INTRODUCCIÓN
Según la Organización Internacional del Café (OIC, 2016), para el periodo 2015-2016, la producción mundial de café pergamino seco (cps) fue de 8,88 millones de toneladas, con un aumento del 0,9% respecto al periodo 2014-2015; esta producción, ubica, en primer lugar, a Brasil, con 2,3 millones de toneladas, seguido de Vietnam, con 1,7 millones de toneladas y Colombia, con 840 mil toneladas. El sector cafetero ocupa un renglón importante en la economía mundial (Hernández, 2009), ya que se produce en más de 80 países de Latinoamérica, África y Asia (Panhuysen & Pierrot, 2014). Desde mediados del siglo XIX, el sector cafetero colombiano, se ha convertido en uno de los pilares de la economía del país, ocupando los primeros lugares entre los productos agropecuarios destinados a la exportación (Piñeros, 2016).
El café es uno de los productos más importantes de la agricultura, debido a la demanda que existe por parte de los consumidores. El cultivo, se caracteriza por requerir mucha mano de obra familiar, con predominio de mujeres y por cultivarse en pequeña escala (Panhuysen & Pierrot, 2014); contribuye a la subsistencia de más de 20 millones de familias campesinas e involucra a más de 100 millones de personas en su producción, pos-cosecha y comercialización (McNougher, 2013).
En Colombia, para el 2016, el área establecida con café era de 777.704ha cultivadas (Agronet, 2018), generando cerca de 785 mil empleos directos en el sector rural, correspondiente al 26% de los empleos generados por las actividades agrícolas (FNC, 2014b). Para este mismo periodo, Nariño contaba con 32.750ha de café en producción, que representan, aproximadamente, el 4,21% del área cafetera nacional, con un rendimiento de 1,09t.ha-1, superior al promedio nacional (1,06t.ha-1).
Durante los últimos años, las políticas cafeteras del país han promovido el consumo, la consecución de nuevos mercados y el fortalecimiento de la educación rural, con miras al continuo crecimiento del producto en los diferentes mercados y con perspectivas de mejorar la calidad de vida de los caficultores (FNC, 2014b).
De igual forma, la Federación Nacional de Cafeteros, en alianza con sus clientes y financiadores, como Nestlé, Nespresso y Cenicafé, ha desarrollado proyectos sociales, enfocados a promover la sostenibilidad del ingreso de las familias cafeteras, mediante programas y proyectos de inversión, en competitividad, en infraestructura comunitaria y domiciliaria, en educación, en capacitación, en protección del medio ambiente, en protección social, en fortalecimiento gremial y en conectividad (FNC, 2014b).
En Nariño, esta actividad genera, anualmente, 27.000 empleos directos (FNC, 2014a); el 40% del suelo de la zona cafetera nariñense, se encuentra cultivado con café y el 60% restante cuenta con cultivos de caña panelera, maíz, fríjol, plátano, reservas forestales y pastos no tecnificados (CCN, 2014). La distribución de la tierra es minifundista; el 86,5% de los predios rurales tienen menos de 10has (CONPES, 2014); en cuanto a la producción cafetera de Nariño, se da en predios que, en un 96%, son menores de una hectárea y solo una porción de la misma es utilizada en el cultivo de café (Burgos, 2015). La distribución de la tierra es básicamente minifundista y la tenencia de la tierra es del 80%, propietarios; el 18%, aparceros y el 2%, arrendatarios (Viloria, 2007).
Existen cultivos de café en 41 de los 65 municipios del departamento, donde hay, aproximadamente, 54.772 fincas, con un estimado de 39.423 productores, que representan el 7,1% de los cafeteros del país (CCN, 2014; FNC, 2016).
El manejo del cultivo en Nariño, se realiza de forma tradicional, estrechamente relacionado con la cultura y la economía familiar. En la actualidad, tras la ejecución de programas fomentados por la Federación Nacional de Cafeteros y el Gobierno Nacional, alianzas con entidades privadas, subsidios a productores pobres y créditos cafeteros, se ha tecnificado un alto porcentaje de las pequeñas fincas; sin embargo, el nivel de tecnificación no es elevado, pues, en muchos casos, solo es soportado por asesorías técnicas y sistemas de riego, medianamente tecnificados (Burgos, 2015); la asistencia técnica es limitada, se usan técnicas tradicionales de beneficio y de poscosecha y el apoyo en infraestructura, en equipos y en maquinaria para el procesamiento del grano, es limitado (Rodríguez-Camayo et al. 2015; Martínez, 2004). A pesar de las condiciones precarias y las dificultades técnicas y de comercialización de los caficultores nariñenses, el departamento de Nariño cuenta con potencial en la producción de café de excelente calidad tipo Gourmet, con características diferenciadoras en sabor y en aroma (Burgos, 2015), que le han permitido posicionarse en los diferentes mercados internacionales. Con la catalogación del café de Matituy, como el mejor café del mundo, en los años 50, se inició un trabajo arduo para mantener las características que le otorgan una calidad especial (FNC, 2010), logrando diferentes reconocimientos, a nivel mundial y una aceptable estabilidad socioeconómica de las familias cafeteras. La connotación de café especial es una alternativa de los productores del sur, para consolidarse en los mercados internacionales.
La caficultura es el proyecto de vida de muchos productores, que confían en que este commodity (materia prima o bien transable en el mercado de valores) continúe, como uno de los más importantes para muchas economías emergentes (Paiva, 2000; Hatanaka et al. 2005; Maurice & Davis, 2011). A pesar de las dificultades, muchas familias dependen del cultivo del café como medio de sustento y han desarrollado toda una cultura del café, de donde provienen varias de sus tradiciones y prácticas, ligadas a la cotidianidad de su cultivo, el procesamiento y la distribución (Silva & Trejos, 2016).
La generación de planes de mejoramiento orientados al bienestar de los productores del sector cafetero, requiere del conocimiento real de la situación socioeconómica de estos agricultores, razón por la cual, se realizó este estudio, a partir de la pregunta ¿Cuáles son y cómo se relacionan las variables socioeconómicas que definen al sector cafetero del departamento de Nariño?
MATERIALES Y MÉTODOS
La investigación, se realizó en el 2015, en los ecotopos cafeteros 220A (Latitud Norte: 1°21’ - 1°42’) (La Unión y Buesaco) y 221A (Latitud Norte 1°05’ - 1°36’) (La Florida, Sandoná y Consacá), localizados en el departamento de Nariño. Inicialmente, se revisaron estadísticas de la Federación Nacional de Cafeteros de la región, que permitieron establecer un marco muestral de 16.767 unidades de productivas cafeteras (UPC) y un tamaño de muestra de 159 UPC, mediante la utilización de la fórmula propuesta por Scheaffer et al. (2007). Para la distribución de las 159 encuestas, se tuvo en cuenta el porcentaje de participación de las UPC en los dos ecotopos; en el ecotopo 220A, equivalente al 54,3% del total de cultivadores de café en los municipios citados (86 encuestas) y en el ecotopo 221A, correspondiente al 45,7% (73 encuestas).
Para la recolección de la información, se utilizó un formato de encuesta, diligenciado mediante entrevista personal y observación directa de las UPC. El formulario de encuesta contempló 58 variables, las cuales, eran de tipo económico (24), social (29) y tecnológico (5). Se definieron con base en el sistema productivo de café, orientadas a la identificación y valoración de aspectos relacionados con: tenencia de tierra, componentes de la finca, productividad, manejo técnico del cultivo, proceso de cosecha y poscosecha, estimativo de costos de producción, comercialización del producto, recurso humano, gestión agroempresarial, integración de actores de la cadena, instituciones de apoyo, organización social, grupos etarios, educación, vivienda, infraestructura y conocimiento de políticas agropecuarias, cuyas respuestas fueron estructuradas de forma categórica, para la aplicación de un análisis de correspondencias múltiples (ACM) y análisis de clasificación, con base en las distancias de Ward, utilizando el software SPAD 5.6 (Ríos et al. 2004; Chávez et al. 2010).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Ecotopo 220A. El análisis descriptivo de las variables cualitativas para el ecotopo cafetero 220A mostró que un 74,4% de las fincas tienen menos de 3has cultivadas con café, confirmándose el carácter minifundista de los cafeteros, expresado por Becerra (2010) y Dussán et al. (2006), que afirman que los predios con áreas menores a 5has en café representan el 95,2% de las fincas del país. El 50% de las viviendas tienen techos de eternit y zinc, predominando los pisos de cemento (62,8%); el 83,7% de las viviendas cuentan con servicios públicos de energía eléctrica y acueducto; el 84,9% tienen unidad sanitaria y un 57%, cocinan con gas. En contraste, Aristizabal & Duque (2008) reportan que el 100% de los productores de la zona central cafetera en Colombia cuentan con energía eléctrica; un 64%, con acueducto; un 67%, con línea telefónica y la fuente de combustible más usada para cocinar, es gas.
En cuanto a la producción, el 72,1% de las UPC producen entre 1.001- 2.000kg.ha-1 y el 38,4% (se podría poner medias y la desviación estándar, por ejemplo, 1.000±300kgha-1) de los productores tienen costos inferiores a COP1.500.000ha-1 (USD544,83); el 62,8% de los caficultores asisten a capacitaciones, realizadas por instituciones de economía mixta (61,6%). Un 52,3% de las viviendas están habitadas por familias compuestas entre 4 y 7 personas y un 44,2%, poseen solo educación primaria.
El análisis del histograma de valores propios (Tabla 1) permitió seleccionar los primeros tres factores que explican, en conjunto, el 34,9% de la variabilidad, debida a las variables cualitativas. El análisis de correlación variable-factor (Tabla 2) permitió establecer que las variables que más contribuyeron a la conformación del factor 1, fueron: tipo de techo, tipo de piso, combustible para cocinar, servicios domésticos y sanitarios y número de personas que viven en la finca. Estos resultados demuestran que las variables de tipo social son las más importantes en la conformación de este componente. Las principales variables que aportaron a la conformación del factor dos, fueron: extensión de la finca, área cultivada en café, entidades que realizan las capacitaciones, pertenencia a organizaciones de cafeteros, participación en capacitaciones, lo cual, permite catalogar a este factor como cultural.
Las variables que hicieron el mayor aporte al factor tres, fueron: extensión de la finca, área cultivada con café, asistencia técnica, capacitaciones y costos de insumos ha.año-1, considerando este factor como económico. La ubicación de las variables de tipo social en el componente 1 destaca la importancia de lo social como un indicador que explica, en gran medida, el estado actual de los cafeteros de Nariño; asimismo, determina la importancia de priorizar y de valorar el componente social, en los diferentes proyectos planificados para el sector cafetero en el departamento, ya que, según Bravo-Monroy et al. (2016), la identidad social de los productores, la gestión de las instituciones y las relaciones sociales, son determinantes en el proceso de decisiones. El análisis de clasificación del ecotopo cafetero 220A del departamento de Nariño permitió conformar tres grupos; los individuos agrupados en cada clase, se observan en la figura 1. El Grupo 1 conformado por 39 productores, quienes representan el 45,34% del total, se caracterizó porque el 82,05% utilizan gas como combustible; el 100% de los productores reciben capacitaciones de empresas de economía mixta, donde el 66,97% la recibe de la Federación Nacional de Cafeteros; el 97,44% asisten a capacitaciones; el 74,36% tienen alianzas comerciales y el 76,92% pertenecen a organizaciones cafeteras; el 71,79% de los productores conocen y aplican BPA.
Según la FNC (2013), la articulación de pequeños productores aporta al crecimiento y desarrollo de la agricultura, contribuyendo a la creación de condiciones de progreso, de equidad y de vida digna de los habitantes rurales, reduciendo la pobreza y la inequidad en el campo. Asimismo, la creación de instituciones, como la FNC y de un conjunto de organizaciones prestadoras de servicios a la industria cafetera, como la empresa Alianza Café Nariño SAS, conformada por 11 asociaciones, con 2.500 caficultores, pertenecientes a 14 municipios, donde existen microprocesadores de café, han contribuido, considerablemente, al desarrollo del sector cafetero (De La Rosa, 2011).
En el 2013, el Servicio de Extensión de la FNC atendió en las zonas cafeteras del departamento, de manera individual, en oficinas y fincas, a 52.790 productores y 61.563 caficultores participaron en 3.336 actividades grupales. Se continuó con el programa de certificación de fincas de Rainforest Alliance, seleccionando y adecuando fincas cafeteras del programa Nespresso, en 18 municipios de las zonas Norte y Occidente de Nariño; en el mismo año, había 1.091 fincas certificadas, lo que garantiza, a largo plazo, la economía de los productores, mejorando el ambiente y la productividad (Vanderhaegen et al. 2018). Se destaca que estos productores alcanzan un promedio de 1.451,4kg.ha-1, con una inversión de $1.638.424ha.año-1 (USD597) (FNC, 2014a).
El Grupo 2 corresponde a pequeños productores y está conformado por 36 individuos (41,86%); un 37,14% poseen menos de 1ha de café. Según Pizano Salazar (2001), en Colombia predomina la pequeña explotación cafetera, que provee el 15% de la producción total y aporta, simultáneamente, una parte significativa en mano de obra requerida por los grandes caficultores. El 74,29% de estos productores no asisten a capacitaciones y no reciben asistencia técnica; el 80% no tienen alianzas comerciales; el 77,14% no pertenecen a organizaciones y no aplican BPA. Además, este grupo se caracteriza por presentar una producción de 1.169,2kg.ha-1, con una inversión COP1.682.381,3ha.año-1(USD 498,92). El Grupo 3 está conformado por 11 productores de café, que representan el 12,79%. Las explotaciones cafeteras de este grupo, se caracterizaron por carecer de vivienda, ya que sus propietarios viven en el pueblo más cercano. Su promedio de producción es de 1.587kg.ha-1, con una inversión de COP1.610,874ha.año-1 (USD477,72).
En general, los sistemas de producción del ecotopo 220ª, se caracterizan por la organización y la planificación de los mismos; las viviendas tienden a ser mejoradas en la medida en que se obtienen mejores ingresos y las familias buscan optimizar la calidad de vida, a través del trabajo y el empoderamiento de la caficultura; por ello, se interesan en capacitarse y cuentan con el apoyo de empresas, como la FNC, Fundaciones del sector y comercializadoras de café y agroquímicos. De igual modo, la mayoría de los productores tienen alianzas comerciales y pertenecen a organizaciones cafeteras; los cafetales son bien manejados, a través del conocimiento y la aplicación de las BPA, lo que conduce a que las producciones de café, en el ecotopo 220A, oscilen entre 1.204,8kg.ha-1 y 1.587kg.ha-1, con una inversión entre COP1.670.544ha.año-1 (USD495,41) y COP1.610.874ha.año-1 (USD477,72), sujetas a los sistemas de manejo y la capacidad de inversión de los productores.
Ecotopo 221A. El análisis de las variables cualitativas evaluadas en el ecotopo 221A mostró que el 47,9% de los productores tienen de 1 a 3ha de café; el 75,3% de las viviendas son casas, de las cuales, el 57,5% tienen techo de teja; el 71,2% poseen pisos de cemento; el 63% cuentan con servicios públicos de energía y acueducto; el 74% tienen unidades sanitarias y el 57%, pozos sépticos. El 68,5% de las UPC registran rendimientos inferiores 1.500kg.ha-1 cps y el 46,6% realizan una inversión inferior a COP1.500.000ha-1.año-1 (USD444,83). El análisis del histograma de valores propios (Tabla 3) permitió seleccionar los primeros tres factores que explican, en conjunto, el 37,17% de la variabilidad total; el primer factor explica el 20,42% de la variabilidad, el segundo y tercer factor, el 9,53% y 7,22%, respectivamente.
En el análisis de correlación variable-factor mostró que las variables que contribuyeron en mayor proporción a la conformación del Factor 1, fueron: tipo de vivienda, techo de la vivienda, tipo de piso, combustible para preparar alimentos, servicios domésticos y servicios sanitarios, que permiten identificar al factor, como calidad de vida de los productores. Las variables que aportaron a la conformación del segundo factor o que están más correlacionadas, fueron: extensión de la finca, tipo de vivienda, tipo de piso, tipo de servicio sanitario, sistema de información de precios y aplicación de BPA. El tercer factor estuvo conformado por las variables extensión de la finca, área de café, destino de las aguas servidas y contratación de mano de obra externa (Tabla 4).
El análisis de clasificación de fincas cafeteras del ecotopo 221A permitió la conformación de cuatro grupos bien definidos, caracterizados por su similitud intragrupal y por sus diferencias intergrupales. La conformación de los grupos y sus características, se observan en la figura 2. El Grupo 1 estuvo conformado por 41 productores, que representaron el 56,16% de la muestra total del ecotopo 221A. Este grupo, se caracterizó porque el 89,74% cuentan con servicios de energía eléctrica y acueducto; el 97,94% de sus viviendas poseen piso en cemento y el 92,31% disponen de unidad sanitaria; se puede afirmar que este grupo corresponde a productores con mejor calidad de vida. La producción media obtenida por estos productores es de 1.225,9kg.ha-1, con una inversión ha-1.año-1 de COP1.751.416,05 (USD519,40).
El G2 estuvo conformado por ocho productores, que representan el 10,95% de la muestra; se caracterizan porque un 75% de los productores tienen entre 3,1 y 5has de café y el 100%, se enteran de los precios del café por radio, tv e Internet. La producción media de este grupo es de 1.150,5kg.ha-1 y la inversión de $1.767.629ha-1.año-1 (USD524,20); en el medio, se pueden catalogar como grandes productores, que han consolidado una agroempresa cafetera, con mayor inversión y rendimientos bajos. El grupo 3, lo conforman 12 caficultores, quienes representan el 16,43% de la muestra de estudio. Los productores de esta clase, se caracterizan porque el 100% desconocen las BPA, cocinan con leña (V6=2) y se enteran de los precios del café por los vecinos; el 69,23% de las fincas cuentan con energía eléctrica (V7=1), lo que se aproxima a los datos nacionales del 85,8%, reportados por la FNC (2014b). La producción promedio de este grupo es de 1.002,1kg.ha-1, con una inversión de $1.164.779ha-1.año-1 (USD345,42). Estos productores son los de menor calidad de vida y los que más necesitan del apoyo estatal, para convertirse en más eficientes; los esfuerzos de las entidades encargadas de la transferencia de tecnología deben orientar sus esfuerzos hacia este grupo productivo. El cuarto grupo (G4), conformado por 12 individuos, que representan el 16,43% de la muestra, se caracteriza porque el 92,33% de estas fincas carecen de vivienda. La producción promedio de este grupo es de 1.297,5kg.ha-1, con una inversión de COP1.571.346 ha-1.año-1 (USD465,99). Son productores que viven en el pueblo y manejan su finca a control remoto, reduciendo así su eficiencia productiva.
Del presente estudio, se puede concluir que los métodos multivariados aplicados permitieron determinar y comparar, de forma general, la situación socioeconómica de los cafeteros de los ecotopos 221A y 220A en el departamento de Nariño y su relación con la productividad.
En el ecotopo 220A, las variables de tipo social fueron las que más aportaron al factor 1, mientras que en el ecotopo 221A, fueron aquellas variables relacionadas con la calidad de vida, las que más aportaron a la variabilidad y conformación del componente 1.
La mayor organización y planificación de las fincas, el deseo de mejoramiento continuo mediante la capacitación y la aplicación de normas BPA, se relacionaron con mayor productividad en el ecotopo 220ª. En el ecotopo 221A, se estableció menor tecnificación de los cultivos, menor receptividad a los cambios tecnológicos y menor calidad de vida, en el 16,43% de los productores.