Introducción
Los objetivos de desarrollo sostenible 2030 proponen una serie de metas de carácter integral para llegar a la igualdad de género, entre las cuales se encuentra la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas. Para cumplir con este propósito, un paso requerido consiste en identificar los diferentes mecanismos institucionales que permiten realizar la observación y el seguimiento para la detección, atención y disminución de los casos de violencia de pareja y violencia de género [1]. En América Latina, al menos 4473 mujeres fueron víctimas de feminicidio, según los datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe [2]. Estos casos representan aproximadamente que, por día, son 12 mujeres asesinadas por razón de su género.
En Colombia, las iniciativas institucionales para la investigación, el análisis y la prevención de estas formas de violencia provienen del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses (INMLCF); del Observatorio Nacional de Violencias (ONV), Línea de Violencias de Género Colombia, del Ministerio de Salud, y el Sistema Integrado de Información sobre Violencias de Género (SIVIGE).
El INMLCF define la violencia de pareja como “cualquier comportamiento, dentro de una relación íntima, que cause o pueda causar daño físico, psíquico o sexual a los miembros de la relación” [3]. El ONV, por su parte, comprende la violencia de género como “toda acción de violencia asociada a un ejercicio de poder fundamentado en relaciones asimétricas y desiguales entre hombres y mujeres y en discriminaciones y desigualdades por razones de identidad de género y orientación sexual no normativas” [4], mientras el SIVIGE señala la violencia de pareja como una de las expresiones de violencias basadas en género, pues se desarrolla a partir de relaciones de poder asimétricas [5].
Las conceptualizaciones anteriores enfatizan en las relaciones asimétricas y en los tipos de daño y violencia de pareja, la cual comprende manifestaciones físicas, psicológicas, sexuales y patrimoniales. El tema se observa de manera más comprensiva a partir de las denominadas “violencias basadas en género” [6,7], puesto que abarca aspectos relacionales, políticos y culturales que añaden complejidad y perspectivas al análisis de la problemática.
De acuerdo con el Informe Forensis del INMLCF [3], en 2020 Colombia presentó 30 558 casos de violencia de pareja, donde las mujeres aparecen como víctimas en 26 470 de los casos registrados, mientras los hombres, en 4088. Las edades de mayor denuncia comprenden los 25 a 29 años, con 6073, seguida de los 20 a 24 años, con 5271 casos. Esta forma de violencia se observa también en menores de edad y llama la atención que entre las edades de 10 a 17 años se efectuaron 577 denuncias sobre violencia de pareja a nivel nacional. Por lo anterior, esta violencia se posiciona como una de las más graves dentro de la violencia interpersonal [8,9].
Respecto de las personas más jóvenes, el estudio de Rey-Anacona [10] con estudiantes universitarios de Colombia halló que el 82,6 % de las y los participantes informó haber sido víctima de por lo menos en una forma de maltrato en sus relaciones de noviazgo.
Todas estas son razones para enfocar la atención sobre las relaciones de noviazgo, en las que se encuadran la condición de identificarse como víctima de violencia de género, el ámbito de ocurrencia y el tipo de violencias que en ella se generan.
Aunque la violencia en el noviazgo (VN) es recientemente definida en la literatura, como categoría, esta es producto de una larga historia de transiciones conceptuales (violencia interpersonal, violencia doméstica, violencia de pareja) y referentes [4,6,11,12] sobre la violencia interpersonal, principalmente sobre la violencia intrafamiliar, con frecuencia centrada en la violencia de pareja, que involucran otras características sociales, económicas y jurídicas [6].
El primer esbozo para hablar sobre VN se dio en 1981, con Makepeace [13], quien indica que es un problema generalizado en las y los adolescentes, y debe ser estudiado al igual que las violencias de pareja y familiares. A partir de la fecha, la VN es definida como aquella violencia que se da en relaciones sexo-afectivas de diferente grado de formalidad, donde no hay hijas(os), las personas no conviven y no tienen compromisos económicos [3,4]. Esta categorización posibilita el estudio de las transformaciones y los comportamientos de la violencia en las relaciones de jóvenes o adolescentes.
Por su parte, Close [14] añade que la VN se da en cualquier relación donde existe atracción sexo-afectiva y en la que los miembros de pareja salen juntos, se incluyen acciones, actitudes y expresiones que dañan o tienen el potencial de afectar física, emocional o sexualmente. Por último, Pueyo, López y Álvarez [15] mencionan la importancia de analizar consideraciones culturales para comprender el comportamiento de la VN, como el acceso a educación de las mujeres, la participación de los hombres en las tareas domésticas y el trabajo del cuidado.
Si bien la literatura de las ciencias sociales ha trabajado con esta definición desde 1981, no es sino hasta el 2016 que la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos introduce, en el Medical Subjects Headings, la denominación Dating Violence[16], definida como aquella violencia en donde ocurren actos que lastiman a otra persona, en el contexto de una relación de noviazgo. Por ello, se consideró revisar la literatura desde el año 2016. Rastrear los avances investigativos en países latinoamericanos y sintetizar algunos de los estudios que se han elaborado en países anglosajones, siendo estos los más avanzados en la temática [17], permite prestar atención a las condiciones culturales, la posible variación del comportamiento de VN en las y los jóvenes y los abordajes realizados en torno a esta problemática.
Dado que existen diferentes conceptos y modos de acercarse al estudio de estas formas de violencia y que, como ya se dijo, el reconocimiento de la VN como objeto es más bien reciente, el presente artículo pretende revisar los estudios sobre VN de jóvenes, desarrollados en Colombia y América Latina (2016-2020), para dar cuenta de sus características metodológicas y principales hallazgos.
Metodología
Se realiza la búsqueda de artículos, en castellano y en inglés, en siete bases de datos electrónicas: Scopus, la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal (Redalyc), la Web of Science, la Biblioteca Virtual en Salud de la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud, la Biblioteca Científica Electrónica en Línea (Scientific Electronic Library Online, SciELO), Dialnet y la Journal Storage (JSTOR). Estas bases de datos son representativas tanto para las ciencias de la salud como para las ciencias sociales, en las cuales se debe estudiar la VN. Como palabras clave para la búsqueda se utilizaron “Violencia en el Noviazgo” y “Dating Violence”, que hayan estado contenidas en el título, resumen o tema. Se filtraron los artículos que hubieran sido realizados en Colombia y en América Latina, por cuanto es un fenómeno que actualmente se viene estudiando y merece tener una revisión sobre sus avances y comprensiones. Al final se eligieron artículos aplicados con jóvenes y publicados entre 2016 y 2020.
Para el desarrollo del análisis y la evaluación de los documentos, se construyó una matriz analítica, donde se describieron los artículos, teniendo como elementos descriptivos: país, año, objetivo, resultados y referencias; luego, se examinó, en los artículos, la teoría por medio de la cual se plantea el modelo para comprender la VN, y los métodos utilizados para la recolección de datos; y, finalmente, se revisó la consistencia interna entre los objetivos, los resultados y las conclusiones, todo esto para evaluar la calidad de los artículos y el alcance de sus hallazgos.
Resultados
La búsqueda de documentos se realiza entre febrero y junio de 2020. Inicialmente, se encontraron 39 artículos, de los cuales se descartaron 16, por no cumplir con las características del país y la población; al final, se analizaron 23 artículos, 20 en idioma castellano y 3 en inglés (véase Figura 1]. Por país, se tienen: 13 de Colombia, 4 de México, 3 de Brasil, 2 de Chile y 1 en Argentina. Solo en 3 de los 23 artículos utilizaron metodología mixta, 2 en Brasil y 1 en Colombia; el resto utilizó metodología cuantitativa.
Teniendo en cuenta el objetivo del artículo enfocado en caracterizar las metodologías y los principales hallazgos de los estudios sobre violencia en el noviazgo entre jóvenes en Colombia y América latina, se elaboraron tres categorías para presentar los resultados. Estas clasificaciones se realizan con base en los objetivos y la metodología implementada en los estudios, para así mostrar los resultados, las principales conclusiones y cómo se entiende la violencia en el noviazgo.
Estudios epidemiológicos-prevalencias: a) dan cuenta de la magnitud del fenómeno y la frecuencia de su ocurrencia, y b) modelos estadísticos que buscan las variables que se asocian o que se relacionan con el fenómeno de la violencia en el noviazgo.
Estudios explicativos: cuyo objetivo es: a) desarrollar y evaluar un modelo explicativo de la violencia en el noviazgo, y b) estudios dirigidos a la intervención y la evaluación de la intervención para prevenir la violencia en el noviazgo.
Estudios enfocados en las creencias de las y los jóvenes sobre la violencia en el noviazgo. Integra percepciones, representaciones, vivencias y creencias sobre la VN.
Hallazgos epidemiológicos-prevalencias
Magnitud del fenómeno y frecuencia de ocurrencia
En el ámbito epidemiológico, se observa presencia y aumento constante de VN entre las y los jóvenes y adolescentes [10,17].
En el caso colombiano, los estudios se han enfocado en población escolarizada, tanto en el nivel de educación básica media (entre 12 y 15 años), como universitaria (entre 16 y 20 años).
Los hallazgos en cuanto a las prevalencias de la VN resultan tan variados como las muestras en las que se estudia la VN y el tipo de preguntas propuestas para identificar su presencia. Al respecto, Benavides [18], en un estudio que incluyó 110 adolescentes y jóvenes -60 mujeres (M) y 50 hombres (H) y cuyo promedio de edad fue de 16 años-, señala que el 92,7 % ha estado en relaciones donde se han sentido víctimas de agresión verbal; por su parte, otro estudio en Colombia [19], con 232 estudiantes procedentes de zona rural y urbana -119 M y 113 H, entre los 13 y 19 años-, estiman que el 47,8 % de las y los participantes ejerció una conducta de maltrato hacia su pareja, lo cual corresponde al 42,5 % de la zona rural y el 52 % de la zona urbana.
En un estudio comparativo entre Colombia y España (Colombia, 80 participantes entre los 12 y 19 años, y España, 120 participantes entre los 18 y 19 años -no se especifica el género-), Muñoz e Iniesta [20] encuentran que el tipo de violencia más común fue la violencia psicológica, con un 80 %, frente a la emocional y verbal, con un 50 %, y la física, con 20 %. Entre estos dos países, se encontró como principal diferencia el número de relaciones de pareja desde edades tempranas, aunque no se especifica el concepto de tipo de relación, ni se especifican las diferencias estadísticas sobre VN.
De manera más actual, el estudio de Gallego [21], que incluyó 248 jóvenes entre los 13 y 21 años -en igual número de M y H-, permite mostrar, en Colombia, que el 45,4 % de las y los participantes han experimentado relaciones violentas de noviazgo.
Los anteriores estudios demuestran que la VN, en Colombia, ha sido experimentada por más del 40 % de las y los participantes; se mantiene constante desde el año 2016 hasta el 2019 -último estudio referenciado para esta investigación- y, además, comprueban que la violencia psicológica es la más frecuente en este tipo de relaciones.
En América Latina, los estudios van en la misma línea. En México, el estudio de Peña et al.[22], con una muestra de 432 estudiantes -52 % M y 48 % H-, reporta que el 93 % fue víctima de por lo menos un indicador de violencia, específicamente psicológico: coerción 83 %, humillación 82 % y desapego 79 %. En los estudios de Gallego [21], Peña et al.[22] y Bernal, Hernández y Akl [23] se menciona que hay diferenciación en la victimización de violencia física no letal y psicológica, donde son más las mujeres las que ejecutan este tipo de conductas. No obstante, esto debe leerse desde un enfoque de género, comprendiendo que la categorización de las violencias responde a la visión subjetiva que parte de las experiencias vividas y a la naturalización de algunas acciones, como resultado del sistema patriarcal y machista. Tal como lo describe Gallego [21], hay un plano moral que limita, en los varones, la aceptación de estos tipos de violencia, por temor a una sanción social.
Modelos estadísticos para identificar las variables relacionadas con la violencia en el noviazgo
En lo que respecta a los factores de riesgo de la VN, se encuentran estudios sobre: 1) violencia observada en la familia de origen (ej: entre los padres) (n= 3 Colombia; n= 1 América Latina); 2) factores socioeconómicos (n= 1 América Latina) y 3) factores individuales, como edad, desajuste escolar (n= 1 Colombia), celos e infidelidad (n= 2 Colombia; n= 1 América Latina) y consumo de alcohol (n= 1 Colombia; no se encontraron resultados en América Latina).
Sobre los factores de riesgo como variables asociadas a la VN se encuentra que, en Colombia, Martínez, Vargas y Novoa [24], en su estudio con 589 participantes entre los 12 a los 22 años -294 M y 295 H-, encontraron que el 75,9 % fue víctima de violencia por parte de su pareja y el 43 % reportó haber observado violencia entre sus padres. Esta asociación se basa en los modelos de imitación, en los que al haber observado la violencia, se facilita de alguna forma la victimización. Se argumenta que las personas que han recibido y visto en su infancia o actualmente violencia de género (67,9 %), son quienes están más propensos a ser víctimas de VN y a ser perpetradores [25,26].
Del mismo modo, Guevara et al.[27], en su estudio con 354 adolescentes mexicanos -197 M y 157 H, entre los 15 y 18 años- y Moreno et al.[25], en su estudio con 599 adolescentes -327 M y 272 H entre los 13 y 19 años-, establecen que la presencia de la violencia interparental está vinculada a la formación de patrones de respuesta de VN, en especial frente a la violencia psicológica, y que en las mujeres puede ser un factor para que se produzca victimización. En estos estudios, el desajuste escolar se asocia significativamente con la victimización tanto para mujeres como para hombres.
Por otro lado, Bernal, Hernández y Akl [23], en su estudio realizado con 40 mujeres, expone otros factores de riesgo que inciden en la presencia de la VN: falta de recursos económicos (53 %), consumo de drogas o bebidas alcohólicas (24 %), y los celos y la infidelidad (11 %). Estos resultados son similares a lo que encontraron Moreno et al.[25], quienes argumentan que el consumo de alcohol y los síntomas psicopatológicos (somatización, síntomas fóbicos y psicoticismo) ejercen un papel predictivo sobre la perpetración de la violencia, en particular, sobre los hombres (19,5 % somatización y 11 % síntomas fóbicos).
Llama la atención que el 55 % de las mujeres en el estudio de Bernal, Hernández y Akl [23] está inmersa en una relación violenta, lo que lleva a considerar los tipos de relación que se están formando y las dinámicas afectivo-sexuales en las cuales hay utilización de violencia.
Por otro lado, es importante además analizar cómo la edad puede ser considerada un factor de riesgo dentro de la VN. Redondo, Inglés y García [28] (N= 236, con 36 H y 205 M, entre los 16 y 28 años) encontraron que hay disminución de los comportamientos violentos conforme aumenta la edad, diferente a lo planteado por Peña et al.[22] (N= 432; 225 M y 207 H -13-20 años-), quienes indican que a mayor edad se viven más tipos y frecuencias de victimización, y por Rey-Anacona, Martínez y Londoño [19] (N= 902; 485 M y 417 H -15-35 años-), quienes argumentan que a mayor edad hay mayor probabilidad de ejercer agresión sexual. Sobre la diferencia de edad, Redondo, Inglés y García [28] aluden que a mayor edad hay más formas positivas de resolución de conflictos; sin embargo, para ello se deben analizar los tipos de comunicación entre las y los participantes. Rey-Anacona, Martínez y Londoño [19] encontraron que quienes ejercieron agresión sexual al menos en una oportunidad presentan puntuaciones menores en la comunicación afectiva y una escala de machismo alta.
Lo anterior contrasta con lo estudiado por Zamora et al.[29] (N= 259 H -14-18 años-), quienes no hallaron relaciones estadísticamente significativas entre la violencia cometida o sufrida, y la edad de los participantes, pero sí correlación positiva y significativa entre los meses de duración de la relación con la pareja actual y la satisfacción de la misma, es decir que a mayor satisfacción, hay menos posibilidades de sufrir VN. Sobre este estudio, es importante tener en cuenta que se realizó solamente con población masculina, lo cual puede ser una de las variaciones en los resultados comparados con los estudios antes mencionados.
Los estudios hasta aquí presentados se resumen manera simple y organizada en la Tabla 1, que permite leer con más claridad los apuntes sobre año, país, tipo de estudio e instrumento.
Año | Autora/Autor | País | N* | Tipo de estudio | Instrumento |
---|---|---|---|---|---|
2016 | Benavides J. [18] | Colombia | 60 M y 50 H (16 promedio de edad) | Cuantitativo, transversal, no experimental | Conflict, Tactic Scale (CTA) |
Bernal Pinilla DY, Hernández Cuchumbe BP, Akl Moanack PM [23] | 40 M (14-17 años) | Cuantitativo, transversal, descriptivo | Encuesta para detectar y medir el grado de violencia en el noviazgo, por Bustamente, Gómez, Figueroa y Gómez, 2008, Cuestionario VIF | ||
Martínez J, Vargas R, Novoa M [24] | 94 M y 293 H (12-22 años) | Cuantitativo, descriptivo, correlacional | Listas de chequeo de experiencias de maltrato en la pareja (violencia recibida -forma A- y violencia ejercida -forma B-) y cuestionario de autoinforme sobre violencia conyugal | ||
2017 | Rey Anacona CA, Martínez Gómez JA, Londoño Arredondo NH [19] | Colombia | 119 M y 113 H 152 (urbana) y 80 (rural) (13-19 años) | Cuantitativo, transversal, descriptivo y comparativo | Lista de chequeo de experiencias de maltrato de pareja forma B |
Muñoz Sánchez P, Iniesta Martínez A. [20] | Colombia y España | Colombia: 80 (12-19 años) España 120 participantes (18-19 años) | Mixto, etnográfica y aplicación de cuestionarios, transversal | Propio, realizado con base en la Macroencuenta de Violencias contra la Mujer, de España, y la Encuesta Nacional sobre Violencia en el Noviazgo, de México | |
Guevara C, Rojas J, Flores Y, Romero J [27] | México | 197 M y 157 H (15-18 años) | Cuantitativo, transversal, no experimental, descriptivo | Conflict Tactics Scale (CTA), Cuestionario Modificado de Tácticas de Solución de Conflictos. | |
Redondo Pacheco J, Inglés Saura CJ, García Lizarazo KL [28] | Colombia | 205 M y 36 H (16-18 años) | Cuantitativo, no experimental, descriptivo y transversal | Escala de violencia en las relaciones de pareja adolescentes (Conflict in Adolescent Dating Relationships Inventory, CADRI) | |
2018 | Peña Cárdenas F, Zamorano González B, Villarreal Sotelo K, et al. [22] | México | 224 M y 208 H (13-20 años) | Cuantitativo, correlacional y transversal | Cuestionario de Violencia en el Noviazgo (CUVINO) |
Zamora-Damián G, Alvídrez Villegas S et al. [29] | 259 H (14 y 18 años) | Cuantitativo, no experimental, transversal y correlacional | Violence in Adolescent’s Dating Relationships Inventory para evaluar la VN y Escala de Valoración de la Relación para evaluar la satisfacción en la relación | ||
Páramo M de los Á, Arrigoni F [30] | Argentina | 383 M y 68 H y 1 Otro (22 años promedio) | Cuantitativo, descriptivo, transversal | Cuestionario de Violencia Psicológica en el Noviazgo | |
2019 | Valdivia Peralta M, Fonseca-Pedrero E [9] | Chile | Revisión bibliográfica, no hay población directa | Cuantitativo, revisión bibliográfica | |
Bonilla-Algovia E, Rivas-Rivero E [26] | España investigación. Colombia población | 126 H y 317 m (20 años promedio edad) | Cuantitativo. Estudio de tipo transversal, observacional y descriptivo | Versión modificada de la Conflicts Tactics Scale (M-CTS) | |
Gallego G, Alzate JFV [21] | Colombia | 124 M y 124 H (13-21 años) | Mixto | Propio: encuesta sobre noviazgos en jóvenes de la ciudad de Manizales | |
Rozo-Sánchez MM, Moreno-Méndez JH, Perdomo-Escobar SJ [31] | 327 M y 272 H (13-19 años) | Cuantitativo, diseño transversal analítico | Sistema de evaluación de la conducta en niños, adolescentes, versión de autoinforme (BASC-S3) Conflict in Adolescent Dating Relationships Inventory (CADRI) |
* M: Mujer; H: Hombre. Fuente: Elaboración propia
Estudios explicativos
Desarrollo y evaluación de modelos explicativos de la violencia en el noviazgo
Los hallazgos de las investigaciones que se han realizado para “a. Desarrollar y evaluar un modelo explicativo de la violencia en el noviazgo” o “b. Estudios dirigidos a la intervención y la evaluación de la intervención para prevenir la violencia en el noviazgo” se reflejan en cuatro artículos, desarrollados en tres países.
Para el caso de Colombia, el estudio de Moreno et al.[25], realizado con 599 adolescentes (327 M y 272 H, 13-19 años), aplica el Conflict in Adolescent Dating Relationships Inventory para medir la VN. El estudio establece un modelo predictivo que incluye características sociodemográficas, variables psicopatológicas (somatización, obsesiones, compulsiones, sensibilidad impersonal, depresión, hostilidad, ansiedad fóbica, ideación paranoide y psicoticismo) y consumo de alcohol sobre la victimización y la perpetración de la VN.
Como resultado, Moreno et al.[25] presentan dos modelos que asocian aspectos de adaptación con la agresión y la victimización, y que fueron parcialmente confirmados: uno que involucra el desajuste escolar y los síntomas emocionales en los hombres, asociados con la agresión hacia sus parejas; y el otro que establece una relación directa y positiva entre los problemas de adaptación y la victimización de violencia de pareja en las mujeres. Este estudio encuentra una mayor victimización en las mujeres y la explican como probable consecuencia del aprendizaje por observación de modelos de violencia de pareja.
Este estudio resulta interesante, en la medida en que hay un análisis diferencial por sexo de las consecuencias y las afectaciones de la VN, considerando la presencia de síntomas psicopatológicos de las personas que componen la pareja. Además, permite evidenciar cómo, a medida que se aumenta el consumo del alcohol en las y los adolescentes, se puede incrementar la vivencia de relaciones “románticas conflictivas”.
Adicionalmente, Lara [32], en Chile, realiza un estudio instrumental que adapta y valida el “Cuestionario de abuso de citas cibernéticas”, para medir el abuso que en ese dispositivo se presenta entre jóvenes chilenos desde la perspectiva tanto de la víctima como del perpetrador, diferenciando entre control y agresión, con 1538 estudiantes entre los 14 y 24 años (59,8 % M y 40,2 % H). En esta validación, se encontró correlación positiva y estadísticamente significativa entre control (victimización y perpetración) y agresión (victimización y perpetración) en el abuso de citas cibernéticas. De manera específica, el 74,3 % de las y los participantes fueron víctimas de al menos uno de los comportamientos de violencia, en especial en las conductas de control por su pareja, con un 72 %, mientras que el 75,1 % perpetró al menos uno de los comportamientos.
Uno de los hallazgos más importantes de este estudio está en la comprobación de que la violencia online y offline están asociadas entre sí, y que se presentan de forma continua. Se reporta allí que el abuso en citas online constituye un fenómeno común entre las y los jóvenes, y se demuestra también que el control es más frecuente que la agresión directa.
Estudios dirigidos a la intervención y la evaluación de la intervención para prevenir la violencia en el noviazgo
Sobre las relaciones de noviazgo y abuso online, en Brasil, el estudio experimental de Murta et al.[33], integrado por 1220 jóvenes entre los 15 y 29 años, describe el proceso del programa virtual Dating SOS, basado en el Integrated Change Model1 y la teoría del apego, para prevenir la VN y mejorar la calidad de la relación romántica de jóvenes. Los resultados indican que la violencia es vista entre las y los jóvenes como algo natural de sus relaciones románticas y que los estereotipos de género y los modelos sociales negativos soportan y justifican la aceptación de estas violencias. Esto deja como consecuencia que la violencia psicológica y simbólica no sea reconocida como violencia, lo que produce la ejecución de estrategias de regulación emocional negativas, como sumisión, desregulación emocional y retraimiento.
Por último, en la intervención de Santos y Murta [34], se realizó una investigación en dos fases: la primera, con 18 estudiantes, 13 mujeres y 5 hombres entre los 16 y 19 años, y en la segunda participaron 7 estudiantes, 5 mujeres y 2 hombres. Las autoras proponen una investigación mixta, utilizando el diario de campo y el registro de información recibida y de satisfacción de la sesión. Este estudio evaluó la viabilidad de una intervención basada en pares y espectadores para la prevención de la VN con adolescentes. Se encontró aceptabilidad de la intervención con los indicadores de satisfacción y participación de las y los participantes, y una relación entre la influencia de compañeros y la dimensión de violencia entre parejas, siendo esta más significativa entre las mujeres.
Si bien uno de sus objetivos era evaluar el enfoque del espectador, esto no se pudo realizar por cuestiones contextuales y de tiempo; además, no se tiene claridad si utilizan algún instrumento validado para generar la intervención, lo cual limita el análisis de los resultados. A pesar de esto, Santos y Murta [34], al igual que Moreno et al.[25], apuntan a la bidireccionalidad de la violencia, identificando como factores de predisposición la exposición a modelos de comportamientos agresivos entre pares, y actitudes y normas de las personas que aceptan prácticas violentas en las relaciones afectivo-sexuales.
Los estudios presentados, tanto instrumentales como de intervención, tienen un alcance significativo en las regiones donde se desarrollaron, en especial los programas de intervención que se llevaron a cabo en Brasil y la validación del cuestionario en Chile, donde se evidencia un acercamiento importante para plantear la relación del abuso online y la VN, y también dan cuenta de la necesidad de crear espacios de intervención y acción en las instituciones de educación básica y superior.
De manera ordenada, en la Tabla 2 se presentan los estudios mencionados, para tener más precisión sobre los datos revisados.
Año | Autora / Autor | País | N* | Tipo de estudio | Instrumento |
---|---|---|---|---|---|
2019 | Moreno-Méndez JH, Rozo-Sánchez MM, et al. [25] | Colombia | 327 M y 272 H ( 13-19 años) | Cuantitativo, transversal, correlacional | Conflict in Adolescent Dating Relationships Inventory (CADRI). Lista de Síntomas SCL-90-R. Cuestionario de autoinforme de variables psicológicas. Cuestionario de Identificación De Los Trastornos Debidos al Consumo de Alcohol AUDIT |
Santos KB, Murta SG [34]] | Brasil | Primera fase:18 estudiantes, 13 niñas y 5 niños. Segunda fase: 7 estudiantes 5 niñas, 2 niños | Mixto | No aplican un instrumento; utilizan diario de campo, registro de información recibida y satisfacción de la sesión | |
2020 | Lara L [32] | Chile | 923 M y 615 H (14-24 años) | Cuantitativo, transversal, correlacional | Cyber Dating Abuse Questionnaire, Dating Violence Questionnarie |
Murta SG, Parada P de O, Da Silva Meneses S, et al. [33] | Brasil | N = 1220; no especifican género | Cuantitativo, experimental, transversal | Dating SOS (SOS Namoro) se basa en el modelo I-Change y en el programa informático TAILIR Builder |
* M: Mujer; H: Hombre.
Fuente: Elaboración propia
Estudios enfocados en las creencias de las y los jóvenes sobre la violencia en el noviazgo
La última selección de artículos se agrupó de acuerdo con las creencias y percepciones que tienen las y los jóvenes sobre la VN. Esto, con el fin de que se discutan no solamente las causas o los factores asociados, y las posiciones subjetivas que acompañan la naturalización de la violencia, sino también la evitación y la prevención de esta.
En el caso de Colombia, el estudio de Jaramillo, Holguín y Ramírez [35], en el que participaron 413 jóvenes (245 M y 166 H, 14-28 años), por medio del instrumento denominado “Cuestionario de Violencia Ejercida y Recibida en Jóvenes y Adolescentes” y con talleres, fue un primer paso para identificar las representaciones sociales sobre la violencia recibida. A pesar de que en el artículo se presentan los resultados parciales de la investigación, se logra identificar cómo las y los jóvenes están de acuerdo en que hay algunas expresiones de la violencia física y sexual que pueden ser naturalizadas, y argumentan que hacen parte de las experiencias comunes de la relación; esto, como consecuencia también del desconocimiento y el poco abordaje cotidiano de las realidades de la sexualidad.
Ahora bien, uno de los datos más relevantes tiene que ver con la violencia psicológica, donde se manifiestan la humillación (31,3 %), y los celos y el control (48,5 %). Lo anterior permite analizar dos cuestiones: 1) si bien la violencia psicológica es la menos “evidente”, hay un reconocimiento por las y los jóvenes de que la violencia más predominante es la psicológica, expresada mediante celos, control y humillación; y 2) cómo los aspectos culturales marcan modelos machistas.
Resultados similares se encuentran en el estudio etnográfico de Valenzuela [36], realizado en Colombia, sobre las prácticas y narrativas amorosas de adolescentes escolarizadas entre los 12 y 15 años de edad. La autora sustenta que las jóvenes han construido la idea de que tener o haber tenido novio es un símbolo de acumulación de experticia con los hombres, en el que, por ejemplo, un beso constituye una “afirmación del amor”. A su vez, se crean representaciones sociales sobre los hombres, atravesadas por los celos, la desconfianza y los chismes, donde la imagen y la belleza desempeñan un papel importante entre las mujeres, y se continúa con una estructura de amor-odio referente al mito del amor romántico.
En la revisión documental efectuada por Covarrubias Hernández [37], proveniente de información periodística en México, se aborda la concepción del feminicidio en las relaciones de noviazgo en jóvenes. La autora concluyó que los feminicidios oscilan entre mujeres de los 14 y 28 años de edad, los cuales fueron perpetrados principalmente por su novio o exnovio. También se identificaron las justificaciones presentadas en las noticias, que parten de los “celos” como un “detonador constante”, la nula capacidad de autocontrol de la ira, las discusiones y el consumo de sustancias.
Por último, en Brasil, el estudio de Souza et al.[38] -llevado a cabo para conocer las agresiones cometidas por universitarios en sus relacionamientos afectivo-sexuales y sus percepciones sobre la violencia contra las mujeres en el noviazgo, con 47 hombres entre los 20 y 23 años- halló que la percepción que los jóvenes tienen sobre la violencia está basada en la magnitud de esta, es decir, se reconocen los comportamientos violentos que dejan marcas visibles o corporales, como, por ejemplo, la violencia física, que fue la más reconocida.
En el estudio reseñado, se expone que el 78,3 % de los participantes tenía la creencia de no haber sido agresivo en sus relaciones; la violencia sexual fue cometida en el 40,4 %; la violencia psicológica se presentó en el 46,8 %, y la moral, en el 31,9 %.
Estos resultados, sumados a los presentados anteriormente, dan cuenta de que las y los jóvenes han subestimado la violencia psicológica y sexual, usándolas como una estrategia para evitar traiciones y controlar el comportamiento de la pareja, y para resolver los desacuerdos de una forma violenta.
Lo anteriormente mencionado se expone en la Tabla 3, con las investigaciones sobre percepciones y creencias que fueron analizadas para este estudio.
Año | Autora/Autor | País | N | Tipo de estudio | Instrumento |
---|---|---|---|---|---|
2016 | Jaramillo Jaramillo CA, Holguín Osorio H, Ramírez Ramírez LP [35] | Colombia | 245 M y 166 H (14-28 años) | Cuantitativo, exploratorio-descriptivo, transversal | Cuestionario de Violencia Ejercida y Recibida en Jóvenes y Adolescentes (VERA) |
2017 | Valenzuela M [36] | No específica número; solo edad (12-15 años) | Cualitativo, etnográfico | Diario de campo | |
Covarrubias Hernández MEC [37] | México | Revisión documental, no se precisa la población | Cualitativo, descriptivo, transversal | Revisión documental provenientes de información periodística | |
2018 | Souza TMC, Pascoaleto TE, Mendonça ND [38] | Brasil | 47 H (20-23 años) | Cuantitativo, cualitativo, descriptivo con corte transversal | Se aplicó un cuestionario electrónico Googleforms |
* M: Mujer; H: Hombre. Fuente: Elaboración propia
Acerca de las teorías que soportan los estudios sobre la VN, las investigaciones revisadas explican el fenómeno desde la teoría del aprendizaje social [19,24,25,34] la teoría del apego [21,25,39], el modelo ecológico relacionado con modelos culturales [4,22,23,36] como el mito del amor romántico, estereotipos de género frente a la construcción de los roles de la masculinidad y la feminidad, y factores individuales como el consumo de alcohol u otras sustancias [25,31,35].
Discusión
Este trabajo investigativo hace una revisión de los estudios sobre VN en jóvenes, desarrollados en Colombia y América Latina (2016-2020), para dar cuenta de sus características metodológicas y principales hallazgos.
Si bien uno de los filtros de la selección de los estudios fue que la muestra estuviera conformada por jóvenes, en algunos casos [9,36,37] no se identifican las condiciones de la muestra, ni la forma en que comprendieron las etapas de desarrollo (por ejemplo, jóvenes, adolescentes). Esto resulta importante, dado que dichas etapas pueden estar ligadas también a los modos como se constituyen las formas de relación y de VN, en especial la violencia online, dado que el uso excesivo de la tecnología está relacionado directamente con la perpetración y la victimización de la violencia online en el noviazgo [39].
En relación con los 23 estudios seleccionados, se observa que existen diferencias en la forma de describir la VN (actos de control, ejercicio de poder, poca experiencia, hegemonía patriarcal, relación social violenta naturalizada, constructo social de feminidad y masculinidad). De acuerdo con los estudios analizados, se establecen relaciones con condiciones que se constituyen en factores predisponentes y de riesgo de la VN, como síntomas patológicos [10], consumo de alcohol, falta de recursos económicos [12], desajuste escolar [25]. No obstante, en las investigaciones solo se abarcan aspectos individuales del problema, y en él se obvian asuntos contextuales, sociales y culturales, como las construcciones de ideas acerca del amor romántico y la naturalización de las violencias en las y los jóvenes. Además, hay que tener en cuenta cómo los “celos” y la “infidelidad”, como constructos sociales del amor romántico, se encuentran asociados al ejercicio de la violencia, aludiendo también a una forma de justificación social de las agresiones.
En esta medida, estudios futuros que superen los aspectos individuales de la VN podrían generar progresos en la investigación y la intervención, a partir de la forma como se pregunta si una persona es o fue víctima o agresora en los cuestionarios, entendiendo aspectos culturales de las relaciones en las y los jóvenes. Así mismo, se podrían dar más argumentos sobre las dinámicas en las que tanto hombres como mujeres pueden ser agresores, sostenidas sobre teorías feministas que amplían la perspectiva de esa bidireccionalidad [24,27,29-31,34]. Esto también como producto del tipo de instrumentos que se utilizan para la recolección de datos y los tiempos de aplicación. En esta línea, Murta et al.[33], basados en el modelo Integrated Change Model, reconocen aspectos motivacionales y conductuales del individuo, que si bien son muy importantes, precisan reflexiones interdisciplinares y críticas con respecto a roles de género, cultura patriarcal y transformación de las violencias relacionadas con las dinámicas sociales contemporáneas. Esto, porque podrían dar lugar al conocimiento de aspectos sociales y culturales que amplíen la comprensión del fenómeno más allá del plano individual y aporten a la prevención y la detección temprana.
Zamora et al.[29] consideran otro tipo de aspectos en relación con la VN, como la satisfacción de la relación y los meses de duración, los cuales estarían vinculados con la disminución de la violencia, dado que si dentro de las características de la relación se identifica bienestar, satisfacción y compromiso, los niveles de violencia pueden ser menores.
Sobre los tipos de violencia, los estudios indican que la violencia psicológica es la más prevalente en las parejas jóvenes y abarca acciones como humillar, ridiculizar, ignorar, control de la vida y amistades, conductas de celos constantes, manipulación, descalificación, intimidación y amenazas, vistas también en la violencia online [21,22,24,26]. Al ser este tipo de violencia la más naturalizada, se desconoce la gravedad de los actos y se minimizan los efectos que puede llegar a tener en un futuro el ser víctima o victimario de estas formas de violencia. Según Páramo y Arrigoni [30], la VN se puede mantener invisibilizada por cómo se comprende la relación, es decir, pasajera y sin trascendencia. Esto, además de la idea de que los asuntos de la pareja deben ser tratados en un espacio privado e íntimo, sin intervención de terceros, lo que reduce las posibilidades de contar con redes de apoyo positivas para superar esta violencia.
Los alcances y métodos trabajados en la investigación revisada sobre la VN tienen una fuerte inclinación sobre modelos lineales que excluyen el análisis estructural de la violencia basada en género, o que dificultan la inclusión de la perspectiva de género. Muestra de ello es que los hallazgos se concentran en estudios de carácter cuantitativo, que proponen la relación de la magnitud estimando prevalencias, factores de riesgo y de protección, y evalúan intervenciones individuales. No obstante, no contemplan los contextos de vulnerabilidad, no permiten identificar el posicionamiento de los y las jóvenes en las relaciones, sin aludir a un fallo en su afrontamiento, o su personalidad, siendo vistos como productos y, en ocasiones, como muestras clínicas.
En este sentido, reflexionar sobre el género permite distinguir sobre las formas en que la violencia ocurre en el marco de las relaciones de noviazgo en jóvenes. Ahora, comprender por qué ocurren, es un asunto largo de discutir. Segato [40], por ejemplo, postula que todas las formas en que se ejerce violencia dentro de las relaciones interpersonales, en este caso, en las relaciones de noviazgo, hacen parte de esquemas de poder sobre el cuerpo y el sometimiento de uno de los miembros de la pareja al abuso y el control de la vida, añadiendo entonces las implicaciones hacia los efectos que la violencia tiene en la salud física y mental de las y los adolescentes.
Del mismo modo, la comprensión de este fenómeno debe estar atravesada por la lógica del sistema patriarcal, donde se evidencia que la violencia de género está marcada por su sistematicidad y por formas estructurales de perpetuación [40], como también la consolidación de los mitos del amor romántico de carácter social y cultural. Lagarde [41] indica que, dentro de los análisis feministas, se debe reconocer el amor de acuerdo con cada época en el que se lo analiza, que en este caso corresponde a un análisis que tiene en cuenta las nuevas tecnologías, los lenguajes y comportamientos de las y los jóvenes, porque el amor obedece a construcciones históricas y simbólicas. En este sentido, la VN online se ha facilitado por la apropiación de otros lenguajes y conductas de control, manipulación y dominio, que están relacionados con la violencia psicológica, y con las que se consigue vigilar, aislar y delimitar las relaciones sociales de la pareja [42,43]. Este análisis permite comprender las distintas transformaciones de la violencia, experiencias, creencias, normas que pueden generar una fuerte dependencia emocional a la hora de establecer relaciones, así como también la negación de la violencia en la pareja [34,44].
Lo anterior permite señalar la necesidad de hacer investigaciones con enfoque de género. Como lo expone Ferrer [45], se debe tener en consideración “las relaciones de género, normas socioculturales, expectativas de rol de género, entre otros múltiples factores” (p. 72), que contribuyen a la generación y el mantenimiento de la VN. A pesar de esto, se resalta la importancia de que este tipo de investigaciones empiezan a posicionar los noviazgos como una categoría de análisis y reflexión sobre los tipos de violencia que se viven en estas relaciones.
Para el caso de este estudio, se reconocen varias limitaciones: 1) faltó especificar un filtro sobre “Violencia en el noviazgo online”. Esto, al tratarse de una de las principales transformaciones en el modo de relacionarse las y los jóvenes. Lara [30] indica que el abuso y el control online puede ocurrir en ausencia de otras formas de violencia como, por ejemplo, las agresiones directas catalogadas dentro de la violencia física. Esto nos lleva a plantear la pregunta sobre qué tan naturalizada, normalizada y validada está la violencia online en los noviazgos entre las y los jóvenes. 2) No nos detenemos en el detalle o la evaluación del rigor metodológico en cada caso; al ser una revisión descriptiva, permite exponer la existencia de los estudios, sus conceptualizaciones y hallazgos. Esto demanda el desarrollo de revisiones sistemáticas de literatura que involucre estudios publicados en otro idioma y que acojan otras poblaciones. 3) Las investigaciones fueron realizadas en parejas heterosexuales; nuestra investigación no tuvo como filtro la orientación o identidad de género que reportaban las investigaciones. Esto deja una tarea para quienes nos dedicamos a temáticas sobre violencias de género, puesto que falta profundizar más sobre las relaciones en la diversidad sexual y de género.
Conclusiones
Existe una amplia gama de estudios en Colombia y Latinoamérica que se han enfocado en la VN. A pesar de esto, la mayoría de ellos se concentran en los aspectos de prevalencia y magnitud del fenómeno y son menos los que se interesan en los aspectos sociales y subjetivos que esta implica.
En los estudios revisados, se identificó que las teorías más utilizadas para explicar este fenómeno comprende: 1) modelos culturales y patriarcales como el mito del amor romántico (actos de control y poder); 2) predisposición a la violencia por ser víctima o testigo de violencia intrafamiliar (teoría del aprendizaje social); 3) estereotipos de género (construcción de masculinidad y feminidad); 4) modelos psicológicos individualistas, y 5) se soportan de explicaciones desde el modelo ecológico y la teoría del apego (dependencia emocional).
Los hallazgos aquí presentados son evidencia de la necesidad de que la violencia de pareja sea analizada desde las primeras experiencias de pareja que tienen las y los jóvenes, y que pase a ser considerada como un problema de la sociedad que se ha difundido en los países latinoamericanos y el resto del mundo. En este sentido, el análisis de los resultados permite visibilizar algunas de las variables que incrementan la probabilidad de experimentar VN que no solamente son individuales, sino que responden también a contextos sociales y culturales que pueden limitar 1) la búsqueda de ayuda y 2) la identificación de este tipo de violencias que deja como resultado un subregistro de casos por la falta de denuncias efectivas
Recomendaciones
A razón de lo anterior, la prevención de todos los tipos de violencia debe iniciarse de manera temprana, es decir, se debe priorizar el trabajo con jóvenes. Esto también resalta la importancia de trabajar la prevención de violencias basadas en género con adolescentes, para que se construyan relaciones equitativas y sanas [30,31], y diseñar planes de prevención e intervención que apunten a disminuir la actitud defensiva, mejorar la autoconfianza, la seguridad, el autocontrol, proporcionar estrategias de comunicación saludables, procurar el mejoramiento de la calidad de la relación afectivo-sexual y promover reflexiones fértiles sobre las relaciones románticas.
Adicionalmente, se requieren estudios con datos más precisos sobre este tipo de violencia. Si bien, las investigaciones realizadas permiten abordar el comportamiento de la VN, el manejo difuso del concepto dificulta el seguimiento de casos en relaciones de parejas jóvenes. Los hallazgos presentados en este artículo sirven de insumo para las instituciones y organizaciones sociales, para comprender la VN y generar herramientas para su prevención y atención.