El problema actual del hambre en el mundo se da sobre todo por problemas de acceso a los alimentos (Friedrich, 2014). Han sido varias las iniciativas que intentan erradicar o, al menos, combatir el hambre y alcanzar la seguridad alimentaria (Basso, 2013) y, de manera general, disminuir el impacto de dicha problemática. Entre estas se encuentran los llamados bancos de alimentos, los cuales buscan fortalecer la seguridad alimentaria y nutricional de poblaciones vulnerables mediante la disminución del desperdicio de alimentos y otros productos de consumo. Su principal actividad consiste en recolectar alimentos de donantes, que pueden ser productores, transformadores o comercializadores, para asignarlos y distribuirlos entre poblaciones vulnerables. Se enfoca así en disminuir las necesidades básicas alimentarias sociales y atender la desnutrición, especialmente la de los niños procurando donaciones de alimentos aptos para el consumo, aunque no sean comercializables (Maldonado & Moya, 2010).
En los últimos años, se ha venido incrementando el desperdicio de alimentos a nivel mundial. Al año, se presentan cerca de 1300 millones de toneladas de alimentos desperdiciados o perdidos que habían sido producidos para el consumo humano (FAO, 2016). Esto es un problema debido a las pérdidas económicas generadas en las cadenas productivas, al impacto ambiental producido y al impacto social representado en la cantidad de personas que dejan de ser alimentadas. Según la FAO (2016), se estima que esas toneladas de alimentos serían suficientes para alimentar a 2000 millones de personas y que el 6 % de las pérdidas mundiales de alimentos se dan en América Latina y el Caribe, pues, cada año, esta región pierde y/o desperdicia alrededor del 15 % de sus alimentos disponibles, a pesar de que 42,5 millones de sus habitantes viven con hambre (FAO, 2018).
En el caso de Colombia, según un estudio realizado por el Departamento Nacional de Planeación (DNP), se pierden o desperdician 9,76 millones de toneladas de comida al año. Dicha cifra es alarmante porque representa el 34 % del total de los alimentos que el país podría consumir durante un año. Esto quiere decir que, por cada tres toneladas de comida disponible, una tonelada va a la basura (DPN, 2016). Además, se estima que el 43 % de los colombianos se encuentra en situación de inseguridad alimentaria (Epstein, 2017). Es decir, aproximadamente cuatro de cada diez personas no tienen los alimentos necesarios para llevar una vida saludable y activa.
Aunque la labor de los bancos de alimentos está organizada para tener un impacto positivo en la sociedad, no se debe desconocer que, como en cualquier organización, sus procesos son susceptibles de mejora, a fin de garantizar una adecuada utilización de los recursos y la maximización de su objetivo principal: atender a más personas en condiciones de vulnerabilidad. La operación logística de estas organizaciones sociales, de recolección y entrega de los productos donados, implica variados procesos de toma de decisiones, por lo que se hace necesario diseñar herramientas metodológicas que faciliten dicha operación.
Uno de los problemas que tienen los bancos de alimentos se refiere a decidir a qué organizaciones beneficiar, dado que la demanda de alimentos puede superar la oferta. Es decir, se puede contar con una cantidad de alimentos limitada que es superada por la cantidad de personas u organizaciones solicitantes (Tarasuk, Dachner, Hamelin, Ostry, Williams, Bosckei & Raine, 2014). En este sentido, se efectúa antes un proceso de afiliación de las organizaciones que van a ser beneficiadas, lo que constituye una decisión de selección muy importante, pues se debe garantizar el cumplimiento de la función de llegar a la población más vulnerable, pasando por una etapa de priorización. Según Tarasuk et al. (2014), cuando el acceso a la ayuda es menos restringido, la probabilidad de que un banco de alimentos se quede sin alimentos es mayor. Dicha decisión implica, entonces, la definición de múltiples criterios y la sistematización de los pasos para priorizar adecuadamente a los potenciales beneficiarios. A pesar de esto, no existen investigaciones que aborden dicho problema.
Se presenta, entonces, una propuesta de metodología multicriterio orientada a priorizar las instituciones que hay para afiliar a un banco de alimentos de una ciudad colombiana. La metodología integra el proceso jerárquico analítico (analytic hierarchy process, AHP) y la técnica de ordenación de preferencias según su similariedad a la solución ideal (technique for order of preference by similarity to ideal solution, TOPSIS). Adicionalmente, la metodología propuesta es aplicada en un banco de alimentos en Colombia.
A continuación, se presenta una revisión de la literatura sobre los bancos de alimentos, la definición del funcionamiento general de estos bancos y las metodologías de toma de decisión multicriterio. Después, se expone la metodología propuesta y se presenta su aplicación, los resultados y las conclusiones.
Bancos de alimentos
Los bancos de alimentos surgieron en la década de los años sesenta, en Phoenix (Arizona), cuando un ciudadano, John van Hengel, creó el primer banco de alimentos, con el único objetivo de luchar contra el hambre recuperando alimentos consumibles, pero que no se podían comercializar. Actualmente, existen en el mundo tres redes de bancos de alimentos: Red Mundial de Bancos de Alimentos, Red de Bancos de Alimentos de Estados Unidos y la Federación Europea de Bancos de Alimentos. En Colombia, se encuentra la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia (Abaco), que pertenece a la primera red y está conformada por diecinueve bancos (Abaco, 2018).
En Colombia, el objetivo de un banco de alimentos es salvar productos perecederos y no perecederos (aquellos que se acercan a su fecha de vencimiento, que tienen afectada su presentación o baja rotación o que las industrias deciden dar de baja), para que, en lugar de que se conviertan en alimentos para animales o en basura, sean aprovechados por los más necesitados de la ciudad y los municipios cercanos (El Tiempo, 2006).
La labor de los bancos de alimentos está sustentada también en el marco de la sostenibilidad, que establece satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Esto implica un desarrollo económico y social transcendente en el tiempo y respetuoso del medioambiente (Amato, 2015).
El funcionamiento principal de los bancos de alimentos colombianos tiene la estructura presentada en la figura 1. Inicialmente, hay organizaciones o instituciones que donan alimentos, que son recolectados por los bancos y, luego, almacenados, transformados o acondicionados, según el requerimiento y las condiciones de los productos. Los bancos reciben las solicitudes de poblaciones vulnerables que requieren alimentos, seleccionan a los beneficiarios y entregan los alimentos.
En la actualidad, existen investigaciones encaminadas al análisis y mejoramiento del desempeño de las funciones de los bancos de alimentos, algunas de carácter cualitativo y otras de carácter cuantitativo. Estas estudian aspectos relacionados con la recolección de los alimentos, las operaciones internas del banco y la distribución de estos. En la tabla 1, se presentan algunos de los trabajos de diferentes autores durante los últimos diez años, que fueron hallados en bases de datos tales como Science Direct, Emerald, Ebsco.
Sobre la asignación de los alimentos, se encontró que Cuevas-Ortuño y Gómez-Padilla (2013) consideraron el problema de asignación de recursos limitados (alimentos) a múltiples clientes (familias) con restricciones de disponibilidad en un banco de alimentos. Estos autores desarrollaron un modelo basado en programación lineal entera mixta que considera el problema de la dieta, pero no la decisión de a qué familias atender, teniendo en cuenta la provisión limitada de alimentos y la cantidad superior de personas o poblaciones vulnerables. Por eso, es necesario contar con un adecuado proceso de selección de dichas familias o beneficiarios, en el cual se incluyan diferentes criterios que son relevantes.
Hasta el momento, no se ha encontrado una investigación que analice el proceso de selección de los beneficiarios, un aspecto que resulta crítico, pues de este depende que se favorezca a aquellos que más lo necesitan a partir de la mejor utilización posible de los alimentos recolectados. Por eso, este estudio se centra en desarrollar una propuesta que permita hacer una adecuada priorización de la población que será beneficiaria del banco de alimentos, lo que incluye establecer varios criterios para seleccionar adecuadamente y administrar de la mejor manera posible los recursos disponibles.
Toma de decisión multicriterio
Dada la relevancia que tiene la toma de decisiones para el ser humano, numerosos autores y estudios se han referido al tema, tal es el caso teoría de la decisión, que aborda la naturaleza formal de las decisiones individuales y examina criterios diversos de decisión según el contexto informativo en que se desenvuelva el individuo (Aguilar, 2004).
Las decisiones siempre suponen diferentes alternativas y, en ocasiones, variados y complejos criterios que hacen el proceso de toma de decisión mucho más difícil:
En este sentido, las técnicas de análisis multicriterio permiten trabajar con varios criterios simultáneamente, usualmente en conflicto entre sí. A su vez, a cada criterio original debe asociarse un criterio generalizado o función de preferencia, para poder así proceder a calcular la matriz de índices de preferencias multicriterio. (Fernández, 2002)
Escuelas de pensamiento como la estadounidense y la europea, entre otras, desarrollaron varios métodos avanzados de ayuda a la toma de decisiones, como los de suma ponderada, AHP (por sus siglas en inglés), SMART, ELECTRE, TOPSIS (por sus siglas en inglés), entre otros.
En este estudio se integran dos modelos. El primero, el proceso jerárquico analítico (AHP), es un método propuesto por Thomas Saaty. Es una herramienta para decisiones multicriterio que permite evaluar los factores que influyen en la resolución de un problema (Gramajo, Karanik, Pinto, Cabrera & Alurralde, 2011).
El segundo es la técnica de ordenación de preferencias según su similitud a la solución ideal (TOPSIS). Fue desarrollada por Hwang y Yoon (1995) y define un índice de similitud (o proximidad relativa) que combina la proximidad a la solución ideal positiva y la lejanía a la solución ideal negativa. Se selecciona aquella alternativa que presenta la máxima similitud a la solución ideal positiva.
Las diferentes metodologías existentes para facilitar la toma de decisiones multicriterio se han aplicado en operaciones logísticas y de mejora de cadenas de suministros, a fin de solucionar más fácilmente las innumerables complicaciones que se presentan al integrar diferentes factores que son de importancia para los gerentes logísticos. Ese es el caso de la metodología usada en una empresa industrial colombiana que comprende un modelo que combina los modelos de AHP difuso y TOPSIS, a fin de seleccionar un aliado estratégico para la operación de carga terrestre (Urbano, Muñoz & Osorio 2016).
Entre los trabajos recientes que utilizan combinaciones del AHP y TOPSIS para la toma de decisiones multicriterio se pueden mencionar los siguientes: Ball y Korukog lu (2009); Gumus (2009); Muralidhar, Ravindranath y Srihari (2012); Awasthi y Chauhan (2012); Choudhary y Shanka (2012); Bas (2012); Vinodh, Prasanna y Prakash (2014); Urbano, Muñoz y Osorio (2016); Hernández et al. (2017); y Osorio, García y Manotas (2018).
En la revisión de la literatura, no se encontraron antecedentes de la utilización de metodologías multicriterio para el proceso de toma de decisión en bancos de alimentos. Dado que dicho proceso es crítico para este tipo de bancos, resulta conveniente el desarrollo y la aplicación de una metodología apropiada para este tipo de organizaciones. Sin embargo, es importante mencionar el trabajo de Saaty y Shang (2011). Estos autores plantean una interesante discusión sobre el orden de magnitud en comparaciones de criterios y alternativas que incluyen elementos diferentes a los tradicionales (tales como el altruismo) y el beneficio que para la sociedad implican algunas alternativas (tal como es el caso de los bancos de alimentos), en las cuales, por ejemplo, se consideran criterios asociados al beneficio de la comunidad.
Metodología
La metodología utilizada se presenta en la figura 2. Esta se estableció en dos fases: una de definición de los criterios, características y alternativas por considerar; y otra de selección de los beneficiarios del banco. La primera comprende la aplicación del método AHP. La segunda, la aplicación de la metodología TOPSIS. La fase 1 podría considerarse estratégica. La fase 2, táctica.
Fase 1: definición de criterios, características y alternativas
La primera fase consiste en identificar los criterios y las características que deben ser considerados por un banco de alimentos para realizar la priorización de la población vulnerable que se podría convertir en beneficiaria o afiliada de la entidad. Se debe resaltar que los criterios son propios de cada entidad u organización y dependerán de las políticas que esta establezca. Además, se debe buscar que estos sean fácilmente medibles. En esta fase, se aplica el AHP siguiendo estos pasos que se proponen: (a) definición del objetivo, (b) identificación y ponderación de criterios, (c) clasificación de las características por evaluar y (d) identificación de alternativas.
Teniendo estos datos, se continúa con la segunda fase, en la que se aplica la metodología TOPSIS, que permite elaborar un ranking para seleccionar quiénes serán los beneficiarios.
En la figura 3, se puede observar la estructura general que se propone para aplicar la metodología AHP-TOPSIS en un banco de alimentos. Primero, usando el AHP, se definen el objetivo, los criterios y su ponderación. Después, usando la TOPSIS, se establecen las características que se evaluarán de cada una de las alternativas y, finalmente, se elabora un ranking de alternativas. Las líneas que relacionan las características con las alternativas indican que todas las alternativas serán evaluadas considerando todas las características definidas.
Una vez que se hayan identificado y/o definido los criterios, estos deben ponderarse o calificarse. Para eso, se propone aplicar la escala de Saaty (2011). Asimismo, es necesario que dichas calificaciones sean dadas por expertos (en este caso, el equipo directivo del banco de alimentos, como unidad decisora de la entidad). De esta manera, se elabora una matriz de comparación por pares, que refleja la dominación relativa de un criterio sobre otro, se efectúan las comparaciones y se establecen las preferencias.
Esto se logra utilizando la estrategia propia del AHP de asignación directa, por la que cada unidad decisora solo realiza una valoración sobre la importancia del criterio, verbalizada en términos cualitativos, y, después, se acude a una escala previamente establecida, con lo cual se obtienen los valores numéricos correspondientes a su valoración. La escala utilizada es la sugerida por Saaty (2011), que se presenta en la tabla 2.
Después de contar con la ponderación de los criterios, se deben examinar las características con base en las cuales se evaluarán las alternativas, las cuales deben tener una relación con los criterios identificados. Para esto, se debe definir, con un grupo de expertos en temas sociales, cómo serán las mediciones de las características. Además, se debe establecer una escala de valoración para cada una. En este caso, se utiliza una valoración Likert, que consiste en un procedimiento o técnica de evaluación cualitativa cuya escala puede tomar los valores de 1, 2, 3, 4, 5 o 6, siendo 1 el que menor peso tendrá y 6, el de mayor peso. Al respecto, se debe buscar siempre que el proceso evaluativo sea transparente, así como que los niveles de valoración sean excluyentes entre sí (Himmel, Olivares & Zabalsa, 1999). Adicionalmente, aquellos criterios cualitativos deben tener una revisión inicial de puntuación de 1 a 15, siendo 1 el menor valor de cumplimiento y 15 el mayor valor.
Posteriormente, se deben identificar las alternativas que serán evaluadas. En este caso, se debe tomar un grupo de solicitudes de afiliación de organizaciones, que pueden ser fundaciones o programas sociales.
Fase 2: selección de beneficiarios
Una vez identificados los criterios y sus pesos, así como las alternativas y sus características, se debe establecer su priorización para decidir así cuáles serán las organizaciones que el banco va a afiliar. Para esto, se deben seguir los pasos de la metodología TOPSIS, que se presentan en la figura 4.
Una vez que se ha efectuado cada uno de estos pasos, se obtiene la ordenación de las alternativas, según la proximidad relativa. Es decir, se obtiene la priorización de las organizaciones que serán afiliadas al banco. Este resultado es un ranking para seleccionarlas. El descripción detallada de la aplicación de TOPSIS se puede consultar en Ishizaka y Nemery (2013).
Resultados
La metodología propuesta se aplicó en un banco de alimentos de una ciudad colombiana y se enfocó en una de sus principales áreas: el área de Gestión Social, que tiene relación directa con los programas sociales beneficiados (es decir, no atiende a personas individuales). Esta área se encarga de aprobar su afiliación y de brindar acompañamiento y desarrollo, lo que le demanda contar con un profundo análisis de las características de los programas solicitantes.
Fase 1: definición de criterios, características y alternativas
En conjunto con el equipo directivo del banco, se dieron los primeros pasos de la fase 1: la definición de los criterios. Se usó la técnica de decisión multicriterio para así identificar los criterios relevantes para lograr los objetivos de la organización. Esto se hizo con base en las características más relevantes de los programas que buscaban afiliación. A continuación, en la tabla 3, se describen los criterios identificados y seleccionados y se detallan las características tenidas en cuenta y la forma de valoración de cada una de ellas.
a Los TIO (territorio de inclusión y oportunidades) son una estrategia de intervención con un enfoque poblacional y territorial que está orientada a crear condiciones de equidad en las áreas del municipio de Santiago de Cali (Valle del Cauca) en donde se registran indicadores críticos de pobreza, violencia e inseguridad.
La estructura específica del modelo jerárquico adaptado para este banco de alimentos se presenta en la figura 5. En primera instancia, se estableció el objetivo (priorización para la afiliación a un banco de alimentos). En segundo lugar, se identificaron los criterios importantes para el banco a la hora de elegir un nuevo programa beneficiado. Dada la naturaleza de la organización, los criterios se diferencian de los comúnmente utilizados en otras investigaciones, siendo estos definidos desde el ámbito social (en este caso seis criterios) y según las características de cada una de las alternativas.
Posteriormente, a cada criterio seleccionado se le asignó una calificación de importancia usando la metodología AHP y contando con la participación de expertos del banco que trabajaban en la misma área y tenían conocimiento en temas sociales. Finalmente, como resultado de las comparaciones pareadas, se obtuvieron los pesos o importancia de los criterios, los cuales se presentan en la tabla 4.
Como se evidencia en la tabla 3, los criterios 5 y 6 (programa y recursos físicos) reúnen varios factores cualitativos que son importantes y que se evaluaron en el momento de la visita de verificación. El equipo asignó un puntaje para su estimación numérica por las particularidades de cada alternativa. En el caso de la evaluación del criterio 5 (programa), se tuvieron en cuenta variables de organización como la clara definición del tipo de atención, el tiempo de funcionamiento, la definición de la misión, la visión y los objetivos, así como la forma de financiamiento y los recursos humanos disponibles. Se fijó un total de 15 puntos para aceptar el cumplimiento ideal del criterio. Para el criterio 6 (recursos físicos), se tuvieron en cuenta variables como el tipo de instalaciones, el menaje, la cadena de frío y de calor y el abastecimiento de servicios públicos. Se asignó también un total de 15 puntos para aceptar el cumplimiento ideal del criterio.
Posteriormente, para tener una calificación numérica para cada característica de cada alternativa, con las personas que conocen el proceso se elaboró una escala de valoración según la priorización que el banco de alimentos le otorga a cada característica. En el criterio 1 (Cobertura), se estimó el número de personas beneficiadas y se calificó según el conocimiento y tendencia. Por ejemplo, una cobertura de 10 a 25 personas la presentan, en su mayoría, hogares de adulto mayor o niños internos, que son prioridad para el banco de alimento; mientras que los programas sociales con cobertura de 151 a 200 personas son claves para la ampliación de beneficiarios y suelen ser comedores estudiantiles que ofrecen refrigerios. En este sentido, se da más valoración a los programas que tienen una mayor cobertura.
En el criterio 2 (ubicación), se consideraron los territorios en donde se registran indicadores críticos de pobreza, violencia e inseguridad (TIO) y se asignó mayor valor a los que tuvieran mayor criticidad. En el criterio 3 (grupo poblacional), se definió la escala según la importancia del grupo poblacional: por ejemplo, los niños entre 0 y 5 años tienen mayor importancia. En el criterio 4 (tiempos de alimentación), se tuvieron en cuenta el número de comidas por día. Así, las organizaciones que tenían internos tuvieron mayor prioridad. En los criterios 5 y 6, se valoraron las condiciones de sostenibilidad que presentaba la organización social solicitante.
A continuación, en la tabla 5, se muestra la escala de valoración de los criterios, las características tenidas en cuenta y las calificaciones asignadas, según el nivel de importancia para el banco de alimentos. Como ya se señaló, esto permitió asignar un valor numérico a cada una de ellas.
En cuanto a la identificación de las alternativas, se consideraron diez solicitudes de afiliación. Por lo tanto, se consideraron diez alternativas, como se muestra en la tabla 6.
Sin embargo, cabe aclarar que el proceso puede aplicarse con la cantidad de alternativas que halla, sin importar cuántas sean en total.
A continuación, se presentan dos ejemplos de solicitudes de afiliación. El primero es la Fundación 2. Esta es una institución sin ánimo de lucro que trabaja para la población de adultos mayores en la modalidad de Centro Día. Actualmente, tienen 24 adultos mayores y se encuentra ubicada en la Comuna 14. El segundo es la Fundación 4. Esta es una entidad sin ánimo de lucro que se encuentra ubicada en un municipio aledaño. Su objeto social son las madres cabeza de hogar que trabajan en el cuidado de sus niños (de 6 a 12 años), en los diferentes aspectos del desarrollo integral, con énfasis en la educación y el trabajo social. La población infantil es de 125 niños, a los que les suministra desayunos y almuerzos diarios. Gestiona un proyecto de reciclaje para la compra de alimentos.
Después de considerar todas estas características para cada una de las fundaciones, se puede proceder a ejecutar la fase 2.
Fase 2: selección de beneficiarios
Con base en la escala de valoración, se calificaron las características de cada una de las fundaciones o programas sociales solicitantes, según los criterios definidos. Luego, se procedió a aplicar la metodología TOPSIS, para así definir la escala priorizada de afiliación de dichos programas. Cada fundación solicitante presenta unas características especiales que son evaluadas según el peso de importancia de los criterios definidos. Esto hace que sea más o menos prioritaria la afiliación de una fundación en comparación con las demás. La matriz de decisión, en donde se encuentra la valoración de cada característica para cada alternativa, se presenta en la tabla 7.
El estudio de las diez solicitudes de afiliación permitió obtener un ranking de priorización que facilitó la decisión. Cabe destacar que los resultados obtenidos, más que definir per se cuáles programas debían ser afiliados, constituyen una herramienta que facilita el proceso de afiliación de manera transparente y teniendo como base los factores que el banco de alimentos considera relevantes para cumplir sus objetivos. Dicho ranking se presenta en la tabla 8.
Como puede observarse, las cinco fundaciones a las que se les debe dar prioridad de afiliación, según los cupos de afiliación existentes, son, en orden de mayor prioridad a menor, las fundaciones 7, 5, 9, 3 y 6. Por lo tanto, serán estas las fundaciones que el banco debe priorizar para ocupar los cupos de afiliación que tiene disponibles.
La metodología propuesta fue aplicada por el equipo mismo que toma la decisión dentro de la organización. Sus integrantes consideraron significativos varios de los aportes de la metodología, en especial la sistematización del proceso de toma de decisión, la imparcialidad del proceso y la inclusión de los diferentes factores que son relevantes para la afiliación.
Conclusiones
La utilización de métodos de apoyo para las decisiones multicriterio no se limita a modelos que usan solo criterios económicos, financieros, de eficiencia o de productividad, entre otros comúnmente utilizados, sino que, como aquí ha podido observarse, incluye también modelos con fines sociales, para los cuales resultan relevantes otro tipo de criterios.
Todos los bancos de alimentos están enfocados en la intervención social. Pero no tienen los mismos parámetros de atención. Por esa razón, los criterios o el peso se les da puede variar de acuerdo con, por ejemplo, la zona de localización. Sin embargo, a pesar de esta variación, la metodología propuesta les facilita a este tipo de entidades el proceso de toma de decisión sobre afiliaciones.
La integración de metodologías y técnicas científicas dentro del sector social se hace indispensable cada vez más, a fin de mejorar los procesos y, a su vez, aumentar el impacto en focos de intervención. Esto convierte a este tipo de aportes en una manera de integrar la academia con el desarrollo social de las comunidades.
El análisis multicriterio desarrollado ha permitido priorizar programas sociales que requieren y solicitan un apoyo para llevar a cabo su operación de intervención social en comunidades vulnerables. Se destaca, por consiguiente, la flexibilidad del método, que se ajusta a las ponderaciones de los evaluadores, lo que permite distintos puntos de vista para elaborar un ranking ideal. Es, entonces, una herramienta útil y versátil que puede utilizarse en modelos de ayuda humanitaria.