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Historia Caribe
Print version ISSN 0122-8803
Hist. Caribe vol.7 no.21 Barranquilla July/Dec. 2012
Artículo de investigación científica
Una experiencia inconclusa. El cultivo de algodón en el departamento del Atlántico, 1935-1965
A unfinished experince. The coton cultivation in the department of atlantico 1935-1965
Une experience inachevee. La culture du coton dans le departement d’Atlantico, 1935-1965
Uma experiência inacabada. O cultivo de algodão no estado del Atlántico. 1935-1965
Cecilia María Arteta Hernández*
* Historiadora de la Universidad del Atlántico, candidata a magíster en Historia por la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, y becaria del Programa Jóvenes Investigadores e Innovadores de Colciencias 2011. Integrante del grupo de Historia de la Educación e Identidad Ncional. Barranquilla-Colombia. E-mail: chechiplumi@gmail.com
Artículo recibido: 13 de julio de 2012. Aprobado: 19 de octubre de 2012.
Resumen
Este artículo presenta las características de la economía algodonera en el departamento del Atlántico durante la primera mitad del siglo XX. La relación entre las industrias textiles, las asociaciones gremiales y los algodoneros serán el objeto primordial de nuestro análisis. En tal sentido, el trabajo busca reconstruir las dinámicas sociales, culturales y políticas que hubo alrededor de la economía del algodón.
Palabras clave: algodoneros, industria, cooperativismo, política, textiles.
Abstract
This article presents the characteristics of the cotton economy of the departamento del Atlántico during the first half of the twentieth century. The relationship between the textile industries, trade associations and the cotton will be the primary object of our analysis. In this sense, the work seeks to reconstruct the social, cultural and political developments were around the cotton economy.
Key words: cotton, industry, cooperatives, political, textiles.
Résumé
Cet article présente les caractéristiques l’économie cotonnière dans le département d’Atlántico pendant la première moitié du XXème siècle. La relation entre les industries du textile, des associations professionnelles et le coton sera l’objet principal de notre analyse. En ce sens, le travail tente de reconstituer les évolutions sociales, culturelles et politiques étaient autour de l’économie du coton.
Mots clés: cotonniers, industrie, coopératisme, politique, textiles.
Resumo
Este artigo apresenta as características da economia de algodão do Atlântico, no departamento durante a primeira metade do século XX. A relação entre as indústrias têxteis, associações comerciais e do algodão será o objeto principal de nossa análise. Neste sentido, o trabalho procura reconstruir os desenvolvimentos sociais, culturais e políticas foram em torno da economia do algodão.
Palavras-chave: agricultores de algodão, indústria, cooperativismo, política, produtos têxteis.
1. Introducción
La política económica entre las décadas del treinta y el sesenta a nivel nacional se caracterizó por el descontento de algunos gremios hacia el Estado, que obedecieron a los efectos que podría tener la reforma agraria sobre ellos, y que había iniciado con la Ley 200 de 1936. Sin duda, tales conflictos no solo fueron generados por dicha reforma, sino también por contradicciones entre los gremios debidas a los intereses de sus dirigentes. La reforma agraria solo fue el medio para poner en tela de juicio la legitimidad de intereses políticos que representaban los puntos discordantes que originó esa estrecha relación entre gremio y Estado. Lo fueron por ejemplo reclamos de gremios agrícolas contra el proteccionismo a la industria y a la insuficiencia del crédito1.
Para el caso de los industriales textileros, los aumentos y la falta de controles en los precios de los insumos, y la política empleada por estos de generar aumentos automáticos de las telas, mientras que los de las fibras se mantenían congelados o sufrían aumentos leves, fueron un reclamo generalizado de los gremios algodoneros al Gobierno. En este lapso, se crearon varios gremios algodoneros a nivel nacional, y se dio cierta dificultad de contar con un gremio unido que manejara el mercado internacional. Todo obedecía a las diferencias de intereses de los gremios regionales, a las pugnas internas de sus dirigentes, a las polémicas generadas entre empresarios textileros y agricultores, que finalmente discreparon del Gobierno cuando se dio la reestructuración del sector agrícola. En relación con las industrias de oleaginosas y su articulación económica con cultivos de algodón, intentaron suplir la demanda de empresas de grasas y aceites. De esta forma, la Federación Nacional de Algodoneros y Conalgodón actuaron frente a entidades gubernamentales en favor de sus intereses. La mayoría de las veces esta representación política estaba mediada por funciones como la interlocución de discursos que tenían los agricultores, los industriales de aceites y los comerciantes textileros, cuyos debates giraban alrededor de los precios de la semilla de algodón y la compra y venta de sus cosechas.
"Los algodoneros, pese a estar divididos en Federalgodón y Conalgodón han tenido poder político en el Ministerio de Agricultura y lo han ejercido en algunos periodos a través de la fijación de los precios de la semilla de algodón y la restricción a las importaciones sustitutivas a la torta de algodón".2
Sobre los efectos del modelo de sustitución de importaciones en la economía agraria, José Antonio Ocampo anota que el sector agropecuario pasó al surgimiento y consolidación de nuevas actividades económicas. La industria de manufacturas mostró un avance relativo entre 1940 y 1950, pero este experimento de sustitución de importaciones tuvo efectos sobre los bienes de consumo que dejaron de ser importados y pasaron a una posición marginal, por así decirlo, de las relaciones comerciales externas del país. El modelo fue implementando bienes intermedios que demandaban otros sectores modernos de la economía. Tal modelo económico en boga buscaba en su mayoría dejar de importar productos como el algodón para satisfacer a los vendedores de materia prima nacional.
"No obstante, era también compatible con la sustitución de importaciones agrícolas (el algodón fue un caso destacado en Colombia) y con la producción de bienes, agrícolas o industriales, destinados al mercado interno y compuestos tanto de artículos como de materias primas para la industria".3
Las manufacturas solo se sintieron amenazadas por la competencia externa y en razón de esto debían contar en parte con un mercado tanto de manufacturas como de productos agrícolas, mano de obra y capital suficiente. Durante la experiencia de la economía cafetera, otros sectores buscaron expandirse para satisfacer las necesidades de un mercado interno y diversificarlo. Esto nos indica que el mercado nacional tuvo alternativas distintas al café. El ejemplo del algodón muestra la búsqueda de expandir y operar sobre el mercado nacional.
Las estadísticas del Instituto de Fomento Algodonero nos ilustran sobre la producción de algodón a nivel nacional tanto en semillas como en fibra. En la tabla 1 se señala la producción durante el periodo analizado. Allí se presenta la producción y el rendimiento por superficie desde 1948 hasta 1955. Para el IFA, en el año de 1955 los rendimientos por unidad de superficie fueron considerados bajos, no tanto en comparación con otros años, sino en comparación con los costos de producción. Las causas fueron el excesivo invierno que produjo abundancia de plagas. Zonas como el departamento de Córdoba y Bolívar, con siembras de 6.500 hectáreas, tuvieron que disminuir su producción debido a los factores enunciados. El resto de las zonas de la costa atlántica sufrieron estragos ocasionados solo por la infestación de insectos dañinos del algodón.
Al analizar la producción, el consumo y las importaciones y exportaciones de algodón en Colombia, Lauchlin Currie muestra cómo la producción aumentó rápidamente hasta 1954, y declinó entre 1957 y 1958. Al iniciar la década del sesenta ocurrió un descenso que fue seguido por un alza significativa en el segundo semestre de 1963 que equivalía a los experimentos algodoneros de la región del Cesar4.
Luis Ospina Vásquez, en su estudio Industria y protección en Colombia, describe cómo la industrialización incidió en el aumento de la renta de los principales centros urbanos del país durante los primeros años del siglo XX. En este lapso, Atlántico y Barranquilla lograron un porcentaje acumulativo de renta del 76%, en comparación con regiones como Cundinamarca, Antioquia y Valle.
"Como las fábricas de tejidos eran las empresas que en mayor escala y de manera más notoria se aprovechaban de esa forma de protección, la discusión se planteó principalmente sobre el bajo gravamen a la materia semielaborada (hilazas) en relación con el gravamen sobre el producto final".5
Fueron las hilazas de algodón las que primero tomaron lugar en las importaciones de materias primas a nivel nacional, y a raíz de esto se empezó a importar más bien algodón para hilarlo. Esto representó una atenuación de lo exótico de la industria colombiana. Se trataba de implementar el consumo de algodón nacional y la mayoría de las industrias locales trataron de producirlo en cada región. Un ejemplo de la industria en Barranquilla fue la empresa Tejidos Obregón, una de las más importantes del país y que consumía principalmente algodón producido en la región. La mayoría de las fábricas de textiles se caracterizaron por su rasgo oligopólico6.
La industria de la familia Obregón consistía en organizar el asunto hasta el término de que se aumentara el precio de la semilla. No solo se trataba de fomentar la semilla sino también de que el cultivo se impusiera como una actividad negociable, que finalmente terminó siendo una relación de intermediarios entre industriales, comerciantes y agricultores7. El interés del grupo Obregón se derivaba de la circunstancia de que era el dueño de extensas fincas algodoneras en la costa caribe colombiana. Ocampo y Montenegro señalan que "la necesidad de expandir la producción de algodón por parte de las mismas fábricas textiles respondió, en cierta medida, a la incomunicación que durante las primeras tres décadas del siglo existió entre las diferentes regiones del país"8. Esta dificultad en la infraestructura vial de las regiones fue uno de los obstáculos frente a la distribución de la fibra en las principales empresas de textiles. Ni siquiera el algodón del litoral pudo competir con las importaciones extranjeras.
Adolfo Meisel Roca, en varias de sus publicaciones sobre la disipación de la industria del Caribe colombiano y las fluctuaciones económicas de la región, ha mencionado el papel de la industria textil y su relación con la economía algodonera. Pues bien, a propósito de la función de una cooperativa algodonera en la región, describe cómo esta llegó a cumplir una labor con el campesinado y sus cooperados; pero lo que se ha desarrollado no demuestra que en lo concerniente a la cooperativa haya un estudio dedicado exclusivamente a su funcionamiento y a su quiebra, consecuente con las crisis internas que conllevaron su desaparición. Sin embargo, un aspecto que desarrolla el autor —y nos da una luz sobre el contexto económico que aconteció en la producción algodonera— es la explicación sobre la principal dificultad de la política nacional para el desarrollo de la economía algodonera, consistente en la fijación de los precios promovidos por las distintas entidades gremiales.
Entre 1950 y 1953:
"Las negociaciones entre Diagonal y la Federación Nacional de Algodoneros [generaron] conflictos de intereses por las diferencias de los precios internos con los internacionales y por el porcentaje que la industria nacional quiere comprar y el que los algodoneros quieren exportar".9
Casi nunca los gremios llegaron a un acuerdo en tales materias. "Las negociaciones entre Diagonal y Federalgodón —Conalgodón— se caracterizan por la renuncia de ambas partes de hacer concesiones"10. Comprendemos, así, algunas funciones que cumplieron otras agremiaciones distintas a la Cooperal y la manera como se fueron estructurando las diferencias entre gremios, lo cual generaba ciertos conflictos internos relacionados con la especulación de precios frente a la fibra.
Eduardo Posada Carbó resalta que en la región (donde la Cooperativa de Algodoneros llegó a aglutinar a más de 10.000 pequeños y medianos agricultores) "la producción algodonera de la costa no logró crecer al ritmo de la demanda de la industria textil que durante la década de 1930 comenzó a alimentarse crecientemente de importaciones"11. Esta idea que propone el autor nos permite ver más o menos el número de agremiados que logró tener la Cooperativa Algodonera, lo que representa un índice de la cobertura que tenía en la región caribe.
Al respecto, Sergio Paolo Solano de las Aguas, en su investigación sobre la industria textil y su relación con el cultivo del algodón en el Caribe colombiano (Atlántico, Magdalena y Bolívar), hace un balance de los primeros años en que estos lugares empezaron a producir algodón, lo que tuvo lugar a mediados del siglo XIX, cuando se realizaron las primeras actividades relacionadas con la exportación:
"El algodón colombiano tuvo que esperar la formación de un mercado interno gracias a la consolidación de la industrial textil para despegar de manera definitiva desde el decenio de 1930, cuando en el Tolima, los Llanos Orientales y en lo que después serían los departamentos de Córdoba y Cesar surgieron las grandes haciendas algodoneras mecanizadas que empleaban grandes cantidades de trabajadores estacionales"12.
Sobre la Cooperativa Algodonera de la Costa Atlántica, señala que se creó,
"Con el fin de buscar para los agricultores mecanismos de financiamiento que los liberara de los empréstitos mencionados. De ahí que un informe oficial de 1942, al avalar la labor desarrollada por la Cooperativa en el apoyo financiero a los campesinos, anotara que el anterior sistema daba motivo para que numerosos especuladores adquirieran el fruto de los sembrados a precios ridículos, anticipándoles a los labriegos pequeñas sumas para atender sus gastos de mayor urgencia".13
El presente artículo, teniendo en cuenta los resultados de las investigaciones sobre la economía algodonera nacional y regional, aspira a estudiar las características de esa economía en el departamento del Atlántico durante la primera mitad del siglo XX. El papel de las industrias textiles, las políticas gremiales y los algodoneros como grupo social serán las variables que permitirán analizar las múltiples relaciones que produjo el cultivo del algodón. De igual forma, la carencia de mercados, la cultura y la ideología de los campesinos y la competencia regional se tendrán en cuenta como factores que explican la desaparición de esta economía a nivel departamental.
2. La producción algodonera y la industria textil
La crisis que vivió el cultivo de algodón durante la primera mitad del siglo XX es bien conocida por situaciones que produjeron una coyuntura difícil en la economía de este producto. Los diversos momentos de dicha producción a nivel nacional influyeron en la desaparición del producto en el litoral del departamento del Atlántico. Durante la década de los treinta, las políticas estatales hacia el sector algodonero buscaban estimular la producción doméstica de algodón del Caribe colombiano, que servía para satisfacer la demanda de las industrias barranquilleras, en fuerte competencia con las textileras de Medellín y Tolima. Los departamentos del Caribe no pudieron desarrollar una agricultura a mayor escala, y el algodón no logró imponerse por razones de precios y las políticas cambiarias que impulsó el Gobierno para restablecer el equilibrio de la balanza de pagos, lo que disminuyó la competitividad en el mercado exterior.
El mercado del algodón en este departamento, durante los años cincuenta, tuvo una situación crítica por el decaimiento industrial que sufrió la ciudad de Barranquilla, que llevó a la quiebra la producción algodonera de estos años. Sin la presencia de industrias textiles como Tejidos Obregón, el algodón producido no tendría mercado en el que distribuirse. Fue por esto que a través de la Cooperativa Algodonera del Atlántico (Cooperal) y el Instituto de Fomento Algodonero (IFA) se buscó distribuirlo en el interior del país, pero las inadecuadas vías de comunicación con el interior no permitieron cumplir este objetivo. La principal causa del descenso en la producción algodonera fue la escasez de recursos destinados a las fibras de algodón, pues las industrias existentes eran pocas y no eran específicamente textileras, sino pequeñas empresas productoras de aceites vegetales que utilizaron oleaginosas, en este caso la semilla de algodón14. Las semillas de algodón fueron "materia prima de la industria de grasas vegetales, de las que existe en Barranquilla una fábrica que ha tomado estas semillas que antes no tenían valor comercial; [estas] han venido a ocupar un renglón apreciable en la economía departamental"15.
Hacia el año 1953, en la ciudad de Barranquilla se contaba con veintiocho textileras pequeñas y con una mínima producción, mientras que décadas atrás la fábrica Tejidos Obregón no solo importaba algodón sino que también consumía el producido en la región y estimulaba los cultivos del departamento del Atlántico. Todo el algodón producido en el Atlántico fue consumido por fábricas de Barranquilla que además utilizaban gran parte de la fibra del Magdalena. La fábrica Tejidos Obregón (la más grande del departamento), al desaparecer creó un obstáculo insalvable para la expansión de la economía algodonera departamental. En un documento publicado por el Instituto Agustín Codazzi, se señala lo siguiente:
"El departamento posee excelentes tierras para el cultivo algodonero. En años anteriores figuró en el primer lugar de la producción nacional, cuando se desarrollaba su industria textilera que absorbía todo el algodón del litoral. Hoy su importancia ha descendido como consecuencia del vertiginoso desarrollo de otras zonas del país".16
Sin un mercado textilero que consumiera la mayor parte de la producción de algodón, era prácticamente imposible que el sector algodonero se sostuviera o, incluso, que llegara a crecer. La consecuencia normal fue la que se presentó: el decaimiento total de esta economía, alimentado por ciertas políticas gremiales del Estado nacional.
La buena calidad de cultivos para satisfacer la industria de textiles y obtener excelentes productos manufacturados se vio afectada cuando Cooperal y el IFA prohibieron la siembra de algodón perenne para remplazarlo por siembras anuales, debido a que este tenía muchos problemas técnicos y era atacado por plagas que influyeron en la obtención de una fibra resistente para tejidos.
El departamento del Atlántico se destacó por muchos años como una de las zonas de mayor producción algodonera. No obstante, durante la década del cincuenta fue perdiendo su importancia tanto en la cantidad como en la calidad del cultivo, en lo que incidió sobre todo el clima adverso ya que la nueva fibra de algodón anual requería de un mayor proceso técnico en su forma de cultivo (empleo de plaguicidas, arados de suelos, etc.), y el campesinado careció de los elementos necesarios para su laboreo.
Para esa época, zonas algodoneras como Juan de Acosta, Piojó y sus entornos estaban incomunicadas por el mal estado de las vías. La Prensa destaca que solo en verano podían entrar con cierta regularidad algunos camiones17. Este era otro factor en contra de la producción en el litoral del departamento. En 1952, Guillermo Lozano, entonces gerente de la Cooperativa Algodonera, sostenía que:
"Hemos introducido ahora el algodón anual, pues los técnicos consideran que el perenne era un incubadero de plagas. Los resultados han sido buenos y nos sentimos satisfechos. Se perdieron algunas cosechas en Remolino y Sitionuevo, más que todo debido a las lluvias y a las plagas. Pero ello no indica que hayamos fracasado en el experimento. Antes bien, casi todos los agricultores se inclinan por el algodón anual que produce más y trae menos complicaciones".18
Con el experimento de la siembra anual se intentó remplazar el algodón perenne de la zona litoral y se buscaba que el departamento llegara a ser solo productor de fibra anual. Esa nueva orientación del IFA no alcanzó los resultados esperados, pues las siembras tuvieron muchos inconvenientes, por lo que se intentó continuar las siembras de cultivos perennes. Un columnista de la época, Julio Nicolás Llinás, en diálogo con el ministro de Agricultura y Ganadería, Camilo J. Cabal, planteaba: "No sería yo un político tan irreflexivo que me estrellara contra el muro para insistir en el ensayo si no resulta, señor Llinás, si mañana en su departamento el cultivo del algodón anual no da los resultados que esperamos volveremos a cultivar el algodón perenne"19. Los problemas presentados en las áreas de cultivo se debían a variaciones climáticas, lo que obedecía a la situación geográfica del mismo departamento del Atlántico; esto no permitió desarrollar una fibra de buena calidad para competir en los mercados. Otra circunstancia que dificultó la competitividad tuvo que ver con la producción de una fibra apta para tejidos gruesos mas no una fibra fina para textiles de hilazas superiores.
Las consecuencias de la política gremial en el sector de los campesinos fue la resistencia de los agricultores para cambiar sus prácticas tradicionales con relación a los cultivos perennes. La mayoría de estos solían realizar cultivos complementarios. En ese entonces la población cultivaba maíz, yuca, guineo y el algodón, que fue el producto más importante y de más alto rendimiento económico para los agricultores. Según Julio Nicolás Llinás, "en el Atlántico y Magdalena el cultivo del algodón lo iniciaron y lo han llevado a cabo los campesinos sin tierras en pequeños lotes y en forma mixta en las siembras de todos los frutos de pan-coger con la semilla del ‘perenne’ o ‘Marie galante’ como lo han denominado los agrónomos"20.
El campesino Ángel Alfonso Molina recuerda que la "mayoría de las tierras estaban dedicadas al cultivo de algodón y en menor escala a la ganadería o se hacía una combinación de ambos factores"21. En 1952 un investigador del sector agropecuario en Colombia, Jorge Prink, dialogó con campesinos del municipio de Piojó y estos comentaron las principales dificultades que tenían para desarrollar su agricultura. En la entrevista publicada por el periódico La Prensa, Desiderio, uno de los campesinos, expresaba:
"Este año la cosecha de yuca es muy abundante, como la del año pasado, que todavía hay agricultores que tienen yucales sin arrancar esperando mejora del precio, pues tiene dos años que el agricultor está perdiendo en la venta de yuca el precio de $3 cada saco. Sin embargo, no hay quien se apresure de librarnos de estar sufriendo la pérdida en el precio o como se cotiza el primer producto de nuestra agricultura; ¿qué piensa usted sobre esta situación? y que provoca la abundancia de la cosecha, pues así tendríamos que dejar de sembrar yuca que unido a la imposibilidad de cultivar algodón anual por las razones ya conocidas, necesariamente tendremos que abandonar las faenas de la agricultura y emigrar a las plazas urbanas del comercio y la industria"22.
Como podemos apreciar en los anteriores testimonios, tanto la ganadería como los cultivos de pan coger satisficieron las necesidades de los campesinos cuando otros productos no podían ser cosechados por algunas circunstancias. En el caso concerniente, para algunos meses el algodón sufría daños transitorios. Además en 1953 quedaron,
"[…] completamente prohibidos los cultivos de algodón de febrero a julio inclusive en todas las zonas del litoral atlántico. Para las zonas del interior la prohibición está hecha en los meses comprendidos entre julio y diciembre, inclusive los agricultores de algodón quedan obligados a arrancar las plantas al terminar la cosecha. Quien quebrante el decreto será sancionado".23
Aunque se estipulara en decretos las políticas de los gremios, las perspectivas del departamento fueron otras. La economía algodonera quedó fragmentada en dos zonas de cultivos; por un lado, se continuó con los cultivos perennes en la zona que comprende la mayor parte del litoral, es decir, Tubará, Juan de Acosta, Piojó y en menor escala los alrededores de Puerto Colombia; y, por otro lado, el sur del departamento en Sabanalarga, Repelón, Manatí, entre otros, fueron objeto del experimento de la siembra de algodón anual. Esta dualidad de cultivos preocupó tanto al Gobierno como a Cooperal, que consideraba "el problema que se presentaría en Atlántico, con la supresión de algodón perenne. Aún no ha faltado nada al respecto, por lo cual se podría seguir cultivando el algodón anual lo mismo que el algodón perenne y la Cooperativa Algodonera podrá seguir distribuyendo semillas de ambas clases"24. Esto representó un factor que incidió en la desaparición de esta economía, pues la desigualdad en las clases de cultivos hizo que el Atlántico presentara en el mercado una deficiente calidad del producto, con poca oportunidad de competencia con el algodón del Cesar y las zonas del Sinú.
El sur del Atlántico presentó un panorama muy alentador en el ensayo de siembras anuales. La costa norte del departamento, en cambio, experimentó nuevas prácticas agrícolas, como el cultivo de millo, tomate y ajonjolí, y le quitó espacio a la producción algodonera. Para 1957, "de los municipios el que más produjo fue el de Repelón, siguiéndole en su orden Manatí que se coloca en condiciones ventajosas frente a Baranoa y Juan de Acosta, centros de producción algodonera en los años anteriores"25. Esta situación puede verse con claridad en la tabla 3, aunque la fuente empleada no da cuenta del número de hectáreas cultivadas en dos de los municipios del departamento:
Como podemos apreciar, la mayoría de los municipios del sur tenían un hectareaje más alto en el cultivo de algodón, por lo cual su producción era mayor que la de Juan de Acosta, Baranoa y Piojó. Esto obedecía primordialmente al interés por parte de los gremios de financiar plantas anuales para obtener mejores resultados en la calidad de la fibra. Tanto la influencia de las políticas nacionales y gremiales, como la falta de mercados cercanos disponibles, la competencia regional y nacional de otras zonas como Cesar y Tolima y la deficiente calidad de los cultivos fueron las circunstancias que en mayor medida afectaron a la economía algodonera de la costa norte del departamento, lo que trajo consigo consecuencias negativas desde el punto de vista económico y social.
Los investigadores han planteado que, para la década de los años cincuenta, el principal problema del desarrollo de la economía agrícola e industrial fueron, sin duda, las vías de comunicación, pues constituían el principal obstáculo para transportar los bienes primarios a los sitios que componían el mercado interno. A pesar de estos problemas, la costa caribe (y sus más importantes ciudades) "contaba con el 52,4% y el 12,6% de la población económicamente activa en el sector agropecuario y la industria de la transformación, respectivamente"26. Estos datos representaron para el país una participación del sector agropecuario de 53,9% y del 12,3%. En 1950 el producto interno bruto (PIB) per cápita de la región caribe era superior al promedio nacional (6,5% por arriba); así lo sostiene Adolfo Meisel al mostrar a través de cifras lo relacionado con el departamento del Atlántico: "En 1950 el producto interno bruto (PIB) per cápita del departamento del Atlántico era el segundo más alto del país (después del de Bogotá) estando por encima del promedio nacional en 79,1%. Ese elevado nivel de ingreso por parte del Atlántico subía al promedio regional por encima del nacional"27. Pero si se llegara a excluir en estos años al departamento del Atlántico, el PIB de la costa atlántica estaría por debajo del promedio nacional, del 14,3%. Sin embargo, para finales de los años cincuenta la región se empobreció y tuvo un promedio inferior al del resto del país, lo que se debió al estancamiento industrial de Barranquilla.
Desde que se inició la comercialización del algodón, los principales mercados disponibles para la distribución de la fibra fueron dos: por un lado, el mercado externo y, por otro, el mercado interior que se reducía al consumo por parte de las industrias textileras, lo cual aceleró el cultivo de algodonales en todo el país. La Prensa por aquellos años sostuvo en un editorial que:
"[el] cultivo del algodón fue estimulado desde un principio por la industria textil con lo que se consiguió que luego el Gobierno entrara a colaborar de lleno en el desarrollo de esa campaña que ha permitido que [en] las diversas regiones del país (Tolima, litoral atlántico, Santander, Boyacá y parte de Antioquia), las plantaciones ocupen extensas zonas de terreno cultivados".28
Hablamos de textileras como Coltejer, Fabricato, Tejicondor, que adelantaron por su cuenta esa iniciativa de estimular la siembra de algodón a nivel nacional, ayudado esto también por la compra a nivel local que se hacía con el objetivo de hilar para hacer hilos que las mujeres daban a la venta a los hacedores de velas y amarradores de esterillas para las monturas de las bestias. En el periódico empresarial El Heraldo, Coltejer destaca que en el año de 1955 el algodón consumido por textiles y "todos los hilados que hacen y tejen en sus fábricas se logran con el empleo de materia prima netamente colombiana, que ha permitido a muchos hogares hermanos hacer fortuna y llevar su standar de vida a unos años acá"29. Sin embargo, cuando estas industrias desaparecen o se establecen en otras ciudades, aparecen Textiles del Caribe, una industria especializada en ropas de algodón; Slaconia, productora de camisas y pantalones; y CIC Marysol S. A., fabricadora de hilazas de algodón como spum, rayón y dacrón. Es evidente el papel que tuvieron grandes industrias, que para la década del cincuenta afrontaban también crisis económicas. Sin duda fueron otras pequeñas productoras las que jalonaron el algodón que producía el Atlántico.
Cabe destacar que hubo un intento tanto de las industrias textiles como del Gobierno nacional de estimular la economía algodonera y de que fuesen el campo colombiano y los algodoneros lo que suministraran la materia prima para las textileras, aunque los resultados no fueron los esperados. Es decir, gracias a la interacción económica de ambos sectores —industria y algodón— esta economía pudo desarrollarse a gran escala comercial. Lo primero que afectó este intento y se mostró como un impedimento fue el interés que demostraron algunos empresarios cuyos intereses se vieron expresados a nivel de cooperativas y pequeñas empresas que distribuían la materia prima. Esta economía estuvo marcada por los grupos oligopólicos de familias, en su mayoría dirigentes de la política regional, que buscaron favorecer a ciertas industrias demeritando la labor del sector de los campesinos algodoneros. Estas medidas desorientaron las políticas gremiales al establecer nuevas zonas algodoneras en el Caribe colombiano, y el departamento del Atlántico quedó desplazado de la competencia intrarregional. Surgieron, entonces, zonas en el Magdalena, Cesar y Bolívar.
En sucesivas publicaciones de 1942, se muestra cómo la economía algodonera decayó en forma brusca cuando de 7.500 toneladas se llegó a 2.860 toneladas. En 1941, el máximo alcanzado fue de 3.800 toneladas. Durante la mayor parte de la década del cuarenta el consumo de algodón por parte de las fábricas nacionales fue satisfecho apenas en un 30% por la producción colombiana, lo que indica que el 70% restante era importado desde Estados Unidos, Brasil y Perú. En 1940, la producción algodonera fue de 3.614.000 kilos. Y se llegó a importar 3.185.000 kilos por un valor de $3.634.0030. Esto no fue obstáculo para que se fomentara la economía de este producto en décadas posteriores, teniendo como mercado en la región industrias como Fábricas Unidas de Aceites y Grasas Vegetales (Fagrave), entre otras.
En una memoria escrita por un cultivador costeño rescatamos que "el producto una vez recolectado era transportado en burro o mulas, hacia los centros de venta en Baranoa, Barranquilla o cualquier otro donde fuera utilizado para la fabricación de telas"31. Lo que indica que, aun sin la existencia de grandes industrias para el procesamiento de la fibra, de alguna manera la mota de algodón, como la denominaban los campesinos, tenía un mercado pequeño en comparación con el que existía años atrás. La principal fábrica que empleó la fibra fue sin duda Tejidos Obregón. Esta en un principio utilizaba la fibra traída de Manchester (Inglaterra); luego se abasteció en un buen porcentaje por el algodón producido en la costa. Según Alirio Bernal, esta empresa aprovechó "especialmente algodón cultivado en la costa atlántica, que le suministra un altísimo porcentaje de materia prima. Su producción anual vale diez millones de pesos"32. Para Eduardo Posada Carbó, desde 1905, cuando la provincia de Barraquilla llegó a ser conocida como el departamento del Atlántico, esta había sido el principal centro de producción algodonera. Durante 1925 Atlántico produjo el 60% de la cosecha nacional, pero en 1937 este porcentaje había declinado al 35% y en 1950, al 30%33.
En este amplio contexto de producción de fibra de algodón y de transformación en textiles es que analizamos el papel de la Cooperal, en función de las dinámicas políticas particulares que generó esta economía.
3. Las políticas gremiales y los algodoneros en el departamento del Atlántico: el caso Cooperal
El cooperativismo en Colombia tomó lugar en los años treinta del siglo XX, cuando el Gobierno colombiano se interesó en crear una legislación para constituir cooperativas. En este escenario se intentaba consolidar las cooperativas como sociedades organizadas de conformidad con los principios que rigen ese sistema y las leyes que el país trataba de organizar. El desarrollo de la economía algodonera en la década de los años treinta del siglo XX en el departamento del Atlántico fue uno de los factores que coadyuvó al fomento de políticas gremiales en este contexto. La Cooperal se constituyó con el fin de cubrir la demanda y las necesidades que tenía el agro atlanticense, pero también obedecía a los intereses estatales de la época, y a un grupo de empresarios y dirigentes políticos que plantearon la posibilidad de institucionalizar algunos sectores de la economía agraria. Algunos estudiosos del cooperativismo colombiano plantearon que la solución a los problemas socioeconómicos del país se hallaba en el cooperativismo, que presentaba un tipo de democracia funcional en la que lo económico, lo social y lo político eran la base de su existencia. En este esquema, el dinero intervenía no como fin, sino que por el contrario era la persona la que llevaba la rienda de su funcionamiento34. De esta manera, se consolidó un movimiento cooperativo en el que se establecieron cooperativas de consumo, agrícolas, productoras, sindicales y de crédito. Estas últimas fueron las primeras que se establecieron en Colombia.
La Cooperativa Algodonera del Atlántico fue una asociación de productores de algodón, entre los que figuraron en su mayoría políticos, empresarios y campesinos de la región. Su objetivo era el financiamiento, la compra y venta de la fibra de algodón y la distribución de la semilla, lo que se hacía a través de créditos a los cooperados. Pretendía la liberación económica en cuestiones de competitividad, un mejor estándar de vida del agricultor y la producción a nivel nacional de la fibra de algodón. Una de sus funciones consistía en la atención y el desarrollo de los cultivos y créditos de fomento a sus socios. Lo que más tarde se denominó Cooperal buscaba constituir un conglomerado económico y social para cumplir programas de gran envergadura, porque la cooperativa debía establecer una relación entre productores intermediarios y agricultores, con el fin de que no se vieran obligados a malvender sus cosechas y, por ende, a dilapidar su acción colectiva. El rol de esta cooperativa consistía en facilitar créditos y maquinarias a campesinos con tierras disponibles para la siembra del producto. Así mismo, prestaba dinero para sembrar y limpiar las parcelas, con el fin de ayudar a los sembradores y conseguir mayor producción. Sin embargo, la entrega de máquinas por parte de Cooperal era monopolizada, en algunos casos por sembradores independientes, lo que hacía que los demás agricultores tuvieran que esperar mucho tiempo y generaba un atraso en la tecnificación. Lo mismo sucedió con los dineros demandados por el campesinado, sobre todo en el sur del departamento del Atlántico donde era muy común esta situación. La función de esta cooperativa —que contaba con agencias en los distintos municipios, o sea, pequeñas sedes en las cuales se establecía contacto diario con los agricultores—en el litoral atlanticense era, en primer lugar, trasladar el algodón recolectado y desmotado y transportarlo a la sede principal de Cooperal en la ciudad de Barranquilla. Otra de sus funciones era la comercialización de la semilla y el adelanto de dineros por algunas cosechas. Las políticas empleadas por la Cooperativa Algodonera se identificaron por el intento de una nueva modalidad en las actividades agrícolas del departamento del Atlántico, para tratar de conseguir que el campesinado recibiera una ayuda para obtener un producto final más cualificado. Se destacó por atender las necesidades de los agricultores, buscando intensificar la producción no solo del algodón sino también de otros artículos como la leche de vaca. Por ello, la creación de esta cooperativa obedecía a varias necesidades del sector agrícola de la región, pero sobre todo respondía a la relación con la producción algodonera que se impulsaba en la época. Esta cooperativa fue la que lideró la mayoría de las funciones de esta economía y acaparó todas las actividades que tuvo como asociación de los algodoneros.
Buscamos, entonces, explicar cómo se reflejó la crisis sufrida en la producción algodonera en la organización de Cooperal y mostrar el movimiento administrativo y los intereses políticos implantados en los cambios de cultivos que tuvo la cooperativa después de haber cumplido un papel fundamental en la región. Así mismo, argumentar que la intervención de algunas entidades estatales orientadas a buscar una solución a su crisis en donde otros gremios remplazaron su funcionamiento, tales como la Caja Agraria, el IFA y la Federación Nacional de Algodoneros, terminaron llevando la rienda de la economía, no solo regional sino nacional. Esto lo analizaremos teniendo en cuenta también el modelo económico que imperaba en el Estado colombiano de ese entonces y las necesidades de la agroindustria regional para constatar si la Cooperativa Algodonera del Atlántico cumplía con los requerimientos y las necesidades de impulsar una fibra acorde con la demanda de las industrias.
El periodo que nos ocupa representó un momento trascendental en el que Cooperal logró su mayor funcionamiento como gremio, en correspondencia con el comportamiento económico de la producción algodonera regional. Esta economía "estuvo dinamizada fundamentalmente por los movimientos del mercado mundial y muy secundariamente por el crecimiento de la industria interna"35. En las décadas de los cincuenta y sesenta de siglo XX, el algodón, en términos de producción agrícola, representó el segundo lugar en las exportaciones como consecuencia de los movimientos del mercado mundial. En el transcurso de esas décadas, la actividad algodonera fue muy rentable y las agremiaciones empezaron a jugar un rol importante en el poder económico y político, y llegaron a cumplir funciones que antes estaban a cargo del Estado. Por esto, nuestra investigación se centra en estudiar dos elementos fundamentales para entender la economía algodonera de la región: el papel de la cooperativa como asociación de algodoneros y qué sucedió con esta después de un descenso en el producto.
En 1935 fue creada la Cooperativa Algodonera y buscaba, según sus propias palabras, la "liberación económica, un mejor estándar de vida del agricultor y la producción nacionalista de la preciada fibra de algodón", con una democratización del crédito para robustecer la actividad de sus socios36. Desde 1936 el Gobierno nacional auxilió gran parte del desarrollo cooperativista en el país y en la costa atlántica. El ejemplo más notable es esta entidad, pues fue la que primero inició una labor económica en el Atlántico y el Magdalena, organizada con un capital de $8.005,7737. Su actividad fue criticada por los agricultores, porque algunos consideraron que la intervención estatal en los asuntos económicos había sido perjudicial para el desarrollo agropecuario. Una de sus funciones consistía en la atención y el desarrollo de los cultivos y créditos de fomento a sus socios. También constituir un conglomerado económico y social para cumplir programas de gran envergadura. Según El Economista, la Cooperativa debía "hacer préstamos a pequeños y grandes agricultores, dedicados al cultivo del algodón, recibir sus cosechas y vender el algodón desmotado y su semilla a empresas textileras y a las fábricas de grasas con desarrollo"38.
La relación existente entre la Cooperativa Algodonera y los campesinos consistía en la compra que realizaba esta a cultivadores de municipios como Juan de Acosta, Repelón, Sabanalarga, Remolino, Sitionuevo y el corregimiento de Molinero. La Cooperativa Algodonera facilitaba maquinarias a campesinos con tierras disponibles para la siembra del producto. Así mismo, prestaba dinero para sembrar y limpiar las parcelas, lo que hacía con el fin de ayudar a los sembradores y conseguir mayor producción. Sin embargo, la entrega de máquinas por parte de Cooperal era monopolizada, algunas veces por sembradores independientes, lo que hacía que los demás agricultores tuvieran que esperar mucho tiempo y generaba un atraso en la tecnificación. Lo mismo sucedió con los dineros demandados por el campesinado, sobre todo en el sur del Atlántico (Repelón), donde era muy común esta situación.
Antes del establecimiento de las distintas agencias en los pueblos, los campesinos del litoral transportaban el producto al municipio de Baranoa y de allí a la ciudad de Barranquilla, ya que las vías de comunicación de la zona litoral eran inadecuadas para trasladar su producto. Cuando no existían agencias de la cooperativa en los municipios productores de la fibra, los campesinos buscaban las formas para que el producto saliera al mercado, ya fuera transportándolo a pueblos vecinos o utilizando medios de comunicación como las bestias para llegar al principal destino, la sede principal de la cooperativa ubicada en la ciudad de Barranquilla.
Cooperal también empeñó esfuerzos para estimular el financiamiento de servicios de créditos anuales, amortizados por cuotas. En 1954, las cuotas y créditos por hectárea eran los siguientes: "Para cultivos mecanizados, incluyendo el destroncamiento de la tierra, hasta $300.00 ha. Para cultivos mecanizados en tierras ya destroncadas, hasta $250.00 ha. Para cultivos hechos con sistemas manuales hasta $ 200.00 ha"39. Los créditos eran concedidos hasta para diez hectáreas cultivadas a mano. Cuando existía mayor cantidad de tierras, el socio debía comprobar que la maquinaria era apropiada para atender sus cultivos. En 1957 el Diario del Caribe anunció que Cooperal había prestado servicios como estudios de suelos; créditos para destroncamiento de tierras, para arados, rastrillados, siembra, fumigación terrestre y aérea; suministro de semillas, insecticidas y asistencia técnica. Tales servicios estaban a cargo de los agrónomos de la Cooperativa Algodonera. También hicieron avances de dinero para la recolección, préstamos de empaques para la cosecha, recibo de algodón en las distintas agencias municipales y transporte final a las desmotadoras que tenía Cooperal en Barranquilla.
A pesar de tales políticas gremiales —que jugaron un papel importante para el desarrollo de esta economía—, no se puede descartar que influyeron en los posteriores conflictos que se dieron entre los campesinos y funcionarios de dicha entidad, por los cambios en el cultivo, ya que los campesinos del litoral querían seguir cultivando algodón perenne, mientras que la cooperativa intentaba fomentar el cultivo del algodón anual. Ahora bien, estos inconvenientes no impiden afirmar que Cooperal desarrolló una labor amplia con garantías y sobre todo con el objetivo de establecer precios equitativos para obtener beneficios económicos y tomar impulso en los grandes mercados. La cooperativa se destacó por atender las necesidades de los agricultores, buscando intensificar la producción no solo del algodón sino también de otros artículos como la leche de vaca.
"Nuestro lema de tierra, crédito y organización se puso a caminar y se adjudicaron más de cuatro mil parcelas a esas gentes desheredadas de la fortuna, se le suministró crédito y se les iniciaba en una organización, elevándose el nivel cultural para colocarles en condiciones ventajosas para su mejor defensa en las faenas del campo. No solo cultivar una parcela de algodón, no, buscaban la rotación de cultivos, la vaca lechera y hasta la [siembra] danubiana de algunos sectores, fomentar la industria casera, la avicultura, la apicultura, etc.".40
La Cooperativa Algodonera se identificó por las políticas empleadas, específicamente por el intento de una nueva modalidad en las actividades agrícolas del departamento para tratar de conseguir que el campesino recibiera una ayuda con el fin de obtener un producto final más cualificado. Pero, ¿qué impacto tuvo la crisis algodonera sobre su máxima organización, Cooperal? Debemos anotar que fueron varias las causas que hicieron que la economía algodonera en el Atlántico se diezmara. Uno de esos factores fue la falta de mercados para el consumo del producto, ya que la ciudad de Barranquilla había perdido su liderazgo portuario y las fábricas de textiles habían desaparecido. A esto se suman las condiciones climáticas y técnicas que desmejoraron la calidad de los cultivos, la competencia interregional y extranjera que tomó lugar con el proceso de sustitución de importaciones a mediados del siglo XX y que permeó notablemente la producción algodonera. Y, por último, las políticas gremiales que impulsaron un cambio en el cultivo de la región. Todo en conjunto llevó a agudizar la crisis en el departamento, difícil de superar. Lo que podemos interpretar y deducir, con base en el acervo documental consultado, es que la crisis algodonera que sufrió el departamento del Atlántico fue una de las variables que incidió en la pronta desaparición de la Cooperal en los años sesenta.
Al finalizar la década de los años cincuenta, el litoral del departamento del Atlántico presentaba una grave situación que obedecía a la competencia regional, incentivada por el financiamiento y las distintas políticas gremiales que tuvieron como objetivo final la elevación de la calidad de la fibra. Para el año de 1961, otras regiones del Caribe colombiano se consolidaban en el mercado. La prensa barranquillera registra cómo el IFA y la Federación Nacional de Algodoneros presentaron buenos datos de la compra de algodón en el departamento del Cesar: "tanto la Federación Nacional de Algodoneros como el IFA iniciaron compras de algodón con semilla en la región de Codazzi, cosecha que se estima aproximadamente en unas cuarenta mil toneladas superando la del año inmediatamente anterior que fue de unas [treinta] mil"41. Pues bien, mientras esta situación se presentaba a nivel regional, a nivel nacional el panorama pronto mostró buenos resultados con la reanimación de las exportaciones del algodón colombiano. Para ese entonces, el gerente de la Federación Nacional de Algodoneros dio a conocer "un pormenorizado informe a los delegados en el que da cuenta de la producción de la fibra en los últimos años", "el mismo funcionario informará además que Colombia en un lapso de tiempo no mayor a los cinco años estará en capacidad de exportar algodón a distintos países del mundo hasta por cien millones de dólares por año"42.
En cuanto a la problemática de Cooperal y su futuro incierto, podemos mencionar que ya desde 1962 se hablaba de tomar una decisión "a fondo sobre la existencia de la Cooperativa Algodonera del Atlántico"43. Lo que se avecinaba era una crisis institucional de Cooperal, marcada por el descenso algodonero en el Atlántico. Luis A. Torres Villa, gerente de la Cooperativa de Viviendas Urbanas, en solidaridad por la situación de la algodonera, envió un mensaje al presidente Lleras en el que agradecía su intervención "a fin de que la Caja
Agraria y el Gobierno alivien la situación de la Cooperativa Algodonera a manera de alma máter del agricultor de esta región"44. Los agremiados y algunos dirigentes de la cooperativa por más de un año buscaron que la política nacional interviniera para obtener una pronta solución a la situación que enfrentaba. Por ello, en dos ocasiones dos presidentes intervinieron, el antes mencionado presidente Lleras y Guillermo León Valencia, con tal de que se agilizaran los préstamos de refinanciación para la crisis que afrontaba dicho gremio45.
Estas relaciones o ayudas institucionales o intentos de cooperación buscaban un préstamo de dos millones de pesos para salvar la asociación, que reunía no menos de quince mil socios, y la cual habría cumplido una labor meritoria a favor de la economía y el progreso del agro regional. Lo que se buscaba era que a través de una acción colectiva se intentara hacer cooperar a los distintos gremios interesados en la economía algodonera. Aparentemente la Caja Agraria podría solventar la situación de Cooperal sin tener en cuenta que esta crisis estaba ligada a la escasa producción algodonera del Atlántico. Sin embargo, se buscaba respaldo institucional y colectivo a través de los gremios, los bancos y otras entidades. En palabras de su principal fundador, Luis A. Torres Villa,
"[la] Cooperativa Algodonera hoy sufre un colapso terrible debido a que fue a parar a manos inescrupulosas y sin sensibilidad social cooperativista que buscaron el beneficio personal en detrimento de la colectividad entregada a su manejo. Ahora, a los 27 años de existencia tratamos de revivir a la Cooperativa. Para ello es necesario que todos pongamos nuestra patriótica contribución. El Gobierno su parte, la Caja Agraria su parte, los socios su parte, etc.".46
Se creía que una recuperación financiera podía correr por cuenta de la Caja Agraria que era la entidad que prestaba servicios al campesinado colombiano.
Esta entidad estatal imperaba bajo el modelo económico de ese entonces que buscaba acoger el máximo de vinculados en sus prácticas crediticias. La Caja Agraria finalmente negó el préstamo. Su aparato administrativo quiso ocultar tal situación, realizando una gira por los municipios adscritos a la entidad (Repelón, Palmar de Candelaria, Isabel López, Manatí, Sabanalarga, Santo Tomas, Piojó, Juan de Acosta y Tubará) para tratar de entusiasmar al campesinado y que este siguiera adelante en su escasa productividad, sin tener en cuenta que dependía económica y crediticiamente de la Cooperativa Algodonera. Quedo entonces incierta su reestructuración, que era la mayor preocupación en ese entonces. Según Alirio Vega Bernal, jefe de división de Cooperal, parte de los problemas que él encontró cuando asumió este cargo estaban relacionados con la desorganización. La más seria dificultad era la elevada cartera vencida, es decir, los pagos atrasados de los agricultores.
"Gran parte de esta cartera estaba concentrada en manos de un grupo de deudores morosos, cartera de cuantía considerable y que no son ni pequeños ni pobres agricultores sino gente de recursos económicos, esta cartera en particular está siendo recaudada o activando su pago por medio de nuestros abogados".47
La mayor parte de las deudas estaban en manos de un gran número de campesinos pobres con deseos de cancelar, pero sin posibilidades inmediatas. Aunque en su mayoría estos pequeños agricultores eran de escasos recursos, individualmente sus acreencias no alcanzaban altas sumas. La situación en la que se hallaban los campesinos del Atlántico después de la década de los años cincuenta y las consecuencias de esta en la Cooperativa Algodonera podrían ser un reflejo del despilfarro económico posterior a esta época. Otra de las posibles causas que llevó a dicha crisis fue la obsolescencia en que estaban los estatutos ante el desarrollo que pretendía el cooperativismo del país. Los estatutos de esta institución no fueron actualizados ni reformados, lo que llevó a desproteger los intereses de los asociados y a no facilitar una mejor labor de su ente administrativo.
Una de las soluciones alternativas para la crisis en la que se sumergía Cooperal, además de los varios intentos fallidos con la Caja Agraria y otras entidades, era la ayuda que podía brindarle el IFA, que tenía puestos sus intereses en la comercialización de la fibra de algodón. Así, este gremio también al mando de la productividad algodonera aceptó la propuesta de la Cooperal para comprar la desmotadora de algodón como una gestión de solidaridad. El entonces gerente de Cooperal, Jaime Acosta Madiedo, sostuvo en el Diario del Caribe que, en vista de que la Caja Agraria negó el préstamo de dos millones, la salvación sería "que el instituto nos compre la desmotadora, con base en avalúo comercial. Así obtendríamos el dinero necesario para sanear el pasivo y financiar los programas prospectados a favor de los afiliados"48. Para su gerente esto no sería un problema del gremio, aunque desde el punto de vista productivo o técnico representaría una desventaja, ya que sin maquinaria ¿cómo se sostendría esta cooperativa al comprar y vender el poco algodón que al final sería procesado?
La mayor productividad de estos años estaba concentrada en la zona de Cesar, mientras que Atlántico49 tenía una representación disminuida en comparación con dicha zona. No obstante, Acosta pretendía desaparecer Cooperal ya que para él, al vender la desmotadora, el IFA asumiría el procesamiento del algodón. Entonces, ¿de qué manera se podía salvar esta cooperativa, si por un lado se vendía su principal desmotadora y por otro se excluían sus funciones al remplazo del IFA? Este pretendía cooperar de una manera racional que beneficiaría en sus funciones económicas regionales, lo que implicaba asumir un rol que antes era manejado en gran parte por la Cooperal.
Después de varios intentos para solucionar la grave situación que se avecinaba en Cooperal, se quiso demostrar que no existía una realidad alarmante y que la compra de la desmotadora por parte del IFA podía entenderse como un concepto favorable ya que los tres millones de pesos que valía servirían para sanear parte de las deudas a sus afiliados50. Pues bien, después de una visita a la capital colombiana y tratando de buscar una solución, el gerente de la cooperativa regresó de una reunión con el ministro de Agricultura, el gerente general de la Caja Agraria y demás funcionarios internos del IFA, con la noticia de que el IFA había comprado la planta desmotadora por la suma de ochocientos mil pesos51, precio diferente al que había sido estipulado en un primer momento. Entendemos, entonces, que el objetivo de todos estos intentos colectivos no era más que despilfarrar un gremio que había consolidado no solo un tipo de economía comercial sino un conjunto de agremiados que ahora quedaban desprotegidos comercialmente. En octubre de 1962 Cooperal vivió el peor momento, aunque se hicieron intentos, como solicitar préstamos a la embajada americana con el fin de obtener un respaldo económico. Por su parte el IFA y la Federación Nacional de Algodoneros organizaron un congreso donde se intentaba importar insecticidas y se buscaba conformar nuevos mercados para la exportación.
Buscando el porqué de la quiebra de este gremio, encontramos en el Diario del Caribe una alusión al hecho en un artículo que intenta establecer la principal causa de su crisis financiera y la decisión, por parte de su ente administrativo, de realizar procedimientos jurídicos como el concurso de acreedores y la declaratoria de quiebra, cuando lo más seguro sería su liquidación. Así, en ese entonces, el director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Cooperativas señalaba en este diario que "la responsabilidad de la situación […] corresponde al Gobierno, que ahora se niega a solucionarla y no al cooperativismo que no tuvo acciones ni influencias en la quebrantada organización semioficial"52. Alrededor de todo esto podemos deducir que la crisis de Cooperal obedecía en parte al funcionamiento del modelo económico intervencionista que reguló la economía del país durante el pasado siglo. Esto hizo que la mayoría de entidades y gremios del Estado que pretendieron cooperar, finalmente no lo hicieron y demostraron interés por opacar la existencia de una cooperativa que se caracterizaba por favorecer el interés privado de sus asociados. La presencia de ciertas políticas gubernamentales, representadas en este caso por entidades estatales como el IFA y la Caja Agraria, absorbieron este gremio, que velaba por los intereses económicos y privados de un pequeño sector. Se demostró así cómo el Estado tenía una mayor función de aparato interventor. Acosta Madiedo, gerente de la Cooperativa Algodonera, señalaba que la Caja Agraria más bien agotó todos los recursos con su negativa y frente a esto no se responsabilizó a la Superintendencia Nacional de Cooperativas ni al movimiento cooperativista nacional; en sus palabras: "Nuestros esfuerzos han sido nulos ante la muralla de incomprensión levantada por la Caja de Crédito Agrario a la Cooperativa Algodonera de la Costa Atlántica"53.
La Caja Agraria negó el préstamo de dos millones de pesos porque quería asumir el rol institucional que había desempeñado Cooperal en la región del Caribe colombiano como financiadora de políticas crediticias en el sector algodonero. Esto se dio, principalmente, porque el dinero era para cancelar deudas pendientes con sus afiliados, entonces, ¿cómo podría responder la Cooperativa si, por un lado, ya existía una escasa producción algodonera y, por otro, sus funciones quedaban un poco limitadas ya que sus instrumentos productivos estaban siendo vendidos? El IFA se aprovechó del escenario coyuntural de Cooperal para impulsar su economía y asumir funciones que años atrás venía desarrollando la Cooperativa Algodonera. El Decreto 3170 del 6 diciembre 1962 del Gobierno nacional refleja la función del IFA que se inició al tiempo que Cooperal entraba en quiebra: "Art 1. Las transacciones comerciales de compra-venta de algodón en fibra, producido en el territorio nacional deberían hacerse denominando el producto de acuerdo con la clasificación comercial aceptada internacional-mente y aprobada para este efecto por el IFA, empleando patrones universales de grado"54. Lo anterior señala que el IFA sería el encargado del algodón en cuanto a su venta y clasificación, el informe de calidad y cantidad de grado, a lo que se suma el interés de esta entidad por impulsar la economía de otras zonas de la región, puesto que a principios de los sesenta los departamentos de Cesar, Córdoba y Magdalena figuraban en el panorama comercial a nivel nacional. Por su lado, Atlántico presentaba una realidad desalentadora y con fines a desaparecer del mercado nacional.
Podemos concluir que la crisis de Cooperal estuvo ligada a varios factores socioeconómicos y estatales que coadyuvaron a la desaparición de este gremio. El descenso de la producción algodonera del litoral del departamento del Atlántico a fines de los años cincuenta puede señalarse como una de las primeras causas que impulsaron tal situación, ya que esto tuvo efectos en los movimientos financieros de la misma Cooperal. La falta de comercialización del producto golpeó a sus afiliados y condujo a una incapacidad financiera para cubrir gran parte la deuda que no pudo ser superada sin el apoyo financiero y colectivo por parte del IFA y la Caja Agraria. Estos dos elementos sumergieron a Cooperal en una situación difícil, pues se vio desplazada de sus funciones por el IFA, que finalmente asumió sus actividades comerciales. Dos intentos de refinanciación por parte de la Caja Agraria quedaron inconclusos. Los préstamos a los bancos Cafetero, Popular y de la República fueron un fracaso. La intervención del presidente de ese entonces, Guillermo León Valencia, en búsqueda de una solución, demostró el interés político y económico del Gobierno que no pudo hacer nada frente a esta realidad. Cooperal perdió su importancia y estímulo económico al desarrollo agrario de la región, y al mismo tiempo los algodoneros rompieron relaciones comerciales con Diagonal, uno de sus principales mercados comerciales de distribución.
Reflexiones parciales
Al finalizar la década del cincuenta el IFA tenía depositadas 25.000 toneladas de algodón fibra desmotada, cultivadas en los departamentos de Tolima, Cundinamarca, Huila y Caldas. Según la prensa barranquillera, "la producción de algodón de semilla ha sido de [76.000] toneladas, según las compras efectuadas, pero todavía falta gran volumen de la cosecha de algodón en la zona [de] Honda, Armero, Girardot y la Dorada"55. Esto muestra el panorama de otras zonas productoras de algodón que se destacaban a finales de los años cincuenta cuando el Atlántico presentaba una grave situación, derivada de la competencia regional, incentivada por el financiamiento y las distintas políticas gremiales que tuvieron como objetivo final la elevación de la calidad de la fibra. Para el año 1950, se dieron cambios en los precios del algodón,
[…] "a causa de la intensificación de las industrias de tejidos en el país y el alto precio de la fibra extranjera, que ya no podía seguir compitiendo con la nacional […]. Sigue el auge de la industria textil y ya no solamente suben los precios de la mota sino que se abren nuevos campos de producción como Armero en el Tolima, los Santanderes, la región de Mompox, en el Magdalena y más tarde la "milagrosa" región del Sinú".56
Esta producción tuvo características consideradas ventajosas en comparación con las de Atlántico. Por ejemplo, el arado de tierras, el empleo de máquinas, el sistema de cultivos y semillas, pero sobre todo el entusiasmo de los señores agrónomos que se interesaron por experimentar en las nuevas tierras la calidad e la fibra anual.
Al contrario de lo que sucedía en el Sinú, Atlántico presentó aspectos totalmente diferentes: "el agricultor del Atlántico con una capacidad rudimentaria para el cultivo de algodón, una semilla híbrida que, después de veinte años de paciente labor genética en la granja experimental del Departamento, [obtenía] el resultado de siete arrobas por hectárea, fue el fracaso más estruendoso"57. Sin lugar a dudas, las condiciones que desde el principio presentó Atlántico en la economía algodonera fueron inadecuadas, sin maquinarias, con malas semillas, frecuentes veranos, a diferencia de otras regiones en las que se dieron los elementos necesarios. Además, el campesinado tenía poca orientación sobre el cultivo, carecía de créditos a tiempo y no dio los resultados esperados. Atlántico y Magdalena para esta época eran considerados los primeros centros algodoneros del Caribe colombiano, a pesar que desde el inicio del IFA como gremio en el "departamento ha sido un mito, no hay un solo agricultor que haya recibido una sola indicación, un solo consejo, una visita de las máquinas del Instituto para hacer una mejor hectárea". La labor del IFA fue para otras actividades, así se puede ver en algunos documentos en los que se señala que este gremio sostuvo una oficina "con un tren burocrático que demuestra que lo alimentan los cultivos de algodón, principalmente el pequeño agricultor"58.
En una publicación hecha por el Diario del Caribe se señala "que una de las regiones de la costa atlántica donde mejores perspectivas tiene el algodón es en Codazzi donde se produce una excelente calidad y donde se han venido ampliando las siembras. Codazzi es hoy por hoy una de las zonas donde mejor y más cantidades de algodón se produce"59. Por su parte, el agrónomo Penso Urquijo percibía que "se había proyectado la siembra en gran escala de algodón en los municipios de Sinú, [10.000] hectáreas, [1.000] en Aracataca, [2.000] en Valledupar y Villanueva, 1.500 en la Guajira y otros municipios de la Costa"60. Aunque se dieran perspectivas alentadoras sobre los cultivos de algodonales en Atlántico, las ilusiones de los campesinos para recoger lo último del algodón —maraña— estaban puestas en el Cesar y sus alrededores. Todas las cosechas de algodón del litoral para fines de los cincuenta empezaban a desaparecer. A los campesinos les tocó migrar hacia los departamentos vecinos donde empezó a figurar la economía de algodonales financiada por los gremios que buscaron experimentar la siembra de fibra anual. Así se comenzó otra fase económica de este producto diferente a la ya vivida con la variedad perenne.
Oscar Coronel, un campesino de Juan de Acosta, recuerda:
"Después que aquí se dejó de hacer algodón, empezaron [a] hacerlo en toda la región del Cesar; venían [a] avanzar personal de por aquí porque éramos expertos cogiendo algodón. Sembraron algodón, una semilla que le decían estrombil, cogíamos el algodón a $25 […]. Quedamos bastante malucos después que se acabó. Aquí venía gente de todas partes, cachacos, candelarieros, vallenatos, la gente del Valle se vino cuando esto fue algodón; después nosotros nos fuimos pá’allá".61
Otro campesino, Toribio Rocha, dice que:
"En los años cincuenta ya aquí en el municipio de Juan de Acosta ya se había terminado el algodón; entonces nos fuimos a Valledupar a coger algodón el año cincuenta; en el mismo año nos vinimos y no fuimos al Valledupar y anteriormente sí. En los años cuarenta la cosecha más grande del municipio de Juan de Acosta era el algodón criollo que le decíamos".62
La competencia intrarregional y extranjera afectó la producción del litoral del departamento del Atlántico. A esto también se agregan los factores que incidieron en el descenso económico de este producto, como la falta de adecuación técnica por parte de los gremios, la calidad del cultivo, que influyó en el desacuerdo que se tuvo con las políticas gremiales de Atlántico al no cultivarse un solo tipo de algodón. Esto mantuvo una discrepancia entre campesinos del sur del departamento a quienes Cooperal y el IFA financiaron sus cultivos anuales, y los de la zona del litoral, quienes siempre habían cultivado algodón perenne, que no quisieron aceptar el cambio de cultivos pues para ellos esto implicaba mayores costos por el cuidado que requería la planta. Tales diferencias contribuyeron para que Atlántico fuera desplazado como la zona algodonera que había sido desde la década del treinta, y empezara a buscar nuevos horizontes económicos donde la ganadería, y cultivos como la yuca, el tomate y el ajonjolí ocuparan un lugar importante en la economía agropecuaria regional. Así se agudizó la crisis algodonera final del departamento. Para colmo, ni siquiera los intentos de los gremios por fomentar el cultivo en otras zonas permitieron lograr una buena fibra de algodón que pudiera competir con la norteamericana, que seguía siendo una de las mejores del mundo.
Pie de página
1 Absalón Machado, El reformismo agrario. Colombia 1960-1974 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1991), 61.
2 Absalón Machado, El desarrollo agroindustrial de Colombia, 1950-1990 (Bogotá: Siglo XXI Editores, 1991), 25.
3 José Antonio Ocampo, et al., "La consolidación del capitalismo moderno (1945-1986)", en Historia económica de Colombia, ed. José Antonio Ocampo (Bogotá: Tercer Mundo Editores y Fedesarrollo, 1997), 260.
4 Para conocer la importancia del algodón durante los años sesenta contamos con un informe estadístico que muestra las consideraciones cuantitativas en diferentes regiones del país. Allí se aprecia cuáles zonas empezaron a experimentar el sector algodonero y cuáles entraron en detrimento, en 148 fuerte competencia regional. La producción por hectárea durante el periodo 1962-1966 señala que las regiones del litoral y el Meta tuvieron un alto rendimiento, a diferencia de zonas del interior del país. Véase Instituto de Fomento Algodonero, Estadísticas algodoneras nacionales (Bogotá: División de Planeación, 1967), 35.
5 Luis Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia, 1810-1930 (Medellín: FAES, Editorial Ealon, 1979), 402.
6 Gabriel Misas Arango, en su análisis sobre el modelo de sustitución de importaciones, señala detalladamente las características de este al plantear el interrogante de cómo se reflejó tal modelo en el sector manufacturero. Sostiene que se dio una consolidación de grupos oligopólicos, representados por pequeños grupos familiares que tuvieron al mando la mayor parte de la comercialización de productos. Las principales ramas industriales tuvieron el dominio del mercado interior. A diferencia de lo que había sucedido en Europa y Estados Unidos, Colombia desarrolló un mercado oligopólico precoz que permitió que el sector manufacturero pudiera manejar sus precios, al tanto de los precios estipulados en el mercado internacional; esto amparado en altos niveles de protección estatal. La característica primordial de este impulso industrial fue el establecimiento de un sector industrial volcado al mercado interior, sin aprovechar, claro está, los privilegios de economías a gran escala, ni mucho menos las ventajas de las innovaciones tecnológicas, ni las competitividades a nivel internacional. La consecuencia de esta particularidad desarrollada en el sector manufacturero conllevó la aparición de los llamados conglomerados económicos, que se fueron conformando alrededor de la superioridad de la mayor parte de rentabilidades de empresas manufactureras, que con su acumulación de capital ampliaron su capacidad productiva y fueron destinadas a la inversión de otro tipo de actividades como servicios, especulación de divisas, entre otras. Véase: Gabriel Misas Arango, "De la sustitución de importaciones a la apertura. La difícil consolidación industrial", en Desarrollo económico y social en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2001).
7 Un análisis más detallado de la relación comercial que logró establecer la familia Obregón lo podemos observar, desde el punto de vista de la producción y comercialización, con el surgimiento de la industria textil en Barranquilla, en Adolfo Meisel Roca, "La fábrica de Tejidos Obregón de Barranquilla, 1910-1957", Cuadernos de Historia Económica y Empresarial (Cartagena, Banco de la República) 21 (septiembre de 2008).
8 José Antonio Ocampo y Santiago Montenegro. Crisis mundial. Protección e industrialización (Bogotá: Norma, 2007), 169.
9 Adolfo Meisel Roca, "Rezago relativo y creciente integración, 1950-1994", en Historia económica y social del Caribe colombiano, ed. Adolfo Meisel Roca (Barranquilla: Ediciones Uninorte, 1994), 304.
10 Lauchlin Currie, "El algodón en Colombia" (Bogotá: mimeo, 1963), 127, citado por Adolfo Meisel, "Rezago relativo", 304.
11 Eduardo Posada Carbó, "Progreso y estancamiento, 1850-1950", en Historia económica y social del Caribe colombiano, 253.
12 Sergio Paolo Solano de las Aguas, "Relaciones difíciles. Industria textil y cultivo del algodón en la región caribe colombiana, 1850-1930", Cuadernos de Desarrollo Rural (Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá) 6 (2) (2009, enero-junio): 56.
13 Solano de las Aguas, "Relaciones difíciles", 70.
14 En el periódico La Prensa de los años cincuenta se hallan diversas propagandas que publicaba Fagrave para comprar semillas no solo de algodón, sino de coco y ajonjolí para el procesamiento de aceites y grasas vegetales; otras pequeñas empresas utilizaban la semilla para fabricar tortas y otras, alimentos para el ganado.
15 Geografía económica de Colombia II (Barranquilla: Contraloría General de la República, 1936), 104.
16 Monografía del departamento del Atlántico (Bogotá: Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 1973), 81.
17 "La producción algodonera", La Prensa (Barranquilla), 18 de enero, 1951, 4.
18 Guillermo Lozano, "Visita a la desmotadora de la Cooperativa Algodonera", La Prensa (Barranquilla), 27 de febrero, 1952, 8.
19 Julio Nicolás Llinás, "La decisión ministerial sobre el cultivo del algodón en el departamento", La Prensa (Barranquilla), 25 de abril, 1953, 10.
20 Julio Nicolás Llinás, "El cultivo de algodón", La Prensa (Barranquilla), 7 de mayo de 1952, 8.
21 Entrevista a Ángel Alfonso Molina Molina, por Juan de Acosta, 7 de agosto de 2007.
22 Jorge Prink, "Dialogando con los campesinos", La Prensa (Barranquilla), 16 de diciembre, 1952, 10.
23 "Desde febrero hasta julio prohibido sembrar algodón", La Prensa (Barranquilla), 13 de febrero, 1953, 4.
24 "Nada se ha definido sobre la extinción del algodón perenne, reunión hoy en la Cooperativa", La 157 Prensa (Barranquilla), 27 de abril de 1954, 7.
25 "768.965 kilos de algodón produjo el departamento durante el año 1956", El Diario del Caribe (Barranquilla), 17 de abril, 1957, 3.
26 Meisel, "Rezago relativo", 289.
27 Meisel, "Rezago relativo", 293.
28 "De la industria textil partió la iniciativa de estimular el cultivo del algodón en Colombia", La Prensa (Barranquilla), 10 de marzo de 1955, 8.
29 "De la industria textil", 8.
30 "El desarrollo de la producción algodonera", La Prensa (Barranquilla), 15 de julio, 1942, 5.
31 Abigail Arteta Echeverría, "Desarrollo histórico de la economía de Juan de Acosta". Mimeografiado.
32 Alirio Bernal. Barranquilla industrial (Barranquilla: s. e. 1942), 44.
33 Eduardo Posada Carbó, El Caribe colombiano. Una historia regional (1870-1950) (Bogotá: Banco de la República, El Áncora Editores, 1998), 124.
34 Posada, El Caribe colombiano, 129.
35 Yesid Soler, Bonanza y crisis del oro blanco en Colombia, 1969-1980 (Bogotá: Editográficas, 1982). Consultado 10 de octubre de 2010. http://algodoncolombia.blogspot.com/
36 "El Gobierno y la Cooperativa", La Prensa (Barranquilla), 22 de agosto, 1950, 3.
37 Luis Torres Villa, "Asamblea reglamentaria de la Cooperativa Algodonera", La Prensa (Barranquilla), 19 de agosto, 1950, 11.
38 "La Cooperativa Algodonera, una institucionalidad al servicio de la economía agraria del litoral atlántico", El Economista (Barranquilla), marzo, 1955, 86.
39 "Los cultivadores de algodón sí tienen crédito", La Prensa (Barranquilla), 10 de julio, 1954, 13.
40 "Apoyo oficial para la Cooperativa Algodonera", Diario del Caribe (Barranquilla), 18 de junio, 1962, 4.
41 "Buena cosecha de algodón en el Atlántico", La Prensa (Barranquilla), 17 de mayo, 1961, 5.
42 "Buena cosecha", 5.
43 "Vendida la cosecha de algodón a industrias locales", Diario del Caribe (Barranquilla), 24 de abril, 1962, 1.
44 "2 millones necesita la industria algodonera, para superar la crisis", Diario del Caribe (Barranquilla), 18 de junio, 1962, 1.
45 "Valencia interviene en el problema de la algodonera", Diario del Caribe (Barranquilla), 18 de marzo, 1963, 1-2.
46 "Apoyo oficial para la Cooperativa Algodonera", 4.
47 "La Agraria decidirá crisis de algodoneros. Habla gerente de la Cooperativa", Diario del Caribe (Barranquilla), 25 de junio, 1962, 2.
48 "Negado el préstamo para la algodonera. La entidad no se acabará: Acosta", Diario del Caribe (Barranquilla), 7 de julio, 1962, 1-2.
49 "150 millones vale la cosecha de algodón", Diario del Caribe (Barranquilla), 7 de abril de 1962, 2.
50 "La actual situación de la Cooperativa no es alarmante", Diario del Caribe (Barranquilla), 5 de octubre, 1962, 11.
51 "IFA comprará plata de la algodonera por $800 mil pesos", Diario del Caribe (Barranquilla), 16 de noviembre, 1962, 1.
52 "Buscan la quiebra de la Cooperativa Algodonera", Diario del Caribe (Barranquilla), 27 de marzo, 1963, 3.
53 "Fracasa financiación para la algodonera", Diario del Caribe (Barranquilla), 31 de julio, 1963, 2.
54 "A partir de hoy se inicia la compra de algodón en la costa", Diario del Caribe (Barranquilla), 10 de diciembre, 1962, 11.
55 "La producción de algodón ha sido bastante grande", Diario del Caribe (Barranquilla), 30 de septiembre, 1959, 2.
56 "La cosecha de algodón del Atlántico y Magdalena", La Prensa (Barranquilla), 23 de septiembre, 1950, 3.
57 "La cosecha de algodón", 3.
58 "La cosecha de algodón", 3.
59 "Mejora la cosecha en Atlántico, la lluvia beneficia las sementeras", Diario del Caribe (Barranquilla), 4 de junio de 1958, 2.
60 "Se intensificará el cultivo del algodón en diversos municipios de la costa", Diario del Caribe (Barranquilla), 2 de julio, 1958, 1.
61 Entrevista a Óscar Coronel, por Juan de Acosta, 1º de enero de 2008.
62 Entrevista a Toribio Rocha, por Juan de Acosta, 7 de agosto de 2007.
Bibliografía
Fuentes primarias
Manuscritos
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Entrevistas
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