Introducción
La intimidación o matoneo escolar (ME) se entiende como el conjunto de comportamientos de un estudiante con intención de dañar o perturbar emocionalmente a otro estudiante, más allá de las bromas habituales que se presentan entre pares (Aalsma & Brown, 2008). El ME incluye tres componentes: una interacción agresiva frecuente con intencionalidad de daño, además, está interacción es repetitiva en el tiempo y en su dinámica se presenta un desequilibro de poder (Olwews, 1993).
Sin embargo, algunos teóricos consideran que el criterio de victimización repetida no es necesario en la definición del ME (Volk, Dame, & Varini, 2014), en tanto que un único evento puede generar, igualmente, consecuencias adversas graves (Volk, Craig, Boyce, & King, 2006). Mas, el criterio de reiteración en el tiempo permite diferenciar los incidentes ocasionales de agresión de aquellos que se presentan sistemáticamente; además, la repetición implica una aproximación a la intensidad del daño, dado que a mayor frecuencia es más probable observar impactos negativos (Olweus, 1993; Volk et al., 2014).
El espectro de eventos de ME son múltiples según sea la exposición directa o indirecta a la agresión. Así, el ME físico consiste en golpear, patear, empujar, robar o destruir objetos o propiedades de la víctima (Wang, Iannotti, & Luk, 2012); el ME social busca excluir, ignorar, o difundir rumores respecto a la víctima (Volk et al., 2006); y el ME verbal reside en usar el lenguaje para asustar, humillar, insultar, burlar o amenazar a la víctima (Monks et al., 2009). Otras formas de ME relacionan más con el motivo de la intimidación, por ejemplo, racial o por diversidad sexual (Pontzer, 2010).
El ME es un fenómeno complejo y heterogéneo en cuanto a sus tipologías lo que conlleva importantes desafíos conceptuales, metodológicos y prácticos (Farrell, Della Cioppa, Volk, & Book, 2014). En relación con su prevalencia, el ME varía según las características demográficas de la población y el método de evaluación y medición (Benítez & Justicia, 2006). Al respecto, Graham, Bellmore, Nishina y Juvonen (2009) observaron una prevalencia del 14% en el área metropolitana de Los Ángeles (Estados Unidos), y Avilés y Monjas (2005) del 6% en estudiantes de Valladolid (España).
En el contexto colombiano, Paredes, Álvarez, Lega y Vernon (2008) documentaron una prevalencia del 25% de ME en la ciudad de Cali, y, posteriomente, Cassiani-Miranda, Gómez-Alhach, Cubides-Munévar y Hernández-Carrillo (2014) observaron una prevalencia del 20% en la misma ciudad. Cepeda-Cuervo, Pacheco-Durán, García-Barco y Piraquive-Peña (2008) informaron una prevalencia de 22% en la ciudad de Bogotá; Uribe, Orcasita y Aguillón (2012) de 23%, en la ciudad de Floridablanca; Ávila-Toscano, Osorio, Cuello, Cogollo y Causado (2010) de 63% en la ciudad de Barranquilla; y Socarras, Suescún, Betancur y Alzate (2014) hallaron prevalencia de 67% en la ciudad de Santa Marta.
El ME afecta el ajuste psicosocial de los estudiantes y aumenta la probabilidad de diagnóstico de un trastorno mental durante la adolescencia o la edad adulta. Las víctimas de ME informan con mayor frecuencia síntomas y trastornos emocionales, como los depresivos y de ansiedad, y comportamientos autolesivos (Vanderbilt & Augustyn, 2010).
Cuando los síntomas depresivos son frecuentes y persistentes pueden afectar el desempeño social y escolar, y ser suficientes para que un estudiante presente un episodio depresivo mayor (Jiménez, Wagner, Rivera, & Gonzales-Fortaleza, 2015). En general, los síntomas depresivos se identifican como mediadores de otros problemas de salud mental en adolescentes (Cheng-Fang, Mei, Tai-Ling, Huei-Fan, & Chung-Ping, 2014; Kowalski & Limber, 2013). En el contexto clínico se considera que la ideación suicida (IS) es un síntoma cognitivo de malestar emocional muy frecuente en los episodios depresivos, como se categorizan en las Clasificación Internacional de Enfermedades para Mortalidad y Estadística (World Health Organization [WHO], 2018a) y el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014).
La IS, entendida como los pensamientos sobre la propia muerte, con o sin planes e intencionalidad de morir, se presenta en los diversos actores implicados en el ME, víctimas, victimarios, victimas-victimarios y testigos (McAuliffe, 2002), sin embargo, los hallazgos empíricos son inconsistentes. Algunas investigaciones señalan que no existen diferencias en IS entre víctimas, agresores o agresores-victimas (Brunstein et al., 2013), otros estudios refieren que la IS es más frecuente en los agresores que en los agredidos (King, Horwitz, Berona, & Jiang, 2013; Kowalsky & Limber, 2013), mientras, otros identifican que la IS es más prevalente en las víctimas que en los agresores (Espelage & Holt, 2013).
Existe evidencia de la asociación estadísticamente significativa entre victimización por ME, síntomas depresivos con importancia clínica (SDCI)1 e ideación suicida grave o alto nivel de ideación suicida (ANIS) (Fekkes, Pijpers, & Verloove-Vanhorick, 2004; Kaltiala-Heino, Fröjd, & Marttunen, 2010; Kaltiala-Heino & Fröjd, 2011; Kaltiala-Heino, Rimpelä, Marttunen, Rimpelä, & Rantanen, 1999; Skapinakis et al., 2011; Tuisku et al., 2006). En teoría, la relación entre ME y ANIS puede estar mediada por concurrencia de SDCI (Coffin, Álvarez, & Marín 2011; Kaltiala-Heino et al., 1999; Pelkonen, Karlsson, & Marttunen, 2011). Es posible que la experiencia de ME genere tanto sufrimiento emocional que a los SDIC se le sumen la IS, considerada un síntoma de alarma y de mayor gravedad (Arroyave, 2012).
Asimismo, se conoce que la asociación entre la victimización por ME y el ANIS está mediada por diferentes variables sociodemográficas y la presencia de SDIC. Heikkilä et al. (2013) en un estudio de cohorte hallaron asociación entre ME y ANIS, después de ajustar por edad, sexo y SDIC (OR 2,4, IC95% 1,1-5,3). Hong et al. (2016) observaron relación entre ME y ANIS, después de ajustar por SDIC (OR=1,5, IC95% 1,1-2,1). Sin embargo, Brunstein, Marrocco, Kleinman, Schonfeld y Gould (2008) no encontraron asociación entre la historia de ME y ANIS (OR=1,0, IC95% 0,6-1,7); Kim, Koh y Leventhal (2005) tampoco encontraron asociación entre ANIS y ME al controlar por síntomas de ansiedad, SDIC, sexo, residencia, estructura familiar y estrato socioeconómico (OR=1,2, IC95% 0,9-1,8); y Barzilay et al. (2017) hallaron que la presencia de SDCI no medió en la asociación entre victimización por ME y ANIS (OR=0,9, IC95% 0,7-1,3).
El ME es un problema contextual, es decir, el entorno cultural está claramente involucrado en su presentación (Maunder & Crafter, 2018). Algunos factores culturales pueden favorecer la manifestación de ME como, por ejemplo, valores transmitidos por la crianza que podrían derivar en creencias que legitiman la violencia y, en consecuencia, contribuyen a configurar mecanismos de desconexión moral asociados al ME (Álava, Calderón, & Gallardo, 2017; Almeida, Correia, & Marinho, 2010; Martínez, Robles, Utria, & Amar, 2014).
Teniendo en cuenta las consecuencias emocionales y comportamentales del fenómeno del ME en la salud mental de los adolescentes (Bond, Carlin, Thomas, Rubin, & Patton, 2001; Hawker & Boulton, 2000; Meltzer, Vostanis, Ford, Bebbington, & Dennis, 2011; Singham et al, 2017); y considerando los hallazgos inconsistentes en la relación entre ME y ANIS, ajustada por la presencia de SDCI, resulta de interés comprender los daños que puede generar el ME; información esencial para el diseño de programas de prevención e intervención en salud y convivencia escolar. En tal sentido, el objetivo de esta investigación fue estimar la relación entre la victimización por ME, SDCI y ANIS en adolescentes estudiantes de la ciudad de Santa Marta2, Colombia.
Método
Diseño y consideraciones éticas
Se realizó un estudio observacional analítico transversal que contó con la aprobación del Comité de Ética en Investigación de la Universidad del Magdalena (Colombia). Los padres firmaron el consentimiento informado y los participantes el asentimiento, respectivos. El estudio adoptó los aspectos éticos para investigaciones en salud, de acuerdo con las normas legales vigentes colombianas: derecho a la no participación y retiro del estudio en cualquier momento, confidencialidad, anonimato y devolución de resultados (Ministerio de Salud, 1993).
Participantes
La población estuvo conformada por 1.167 adolescentes estudiantes de sexto a undécimo grado de una institución educativa privada de la ciudad de Santa Marta, Colombia. Se tomó una muestra no probabilística por conveniencia de 350 estudiantes entre 10 y 17 años, sin criterios de exclusión.
Instrumentos
Los estudiantes diligenciaron en el aula de clase (noviembre de 2018) la información demográfica básica, una versión de cinco ítems del Cuestionario de Intimidación Escolar Abreviado, CIE-A (Moratto, Cárdenas, & Berbesí, 2012); la versión de diez ítems de la Escala del Centro de Estudios Epidemiológicos de la Depresión, CES-D-10 (Andresen, Malmgren, Carter, & Patrick, 1994), y la Escala de Okasha para Suicidalidad, EOS (Okasha, Lotaif, & Sadek, 1981).
El CIE-A-5 se compone de los ítems 1, 3, 5, 6 y 9 de la versión abreviada de 38 ítems (Moratto et al., 2012), que mostraron el mejor desempeño psicométrico en la fase preliminar del presente estudio: Kuder-Richardson de 0,60, omega de McDonald de 0,63 y excelentes indicadores en análisis factorial confirmatorio: chi cuadradro 6,67, gl=5, p=0,25, RMSEA=0,03 (IC90% 0,00-0,09), CFI=0,99, TLI=0,98 y SRMR=0,02. Cada ítem ofrece opciones de respuesta sí o no, y al menos una respuesta afirmativa se categorizó como indicador de ME.
La Escala del CES-D-10 (Kohout, Berkman, Evans, & Cornoni-Huntley, 1993) es derivado de la versión original de 20 incisos (Radloff, 1977). Cada ítem presenta cuatro opciones de respuesta desde nunca, a veces, muchas veces y siempre, que se califican de cero a treinta. Las puntuaciones superiores a once se categorizaron como indicadores de SDCI. Este instrumento ha mostrado alta consistencia interna en otros estudios colombianos (Rueda-Jaimes, Camacho-López, & Rangel-Martínez-Villalba, 2009; Villalobos-Galvis, & Ortiz-Delgado, 2012). La CES-D-10 mostró consistencia interna de 0,87.
La IS se evaluó mediante la EOS que se compone de cuatro ítems con patrón de respuesta politómico de cuatro opciones de respuesta: nunca, casi nunca, algunas veces y muchas veces que se califican de cero a doce, y se categorizó como alto nivel de IS (ANIS) las puntuaciones superiores a cuatro (Okasha et al., 1981). Esta Escala mostró consistencia interna aceptable en un estudio previo realizado en la ciudad de Santa Marta (Campo-Arias, Zuñiga-Díaz, Mercado-Marín, & García-Tovar, 2019). La EOS alcanzó consistencia interna de 0,80.
Análisis estadístico
Se efectuaron análisis descriptivos con estimación de frecuencias, porcentajes, medias y desviación estándar, según la naturaleza de las variables. En el análisis bivariado, se tomó como variable independiente el ME, como variable dependiente la presencia de ANIS y como posibles variables de confusión los SDIC y el sexo. Se establecieron razones de oportunidad (OR) con intervalos de confianza del 95% (IC 95%). La asociación entre ME y ANIS se ajustó por SDIC y sexo mediante regresión logística. El análisis se realizó en IBM-SPSS 22.0 (2013).
Resultados
Se contó con una muestra de 350 adolescentes estudiantes de ambos sexos, con una edad media de 13,3 (DE=1,8). Según el grado de escolaridad la distribución fue la siguiente: sexto 70 (20,0%), séptimo 56 (16,0%), octavo 59 (16,9%), noveno 51 (14,6%), décimo 70 (20,0%) y undécimo 44 (12,6%). Para el análisis se dividieron en dos categorías: de sexto a noveno grado (básica secundaria) y de décimo a undécimo grado (media vocacional). En relación con las variables, 16,6% de los estudiantes respondió afirmativamente a más de un ítem del CIE-A-5, esto es, indicador de ME; los SDIC se presentaron en 16,9% de los participantes y 9,4% presentó ANIS. Ver tabla 1.
Variables | Frecuencia | Porcentaje |
---|---|---|
Sexo | ||
Femenino | 188 | 53,7% |
Masculino | 162 | 46,4% |
Edad | ||
10-13 | 185 | 52,9% |
14-17 | 165 | 47,1% |
Escolaridad | ||
Básica secundaria | 236 | 67,4% |
Media vocacional | 114 | 32,6% |
ME | ||
Sí | 58 | 16,6% |
No | 292 | 83,4% |
SDIC | ||
Sí | 59 | 16,9% |
No | 291 | 83,1% |
ANIS | ||
Sí | 33 | 9,4% |
No | 317 | 90,6% |
Con respecto a las experiencias victimizantes de ME informadas, basadas en las respuestas al CIE-A-5 se encontró mayor frecuencia de ME verbal a través de insultos, y de ME social manifiesto en conductas de exclusión de la víctima, esto es, no permitirle participar, o decir a otros que no hablen o compartan con la víctima. Ver tabla 2.
Frecuencia | Porcentaje | |
---|---|---|
1. No me dejan participar, me excluyen | ||
Sí | 26 | 7,4% |
No | 324 | 92,6% |
2. Rompen mis cosas a propósito | ||
Sí | 5 | 1,4% |
No | 345 | 98,6% |
3. Dicen a otros que no estén conmigo o que no me hablen | ||
Sí | 19 | 5,4% |
No | 331 | 94,6% |
4. Me insultan | ||
Sí | 32 | 9,1% |
No | 318 | 90,9% |
5. Me desprecian | ||
Sí | 7 | 2% |
No | 343 | 98% |
El análisis por variables cruzadas entre ME, sexo y edad mostró que los hombres presentaron mayor frecuencia de victimización por ME, y las mujeres mayores frecuencias de SCIC y ANIS. El análisis de regresión indicó asociación entre ANIS y sexo. El ME, los SDIC y el ANIS es un poco más frecuente entre los estudiantes de 14 a17 años que entre los de 10 a 13 años, sin embargo, no se encontró asociación entre las variables y la edad. Ver Tabla 3.
A partir del análisis de regresión bivariado, la victimización por ME se asoció significativamente al ANIS. La asociación se mantuvo en el rango de significativo estadísticamente después de controlar por SDIC y sexo. Ver Tabla 4.
Discusión
En el presente estudio el ME se asocia estadísticamente al ANIS, después de controlar por SDIC y sexo, de modo que los adolescentes que informan victimización por ME presentan tres veces más ANIS. La asociación entre ME, SDIC y ANIS es consistente con investigaciones precedentes como la de Fekkes et al. (2004), quienes encontraron que la victimización por ME se relacionó con síntomas depresivos moderados y síntomas depresivos graves en 2.766 escolares de los Países Bajos; Kaltiala-Heino et al. (2010) hallaron en 2.070 escolares de Finlandia que la victimización por ME predecía frecuentemente a los síntomas depresivos; Skapinakis et al. (2011) en 2.431 escolares de Grecia registraron que las víctimas de ME eran más propensas a expresar IS; y Tuisku et al. (2006) encontraron que los trastornos del estado de ánimo depresivo, comórbidos o no, se asociaban con IS e intentos de suicidio.
La victimización por ME es una experiencia adversa que incrementa la posibilidad de presentar SDIC, es decir, afecta la interacción o funcionamiento social de los adolescentes, que se pueden traducir en soledad y deseo de autolesionarse (Kaltiala-Heino et al., 2010). El ME se presenta tanto en población con depresión clínica y población sin síntomas clínicos, además, el autoinforme de síntomas moderados y graves generalmente corresponde al diagnóstico de episodio depresivo mayor, de modo que cualquier manifestación de síntomas de depresión es un importante indicador de salud mental en las victimas de ME (Kaltiala-Heino & Fröjd, 2011).
Por otra parte, los SDIC pueden incrementar el riesgo de muerte por suicidio, dado que el ANIS generalmente es un paso intermedio en las manifestaciones cognitivas o comportamentales para intentos de suicidio o suicidio consumado (Hawkert & Boulton, 2000; Kim & Levental, 2008; Valadez, Amezcua, González, Montes, & Vargas, 2011). Incluso puede encontrarse en adultos con comportamientos suicidas la historia de que fueron víctimas de ME durante su adolescencia (Meltzer et al., 2011).
Dos mecanismos pueden explicar las asociaciones antes anotadas. La victimización por ME se relaciona con emociones negativas, incluso IS (Arroyave, 2012; Kim et al., 2005). La otra opción es un proceso gradual de presentación de síntomas depresivos que progresan en el tiempo a SDIC, con la inclusión de ANIS (Sweeting, Young, West, & Der, 2006). Otros autores explican que los pensamientos y comportamientos suicidas en víctimas de ME están mediados por variables potenciales como depresión, ansiedad, baja autoestima, soledad y desesperanza (Hong, Kral, & Sterzing, 2014).
En el presente estudio se encontró una asociación estadísticamente significativa entre ME y ANIS después de controlar por SDIC y sexo. Estos resultados son consistentes con algunos estudios que señalaron que la victimización por ME controlada por síntomas depresivos y otros síntomas externalizantes predicen la IS a largo plazo en adolescentes de Tampere y Vataa, Finlandia (Heikkilä et al., 2013). Así como la victimización por ME ajustada por factores de confusión como sexo, edad, presión académica, vivienda, familia, estatus económico, relaciones con maestros, compañeros de clase-familias y fumar, se asoció a una mayor IS en adolescentes de Fujian, China (Hong et al., 2016). Otro estudio registró que la victimización por ME ajustada por síntomas de ansiedad/depresión, género, lugar de residencia y estructura familiar, aunque no se asoció a IS, se asoció a conductas autolesivas y conductas suicidas en adolescentes de Seoul y Anyang, Corea del Sur (Kim et al., 2005). No obstante, algunos reportes difieren de estas asociaciones en adolescentes de Nassau, Suffolk y Westchester, New York (Brunstein et al., 2008) y en adolescentes de una muestra trasnacional europea conformada por participantes de Austria, Estonia, Francia, Alemania, Hungría, Irlanda, Italia, Rumania, Eslovenia, España y Suecia (Barzilay et al., 2017). Es probable que los diferentes resultados se expliquen por las características de la población y su impacto en las particularidades que puede presentar el ME en los diferentes contextos culturales (Maunder & Crafter, 2018).
Además, dado que la presencia de ANIS está relacionada con un conjunto amplio de variables, es probable que otras variables no consideradas o controladas en los estudios den cuenta de las diferencias en la asociación entre éste y la victimización por ME (Brendgen & Poulin, 2018). El control de variables de confusión puede explicar los diferentes resultados obtenidos hasta la fecha (Rhodes, Lin, & Streiner, 1999).
La asociación encontrada entre ME y ANIS, después de ajustar por SDIC, permite dimensionar el sufrimiento asociado a la victimización por ME y ofrece luces para su prevención (Kaltiala-Heino & Fröjd, 2011). En primer lugar, permite evidenciar la relevancia de evaluar SDIC en víctimas de ME (Bauman, Toomey, & Walker, 2013); en segundo lugar, la posibilidad de prevenir la victimización repetida por ME al reducir los SDIC; y, finalmente, disminuir el riesgo de que la víctima presente ANIS a partir de la identificación y realización de programas de intervención con adolescentes con SDIC (Kaltiala-Heino & Fröjd, 2011). Además, considerar el sexo como variable diferencial en adolescentes con alteraciones de salud mental como ANIS y SDIC (Ardiles-Irarrázabal, Alfaro-Robles, Díaz-Mancilla, & Martínez-Guzmán, 2018; Jiménez et al., 2015).
Así mismo, es importante reconocer el probable subregistro de la victimización por ME cuando el individuo genera respuestas que representan una imagen positiva de sí mismo; igualmente, es relevante identificar los aspectos culturales de la familia, las escuelas y los grupos sociales que propician el ME a través de las normas y convenciones sociales (Maunder & Crafter, 2018). Las nuevas investigaciones deben considerar la heterogeneidad de las medidas del ME y la cuestionable validez y confiabilidad de algunos instrumentos, y potencializar el valor práctico de los resultados para las entidades públicas en salud, los administradores de educación secundaria, docentes y padres de familia, actores fundamentales en la promoción de la convivencia y salud escolar (Iverson, Ejere, Mytton, & Ehiri, 2017).
Los retos para la investigación del ME y ANIS se sitúan en los estudios de trayectoria, que permitan identificar factores que moderan esta asociación en múltiples contextos culturales, la identificación temprana de SDIC y el diseño de programas efectivos para la prevención del ME (Hong et al., 2014). Este estudio representa un aporte en la asociación entre ME e IS debido a que incluyó una muestra de participantes social y culturalmente distinto a las investigaciones previas adelantadas en el escenario internacional; además contribuye al conocimiento de las variables que se asocian e interactúan con el ME, y, por lo tanto, contribuye al diseño de medidas preventivas eficaces (Aalsma & Brown, 2008; Arroyave, 2012; Kim & Leventhal, 2008; Wahlbeck, 2015). No obstante, esta investigación tiene la limitación de no controlar variables sociales y culturales, las cuales se asocian al ME (Forster et al., 2013; Graham et al., 2009); además, su diseño transversal no permite una completa claridad sobre la dirección de la causalidad y dado que se contó con una muestra no probabilística, sus hallazgos no se pueden generalizar.
Se concluye que la victimización por ME se asocia significativamente a ANIS en una muestra de estudiantes adolescentes de la ciudad de Santa Marta, Colombia. Se necesitan nuevas investigaciones con poblaciones más amplias, muestreos probabilísticos y mayor número de variables que permitan hacer ajustes en la estimación de la asociación, así como considerar estas asociaciones en otros actores del ME.