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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.71  supl.9 Bogotá Dec. 2022  Epub June 26, 2024

 

Reseñas

Vidal, Vanessa. Esto no tiene sentido. La interpretación materialista del arte. Universitat de València, 2021. 235 pp.

IRENE LEÓN TRIBALDOS* 

*Universidad de Salamanca -Salamanca - España irene.leon@usal.es


La búsqueda del sentido ha sido el canto de sirena que ha guiado tradicionalmente los esfuerzos teóricos de los pensadores occidentales. Tras la multiplicidad de manifestaciones de lo real, tenía que haber una razón de ser que sirviera de calmante ante la angustia de la incomprensión. Así, los últimos grandes sistemas filosóficos de nuestra tradición trataron de postular la racionalidad de lo real. Pero lo cierto era que los pensadores posteriores al hegeliano culmen del idealismo estaban empezando a percibir que la realidad guardaba algunos rincones oscuros a los que no se podía acceder mediante la clásica razón ilustrada. El nuevo sistema socioeconómico del siglo XIX y sus implicaciones para con el momento histórico estaban produciendo nuevos fenómenos ininteligibles para sus coetáneos y resquebrajando el sentido de los que tradicionalmente se habían mantenido radicalmente estáticos. De este modo, a comienzos del siglo XX, se alzaron las fenomenologías, ontologías y hermenéuticas, en un intento por comprender el sentido del existente y de erigir la filosofía como el nuevo faro de Alejandría del conocimiento que iluminara el sentido oculto tras el sinsentido aparente; al fin y al cabo, esta era la única forma en la que se podía lograr, como siempre se había pretendido, conocer la totalidad de lo real. Es en este punto donde Vanessa Vidal, en su último trabajo, titulado Esto no tiene sentido. La interpretación materialista del arte, comienza a "tirar de la lengua" de la obra del que por entonces era Theodor Wiesengrund-Adorno, antes de que este cambiara oficialmente su nombre, en 1938, por el que ya es por todos conocido: Theodor W. Adorno (cf. 31-32).

Tanto la obra de este pensador como su posterior recepción académica han sido objeto de numerosas controversias, especialmente teniendo en cuenta que esta última se ha centrado casi en exclusiva en Dialéctica de la Ilustración, entendida como germen del pensamiento adorniano, y Dialéctica negativa, como su culminación. De hecho, algunos pensadores que han seguido esta lectura, a la que dio especial voz Jürgen Habermas, han criticado las tesis formuladas por Adorno en Dialéctica de la Ilustración por considerarlas aporéticas desde el paradigma de la filosofía de la historia clásica (cf. 42). No obstante, Vidal abre un nuevo camino en la recepción de la obra de Adorno, no solo defendiendo que su pensamiento nunca podría ser reducido a un peldaño más en el desarrollo teórico de esa filosofía de la historia clásica -porque, de hecho, "ya la ha superado teórica y práxicamente" (Vidal 42)-, sino porque encuentra en los dos libros que escribió Adorno sobre Kierkegaard algunas de las tesis que más de diez años después se señalarían en Dialéctica de la Ilustración. Así, la gran contribución de Vidal aquí, defendida en este volumen que ahora reseñamos, es que Konstruktion des Ästhetischen in Kierkegaards Philosophie y Kierkegaard. Konstruktion des Ästhetischen (cf. 35) no solo no pueden reducirse a meros "escritos de juventud", sino que, con base en su interpretación, podemos realizar una crítica inmanente a la recepción clásica del pensamiento de Adorno. Ahora bien, ¿en qué ha de consistir esta interpretación según el trabajo de Vidal, y cuál es su aportación concreta a los estudios de teoría crítica?

Según la propia traducción de Vidal, Adorno escribe: "Interpretar es precisamente eso que todavía sigue moviendo hoy a la filosofía, diría yo. Quizá, con la pérdida de la confianza en la construcción total, la necesidad de hacer filosofía se ha trasladado a la interpretación" (3334). Y es que la idea de interpretación que maneja Vidal, a partir del pensamiento de Adorno, parte de una crítica a lo que anunciábamos más arriba: "la concepción de lo real como una totalidad ontológica caracterizada con el predicado de racionalidad" (56). Lo particular de la recepción de Vidal de las tesis de Adorno es el especial énfasis que hace en la carencia de sentido de lo real, lo que nos muestra un nuevo prisma desde el que concebir la interpretación, no ya como parte de la labor filosófica, sino como "único modo en que es posible seguir haciendo filosofía tras el desmoronamiento de los aparentemente invencibles sistemas idealistas" (33).

Las filosofías que han tratado de salir del idealismo, pero sin renunciar a la búsqueda del sentido de lo real -ya estén representadas por autores como Kierkegaard, Heidegger u otros-, no han conseguido superar los paradigmas dualistas que distinguen entre las manifestaciones sensibles y el estadio que las trasciende, donde descansa ese sentido que el filósofo sigue empeñado en buscar. En contraposición a esto, Vidal defiende que:

Una filosofía que quiera ir más allá del idealismo no tiene ya el derecho de afirmar el sentido del mundo, ni siquiera un sentido en un mundo. No es correcto proyectar en lo real las formas de nuestras percepciones subjetivas o nuestra facultad de razonar: no se puede suponer, como hacen las hermenéuticas de Dilthey, Heidegger o Gadamer, que los productos del espíritu tengan un sentido. Y tampoco se puede postular la tesis de que en la realidad descansa ontológicamente un sentido a la espera de ser comprendido. (73-74)

La interpretación adorniana defiende la aproximación inmanente a la manifestación concreta, sin reducir su contenido de verdad a un sentido trascendente e impuesto de forma externa a ella misma. Por ello, Vidal habla a lo largo de su trabajo de la importancia de hacer una interpretación materialista. Ahora bien, la noción de "materialismo" que se maneja responde al rechazo no solo de cualquier forma de dualismo que contenga un retorno a la separación entre lo sensible y un mundo eidético, sino incluso de cualquier representación de intencionalidad. Retomando los dos libros sobre Kierkegaard de Adorno, vemos cómo este deja allí ya prefigurada la interpretación materialista que defenderá hasta la póstumamente publicada Teoría estética, pues el núcleo de su crítica al intento del danés de salir del idealismo hegeliano a través de nociones como la de "interioridad" es que estas han de servirse de un lenguaje que está cifrado históricamente en sí mismo, y "[l]as palabras y metáforas que aparecen en los escritos del danés son las que hacen translucir lo histórico, pues el lenguaje ya no puede reducirse a intenciones o sentido subjetivo, ya que existe objetiva e independientemente de ambos" (139).

Esto es especialmente relevante porque, además, como nos señala el subtítulo del libro de Vidal, lo que se propone aquí es exponer la interpretación materialista del arte, y tomar o no en consideración la intencionalidad en cualquier manifestación artística resulta clave para la interpretación de esta. Su autora, por supuesto, defiende que "[l]a escritura objetiva la palabra y no su sentido" (155).

Es importante remarcar, no obstante, que interpretar la obra de arte sin recurrir al paradigma de la búsqueda de sentido no es solo una decisión metodológica. No se está afirmando que no se pueda acceder al sentido de lo real, sino que la realidad en sí siempre ha sido insensata. Y esto nos lo muestran especialmente las obras de arte en tanto objetivación del momento histórico en que surgen:

El objeto en la época del capitalismo se ha convertido en mercancía, y, por ello, no se puede postular un sentido o intención que se halle ni en la infraestructura ni en la superestructura", ya que nos topamos de frente con una "insensatez ontológica producida por las contradicciones del capitalismo. (88)

Precisamente, es la interpretación materialista del arte, la que nos muestra que esto no tiene sentido.

Así, Vanessa Vidal logra no solo ser pionera entre las recepciones del pensamiento de Adorno, por trabajar en profundidad y de manera novedosa sus dos libros sobre Kierkegaard, sino construir una investigación que defiende certeramente la interpretación materialista como eje de la concepción de la filosofía que defendía Adorno: "una propuesta de una filosofía como interpretación de lo diminuto artístico que sobrevive en una realidad devenida insensata" (34).

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