luego se clasifica según los cuestionamientos que ayudan a resolver los datos; se identifican aquellos mediante categorías, dependiendo de la información de interés y, por último, el análisis final se da para establecer lo concreto de la investigación, en razón de sus objetivos, y lo que no se puede ver a simple vista, pero que reporta información fundamental [17]. Se aplicó análisis inductivo a partir de los hechos registrados.
En cuanto a las consideraciones éticas, la investigación fue aprobada por el Comité de Bioética de la Facultad de Odontología de la Universidad de Antioquia, mediante Acta 8 del 12 de octubre de 2011.
Resultados
Información de los padres o cuidadores
La primera unidad del programa “Niñ@s en Movimiento” [8], dirigida al padre o cuidador del niño, está compuesta por: una introducción sobre el programa y pautas generales (“Unas pinceladas antes de empezar”), seguida del tema principal (“La importancia del desayuno”). Posteriormente, viene un cuento o relato (“Ámbar el Oráculo”), ejemplos del tema principal (“Ejemplos de desayunos”) y puntos clave (“Clasificación de los alimentos”). Le siguen actividades de refuerzo, como “El marcador estrella” e “Infinidad de posibilidades en tu cocina” y, por último, la actividad de cierre (“El mandala para pintar”).
En la Tabla 3 se muestran los principales hallazgos a partir del cuidador o responsable del niño, para cada sección del material educativo.
Información brindada por los niños
La primera unidad del programa “Niñ@s en Movimiento” [8], dirigida a los niños, está integrada por una introducción sobre el programa y pautas generales (“Cómo usar este libro”), por un cuento o relato (“El planeta sunevita”), por consejos (“Ámbar el Oráculo”) y por actividades (“Sobre ti” y “Tu marcador estrella”). Le siguen el tema principal (“Mis desayunos” y “Clasificación de los alimentos: libres, ligeros, pesados y mega pesados”), una actividad física (“Ejercicios físicos de relajación”) y actividades de refuerzo (“El detective de los alimentos”, y “Sí o No”). Trae a continuación una sección de padres y niños (“Ejemplos de varios desayunos”) y, por último, la actividad de cierre (“El mandala para pintar”).
En la Tabla 4 se muestran los principales hallazgos según la sección del material educativo, a partir de los niños.
Resultados de la aplicación de los criterios de validación
En la Tabla 5 se muestran los resultados obtenidos según los criterios de validación de los padres o cuidadores, y de los niños.
Discusión
Las necesidades de respuesta, por parte del sector salud, a los retos actuales de morbimortalidad referidos a enfermedades crónicas no transmisibles, como la obesidad, demandan procesos estructurados de educación para la salud. En estos, la información, la comunicación y la educación deben cimentarse en estrategias sólidamente construidas y rigurosamente validadas, en las que es necesario diseñar y utilizar materiales educativos pertinentes para los distintos públicos objetivo. Para ello, la validación de estos materiales es obligatoria, pues evita comprensiones equivocadas o insuficientes, que les restan eficacia a los mismos, por su escasa o nula pertinencia, cuando desconocen las características del contexto.
Los resultados del presente estudio muestran que las modificaciones sugeridas por los participantes según los criterios evaluados están dadas por los aspectos culturales y simbólicos que representan el arraigo a unos alimentos y unas formas de preparación más artesanales y de raigambre ancestral. Para los niños, los elementos como “Ambar el Oráculo”, y para los padres o cuidadores, “El mandala”, indican que estas secciones son percibidas como extrañas, fuera de su comprensión e interés. Lo anterior coincide con lo establecido en el estudio de Ramada, Serra y Delclós, quienes afirman que “La traducción simple de un cuestionario puede dar lugar a interpretaciones erróneas debido a diferencias culturales de lenguaje. Cuando se utilicen cuestionarios desarrollados en otros países e idiomas en estudios científicos, además de traducirlos, es necesaria su adaptación cultural y validación” [18], y para este caso, en un contexto colombiano, puede extrapolarse al diseño y uso de materiales educativos en contextos diferentes para el que fue creado.
Los niños encuentran en el tiempo una excusa para no leer el material, y quizás sea por la no correspondencia entre una necesidad personal, frente a una exagerada importancia del desayuno focalizada en la cartilla. Esta es una costumbre que ya hace parte de la cultura alimentaria local y, por lo tanto, deja de tener fuerza como objetivo educativo. Vale, por su poder explicativo aquí, el concepto de adaptación cultural de Ramada et al., entendido como “tomar en consideración el contexto cultural (…) y las diferencias en la percepción de la salud y la enfermedad de aquellas poblaciones en las cuales se desea aplicar” [18].
La validación de materiales educativos de cualquier tipo se convierte en una herramienta para la comprensión de los temas tratados y su respectiva corrección [6], además de poder analizar los diferentes puntos de vista, opiniones o perspectivas acerca del material, obteniendo un análisis sociocultural e histórico de la población y el cumplimiento de los objetivos propuestos. Algunos estudios [7,19] han demostrado que con esta metodología se obtienen resultados fundamentales y de interés para realizar el diseño final de materiales educativos en salud. Otras investigaciones [20-23] indican que para tener un mayor impacto en las intervenciones educativas, el material que se utilice debe ser validado, tomando en cuenta dos principios: el primero, hay que tener presente que no se está evaluando al participante, sino al material; y el segundo, el mensaje sustancial no debe cambiarse, y sean cuales sean las respuestas de los participantes del estudio, todas deben ser tomadas siempre en beneficio de corregir o mejorar el material educativo. La validación permite identificar los puntos del material que llaman la atención y aquellos que generan incomodidad en la población objetivo; también se encuentran las diferencias de opinión entre la población, según el material aplicado y su contexto. Más importante aún, es la identificación del mensaje final o reflexión del material, si en realidad logra generar un cambio en la percepción o en la conducta de la población, como lo concluyó Arismedi et al.[24]. La validación del material educativo de dicho estudio (un juego) permitió considerarlo como una herramienta para generar cambios favorables para la salud en las conductas alimentarias de los niños, además de cumplir con la intención de conocer nuevas pautas para desarrollar acciones educativas con los escolares, de una manera más didáctica y de mayor efectividad en el aprendizaje [24]. Por su parte, Liévano et al.[23] concluyen que la validación de materiales educativos permite enriquecerlos, de acuerdo con las opiniones de la misma población a la que van dirigidos.
Hay que considerar, como en el presente caso, dos aspectos de interés en la validación: primero, la evaluación se realiza al material y no a los participantes o generadores del mismo; segundo, a partir de los resultados obtenidos en la validación, el mensaje principal del material, así como su forma y estructura, debieran cambiarse o corregirse para lograr mayor pertinencia contextual y, por tanto, comprensión.
Es muy apropiada y de gran importancia la recomendación de los pedagogos y didactas en educación para la salud sobre la necesidad de una constante evaluación de los materiales educativos, con el propósito de que cada vez sean de mejor calidad y más efectivos [25]. En el campo de la salud, explícitamente, en el de la alimentación y la nutrición humana, es más que importante, es necesario, aplicar la validación de materiales educativos en la etapa de diseño, antes de su elaboración final, cuando el material es propio, o antes de su implementación, cuando dicho material es tomado de otros programas e instituciones. En este caso, los cuadernillos hacen parte de un programa, “Niñ@s en Movimiento” [8], que se esperaría implementar en la institución educativa, buscando disminuir una problemática social que cada vez aumenta más, la obesidad y el sobrepeso infantil [26].
La presente validación permite avizorar una limitada utilidad en tal sentido, por los problemas de comprensión, aceptación e inducción a la acción para los niños, y la limitada identificación con los aspectos culturales del material por parte de los padres o cuidadores, quienes deben acompañar y orientar a aquellos en su tratamiento educativo [25]. Queda en claro que los cuadernillos del programa en cuestión no son materiales educativos adecuados, testeados o validados, lo que va en contravía de los criterios (efectividad, eficiencia, sostenibilidad y replicabilidad) de “Buenas prácticas en programas de información, comunicación y educación en alimentación y nutrición” (icean) [27].
Lo anteriormente expresado resalta la importancia de validar los materiales, con el fin de determinar si cumplen con el propósito educativo bajo el cual fueron elaborados, y si lo cumplen para un segmento de población específico, en el que van a ser usados [28], personas y colectivos cuyas características socioculturales y ambientales determinan su visión del mundo, de la salud y de la enfermedad, así como sus intereses y capacidades de aprender. El tiempo y el esfuerzo dedicados al desarrollo de materiales educativos carecen de valor si los usuarios no pueden entenderlo; por ello es imprescindible la validación [29]. Esto es aún más importante cuando está enfocado a que se realicen cambios significativos en el entorno familiar, cultural y alimentario [18,30].
Es claro que la validación de un material educativo apunta a generar ajustes y modificaciones antes de ser publicado; sin embargo, en este caso, la validación tiene el alcance de evaluación, puesto que es un material ya impreso y patentado, que se ha venido implementando desde hace varios años dentro de un programa de capacitación de los impulsadores de la propuesta en distintos países, por lo que no se le pueden hacer modificaciones para su aplicación.
El proceso de validación realizado en el presente estudio muestra que, en el material educativo “Niñ@s en Movimiento”, para el tratamiento de la obesidad infantil (cartilla 1 para padres o cuidadores, y niños), solo el criterio de atractividad presenta respuestas favorables superiores al 70 % por parte de los padres o cuidadores, y por parte de los niños, aunque adultos y niños hacen referencia a que el tamaño de la letra es muy pequeño. Los padres, o cuidadores de los niños, concluyeron que el mensaje principal de la primera unidad, sobre el desayuno, es una costumbre instalada con alimentos locales diferentes a los sugeridos en la cartilla; sin embargo, lo que difiere del contexto de la comunidad es que no todos tienen el poder adquisitivo ni la costumbre para brindar este tipo de desayunos a sus niños. Es decir, las familias no cuentan con la disponibilidad de los alimentos que aparecen en las listas (clasificación), como cereales, yogurt y frutas, para dárselos a sus niños en el desayuno, pero sí pueden brindarles otro tipo de alimentos, como arepa, huevo, quesito y chocolate. Además, los padres o cuidadores consideran que el menú recomendado por la primera unidad puede ser nutritivo y saludable, pero convencer a los niños para que lo consuman sería difícil.
Adicional a lo anterior, también se resalta que ambos grupos de participantes concluyen que algunos términos desconocidos impiden la comprensión del material, como “jamón dulce”, “bollería”, “lácteos desnatados”, “biscotes”, “fuet” y “chuches”, entre otros.
En suma, es de gran relevancia continuar evaluando los materiales educativos diseñados por profesionales de la salud, con el propósito de adecuarlos y adaptarlos, cuando fuere necesario, y poder garantizar la calidad y su efectividad, así como reducir el uso y la aplicación de materiales que no logran un impacto educativo en la salud de la población.