Introducción
Al igual que el resto de países en América Latina, Paraguay ha experimentado un proceso que apunta al pluralismo político; en otras palabras, esto quiere decir que los ciudadanos han tendido a diversificar la distribución del poder político entre distintos actores. No obstante, esta fotografía se refiere más bien a la evolución que en términos generales ha experimentado el sistema de partidos a nivel nacional, por lo que cabe preguntarse: ¿cuánto ha cambiado realmente este?, o bien ¿cuánto ha permanecido el statu quo de los bastiones electorales en los territorios departamentales del país?
A diferencia de lo que se observa en el ámbito nacional -en donde se ha visto el desplazamiento de un sistema de partido hegemónico o predominante hacia otro de pluralismo moderado en el que otras fuerzas políticas han alcanzado peso y relevancia-, en la arena departamental se aprecia una tendencia hacia el bipartidismo en el que los partidos tradicionales concentran la gran mayoría de las preferencias electorales. No obstante, la ANR sobresale porque ha controlado la mayoría de estos espacios de poder desde el retorno a la democracia.
Si bien es cierto que en la mayoría de los departamentos del país se han vivido procesos de alternancia política, no se puede ocultar que tras cada proceso electoral, el Partido Colorado siempre ha controlado más de la mitad de las gobernaciones e incluso hasta 80 % de las mismas, como ocurrió en 1998.
Un repaso general de la literatura arroja la ausencia de estudios que analicen la distribución territorial del poder en el país. Por lo general, cuando se estudian los procesos electorales paraguayos estos se enfocan en el ámbito nacional (Alcántara y Tagina 2013; Duarte Recalde 2012; Solís y Cerna 2016 y 2014; Setrini 2011). Es por ello que el objetivo de este trabajo es aportar una aproximación al fenómeno de las elecciones locales en Paraguay y ofrecer una sistematización de los datos electorales desde 1998 para el cargo electivo de gobernadores. Se toma como referencia de lo subnacional el nivel departamental derivado, ya que no existen estudios similares sobre este estamento de poder en la literatura, o al menos no desde la perspectiva diacrónica que aquí se propone.1 El trabajo se plantea comparar las distintas arenas de competencia a fin de observar con mayor nitidez las diferencias que existen entre estas. La hipótesis del trabajo sostiene que los cambios en el sistema de partidos a nivel nacional encubren las continuidades que este presenta en el nivel departamental en el que los dos grandes partidos tradicionales controlan de manera abrumadora el poder local por ser precisamente los únicos que poseen una efectiva estructura nacionalizada.
El trabajo se divide en seis partes. En la primera de ellas se presenta el diseño metodológico y se hace un breve esbozo de las características más puntuales del sistema político paraguayo. Posteriormente se hace un análisis de la evolución del sistema de partidos del país en clave nacional poniendo énfasis en los resultados e indicadores electorales de las contiendas presidenciales, así como también de diputados y senadores. En la tercera sección se hace un repaso a los cambios que ha experimentado la geografía electoral a nivel subnacional entre 1998 y 2013; aquí se prestará atención a los departamentos que han tenido alternancia como aquellos que no la han vivido. Derivado de esto, a continuación, se detectarán los territorios que son bastiones electorales para los partidos. Se presentarán los cálculos electorales de concentración, competitividad y Número Efectivo de Partidos (en adelante NEP), a efecto de compararlos, sobre todo este último indicador, con aquél de carácter nacional. Por último, se procederá a calcular el índice de nacionalización tanto de cada partido cuanto del sistema de partidos paraguayo en su conjunto, a efecto de determinar su grado de homogeneidad o heterogeneidad con relación a los apoyos electorales.
1. Diseño metodológico
Paraguay ha sido un país que por lo general no ha gozado de un especial interés por parte de las Ciencias Sociales; la Ciencia Política no ha sido ajena a este descuido. Algunas de las razones que pueden explicar esta cuestión es que la Ciencia Política paraguaya está escasamente institucionalizada, posee pocos referentes, o bien los politólogos y politólogas de dicho país se han abocado a estudiar temas distintos a la evolución de los partidos y del sistema de partidos como tal.2 La idea de hacer un artículo sobre la evolución del sistema de partidos paraguayo a nivel subnacional obedece a la intención de sistematizar información electoral sobre este país, pero sobre todo a la importancia de generar indicadores con los que a la fecha no se cuenta y que pueden ser de utilidad para la comunidad académica que estudia los sistemas de partidos en la región latinoamericana, que a falta de referencias opta por omitir el caso paraguayo.
Dado que la democracia paraguaya aún es joven, en este artículo se ofrece información de los comicios electorales que se han celebrado desde 1998 hasta 2013. Es decir, se expone la evolución del sistema de partidos a nivel departamental a lo largo de cuatro procesos electorales en un periodo en el que la democracia paraguaya ha experimentado episodios de inestabilidad política a nivel nacional, pero que en apariencia no han afectado los procesos de la política local. En resumen, se hace una recopilación y sistematización de los resultados electorales tanto a nivel nacional como subnacional y se los compara con la finalidad de observar el nivel de congruencia o no, que existe entre estas dos arenas de competencia. En este sentido, se busca dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿Qué explica que la Asociación Nacional Republicana (ANR) y el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) continúen siendo los partidos políticos más predominantes en el sistema de partidos paraguayo?
Para tal efecto, se ha hecho una revisión de los datos oficiales con los que cuenta el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) para los procesos electorales de los años 1998, 2003, 2008 y 2013. Con base en esta información se construyó una base de datos de los votos para cada elección en las dos arenas; y en el caso de los departamentos se desagregó esta información por partido político. Se calculó el porcentaje de votos obtenido por cada agrupación, lo que permitió realizar algunos cálculos electorales como el Número Efectivo de Partidos (NEP), la concentración y la competitividad en cada elección. Por último, se calculó el índice de nacionalización de cada partido, así como del sistema de partidos en su conjunto para determinar la homogeneidad de los apoyos electorales en este país; esto de acuerdo a la propuesta teórica y metodológica de Jones y Mainwaring (2003). En ese sentido, conviene destacar que se opta por este indicador porque a diferencia de otros (Cox 1999; Chibber y Kollman 1998; Kasuya y Moenius, 2008; Moenius y Kasuya 2004) que buscan las diferencias entre los sistemas de partidos a partir del cálculo del NEP, este procura mostrar la homogeneidad de los apoyos electorales que tienen los distintos partidos políticos y con base en esto proceder a calcular cuán nacionalizado está el sistema de partidos en general. Además, se elige este indicador puesto que, a pesar de tener detractores e incluso autores como Bochsler (2010) que lo han corregido, sigue siendo uno de los más utilizados en la literatura sobre nacionalización de sistemas de partidos en América Latina, en la que autores como el propio Došek (2015), Batlle y Puyana (2011) y Polga-Hecimovich (2013) lo han empleado.
La metodología que se emplea es comparativa y diacrónica con los cuatro tiempos seleccionados. Con esta comparación se busca determinar si existen cambios en el comportamiento del sistema de partidos a nivel subnacional midiéndolos a través de diversos indicadores. Al mismo tiempo se busca identificar si existen continuidades a lo largo del tiempo, a partir de la localización de bastiones electorales y la determinación de cuán relevantes son para los partidos en función de sus características tanto demográficas como socioeconómicas.
2. Características del sistema político paraguayoFigura 1
Barreda y Bou (2010, 134) señalan que la democracia paraguaya es bastante desconocida y poco atendida en la literatura especializada de América Latina. Sostienen que desde 1989, tras la caída del régimen autoritario de Alfredo Stroessner (1954-1989), el sistema político paraguayo ha presentado avances y continuidades entre los que destacan: 1) la introducción de nuevas reglas de juego implementadas a través de la Constitución Nacional de 1992 y del Código Electoral de 1996; 2) las crisis de inestabilidad política; y 3) la alternancia política en el poder ejecutivo en abril de 2008 tras la victoria de Fernando Lugo, de la mano de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC).
Si hay algo que distingue al sistema político paraguayo frente a la mayoría de países de la región latinoamericana es la longevidad de sus principales actores políticos (Alcántara 2013, 197-239). Tanto la ANR como el PLRA son estructuras políticas que no sólo han disputado el poder en las urnas, sino también por otras vías. Y quizás más importante que eso, definen identidades políticas como en algunos países también lo hacen los clubes de fútbol. Bajo esta lógica, en Paraguay uno nace -y no se hace- colorado o liberal.
Esta estructura bipartidista no se ha distinguido por ser una de las más estables de la región, sobre todo cuando se echa un vistazo a los múltiples episodios de inestabilidad que se han presentado en el último cuarto de siglo de democracia. Pero, sobre todo, es importante comprender que las disputas políticas en Paraguay, y las de sus élites políticas en particular, han estado históricamente vinculadas a la propiedad agrícola, y a lo que ha sido el acaparamiento de tierras que ha dado como resultado que este asunto se haya convertido con el paso del tiempo en el corazón de los problemas estructurales del país (Cerna y Solís 2012). Problemas que para Barreda y Bou (2010, 158) tienen tres caras: a) una perniciosa estructura socioeconómica; b) un acentuado clientelismo; y c) un problema sistémico de agencia.
A esto hay que agregar que al igual que en otros países de la región, la propensión a liderazgos fuertes y carismáticos es una de las características que más sobresalen en la cultura política paraguaya como subraya Uharte (2012, 39). La tendencia a liderazgos de ascendencia, vigorosos e incluso vehementes ha sido frecuente en la historia paraguaya; en cualquier caso, todos estos se han caracterizado por la defensa a ultranza de lo que han definido como los valores paraguayos: un cúmulo de nociones imaginarias con un matiz conservador.
La dominación del escenario político por parte de actores conservadores como lo son los colorados y los liberales (figura 1), y su fuerte arraigo en la sociedad paraguaya, ha dificultado que la izquierda se abra paso, sobre todo a raíz del último autoritarismo en el que fue vista y tratada con desconfianza y desprecio, y presentada ante la sociedad como la portadora de todos los males (presentes y futuros) del país. Al observar la ubicación ideológica tanto de la ANR cuanto del PLRA basada en las medias de las opiniones vertidas por los legisladores paraguayos desde 1993 y hasta 2008 para el Proyecto de Élites Parlamentarias de la Universidad de Salamanca, se puede apreciar que ambos partidos suelen estar ubicados más a la derecha del espectro ideológico, y que incluso sus desplazamientos se han cruzado, siendo el PLRA un partido ligeramente ubicado más a la derecha que su histórico contrincante. En cualquier caso, la distancia ideológica que los separa es mínima. No obstante, si lo que se busca es medir la polarización ponderada (Taylor y Herman 1971) con el objeto de explicar la estabilidad o inestabilidad de la democracia paraguaya al considerar a todos los partidos y con ello medir la distancia entre los polos en uno o más planos de la competencia partidista, nos encontraremos con que este indicador ubica al sistema de partidos paraguayo en un valor de 0.29 (Oñate y Ocaña 1999; Ruiz y Otero 2013; Ruiz Rodríguez 2015; Sani y Sartori 1983; Tagina 2014; Taylor y Herman 1971)3. Esto llama la atención pues mientras existe una baja polarización que hablaría de una tendencia centrípeta en el sistema de partido, están a la luz los recurrentes episodios de inestabilidad que han concluido en un par de ocasiones con la salida anticipada de dos presidentes.
Aunado a lo anterior, merece un comentario el armazón institucional que da razón de ser al sistema político paraguayo: la Constitución de 1992. Este texto introdujo modificaciones en el diseño institucional, muchas de ellas pautadas por el miedo a una posible regresión autoritaria. En tal virtud, el constituyente estableció un cúmulo de facultades a favor del poder legislativo y en detrimento del ejecutivo con el fin de descomprimir y desarticular el hiper-presidencialismo de la era estroesnerista, y con ello determinó umbrales muy bajos para entablar juicio político al presidente, además de la explícita prohibición de reelegir al primer mandatario en el cargo (Solís y Cerna 2013; López 2012).
No obstante, las reglas emanadas de la Constitución no han cambiado sustancialmente el sistema político del país que sigue siendo uno de los más inestables de América Latina, en tanto ha presentado episodios de continua inestabilidad traducidos en intentos de golpe de Estado en 1996 y 2000; asesinatos políticos como el de Luís María Argaña (vicepresidente constitucional entre 1998 y 1999) en 1999; escándalos de corrupción y/o disrupción de presidentes por amenaza o concreción de juicio político, tal como sucedió en 1999 con el presidente Raúl Cubas y en 2012 con Fernando Lugo (Pérez-Liñán y Polga Hecimovich 2016; Pérez-Liñán 2014; Pérez-Liñán, 2009).
Al respecto, Abente Brun (2012, 48) explica que estos problemas se deben a que los partidos políticos tradicionales (ANR y PLRA) no han tenido suficientes incentivos para mejorar la calidad de la democracia paraguaya y, muy por el contrario, son los principales defensores del statu quo antes que los defensores de algún cambio político o social que altere las relaciones de poder en la sociedad paraguaya.
3. Evolución del sistema de partidos a nivel nacionalTabla 1 Tabla 2 Tabla 3 Tabla 4
A partir de 1993, cuando se normalizó la democracia tras tres años de difícil transición, en Paraguay se han realizado con regularidad y sin contratiempos cinco procesos electorales. En la disputa por los cargos de presidente, diputados y senadores se ha visto con el correr de los años cómo se ha fragmentado el voto de los paraguayos en el que otras fuerzas se han abierto paso para alcanzar representación política (Sartori 1976).
Esta fragmentación se ha dado principalmente hacia la derecha del espectro ideológico desde la cual agrupaciones como la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (UNACE) liderada por Lino Oviedo, y el Partido Patria Querida (PPQ) encabezado por Pedro Fadul, se convirtieron en nuevos actores del sistema de partidos paraguayo.4 Con todo, no se puede ocultar que el perfil y la tendencia del electorado guaraní son claramente conservadores, si se toma en cuenta que el cúmulo de agrupaciones políticas ubicadas a la derecha ha concentrado más de 80 % de las preferencias electorales desde 1998 hasta la actualidad.
Un repaso de los resultados electorales de las contiendas a presidente, diputados y senadores muestra dos cosas: a) la paulatina fragmentación del sistema; y b) la tendencia conservadora de los votantes paraguayos. Una explicación plausible a esta fragmentación estriba en la adopción del sistema de representación proporcional para los cargos legislativos mediante el empleo de la fórmula D'Hondt que, de acuerdo con Bareiro y Soto (2008), garantiza el reconocimiento y presencia de minorías que antes no alcanzaban la representación política.5 Sin embargo, también hay que tener en cuenta que las escisiones en los grandes partidos han dado paso al surgimiento de otros nuevos que han tenido alguna relevancia al restarle apoyos tanto a colorados como a liberales, al tiempo que las agrupaciones de izquierda han ido adquiriendo presencia aunque sus apoyos sean más heterogéneos y discretos.
Partidos | 1998 | 2003 | 2008 | 2013 |
ANR | 53,8% | 37,1% | 30,7% | 45,8% |
PLRA | 42,6% | 24% | ||
APC | 40, 9% | |||
APA | 36,9% | |||
UNACE | 13,5% | 22,0% | 0,8% | |
PPQ | 21,3% | 2,4% | 1,1% | |
Avanza País | 5,9% | |||
Frente Guazú | 3,3% | |||
Participación electoral | 80,5% | 64,3% | 65,6% | 68,6% |
UNACE: Unión Nacional de Ciudadanos Éticos; PPQ: Partido Patria Querida, APC: Alianza Patriótica para el Cambio, alianza entre PLRA y otros partidos. APA: Alianza Paraguay Alegre entre PLRA y UNACE. Fuente: Elaboración propia con base en datos del TSJE (2013).
Partidos | 1998 | 2003 | 2008 | 2013 |
ANR | 53,8% | 35,3% | 32,9% | 38,3% |
PLRA | 42,7% | 25,7% | 28,2% | 27,3% |
UNACE | 14,7% | 18,7% | 6,1% | |
PPQ | 15,3% | 5,7% | 2,6% | |
PEN | 3,1% | 4,5% | ||
PPS | 3,3% | |||
PDP | 1,6% | 1,2% | ||
MPT | 3,6% | |||
PMAS | 1,6% | |||
Avanza País | 3,5% | |||
Frente Guazú | 5,1% | |||
APC | 0,6% |
Fuente: Elaboración propia con base en datos del TSJE (2013).
Partidos | 1998 | 2003 | 2008 | 2013 |
ANR | 51,7% | 32,9% | 29,0% | 35,9% |
PLRA | 42,1% | 24,3% | 28,9% | 24,4% |
UNACE | 13,7% | 19,2% | 3,7% | |
PPQ | 15,2% | 8,6% | 1,8% | |
Encuentro Nacional | 2,0% | 1,1% | 3,2% | |
PPS | 4,4% | 3,4% | ||
PDP | 2,1% | 6,0% | ||
MPT | 2,9% | |||
Avanza País | 4,8% | |||
Frente Guazú | 9,9% |
Fuente: Elaboración propia con base en datos del TSJE (2013), Observatorio Electoral y Elecciones Paraguay Global.
En efecto, si se observa la concentración del voto a lo largo de este periodo se puede distinguir que esta ha oscilado entre 60 y 95 % de las preferencias electorales en todas las arenas de competencia. Una revisión de la evolución del Número Efectivo de Partidos en los tres campos analizados permite observar con nitidez cómo es que, a pesar de algunos rasgos inamovibles en el sistema, sobre todo en lo que concierne a actitudes y valores, en Paraguay existe una tendencia a que más voces tengan un peso relevante en su vida política (Solís y Cerna 2014, 105-111).
4. Cambios en la geografía electoral a nivel departamental (1998-2013)
Tras el largo impasse autoritario caracterizado por la simulación electoral, a partir del retorno a la democracia y la normalización de los procesos electorales, se puede apreciar que los comicios son una práctica aceptada por todos los actores políticos involucrados en la búsqueda de parcelas de poder. Pero también es cierto que a nivel departamental los resortes del poder de las distintas organizaciones políticas son muy diferentes entre sí. De tal suerte que en el nivel local, la ANR y el PLRA han sido las agrupaciones políticas con más adherentes.
En ese trance, también es cierto que han surgido otras opciones políticas, sin embargo, muchas de ellas han tenido una existencia fugaz y otras más han tenido dificultades para su consolidación, así como para constituir estructuras territoriales robustas y permanentes que les permitan ser más competitivas y, en un momento dado, posicionarse como una alternativa política viable para el electorado.
Una aproximación a los datos electorales del nivel departamental desde 1998, permite apreciar cuán pocos han sido los cambios en la cartografía electoral de Paraguay. El contraste entre la arena nacional y la subnacional es notoria cuando apreciamos los resultados de las elecciones para gobernador. Sin dejar de lado que existe una competencia real entre dos actores predominantes, es principalmente la ANR la que controla la mayoría de los espacios territoriales del poder.
Encontrar una explicación que permita dar cuenta de esta disonancia entre lo nacional y lo departamental no resulta sencillo, sin embargo una interpretación simple pero consistente tiene que ver con las reglas del juego. La adopción del sistema electoral de mayoría simple para las elecciones a gobernador conlleva una concentración de las preferencias entre aquellas opciones políticas con más estructura y posibilidades de triunfo, lo que deja fuera de competencia real a otras plataformas que, dadas las condiciones, tenderían a buscar alianzas antes de los comicios para maximizar su ganancia electoral. Es decir que los efectos mecánicos y psicológicos a los que hacía referencia Duverger ([1957] 2012) en su clásico trabajo sobre los partidos políticos sigue siendo útil para explicar tanto el comportamiento de los votantes como las estrategias de los partidos.
De acuerdo con esto, los partidos que no reúnen la condición de nacionalización ven muy limitadas sus opciones de triunfo en el ámbito de las elecciones departamentales para gobernador, condición que cambia marginalmente en el caso de las elecciones municipales en las que terceras fuerzas han llegado a ser competitivas e incluso han ganado algunos espacios de poder como en la capital Asunción. Sin embargo, como detallan Došek et al. (2016, 148-150) para las elecciones de 2015, la conquista de estas terceras fuerzas fue de apenas 10 % de las 250 intendencias disputadas, mientras que la ANR y el PLRA se repartieron el resto, 60 y 30 %, respectivamente.
Esto además de llamar la atención en lo referido a la diferencia entre las arenas nacional y subnacional, deja de manifiesto la ventaja competitiva que posee la ANR en tanto es el único partido político en Paraguay que posee una estructura territorial que abarca la práctica totalidad del espacio geográfico del país. Esta condición obedece a la estructura corporativa que durante los años del autoritarismo modeló el general Stroessner como líder indiscutible del partido, y quien se valió de la organización de las seccionales para ofrecer servicios de capacitación y formación profesional, empleos públicos y espacios de socialización, entre otras funciones, y con ello, poseer una amplia base de apoyos condicionados por los tratos de favor.
Departamentos con y sin alternancia Tabla 5
En la actualidad, la mayoría de los departamentos paraguayos han experimentado procesos de alternancia política en el poder, no obstante, existen seis espacios territoriales que han permanecido bajo el control hegemónico de la ANR, ellos son: Guairá, Caazapá, Itapúa, Paraguarí, Alto Paraguay y Canindeyú (cuadro 1).
Por otro lado, existen territorios en los que, si bien se ha verificado una alternancia en el poder, esta solamente se ha presentado en una sola ocasión, como lo demuestran los casos de los departamentos San Pedro (en las elecciones de 2003), Misiones (en las elecciones de 2008), Ñeembucú, Alto Paraná y Presidente Hayes, que tras otorgar el poder al PLRA (y en el caso de Presidente Hayes, a la Alianza Pasión Chaqueña), invariablemente han vuelto al redil de la ANR.
En esa tesitura descriptiva también es posible observar que el PLRA posee apoyos sostenidos en los departamentos Central y Amambay, que a su vez se han constituido en sus principales bastiones electorales a lo largo de los años, mientras que los cuatro departamentos restantes (Concepción, Cordillera, Caaguazú y Boquerón) se pueden considerar los más competitivos en la medida en que los cambios de color político en el poder han sido pendulares entre los partidos tradicionales y algunas alianzas electorales.
1998 | 2003 | 2008 | 2013 | ||
Departamento | Partido Político | Partido Político | Partido Político | Partido Político | Tendencia |
Concepción | Alianza (PLRA-PEN) | PLRA | PLRA | ANR | Competitivo |
San Pedro | ANR | ANR | PLRA | ANR | Alternancia |
Cordillera | ANR | ANR | PLRA | PLRA | Competitivo |
Guairá | ANR | ANR | ANR | ANR | Bastión Colorado |
Caaguazú | ANR | PLRA | PLRA | ANR | Competitivo |
Caazapá | ANR | ANR | ANR | ANR | Bastión Colorado |
Itapúa | ANR | ANR | ANR | ANR | Bastión Colorado |
Misiones | ANR | ANR | PLRA | ANR | Alternancia |
Paraguarí | ANR | ANR | ANR | ANR | Bastión Colorado |
Alto Paraná | ANR | PLRA | ANR | ANR | Alternancia |
Central | Alianza (PLRA-PEN) | PLRA | PLRA | PLRA | Bastión Liberal |
Ñeembucú | ANR | ANR | ANR | PLRA | Alternancia |
Amambay | ANR | PLRA | PLRA | PLRA | Bastión Liberal |
Canindeyú | ANR | ANR | ANR | ANR | Bastión Colorado |
Pdte. Hayes | ANR | ANR | ANR | Alianza Pasión Chaqueña | Alternancia |
Alto Paraguay | ANR | ANR | ANR | ANR | Bastión Colorado |
Boquerón | Alianza (PLRA-PEN) | ANR | ADB | ANR | Competitivo |
Fuente: Elaboración propia con base en datos del TSJE.
En perspectiva diacrónica, vale la pena destacar que mientras en 1998 catorce de los diecisiete departamentos que conforman la división política del país estaban gobernados por la ANR, quince años después son doce las gobernaciones bajo el mando del mismo partido. En el camino, las elecciones de 2003 y 2008 no han cambiado sustancialmente la distribución territorial del poder, salvo en el caso del último de estos años en el que las alternativas opositoras al coloradismo lograron conquistar un mayor número de gobernaciones. En cualquier caso, el control electoral de los espacios territoriales por parte de la ANR ha estado siempre por encima de 50 % de los mismos; concretamente oscilando entre 53% de su rendimiento más bajo en 2008, pasando por 70% en los años 2003 y 2013 y alcanzando 82% en 1998.
5. Bastiones electorales y características demográficas y socioeconómicas
Un abordaje espacial en torno a la distribución de triunfos por parte de las distintas fuerzas políticas a lo largo del tiempo, permite identificar de manera clara cuáles son los principales bastiones electorales de los partidos políticos. Dicho análisis facilita la comprensión de los resortes políticos de los partidos y la importancia que estos tienen no sólo para controlar amplias franjas del territorio nacional sino para aglutinar apoyos de cara a las elecciones nacionales. Otra lectura que se le puede dar a este ejercicio permitiría comprender por qué razón una alternancia política a nivel nacional puede resultar insuficiente si la distribución del poder local está mayoritariamente en manos de un partido que, como la ANR, gobierna los principales centros económicos del país.
Si se echa un vistazo a la evolución de la composición de las gobernaciones paraguayas desde el año 1998 se puede apreciar que la ANR tiene una notable presencia en territorios ubicados al sur del país: Ñeembucú, Misiones y Caaguazú; al sureste: Caazapá, Itapúa; al centro: Guairá y Paraguarí; al este de la región oriental: Alto Paraná; y al noreste: Canindeyú. Estos territorios comparten: la mayor concentración poblacional del país, fuera de la capital y del departamento Central; y además, se trata en su mayoría, de los polos económicos más destacados, más allá de la industrialización que recae en Asunción. De esta manera, resulta relativamente fácil comprender por qué la ANR posee una significativa fuerza electoral en estos territorios, si a ello se le suma la bien aceitada maquinaria clientelar que este partido ha forjado desde tiempos del estroesnerismo.
Por otro lado, los principales bastiones opositores se concentran en los departamentos Central, Cordillera, Concepción y Amambay; espacios territoriales no sólo geográficamente distantes sino además muy distintos entre sí en lo que se refiere a peso poblacional, actividades económicas y clima social. Estos departamentos han sido tradicionalmente electorados cautivos liberales, por lo que no se debe menospreciar su importancia en tanto se han constituido en los principales centros de oposición ante la predominancia subnacional de la ANR.
No obstante, cabe puntualizar también que, en términos electorales, el contrapeso a los departamentos Central y Cordillera (que en principio son los más poblados y con una importante actividad económica) son los departamentos Itapúa y Alto Paraná: puntos estratégicos del voto del electorado colorado, además de tratarse del otro polo económico y poblacional que tiene el país.
Por último, y no menos importante, cabe resaltar los territorios del norte del país que corresponden a la región del Chaco paraguayo, en su mayoría franjas en las que la ANR ha mantenido apoyos estables, salvo en el caso de Boquerón. Estos departamentos son territorios cuyo peso electoral no es tan significativo como el del resto de departamentos que se encuentran en la franja sur del río Paraguay.
6. Concentración del voto, competitividad electoral y NEP subnacional
Al analizar los resultados de todos los departamentos paraguayos en los últimos cuatro procesos electorales, llama la atención que en la gran mayoría de los casos la concentración del voto entre las dos principales fuerzas políticas históricas del país (ANR y PLRA) ha oscilado entre 65% y 98%.
Los comicios de 1998Tabla 6 Figura 2
Cuando se observan los comicios de 1998, es posible evidenciar que dada la aún robusta presencia del coloradismo a nivel nacional, alrededor de liderazgos como el de Luis Ma. Argaña y Lino Oviedo (este último por ese entonces todavía en las filas de la ANR), la competencia electoral recaía entre las dos fuerzas políticas tradicionales, aunque en cinco departamentos los triunfos de la ANR fueron bastante contundentes, como se dio en los casos de Guairá, Caazapá, Itapúa, Paraguarí y Presidente Hayes.
Departamento | % ANR | % PLRA-PEN |
---|---|---|
Concepción | 46,6 | 49,4 |
San Pedro | 55,13 | 42,55 |
Cordillera | 51,64 | 45,7 |
Guairá | 60,31 | 37,72 |
Caaguazú | 53,52 | 43,33 |
Caazapá | 66,77 | 30,7 |
Itapúa | 57,78 | 36,96 |
Misiones | 53,21 | 43,89 |
Paraguarí | 58,8 | 38,9 |
Alto Paraná | 49,28 | 47,93 |
Central | 47,26 | 48,51 |
Ñeembucú | 50,96 | 45,48 |
Amambay | 47,95 | 45,92 |
Canindeyú | 55,73 | 42,42 |
Pdte. Hayes | 57,45 | 38,96 |
Alto Paraguay | 52,3 | 44,26 |
Boquerón | 45,7 | 50,66 |
Fuente: Elaboración propia con base en datos de TSJE (1998).
En cambio, en otros departamentos los triunfos de la ANR no fueron mayores al 6% de distancia, ellos fueron: Cordillera, Alto Paraná, Ñeembucú y Amambay.
Por su parte, en aquellos departamentos en los que ganó la Alianza (PLRA-PEN) se puede apreciar que sus triunfos han tenido un estrecho margen, lo que habla de las no pocas dificultades que han experimentado los opositores a la ANR para vencer en las urnas, el ejemplo lo constituyen los departamentos Concepción, Central y Boquerón.
b. Los comicios de 2003Tabla 7 Figura 3
En el año 2003, la ANR evidenció la erosión de los apoyos populares en parte por la escisión que tras los acontecimientos de marzo de 1999 dio paso a que surgiera la UNACE como nuevo partido político. Derivado de esta ruptura, la ANR cedió espacios que fueron ocupados por los liberales, quienes se convirtieron en los principales beneficiados de la fragmentación del electorado colorado que emigró con el General Oviedo (grupos militares y los votantes más conservadores de la legión colorada). Aquí es importante señalar, además, que tanto la UNACE como el PPQ tuvieron en ese año su elección más exitosa en términos de caudal de votos obtenidos para el periodo seleccionado.
Cuando se analiza la concentración del voto en estas elecciones se encuentra que a diferencia del proceso electoral anterior, esta se redujo de manera ostensible dejando de manifiesto la potencia con la que irrumpieron las nuevas fuerzas políticas en el escenario electoral. De esta manera, mientras que cinco años atrás la concentración del voto entre la ANR y el PLRA llegó a niveles de hasta 97%, en 2003, la misma llegó incluso a descender a 39% como ocurriera en el departamento de Caazapá. La concentración del voto entre las dos principales tiendas políticas se ubicó alrededor de los 60 puntos porcentuales, un margen bastante inferior a lo previamente identificado y que abrió paso a la fragmentación de los sufragios, y, por ende, del sistema de partidos.
En cuanto a la competitividad en estos comicios, en las elecciones de 1998 cuatro de los cinco departamentos hegemónicos para la ANR se conservaron: Guairá, Caazapá, Itapúa y Paraguarí. Lo interesante de esta elección es que la evidencia empírica demuestra que la incursión de nuevos partidos transformó de alguna manera el mapa político paraguayo y su distribución territorial del poder, al tiempo que un buen número de departamentos entraron en una lógica competitiva y muchos de ellos se decantaron a favor de alguna opción política por márgenes muy estrechos de uno o menos de 1%, como ocurriera en Cordillera, Caaguazú y Central.
Departamento | % ANR | % PLRA | % UNACE | % MPQ | % PEN |
---|---|---|---|---|---|
Concepción | 34,04 | 43,88 | 13,47 | 2,62 | 0 |
San Pedro | 38,16 | 31,63 | 17,27 | 4,17 | 0 |
Cordillera | 39,33 | 38,34 | 10,97 | 6,97 | 0 |
Guairá | 42,01 | 21,94 | 22,67 | 6,77 | 0 |
Caaguazú | 35,87 | 36,28 | 11,4 | 4,08 | 0 |
Caazapá | 43,14 | 21,17 | 26,11 | 3,14 | 0 |
Itapúa | 34,5 | 15,87 | 15,15 | 6,64 | 0 |
Misiones | 42,37 | 25,17 | 17,79 | 9,36 | 0 |
Paraguarí | 48,24 | 22,39 | 17,38 | 4,49 | 0 |
Alto Paraná | 27,93 | 47,71 | 17,77 | 4,05 | 0 |
Central | 32,15 | 32,56 | 9,52 | 17,95 | 0 |
Ñeembucú | 44,74 | 31,31 | 3,18 | 9,85 | 0 |
Amambay | 29,6 | 40,12 | 14,46 | 8,5 | 0 |
Canindeyú | 36,46 | 31,27 | 25,71 | 2,1 | 0 |
Pdte. Hayes | 25,06 | 14,55 | 7,7 | 14,33 | 4,49 |
Alto Paraguay | 51,76 | 12,79 | 3,78 | 5,12 | 38,49 |
Boquerón | 50,29 | 0 | 0 | 0 | 41,5 |
Fuente: Elaboración propia con base en datos de TSJE (2003).
c) Los comicios de 2008Tabla 8 Figura 4
En cuanto a la elección de 2008, año de la alternancia en la Presidencia de la República, los cambios en la geografía electoral del país fueron, por demás, interesantes puesto que el control territorial de la ANR verificó su punto más bajo, aunque ello no significó que perdiera el dominio de más de la mitad de las gobernaciones en disputa.
La alternancia política protagonizada por Fernando Lugo a través de la articulación de una coalición bastante amplia en términos ideológicos supuso, a su vez, una movilización bastante intensa del electorado que transformó en parte los resortes tradicionales del poder colorado.
De esta manera, las gobernaciones de Concepción, San Pedro, Cordillera, Caaguazú, Misiones, Central y Amambay pasaron a estar al mando de los liberales y eventualmente de sus nuevos socios políticos. Espacios como San Pedro, Cordillera, Caaguazú y Misiones, que hasta antes de esas elecciones eran territorios fuertemente vinculados con el coloradismo, dieron un giro que a la postre fue decisivo para que el ex obispo de la diócesis de San Pedro conquistara también la Presidencia de la República.
En términos espaciales, los resultados de estas elecciones permiten observar que el trasvase de votos en los departamentos antes citados, no sólo hizo posible la alternancia de gobiernos hasta entonces monocromáticos, sino que además creó un corredor azul que cruzó toda la parte central de la región oriental.
Departamento | % ANR | % PLRA | % UNACE | %MPT | % otro |
---|---|---|---|---|---|
Concepción | 32,86 | 46,79 | 10,75 | 4,62 | |
San Pedro | 37,44 | 42,91 | 13,77 | ||
Cordillera | 35,24 | 36,02 | 20,19 | ||
Guairá | 40,1 | 24,0 | 27,14 | 3,61 | |
Caaguazú | 35,34 | 40,09 | 15,75 | 4,0 | |
Caazapá | 44,18 | 22,58 | 11,29 | 13,51 | |
Itapúa | 43,86 | 27,63 | 16,67 | 2,3 | 2,49 |
Misiones | 39,5 | 43,9 | 9,65 | 0,48 | 0,83 |
Paraguarí | 44,18 | 26,4 | 19,96 | 1,55 | |
Alto Paraná | 40,86 | 34,28 | 14,68 | 2,49 | 1,66 |
Central | 32,46 | 43,12 | 13,83 | 1,69 | 2,67 |
Ñeembucú | 47,79 | 30,0 | 8,91 | 6,83 | |
Amambay | 29,71 | 37,22 | 17,04 | ||
Canindeyú | 40,77 | 26,21 | 21,54 | 5,65 | |
Pdte. Hayes | 31,23 | 23,97 | 20,33 | 11,51 | |
Alto Paraguay | 50,13 | 31,99 | 6,52 | ||
Boquerón | 36,11 | 5,82 | 52,66 |
Fuente: Elaboración propia con base en datos de TSJE (2015).
Al analizar la concentración del voto, nos encontramos con que en estos comicios se verificó su repunte. Esto probablemente se deba a que los electores pudieron percibir como una posibilidad real la caída del Partido Colorado del Ejecutivo nacional y, por ende, de otros espacios departamentales. En suma, el promedio de concentración de los votos en ese año estuvo alrededor de 70 y 75 puntos porcentuales.
A su vez, en cuanto a la competitividad es interesante observar que los bastiones tradicionales colorados siguieron presentando una tendencia de triunfos bastante holgados y, sin embargo, sus amplias ventajas no fueron suficientes para impedir el cambio político a nivel nacional. En la medida en que fueron los departamentos del eje central quienes cambiando su orientación política a la, hasta entonces, oposición dieron el triunfo a Fernando Lugo y sus socios, a la vez que permitieron en algunos casos una alternancia departamental no exenta de vicisitudes.
d) Los comicios de 2013Figura 5
Por lo que se refiere a los comicios del 2013, cabe anotar que se celebraron en un entorno político trastocado por la destitución del presidente Lugo por parte del Congreso Nacional, a través de la vía del impeachment, pero también porque el gobierno del cambio quedó por debajo de las expectativas que tenían los ciudadanos en general. La ANR entró en un proceso de crisis de liderazgos y optó por medidas y estrategias pragmáticas, como lo fue la propia nominación de Horacio Cartes como candidato a la presidencia.
A nivel local este proceso no fue sustancialmente diferente. Esto quiere decir que mientras la imagen pública y los apoyos del gobierno nacional y los gobiernos locales protagonizados por los rivales políticos de la ANR se derrumbaban, estos últimos se concentraron en establecer medidas pragmáticas que les devolvieran el poder nacional y con ello recuperar también los espacios departamentales perdidos en el camino.
La elección de 2013 así lo confirma, en la medida en que la ANR tuvo un repunte significativo en el caudal de votos obtenidos, pero sobre todo con el reposicionamiento de su marca política en las gobernaciones, al pasar de nueve a doce los departamentos controlados por ellos.
Departamento | % ANR | % PLRA | % UNACE | %FG | % otro |
---|---|---|---|---|---|
Concepción | 44 | 40,12 | 3,81 | 5,09 | |
San Pedro | 39,9 | 32,66 | 9,83 | 7,03 | |
Cordillera | 43,56 | 43,77 | 3,95 | 1,42 | |
Guairá | 41,81 | 37,83 | 6,44 | 7,18 | |
Caaguazú | 41,14 | 40,6 | 2,56 | 8,26 | |
Caazapá | 42,78 | 0 | 0 | 15,2 | 31,8 |
Itapúa | 47,19 | 25,43 | 2,44 | 13,87 | 2,07 |
Misiones | 51,3 | 41,36 | 0,61 | 1,89 | 0,58 |
Paraguarí | 50,3 | 36,15 | 2,5 | 2,21 | 2,1 |
Alto Paraná | 48,46 | 37,4 | 1,35 | 3,72 | 1,35 |
Central | 38,62 | 44,36 | 3,35 | 2,17 | 4,05 |
Ñeembucú | 43,5 | 48,23 | 0,77 | 1,69 | |
Amambay | 43,7 | 44,53 | 1,53 | 1,66 | |
Canindeyú | 45,32 | 21,39 | 10,96 | 8,49 | 6,78 |
Pdte. Hayes | 39,03 | 0 | 4,48 | 0 | 46,08 |
Alto Paraguay | 49,84 | 38,72 | 0,42 | 0 | 0 |
Boquerón | 54,86 | 0 | 0 | 2,84 | 22,73 |
Fuente: Elaboración propia con base en datos de TSJE (2015).
En la tabla 9 se puede apreciar que a diferencia de los dos procesos electorales anteriores, en 2013 la concentración de votos entre las principales fuerzas políticas volvió a experimentar los niveles que, por ejemplo, se presentaron en comicios como el de 1998. Por otro lado, la competitividad demostró ser mucho más intensa que en ningún otro proceso electoral anterior, salvo para los casos de Itapúa, Boquerón y Canindeyú, en donde se presentaron ventajas de más de 20 puntos porcentuales. A este respecto, cabe resaltar que salvo el caso de Itapúa, el resto de los bastiones tradicionales del coloradismo, si bien han permanecido intactos, ya no parecen ser la aplanadora electoral que hasta antes de 2013 se presumía.
e) NEP subnacionalFigura 6
El Número Efectivo de Partidos (NEP) es un indicador que permite dar cuenta de cuántos partidos son realmente relevantes dentro de un sistema. El indicador ha sido creado por Laakso y Taagepera (1979) y, entre otros objetivos, busca ponderar la fuerza relativa de los partidos políticos bien en la competencia por los votos, bien en su influencia o injerencia en el ámbito legislativo a partir del porcentaje de escaños que cada uno ocupa. Este indicador permite determinar el grado de fragmentación de un sistema de partidos de una manera sencilla. Para calcularlo, es preciso dividir la unidad (1) sobre la sumatoria de los cuadrados de las proporciones de votos o escaños, según sea el caso, lo cual deviene en la siguiente notación:
NEP= 1/ ( 𝑎 2 + 𝑏 2 + 𝑐 2 ...+ 𝑥 2 )
En el caso que nos ocupa, cuando se analiza la evolución del NEP a nivel subnacional se puede apreciar que este guarismo se ha deslizado al campo del pluralismo moderado como ocurre también a nivel nacional, aunque se diferencia de esta última arena en que este cambio ha sido más discreto, además de tener una tendencia curvilínea hacia la concentración. En efecto, como se puede apreciar en la tabla 10, en la que se presenta la evolución de este indicador en los 17 departamentos del país, es notoria la transformación del sistema de partidos durante 15 años, al pasar de un bipartidismo en 1998 a expresiones de pluralismo moderado en los comicios de 2003 y 2008, para nuevamente observar una ligera tendencia a la concentración tras las elecciones de 2013. El figura 6 ayuda a visualizar esta tendencia.
Departamento | 1998 | 2003 | 2008 | 2013 | Promedio |
Concepción | 2,1 | 3,0 | 2,9 | 2,7 | 2,675 |
San Pedro | 2,0 | 3,6 | 2,9 | 3,5 | 3,0 |
Cordillera | 2,1 | 3,1 | 3,3 | 2,6 | 2,775 |
Guairá | 1,9 | 3,5 | 3,4 | 3,0 | 2,95 |
Caaguazú | 2,1 | 3,6 | 3,2 | 2,9 | 2,95 |
Caazapá | 1,8 | 3,3 | 3,6 | 3,2 | 2,975 |
Itapúa | 2,1 | 5,8 | 3,3 | 3,2 | 3,6 |
Misiones | 2,1 | 3,5 | 2,7 | 2,3 | 2,65 |
Paraguarí | 2,0 | 3,1 | 3,2 | 2,5 | 2,7 |
Alto Paraná | 2,1 | 2,9 | 3,2 | 2,6 | 2,7 |
Central | 2,1 | 3,9 | 3,2 | 2,8 | 3,0 |
Ñeembucú | 2,1 | 3,3 | 3,0 | 2,3 | 2,675 |
Amambay | 2,2 | 3,6 | 3,9 | 2,5 | 3,05 |
Canindeyú | 2,0 | 3,3 | 3,5 | 3,6 | 3,1 |
Pdte. Hayes | 2,0 | 8,8 | 4,7 | 2,7 | 4,55 |
Alto Paraguay | 2,1 | 2,2 | 2,7 | 2,5 | 2,375 |
Boquerón | 2,1 | 2,3 | 2,4 | 2,8 | 2,4 |
1998 | 2003 | 2008 | 2013 | ||
NEP Subnacional | 2,05 | 3,69 | 3,24 | 2,8 |
Fuente: Elaboración propia con base en datos de TSJE (2015).
Al mismo tiempo esta concentración se explica en gran medida por el desvanecimiento de las, otrora, fuerzas opositoras que surgieron en los primeros años de la década de 2000. La UNACE y el PPQ rentabilizaron muy bien una serie de coyunturas nacionales, lo que se vio reflejado en la obtención de escaños en las elecciones de 2003 y 2008. Esto les permitió a ambas organizaciones desarrollar cierta estructura territorial aunque, a pesar de ello, no llegaron a ser competitivas en el ámbito departamental en las elecciones para gobernador. En este campo de competencia nunca lograron arrebatar espacios de poder a los dos principales partidos del país, pero su participación en los distintos comicios departamentales logró dividir el voto y mermar en especial a la ANR, que durante esos dos procesos electorales bajó su rendimiento.
Al contrastar dichas elecciones de 2003 y 2008 con los resultados de las últimas celebradas en 2013 es claro que el vaciamiento o extinción de estos dos partidos y la mala valoración del gobierno de la alternancia de 2008, favorecieron notoriamente a la ANR que se erigió como la gran triunfadora de esos comicios al obtener sus mejores resultados desde 1998 en las elecciones nacionales de presidente, diputados y senadores, así como también en aquellas subnacionales, en lo que respecta a las gobernaciones. Resultados todos estos que, por lo que aquí nos ocupa, han traído consigo el efecto de concentración al que se ha hecho referencia en este apartado.
7. Nacionalización de los partidos
Tras este recorrido, en el que se ha dado cuenta de un cúmulo de elementos descriptivos así como de datos elaborados con base en fórmulas ampliamente aceptadas entre la comunidad politológica, conviene ahora destacar cuán homogéneos han sido y son los apoyos con los que cuentan los partidos políticos en ese país, poniendo especial énfasis en la ANR y el PLRA. Lo anterior con el propósito de reforzar el argumento aquí planteado de que los cambios en el sistema de partidos a nivel nacional encubren las continuidades que este presenta en el nivel departamental en el que los dos grandes partidos tradicionales controlan de manera consistente el poder local por ser los únicos que poseen una efectiva estructura nacionalizada.
De acuerdo con la literatura, el índice de nacionalización permite capturar la variación entre unidades geográficas de un mismo país en cuanto a su rendimiento electoral, así como en sus patrones de competencia (Ruiz Rodríguez y Otero Felipe 2013, 176). Según estas autoras, esta medida ha cobrado especial relevancia en el estudio de los sistemas de partidos a partir de los procesos de descentralización, el valor del clivaje centro-periferia, también a raíz del auge de partidos de corte nacionalista. Lo anterior ha dado pie a que cada vez más se preste atención a las dinámicas subnacionales que hasta hace poco tiempo no se consideraban tan importantes. Algunos de los principales autores que han trabajado sobre esta cuestión en los últimos veinte años han sido Cox (1997), Chibber y Kollman (1998 y 2004), Kasulla y Moenius (2008), Jones y Mainwaring (2003), Lago y Montero (2010). En el ámbito latinoamericano, algunos investigadores que han dedicado su tiempo a estudiar esta dimensión de los sistemas de partidos han sido Batlle (2009), Došek (2015), Pachano (2004), Tanaka y Guibert (2011).
En esta investigación se ha adoptado el índice propuesto por Jones y Mainwaring (2003), en tanto su indicador procura capturar la similitud o dispersión que sobre los votos obtienen los partidos políticos a lo largo y ancho de un espacio geográfico (país). Para estos autores, la medida de nacionalización permite observar los cambios en la estructura de los sistemas de partidos, más que los cambios en las preferencias electorales. De esta manera, el Índice de Nacionalización del Sistema de Partidos (INSP) propuesto por estos académicos consiste en la confección de un Gini invertido que permite medir el grado de desigualdad en los porcentajes de voto que reciben los partidos políticos en las diferentes unidades territoriales de un país (Ruiz Rodríguez y Otero Felipe 2013, 181). El índice propuesto por Jones y Mainwaring (2003) requiere previamente del cálculo de lo que ellos mismos han denominado Índice de Nacionalización de Partido (INP), cuyo cálculo obedece a la fórmula:
INPj= 1 - Coeficiente de Gini ( 𝑐=1 𝐶−1 Pc Qc+1 ) - ( 𝑐=1 𝐶−1 Pc+1 Qc ).
Mientras que el INSP resulta de calcular:
INSP= 𝑗=1 𝐽 𝐼𝑁𝑃 j* 𝑝 𝑗 𝑒 .
En ambas mediciones, una proporción más cercana al valor de 1 estaría indicando que el partido o el sistema de partidos está más nacionalizado, mientras que valores más alejados estarían reflejando asimetría o dispersión. Como lo explica Došek (2015, 364), Jones y Mainwaring construyeron su índice basados en la idea de correspondencia entre la proporción acumulada de votos en cada unidad subnacional (X) y la proporción acumulada que corresponde a cada una de estas unidades como parte de su número total (Y). Una de las razones por las que el índice propuesto por Jones y Mainwaring recibe mucha difusión y respaldo, es que a diferencia de otros tiene delimitado un rango mínimo y máximo, y es bastante intuitivo. De hecho, como explica el propio Došek (2015, 364) en su trabajo sobre nacionalización de los partidos y los sistemas de partidos en América Latina, la obtención del valor de nacionalización del sistema de partidos en general se desprende de calcular, en primer término, los valores de nacionalización de cada agrupación política para, posteriormente, multiplicarlos por la proporción del voto nacional válido del partido.
Al calcular tanto el INP como el INSP de los partidos políticos paraguayos en el periodo aquí comprendido, se puede apreciar que con relación al primero de estos dos indicadores (INP), la ANR y el PLRA efectivamente son partidos cuyos niveles de nacionalización son muy altos (tabla 11), en especial los apoyos que recibe el Partido Colorado cuya ponderación promedio en este indicador es superior a 0.90, lo que indica que es un partido con una estructura muy bien implantada a lo largo del territorio paraguayo, pero sobre todo, que se trata del partido cuyos apoyos electorales son más homogéneos en el país a lo largo del tiempo, lo cual explica bastante bien el hecho de que sea el partido con mayor representatividad política tanto en la arena nacional cuanto en la subnacional en la que siempre ha ostentado más de la mitad de las gobernaciones del país.
En relación con el índice de nacionalización del PLRA, la misma tabla 10 permite apreciar que su nivel de implantación es bastante alto, aunque ligeramente menor que aquel que presenta su histórico competidor. Los liberales han fluctuado en este indicador entre 0.75 y 0.93 a lo largo de los quince años del estudio. En promedio, este partido tiene un nivel de nacionalización ponderada de 0.85, lo que lo ubica como un partido fuertemente arraigado y con unos apoyos constantes que no poseen ninguno de los otros partidos políticos que han emergido en el sistema paraguayo a lo largo de 15 años.
Partido | 1998 | 2003 | 2008 | 2013 |
ANR | 0.94338434 | 0.88873732 | 0.91658256 | 0.94386416 |
PLRA | 0.93564543 | 0.75260321 | 0.85513403 | 0.88319005 |
UNACE | 0.70074122 | 0.74086617 | 0.49557244 | |
PPQ | 0.63948575 | |||
PEN | 0.12493081 | |||
MPT | 0.31066545 | |||
FG | 0.51809104 |
Fuente: Elaboración propia con base en resultados electorales históricos.
En efecto, sobre estos últimos conviene destacar dos cosas: a) que el INP de los partidos que emergieron en la escena política a raíz de 2003 (UNACE y PPQ) se ha ido diluyendo progresivamente tras los comicios de 2008 y 2013, en especial tras este último proceso en el que es mucho más notorio su retroceso; y b) que los partidos de izquierda tienen estructuras nacionales muy débiles que no les permiten competir en condiciones más igualitarias frente a los dos grandes partidos tradicionales. Este dato corrobora que la izquierda paraguaya no posee apoyos homogéneos, lo que se refleja en sus modestos resultados electorales a lo largo del tiempo y las dificultades que en su conjunto han tenido para superar la barrera de 10 % de las preferencias electorales en la arena nacional, así como la imposibilidad práctica de ganar espacios de poder a nivel departamental. Un vistazo panorámico a los partidos triunfadores en las elecciones de gobernador a lo largo de los quince años en estudio (ver Tabla 5 supra), comprueba y corrobora que la izquierda está lejos de ser competitiva por más que en otros ámbitos, como en el legislativo, su presencia haya venido siendo más visible, aunque igualmente modesta.
No obstante, con el paso de los años se puede apreciar que, en conjunto, el sistema de partidos paraguayo ha mostrado una tendencia hacia la des-nacionalización. Así lo muestra la tabla 12 en la que se observa cómo este índice ha descendido de 0.90 en 1998 a 0.65 en 2013. Ello en buena medida explicado por la incorporación de nuevos partidos que han arrebatado algunos apoyos a los tradicionales. Sin embargo, también es cierto que a pesar de esta tendencia agregada hacia 2013, los partidos distintos a la ANR y el PLRA tienen muchos problemas para ser competitivos. Esto permite confirmar que el nivel de competencia importa, y que en ambos existen dinámicas bastante diferentes, es decir, que mientras en la arena nacional los partidos de reciente creación son capaces de tener un mejor rendimiento derivado de las reglas electorales, en el ámbito subnacional persisten inercias en las que la ANR y el PLRA, al contar con estructuras más territorializadas, ganan sin mayores problemas todas las gobernaciones elección tras elección.
Conclusiones
Paraguay ha experimentado cambios importantes que han permitido, a su vez, la transformación de su sistema político y de su sistema de partidos, al pasar de gobiernos monocromáticos a otros de tinte diferente y, por lo tanto, algo más pluralistas. No obstante, cabe decir que estos cambios no han sido fáciles, y en muchos casos han sido modestos. La ANR sigue siendo un actor con bastante peso, hecho que a nivel territorial le ha permitido ser el partido más nacionalizado, y por ende con mayor estructura y homogeneidad en sus apoyos electorales.
El hecho de ser la única fuerza política con presencia efectiva en todo el territorio nacional le da una ventaja competitiva muy significativa. Sólo su histórico contrincante, el PLRA, está relativamente cerca de menguar. Aun en sus peores momentos electorales, el partido ha demostrado ser una maquinaria electoral importante en virtud de que nunca ha perdido el control de la mayoría de las gobernaciones. El sostenimiento de bastiones como Alto Paraná, Itapúa, Caazapá, Canindeyú y Paraguarí pone de manifiesto que la estructura clientelar y corporativa que se forjó durante el estroesnerismo sigue siendo muy efectiva para controlar territorios claves para el mantenimiento de su proyecto político.
A pesar de la entusiasta participación del PLRA y otros actores emergentes en el sistema de partidos, la realidad apunta a que, salvo en casos muy contados y con características muy diversas, los liberales no han tenido la capacidad para crecer y competir más allá de sus feudos electorales. La excepción electoral de 2008 se debió, en buena medida, más al desgaste de los colorados que a las virtudes de sus opositores; la coyuntura, pues, fue un factor de suma importancia para sacar a los colorados del Palacio de López pero también lo fue la emergencia de un outsider que, proveniente de un departamento tradicionalmente gobernado por los colorados, inspiró una epifanía que sólo duró cuatro años y que en términos territoriales, tras haber ganado espacios del enemigo, estos más pronto que tarde volvieron al redil de antaño.
En este trabajo se da cuenta, además, de las variaciones en la competencia electoral tanto a nivel nacional cuanto a nivel departamental, y en ese sentido se ha podido apreciar que el sistema de partidos corre a dos velocidades muy distintas según la arena de competencia de la que se trate. En efecto, en el ámbito nacional se puede ver una paulatina tendencia al pluralismo moderado, favorecido por el surgimiento de nuevos partidos a principios de la década de 2000 y por las reglas electorales que lo rigen. No obstante, a nivel subnacional, si bien hay una discreta apertura, lo cierto es que el sistema tiende más a la concentración entre los partidos tradicionales, en buena medida explicada por los efectos propios de los sistemas mayoritarios que rigen las elecciones en este nivel de competencia.
El índice de nacionalización de partidos corrobora la disparidad entre la ANR y el PLRA frente a los demás competidores. El cálculo de este indicador deja de manifiesto que estos dos partidos, pero sobre todo el primero, poseen apoyos bastante homogéneos, lo cual les ha permitido controlar mayoritariamente las distintas arenas de competencia y dominar las gobernaciones con amplia claridad en el plano subnacional. Pero, además, este indicador confirma la debilidad estructural de la izquierda paraguaya cuyos apoyos son dispersos y heterogéneos, lo cual se condice con sus históricos resultados electorales que han sido muy modestos y que no le han permitido ganar espacios de poder relevantes a nivel subnacional.
Y aunque si bien en términos generales el índice agregado de nacionalización del sistema de partidos revela que existe una progresión hacia la des-nacionalización del sistema, no se puede soslayar que fuera de los partidos tradicionales ningún otro partido posee una estructura que le permita competir de manera más igualitaria frente a estas dos maquinarias electorales, sobre todo frente a la bien aceitada máquina colorada.