INTRODUCCIÓN
“No sirve de nada intentar acabar con mis ideas, ellas ya están flotando en el aire y no tienen cómo encarcelarlas. No sirve de nada intentar frenar mis sueños, porque cuando deje de soñar, yo soñaré a través de sus cabezas y de sus sueños”. (Lula da Silva, 7 de abril de 2018)
El día 7 de abril de 2018, el ex presidente y sindicalista metalúrgico, Luiz Inácio “Lula” da Silva se presentaba voluntariamente a prisión luego de un oscuro proceso judicial. Previo a su encarcelamiento, frente a una multitud reunida en el Sindicato de Metalúrgicos de San Bernardo del Campo, propaló un enconado discurso en el que hizo referencia a su tiempo como sindicalista, como político y como presidente, pero también denostadas interpelaciones al poder judicial, los medios, entre otros referentes de su elite opositora.
La impronta discursiva de Lula, desde sus primeras intervenciones públicas en las huelgas sindicales de finales de la década del setenta, hasta aquella previamente señalada donde pierde su libertad, tienen un fuerte carácter performativo en las cosmovisiones compartidas con quienes que conforman sus apoyos sociales y políticos cercanos, como lo son el el Partido de los Trabajadores (PT) en el plano político partidario y la Central Única de Trabajadores (CUT) en el mudo del trabajo.
Empero, esta capacidad discursiva de Lula para hilvanar un discurso identitario y, por ende, establecer un horizonte de sentido compartido, nunca fue tan marcada y evidente como en su período de gobierno presidencial, habida cuenta de que - como señala Víctor Armony (2005), p. 35- los presidentes ocupan el centro de la escena discursiva de la política en América Latina y, por ende, tienen una potencia irrefrenable para configurar mundos de sentido, para hilvanar una “hegemonía ideológica” en la palestra pública. Sin embargo, teniendo en cuenta que la relación PT - Lula - CUT ha sido ampliamente estudiada a finales del siglo XX, este artículo busca reconocer qué discursos y, por ende, qué marcas históricas o identitarias compartidas entre Lula, la CUT y el PT perduran en una instancia en la que ha cambiado su estatus político de ser oposición a acceder al gobierno. Ello permite observar si, en esta nueva situación, perdura, se modifican o entran en tensión el horizonte discursivo propalado desde Brasilia por parte de Lula con aquellos derroteros que evocan o se recuperan desde la CUT y el PT.
Por ello, en este escrito habremos de valernos de una mirada de tipo cualitativa, a través de las técnicas de análisis documental y de contenido, para observar cómo se construye colectivamente un horizonte identitario en derredor al discurso de Lula. Sin embargo, al observar cómo se configura este relato común o colectivo, es necesario plantear: en primer lugar, que toda formulación identitaria es una tarea relacional de bricolaje y, por ende, un proceso colectivo de consonancia y divergencia de miradas hasta llegar a elaborar un “ethos de grupo” (Taylor, 1996:13; Hall, 1990: 229-230; Strauss, 2006: 324). En segundo lugar, que toda construcción identitaria implica establecer una mirada en común respecto a quienes somos “nosotros”, pero también respecto a quienes son “ellos”, qué los separa y cómo surgieron esas fronteras (Tilly, 2002, p. 60; Bucholtz y Hall 2005, p. 600; Couche, 2007, p.121). En tercer lugar, que la formulación identitaria de un discurso colectivo puede observarse en diferentes planos, desde quiénes son los actores, cuáles son los valores e ideas apropiadas o denostadas, e inclusive qué temporalidades son el referente de esta formulación identitaria (Cairo Carou, 2000, p. 109; Sambarino, 1980, p. 102; Flores Dávila, 2004, p. 43).
Por ende, en este escrito se analizarán los discursos del presidente Lula entre los años 2003 y 2006, en diálogo con el cúmulo de documento partidarios y sindicales disponibles de la CUT y el PT en el período, así como también un acervo de entrevistas en profundidad a dirigentes políticos afines al presidente1. Particularmente se pondrá el énfasis en distinguir cuáles son las ideas y principios en las cuáles se estructura este ethos identitario de tipo colectivo entre Lula-Partido-Sindicato, diferenciando por un lado aquellos valores que son positivamente considerados como parte de un “nosotros axiológico” versus aquellos que pueden ser pensados de forma negativa como un “otros axiológico”.
Pensar Brasil durante el gobierno Lula implica, por ende, tratar de entender cuál es la cosmovisión identitaria imperante en el centro de la escena política a inicios del siglo XXI en el quinto país más extenso y poblado del mundo; involucra desentrañar cuáles son los marcos cognitivos compartidos por el presidente en funciones y sus aliados sociales y políticos en una de las pocas potencias emergentes con proyección global y predominio regional en América Latina; en definitiva, trae de suyo -como lo señala el epígrafe de este artículo- hilvanar la filigrana de las ideas, valores y principios que moldearon “un sueño” en lo que el antropólogo Stefan Sweig denominó “el país del futuro”.
NOSOTROS
El “nosotros axiológico” que configuraba discursivamente Lula se ancla en una diversidad de principios valorados positivamente. El diálogo, el debate y la negociación son, para Lula, aspectos nodales de la vida política que, en gran medida, provienen de su experiencia sindical y la de sus ministros. El diálogo, para el ex sindicalista, alude a la posibilidad de que la sociedad hablara por sí misma frente al gobierno, establezca prioridades e identifique cuáles son los cambios y cómo hacerlos duraderos. Es por ello que consideró que instancias como el Consejo Nacional de Desarrollo Económico y Social (CNDES) y el Foro Nacional del Trabajo (FNT) eran dos mecanismos donde el diálogo implicaban más democracia2.
Para los dirigentes del PT, el diálogo es igualmente central, especialmente cuando este se direcciona a los movimientos sociales y el mundo del trabajo, al punto tal que, para la presidente del PT, Gleisi Hoffmann, la entronización de este valor durante la primera administración de Lula implicó abrir una etapa inédita entre el gobierno y los movimientos sociales3. Para los petistas, el “Conselhão” (CNDES) o el FNT son referencias de que el pluralismo de opiniones y el intercambio constructivo estaban en las bases no solo del gobierno, sino también de del PT, como puede observarse a continuación:
“A direção nacional deve aprofundar o diálogo com os partidos, os movimentos e a intelectualidade progressista, no sentido de transformar este ano de 2006 em um ano de grande mobilização, em apoio ao governo Lula e pela conquista de mais um mandato presidencial, para prosseguir e aprofundar as conquistas deste governo, ampliar a participação popular na política e consolidar o projeto de democratização política e social no Brasil” (Resolución del PT del 03/02/2006).
Existe en los dirigentes sindicales entrevistados, una contundente coincidencia con la cosmovisión del ex presidente y el PT. Líderes de la CUT como Quintino Severo señalan que el intercambio sistemático de opiniones con el gobierno no solo fue un cambio con el pasado, sino también una herramienta fundamental para ciertas conquistas y reivindicaciones futuras4. Otros dirigentes cutistas, como José López Feijoó, puntualizan inclusive que el diálogo con el gobierno Lula posibilitó poner en discusión de manera democrática aquello que dio la génesis a la CUT y el PT: la Consolidación de las Leyes del Trabajo (CLT)5.
En consonancia con la valoración positiva al diálogo, Lula evocaba a la democracia como un principio rector del horizonte de sentido y expectativas de su gobierno, pero también - paradojalmente- la condición de posibilidad del diálogo. Cabe señalar que la noción preponderante de democracia en el discurso de Lula estaba vinculada a la participación política o el ejercicio de la ciudadanía, al punto tal de graficar su anhelo de un “Presupuesto Participativo” que abarque toda la sociedad brasileña.
Para los entrevistados del PT, la democracia es un principio positivamente valorado, ya que consideran que este partido se formó como herramienta para luchar contra la falta de democracia y libertad en el mundo del trabajo, pero también con el anhelo de una futura “sociedad socialista y democrática”6. En las resoluciones del PT, inclusive se enfatiza que la ampliación de derechos y la inclusión a través de la participación es la forma “petista” de gobernar7.
Para la CUT, la democracia es un valor fundamental que ciertamente coincide con las posiciones de Lula y el PT. Sin embargo, su definición es más ajustada: primero, porque toda democracia posee un componente “socialista”8; segundo, porque indefectiblemente debe ser “participativa”; tercero, porque debe incluir también el ámbito de la producción económica y de la construcción institucional del sindicalismo9.
La igualdad es otro de los principios fundamentales en los discursos de Lula, entendida como la posibilidad de revertir situaciones asimétricas de poder, especialmente el desnivel histórico entre pobres y ricos, o mujeres y hombres. En cuanto a los primeros, la igualdad se obtendría a través de una profunda distribución de la renta y la expansión de políticas sociales inclusivas10. En cuanto a la igualdad de género, Lula únicamente se refirió a la equiparación de oportunidades en el mundo del trabajo, especialmente a través de iniciativas gubernamentales como el “Pronaf Mujer” que, en su mirada, permitirían que ellas pudieran desplegar sus propias iniciativas productivas.
Para los petistas entrevistados, la igualdad es un valor constitutivo de la identidad del PT, tal y como lo argumenta el ex presidente del PT, José Genoíno (2009): “O PT evoluiu ao longo desses 29-30 anos mantenendo uma identidades com a luta pela igualdade social”. Para el PT y sus dirigentes, el anhelo de una sociedad igualitaria implicaba el combate contra la explotación y la discriminación. La igualdad fue considerada como uno de los principios rectores de las iniciativas del gobierno Lula, evidente por ejemplo en el plan “Bolsa Familia”, el aumento del salario mínimo y el aumento de las jubilaciones, entre otras. Esta cosmovisión sobre la igualdad como principio nodal de su nosotros axiológico se ve reflejada en el siguiente fragmento de la resolución del PT del 22/05/2006:
“Ao mesmo tempo, dialogamos com dois princípios básicos da sociedade socialista que pretendemos construir: uma democracia superior à democracia liberal e políticas que buscam superar as desigualdades econômicas e sociais existentes sob o capitalismo. Dessa forma, associamos às realizações de governo a construção de uma nova cultura política, de homens e mulheres que participam, mobilizam-se socialmente em busca de direitos individuais e coletivos” (Resolución del PT del 22/05/2006).
Desde la óptica sindical, al igual que Lula y el PT, la igualdad es un valor destacado en la formulación de su identidad. Para la CUT, la construcción de una sociedad justa suponía implantar a la igualdad como piedra de toque de la política. Los dirigentes sindicales entrevistados piensan esta noción como valor central en las oportunidades del mercado de trabajo, la equidad frente a la distribución de la renta, e inclusive la paridad entre trabajadores en el marco del debate sobre la reforma previsional11.
En su función de estadista, Lula también expuso la importancia de ciertos valores fundamentales como por ejemplo el desarrollo y la concreción de un nuevo rol del Estado. Para el ex sindicalista el desarrollo era el derivado de un esfuerzo de la sociedad y no el resultado de una iniciativa estatal. Las medidas gubernamentales llevadas adelante como, por ejemplo, la expansión de la obra pública en regiones más atrasadas, la asociación publico privado cuando el Estado no puede afrontar únicamente el gasto público, la expansión de las políticas sociales, encontraban en el desarrollo su fin último. Esto implicaba, además, plasmar una nueva perspectiva en torno al rol del Estado, en tanto igualador y protector social; es decir, brindando servicios y generando oportunidades para los que menos tienen y equiparando las desigualdades que el mercado producía12.
Para los petistas entrevistados es necesario reforzar el rol del Estado en pos de fortalecer la economía, distribuir la renta y generar empleo. Esta mirada sobre una nueva función del Estado que comparten el presidente y el PT en su conjunto, se plasma en los posicionamientos institucionales del partido, no solo durante el primer mandato de Lula, sino también antes de su llegada a Brasilia:
“Considerando a necessidade do PT desenvolver políticas públicas específicas aos estados, em particular as políticas de segurança pública, desenvolvimento econômico regional, integração macro-regional (...) Considerando a necessidade do PT articular um projeto de desenvolvimento nacional com os projetos de desenvolvimentos macro-regionais capazes de enfrentar as questões das desigualdades regionais da nação brasileira” (Resolución del PT del 11/03/01).
“A retomada do desenvolvimento e a geração de emprego, proposta central do nosso programa, precisam tornar-se prioridade absoluta do nosso governo. O Brasil precisa sair da armadilha do baixo crescimento” (Resolución del PT del 24/03/03).
Para los sindicalistas entrevistados, el diálogo social que inaugura el gobierno Lula implica rediscutir tanto el modelo de desarrollo a instaurar como también la función que va a adquirir el Estado en este nuevo contexto13. Para exponentes sindicales de la CUT como López Feijóo (2009), poner nuevamente al Estado como motor del desarrollo implicaría revertir el debilitamiento que llevaron adelante los gobiernos previos a 2003. Por eso, consideran positivas algunas iniciativas vinculadas al desarrollo como la expansión de la obra pública (con el Programa de Aceleración del Crecimiento) o de las políticas sociales (como el “Fôme Zero” o el “Bolsa Familia”), en las cuales el Estado incide en favor del desarrollo14.
Asimismo, el presidente Lula ponía el énfasis en valores como lo nacional y el optimismo, fuertemente emparentados entre sí, puesto que la confianza en el trabajo y la producción nacional era lo que permitía fortalecer el optimismo, lo cual retroalimentaría la mirada positiva sobre lo nacional15. Para Lula, el optimismo suponía recuperar la autoestima de Brasil, para lo cual era necesario construir una imagen de pueblo serio y trabajador, teniendo al desarrollo de la ciencia, la industria, la tecnología, o la investigación como ejemplos de aquello que podía hacerse bien, más allá de la imagen habitual de Brasil vinculado a la alegría del carnaval o el éxito deportivo16.
El valor del optimismo y lo nacional se reconocen de manera fácil en la perspectiva de los dirigentes petistas entrevistados cuando, por ejemplo, el diputado paulista del PT Antonio Mentor (2009), señalan que defender la soberanía nacional frente al modelo neoliberal implicaba la “reconquista nuestra autoestima en cuando nación”. Igualmente, para los sindicalistas, aludir a lo nacional suponía combatir la injerencia de los Organismos Multilaterales de Crédito en el curso económico, desmontar la dependencia del capital financiero internacional, e inclusive enfrentar iniciativas que consideraban imperialistas como el ALCA17.
En el discurso de Lula, sin lugar a dudas, el cambio fue el principio o valor nodal por antonomasia de su “nosotros axiológico”. Primero, porque consideraba que él mismo era la representación del cambio, pero también porque la victoria electoral de 2002 era una manifestación de que la sociedad en sí misma se estaba transformando después de varias generaciones18. Para el ex sindicalista, todo proceso de cambio implicaba disponer de paciencia y perseverancia, porque las transformaciones acontecen tras una una labor mancomunada y continúa impulsada socialmente19.
Así, de forma reiterada, Lula declaró que su idea de cambio no era la de un milagro o un viraje “a todo o nada”, sino más bien configurar una oportunidad para contrariar intereses, acabar con los privilegios y corregir las injusticias20. Es decir, planteaba que aquello a ser transformado tenía fuertes raíces sociales y, por ende, todo planteamiento sobre lo “nuevo” debía tomar en cuenta la reacción conservadora de quienes defienden lo “viejo”, por lo cual las modificaciones, aunque lentas, implicaban romper progresivamente la inercia. Este argumento se manifiesta con claridad en el siguiente párrafo de uno de sus discursos:
“Eu, quando jogava bola, não fui um jogador do nível que eu pensava que era, mas eu sempre queria acabar com o jogo no começo, marcar todos os gols possíveis. Aí, eu percebi que tem goleiro adversário, que tem lateral e que é preciso ter paciência para marcar o gol. O que é importante é o que diz o Parreira: “Não perder a bola já é um indício extraordinário de que você vai ganhar o jogo”. (Discurso de Lula del 05/07/04).
En consonancia con lo dicho, constantemente Lula enfatizó la idea de la reforma, no tanto como una vía para modificar puntualmente la realidad, sino como una manera para poner en marcha soluciones estructurales. El cambio, para ser duradero, debía ser el resultado de una negociación y consenso, por lo cual instaba a sus bases sociales a que “reivindiquen de más” a sabiendas de que no siempre se obtenía lo que se quiere, pero sin lo cual la consciencia del cambio no se sostenía en el tiempo21. En sus discursos, la reforma a la que mayor tiempo le dedica es a la agraria, ya que la consideraba un compromiso histórico. En consonancia con su mirada incremental y negociada del cambio, el presidente Lula planteaba que dicha reforma, aunque urgente, tenía que ser el resultado del diálogo entre los actores insertos en la problemática, más allá de las políticas públicas implementadas afines de la reforma22.
Para los dirigentes del PT, el cambio es un valor evocado positivamente de forma recurrente. José Genoíno, por ejemplo, coincide con la idea del ex presidente brasileño en cuanto a la gradualidad del cambio, como lo expresa a continuación:
“A experiência do PT é uma espécie de reforma processual, temos um movimento de etapas, um processo, não é de ruptura por causa da correlação de forças, por causa da própria concepção que o PT tem da luta eleitoral e democrática, mas nós estamos descongelando o país” (Genoino, 2009).
La gran mayoría de los dirigentes del PT creen que los resultados del cambio llegarán, incluso, una vez terminado el mandato presidencial de Lula, porque estos no se producen con una victoria presidencial, sino más bien con la autoconciencia y presión social de la orientación del cambio, aunado a la configuración de una correlación de fuerzas necesarias para hacerlos plausibles en el tiempo 23.
Para los petistas, la consigna Terra, Trabalho e Liberdade es el horizonte ulterior del cambio, sin que ello obnubile los logros obtenidos por el gobierno en cada uno de estos ámbitos. Este argumento puede observarse condensado en el siguiente posicionamiento institucional del partido:
“A inclusão social, o combate à pobreza, a distribuição de renda, serão alcançadas com reformas econômicas e sociais. Entre estas reformas, há algumas (como a Reforma Agrária, a Reforma Urbana e a democratização da comunicação de massa) que abrem o caminho para uma mudança na estrutura de propriedade existente no país e que ajudam na constituição de um grande mercado de bens de consumo de massas. As políticas de transferência de renda por meio do Estado serão necessárias por muito tempo. Tenderão a perder seu peso, no entanto, na medida em que o Brasil avançar na constituição de um Estado de Bem Estar. No campo brasileiro, essa estratégia de desenvolvimento supõe aprofundar a reforma agrária com fortalecimento da agricultura familiar e a efetivação da demarcação das terras indígenas e quilombolas permitindo um desenvolvimento sustentável e respeitadas as particularidades culturais” (Resolución del PT del 22/05/06).
Los dirigentes de la CUT entrevistados, coinciden discursivamente tanto con la centralidad del cambio como con la velocidad del mismo que anteriormente manifestaron Lula y el PT. López Feijóo destaca que era falaz la idea de que la victoria del PT suponía la obtención por decreto de las principales transformaciones anheladas por el partido y la Central. Para el sindicalista, la maquinaria estatal no solo era un engranaje difícil de transformar radicalmente, sino también porque cualquier cambio es el resultado de un juego constante para alterar el status quo con múltiples obstáculos24.
La importancia del diálogo para implementar las reformas, es un ejemplo recurrente entre la dirigencia de la CUT, especialmente para manifestar que desde 2003 se llevaba a cabo un cambio gradual pero profundo. Ahora bien, aunque los cutistas entrevistados reconocen la dificultad para llevar adelante las transformaciones programadas, en los postulados institucionales de la CUT se hace manifiesta una demanda de viraje radical, especialmente en temas diversos como la CLT, la desigualdad, la reforma agraria, entre otras cuestiones, que sustenten un “proyecto alternativo, democrático, popular y socialista”25.
OTROS
Los valores y principios considerados de forma negativa en el discurso de Lula y sus aliados sociales y políticos eran amplios y heterogéneos; sin embargo, al igual que muchos otros presidentes del giro a la izquierda latinoamericano, la figura del “modelo” fue el referente inicial donde se materializaba ese “otros axiológicos”, tal y como puede observarse en el siguiente extracto del primer discurso de Lula como presidente:
“Diante do esgotamento de um modelo que, em vez de gerar crescimento, produziu estagnação, desemprego e fome; diante do fracasso de uma cultura do individualismo, do egoísmo, da indiferença perante o próximo, da desintegração das famílias e das comunidades, diante das ameaças à soberania nacional, da precariedade avassaladora da segurança pública, do desrespeito aos mais velhos e do desalento dos mais jovens; diante do impasse econômico, social e moral do país, a sociedade brasileira escolheu mudar e começou, ela mesma, a promover a mudança necessária” (Discurso de Lula del 01/01/03)”.
Luego de este discurso de asunción presidencial, Lula no recuperó durante el resto de su gobierno la noción del “modelo” como epicentro de los valores y principios de tipo negativo, como sí lo hicieron institucionalmente el PT y la CUT, inclusive adjetivándolo de “neoliberal”. Para los petistas, el modelo del neoliberalismo alude a la desigualdad y la exclusión social, al desguace del Estado, a la falta de pluralismo, a la dependencia internacional, entre tantas otras cuestiones26. Aunque en las alocuciones de Lula el carácter “neoliberal” del modelo no se explicitaba, los valores que él evocaba negativamente coincidían plenamente con lo que los petistas y cutistas asignaban al neoliberalismo27. Para el mundo sindical el “modelo neoliberal” era el “otro” por antonomasia, como puede verse en la mirada de a uno de los miembros de la directiva nacional de la CUT:
“Para nós está claro o embate, nós temos um modelo, chamado modelo neoliberal, que tem a sua, digamos, carta de princípios histórica, o Consenso de Washington, que foi o responsável pelas privatizações, pela história de que o Estado atrapalha por tanto o Estado deve ser mínimo, que foi responsável por transferir a obrigação de políticas sociais importantes para a iniciativa privada, o capital. Então, educação em péssima qualidade significa a criação de muitas escolas privadas, saúde que não funciona significa criação de medicina privada, segurança que não funciona significa, essa filosofia que o Estado deve sair de tudo e o mercado resolve, deu na crise que estamos vivendo. Esse foi o embate em 2002, esse foi o embate em 2006” (López Feijóo, 2009).
En el discurso de Lula, otros disvalores o males recurrentes de Brasil que obstaculizaban el desarrollo de una ciudadanía planea eran: el hambre y la pobreza28. Para él, el combate a ambos flagelos debía ser una causa nacional con correlato internacional, ya que era erróneo considerarlos un problema innato a las zonas subdesarrolladas29. En el caso del PT, en este punto hay una fuerte coincidencia programática y argumentativa, como puede advertirse en esta resolución partidaria del 15 de marzo de 2003:
“O PT sempre defendeu que: 1. Para resolver a fome no Brasil é preciso associar o objetivo da política de segurança alimentar com estratégias de desenvolvimento econômico e social que garantam equidade e inclusão social; 2. É necessário um novo modelo econômico que privilegie o crescimento com distribuição de renda, de modo a recuperar o mercado interno do país com geração de emprego, melhoria dos salários e recuperação e poder aquisitivo do salário mínimo; 3. É indispensável implantar políticas diretas para atender às famílias necessitadas que diariamente sofrem pela fome e pobreza. O Programa Fome Zero do Governo Lula propõe uma política de Segurança Alimentar para o Brasil que tome como base a associação de três grupos de políticas:1. Políticas estruturais, voltadas para as causas mais profundas da fome e da pobreza; 2. Políticas específicas, que devem atender diretamente às famílias que não tem regularidade necessárias; 3. Políticas locais, que podem ser implantadas imediatamente através das prefeituras e da sociedade (Resolución del PT del 15/03/03)”.
La sintonía discursiva de la CUT con las cosmovisiones de Lula y el PT eran manifiesta en este punto, al considerar a la pobreza y la miseria como el resultado de las políticas neoliberales, como la reducción del gasto social para pagar los intereses de la deuda con los Organismos Multilaterales de Crédito30.
En concordancia con su mirada sobre la responsabilidad de los países centrales en la lucha contra el hambre y la pobreza, Lula señalaba que otro de los disvalores a combatir era la dependencia -especialmente económica- de países como Brasil frente a instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI), o los mercados internacionales, entre otros, que forzaron a la población y a la elite dirigente hacia una postura de minoridad o de “caminar con la cabeza gacha”31.
Existe con Lula, una vez más, una coincidencia plena en el caso de los dirigentes partidarios entrevistados32. Sin embargo, resulta interesante observar cómo la dependencia económica es para los petistas el derivado de un principio superior: el imperialismo33. Para la CUT, la dependencia es un disvalor que se potencia en el modelo neoliberal, pero que rememora a épocas de sumisión y colonización económica de los países periféricos de la historia pre-independentista34. Tal y como lo planteara el PT, la central puso también el acento en que la dependencia económica era parte de un “proyecto imperialista”, como puede verse extractado a continuación:
“CUT sempre condenou a dívida externa como um instrumento de dominação do imperialismo que estrangula a nação brasileira, afirmando em seus sucessivos congressos que ela é ilegítima, já foi paga, não é do povo. Esta é a base de sua posição pelo não-pagamento da dívida externa” (8º Congreso Nacional de la CUT, 2003).
Esta argumentación en torno a la dependencia, tiene en los discursos de Lula un fuerte correlato con su idea de que, en las últimas décadas del siglo XX, primó un discurso que debilitó el sentido de lo propio o nacional en pos de entrar en la globalización35. El anti-estatismo fue justamente un derivado de ello, ya que implicaba ceder espacio al mercado, lo cual terminó generando el debilitamiento de las condiciones para el desarrollo y un Estado que permitía el crecimiento de la marginalidad y la desigualdad36.
Para los petistas entrevistados, este anti-estatismo del “modelo neoliberal” se tornaba manifiesto en la privatización de las empresas públicas, que era un ejemplo cabal de cómo lo público se desdibujó y el Estado como articulador de la solidaridad social se horadó por completo previo a la llegada de Lula al gobierno37. Para la CUT, el panorama es similar, anexando inclusive que el desguace del Estado en las décadas previas implicó la pérdida de derechos individuales y colectivos y una profundización de la desigualdad social preexistente en Brasil38, como puede observarse a continuación:
“Um dos aspectos centrais no processo de globalização neoliberal tem sido a busca incessante da redução do papel do Estado como regulador e promotor do processo de desenvolvimento econômico e social nos diferentes países, assim como no Brasil. O “Estado mínimo” como perspectiva neste contexto nada mais significou do que um atentado do “supremo mercado” contra a soberania nacional e a democracia, com maior intensidade nos países em desenvolvimento” (8º Congreso Nacional de la CUT, 2003)”.
A lo largo de la enumeración de los disvalores que configuran en clave axiológica al “otro”, la evocación a la desigualdad es recurrente en los discursos de Lula; sin embargo, para él, las raíces de este problema eran de larga data o propias de una longeva cultura de exclusión, injusticia y privilegios39. Obviamente para Lula, esta desigualdad sempiterna se reforzó en las décadas previas al 2002, especialmente porque los gobernantes, por un lado, la concibieron como el resultado de un devenir económico, y no producto de una voluntad política; y, por el otro, porque priorizaban una vinculación de carácter asimétrico a nivel internacional, antes que aliarse regionalmente con aquellos que eran similares a su país40. Para la la CUT, aunque el panorama descrito por Lula era el correcto; el diagnóstico de la desigualdad sobrevenía como un derivado del “modo de producción capitalista” en el que la concentración del capital, de la renta y de la tierra hacía naufragar a los trabajadores, los desocupados y las minorías41.
Por último, es reconocible en el discurso de Lula dos disvalores que hacen parte de su horizonte identitario, como fueron el pesimismo y la defensa del status quo. En cuanto al primero, este era una constante imperante en la elite política que gobernó el país durante muchos años, que implícitamente apostaban a que todo salieran mal, y que se acrecentó especialmente durante su propio gobierno, como puede verse extractado a continuación:
“Aquelas pessoas azedas, aquelas que estão sempre torcendo para acontecer uma desgraça para terem razão, aqueles que passam 24 horas por dia acreditando que as coisas não têm que dar certo, não podem dar certo, porque senão alguém vai ganhar politicamente com isso” (Discurso de Lula del 28/07/05)”.
Esta perspectiva es compartida por los petistas entrevistados, aunque ellos puntualizan en el Partido del Frente Liberal (PFL) y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) lo que en el discurso de Lula era una alusión tácita a los “pesimistas” o agoreros del status quo42.
Para Lula, la defensa del status quo era un principio muy enraizado en la cultura sociopolítica brasileña, al punto tal de configurar lo que él denomina la “tradición del no” o abnegación frente a cualquier propuesta de cambio43. Ahora bien, aunque los dirigentes del PT entrevistados comparten este panorama descrito por Lula, para ellos el ritmo del cambio durante su propio gobierno también puede ser leído con los mismos lentes que Lula critica. Por ende, si en el discurso de Lula el peso del status quo era un principio exógeno sobre su gobierno que obstaculizaba sus iniciativas, para muchos dirigentes partidarios este disvalor muchas veces se imbricaba dentro del gobierno y, por ende, explicaba mejor porqué el status quo no se había modificado44.
Para la CUT, tanto el pesimismo como la defensa del status quo fueron disvalores centrales de su “otros axiológicos”. Sin embargo, para la Central, la figura de la “elite conservadora” era quien apostaba al fracaso de todo intento de transformación, como en este caso el del gobierno Lula. Inclusive, durante el 8º Congreso Nacional de la CUT, llegó a formularse la tesis de presenciar un panorama de “continuidad sin continuismo” o de social neoliberalismo, en el cual los sectores conservadores en Brasil buscaban continuar con el modelo, aunque con incluyendo una sensibilidad mayor respecto de los problemas sociales45.
CONCLUSIONES
Tras veinte años de construcción de una oposición política sin precedentes en la historia brasileña contemporánea, Lula, el PT y un conglomerado de apoyos sociales entre los que destacaba la CUT, logró en el año 2002 una victoria electoral inusitada que los emplazó en el gobierno durante algo más de una década. Sin embargo, este apogeo desembocaría en un marasmo y crisis política, tras el encarcelamiento de muchos dirigentes del PT en el marco del juicio del Mensalão en el 2012, un fuerte encono popular contra el gobierno entre 2013 y 2015, el juicio y destitución política de Dilma Rousseff en el año 2016 y, finalmente, el encarcelamiento de Lula en el año 2018.
Ahora bien, a lo largo de este trabajo, se ha observado como la sinergia de cosmovisiones entre el PT, la CUT y Lula - a pesar de su moderación discursiva- respecto a los horizontes valorativos que construyen su alter-ego, configuraron un ethos de grupo o trasfondo identitario con pretensiones de continuidad a lo largo del tiempo. Es decir, aunque la construcción de identidades sea un proceso de bricolaje con múltiples intersecciones, inicios y finales, o inclusive sensible a los avatares y derroteros de la coyuntura, en este caso analizado la convergencia de opiniones entre Lula-PT-CUT se manifiesta en su momento de mayor visibilidad, de una manera profunda y extendida como para suponer que este vinculo perdurable no sea capaz de trascender al ocaso gubernamental. Tal vez, una muestra de ello, pueda ser el ingente caudal electoral que poseía Lula -independiente de su proscripción por la ley de “Ficha Limpa” - para las elecciones presidenciales de 2018, o el extendido apoyo del otrora “novo sindicalismo” ante el encarcelamiento del ex presidente.
Empero, tal y como lo señala el epígrafe de esta sección, es posible dudar o incluso arropar con un halo de misterio, al devenir inconcluso de la actual crisis política brasileña y con ella al vínculo identitario entre Lula-PT-CUT, no solo por la afrenta actual sufrida a cada uno de los términos (encarcelamiento, corrupción, burocratización, viraje ideológico, debilitamiento del mundo del trabajo, entre otros), sino también por el impacto que esto puede tener en la configuración de un horizonte de sentido compartido en términos valorativos respecto a ¿quienes somos/son?
Por ende, si en su discurso previo a su encarcelamiento, Lula evocó la potencia del sueño de transformación que él, su partido y sus apoyos sociales habían mentado y tratado de llevar a cabo, en el marco de esta crisis voraz de rasgos inusitados en la historia brasileña, parece más acertado, parafraseando a Walter Benjamin (1993):190, señalar que: “Cada época no sólo sueña la siguiente, sino que soñadoramente apremia su despertar”.