La construcción, medición y difusión del conocimiento, categorías acuñadas por Colciencias, instancia Estatal encargada de la promoción y desarrollo de la ciencia y Publindex encargada de la promoción y desarrollo de las publicaciones científicas del país, en su reciente proceso de cambio, buscan, como uno de sus objetivos centrales, adaptarse a estándares internacionales, indicadores, procesos y procedimientos, pero, lo vienen haciendo de manera acelerada y atropellada, impactando así, directamente el quehacer investigativo universitario y la construcción de conocimiento ubicado.
En este proceso de cambio acelerado, los trámites administrativos tal vez, se han convertido en el centro del quehacer de un docente investigador, así mismo, se ha adaptado la estructura, en las mismas universidades, para el control y monitoreo de esa llamada calidad, generando con ello presiones a la misma institución, sus procesos, órganos internos, centros de investigación y a los docentes-investigadores mismos sobre quien empieza a recaer todo el peso de esta nueva estructura.
Ante esta realidad se han abierto importantes debates, pero aún con una capacidad de incidencia muy baja. (Encuentro Nacional Editores Bonaventurianos, 2016); (Revista chilena de literatura, 2016).
Este, es un fenómeno que no se desarrolla solo en Colombia,
En los últimos años, varios gobiernos latinoamericanos han venido adoptando formas de medición de la calidad académica basadas en las nuevas políticas de administración pública, que privilegian el uso de indicadores y métricas por encima del contenido y del valor científico, social y cultural intrínseco del trabajo académico. Tales políticas han sido asumidas también por algunas universidades, cada vez más atentas a la visibilidad y el impacto, a la posición en los ránquines internacionales, y en general a la formación de capital humano en una perspectiva que privilegia el desarrollo económico. Por lo general, los modelos de medición adoptados se basan en las prácticas académicas de las ciencias exactas y aplicadas, e ignoran las particularidades que caracterizan el trabajo académico en las ciencias humanas. Como criterio general, se suele privilegiar el paper como formato estándar de la producción académica, por encima de otras formas de difusión del conocimiento más afines a las humanidades, como el ensayo o el libro. Además, estos modelos conciben la utilidad del conocimiento de un modo restringido, limitado a la aplicación práctica y a la solución de problemas concretos… (Encuentro internacional de editores, 2016).
Así como lo manifestó Borja, E & Insuasty, A. (2016) este modelo que viene asumiendo Colombia busca adaptar los procesos de construcción de conocimiento del país, a las lógicas y estándares internacionales, para ello se han detenido en esencia a los dictámenes de dos Grandes marcas de negocio Editorioal Wos y Scopus, entes privados, lo que aporta en la mercantilización de la educación, apalancando con ello, una lógica de “mercantilización de la producción de conocimiento” como bien lo semana Vega Cantor:
El proceso de mercantilización de la educación viene acompañado de la imposición de una nueva lengua, que aplicada a la educación la empobrece en una forma dramática: la escuela es una empresa, los rectores son administradores, los profesores son formadores de capital humano, los estudiantes son usuarios, los padres de familia son clientes y se exalta la noción gerencial de calidad como resultado de la lógica costo-beneficio. Según esta terminología, la escuela no es un lugar en donde los individuos se forman culturalmente para la vida, sino que es una empresa del conocimiento. (Vega Cantor , 2011).
Esta nueva lógica, pone de plano a competir entre sí, a las revistas bajo los estándares de visibilidad y el impacto, “lo que no está mal, pues hace que los autores, investigadores y Editores busquen posicionar sus revisas, temas, campos temáticos, pero la manera como se asume la medición de dicha visibilidad e impacto, si como el concepto de “calidad”, es lo cuestionable. Lo cierto e indudable, es que este modelo, si repercutirá de manera directa e inmediata en las políticas de incentivos y presupuestos para las universidades, pues, la lógica que se ha venido construyendo con los años en las instituciones universitarias no es propia, ni tiene ningún tipo de apuesta diferente a la de adaptarse a las lógicas del sistema, del mercado, cumpliendo al mismo tiempo, con los criterios de acreditación exigidos por el ministerio de educación” (Borja Bedoya & Insuasty Rodriguez, 2016).
En últimas, “Las universidades están siendo ocupadas por la perspectiva empresarial, en un régimen obsesionado con el “reconocimiento” mediante la cuantificación, la competitividad creciente, la eficiencia, la “excelencia” y una errónea idea de salvación económica.” (Halffman & Radder, 2017).
Ahora bien, Publindex transitó, para medir y clasificar las Revistas científicas en Colombia, de criterios basados en la cantidad y tipología de artículos, hacia criterios de visibilidad e impacto, donde se privilegian la cantidad de citas de cada artículo y en el total de la Revista, lo que dejó una gran cantidad de revistas por fuera del sistema de clasificación nacional Publindex.
Se diseñó y aplicó en Colombia 2015-2017 un modelo complejo de medición, que aún es de baja comprensión para las instituciones Universitarias, para las facultades, para los centros de investigación y por ende para los y las personas que desempeñan funciones de investigación.
A esto se suma un complejo sistema de Medición de Grupos, categorización de productos, que COLCIENCIAS estableció en su pasada convocatoria (2017), la cual no dialoga como tal con Publindex, lo que hace aún más complejo el ejercicio para el quehacer investigativo y su medición.
Colciencias clasificó … grupos de investigación, desarrollo tecnológico o innovación en categorías que van desde A1, A, B y C, hasta D.
Ante es disonancia entre las exigencias de la convocatoria para Grupos e investigadores y la de clasificación de Revistas, sumado a ello la excesiva burocracia, se presentaron varias quejas
Por los puntajes que se dan a las publicaciones y demás productos. Investigadores de la Universidad de Antioquia reclaman que, si bien Colciencias pide investigar en temas prioritarios del país y publicar en revistas indexadas internacionales, mejor “debería fortalecer las publicaciones nacionales donde nos leen internamente y nuestros resultados pueden incidir en las políticas públicas de esos temas prioritarios (…) el profesor Felipe García Vallejo, de la Facultad de Salud de la Universidad del Valle y exdirector encargado de Colciencias, manifiesta que: “la señal enviada por Colciencias es no publicar en revistas colombianas si se quiere tener una buena evaluación en la medición de grupos” (Fog, 2015).
Genera esto, una presión para los investigadores y para los Editores, un circulo que se va cerrando, y que va privilegiando las publicaciones internacionales y el idioma ingles lo que ahondaría una profunda critica a la tendencia en producción de conocimiento en América Latina y Colombia en tanto más que producir nuevo conocimiento, el sistema incentiva la reproducción del mismo, se fortalece así, un sistema que “… transfiere todo lo que los países desarrollados entienden por ciencia, tecnología, cultura y a través de ello, su tipo especial de industrialización y frente al consumo, al trabajo y la sociedad”. (Varsasky, 1972, p. 87).
El sistema y el imaginario de los docentes centran su producción en la publicación de artículos en revistas especializadas, debido al modelo que recoge incluso las exigencias de la OCDE, se trata de publicar mucho y recibir muchas citas, aquí vale el slogan: “Publica o Muere”.
“Todo lo anterior para arañar como sea punticos aquí y allá para los reinados académicos que son los ránquines internacionales que hoy parecen ser la única razón que tienen las universidades para existir (reinados que, al igual que ocurre con los de belleza o con cualesquiera otros, premian más la forma que el fondo). Se ha llegado a absurdos como exigirles, so pena de despido, tres y hasta cuatro publicaciones indexadas por año a los profesores y por eso se publica lo que sea para que lo lean dos o tres y para que luego se archive y caiga en el olvido. Pero eso no es todo: algunas universidades han descubierto que publicar en inglés da un par de punticos de más, por lo que algunas tienen la política de contratar sólo a extranjeros para aprovechar el bilingüismo y las “redes académicas” (léase, “yo te público, tú me públicas”) que dichos profesores traen; que sean buenos o malos profesores es lo de menos mientras alimenten el ranquin” (López de Mesa Samudio, 2017).
Se transita así hacia una suerte de procesos burocrático-académicos, que privilegia las dinámicas administrativas por encima de la construcción académica, se suma a su tarea de dictar clases, la de producir textos en revistas de alto impacto, dejándole tareas adicionales como la gestión, cofinanciación, generación de redes, evaluar, ir a congresos, etc., etc; todo de manera autónoma, sin financiación y tiempo destinado real
Todo este panorama afecta por supuesto, el Ethos de la ciencia, el quehacer del investigador, en tanto define sus prioridades a la hora de sobrevivir en este nuevo contexto que determina un prestigio académico basado en la cantidad de publicaciones en revistas especializadas, la cantidad de citas, el posicionamiento en los rankings, lo que cambia incluso, el perfil de los académicos a contratar.
Genera esta nueva dinámica, estrés, ansiedad y creación a la hora de adaptarse, pero el primer lesionado será en sí, una construcción de nuevo conocimiento que dé cuenta de un relato no viciado de realidad, uno que permita comprender el contexto, interpretarlo, crear nuevas categorías de análisis, ver más allá del fenómeno, y sobre todo, querer transformar la realidad hacia condiciones de dignidad y humanidad, por el contrario, vemos que se va atrapando poco a poco, el relato mismo de Realidad, dejando vacíos generacionales en la comprensión de un contexto, de un momento histórico definido, evitando reflexiones de ciclo continuo que posibiliten herramientas de análisis diversas no homogéneas ni que responda a la sola necesidad burocrática de cumplir un indicador, homogenizando el relato de realidad.
Potencia este modelo, una descripción especializada si, de fenómenos sociales, mas no genera elementos profundos para su comprensión, ángulos diversos de mirada, entre otras. Aquí la disputa será entonces por el Relato de Realidad capturado o dinámico, el legado dejado a las futuras generaciones de eso que llamamos real realidad.
Aumenta así la presión por publicar pero en formatos definidos, estandarizados, esto, en tanto se debe publicar en revistas indexadas (Goyanes, 2015) y sobre todo, indexadas en bases bibliográficas de impacto, este es un sistema que no escapa a la lógica capitalista monopolizadora, en este caso hablamos de dos grandes bases anglosajonas que determinan dichas dinámicas Scimago y Scopus que privilegian una lectura matemática de la realidad, en cuanto, el dato, entre otras (Hernandez, 2015).
Esto también impacta en la cultura y ambiente universitario de los nuevos investigadores y burócratas.
Así mismo y en cadena se impactan los demás procesos sustantivos de la Universidad.
¿Y del prestigio?
Vale adentrarnos un poco a esa categoría de prestigio basado en la cantidad de publicaciones y la cantidad de citas. Este parámetro afecta lo que se produce, el para qué y el para quién. Su utilidad en términos éticos aquí nos referimos a esa lectura de realidad que me permite generar procesos de transformación en contextos definidos, poblaciones concretas, momentos históricos determinados.
Publico por un prestigio basado en el indicador, por citas y prestigio de la revista, esto afecta incluso los roles y patrones de los investigadores, de la llamada comunidad académica.
Existe una presión por la superviviencia académica, el prestigio y la autopercepción, establece estas lógicas unas relaciones académicas que dejan casi por fuera al catedrático, al docente que no investiga en los estándares exigidos, genera una suerte de escalafones sociales, además de la presión del ascenso salarial.
Se puede publicar para cumplir un estándar, para acceder a una financiación de un proyecto de investigación, etc., investigaciones como la realizada recientemente en España, refleja que:
Las motivaciones fundamentales para publicar son incrementar la reputación profesional y dejar huella en la especialidad, mientras que los efectos de la presión por publicar más destacados son el estrés, la fatiga emocional y la frustración por los fracasos de publicación anteriores. La prevalencia y efectos de cada una de estas dimensiones varía en función de la edad, el género, el rango académico, los años de experiencia y la naturaleza (pública o privada) de la universidad. (Goyanes & Rodríguez Gómez, 2018, ¿Por qué publicamos? Prevalencia, motivaciones y consecuencias de publicar o perecer).
Ahora bien, esta exigencia privilegia la internacionalización en la producción de conocimiento, en tanto se pliega a las formas y estándares internacionales, adquiere un lenguaje propio de estas formas, ahonda en la internacionalización académica, adquiriendo mayor relevancia artículos que den cuenta de discusiones internacionales, buscando con ello un escalafón, una cita, entrar en ciertos círculos del saber de por sí cerrados, el saber propio se diluye, los contextos concretos y propios también, se centran estos estándares en el rigor de las ciencias duras, en los márgenes dados por el mundo anglo-sajón, en donde se privilegia el articulo científico por encima de otras formas de comunicar el conocimiento, el contenido no es tan importante como la Revista que publica, el idioma privilegiado da cuenta de una suerte de colonización epistémica disimulada pero efectiva, el foco de mirada de las problemática o su manera de abordarlos, o su manera de interpretarlos estará entonces mediado por los análisis y tendencias internacionales, cuando muchos fenómenos ocurren y se logran comprender desde los análisis locales.