La producción científica del presente se nutre de lo previamente investigado, por lo que mediante el uso de las citas se le da crédito a lo publicado con anterioridad. El número de citas que recibe dicha producción es la principal métrica para el impacto. Cada año se divulga una gran cantidad de trabajos de investigación, pero solo una muy pequeña proporción es de alto impacto. Para Tahamtan, Safipour y Ahamdzadeh (2016), los factores que explican las citas se agrupan en tres categorías: a) "factores relacionados con el papel", en los que se enlistan cuestiones como las características físicas de la revista (papel, número de páginas, etc.), la novedad y el interés del tema sobre el que se escribe, sus características y campo disciplinar de los estudios, la metodología empleada, el tipo de documento, las características de los resultados y la(s) discusión(es) planteada(s), el uso de figuras y apéndices, los metadatos, las referencias, y la accesibilidad y visibilidad de los trabajos; b) "factores relacionados con la revista", en lo referente a factor de impacto, idioma de la revista, alcance de la publicación y forma de publicación; c) "factores relacionados con el autor" en cuanto al número de autores, reputación, formación académica, autocitaciones, nivel de colaboración en los ámbitos nacional e internacional, nacionalidad, características demográficas, productividad y financiación de sus investigaciones. En la misma línea de trabajo, Erikson y Erlandson (2014) explican que los motivos para la citación se resumen en cuatro: a) argumentación, b) alineamiento social, c) alineamiento mercantil y d) datos.
De ahí se deduce que factores o motivos como la calidad del documento consultado, el factor de impacto de la revista en que se publicó, el número de autores, la visibilidad, los índices de colaboración internacional, entre otras razones, podrían ser características que inducen a generar una cita.
Trabajos como el de Guerrero-Bote y Moya-Anegón (2014) desmitifican que la descarga de artículos y la citación estén plenamente relacionados, al afirmar que esto depende del área del conocimiento que se analice, y que las descargas básicamente tienen que ver con la difusión que tengan las revistas dentro de la comunidad científica a la que sirven.
En el caso de las revistas de negocios y administración, Vogela, Hattke y Petersen (2017) encuentran que la interdisciplinariedad (Mercado, Cernas y Nava, 2016) y la capacidad de innovación se relacionan positivamente con la publicación en revistas mejor clasificadas.
También encuentran que los métodos cuantitativos son bien valorados en el momento de publicar en las mejores revistas.
En cuanto al impacto en esas mismas áreas del conocimiento, Mingers y Lipitakis (2010) concluyen que la calidad del conocimiento producido en las áreas de negocios y administración debería basarse en el impacto de la investigación en vez de dónde se publica, lo cual es mejor valorado por los académicos según lo evidenciaron Salter, Salandra y Walkerc (2017). De ahí que Mingers y Lipitakis (2010) concluyen que Web of Science (WoS) no debe utilizarse para medir el impacto de la investigación en gestión, a pesar de que Google Scholar, siendo menos confiable a criterio de quienes investigaron, tiene una cobertura mucho mejor para sacar métricas de impacto.
Parece claro que no está dicha la última palabra en el tema, sobre todo para revistas de ciencias sociales que no hacen parte de la corriente principal, campo en el que existe mucho por investigar, aunque estos hallazgos dan luces sobre algunas de las razones por las cuales se citan documentos científicos y la importancia que estos tienen.