Introducción
Este artículo inició como parte de la investigación sobre el barrio 20 de Julio, en una cartografía artística realizada para la Beca en Investigación en el Instituto Distrital de las Artes (Idartes), en 2021, y como parte de la agrupación Proyecto SUR. La producción del espacio artístico como una forma de habitar un territorio, en el caso del suroriente de la ciudad de Bogotá, presenta procesos de creación, producción y circulación de prácticas artísticas locales, que se convierten en formas de habitar un lugar: prácticas de carácter comunitario, construcción de redes e identidades locales en relación con prácticas culturales, urbanas y de construcción de espacios y eventos en el suroriente de la ciudad.
Si bien el estado del arte frente a la producción artística no es muy amplio, sí existe una reciente documentación de proyectos ganadores de los estímulos de cultura que reposan en los informes de actividades, y los cuales son un acervo documental en Idartes y en la Secretaría de Cultura que dan memorias de los procesos populares comunitarios que pueden ser un archivo reciente de procesos, metodologías y resultados en los territorios de la Localidad de San Cristóbal.
En cuanto a investigaciones previas publicadas, hay trabajos históricos de los barrios y las urbanizaciones, como: el realizado por el arquitecto Rubén Hernández bajo el título Urbanizando San Cristóbal y Santa Ana (2020), en el cual se hace un análisis y una memoria de la construcción de los barrios como patrimonio urbano de la Localidad de San Cristóbal con trabajos orales, testimoniales y documentales que dan cuenta de procesos de urbanización recientes; también, Siguiendo los pasos de los obreros con Campoamor-Villa Javier 1913-2013, de Hernández (2013), donde el autor aborda el proceso de la construcción del barrio obrero de Villa Javier y menciona algunos elementos culturales en el origen de procesos urbanos de inicios del siglo XX. Para 2022, la Alcaldía de San Cristóbal construye el proyecto San Cristóbal tiene memoria, que busca publicar documentos de trabajo sobre memorias locales urbanas.
Espacio del Bicentenario (2020) es un texto de Enrique Martínez sobre el barrio 20 de Julio y sobre la construcción de un asentamiento urbano, y en el cual se documentan los orígenes de dicho barrio como parte de las celebraciones del bicentenario, al igual que en el Atlas Histórico de Bogotá 1538-1910 (2019), en el cual Martínez aborda un análisis corto, pero detallado, del barrio 20 de Julio, como hito de fundación de los barrios del suroriente de Bogotá, en un proceso urbanístico de loteo propio de los inicios del siglo XX. Según comenta Felacio (2016) en su texto Por unos cerros saneados y embellecidos: La influencia de la higiene y el ornato sobre la protección institucional de los cerros orientales de Bogotá, 1874-1945, los procesos propios de inicios del siglo XX impactaron la construcción de arquitecturas como el Instituto Nacional para Ciegos (INCI), los hospitales y los servicios básicos de salud, que dieron nuevas lógicas urbanísticas a los recientes barrios de la actual localidad 4. Por su parte, Rodríguez (2018) aborda en Tiempo y espacio en el crecimiento de un sector popular bogotano un análisis de los cambios y las transformaciones de los sectores populares en el sur de la ciudad, dando elementos que permiten percibir el espacio urbano desde el ámbito popular. En su texto Prácticas urbanas, culturales y obreras en San Cristóbal a inicios del siglo XX-suroriente de Bogotá, Colombia, Cortés-Garzón (2021) aborda la relación entre la construcción obrera, así como las artes y los oficios del suroriente, en medio de tensiones de evangelización católica en prácticas sociales del mundo obrero en el suroriente.
En La Rueda de la Fortuna en Bogotá 1910-1934. Parques de diversiones y renta urbana en el lago Gaitán y el Luna Park, Gómez (2011) hace referencia a las instituciones de caridad, los hospitales y los asilos como lugares que lentamente van a constituir nuevas infraestructuras para el poblamiento urbano. Los espacios de ocio para la década de 1920, como el parque Luna Park, son documentados con un archivo fotográfico que testimonia la vida sociocultural en paseos de botes de remo o de motor, celebraciones, espacios deportivos y encuentros con nuevas atracciones mecánicas que permitían espacios culturales y de esparcimiento social.
Torres (2013) presenta en La ciudad de la sombra. Barrios y luchas populares en Bogotá formas de urbanización en la Localidad de San Cristóbal en casos precisos, como los barrios Policarpa Salavarrieta y Quindío, para el decenio de 1970, cuando se dieron procesos de migración y de asentamientos en mitad de protestas y desalojos. En su libro La producción del espacio comunitario. Habitar el suroriente bogotano, Herrera (2017) presenta un análisis del suroriente como espacio percibido por organizaciones comunitarias de base con más de 30 años de producir espacios imaginados y con un impacto cultural, que en la obra es analizado en varias agrupaciones.
La presente investigación inicia con una mirada sobre el territorio, desde una perspectiva comunitaria que diferencia las zonas en que está dividida la localidad: entre la zona baja, la zona media y la zona alta. Cada una de ellas, se diferencian entre sí, no solamente por las formas de construcción, sino por sus agrupaciones culturales y sociales que identifican su lugar de acuerdo con las dinámicas sociales asentadas allí. San Cristóbal está dividida en cinco unidades de planeamiento territorial (UPT), con alrededor de 230 barrios, con distintos procesos de asentamiento urbano, en momentos y condiciones muy diversos entre sí. En la mayoría de los barrios que componen la localidad, dichos asentamientos, de carácter informal en su origen, mantienen prácticas culturales y artísticas organizadas por diversos actores sociales. La Red de Eventos, reglamentada en el Acuerdo 077 de 2016, aprobado, a su vez, por la Junta Administradora Local (JAL), articula organizaciones artísticas y culturales de la localidad que sean de trayectoria media (20 o 30 años) con nuevas iniciativas de jóvenes interesados en el ámbito cultural, articulados a su vez, en el Consejo Local de Arte, Cultura y Patrimonio; así mismo, existen organizaciones con acciones independientes fuera de estas redes; el WhatsApp de Infocultura San Cristóbal es un medio que visibiliza procesos entre actores locales; fue creado en 2018, como un acuerdo local.
En esta investigación se parte de una metodología participativa, a partir del mapeo de actores culturales, lo que permite establecer categorías que relacionan procesos de culturas locales. La actividad cultural y artística en San Cristóbal, la localidad 4, puede categorizarse en prácticas que realizan personas, las organizaciones, los colectivos, las iniciativas y los procesos artísticos en la localidad. Eventos en festivales, carnavales, que constituyen patrimonios vivos e intangibles, relación con el patrimonio natural, el patrimonio material y arquitectónico. Los festivales agrupan prácticas en el espacio público como el Carnaval Suroriental, el Festival de Carros Esferados, el Festival de la Alegría, el Festival del Viento y la Cometa, el Festival de Blues, el Festival de la Chicha, el Festival Hip Hop, el Festival Mudarte o las tradicionales Peñas Musicales (de integración), entre otros, que pasaron a modalidad virtual en el momento de pandemia del COVID-19.
Algunas iniciativas y procesos artísticos se relacionan con la protección del patrimonio natural de la localidad en el Parque Entre Nubes, la reserva El delirio, la reserva Sumapaz, el río Fucha y sus quebradas. Estas acciones artísticas, y que conjugan la relación arte-medio ambiente, aunque escasas por la extensión misma del territorio, suelen tener impactos focalizados, relativos a la dimensión de formación de públicos.
El patrimonio material inmueble incluye infraestructuras locales como la casaquinta La Eneida, los tanques de Vitelma, el barrio Villa Javier, la Iglesia del Divino Niño, de los salesianos, la primera casa Guacamayas, el velódromo, la unidad de vivienda Jesús María Marulanda, la urbanización La Coruña y el jardín infantil San Jerónimo del Yuste.
El interés de esta investigación es hacer una categorización de prácticas artísticas en sectores populares de un urbanismo irregular y autoconstruido en el suroriente de la ciudad de Bogotá, en periferias urbanas, entendidas estas últimas como partes limítrofes de las ciudades que configuran no solo una autoconstrucción arquitectónica, sino los aspectos simbólico y cultural.
A pesar de reconocer la existencia de diferentes ritmos, tipologías y conceptos en la urbanización periférica, se ha conseguido identificar los procesos que configuran estos espacios en todo el mundo, una sociedad que se mueve entre el riesgo y la incertidumbre, una creciente autonomía frente a los límites espaciales y temporales, una individualización cada vez más pujante, una diferenciación social cada vez más compleja, nuevos tipos de relaciones sociales vinculadas a la sociedad del hipertexto organizada en redes, el fin del capitalismo industrial y la aparición de un capitalismo cognitivo que deriva en nuevas formas de economía del conocimiento y la comunicación. (Ascher, 2004 p. 32)
Este artículo se divide en dos partes. La primera contextualiza los procesos artísticos, la circulación y las prácticas en el entorno urbano, en una mirada desde el suroriente de la ciudad, en procesos caracterizados por nexos, sentimientos, creencias y las tradiciones comunes. Dichos vínculos, de carácter comunitario, se entienden como "todas aquellas formas de relación caracterizadas por un alto grado de intimidad personal, profundidad emocional, compromiso moral, cohesión social y continuidad en el tiempo" (Herrera, 2017). Producen y visibilizan comunidades barriales que realizan prácticas de carácter comunitario, las cuales han sido poco analizadas en el suroriente bogotano en la bibliografía producida sobre el tema hasta este momento. Si bien hay estudios, como los que se mencionan en el presente artículo, en el barrio 20 de Julio este es el segundo artículo que aborda la temática; en el texto Resistencia cultural de prácticas artísticas en el espacio público: mapeando artes en el barrio 20 de julio, (Cortés-Garzón, 2021) donde se realiza un análisis de las tensiones que ocurren en medio de la ocupación constante del barrio 20 de Julio en el espacio urbano. Eso, a diferencia del presente análisis, que busca presentar las prácticas artísticas en un territorio popular inmersas en diversas dinámicas, tanto comerciales como religiosas y culturales, y que mantienen, sin embargo, sus características propias de interacción con el lugar en el cual se producen.
La segunda parte del artículo documenta visualmente algunas prácticas artísticas, y recopila testimonios orales y documentación, no solo impresa, sino como parte de un nuevo tipo de archivo (WhatsApp, Instagram, Facebook), y que dan a conocer diariamente la movida cultural, las actividades y los eventos a los miembros de comunidades de la localidad de San Cristóbal, en Bogotá.
Esta investigación parte de la enunciación teórica de las epistemologías del sur, en las cuales algunas poblaciones periféricas en ciudades resisten a procesos de urbanización a partir de sus formas asociativas en una interacción cultural comunitaria.
Las condiciones de producción y recepción de los procesos creativos están inscritas en un contexto que, si bien no determina completamente la obra artística, sí le da un sentido de pertenencia y, por tanto, de existencia. En este punto, es importante entender que el campo intelectual influye sobre el proceso creativo, pero en este caso, dado que las dinámicas culturales, los procesos y las iniciativas tienen una organización de varias décadas, dicho campo también interrelaciona los proyectos creadores en un campo ya preestablecido y lleva a una elaboración ideológica frente a las prácticas artísticas y los bienes simbólicos que se producen en barrios y partes de la localidad cuarta.
[el] campo intelectual, a la manera de un campo magnético, constituye un sistema de líneas de fuerza: esto es, los agentes o sistemas de agentes que forman parte de él pueden describirse como fuerzas que, al surgir, se oponen y se agregan, confiriéndole su estructura específica en un momento dado del tiempo. (Bourdieu, 2002, p. 43)
Producción y circulación de prácticas artísticas y urbanas en la Localidad de San Cristóbal, Bogotá
Las relaciones de producción de las prácticas artísticas interrelacionan, a su vez, representaciones ideológicas locales, que plantean relaciones de interacción y organización comunitaria, como forma de organización social. La producción artística en la localidad 4 viene de organizaciones de base que producen conocimientos artísticos -en su gran mayoría- y reflexionan sobre el territorio de San Cristóbal como un lugar de acciones de carácter cultural en los ámbitos social y educativo. Ello implica que el valor del bien cultural es artístico y educativo, y que tiene un sentido estético, el cual impacta formas de vida de comunidades y no necesariamente es entendido como un bien comercial. Si bien algunas agrupaciones -especialmente, en el ámbito musical- crean y desarrollan microempresas culturales, se insertan en una economía que constituye una cadena de valor en el sector cultural en espacios independientes y redes locales.
En la mayoría de casos las organizaciones son autofinanciadas de manera comunitaria, con eventos y circulan en redes que se han construido colectivamente, sin un sistema económico estatal que las apoye de manera continua, ya sea a través de la red de eventos que actúa como mediadora con presupuestos locales (de la alcaldía local) o en el sistema de becas y estímulos de la Secretaría de Cultura, o de Idartes, en el ámbito de la Alcaldía Mayor de Bogotá.
A lo largo de las últimas décadas, en el discurso oficial estatal se ha planteado un nuevo tipo de economía, que inserta la cultura en el sistema de producción capitalista, denominado Economía Naranja.
La Economía Naranja es un modelo de desarrollo en el que la diversidad cultural y la creatividad son pilares de transformación social y económica del país, desde las regiones. Este modelo cuenta con herramientas de desarrollo cultural, social y económico. Se fundamenta en la creación, producción y distribución de bienes y servicios culturales y creativos, que se pueden proteger por los derechos de propiedad intelectual. (SENA, 2021, p. 2)
Este tipo de economía puede plantear plataformas que da el Estado para la inserción de organizaciones culturales y artísticas en mercados de capital que hagan viable una autosostenibilidad en modelos que compran y venden un bien cultural.
La Economía Naranja intenta homogeneizar las prácticas culturales y los contenidos, y matizar la mirada crítica para despolitizar la producción artística y beneficiar espectáculos de masas; al masificar dichas prácticas, estas desaparecen en su sentido inicial o, en algunos casos, el sentido de resistencia se convierte en un eslogan publicitario.
La cultura va por dos vías: la de la acomodación y la de la resistencia. Con la entrada del capital, la segunda tiene dificultades para desarrollarse plenamente y debe provenir de los márgenes. Los artistas emergentes son los que vienen de zonas coloniales, poblaciones afros, indígenas, mujeres explotadas, que poco a poco logran entrar en la cultura por la vía, por ejemplo, del hip hop. (de Sousa Santos, 2019 p. 1)
La autonomía que crea la organización cultural requiere una independencia económica de la cual carecen la mayoría de las organizaciones que trabajan en la localidad 4. Ser emprendedores sin presupuestos asignados a tal fin, tener poco conocimiento sobre la manera de presentar proyectos en convocatorias públicas o el desinterés y la desconfianza frente al sistema institucional dejan por fuera de la dinámica del mercado cultural a organizaciones comunitarias, cuyas lógicas de organización se distancian de las del mercado, aunque no lo excluyen totalmente de sus dinámicas corporativas o asociativas. Estas son organizaciones basadas en la reciprocidad y la redistribución entre los miembros del colectivo, en acciones que crean obras colectivas (escénicas, plásticas, musicales), donde la idea del autor individual tiende a desaparecer, para dar paso a un acto creativo colectivo.
En la presente investigación se encontraron lugares en los que las prácticas artísticas y culturales circulan. Por una parte, son lugares de reunión de artistas y de sus bases culturales. Por otra parte, hay un uso constante del espacio público, en los parques de bolsillo, entendidos como "áreas libres con una modalidad de parque de escala vecinal, que tienen un área inferior a 1.000 m2, destinada fundamentalmente a la recreación de niños y personas de la tercera edad. Durante la pandemia de Covid-19, en 2020, el uso del espacio público ha utilizado una "esfera pública" virtual; la actividad cultural fue llevada del uso del mundo urbano a las redes, tanto en Facebook e Instagram como en eventos organizados en plataformas (Meet o Zoom).
Al sistematizar tipologías de equipamientos, encontramos varias categorías de espacios de circulación de prácticas artísticas: 1) lugares financiados por el Estado: Juntas de Acción Comunal (JAC), el portal de Transmilenio, bibliotecas públicas, casas culturales, casas de juventudes; 2) fundaciones, corporaciones, museos, centros culturales o colectivos que cuentan con apoyos oficiales (aunque no de carácter permanente); 3) espacios de carácter comercial para compra y venta de productos, tales como centros comerciales, y bares que financian actividades artísticas y culturales con otras actividades de ocio, comidas o licores.
El espacio urbano, como espacio social, alude a las formas de representación, lo que indica la apropiación social de un territorio por sus habitantes. En la Localidad de San Cristóbal, el mundo obrero está en la historia de varios barrios, así que la pertenencia a una historia común, de clase trabajadora, identifica un lugar como parte de un proceso histórico que, si bien está fragmentado, comparte la significación dada a un paisaje "natural" que da paso al nuevo paisaje urbano irregular, donde los parques son espacios de reunión, lugares de encuentro que revitalizan la vida urbana en una vida pública irregular, por la fragmentación misma del trazado urbanístico con una historia común.
Al espacio autoconstruido se lo entiende como en continua transformación, siempre en un esfuerzo inacabado o en cambio y variación constantes, los cuales identifican el lugar con un carácter popular en su arquitectura, que, a su vez, plantea un nuevo diseño arquitectónico en los barrios, desde la parte baja hasta la parte alta de la localidad. En el plano que se muestra en la figura 1 se ubican los espacios culturales en los barrios que funcionan en la Localidad de San Cristóbal.
Esta clasificación en categorías artísticas ha permitido documentar prácticas artísticas y culturales, al igual que a sus actores y sus gestores culturales, con dinámicas que intentan identificar el territorio en paz frente a conflictos sociales a partir de la acción artística, con fines de apropiación al lugar, procesos asociativos y dinámicas propositivas para mejorar el paisaje urbano con alternativas que activan nuevas relaciones sociales de índole pública.
Como resultado de la documentación de actividades culturales realizadas en varios eventos, lugares y fuentes primarias llevadas a cabo en la Localidad 4 de San Cristóbal, las dinámicas culturales enunciadas presentan territorios en búsqueda de identidades, tanto migrantes (diversas macrorregiones, o microrregiones) como espacios de convivencia, lo que "da lugar a una diversidad de manifestaciones y de escalas que llevan a cuestionar la idea misma de ciudad, y a redefinir la conceptualización y configuración de los territorios urbanos en relación con sus territorios" (Villamizar, 2018, p. 65).
Metodología
Los métodos de análisis de información abordaron una recopilación documental de fuentes tanto primarias como secundarias, a partir de laboratorios-talleres, entendidos como espacios de experimentación y encuentro entre saberes comunitarios que abordan la cartografía social desde el uso del mapa gráfico que se interviene desde la percepción de los participantes en temas específicos. La estrategia del taller participativo aplicado a un lugar permite implementar las técnicas de inspección, entrevista, test y encuesta, en las cuales, tanto los sujetos (habitantes locales), como la investigadora establecen en mapas preguntas por seguir, y dan lugar a respuestas a las que se sistematiza manualmente, no solo en la intervención del plano, sino en el relato y la historia que cuenta una experiencia y una agrupación.
Las fuentes orales son de gran importancia, ya que guardan las memorias subjetivas de los hechos históricos y, como toda fuente oral, requieren una crítica minuciosa, comparadas con la documentación existente o, en ocasiones, con otros testimonios que den puntos de vista divergentes para consolidar un punto de vista objetivo.
La cartografía social es conocida por el interés que tiene en mapear territorios urbanos; especialmente, para determinar sociedades que habitan lugares o espacios geográficos; su carácter social implica darles voz a sujetos que no han sido visibilizados en ámbitos oficiales o entornos institucionales.
La cartografía social permite conocer y construir un conocimiento integral del territorio para que se pueda elegir colectivamente una mejor manera de vivirlo, desde una mejor comprensión de la realidad territorial, de cómo vivimos el territorio que habitamos y cómo construimos el futuro territorio que deseamos. (Habegger & Mancila, 2006, p. 15)
Se hicieron entrevistas fuera del laboratorio-taller, y que permitieron ubicar organizaciones en la localidad; igualmente, cada entrevista referenció a nuevos actores y sujetos artísticos en un "voz a voz" que permitió establecer las redes artísticas que funcionan en la localidad. Cada entrevista tuvo conversaciones formales e informales y sesiones fotográficas que permiten documentar visualmente a los sujetos artísticos, ya que el documento fotográfico se constituye en una fuente primaria.
Si se reflexiona sobre la noción de testigo, la delimitación de su territorio y la definición de su estatuto parecen ya en principio como bastante borrosos. De hecho, la palabra testigo tiene tres sentidos distintos: uno empírico -e histórico-, otro jurídico y otro filosófico. Primer sentido: un testigo, actor o espectador, informa de lo que ha visto u oído de un acontecimiento o una acción. De esta experiencia nace un relato y es en ese sentido en el que se habla de un testigo ocular o de un testigo que ha oído. Pero, en realidad, el testimonio no es la percepción misma, es un relato, una narración que implica un proceso de transferencia desde el testigo hasta el que recibe el testimonio. Un hecho por sí solo no testimonia nada. Solo testimonia si es interpretado. En un segundo sentido, en el jurídico, el testigo que testifica un hecho del que ha tenido conocimiento directo se sitúa en un marco institucional, la justicia, y en un lugar, el tribunal. Es, por tanto, actor en un proceso, en un litigio o en una protesta, derivados de una violación del derecho que es la que se trata de reparar. En un tercer sentido de naturaleza filosófica y ética, el testigo se erige en portavoz de la verdad. Es esta la función que causa frecuentemente más desacuerdos y respuestas en la confrontación testigos/historiadores. Los primeros afirman con toda sinceridad que lo que ellos dicen es la verdad. No se trata en modo alguno de poner en duda esa sinceridad, pero ¿la sinceridad de un testigo que presenta la debida cautela es la verdad de un saber, la de una fe o ambas? Se ve entonces de qué manera el testimonio puede zambullirse en el universo de lo sagrado y lo absoluto. (Bédarida, 1998, p. 9)
El análisis de la imagen como fuente para la historia -y en este caso, la producción de la imagen fotográfica como fuente primaria- se contempla desde varios puntos de vista. Por una parte, la fotografía hecha en esta investigación es de carácter documental, que selecciona una temática y la documenta de acuerdo con la investigación y nos permite tener un registro de la memoria del pasado para los observadores del futuro y, al mismo tiempo, preserva una cultura material y sugiere el patrimonio inmaterial en la imagen, y que no pretende ser una fuente del todo objetiva, sino, más bien, fuente que debe ser contextualizada. En segundo lugar, la fotografía como testimonio ofrece aspectos de la realidad social y la cultura material de un espacio. "La imagen fotográfica presenta ciertas mentalidades, ciertas ideologías e identidades. La imagen material o literal constituye un buen testimonio de la 'imagen' mental o metafórica del yo o del otro" (Burke, 2008, p. 65).
Resultados
Esta investigación logró iniciar la categorización de algunas de las prácticas artísticas más comunes que se producen y circulan en la Localidad de San Cristóbal. Este trabajo investigativo es un primer paso para la documentación y el análisis del campo cultural local, con el fin de visibilizar y ampliar el análisis de las características específicas en lugares de borde y periferias urbanas que articulan formas culturales y actividades en el ámbito cultural definiendo características propias de este territorio.
Las prácticas artísticas, entendidas como todas las acciones colectivas y comunitarias que circulan en el espacio público (parques de bolsillo o plazas enfrente de lugares comerciales), en lugares institucionales como la Alcaldía Local de San Cristóbal, la Biblioteca Pública la Victoria, y con apoyos institucionales o comerciales como los descritos en el texto (Flores de Valeria, Pepaso, Asociación de Vecinos Solidarios [Avesol], Promotora Zuroriental, el centro comercial Veinte de Julio, y las casas culturales Libertadores y Dawana, entre otros), producen eventos anuales en los que participan todo tipo de públicos, como festivales y carnavales, y que tienen medios de comunicación: la emisora Vientos Estéreo 94.4 FM. Especialmente en el caso de la música popular, el público escucha a los artistas e impulsa sus carreras artísticas en eventos y entrevistas en Colcable, el canal televisivo de la localidad.
Las prácticas artísticas (música, baile, pintura, fotografía, etc.) son nuevas formas de actividad que reemplazan, de manera exitosa, el consumo de estupefacientes en los jóvenes y diversas formas de maltrato familiar y abuso doméstico. Aunque sigue siendo mayor el número de habitantes afectados por la violencia que el impacto del arte como transformador social, se llevan exitosamente procesos locales. Tanto los espacios como las prácticas artísticas que se producen en la localidad 4 han construido espacios de participación que fortalecen a las comunidades y desarrollan reflexivamente su sentido de pertenencia a los territorios y su papel en la transformación social. Algunas de las agrupaciones culturales en sus dimensiones de campos artísticos se muestran en la tabla 1.
Esta investigación saca a la luz grupos sociales que conviven en espacios urbanos de borde o periféricos en la Localidad de San Cristóbal, en Bogotá, y visibiliza procesos de índole cultural y artística en barrios autoconstruidos que buscan mejorar en la transformación social de los territorios frente a los altos niveles de violencia social y desfragmentación familiar, y frente a problemáticas sociales de drogadicción de los jóvenes, falta de tolerancia en la convivencia y altos niveles de inseguridad. Este trabajo de investigación busca dejar documentos analíticos sobre procesos sociales en la localidad, como archivo y memoria de las vivencias de colectivos que habitan espacios públicos, institucionales y locales en los ámbitos cultural y artístico en entornos urbanos.
Del 2018 al 2022, las agrupaciones culturales en San Cristóbal han presentado propuestas en el Programa Distrital de Estímulos, de la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte, lo que denota un aprendizaje creciente en la formulación de proyectos. La Resolución 667 de 6 de septiembre de 2021 presenta a los ganadores de la convocatoria Beca para la Realización de Eventos Artísticos y Culturales en la Localidad de San Cristóbal, en la cual se observa a 50 agrupaciones con iniciativas que fortalecen las prácticas culturales en el espacio urbano, y así denotan nuevos procesos y experiencias locales que evidencian el interés en recuperar las memorias locales y el fortalecimiento de agrupaciones en barrios en la parte alta de la localidad, en el alto Fucha, con iniciativas de borde como la Tercera Bienal de Arte Comunitario, realizada por Arto Arte, el Festival de Hip hop de Aguas Claras, la agrupación RECSUR Voces del Hip Hop, la Corporación Promotora Cívico Cultural Zuro-riente -con el Festival de Viento, Agua y Vida-, la agrupación Festival del Maíz, la agrupación Siembrarte Memoria, Territorio y Medio Ambiente y la Fundación Pepaso -con su Festival Suroriental de Cultura Popular Reencontrándonos en el territorio desde el arte y la Cultura por la vida - , entre algunas otras propuestas que abordan la memoria, los saberes y las nuevas prácticas en territorios de borde. Claramente, la actividad cultural en su práctica social y urbana se ha transformado en espacios integradores de experiencias locales.
La expresión plástica en la comunicación visual en los muros de las calles, a partir de la representación del grafiti en la localidad, es un signo distintivo del arte urbano, como se muestra en la figura 2. Los tags, como imágenes de letras casi cifradas para un público específico, son comunes, al igual que la movida del grafiti, que incentiva a los jóvenes en un trabajo de artes populares con influencias de la globalización en el lenguaje urbano y el popular.
Como agrupación comunitaria, el colectivo La Promotora Cultural, en el espacio de la Biblioteca comunitaria Simón El Bolívar, y a la que se muestra en la figura 3, lleva ya varias décadas de trabajo local. Han llevado a cabo diversos procesos que buscan reflexionar sobre el espacio urbano a partir de sus expediciones territoriales, o recorridos de reconocimiento del territorio, festivales y carnavales, que con el tiempo se han transformado localmente, si bien son iniciativas que
Intentaron construcciones festivas en el diario vivir de los habitantes de la localidad. El espíritu se mantiene un poco mutado, en el sentido de abrirnos a miradas y perspectivas diferentes a las nociones llanas del poder, hay otros eventos que aún guardan ese espíritu, pero donde parece haberse perdido en algunos circuitos de artes urbanas donde prima más el consumo del spa que la construcción o recreación de sus líricas. (J. Albino, comunicación personal realizada en el Bazar del Veinte de Julio, 15 de junio de 2021)
Millán, A. y Cortés, L. (2019). Biblioteca comunitaria Simón Bolívar: miembros activos. Localidad de San Cristóbal. © Copyright
El proceso que lleva a cabo la Fundación Reina Africana, como se muestra en la figura 4, busca integrar diversos sectores sociales en la reflexión sobre danzas y músicas populares que lleva a cabo en sus presentaciones artísticas, giras, así como en talleres de manejo corporal; especialmente, en Los Libertadores, donde trabaja integrando sectores y grupos etarios locales.
Dentro de la dinámica de artes visuales de la localidad, las agrupaciones que tatúan, como Zero Tatoo, a la que vemos en la figura 5, son muy activas. Se reúnen, sobre todo, en el centro comercial del 20 de Julio, en la avenida Primero de Mayo con carrera 7, frente a los almacenes Éxito, en el barrio Veinte de Julio. Hay más de 60 locales dedicados al tatuaje, en estilos y temáticas que brindan a los clientes diversas opciones.
La gestora local Ángela de Castro, a quien se muestra en la figura 6, tiene una activa participación en eventos y por medio de su crítica artística, cultural e ideológica. Ha impulsado a lo largo de su carrera procesos culturales comunitarios como formas activas de transformación social. Dentro del tejido cultural, su trabajo comunitario es de gran relevancia local y distrital.
Discusión
En el campo cultural hay varias posturas que divergen entre sí. Por una parte, la pregunta por si las formas de producción de espacios simbólicos a partir de la práctica artística tienen duración temporal -lo que permite su trasmisión en varias generaciones- o si, por el contrario, la práctica artística en el espacio urbano es efímera -y con ello, el rastro de su memoria es corto en el tiempo-. Aunque la producción cultural en la Localidad de San Cristóbal data de hace alrededor de 40 años, sus formas de construcción identitaria han cambiado. Los registros de memorias efímeras en eventos han incluido dispositivos de internet que permiten fijar procesos en registros en la nube. Se tiene, por ejemplo, el estudio La producción del espacio comunitario. Habitar el suroriente bogotano (2017), realizado por Cristina Herrera, y en el cual la autora presenta algunos casos de organizaciones culturales que trabajan de manera comunitaria en construir un espacio. A diferencia de dicho estudio previo -de gran importancia, ya que sistematiza experiencias de décadas de trabajo local-, en este artículo se presenta una gama de diferentes organizaciones, lo que alude a la diversidad de expresiones y manifestaciones artísticas y, a la vez, actualiza dinámicas pospandemia que entran en las redes para permanecer frente a la coyuntura y las restricciones en el manejo del espacio público.
Conclusiones
Las artes en la localidad 4 tienen influencias de movimientos urbanos como resistencias culturales, con interés de protesta o denuncia. Identifican espacios complejos multiculturales que, además, reflejan espacios de confrontaciones no solamente simbólicas, sino de violencia de género y familiar, que implican conflictos sociales más profundos. Las organizaciones culturales locales permiten influir en los niños y los adolescentes, para transformar territorios de violencia en territorios culturales autodeterminados por culturas y artes locales.
La construcción del territorio cultural suroriental presenta sentimientos, experiencias y prácticas urbanas en el espacio público que identifican el lugar como una identidad cultural, y así resignifican experiencias comunitarias desde un nuevo simbolismo identitario o un nuevo espacio virtual, como una nueva esfera pública. Dicha construcción bien puede entenderse como un territorio de borde que establece una nueva forma de autodeterminación cultural y artística a partir de la consolidación de redes como el WhatsApp de Infocultura San Cristóbal, y que informa, comparte y da a conocer las principales actividades o hechos urbanos en la localidad; con ello, permite una apropiación cultural de la ciudad suroriental en sus habitantes, con una nueva producción de sentido colectivo y cultural.
Los altos índices de analfabetismo y la falta de acceso a la educación en niños y adolescentes se evidencian en temáticas abordadas desde diferentes colectividades que realizan campañas de lectoescritura en los barrios menos favorecidos de las partes media y alta de la localidad. Este sentido de pertenencia social hace que la producción artística tenga un sentido educativo para la transformación social de los territorios; así, muchas prácticas artísticas van acompañadas de la dimensión educativa que intenta formar en artes a niños y jóvenes que se interesen en tener algún proyecto de vida que mejore sus propias condiciones sociales.
La identidad artística construida por asociaciones de vecinos presenta al suroriente de la ciudad como una periferia que, si bien constituye el borde fronterizo, los límites de Bogotá, también es el sur, como un lugar de encuentro, de fiesta y de celebración, y construye una colectividad, un encuentro comunitario que define la ciudad suroriental.
Las prácticas artísticas y culturales en la localidad 4 pueden categorizarse de acuerdo con las técnicas empleadas por los colectivos que realizan construcciones -en su gran mayoría, de carácter colectivo-, las cuales han incidido en la planeación de la administración local. El interés comunitario en las prácticas con sentido urbano muestra una articulación como localidad que hace de San Cristóbal un caso exitoso en su activación comunitaria, al igual que en la diversidad de artes practicadas en el territorio, con un alto sentido de responsabilidad social de transformación de la vulnerabilidad de sus habitantes, no solo en el plano económico, sino permitiendo fortalecer, además, los campos emocional y social. La articulación del sector cultural en redes permite que para construir una ciudad democrática se fortalezca el gobierno local en el ejercicio de la participación en las decisiones y los diálogos solidarios dentro de una política de la Alcaldía Mayor, como un gobierno abierto y participativo en los presupuestos locales en el ámbito cultural, en discusiones sobre la ejecución de presupuestos participativos en la Secretaría Distrital de Planeación, el Instituto de Participación y Acción Comunal y de la Alcaldía Local de San Cristóbal. Por otra parte, estos logros son importantes, dado que presentan a gestores culturales activos frente a la participación en la ejecución presupuestal, que para 2021 beneficia procesos formativos en el ámbito cultural, de las MiPymes y los emprendimientos culturales y creativos, y en el de capacitación de personas en los campos artísticos, interculturales, culturales y patrimoniales, en la dotación a sedes de salones comunales, en la financiación de proyectos del sector cultural y creativo, en cuanto a incentivar acciones de fomento para la agricultura urbana, para intervenir hectáreas con procesos de restauración, rehabilitación o recuperación ecológica, y para realizar eventos de promoción de actividades culturales.
Estos apoyos reflejan la consolidación de la Semana de la Cultura de San Cristóbal, la Red de Eventos y las escuelas de formación de arte, cultura y patrimonio, como ejes en la activación de los procesos culturales de la Localidad de San Cristóbal; evidencian, también, una articulación creciente en el ámbito cultural, y se debe continuar con investigaciones a futuro que amplíen estos análisis, para así contribuir a una memoria que sistematice procesos culturales y artísticos en territorios cuyas lógicas puedan replicarse en otros lugares con características socioculturales similares en territorios de el sur.