Investigación académica y prácticas artísticas ambientales latinoamericanas
El presente dossier reúne cuatro artículos que demuestran cómo un número de estudios recientes, junto a prácticas de arte y de diseño se encuentran reconfigurando el campo emergente de las humanidades ambientales latinoamericanas -una disciplina en rápida consolidación que nutre métodos y perspectivas derivados de las ciencias sociales, las artes y las humanidades; las ciencias naturales y el pensamiento indígena- con el fin de interrogar críticamente las historias ambientales y enfrentar los desafíos contemporáneos. Juntos, los artículos reunidos en estas páginas mapean una renovación crítica de los estudios culturales que está ocurriendo a través de publicaciones teórico-analíticas recientes, trabajos etnográficos, prácticas artísticas y colaboraciones de arte y diseño en territorios específicos. Trazamos rutas a través de un corpus diverso de estudios ambientales emergentes, investigación de prácticas artísticas situadas, y actividades de participación pública, para destacar cómo responden al desafío urgente de «pensar en presencia de hechos de destrucción vigentes» (Stengers, 2013, p. 186 ). Las investigaciones académicas, las obras de arte y los proyectos de trabajo de campo colaborativo reseñados aquí problematizan la dicotomía cultura/naturaleza como constitutiva de las actuales crisis ecológica y climática, reconsideran las premisas de la metafísica occidental ontológica y semiótica, y siembran experimentos simpoéticos y formas alternativas de conocimiento que trascienden las divisiones disciplinarias. Estos artículos exploran también la dinámica de la práctica académica/creativa en América Latina y demuestran que este ejercicio crítico va más allá de lo exclusivamente académico para trabajar, de este modo, en y con mundos ecosociales que confrontan desafíos apremiantes desde las lógicas extractivistas, las injusticias socioambientales, la marginación de grupos vulnerables, y la inestabilidad climática. El presente dossier, por lo tanto, pretende mostrar cómo las exploraciones que cruzan fronteras están contribuyendo a estimular los debates académicos en torno a lo viviente en el Antropoceno al avanzar hacia «ecologías del saber» (Santos, 2008, p. 186) mientras abordan, y, en algunos casos, directamente intervienen, en lugares específicos y sus sentidos.
Reunidos bajo el título, «Pisar suavemente sobre la Tierra», este conjunto de estudios traza nuevos análisis que ayudan a abordar los ecosistemas físicos y los corpus existentes y emergentes de producción cultural en la literatura y el arte, demostrando cómo los investigadores de y en América Latina retoman debates interdisciplinarios, prolongadas historias ambientales y saberes ancestrales para explorar las dinámicas de extractivismo, el declive de los ecosistemas, los enredos humanos/no humanos y las transformaciones potenciales en las formas de ser y actuar en un mundo cada vez más frágil. En tanto reflejo del interés académico reciente en torno a las discusiones sobre el imperio cognitivo y el epistemicidio (Santos, 2014), las prácticas del buen vivir (Gudynas, 2011), el diseño de mundos pluriversales (Escobar, 2018) y las epistemologías indígenas ( de la Cadena, 2015; Rivera Cusicanqui, 2015; Viveiros de Castro, 1998), cada artículo del presente dossier reflexiona en el modo en que los debates críticos vinculados a estas reflexiones, tanto en las ciencias sociales como en el pensamiento indígena y en relación a los modos de estar en el territorio, han comenzado a influenciar las discusiones académicas más recientes. Sostenemos que estas nuevos desplazamientos están impulsando el campo de los estudios culturales hacia nuevas áreas de investigación, ampliando la riqueza existente del pensamiento ambiental latinoamericano que se evidencia históricamente y en la actualidad en las ontologías amerindias, las imaginaciones telúricas populares-nacionales, y las prácticas culturales afrolatinas sincréticas, entre otras, las cuales tienen, en algunos casos, genealogías que se remontan al pasado precolombino (French & Heffes, 2021, p. 3 ). Parte de esta erudición crítica e innovadora incluye, como lo demuestran los artículos de Ponce de León y Pinheiro Dias del presente dossier, el giro vegetal, el surgimiento de los estudios críticos de plantas, el pensamiento ambiental y las epistemologías indígenas. Sin embargo, como subraya Pinheiro Dias, no hay nada nuevo en el pensamiento ambiental que no provenga ya de las perspectivas indígenas, pues la noción de «giro», en efecto, corre el riesgo de ocluir la persistencia de la imbricación entre ontologías humanas y no humanas en interacciones no lineales y no teleológicas (es decir, no occidentales).
A través de una revisión de los recientes estudios teóricos, la producción cultural, el trabajo semiótico enfocado en los parientes no humanos y los nuevos enredos, Pisar suavemente sobre la Tierra formula un interrogante imperativo: ¿qué texturas específicas del Antropoceno (y sus nomenclaturas variadas de Capitaloceno, Plantationoceno, Necroceno, Chthuluceno, etc.) se manifiestan en los entornos latinoamericanos? La urgencia de plantear esta pregunta se ha manifestado a través del surgimiento de un gran número de esfuerzos colaborativos que efectivamente han estado cultivando el campo de las humanidades ambientales latinoamericanas. Estos esfuerzos comprenden la creciente cantidad de volúmenes y números coeditados para revistas académicas, así como la creación de nuevas plataformas digitales, redes de investigación enfocadas en conectar y compartir ideas y trabajos sobre literatura, arte y cultura ambiental. Este cambio de las prácticas individuales hacia los esfuerzos colectivos, junto con la creciente apertura en la academia hacia la investigación inter y transdisciplinaria, ha comenzado a estimular, con indiscutible éxito y amplia recepción, el surgimiento de voces que interrogan y desentierran las premisas subyacentes de la crisis actual. Más aún, dialoga con lo que Noah Theriault y Simi Kang definieron como un tipo de trabajo colaborativo que «descentra la autoridad de los investigadores académicos y posiciona la investigación como una forma de acción colectiva dirigida por la comunidad» (Theriault & Kang, 2021, p. 6).2 Este cambio hacia el trabajo colaborativo también cuestiona -tácita o abiertamente- las lógicas y simbologías subyacentes de la competencia individualista junto a la exploración territorial inherente a un encuadre de la investigación basado en «innovar», proponiendo en su lugar un «pensar-con-muchos» colaborativo (Puig de la Bellacasa, 2012, p. 200 ).
Prácticas académicas y creativas
Las devastaciones ambientales contemporáneas en América Latina son modeladas por historias de apropiación y extracción de recursos transhemisféricos, transnacionales y transregionales que se han acelerado bajo el colonialismo y el capitalismo global. Como demuestra Heffes en la introducción a su artículo, la amplia y rica producción reciente en el campo de las investigaciones ambientales latinoamericanas ha fomentado una constelación de estudios que amplía y reconfigura la forma del campo a partir de los planteamientos originales durante las primeras oleadas de la ecocrítica hasta el presente, creando nuevas categorías de exploraciones críticas y epistemológicas, y marcando un punto de inflexión respecto a lo publicado hasta el momento. Algunos ejemplos, aunque no exhaustivos, son los trabajos de Gagliano, Ryan & Vieira (2017) y Wylie (2020) sobre el lenguaje intrínseco y el antropomorfismo de las plantas, respectivamente. También surgieron nuevas direcciones en el estudio del paisaje frente al extractivismo, las visiones andinas y la noción de archivo en enfoques liderados por los trabajos de Andermann, Blackmore & Carrillo Morell (2018), así como de Briceño & Coronado (2019). Otras perspectivas introducen nuevas lecturas a través de la lente de la ecología del posthumanismo (Bollington & Merchant 2020; Fornoff & Heffes 2021), construcciones de Estados-nación (Martínez-Pinzón, 2016), la reevaluación de viejos tropos como el canon latinoamericano (French & Heffes, 2021), el boom del caucho y/o la búsqueda de El Dorado (Smith, 2021; Rogers, 2019), la ciencia descolonizada en proyectos arte-ciencia recientes (Page, 2021), la mimesis y el desarrollismo (Saramago, 2021), así como como la violencia lenta (Kressner, Mutis & Pettinaroli, 2020), solo por nombrar algunos.
También han surgido nuevas iniciativas transversales que siguen los caminos del nuevo materialismo, la crítica indígena y poscolonial, los estudios animales y la ecología queer. Estos trabajos recientes, que a veces se correlacionan con el surgimiento de nuevas voces en el campo de los estudios latinoamericanos, abordan problemáticas fundamentales que abarcan desde cuestiones de representaciones estéticas, temporalidades y espacialidades, hasta activismo, indigeneidad, monocultura, toxicidad y resistencia cultural y política. Otras preguntas abordan la relevancia del uso de «humanidades ambientales» en el contexto latinoamericano -en contraste, por ejemplo, con el uso más frecuente de la ecología política, un enfoque derivado de las ciencias sociales que ha desencadenado publicaciones seminales como los escritos de Eduardo Gudynas, Marisol de la Cadena, Arturo Escobar, Eduardo Viveiros de Castro y Deborah Danowski, Silvia Rivera Cusicanqui, Eduardo Kohn y Boaventura de Sousa Santos, por mencionar los más representativos. Siguiendo esta distinción en la terminología, cabe formular si el uso del término «humanidades ambientales» revela un paradigma analítico diferente. Una tarea importante para los académicos latinoamericanos es indagar acerca de otras tradiciones del pensamiento ambiental que prevalecen en la región e interrogar cómo definimos las ecologías del Sur Global y cómo se diferencian de las ecologías del Norte Global. En este sentido, es clave mantener conversaciones equitativas y productivas dentro del campo de las humanidades ambientales teniendo en cuenta la persistencia de redes (pos)coloniales de conocimiento y poder. En mayor o menor grado, estas publicaciones recientes, que marcan una segunda (o incluso ya una tercera) ola de esfuerzos ecocríticos, buscan identificar los problemas más urgentes en América Latina desde una perspectiva política, cultural y estética, al tiempo que exploran las posibles contribuciones al proyecto más amplio de imaginar ecosistemas que sean a la vez alternativos y resilientes, generativos y fértiles.
Además de evaluar formatos académicos convencionales, como monografías y libros coeditados, este dossier aborda las contribuciones de las prácticas del arte y el diseño al pensamiento ambiental tanto en los entornos académicos como así también desde espacios y prácticas informales y sin afiliación institucional específica. Así pues, los productores culturales latinoamericanos han ido también transformando la praxis y la indagación del pensamiento ambiental a través de lo que la escritora mexicana Cristina Rivera Garza ha definido en The Restless Dead (2020) como «desapropiación» y «comunalidad»: mientras que la desapropiación se refiere a una técnica de ensamblajes que resisten la autoría contemporánea (una cosificación de la noción de genio creativo), la comunalidad consiste en una derivación ética de la anterior, que expone el trabajo colectivo subyacente a toda escritura. Un ejemplo reciente es La compañía, de la artista visual y escritora mexicana Verónica Gerber Bicecci, libro que reescribe el cuento de Amparo Dávila, «El huésped», a través de un trabajo de ensamblaje y superposición que sirve de matriz para contar una historia de extracción y despojo, y que constituye un proyecto que se compromete con el arte visual y el material etnográfico y de archivo para producir una narrativa polifónica. El advenimiento de estas modalidades innovativas, destinadas a descentrar, reconfigurar y reevaluar jerarquías fijas, revela los nuevos intentos por cuestionar los límites que han estado asignando un papel particular a los individuos entre sí, pero también dentro de mundos no humanos.
Los artículos de Blackmore y Pinheiro Dias abordan las prácticas artísticas como modos de investigación en sí mismos y examinan las formas generativas en que los proyectos curatoriales y transdisciplinarios producen resultados tanto académicos como actividades de participación pública. La última década ha atestiguado una creciente aceptación del valor investigativo de la práctica creativa y su integración en los marcos académicos formales. Ahora existe una nomenclatura sistemática para referirse a las formas en que la investigación desde la práctica (practice-led research) y la práctica que parte de la investigación (research-led practice) «pueden dar como resultado ideas de investigación, como las que surgen al hacer un trabajo creativo y/o en la documentación y teorización de ese trabajo» (Smith & Dean, 2009, pp. 1-2 ). En la academia latinoamericana, algunas revistas arbitradas (como Cuadernos de música, artes visuales y escénicas, creada en 2004) difunden trabajos de investigación-creación e investigación artística, mientras que los cursos de educación superior (como el diplomado de la Universidad Nacional de Tres de Febrero en Humanidades Ambientales, en el Cruce del Arte y la Tecnología) han avalado el sentido transdisciplinario de este campo emergente. Asimismo, al abordar la investigación práctica, el trabajo curatorial y las actividades de participación pública, este dossier se alinea con el reconocimiento más amplio del valor de la investigación-creación y el impacto social de dicho trabajo ejemplificado por la reciente decisión de los editores de la revista líder en el campo, Environmental Humanities, de incentivar la publicación de trabajos de práctica (Jørgensen, 2022).
El surgimiento simultáneo de una modalidad ambiental renovada en la práctica artística y los crecientes enfoques ecocríticos, tanto en la investigación académica como curatorial en América Latina, corrobora, a su vez, la relevancia de las prácticas creativas en los entornos académicos e imaginarios públicos. La solidaridad y compromiso de los artistas con el activismo ambiental -desde las obras de protesta de Francisco Toledo contra el maíz transgénico en México hasta las colaboraciones en curso de Carolina Caycedo con líderes ambientales en las Américas, entre una miríada de ejemplos- demuestran los vínculos a menudo directos entre el arte y la ecología política, los que ocupan de forma creciente la atención académica (véase por ejemplo Merlinsky & Serafini, 2020). La temática ecológica en importantes bienales de arte, como Incerteza viva (Sao Paulo, 2016), la Bienal del Bioceno: cambiar el verde por azul (Ecuador, 2022) e Inaudito Magdalena (Salón Nacional de Artistas de Colombia, 2022), así como el trabajo en curso de proyectos artísticos territoriales como Bienal Saco (Chile), demuestran cómo las artes juegan un papel central en el impulso de perspectivas críticas acerca de la degradación ecológica y la creación de plataformas públicas que permitan imaginar mundos ecosociales más justos y sostenibles. De ello se deduce que los estudios culturales y los investigadores de la historia del arte han recurrido a las prácticas artísticas para examinar cómo contribuyen a temas claves en el pensamiento ambiental de la región, como lo demuestran estudios recientes que se centran en las relaciones humanas/no humanas (Lozano, 2016), las tradiciones paisajísticas, prácticas y representaciones (Uribe, 2016; Depetris Chauvin & Urzúa Opazo, 2019), el ecofeminismo (Moñivas, 2020), el pensamiento archipelágico (Flores & Stephens, 2017), las ecologías líquidas (Blackmore & Gómez, 2020) y la descolonización de la ciencia (Page, 2021), por nombrar unos pocos. Así como las obras de arte ambientales contemporáneas interactúan con tradiciones pictóricas, de performance y de land art precedentes, los proyectos específicos situados forman parte también de un linaje de proyectos en constante evolución (como las expediciones itinerantes y las arquitecturas improvisadas que inauguraron Ciudad Abierta en Chile en 1970, hasta el trabajo más reciente centrado en el medio ambiente de Más Arte Más Acción en Colombia, por mencionar solo dos iniciativas) que intervienen de manera creativa y crítica en los enredos geopolíticos y relacionales del territorio en una variedad de escalas. Por lo tanto, al abordar proyectos de arte y diseño situados en territorios específicos, el dossier formula un interrogante en torno a cómo la intersección de la práctica creativa, la erudición transdisciplinaria y la colaboración comunitaria promueven modos de «pensar con cuidado» (Puig de la Bellacasa, 2012) en entornos complejos, haciendo contribuciones tangibles a la vida que hay en ellos. En suma, al enfatizar las contigüidades de la producción cultural y el trabajo académico, el dossier busca disolver la jerarquía tradicional que separa a la primera como materia prima respecto de la segunda, posicionando la práctica, en cambio, como investigación por derecho propio y como modo de trabajo comprometido con el mundo ecosocial.
Nuevas direcciones
En un sentido amplio, los cuatro artículos reunidos aquí atienden a la reconfiguración de nuevos conceptos en la intersección de producciones académicas, culturales y estéticas, así como de estructuras y perspectivas que han ordenado, clasificado y sistematizado el estudio de la cultura latinoamericana y caribeña. En «Estratos sumergidos y la condición del conocimiento en América Latina», Gisela Heffes mapea el creciente número de trabajos académicos que se centran en las humanidades ambientales, teniendo en cuenta que el campo de los estudios culturales latinoamericanos y caribeños ha sido testigo de un crecimiento veloz de la crítica ambiental, a la par del surgimiento de un importante conjunto de trabajos que han catalizado nuevas e importantes prácticas y enfoques. Heffes revisa dos contribuciones significativas en relación a los debates en curso que están definiendo las direcciones teóricas y críticas de los estudios culturales latinoamericanos y caribeños: Things with a History: Transcultural Materialism and the Literatures of Extraction in Contemporary Latin America, de Héctor Hoyos, y Allegories of the Anthropocene, de Elizabeth DeLoughrey, ambos publicados en 2019. Las dos obras intentan cuestionar el binomio naturaleza/cultura -junto a otras dicotomías modernas- desde posiciones y ángulos divergentes: mientras que Hoyos propone la desalegorización (es decir, una «literalización») de algunas obras latinoamericanas fundamentales, DeLoughrey, por su parte, nos invita a reconsiderar la alegoría como una forma de simbolizar la «disyunción percibida entre los humanos y el planeta, entre nuestra “especie” y una “naturaleza” externa dinámica» (4). Según Heffes, estos estudios desplazan la dirección epistemológica del campo formando nuevas áreas de estudio y/o reformulando y reconfigurando las precedentes. Si Things with a History reorienta la dirección del trabajo realizado por académicos latinoamericanos enfocados en la literatura mundial, amplía por otro lado el alcance de las humanidades ambientales dentro del campo más extenso de los estudios latinoamericanos al proponer un recorrido epistemológico nuevo en relación a nuestra comprensión de la narrativa, el acto de relatar y las palabras, cambio que nos permite revisitar, como lo hace, obras culturales latinoamericanas tanto canónicas como menos reconocidas. Allegories of the Anthropocene, por su parte, expande el campo tanto de los estudios poscoloniales como sobre el Antropoceno, el que había sido yaampliado por la propia DeLoughrey en trabajos críticos y colaborativos anteriores. En su conjunto, ambos dialogan con la emergencia de algunas publicaciones académicas recientes que analizan íntimamente un número importante de obras literarias y artísticas para proponer una investigación crítica enfocada en desbaratar lo humano y, por lo tanto, descentrar el Anthropos.
En «El giro botánico en América Latina», Alejandro Ponce de León argumenta que al aprender de las plantas «los practicantes del giro botánico están ampliando los lentes analíticos en las humanidades, de modo que nuevas sensibilidades y prácticas de cuidado para formas de vida más que humanas puedan ser imaginadas». A través de su análisis de The Language of Plants: Science, Philosophy, Literature (2017), de Monica Gagliano, John Ryan & Patrícia Vieira, Plant Kin: A Multispecies Ethnography in Indigenous Brazil (2019), de Theresa Miller, y el libro de Lesley Wylie, The Poetics of Plants in Spanish American Literature (2020), Ponce de León mapea las provocaciones teóricas y los desafíos metodológicos relacionados con el reciente aumento de interés en los estudios de plantas en la producción crítica latinoamericana. Argumenta que las plataformas académicas que cruzan las ciencias naturales y sociales con las humanidades constituyen un terreno particularmente generativo para imaginar políticas y éticas multiespecíficas para el Antropoceno. El cultivo de esas imaginaciones botánicas, sin embargo, plantea interrogantes sobre la necesidad de métodos de investigación que vayan más allá de las convenciones de la metafísica occidental, sintonizándose con la inteligencia y la expresividad de las plantas más allá de sus codificaciones convencionales en las taxonomías científicas y las artes decorativas, para ver, sentir, saber, y reconectar con las fuerzas botánicas y fomentar mundos habitables. Explorar la etnografía sensorial de la relacionalidad indígena en los mundos de las plantas a través del libro de Miller y los análisis ecocríticos del canon literario latinoamericano en la obra de Wylie, ofrece algunas pistas sobre rutas epistemológicas y métodos de investigación que eluden las lógicas ocularcéntricas y la objetividad científica, y favorecen una forma de pensar y sentir de otra manera con el mundo vegetal. Más allá de los estudios de plantas per se, Ponce de León argumenta que estas aperturas metodológicas son valiosas para académicos en disciplinas variadas, ya sea dentro como más allá de los estudios culturales.
Jamille Pinheiro Dias, en «Pensamiento ambiental y artes indígenas en Brasil hoy», rastrea los impactos del trabajo de los intelectuales indígenas brasileños Davi Kopenawa Yanomami y Ailton Krenak en los debates académicos más recientes, y el papel generativo de la práctica artística en la impugnación de la mercantilización de la vida. Mediante una reexaminación de los capítulos que integran Vozes vegetais: Diversidade resistência e histórias da floresta (Voces vegetales: diversidad, resistencia e historias del bosque, 2021) de Stelio Marras, Joana Cabral de Oliveira, Marta Amoroso et al., así como A vida não é útil de Ailton Krenak (La vida no es útil, 2020), Pinheiro Dias explora las intersecciones entre el pensamiento ambiental, la etnografía y la poesía, y demuestra la influencia del pensamiento indígena en estudios recientes que desafían los paradigmas extractivistas y la jerarquización de las formas de vida. Propone que el arte indígena contribuye a valiosos enfoques críticos, a través de una poética de resistencia, como los debates ambientales en el Brasil contemporáneo, losque son de relevancia para la región. Su análisis de la poderosa reivindicación de Glicéria Tupinambá y de la práctica de la fabricación de capas tupinambá, revela cómo la creación de arte se conecta con las tierras ancestrales habitadas y las costumbres del pueblo tupinambá de Serra do Padeiro, ubicado en el territorio indígena tupinambá de Olivença, en el sur de Bahía. El artículo concluye con el análisis de las provocativas obras de Denilson Baniwa, un artista indígena amazónico de Mariuá, en el Río Negro, cuya práctica se relaciona críticamente con la historia de los museos y el coleccionismo como parte de un aparato colonial que osifica los mundos no modernos. Su revisión del pensamiento y la práctica del arte indígenas junto con Vozes vegetais y A vida não é útil señala el importante trabajo de recuperación que se está realizando en múltiples esferas para montar una vigorosa resistencia a la monocultura del pensamiento occidental que reduce la «naturaleza» a un recurso, y demostrando cómo los abordajes indígenas de la relacionalidad interespecie provocan reflexiones sobre cómo la jerarquización de las formas de vida constituye una historia de violencia epistémica que se encuentra implicada en el amplio espectro de la monocultura capitalista como de la colonialidad inherente a la historia de los museos. Como señala en la conclusión, estas formas indígenas de hacer arte no dan lugar a la «resurrección» de un «pasado auténtico» contra la colonialidad, sino a modos de desmercantilización del nexo mismo entre el tiempo y la creatividad, experimentos de reactivación estética que no son exclusivos del presente ni de lo humano - y en los que lo humano aún puede alimentar la tierra para que germinen artes ancestrales y futuras.
En su artículo «Cultivando la continuidad: investigación artística específica situada», Lisa Blackmore analiza HAWAPI, Ensayos y EnlaceArq, tres proyectos transnacionales de una década en América Latina que se entrecruzan con el trabajo específico situado (site-specific), la investigación académica, la práctica creativa y la colaboración transdisciplinaria/comunitaria. El artículo examina cómo las materializaciones de plataformas como exhibiciones, eventos y publicaciones contribuyen a los debates regionales y globales sobre los desafíos ambientales -desde la conservación de humedales a los ríos urbanos y materiales de construcción sostenibles-, evaluando hasta qué punto estos proyectos trazan cartografías críticas de conflictos socioambientales en las dinámicas situadas y las desigualdades estructurales de diversos tipos de «zonas extractivas», las que son foco de un creciente interés académico en el campo de las humanidades ambientales (Gómez-Barris, 2017). Blackmore revisa los enfoques de los tres grupos en las dinámicas relacionales con comunidades y sitios específicos a través de residencias efímeras y colaboraciones a largo plazo que trabajan hacia soluciones sostenibles y autónomas ante los desafíos socioambientales. El análisis de las prácticas de campo de HAWAPI demuestra el diálogo crítico con las tradiciones de exploración territorial mientras sortea los formatos extractivos de las expediciones y el turismo de masas, y sus codificaciones estéticas relacionadas. La revisión de la colaboración de EnlaceArq con el barrio La Palomera en Caracas, con quien la arquitecta y académica Elisa Silva inició un proyecto para celebrar la historia de la comunidad, resolver un problema de recolección de desechos y crear nuevos espacios comunales, evalúa cómo el trabajo académico y cultural comprometido incentiva la protección de los derechos bioculturales a través de la «práctica crítica del diseño» que Arturo Escobar (2018) teoriza como una reorientación del diseño para revitalizar la vida comunitaria y mitigar las fracturas sociales y territoriales del desarrollismo. Al evaluar la colaboración a largo plazo entre la fundadora de Ensayos, Camila Marambio, con líderes del pueblo indígena Selk'nam en Tierra del Fuego, Blackmore considera cómo las estrategias curatoriales unen territorios locales y plataformas culturales globales para crear conciencia sobre los derechos bioculturales entrelazados de comunidades indígenas y ambientes de humedales. En última instancia, argumenta que la investigación práctica estimula prácticas comprometidas con un «pensar con cuidado» (Puig de la Bellacasa) que crean espacios dinámicos de negación.
Pasos futuros: caminar con cuidado en la Tierra
En respuesta a las profundas incertidumbres de la pandemia de COVID-19 y reflexionando sobre su relación con las causas estructurales de larga data de la degradación ambiental y la aceleración moderna, Ailton Krenak aboga por un modo de «pisar la tierra con cuidado» para contrarrestar, como argumenta Pinheiro Dias en su artículo, la codicia y el excepcionalismo humano de los «devoradores de tierra» o «gente de la mercancía», los términos propuestos por el activista yanomami Davi Kopenawa para nombrar la codicia antropocéntrica que reduce las plantas, los minerales y los mundos de vida entre especies a meros recursos. Las nuevas direcciones en la investigación y práctica ambiental examinadas y revisadas aquí constituyen una invitación a reflexionar acerca de las implicaciones y la naturaleza de los compromisos humanos/no humanos en la vida diaria como así también en las metodologías de investigación. La reflexión profunda sobre los enredos ambientales históricos que influyen en la crítica cultural, la atención sensata a la vida de las plantas y los ecosistemas, y el compromiso de hacer un trabajo creativo con el territorio, señalan cómo estos rumbos nuevos y en vías de consolidación proponen desplazarse suavemente, con tacto, partiendo de la ética y el cuidado como valores que moldean las tramas relacionales de nuestras vidas situadas y planetarias, para revocar la voluntad utilitaria de controlar la vida. La huella duradera que la erudición ambiental y las prácticas creativas pueden dejar en las comunidades, académicas y más allá, será una pregunta para futuras investigaciones en medio de las injusticias socioambientales vigentes que dan forma al mundo contemporáneo y la urgencia de enfrentarlas. En este sentido, los esfuerzos desde y hacia América Latina son contribuciones únicas, distintas y cruciales al cada vez más importante campo de las humanidades ambientales. Dadas sus metodologías innovadoras, catalizan intervenciones estéticas críticas como prácticas que tendrán un impacto duradero en el alcance general de los estudios ambientales, al tiempo que parten de tradiciones anquilosadas y cambian paradigmas epistemológicos hacia esferas sin precedentes.