Introducción
Yo quiero decir que las narraciones folclóricas de mis cinco años y las demás que me han venido después son las mejores para mí, son eso que llaman "la belleza pura" los profesores de estética, las más embriagantes como fábula y las que yo llamo clásicas por encima de todos los clásicos.
Gabriela Mistral (1935), Pasión de leer.
La aspiración a contar con perfiles lectores enriquecidos en los futuros profesores suscita un gran consenso internacional. En los distintos países se espera formar mediadores de la lectura literaria, toda vez que esta se reconoce como un bien y un derecho de niños, jóvenes y adultos. Sin embargo, este anhelo se enfrenta a realidades que remiten a escenarios poco favorables para el logro del propósito de contar con personas que entienden lo que leen, y que gozan y aprecian estéticamente la literatura.
Si miramos el fenómeno diacrónicamente, podemos encontrar sincronía en las indagatorias realizadas con adolescentes, así como con profesores en formación y docentes en ejercicio. Los resultados coinciden en que a nivel declarativo se otorga una alta valoración a la lectura literaria, pero, por lo regular, se cuenta con una práctica lectora escasa e inconsistente.
Existen numerosas investigaciones orientadas a conocer las preferencias lectoras de los estudiantes en el contexto escolar con el propósito de adaptar la educación literaria ofrecida. Ambrós y Ramos indican que:
algunas ponen el acento en el consumo lector y los hábitos para describir perfiles (Manresa, 47); otras se centran en el canon literario, la paraliteratura, el soporte (Lluch, 2007 y 2014; Heredia y Romero, 2018), y otras en la perspectiva actitudinal de la conducta en la lectura como representaciones sociales (Yubero y Larrañaga, 2005) (8).
El trabajo de Rivera Jurado y Romero Oliva, efectuado a partir de una muestra de 647 adolescentes españoles, establece cuatro perfiles de lector: no lectores, lectores accidentales, medios y habituales. La mayoría de los establecimientos educacionales concentra una población lectora accidental. No lectores y lectores accidentales de obras académicas reportan el mismo número de lecturas por placer que lectores habituales. Esas lecturas corresponden mayoritariamente a títulos con gran éxito de ventas. Se argumenta a favor de incorporar en los itinerarios formativos obras del interés del alumnado junto con obras canónicas para favorecer una educación literaria de calidad (13, 14).
Para contribuir en la mejora de los hábitos lectores de los adolescentes se vuelve indispensable conocer las características de sus prácticas lectoras fuera del entorno educativo (Aliagas 212, 213; Cassany y Hernández 137, 138; Espíndola y Amorim 251; Manresa 44), especialmente si se tiene en cuenta que muchas de ellas son invisibilizadas por los propios sujetos al no considerarlas válidas en espacios académicos. Lo anterior no significa dejar por fuera de la trayectoria escolar las obras que conforman el patrimonio literario. Se han reportado experiencias exitosas cuando se implica a los estudiantes en el proceso lector a través de la lectura de clásicos (Bahamondes y Núñez 77, Paz 292).
En el campo de las investigaciones en didáctica de la literatura, la mayor parte de los estudios que abordan los perfiles lectores se centra en los futuros docentes que se desempeñarán a nivel preescolar, básico o medio por el imperativo social de su actuación como futuros mediadores escolares. A través del uso de cuestionarios, entrevistas o autobiografías lectoras, se ha indagado en la frecuencia de lectura y el tipo de textos leídos, lo que ha llevado a establecer jerarquías que oscilan entre lectores frecuentes o fuertes y no lectores (Asfura y Real 103, Dueñas et al. 34, Colomer y Munita 42-43, Yubero y Larrañaga 722).
Asimismo, según los títulos reportados se ha determinado la preeminencia de textos académicos, canónicos o sociales. Dueñas et al. asocian el canon académico a una trayectoria de lectura más rica y un hábito lector más consolidado. El canon social es definido como
una selección de lecturas que viene dictada directamente por instancias sociales, ya sean las propias editoriales a través de sus variados modos de promoción o los círculos de proximidad del lector (amigos, familia), siempre un tanto al margen de las recomendaciones legitimadas desde el sistema educativo (29).
Por otra parte, en palabras de Bahamondes, los textos canónicos, "son obras de gran valor histórico, estético y representantes de una tradición innegable, razón por la cual su incorporación en la formación escolar es necesaria" (26).
En el marco de estas inquietudes, Yubero y Larrañaga aplicaron a una muestra de 2.745 estudiantes de diez universidades españolas y nueve portuguesas un cuestionario de hábitos lectores para determinar las siguientes variables: frecuencia de lectura voluntaria, número de libros leídos, tipo de lectura literaria, motivación lectora y gusto lector. Los resultados indican que, como mínimo, tres de cada diez estudiantes en ambos países no llevan a cabo la lectura voluntaria y un 25 % mejora su imagen para parecer sujeto lector. En todos los grupos de análisis destaca la preferencia por las novelas (720-721).
Los mismos investigadores se propusieron reflexionar sobre la calidad de la formación de los futuros maestros de educación infantil y primaria. Para ello, evaluaron el comportamiento lector y el compromiso con la lectura. Los resultados coinciden en que la mayoría de los estudiantes no son lectores habituales. En una similitud con el caso anterior, este estudio encontró que el 20 % de los entrevistados eran falsos lectores (Elche y Yubero 41).
En la misma línea de construcción de perfiles lectores, esta vez entre estudiantes de pedagogía, se rastrea el trabajo de Colomer y Munita, quienes les pidieron a trescientos estudiantes de siete promociones de Magisterio que redactaran una autobiografía lectora desde la infancia hasta la actualidad. A partir del análisis de su autopercepción como lectores establecieron las categorías de lector fuerte, mediano y débil. La mayoría de los participantes valora positivamente su relación con la literatura (lector ideal), lo que contrasta con las prácticas lectoras reales reportadas (39-40).
En sintonía con ese interés investigativo, el mismo Munita indagó sobre los sistemas de creencias y saberes de cuatro estudiantes de Magisterio en torno a la literatura y la educación literaria en la escuela, relacionando sus resultados con el perfil lector que presentaba cada estudiante. En ese proceso, detectó una diferencia significativa entre las creencias y perspectivas de acción de los futuros docentes considerados como lectores fuertes y las de los futuros docentes no lectores o lectores débiles ("Creencias y saberes" 84-85).
Tal como plantean Asfura y Real, es reconocido el hecho de que, en el caso de los estudios en torno a las prácticas lectoras, "las declaraciones de los encuestados se sitúan en un espacio híbrido y fluctuante entre las representaciones y los comportamientos reales (Donnat, 2004, p. 69), lo que exige considerar el impacto del efecto de legitimidad y de sus dos principales dimensiones (Peroni, 2004, s.p.)" (90).
En Chile, Muñoz et al. abordaron, en un artículo de revisión, el lugar de la lectura en la formación de docentes, vistos estos como mediadores de la cultura. El análisis muestra la importancia de estudiar la relación entre el futuro profesor y la lectura a través de sus hábitos lectores, su motivación por leer y sus creencias, como factores clave en la preparación de los formadores de nuevos lectores ("Profesores que leen" 32).
González et al. indagaron en las creencias acerca de la lectura de 364 futuros profesores de educación básica y educación de párvulos, provenientes de nueve universidades chilenas. En su pesquisa concluyeron que esas creencias son diversas y oscilan entre la consideración de la lectura como herramienta hasta la visión de que se trata de una práctica cultural (363, 375).
Una reciente pesquisa de Muñoz et al. ("Chilean preservice teachers") se centró en la importancia de la lectura para un número similar de futuros profesores chilenos de educación infantil, la motivación para leer diferentes tipos de textos, los hábitos de lectura y la lectura real realizada durante un año. En línea con estudios previos, se observó una alta valoración de la lectura por parte de los profesores, pero una baja praxis lectora efectiva (32). En relación con la importancia de la lectura, su utilidad es especialmente valorada, mientras que el "disfrute" o la "conexión con mi historia" son las dimensiones menos representadas. Estos resultados se acercan a los que aparecen en otros estudios que revisan hábitos e identidades lectoras como los de Granado y Puig ("La identidad lectora" 56-58) y Elche y Yubero (34, 41).
Asfura y Real construyeron un retrato de las prácticas de lectura literaria declaradas por ochenta estudiantes de Pedagogía en educación secundaria de Lenguaje y Comunicación de cuatro universidades de Santiago de Chile. Las entrevistas fueron realizadas en la fase de egreso de la formación inicial docente. El estudio revela un hábito lector en formación, antes que una relación significativa con la literatura:
la poca influencia del entorno familiar en los hábitos de lectura, la escasa diversidad de géneros frecuentados, así como la resistencia a las formas más experimentales de la producción literaria, remiten a un encuentro más bien tardío con la experiencia literaria, determinado por una fuerte tensión entre la lectura personal y la que deriva de las exigencias de la formación académica (83).
Uno de los aspectos investigados fue el de la cantidad de libros leídos en el último año por interés personal o recreativo. Un 43 % de los participantes mencionó que leyeron, por placer, entre uno y cinco títulos durante los doce meses anteriores a la recolección de datos. Ante la consulta de autores y obras favoritas, la preferencia es liderada por las novelas, lo que coincide con los resultados de Yubero y Larrañaga (721).
Los estudios llevados a cabo con profesores en ejercicio cuentan con una menor representación en el campo investigativo. Entre las indagaciones chilenas que abordan el rol del profesor en la educación literaria se destacan las realizadas por Munita 2016 y 2019 ("Prácticas didácticas"), quien profundiza en las relaciones existentes entre las trayectorias personales de lectura del docente, sus creencias y las prácticas didácticas que desarrolla en el aula en torno a la educación lectora y literaria.
En el mismo sentido, se orientan las búsquedas de González ("Conceptualizaciones sobre mediación" 46-47) y de Valderrama et al. (9, 12, 16), que caracterizan los perfiles lectores y las prácticas de mediación de la lectura literaria implementadas por docentes de lengua y literatura de dos regiones de Chile. La presente contribución continúa el trabajo publicado por Merino et al, quienes recolectaron información acerca de las trayectorias personales y las formas de apropiación de la lectura de 279 encuestados, pertenecientes a ocho generaciones de estudiantes de pedagogía de Universidad Católica del Maule. A partir del registro de sus autobiografías lectoras, se analizaron las experiencias en educación inicial, primaria, secundaria y universitaria; los momentos y lugares donde se realiza esa lectura; el rol de los mediadores y el valor atribuido a la literatura. Los principales resultados apuntan a destacar la centralidad de la lectura compartida, el rol mediador de las figuras familiares y la escasa participación de la escuela y la biblioteca en esta tarea (10-11).
La investigación que se presenta en este artículo examina un conjunto representativo de autobiografías lectoras escritas por ocho generaciones de estudiantes, con el propósito de cartografiar las lecturas literarias de los estudiantes del programa de Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación. Los objetivos específicos buscan identificar los géneros literarios más leídos por los estudiantes, establecer diferencias entre la frecuencia de lectura de hombres y mujeres, y construir perfiles literarios generacionales.
Método
Características de la investigación
La presente investigación se basó en una metodología mixta, pues pretende alcanzar una visión más completa del fenómeno de estudio integrando los enfoques cualitativo y cuantitativo. Por una parte, responde a un enfoque cualitativo, dado que indagó en las experiencias personales de los participantes, buscando conocer sus trayectorias lectoras y comprender dichas experiencias. Esto propicia una perspectiva holística y un diseño de investigación más flexible en el que resultan relevantes las percepciones y motivaciones de los sujetos de estudio para su análisis y respectivas conclusiones (Quecedo y Castaño 8, Bautista 17).
El proyecto se fundamenta en esa metodología, ya que recolecta información acerca de los itinerarios lectores desde la primera infancia y hasta el momento de aplicación del instrumento, correspondiente al segundo año de formación de pregrado de estudiantes del programa de Lengua Castellana y Comunicación. Bajo este enfoque, el diseño de investigación es narrativo de tipo autobiográfico, puesto que aspira a entender el fenómeno de estudio a través de los propios relatos de los involucrados, con registros cronológicos que permiten la reconstrucción de las historias, hechos o eventos, además de la identificación de temas y categorías (Hernández Sampieri, 525, 542).
Por otra parte, el trabajo responde a un enfoque cuantitativo, dado que utiliza la recolección de información a partir de análisis estadísticos y medición numérica. Se sitúa bajo un diseño no experimental transversal, ya que no se manipularon las variables y se observó el fenómeno de estudio en un momento único. Finalmente, es de tipo exploratorio, puesto que la investigación fue desarrollada en torno a un fenómeno que no ha sido investigado previamente en profundidad, y sobre el que existe interés en examinar sus características para establecer los géneros y obras literarias más leídas por los sujetos participantes del estudio.
Población y muestra
El universo correspondió a 354 estudiantes de la carrera de Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación de la Universidad Católica del Maule, correspondientes a ocho generaciones consecutivas (2012-2019). La muestra estuvo compuesta por 340 estudiantes, seleccionados a través de un muestreo no probabilístico o dirigido de participantes que presentaban características o rasgos homogéneos. La técnica utilizada fue por conveniencia, en consideración al criterio de inclusión: ser estudiante de la asignatura de Literatura Infantil y Juvenil, perteneciente al segundo año de la carrera según avance curricular. Todos los estudiantes firmaron un consentimiento informado para el uso de los datos en la investigación. Las características de la muestra se detallan en la tabla 1:
Instrumentos de recolección de datos
Se solicitó a cada participante que escribiera una narración sobre su historia de lector a partir de la instrucción "Pidiendo ayuda a los recuerdos de infancia, recuperando imágenes, olores, sonidos y gestos, construir un texto que registre tu historia como lector/a". Dicho texto tenía como propósito que los estudiantes realizaran una reflexión inicial sobre sus trayectorias lectoras personales para conectarlas con su papel como futuros mediadores de lectura literaria. Los relatos no tenían un límite de extensión, podían ser entregados en formato digital o físico y para su construcción se plantearon preguntas orientadoras como: "¿qué cuentos o historias recuerdo de mi infancia?", "¿qué personas asocio a estas escenas?", "¿qué lugares o situaciones surgen en mis recuerdos?".
Procedimiento de análisis
Desde el punto de vista cualitativo, se empleó la técnica "Historias de vida". Con los relatos escritos por los sujetos de estudio acerca de acontecimientos y experiencias destacadas sobre el fenómeno de investigación se realizó un análisis de contenido. Se utilizó el programa QSR N Vivo Pro12 para establecer categorías a partir de los títulos de las obras literarias mencionadas en las trayectorias lectoras. Dichas obras fueron categorizadas en los diez géneros mencionados en la tabla 2.
Cuando las categorías fueron planteadas, mediante el análisis cualitativo, se procedió a confeccionar una base de datos que serviría para analizar cuantitativamente la información a través del paquete estadístico SPSS, versión 26. A partir de un análisis descriptivo se obtuvo la distribución de frecuencias y medidas de tendencia central (media) de cada uno de los géneros literarios categorizados según cada generación, y también la frecuencia de los títulos más mencionados dentro de cada género. Para el análisis de las diferencias entre generaciones en relación con la frecuencia de lectura según género literario, se aplicó la prueba no paramétrica de Kruskal-Wallis; mientras que para estudiar las diferencias de género (masculino y femenino), en cuanto a la cantidad de textos leídos, se aplicó la prueba no paramétrica U de Mann - Whitney. En todos los casos, el nivel de significación estadística utilizado fue de p < 0,05.
Resultados
El número total de autobiografías lectoras incorporadas en el análisis fue de 340, correspondiendo a las generaciones anuales que van de 2012 a 2019. Se evidencia un aumento considerable en el número de estudiantes, si se compara la primera generación incluida en el estudio con la más reciente. La tabla 3 muestra la distribución de los participantes en detalle.
Generación | Frecuencia | Valor porcentual |
---|---|---|
2012 | 31 | 9,1% |
2013 | 24 | 7,1% |
2014 | 35 | 10,3% |
2015 | 38 | 11,2% |
2016 | 58 | 17,1% |
2017 | 30 | 8,8% |
2018 | 57 | 16,8% |
2019 | 67 | 19,7% |
Fuente: Elaboración propia.
Tal como se especificó en el apartado sobre el método, el análisis de contenido tuvo como resultado la definición de diez categorías de textos de acuerdo con un género determinado, estableciendo una definición operacional para cada una de ellas con el propósito de facilitar y precisar la inclusión de las obras mencionadas dentro de la categoría que correspondiese.
Géneros y obras literarias más leídas
En las historias de lector se observa un nutrido repertorio de títulos y obras de la literatura. Este rasgo contrasta con otros estudios como el de Felipe, Barrios y Caldevilla, quienes encuentran una escasa variedad y a muchos estudiantes que no recuerdan correctamente los títulos y autores de los libros que afirman haber leído. Esta situación plantea dudas sobre la veracidad de sus afirmaciones y la voluntariedad de las lecturas mencionadas (95).
El análisis muestra que los textos literarios que presentan mayor frecuencia de lectura en los participantes (tabla 4) son el cuento infantil, el cuento infantil maravilloso y la novela para adultos, seguidos por la novela juvenil. Obras de poesía, cuentos para adultos, mitos, leyendas, cuentos populares, cómics, manga y novela gráfica presentan porcentajes homogéneos; mientras que las categorías de teatro y fan fiction exhiben casi nula presencia.
Tipo de texto literario | Frecuencia (menciones) | Valor porcentual |
---|---|---|
Cómics, manga, novela gráfica | 63 | 3% |
Cuento (Adulto) | 58 | 3% |
Cuento Infantil | 510 | 25% |
Cuento infantil Maravilloso | 433 | 21% |
Fan Fiction | 4 | 0% |
Mitos, leyendas, cuentos populares | 72 | 4% |
Novela Juvenil | 380 | 18% |
Novela (Adultos) | 409 | 20% |
Poesía | 98 | 5% |
Teatro | 28 | 1% |
Fuente: Elaboración propia.
Los resultados revelan que los libros leídos en la infancia son los que más se recuerdan y marcan el itinerario inicial de lectura, tal como se observa en el estudio anterior de Merino et al. (7). Este hallazgo es coincidente también con la investigación de Colomer y Munita, quienes encontraron que casi la mitad de los estudiantes aludieron al entorno familiar y destacaron la lectura de cuentos antes de dormir relatados por un adulto cercano como mediador y modelo de lectura (39-41).
Los títulos de las lecturas más mencionadas, tanto por hombres como por mujeres, forman parte de la literatura infantil tradicional y de autor como, por ejemplo, Caperucita roja y Papelucho, que son los títulos más mencionados (tabla 5)
Caperucita roja constituye un paradigma que ha hecho patente la evolución de la literatura destinada a los niños en relación con el concepto de infancia. Sus diferentes versiones -a partir de las modélicas de Perrault y de los hermanos Grimm- han permitido revelar los modos como la sociedad ha percibido a los niños tanto en sus suposiciones acerca de lo que estos pueden entender, como de lo que se considera adecuado para transmitirles (Shavit 6-7). Además, el cuento ofrece una propuesta de recorridos de lectura con acercamiento a autores contemporáneos que la han reversionado desde claves humorísticas y paródicas a partir de la incorporación de nuevos tópicos y preocupaciones de lectores del siglo XXI.
Papelucho es una serie novelística de Marcela Paz, autora chilena, constituida por doce libros publicados desde 1947 hasta 1976, que ha formado parte por mucho tiempo de las lecturas escolares, aunque ha trascendido a la obligatoriedad para posicionarse como toda una experiencia de lectura por su fuerte dimensión afectiva. Los diversos lectores que ha tenido la obra se identifican con el personaje incluso varios años después de su lectura.
Troncoso y Navarro destacan entre las causas de su vigencia rasgos como la conservación del mismo registro para narrar los sucesos en la vida de los personajes; se refieren al diario de vida, que "les ofrece la posibilidad de exteriorizar algo que no pueden o no quieren contar a nadie, relatar sus vivencias y expresar emociones y sentimientos" (101). Otro elemento relevante es el lenguaje del protagonista, ya que aporta directamente en el establecimiento del pacto ficcional con el lector. Esto es, imaginar que el personaje es un niño de nueve años que relata aspectos de su vida, sin desconocer que se trata de una creación literaria.
Por otra parte, la recurrencia del género de la novela en las historias de lector concuerda con los hallazgos de distintos estudios efectuados con estudiantes universitarios. Es así como Vélez y Rapetti reportan en su trabajo, también a partir de narraciones autobiográficas, la primacía de la lectura de novelas, que contrasta con la exigua cantidad de estudiantes que eligen leer cuentos, lo que coincide también con los resultados que aquí se discuten (3).
Asimismo, Asfura y Real describen, frente a la consulta de obras preferidas de estudiantes de Pedagogía en Castellano, su interés por elegir la opción de narrativa:
un 66,2 % reconoció tener al menos cuatro o cinco obras favoritas, presentándose como referencia mayoritaria el libro Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, con un 11,5 % de las coincidencias en primer lugar y un 5 % en el segundo puesto.
(...) Títulos como La insoportable levedad del ser (Milan Kundera), Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes), El Principito (Antoine de Saint Exupéry), Crimen y castigo (Fió-dor Dostoyevski), Los miserables (Víctor Hugo) y Rayuela (Julio Cortázar) comparten lugar en las preferencias con best sellers como Harry Potter (Joanne K. Rowling) y Los juegos del hambre (Suzanne Collins) (106).
La obra más recurrente, Cien años de soledad, viene igualmente a ser el título que más se repite en esta investigación con veintisiete preferencias. De la misma manera, es posible observar coincidencia con la elección de Harry Potter como novela juvenil preferida, con treinta y tres menciones. Harry Potter es, sin duda, un fenómeno que ha venido a revolucionar la forma de ver la literatura fantástica en el tiempo. Desde la aparición del primer libro, Harry Potter y la piedra filosofal, en 1997, la obra no ha dejado de estar presente en las trayectorias lectoras de diversas personas, como un hito lector importante, tanto en afectos como en proeza por su volumen de páginas.
Históricamente, la literatura fantástica ha sido vista como un género de segunda categoría que, por mucho tiempo, solo se publicaba en revistas de poco alcance por ser percibida como efectista y de menor valor. Si bien con la publicación de El señor de los anillos Tolkien empezó a romper esa concepción, la situación cambió drásticamente con la circulación de Harry Potter. Según Hanán, los volúmenes de esa obra "convergen en la creación de mundos imaginarios que convencen y atrapan de tal manera que puedes reconstruir ese espacio aún después de que hayas cerrado cada libro".
Esto se explica porque, a diferencia de El señor de los anillos, que muestra un pasado fictional, Harry Potter se desenvuelve en un universo paralelo al nuestro. El pacto fictional que se mantiene con el lector está basado en el recurso del secreto, es decir, en el hecho de que el universo de la magia debe mantenerse escondido y resguardado.
Un resultado que llama la atención es el bajo valor porcentual que presenta la categoría que acoge géneros como el cómic, el manga y la novela gráfica. Este dato coincide con el estudio realizado por el Ministerio de Educación de Chile, en el año 2021, que aplicó una encuesta online sobre "Percepción de la lectura" a estudiantes y profesores de educación secundaria. Frente a la pregunta "¿qué te gustaría leer en el colegio?", los estudiantes ubicaron en los puestos décimo y duodécimo las preferencias por el manga y el cómic, a pesar de que frente a la misma consulta los profesores situaron al cómic en segundo lugar.
Se esperaba encontrar una alta frecuencia porque dichos géneros forman parte de las prácticas letradas vernáculas de los participantes del estudio, es decir, de aquello que leemos y escribimos en nuestra vida privada y ociosa, sin prescripciones, y que se aprende informalmente (Aliagas 212, Cassany y Hernández 138-139). En complemento, solo la novela juvenil concita una alta motivación entre los estudiantes, a pesar de que no logra igualar a la novela para adultos.
Este resultado difiere de investigaciones como las de Colomer y Munita (40-41), quienes encontraron que la mayoría de las referencias a autores u obras leídas en la actualidad están vinculadas con best sellers (ciento doce menciones) o las lecturas de estudio (sesenta menciones), lo que deja un espacio secundario a la literatura canónica (veintisiete menciones) y la literatura infantil (diez menciones). Al respecto, Manresa plantea que el primer filtro de elección de las lecturas personales de los adolescentes se basa en la popularidad social de los textos (45).
Estos hallazgos coinciden con los de Granado y Puig ("¿Qué leen?"), quienes exploraron el potencial que ofrece el estudio de los tres últimos títulos de libros leídos en una muestra de mil estudiantes del último curso de Magisterio de tres universidades públicas españolas. Usando esa estrategia encontraron que la mayoría de las referencias a autores u obras leídas estaban dirigidas a libros de moda de gran impacto mediático y a textos prescritos por sus estudios (103, 106). El mismo resultado reportan Felipe et al. en su indagatoria con futuros docentes (95).
En lo que respecta a la categoría de poesía, que alcanza un escaso porcentaje de menciones, los participantes señalan particularmente el nombre de un autor, como es el caso de Pablo Neruda, poeta chileno y premio nobel de literatura, más que títulos de obras específicas. Este descubrimiento es inesperado toda vez que Chile y principalmente la región de residencia de los estudiantes consultados en esta investigación podría describirse como un sector geográfico con un corpus prolífico en poesía y folclore poético. A pesar de ello, la realidad lectora, como bien se entiende, no solo se agota en el acceso al libro; por lo tanto, la mera existencia poética no implica su lectura, porque se requiere de una mediación que posibilite el encuentro entre libro y lector.
El problema del divorcio entre poesía y lector, señala Beuchat (48), aparece cuando el pasillo hacia un tránsito poético que debería ser novedoso y permitir nuevas posibilidades es obstaculizado por el educador; ya sea, por un análisis científico de las obras literarias o por ciertas creencias que terminan distanciando a los estudiantes de sus primeros acercamientos al mundo poético. Este supuesto es compartido por Calvo, quien postula que "ciertamente no es poesía la versificación trivial, la rima obligada, el contar las sílabas que debemos ubicar en el renglón, los concursos de declamación, el decir cosas "bonitas", la moraleja apoderándose de la fábula. O, por lo menos, no es sólo eso" (12). Entonces, no es de extrañar que en esta investigación y en documentos nacionales, como la última "Encuesta de comportamiento lector" (2014), la poesía aparezca en los últimos escaños de lecturas realizadas.
También corresponde a otro símbolo chileno, la obra de cómic más leída. Condorito es una caricatura que data de 1949. Su autor fue René Ríos Boettiger (Pepo). Tal como se lee en el sitio web Memoria Chilena: "En los años en que la migración rural chocaba con la nueva realidad urbana, Condorito se enarboló como la representación gráfica del campesino pícaro y bromista que intenta sortear las estrecheces financieras y los reveses de la vida citadina a punta de ingenio".
Perfiles diacrónicos
En relación con el porcentaje de lectura según género literario, el análisis entre generaciones evidenció que existe una diferencia estadísticamente significativa (p < 0.05) para los más leídos: cuento infantil, cuento infantil maravilloso, novela adulto y novela juvenil. En el primero de ellos se destaca el porcentaje más alto evidenciado por la generación de 2017. Por otra parte, la generación de 2012 presenta un muy bajo valor porcentual para novela (adultos), en comparación con todas las demás generaciones, en las que dicho porcentaje va incrementándose hasta volverse homogéneo a partir de 2016. Asimismo, se observa una diferencia significativa en cómics, manga, novela gráfica y teatro.
Los perfiles diacrónicos revelan que las nuevas generaciones (2018 y 2019) reportan menos cuentos infantiles que las precedentes y más títulos del mundo adulto y del juvenil. A pesar de las diferencias mencionadas, resulta interesante la unanimidad que presentan en todas las generaciones los textos Caperucita roja, Papelucho y Condorito, como los títulos más leídos en sus respectivas categorías de género literario.
2012 | 2013 | 2014 | 2015 | 2016 | 2017 | 2018 | 2019 | |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Cómics, manga, novela gráfica | 1% | 4 % | 3% | 3% | 3% | 4% | 4% | 6% |
Cuento (Adulto) | 6% | 6% | 5% | 5% | 4% | 4% | 8% | 3% |
Cuento Infantil | 26% | 25% | 22% | 22% | 28% | 35% | 22% | 24% |
Cuento infantil Maravilloso | 29% | 21% | 22% | 20% | 20% | 11% | 14% | 14% |
Fan Fiction | 0% | 0% | 1% | 0% | 0% | 0% | 0% | 8% |
Mitos, leyendas, cuentos populares | 10% | 6% | 10% | 5% | 6% | 0% | 1% | 1% |
Novela Juvenil | 15% | 14 % | 17% | 19% | 17% | 13% | 24% | 20% |
Novela (Adultos) | 4% | 14% | 14% | 15% | 18% | 18% | 18% | 18% |
Poesía | 6% | 6% | 4% | 7% | 4% | 1% | 8% | 6% |
Teatro | 3% | 4% | 2% | 3% | 0% | 4% | 1% | 0% |
Fuente: Elaboración propia.
Diferencias por género (hombres y mujeres).
Respecto al análisis específico por género, es posible apreciar que en cada una de las generaciones se presenta un amplio predominio femenino, como se pudo anunciar en la caracterización de la muestra. Aun así, se detectó que no existe diferencia estadísticamente significativa entre la frecuencia de lectura de hombres y mujeres. Por otra parte, esa homogeneidad se replica en seis de las diez categorías de géneros literarios al analizar el título que más se repite en las trayectorias lectoras de los participantes, puesto que se evidencian coincidencias entre hombres y mujeres para las categorías: de cómics y novela gráfica, cuento (adulto), cuento infantil, cuento infantil maravilloso, novela juvenil y poesía (tabla 7).
Las cuatro categorías restantes no presentan coincidencia entre mujeres y hombres en los títulos más repetidos. Un caso particular es el de la categoría de fan fiction, ya que los participantes refieren haber leído textos de este tipo, pero no especifican obras. Otro dato que llama la atención se evidencia en la categoría de novela (adultos), en la que el titulo más referenciado por las mujeres es una obra insigne de la literatura latinoamericana, Cien años de soledad, mientras que entre los hombres se destaca la tendencia por un clásico del canon literario como es Don Quijote de la Mancha.
Conclusiones
Las autobiografías revisadas para esta investigación muestran el recorrido lector, desde la primera infancia y hasta el primer año de universidad, de un grupo de estudiantes que se forman como docentes de lengua y literatura. Conocer las trayectorias lectoras obedece al mandato social de que todo profesor de literatura debe ser un lector apasionado. Se espera que los mediadores de lectura puedan transmitir su propia relación personal (y pasional) con el libro y la lectura (Munita, "El sujeto lector" 11). Tal como afirma Altamirano, "el contagio de la literatura se define como la transmisión de un sentimiento estético verbal del profesor hacia los alumnos a través del acto de la comunicación literaria modélica, para despertar en ellos el entusiasmo que conduzca al disfrute de la literatura de manera directa y personal" (158).
La construcción de autobiografías lectoras se convirtió en una alternativa para la conquista de su identidad lectora, condición sine qua non para la construcción, como profesores en formación, de su identidad literaria. Esto es particularmente relevante entre jóvenes que, en general, ostentan una autoimagen muy negativa respecto de su interés y prácticas lectoras (Aguilar 31, 37, 38).
Los títulos mayoritariamente evocados en las historias de lector corresponden a cuentos tradicionales conocidos en la primera infancia de boca de padres y educadores, como Caperucita roja, o cuentos infantiles de autor que se han vuelto canónicos, como es el caso de Papelucho. Los libros reportados pertenecen, por una parte, al canon familiar, si pudiera acuñarse el término para reconocer aquellos libros cuyo aprecio se transmite a través de las generaciones en espacios hogareños. Por otra parte, las respuestas también refieren a obras que conforman el canon escolar, el que debiera estar constituido por obras de indiscutible relevancia que contribuyan a la formación de la competencia literaria (Cerrillo 3).
Al comparar las distintas generaciones, se observa un resultado especialmente sensible que se relaciona con la disminución, a través del tiempo, de los títulos que forman el conjunto de la literatura infantil. En las cohortes más jóvenes se hace más difícil encontrar escenas de lectura en que participen adultos que leen para los niños.
Junto a lo anterior, es interesante destacar que tres de las obras (o autor, en el caso de Neruda) de poesía más reconocidas conciernan a libros de producción nacional. En un contexto de globalización y de apertura al consumo foráneo, la permanencia de personajes entrañables para el lector refuerza, en palabras de Munita, "la creación de espacios que favorecen el encuentro personal e íntimo con la obra" (Yo, mediador(a) 142).
En relación con el rol que juega la escuela en la promoción y fomento de la lectura, los hallazgos de esta investigación muestran que el acceso a las obras más leídas se hace posible gracias a la existencia de planes de lectura complementarios que todos los estudiantes en Chile deben cumplir. Este resultado parece contravenir otros estudios sobre mediación lectora que apuntan a que la afición lectora se alcanzaría a partir de las propias elecciones y que la escuela no contribuye a este proceso al prescribir un canon con escasa mediación (Dueñas et al. 28, 29, 33).
Se esperaba encontrar altas preferencias por la literatura juvenil o la narrativa gráfica. Por el contrario, se observó una escasa mención a la lectura de cómics, manga y novela gráfica, así como a la lectura y escritura de fan fiction. Dichas prácticas vernáculas que forman parte de la esfera privada y cotidiana son invisibilizadas en las autobiografías lectoras porque cuentan con un escaso reconocimiento social y, particularmente, escolar. En palabras de Duszynski, "en sus discursos, estas obras no aparecen como objetos legítimos para una lectura seria y construida" (citado por Aguilar 30). Sin embargo, los estudios recientes de literacidad destacan la relevancia de las formas de leer y escribir para la construcción de las distintas identidades. Pese a ello, no son valoradoras por los educadores.
No puede desconocerse que imponer lecturas sin realizar un acompañamiento que ayude a romper resistencias y construir interpretaciones más profundas genera una desmotivación progresiva, hasta el punto de construir un discurso estándar en el cual la escuela es vista como el periodo en el que se perdió el gusto por leer literatura (Merino et al. 18, Colomer y Munita 43). Ahora bien, es gracias a la educación que la mayoría de los habitantes de un país encuentra acceso a los bienes culturales, entre los que la literatura tiene ganado un sitio primordial.