Laura Vicuña: La santidad como construcción
Hemos elegido un marco de conceptualizaciones para adentrarnos en la vida de la Beata Laura Vicuña, partiendo de la santidad como construcción histórica (Boesch, 2020, Millar Carvacho, 2009, Rubial García, 1998; Sallmann, 1996; Longo, 2006 y Bianchi, 2007), ya que del entorno social del santo surgen los materiales (hagiografías, testimonios, relatos, prácticas cultuales, etc.) para el proceso de santidad que convalidará la Iglesia católica como institución, y que también se han ido modificando a lo largo del tiempo. Desde la sociología de la santidad, esta resulta también una representación social a partir de la otredad, pues surge en una sociedad que genera representaciones sobre las personas a las que percibe como santos o santas (Delooz, 1962, pp. 22 y 27). Una "reconstrucción del sistema de representaciones detrás de la santidad y el significado que asume esta santidad" en cada contexto (Sallmann, 1996, p. 301). Desde esa mirada de la santidad como otredad, es decir como representación colectiva, es "la comunidad la que otorga a uno de sus miembros (elegido como su víctima propiciatoria) los rasgos de la santidad" (Bianchi, 2007, p. 374).
Mediante la propuesta de René Millar (2008, 2009 y 2012) y Rosa (2000), tomaremos un conjunto de hagiografías y biografías cómo fuentes para analizarlas desde la hermenéutica histórica (de Certeau, 1993), con el fin de observar como la sociedad otorga a uno de sus miembros los rasgos de la santidad, a partir de ese "movimiento hacia el otro" (Ricoeur, 2006, pp. 138-151) o como afirma de Certeau: "la hermenéutica del otro" (2006 pp. 214-222).
Dentro de este conjunto de fuentes se plantea una cuestión particular: el rostro de la Beata (Le Breton, 2009). El análisis heurístico de una foto de conjunto en la que podría estar Laura desata una polémica sobre su verdadero rostro. Una primera aproximación desde la hermenéutica histórica nos permitirá poner en escena los argumentos en la elección de una pintura o de una foto de la Beata, que reflejen la construcción de santidad y su representación social.
Santidad es un término polivalente: sus definiciones pueden acentuar la dimensión teológica, histórico-religiosa, jurídica, antropológica, pero en todo caso traslucen un común denominador como atributo de la divinidad, también para aquellos que tienen con ella una relación privilegiada, de la cual derivan poderes de mediación e intercesión entre la esfera humana y la esfera divina. (Boesch, 2020, p. 19)
"La santidad es un concepto que ha ido variando con el tiempo [...] los modelos fueron cambiando de acuerdo con la evolución institucional de la Iglesia y de la sociedad en las que se asentaban" (Millar Carvacho, 2009, p. 21). René Millar sintetiza estos cambios desde las primeras comunidades cristianas en las que el santo era el mártir por la fe, los santos altomedievales que sacralizaron el poder con sus dones taumatúrgicos o los bajomedievales que suman hombres y mujeres de las órdenes religiosas. El poder de decisión sobre quién es o no santo fue concentrándose poco a poco en la Santa Sede que controló todo el proceso (Millar Carvacho, 2009, pp. 21-22). En cuanto a la santidad femenina, Sofia Boesch recorre los cambios históricos desde su manifestación en el mundo monástico femenino entre los siglos XII y XV centrados en la experiencia visionaria, mística, profética y la práctica de las virtudes cristianas especialmente de mujeres aristocráticas y abadesas. Pierre Delooz, concluye que los santos son "en su gran mayoría del sexo masculino. Son casi siempre eclesiásticos y particularmente religiosos, generalmente actuaron desde un rol de líderes y han salido prioritariamente de medios sociales favorecidos" pero "las variaciones se producen a medida que transcurre el tiempo: la preponderancia de los varones sobre las mujeres está disminuyendo, al igual que la de los eclesiásticos sobre los laicos, aunque en menor medida" (Delooz, 1962, p. 427). El paradigma americano fue Santa Rosa de Lima (Millar Carvacho, 2009, pp. 268-331). De todos modos, en este período, "para las mujeres el límite entre santidad, herejía y brujería era muy lábil" (Boesch, 2020, p. 33) y llevó a controles inquisitoriales y planteos de falsa santidad (Millar Carvacho, 2009). Como ya hemos señalado, los cambios tras el Concilio de Trento, continuaron y viraron hacia la legitimación de las prácticas heroicas de las virtudes y la comprobación de milagros.
Dentro de los cánones de la Iglesia católica, la santidad es una experiencia religiosa particular, basada en un poder extraordinario sobre la naturaleza, los objetos, los seres humanos y la comunidad que reconoce en esa persona, una autoridad espiritual distintiva y mediadora entre lo humano y lo divino. La Iglesia católica en ese sentido ha reglamentado el camino a la santidad desde su teología hasta su liturgia y sus reglas legitimando la devoción (Firolamo, 2013, pp. 334 y 335)1. Esta institucionalidad es el Dicasterio de la Congregación de la Causa de los Santos, que lleva adelante el complejo y largo proceso hacia los altares, a través de los testimonios de quienes atestiguan que el o la postulante han vivido las virtudes heroicas y ha realizado milagros comprobados clínicamente por su intercesión (Sacra Rituum Congregatione, 1957)2. Este grado de cientificidad que la Iglesia quiere introducir en las causas de santidad están relacionadas con la comprobación médica de la curación milagrosa3 y con el texto hagiográfico "como normas fundamentales de validación interna del 'discurso historiográfico' que promueve y da el 'sello de santidad'" (Rosa, 2000, p. 439).
¿Cómo y desde que fuentes es posible analizar entonces la vida de un santo en el marco de esta tensión constante entre lo terrenal y lo espiritual? Las fuentes primarias las proporciona el mismo Dicasterio de la Congregación para la Causa: los testimonios en la Positio4, las hagiografías y biografías históricas. Pero es importante observar, como señala René Millar, qué tipo de información podemos extraer de esa documentación. Ya que los testigos pueden dar cuenta, más allá del cuestionario, de aspectos tales como: "devociones, valoración de determinadas virtudes, milagros que les llamaban la atención, reliquias más apreciadas, mortificaciones, cumplimiento de los votos religiosos y en general prácticas ascéticas de más frecuente uso y consideración" (Millar Carvacho, 2012, p. 145). En síntesis, la percepción del otro que señalaba Delooz.
Esta documentación permitiría observar si en el proceso de creencias y prácticas devocionales se modificaban de forma más enfática en los dones taumatúrgicos o los milagros relacionados con el éxtasis, las revelaciones o visiones. También ayudaría a comprender si determinada virtud era una actitud propia del candidato o de la candidata o "era una política de la orden religiosa que trataba de transmitir un mensaj e a los fieles respecto a la relación que debían guardar respecto de los confesores" (Millar Carvacho, 2012, pp. 145-1465). En este caso, las Congregaciones salesianas iniciaron con la canonización de Domenico Savio, el camino a los altares, modelos de jóvenes y niños educados en sus oratorios y colegios, entre los que se encuentra Laura Vicuña que compartió con ellos la educación salesiana.
Finalmente, entre la Positio y las hagiografías se puede recabar distinta información. En el primer caso para "apreciar la sintonía o contraposición entre el tipo de santidad postulado y la política de la Santa Sede al respecto" y observar los cambios por ejemplo entre las distintas Positio si las hubiera y las decisiones de los jueces de la Congregación. (Millar Carvacho, 2012, p. 146). En ese sentido, la construcción de la santidad de Laura, en su contexto, estuvo centrada en el cumplimiento de las virtudes heroicas y la defensa ante el abuso y el maltrato físico y la entrega de su vida a cambio de la conversión de su madre.
Sobre la corta vida de la Beata Laura del Carmen Vicuña sabemos que nació en el 5 de abril de 1891 en Santiago de Chile. Hija de Mercedes Pino y de José Domingo Vicuña. Laura creció en un contexto histórico complejo tras la guerra civil que desplazó al presidente José Manuel Balmaceda del poder. Su presidencia (1886-1891) se caracterizó por la modernización del país cuya fuente principal fue la explotación del salitre. La división del partido liberal (Jacksic y Serrano, 2010, pp. 69-105), que sostuvo a Balmaceda, favoreció a la oposición conservadora, a la aristocracia y a los empresarios salitreros que terminaron desatando la guerra civil. Las biografías de Laura atribuyen a la persecución del bando balmacedista y las crueles consecuencias de la guerra civil (San Francisco, 2007), la "desaparición de Domingo Vicuña de la escena familiar y nacional" (Brugna, 1990, p. 163)., aunque el padre de Laura había sido soldado previamente, según muestran sus fojas de servicio (AHS ARS BA, Caja 152.2 Correspondencia; AHMA, Chile, Caja i Documentos originales. Certificados original y copias del servicio al ejército). Su madre, que declara ser costurera en la partida de nacimiento de Laura (AHMA, Chile, Caja i Documentos originales), se trasladó a Temuco donde nació su segunda hija Julia Amanda. Hacia 1899 cruzó la cordillera con sus dos hijas y se estableció en Junín de los Andes, trabajando en la estancia del Capitán Fosbery, quien por haber prestado servicios en las campañas obtuvo tierras en compensación en la zona. En su estancia "Chapelco" o "Las Mercedes" estuvieron inicialmente Mercedes Pino y sus dos hijas (Brugna, 1990, pp. 51-55), hasta el traslado del militar a San Martín de los Andes. Mercedes Pino decidió buscar trabajo en otra estancia importante de la zona cerca del río Quilquihué, cuyo dueño era Manuel Mora, y llevó a las niñas para ingresarlas como internas al Colegio de las Hijas de la María Auxiliadora en el pueblo, ya que su en convivencia con Mora sufrían maltratos.
Junín de los Andes era por entonces un pequeño poblado alrededor de un Fortín tras las campañas militares del Estado argentina al Nahuel Huapi en 1884. Los Salesianos habían establecido allí misiones volantes a partir de 1894, motivo por el que cruzaban con frecuencia la cordillera hacia Temuco. Desde allí, el P. Milanesio obtuvo los recursos materiales para establecerse definitivamente en Junín y construir colegio, escuela y misión en 1899. Ese mismo año también desde Temuco partieron las Hijas de María Auxiliadora y abrieron su colegio en 1899 (Bruno, 1983, тп, pp.281-284).
Laura y su hermana ingresaron al colegio de las Hijas de María Auxiliadora en Junín como alumnas internas. La Beata hizo su primera comunión en 1901, ofreció su vida aJesús y consagró su pureza a la Virgen. Su ingreso a la Asociación de Hijas de María Inmaculada despertó su vocación religiosa.
Cuando Laura comprende que la convivencia de su madre con Mora la hace vivir en pecado, sufre y se muestra terriblemente contrariada. Las visitas a su madre resultaban un tormento para la niña que sufría violentos ataques de Mora. Según las hagiografías, Laura optó por pedir a Dios la salvación de su madre a cambio de su propia vida y, tras caer gravemente enferma, le confiesa en su lecho de muerte, el 22 de enero de 1904, que ha ofrecido su vida para que ella se arrepienta y viva cristianamente.
Estos son los rasgos más sobresalientes de sus hagiografías y biografías entre 1911 y la actualidad, que nos permitirán acercarnos a
ese tipo de fenómenos y poder analizarlos, hacer comparaciones, precisar particularidades e identidades regionales o globales. Pero las hagiografías no solo nos muestran lo maravilloso sino también las virtudes que cultivaba el santo. A partir del estudio de ellas se puede intentar precisar porque predominan algunas sobre otras; ver a qué obedecía ese comportamiento. (Millar Carvacho, 2012, p. 144)
En el contexto histórico misionero y educativo salesiano en el que Laura vivió, la vida virtuosa de una alumna fue un ejemplo importante de evangelización en el ámbito escolar, pero el sacrificio de Laura y los maltratos y abusos de Manuel Mora, resultan clave en su fama de santidad. La cristianización de las costumbres fue uno de los objetivos de los Salesianos y las Hermanas en las misiones, como señalaba Domenico Milanesio en su Reglamento (AHS ARS/BB, Personas Milanesio, Reglamento Misionero, 1912). La entrega de su vida por la conversión de su madre y el cumplimiento heroico de las virtudes cristianas han sido modélicos para la construcción de su santidad.
Su fama de santidad hizo que su confesor, el padre Augusto Crestanello, y el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora iniciaran en la década de 1950 su Causa, que tuvo inconvenientes por la corta edad de la muerte de la joven, por lo que fue aceptada recién en 1982. En 1986 fue declarada Venerable y en 1988 Beata por el papaJuan Pablo II, cuando se celebraba el centenario de la muerte de San Juan Bosco, fundador de las Congregaciones Salesianas: Salesianos5 e Hijas de María Auxiliadora6.
Este trayecto a los altares tiene puntos en común con una santa contemporánea a Laura, Teresa de los Andes (Juana Fernández del Solar), carmelita chilena, que vivió entre 1900 y 1920, cuya vida breve fue como la de tantas otras jóvenes. Juana Fernández señala en su biografía como hitos fundamentales su Primera Comunión y el ingreso al colegio del Sagrado Corazón y a la congregación de Hijas de María en 1917. En este período, se revela su vocación carmelitana que vive solo un año a causa de su temprana muerte. El mismo tiempo que Laura vivió con las Hijas de María Auxiliadora (de La Taille-Tretenville Urrutia, 2017, pp. 89-106). El "Lirio del Carmelo" y la "Azucena de los Andes" mueren con fama de santidad, la propagación de su devoción y sus poderes taumatúrgicos aceleran el camino a los altares. La fundación Laura Vicuña de Chile publicaba una solicitada con las figuras de Sor Teresa de los Andes y Laura Vicuña poco antes de la canonización oficial de la primera.
Las Hagiografías y las Biografías históricas. De Vida de Laura Vicuña a los Aportes para el conocimiento de Laura Vicuña
"Las fuentes hagiográficas han sido recuperadas en la familia de las fuentes históricas, como fuentes que a pesar de sus peculiares características y reglas constituyen evidencia de excepcional importancia para la investigación" (Longo, 2006, p. 46). Las hagiografías como fuente, "influyen en el proceso (de santidad) y este, en algunos casos, orienta la escritura y contenido de las hagiografías" (Millar Carvacho, 2008, p. 929). Michel de Certeau, enfatiza que "es imposible dejar de considerarla en función de la 'autenticidad' o del 'valor histórico': y al hacer eso sometemos un género literario a la ley de otro-la historiografía-y desmantelamos un tipo propio de discurso para no conservar sino el que no es" (1993, p. 258). "Para el historiador se trata de tomar tales hechos como son, como parte integrante de las imágenes que sus coterráneos tienen de sus santos y quizás también de la que los santos tienen de sí mismos" (Sallmann, 1996, p. 303). "Las hagiografías constituyen una fuente muy valiosa para incursionar en la mentalidad religiosa y cultural de una época" (Millar Carvacho, 2008, p. 893) y "nos entregan información sobre la espiritualidad practicada en una época en un área geográfica determinada asociado a lo cual estaban los fenómenos extraordinarios que generaban el vínculo entre el 'santo' y los fieles" (Millar Carvacho, 2012, p. 143). Las fuentes hagiográficas buscan, más allá de la promoción de la santidad, transmitir el contexto histórico y profundizar en esta "Construcción de santidad" (Longo, 2006, p. 47). Esa construcción hagiográfica posee una estructura propia que no es necesariamente una narración histórica sino "más bien como un sistema que organiza una manifestación gracias a una combinación topogógica de 'virtudes' y 'milagros'" (de Certeau, 1993, p. 258).
Fuente: Archivo de las Hijas de María Auxiliadora, Chile, AHHMA, Santiago de Chile Caja i Santuario/ Homenajes/Monumento. Diario La Nación, lunes, 20 de mayo de 1993.
La primera hagiografía de Laura, publicada en 1911, se basó en los testimonios de "varias de sus condiscípulas, y de otras personas que la conocieron". Su confesor fue recogiendo "datos, relaciones y juicios que tengo en mi poder, y que yo no hice más que ordenarlos y darles forma" (Crestanello, 1911, p. 5). Este librito de 93 páginas, cuyo título completo es "Vida de Laura Vicuña, Alumna de las Hijas de María Auxiliadora e Hija de María Inmaculada", fue publicado en Santiago de Chile por la Escuela Tipográfica "Gratitud Nacional" en 1911, con el permiso de la Autoridad Eclesiástica, y fue citado en todas sus hagiografías y biografías históricas posteriores. Su circulación estaba limitada a los colegios salesianos, de Hijas de María Auxiliadora y oratorios festivos de estas Congregaciones. Como primera fuente formó parte, a modo de apéndice (III), de la biografía histórica de Ciro Brugna, Aportes para el conocimiento de Laura Vicuña (1990), y fue reeditado en 2007 y 2008 por la fundación Laura Vicuña en Santiago de Chile. Si bien este último conserva la autoría de Crestanello y los títulos, su redacción y formato con ilustraciones buscaron adecuarse a los tiempos actuales7.
Con el objetivo de encontrar referencias históricas de este tipo de textos en las Congregaciones salesianas, podemos observar que estas contaron tempranamente con la tradición de imprimir y publicar lecturas edificantes o buenos libros, señaladas en el texto La juventud instruida, escrito por Don Bosco para sus alumnos en 1847, que se constituyó como libro de cabecera en los oratorios y escuelas salesianas de todo el mundo. La Juventud instruida, no solo era un compendio de la doctrina cristiana, era un libro práctico con instrucciones que al detalle guiaban a los alumnos en la práctica de la virtud y la preparación para la "buena muerte", como práctica piadosa (Bosco, 1897, p. 180). Entre los textos salesianos, las biografías ejemplares fueron centrales pues incorporaron una selección de "escenas santificadoras" que "operan como marcos interpretativos para la reconstrucción biográfica" (Carozzi, 2006, p. 100), ya que estas "buscaban un fin didáctico" (Millar Carvacho, 2012, p. 142). Un claro ejemplo salesiano de esta selección es el texto de Esteban Trione, Vida de Colegio. Hechos edificantes entresacados de las biografías de algunos alumnos del oratorio de San Francisco de Sales, que publicó en 1888. Don Bosco seleccionó alumnos salesianos virtuosos, que murieron entre los 13 y 15 años: Domingo Savio (1859)8, Miguel Magone (1861) y Francisco Besucco (1864). Los puntos en común que señala Trione están relacionados con: la observancia de los reglamentos, el estudio dedicado, las prácticas piadosas, los votos y propósitos, la vocación sacerdotal y religiosa, la devoción a la Virgen, la castidad, la penitencia y la muerte "preciosa y santa".
Observamos esta misma matriz para los santos y santas de las misiones salesianas en América: Ceferino Namuncurá y Laura Vicuña. Jóvenes vocaciones contemporáneas de las Congregaciones Salesianas. Ceferino (1886-1905) un joven mapuche educado en los colegios salesianos quien llegó a los altares como Venerable en 1972 y Beato en el 2007 (Nicoletti, 2009; 2019) y que como Laura vio frustrada por la muerte temprana su vocación religiosa.
El texto hagiográfico también tenía un objetivo apologético. Se buscaba resaltar la figura del hombre virtuoso del engrandecimiento de la orden religiosa a la que pertenecía o a la que estaba vinculado si se trataba de un laico. En América, la vinculación de un bienaventurado con una religión determinada era muestra del éxito que ella tenía en la labor de la cristianización de estas tierras. (Millar Carvacho, 2012, p. 143)
En cuanto a las hagiografías de Laura Vicuña, podemos analizarlas como una valiosa fuente histórica en cuanto a los criterios de construcción interna y validación externa del discurso hagiográfico (de Certeau, 1993, p. 209), teniendo en cuenta que "sirven ante todo para interrogarse sobre la concepción del mundo transmitida por el hagiógrafo, más que sobre las vivencias efectivas del santo cuya vida se relata" (Dosse, 2007, p. 138).
La primera hagiografía de Laura la escribió, en 1911, su confesor y director de la casa salesiana de Junín de los Andes, P. Augusto Crestanello9. "Ya desde los primeros meses después de su muerte, varias personas que la conocieron, me pidieron que escribiera algo sobre su ejemplar conducta" (Crestanello, 1911, p. 4).
El hagiógrafo, que por general conoció personalmente al santo, recoge elementos provenientes del círculo en el que vivió y los integra en el marco de la tradición oficial de la Iglesia y de la orden religiosa que avala la fama de santidad del protagonista. (Millar Carvacho, 2012, p. 143)
Como hemos visto, para las Congregaciones Salesianas dedicadas a la educación de la niñez y la juventud, los primeros modelos de santidad fueron niños y niñas "que representan pautas vinculantes que se deben atravesar para acceder a la santidad" (Sallmann, 1996, p. 302). Y esas pautas vinculantes refieren a etapas de la vida de los santos: su formación, la conversión a la santidad, el cumplimiento de las virtudes heroicas y la adquisición de dones sobrenaturales. Las distinciones en estos recorridos modélicos se ajustan al género, a la edad y a las distintas etapas históricas y políticas de santidad que impuso la Santa Sede10.
Por ello, particularizaremos esas matrices de santidad en las niñas y jóvenes santas como el caso de la Beata Laura Vicuña.
El concepto de santidad que está presente en el mundo hispano es resultado no solo de las políticas de la Santa Sede, sino también de los criterios e ideas que los fieles se habían formado, producto de influencias varias, acerca de lo que entendían por un santo. (Millar Carvacho, 2009, p. 22)
Concepto que fue variando en América desde la época colonial hasta la actualidad y que ya en el siglo XVII, como demuestra Millar Carvacho. La Santa Sede buscaba aminorar lo milagroso y resaltar el ejercicio heroico de las virtudes (Millar Carvacho, 2009, p. 22), como se observa en el proceso de santidad de Laura Vicuña. Si bien hemos indicado que los modelos de santidad salesianos provienen de los relatos de Don Bosco de los niños y jóvenes oratorianos, principalmente de Domingo Savio, las hagiografías y biografías de Laura mencionan a su maestra, Sor María Rodrígue11, como un modelo virtuoso que tuvo una clara influencia en la niña. De la Crónica de las Hermanas de la Casa Inspectorial de Buenos Aires, Ciro Brugna, rescata la figura de Sor María a la que señala como modelo de Laura en la práctica de las virtudes: buen carácter, paciente, tranquila, recta, firme, imparcial, celosísima por la enseñanza del Catecismo, la Historia Sagrada y la Vida de los Santos. Incluso señala "su mortificación heroica, pues se le vio, durante el cuarto de hora de lectura espiritual y también en las clases permanecer impasible con tres o cuatro moscas agrupadas en sus ojos" (Brugna, 1990, p. 122).
Sor María Rodríguez fue maestra y Asistenta escolar en el colegio María Auxiliadora el año que estuvo allí Laura Vicuña. De acuerdo con los Reglamentos del Instituto, las maestras no debían "solo limitarse a la enseñanza de las ciencias, sino también y más principalmente de la religión y práctica de la virtud" (AHHMA, BA, Reglamentos generales de las Hijas de María Auxiliadora, 1894, art.87).
Estos reglamentos contemplaban que el
cuidado de que la instrucción se dé según el espíritu y el método del Venerable fundador y el fin del instituto, a saber: que la instrucción religiosa y moral ocupe el primer lugar y que toda la enseñanza se base en las normas del Sistema Preventivo. (AHHMA, BA, Constituciones de las Hijas de María Auxiliadora,K)22. art. 230)
Este sistema que buscaba una formación integral de la persona en la que estuviera contemplada la religión, consideraba a la misma contenedora de todos aquellos principios fundamentales, sintetizadas en el Sistema Preventivo de Don Bosco, cuya base es: Razón, Religión y Amor, a través de sencillas estrategias de acompañamiento de los jóvenes (Regolamento per le case della Societá di San Francesco di Sales, Torino, 1877, pp. 3-13). Como en todos los colegios de ambas Congregaciones, en el María Auxiliadora de Junín de los Andes (1899), se aplicó el sistema preventivo como pedagogía de la enseñanza elemental, para promoverla "entre los maestros y asistentes" (AHS ARS, BA, Caja 400.1 Inspectoría de San Francisco Javier. Informe del P. Vespignani, Visita inspectorial de 1909).
También debemos señalar que un camino para la práctica virtuosa dentro de ambas Congregaciones fue el Asociacionismo, en el que la Beata participó. Fundado por Don Bosco fueron Compañías que el mismo definió como "llave de la piedad, conservación de la moral y sostenimiento de las vocaciones" (Bosco, 1876, p. 4312.
Dentro del Instituto de Hijas de María Auxiliadora, a lo largo del tiempo sus diversos colegios y misiones, "tuvieron sus propias AsociacionesJuveniles que realizaron la misión educativa con su espiritualidad propia" (Capetti, 1959, p. 30) y que las misioneras llevaron a América con el mismo formato de las italianas (Borja Runita, 2016, p. 521). Laura Vicuña perteneció a la Asociación de María Inmaculada13, por lo que luce en su representación una cinta azul con la medalla que la distingue. Para formar parte de esta Asociación, sus miembros debían cumplir las prácticas de piedad, asistir a las conferencias especiales, escuchar los consejos de los superiores, ayudarse mutuamente y dar buen ejemplo. La principal distinción de las Asociaciones era la medalla bendecida y el estandarte (Borja Runita, 2016, p. 58). En la hagiografía se relata con detalle la admisión de Laura a la Asociación el 8 de diciembre de 1901, "cuando pudo ostentar en su pecho la hermosa cinta azul y besar la medalla de su Madre Inmaculada" que "la estrechaba contra su pecho y terminaba su canto exclamando con júbilo: ¡Soy Hija de María! ¡Que dicha! ¡Qué encanto para mí!" (Los autores, 1953, p. 30). El ingreso de Laura a la Asociación fue clave para su camino de santidad pues allí se promovían la práctica de las virtudes, tales como la obediencia, la pureza, la piedad, la sinceridad, la caridad, la humildad y la alegría mediante prácticas piadosas de oración, sacramentalidad, formación, laboriosidad y mortificación (Boija Runita, 2016, p. 58).
Sallmann menciona los puntos comunes en los relatos hagiográficos de niñas y niños santos como la comprobación de la "catolicidad de su nacimiento", "la honestidad de sus ascendentes", "el alto tenor moral de su formación" y las características del puer senex, o sea el niño o niña que parece mayor a su edad haciendo una alegoría a la infancia de Cristo. Estos puntos los observamos en las hagiografías y biografías sobre Laura Vicuña.
Su primer hagiógrafo señalaba la administración del bautismo de Laura a los pocos días de haber nacido "queriendo Dios tomar posesión, con su divina gracia y lo más pronto posible, de aquel tierno corazón, purificarlo y hacerlo suyo" (Crestanello, 1911, p. 8). La hagiografía omite que en la partida de nacimiento no figura el nombre del padre y su madre Mercedes Pino la inscribió como Laura del Carmen Vicuña "quien pidió constara su nombre" (AHMA, Chile, Caja i Documentos originales). Sin embargo, en la fe de bautismo, efectivamente a los pocos días de su nacimiento, Laura del Carmen fue bautizada en la Iglesia de Santa Ana, el 24 de mayo de 1891 como "hija legítima de José Domingo Vicuña y de Mercedes Pino, feligreses de esta parroquia" (AHHMA, Caja i Documentos originales). Su nacimiento estuvo además marcado por el sufrimiento y la enfermedad que se manifiestan al año y medio de edad de la niña y el signo de santidad es que "ella tranquila y serena sufríalo todo sin queja. Muy poco molestaba; de manera que eran dignas de admiración la paciencia y fortaleza de tan tierna niña" (Crestanello, 1911, p. 8). Laura cumple claramente las características del puer senex "obediente y sosegada" (Crestanello, 1911, p. 8).
La "honestidad de sus ascendentes" no es mencionada en su primera hagiografía, pero sí ampliamentejustificada en las sucesivas. La hagiografía escrita en italiano Bocciolo di rosa (Botón de rosa), por una Hija de María Auxiliadora, introduce una página de "premisa histórica" vinculando aJosé Domingo Vicuña con la ilustre familia chilena Vicuña Mackenna (Puttini, 1926, p. 9). Lo cierto es que antes de que la madre y las niñas hubieran cruzado la cordillera, José Domingo Vicuña desaparece de la escena familiar (AHS ARS BA, Caja 152.2 Correspondencia; AHMA, Chile, Caja i Documentos originales. Certificados original y copias del servicio al ejército y Servicio de Registro Civil, Ministerio de Justicia y Derechos Humanos del Gobierno de Chile, Carta D.N №0320, Santiago 28 de noviembre de 2019)14.
Su nombre vuelve a aparecer en el acta del juzgado de paz donde consta el fallecimiento de Laura y su madre Mercedes Pino declara que "el 22 de enero de 1904 falleció la niña Laura hija natural de ella y de Domingo Vicuña chileno de edad se ignora, a las cuatro de la tarde de consunción". (AHMA, Bahía Blanca. Caja de Documentos importantes del padre Brugna. Acta del juzgado de paz 1904).
La corta vida de Laura fue un obstáculo para su proceso de canonización15, pero una ventaja para la difusión de su modelo de santidad por lo que Sallman llama "vida concentrada" (1996, p. 304). La vida de Laura fue narrada como "un gran ejemplo de virtud acrisolada", que las Hijas de María Auxiliadora inmediatamente captaron y que la misma Laura, según su hagiógrafo, "presentía en su tierno corazón" (Crestanello, 1911, p. 9-11). La cercanía con las Hermanas "aumentó su bondad y delicadeza" y en su primera comunión, igual que Domingo Savio, enunció sus propósitos e inició su camino de santidad que coronó con una vida de "mortificaciones" (Crestanello, 1911, pp. 11-14 y 3678).
El olor de santidad y la comparación con las flores es otra de las características de la santidad femenina (Guiance, 2009, pp. 131-161, Rubial García, 1998, p. 48; Bianchi, 2007, p. 376). La hagiografía Bocciolo di rosa divide los capítulos relacionando el perfume con las virtudes: "perfume de humildad, perfume de obediencia, perfume de piedad, perfume de Getsemaní, último aroma sobre la tierra" (Puttini, 1926, p. 95). En el libro La Flor del Paraíso de José M. Blanco (1927), remite esa imagen al iniciar la biografía y al concluirla con la muerte de Laura: "cada flor es un misterio y las niñas son como las flores. Cuando las vemos en capullo son una esperanza. La flor es la síntesis de la belleza y del amor de un pródigo de su vida." (Blanco, 1927, p. 9).
Dadas las características propias de todo perfume (en particular, su intangibilidad y su extraordinaria capacidad de propagarse con rapidez), esta dimensión sensorial fue magníficamente empleada por los mismos hagiógrafos para subrayar una dinámica de la santidad que podía ser aceptada por los fieles sin mayores exigencias teóricas. (Guiance, 2009, p. 161)
La biografía sobre Laura de Raúl Entraigas, aunque considerada cómo biografía histórica, ha sido titulada La Azucena de los Andes (1958), remitiendo a la flor blanca como símbolo de pureza, del mismo modo que Santa Mariana de Jesús, llamada también la Azucena de Quito, la virgen penitente y santa quiteña, quien murió en su juventud y no pudo ingresar al convento para ser monja (Andrago Walker, 2018).
La santidad femenina gira alrededor del cuerpo, de la castidad, del matrimonio místico y la entrega religiosa cultivando la paciencia, la humildad y la obediencia en una continua vida de oración, de contemplación y de prácticas devotas. (Rubial García, 1998, p. 44). "Laura sufrió en su físico débil, enfermo: sufrió a causa de curas dolorosísimas que le practicaban y que en nuestros tiempos se juzgarían auténticas locuras. Padeció el martirio de pruebas terribles para su pureza" (D'Auría, 1988, p. 56).
La santidad de Laura reside en la resistencia ante la violencia y abuso del hombre que vive con su madre, Manuel Mora. "De repente el cruel está sobre ella e irritado por una virtud que lo contrasta, la humilla y la golpea con rudeza, la arrastra a la casa y la cierra allí sin darle tiempo a la madre a defenderla" (Puttini, 1926, p. 81).
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Dentro de un conjunto recopilado de cincuenta textos sobre la vida de Laura Vicuña encontramos una variedad en el género que van desde las hagiografías hasta las biografías históricas. Es importante señalar que todas estas han sido escritas por Salesianos de Don Bosco o por religiosas del Instituto de Hijas de María Auxiliadora, ambas congregaciones fundadas por San Juan Bosco, que comparten el mismo carisma salesiano, aunque cada uno con su propia constitución desde 1907. Como señala Millar, los candidatos y las candidatas a la santidad reflejan "de manera indirecta, la orden o congregación religiosa, sobre todo si aquel llega a ser canonizado" (Millar Carvacho, 2008, p. 893).
Más allá de la institución religiosa de pertenencia, el prototipo hagiográfico busca infundir mensajes sociales y morales mediante una estructura cerrada "con un inicio (el nacimiento), un desarrollo (las acciones, virtudes y milagros) y un final (la muerte)". (Rubial García, 1998, p. 43). En las hagiografías resulta difícil establecer diferencias entre el anecdotario y las virtudes señaladas para ser santo (de Certeau, 1993). Y, como señala, René Millar, "las hagiografías son una fuente histórica muy particular, pues si bien se refieren a un personaje real, no pretenden que todos lo hechos expuestos sean ciertos desde una perspectiva racional" (Millar Carvacho, 2008, p. 893).
Esta idea la observamos en el escrito de Crestanello y en función de la recopilación de datos para la Causa de Santidad. Surgen en Italia tras la década de 1920, las hagiografías Sulle Ande (1924), Bocciolo di rosa (1926) escritas por M. Putting16 y Candido Olocausto (1945) de A. Membri, a partir de las Letture Cattoliche de Don Bosco, del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora.
Sulle Ande inicia la narración de la vida de la Laura en la misión salesiana de Junín de los Andes, que a modo de "hagiografía novohispana presenta como características propias una continua insistencia en exaltar la tierra y la gente americanas" (Rubial García, 1998, p. 44 y 52). Sulle Ande va parangonando su vida como modelo de santidad con una flor andina de la que surgirá después la hagiografía Botón de rosa, centrándose más en la vida de Laura que en el contexto misionero y destacando las virtudes heroicas de la niña (Rubial García, 1998, p. 44). Laura Vicuña: un camino latinoamericano a la santidad de R. Enrino (1988), propone estudiar la santidad de Laura en el "marco histórico-cultural-religioso propuesto por el documento de Puebla". "LV es un testimonio concreto de santidad latinoamericana. Un estímulo y un llamado, especialmente a los jóvenes, a vivir plenamente en el aquí y ahora de la historia la aventura cristiana de la santidad" (Enrino, 1988, p. 14). La Hermana, Elda Scalco Hija de María Auxiliadora, publica Laura Vicuña- Contexto histórico, cultural, religioso, de ayer y de hoy (2004), enfocando aún más el latinoamericanismo de Enrino en la localidad de Junín de los Andes y en las niñas y adolescentes patagónicas y mapuches.
Las hagiografías de Laura siguen los parámetros de las hagiografías femeninas como una obra entre la santa y su confesor quien "traduce esos materiales para difundir lo que era secreto" (Rubial García, 1998, p. 48), como se observa en la primera hagiografía de 1911 y las hagiografías italianas Sulle Ande (1924) y Bocciolo di rosa (1926).
Del texto de su confesor surge el tema del secreto de Laura", que en italiano y castellano se publica en forma de historieta: Laura e il suo segreto (s.f), Laura y su secreto (redición 1988): la inmolación, la entrega de su vida por la conversión de su madre. También en el mismo formato aparece. Por ti, mamá. Historia ilustrada de C Pesci y M Giudici (1961) y Beata Laura Vicuña. La hija que ofreció la vida por salvar a la madre de Eliecer Salesman, que lleva ocho ediciones. Estos textos, como Volle morire per salvare la mamma de M.D. Grassiano (1964), siguen la línea del holocausto de Laura. Candido Olocausto divide la vida de Laura en cuatro momentos: Preludio, Preparación, Ofrecimiento e Inmolación. Su título denota la tensión hacia la entrega final: "Yo misma le he pedido a Jesús y a María esta muerte, ofreciendo mi vida por ti, mamá para que tengas la vida del alma" (Membri, 1945, p. 88).
Tras estas hagiografías fundantes surgen, grosso modo, dos tipos de textos sobre Laura Vicuña: los que buscan difundir un modelo de espiritualidad para generar vocaciones y devoción, y aquellos que se acercan a la biografía histórica en función de la beatificación y canonización de la niña. Mencionamos algunos ejemplos del extenso listado: L' angelo del Neuquén: Laura Vicuña de R. Fierro (1953); Io o nessun altro con Laura in camino; O yo o nadie con Laura en camino (1988), de sor L. D'Auria; Laura Vicuña una santidad juvenil (1891-1904) de Luigi Castano (1992); Donne in contraluce sul di camino di Laura Vicuña de M. Secco (1990). Más actual es Laura Vicuña, transformar el dolor en amor, que busca "resignificar la vida de esta joven hoy" (Dupont y Billordo, 2018, p. 13).
El segundo grupo de biografías no abandona el texto modélico de santidad, pero busca contextualizarlo históricamente,
es continua la mención a las fuentes utilizadas, como cartas e informes de testigos presenciales, que a menudo se incluyen dentro del texto. Por otro lado, la crítica histórica salta a cada paso y una rigurosa cronología nos sitúa constantemente en una narración temporal. (Rubial García, 1998, p. 51)
Entre ellos están el P. Luis Pedemonte, La sierva de Dios Laura Vicuña (circa 1954); La azucena de los Andes de Raúl Entraigas (1958); Santità e martirio di Laura Vicuña de Luigi Castano, sdb (1990) y Aportes para el conocimiento de Laura Vicuña de Ciro Brugna (1990).
Entraigas17 fue uno de los primeros salesianos que sintetizó la etapa inicial de la llegada de la Congregación a la Argentina. Fue uno de los autores más fecundos en cuanto a las biografías salesianas, que, si bien que describieron la figura del misionero como un héroe y a su acción como una epopeya (Nicoletti, 2014), no respondían a las clásicas hagiografías, que para la tradición histórica positivista y marcadamente documentalista se encontraba lejos de la verdad y de los hechos reales.
Los criterios de verdad impuestos por aquella [la tradición positivista] han implicado una valoración exagerada de las fuentes que permitían acercarse al conocimiento de manera empírica, según principios sacados de las fuentes naturales. Se ha privilegiado un tipo de documentación que mostraba los hechos estimados verdaderos; se buscaba lo 'real', lo que efectivamente ocurrió, rechazando aquello que se consideraba ficción. (Millar Carvacho, 2012, p. 140)
Castano y Brugna tienen dos miradas diferentes respecto de la vida y la santidad de Laura Vicuña. Para el salesiano italiano Luigi Castano, Laura "no es santa solo por su virtud; lo es también por su martirio" (Castano, 1990, p. 9). De hecho, su libro se divide en dos partes: una biografía de Laura basada en la hagiografía del padre Crestanello y una segunda parte llamada: "el Martirio de Laura", que busca respaldar la Causa de Beatificación con fuentes históricas y el contexto de la época. Brugna, en cambio, da por hecha la biografía de Laura con la hagiografía de Crestanello, y suma nuevos datos: "un conjunto de novedades, con estilo biográfico, útiles para otros investigadores" (1990, p. 9). Así, reproduce como apéndice la hagiografía de 1911, recorre archivos salesianos y privados y lugares donde estuvo Laura Vicuña para sumar los testimonios de la Causa. De ahí su título Aportes para el conocimiento. Escribe una extensa contextualización de las misiones salesianas y en los sucesos históricos del momento de la llegada de Laura con su madre y su hermana y las características de la comunidad educativa y misionera de Junín de los Andes. Allí finaliza la descripción histórica y comienza la hagiografía de Laura que separa en Evangelios y que tras su muerte denomina como "la divulgación del Evangelio de Laura" (1990, p. 237).
Lo cierto es que en ambos se produce lo que Rosa llama "atracción de cientificidad": entre las exigencias administrativas de la Congregación de la Causa de los Santos y las reglas metodológicas universales y sus presupuestos teóricos históricos (2000, p. 42). En ese sentido, ambas biografías resultan una suerte de adaptación al siglo XX, de aquellas hagiografías de los siglos XVII, despreciadas por la "historia científica" por no contener el "relato verdadero, vinculado en aquellos siglos con lo revelado y autentificado por la autoridad18 (Millar Carvacho, 2012, p. 142). Esta mixtura busca narrar la biografía de Laura, pero sostener las características hagiográficas de la vida edificante, ejemplar y virtuosa.
El giro determinante que se produce en las ilustraciones de las hagiografía y biografías históricas es el "hallazgo de la foto", que forma parte de esos nuevos Aportes de Ciro Brugna cuya aparición resultó disruptiva y polémica, como veremos a continuación. Esta foto fue criticada por el secretario de Brugna, el padre Ricardo Román (AHMA, BB, Caja Documentos importantes P. Brugna, Carta del P. Roman al P. Brugna 22 de agosto 1989), pero que también fue objeto de debate entre las Hijas de María Auxiliadora (AHMA, Chile, Caja vi Foto y retratos. Carta de Sor Mardones a Sor Cavaglia, Santiago de Chile, 5 de marzo del 2010).
El rostro de la santidad
"El rostro es necesario como el territorio del cuerpo donde se inscribe la distinción individual. Ningún espacio del cuerpo es tan apropiado para marcar la singularidad del individuo y señalarla socialmente" (Le Breton, 2009, p. 143). En las hagiografías y biografías de Laura, crece en la medida en que nos acercamos al siglo xxi, la preocupación por conocer el "rostro verdadero". Podemos conocer a los santos y las santas del siglo XX a través de la fotografía, que "no es solo una imagen (en el sentido de una pintura), una interpretación de lo real; también es un vestigio, un rastro directo de lo real" (Sontag, 2006, p. 213).
Esta preocupación por el conocimiento del "verdadero rostro" comienza en 1990 pero inicia su búsqueda de "autenticidad" en el año 2009 a través de un informe pericial por parte del equipo de criminalística de Carabineros de Chile, solicitado por la Fundación Laura Vicuña. El peritaje es sobre una foto de conjunto en la que supuestamente se encontraría la Beata enviada desde el Centro de Espiritualidad Salesiana de Junín de los Andes (Argentina).
Sin embargo, no había acuerdo en el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora sobre la autenticidad de la foto y la inclusión de Laura Vicuña en ese conjunto de alumnas y, sobre todo, el reemplazo de ese rostro por los dibujos y pinturas que llevaban décadas circulando en estampas y libros. ¿Cuál era el rostro de Laura? ¿la niñita seria de cabello y ojos oscuros que no se destaca en su fisonomía del conjunto escolar? ¿O la niña blanca de mirada lánguida y clara con el cabello suelto?
Fuente: Tapa del libro Dupont, Silvia y Billordo, Susana. Laura Vicuña. Transformar el dolor en amor. Buenos Aires Don Bosco, 2018.
El rostro es una cifra, en el sentido hermético del término, una invitación a comprender el misterio que allí se encierra, a la vez tan próximo y tan impenetrable [...]. Simultáneamente el rostro acerca a una comunidad social y cultural por la forma de las facciones y de la expresividad, pero también traza una vía imponente para diferenciar al individuo y traducir su unicidad. (Le Breton, 2009, p. 143)
Antes de la publicación de la foto de conjunto, en la que supuestamente se encontraba Laura, las ilustraciones sobre su rostro son los bocetos de M. Puttini de la hagiografía Bocciolo di rosa, sobre la base de testimonios que la caracterizaron como una niña de estatura baja, de contextura pequeña, piel blanca, cabello oscuro y levemente ondulado recogido hacia atrás, ojos oscuros y ceño fruncido19.
Supuestamente, Laura Vicuña sería la segunda niña contando de derecha a izquierda. Esta foto la publica Ciro Brugna en su libro Aportes para el conocimiento de Laura Vicuña (1990, p.192) con el siguiente epígrafe. "Fotografía en la cual sor Piai marcó con números (1 y 2) las chicas que más le traían a la memoria la imagen de Laura (año 1920)".
Cuando Brugna, en su libro Aportes, quiere validar que Laura está en esa foto, supone que la autora puede haber tenido una foto original porque los bocetos de Bocciolo di rosa recogen los pocos datos que aportan los testigos sobre su rostro (por ejemplo, pelo levemente ondulado, etc.) (Brugna, 1990, p. 192)20.
Los dibujos son resultado de elaboraciones en las que intervienen elecciones, selecciones y adaptaciones que el artista hace a partir de lo observado y de modelos iconográficos previos, mientras que el dispositivo fotográfico, si bien no escapa a estos condicionamientos, produce una imagen indicial que se encuentra ligada ineludiblemente a aquello que representa. (Sontag, 2006, p. 213)
Pero el dibujo que tuvo mayor circulación fue la pintura de Mario Caffaro Rore que el P. Entraigas publicó en su biografía La Azucena de los Andes (1958), con base en la foto de una niña llamada Sara Díaz que frecuentaba la parroquia Mater Misericordiae y que se usó como base o modelo agregando rasgos aportados por su hermanaJulia Amanda Vicuña en 1955 que confirmó el parecido (AHMA,BB, Caja Documentos importantes del P. Brugna. Carta del P. Román al P. Brugna el 22 de agosto de 1989 desde Buenos Aires, Carta de Don Marocco a Don Brugna 22 de agosto de 1990).
Fuente: Puttini, M. Bocciolo di rosa. Laura Vicuña. Istituto Maria Ausiliatrice/LICE-Berruti. Torino,1926, p. 76.
Esta es la imagen de mayor circulación de la Beata, la imagen que le "gana" y le compite a la foto porque, como afirma Le Breton, en el rostro "se resuelve lo incomprensible del otro, el misterio de su presencia: sus rasgos físicos revelan su interior moral y expresan en el vocabulario de la carne su temperamento, sus vicios escondidos, sus perfidias" (2009, p. 147). Este rostro surge de un pensamiento del P. Entraigas cuando confiesa a la niña Sara Díaz en quien "descubre un alma muy pura y cristalina" y entonces concluye que "almas parecidas engendran rostros parecidos". En esta entrevista del P. Román al P. Dapparo sobre el derrotero que siguió el rostro de Sara Díaz, Dapparo dice que sobre ese corrigió rostro dibujado su hermana Julia Amanda sugirió al pintor Caffaro Rore hacer "el pelo un poco más oscuro, los ojos más oscuros" (AHMA, BB, Caja Documentos importantes P. Brugna, Carta del P. Roman al P.Brugna 22 de agosto 1989).
La polémica sobre la foto en el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora se desató por la filtración de la noticia previa al anuncio oficial (AHMA, Chile, Caja VI Foto y retratos. Carta de Sor Mardones a Sor Cavaglia, Santiago de Chile, 5 de marzo del 2010)21. En los diarios locales argentinos se publica la noticia titulada "El verdadero rostro de Laura Vicuña. Investigación presentó a la Beata con rasgos totalmente distintos a los conocidos" (Diario Río Negro, 8 de febrero del 2010). Mientras que en Chile resulta controvertido este hallazgo y en TV22, como en la prensa escrita, las Hijas de María Auxiliadora se defienden de acusaciones de racismo por ocultar un rostro nativo. Es una acusación compleja ya que, como analiza Le Breton: si el amor eleva simbólicamente el rostro, el racismo lo reduce, le impone una categoría despectiva, lo estereotipa y "señala la conducta a seguir hacia él" (Le Breton, 2009, p. 147).
Lo cierto es que la foto publicada en el libro de Ciro Brugna Aportes (1990), fue posteriormente sometida a un estudio pericial por el Departamento de criminalística de Carabineros de Chile (8121/2009). Este estudio con base en la comparación de los rasgos faciales de fotos de la madre y la hermana de Laura, y las descripciones de los testigos, ya mencionados, se focaliza a priori en las dos posibles niñas señaladas por Sor Piai como semejantes a Laura y concluyen que el retrato de la niña 1 es Julia Amanda Vicuña y el retrato de la niña 2 es Laura del Carmen Vicuña y que ambas tienen rasgos similares a Mercedes Pino comprobando entonces el vínculo parental23.
Fuente: AHMA, Chile, Estudio pericial por el Departamento de criminalística de Carabineros de Chile (8121/2009).
Fuente: AHMA, Chile, Estudio pericial por el Departamento de criminalística de Carabineros de Chile (8121/2009).
La cuestión que complejiza el tema es el hallazgo de una copia de la foto en el Archivo de la Hijas de María Auxiliadora de Bahía Blanca con el siguiente epígrafe y con escritura al dorso. El Epígrafe: "Junín de los Andes 1915. Pupilaje de Beneficencia. 36 Niñas internas. Dna. Sor M. Magdelaine". Al dorso: "Oratorianas de Junín de los andes del tiempo de Sor María Magdelaine anterior a 1919 (son 36 niñas)".
El estudio heurístico de esta copia determinó, no solo por el epígrafe y el dorso24, sino por su peritaje técnico25 y otra documentación epistolar hallada en el Archivo de las Hijas de María Auxiliadora (Bahía Blanca)26, que esa foto no se corresponde con el período en el que Laura Vicuña estuvo en el colegio y que, por lo tanto, no sería la niña señalada por el peritaje de Carabineros de Chile27.
Actualmente circulan ambas imágenes: la "aceptada" como el P. Román (Carta 1 de octubre), que es la pintura de Mario Rohre difundida por Entraigas a partir de 1958, y la famosa foto de conjunto, supuestamente autenticada por el Informe de Carabineros de Chile.
En una carta al P. Entraigas, Sor Clelia Genghini sigue atenta a la fisonomía del rostro de Laura. Los testimonios de quienes la conocieron, la descripción de su propia hermana, el uniforme de las alumnas de esa época en la escuela de Junín de los Andes, pueden guiarlos a un rostro que, de todos modos, evocando las palabras de la madre de Santa María Goretti que cita: "no encuentro a mi hija en la imagen que de ella se hace circular, pero ya que les gusta a todos así, que así sea. Igual en el Paraíso mi María será aún más bella! (AHS AES/BA, Caja 154.2 Laura Vicuña, Carta de Sor Clelia Genghini al P. R. Entraigas, Torino 30 marzo 1955). Cuando el padre Román aconseja al padre Brugna no publicar esa foto de conjunto señalando allí a Laura le propone diferentes alternativas, como: "dejar la imagen de Rore porque suscita devoción y porque fue reconocida por su hermana como la más cercana a Laura". Pero, si ante la advertencia de todos modos la pública, le recomienda, lo haga a modo de hipótesis: "En esta niña se encuentran las características somáticas que los testigos frecuentemente señalan para Laura en su aspecto exterior" (AHMA, BB, Caja Documentos importantes P. Brugna Cartas del P. Román al P. Brugna, Buenos Aires, 1 de octubre 1989). La decisión de Brugna de publicar la foto como auténtica y el informe pericial dividieron las opiniones dentro del Instituto de Hijas de María Auxiliadora y de los devotos de la Beata.
Mientras los escritores pueden ocultar actitudes mentales detrás de una descripción impersonal, los artistas plásticos se ven obligados por el medio que utilizan a asumir una postura clara representando a los individuos de otras culturas o bien iguales o bien distintos a ellos. (Burke, 2005)
Conclusiones
En este trabajo nos hemos aproximado a la figura de la Beata Laura Vicuña a partir del concepto de construcción de la santidad desde la otredad. Desde esta idea hemos analizado a partir de un conjunto de hagiografías y a los testimonios recogidos entre los que conocieron a Laura, cómo fue edificándose como santa, ejemplo de niña y joven salesiana virtuosa. Estas hagiografías, algunas de ellas muy tempranas, siguieron los parámetros del género hagiográfico, pero también se adaptaron a las hagiografías que Don Bosco escribió sobre sus alumnos oratorianos con fama de santidad. Estas "buenas lecturas" o "lecturas católicas" fueron el modelo de los beatos patagónicos salesianos: Ceferino Namuncurá y Laura Vicuña, como también las asociaciones escolares y los mismos maestros y maestras salesianas. El grupo de biografías históricas no pudo desprenderse ni de los textos hagiográficos ni de aquellos que presentaban en Laura un modelo de espiritualidad a seguir para las niñas educadas en los colegios del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora o bien de los devotos y las devotas de Laura Vicuña.
En estas biografías se introdujo a partir de 1990 una foto de conjunto de las alumnas del colegio de Junín de los Andes donde Laura murió, como una foto auténtica en la que se encontraban la Beata y su hermana Julia. Hasta ese momento y a partir de la hagiografía Bocciolo di rosa, los textos sobre la vida de Laura contuvieron bocetos y grabados de su persona, escenas escolares y familiares y los momentos más destacados de la vida de la niña. En 1958, la biografía del historiador salesiano Raúl Entraigas, comienza a difundir el rostro de Laura a partir de la pintura del italiano Caffaro Rore, de acuerdo con la foto de otra niña a la que había confesado que para Entraigas podía ser semejante a Laura. Tras mostrársela a su hermana Julia, la pintura de Rore mostraba una niña de tez blanca, pelo oscuro y mirada lánguida. Muy diferente era el rostro identificado en la foto y que los peritos carabineros de Chile señalan como el de Laura Vicuña. Esto ocasionó un debate entre las religiosas y los devotos de la Beata ante las dos imágenes que aún siguen circulando.