En la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) 1 de 2015, la violencia de pareja (VP) se considera, como lo indica la OMS, como un problema de salud pública y de derechos humanos con repercusiones en las víctimas, sus familias y en las comunidades. La ENDS, siguiendo la Ley 1257 de 2008, la define como "cualquier acción u omisión, que le cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial por su condición de mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, bien sea que se presente en el ámbito público o en el privado" 1. De igual manera, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la reconoce como todo acto de violencia de género que resulte o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, e incluye amenazas, coacción o la privación libertad 2.
Otros estudiosos del tema vinculan el fenómeno de la VP en el marco de la violencia intrafamiliar (VIF) y advierten que es un problema social de expresión global multicausal y multidimensional caracterizado por la complejidad en su análisis, en tanto que en el confluyen distintos factores individuales, familiares, sociales y culturales 3-8.
El sexismo influye en el mantenimiento de roles de género que históricamente han justificado la VP en los ámbitos familiar, laboral o social, dado que dificulta el reconocimiento del maltrato, como los celos y el control son interpretadas como prácticas románticas 9,10.
La violencia se gesta en el núcleo familiar y, contrario a lo que se piensa, en este escenario se producen la mayor cantidad de agresiones. De acuerdo con las cifras reportadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia (INMLC), entre los años 2009 y 2018 se reportaron 522 454 casos de violencia de pareja en el Sistema Médico Legal, lo que alerta sobre la magnitud del fenómeno 11. El fenómeno se presenta tanto en hombres como en mujeres, pero son las mujeres quienes en mayor proporción son agredidas 7,9,11,12.
La ENDS reportó que 31,9 % de mujeres alguna vez sufrió violencia física de pareja o expareja, frente al 22,4% de los hombres. El 64,1% de las mujeres han estado expuestas a alguna forma de violencia psicológica, frente al 74,4% de los hombres. Respecto de la violencia económica, el 31,1% de las mujeres y el 25,2% de los hombres la reportaron. El 7,6 % de las mujeres manifestó violencia sexual por parte de su pareja o expareja 1.
La violencia de pareja es para Cerezo 8 una situación cotidiana desarrollada por la influencia de múltiples factores que rodean al individuo, familia y sociedad. Es un tema de interés público pues afecta a personas de ambos sexos de todos los niveles socioeconómicos. Al ser un suceso cotidiano se naturaliza como parte de la dinámica familiar sin advertirla como una situación amenazante.
Es un fenómeno que lleva a los hombres a considerar sus acciones y sus creencias como legítimas, ligadas a su naturaleza 13.
En este sentido, se resalta el papel práctico de las representaciones sociales en la regulación de los comportamientos individuales y colectivos como una expresión del pensamiento natural 14. La forma como los individuos viven, interpretan y reproducen hechos negativos o violentos está ligada a la expresión de su pensamiento, forjado en la comunidad de origen.
Los imaginarios y las representaciones sociales en contextos históricos particulares pueden constituirse en un factor de riesgo en las relaciones de pareja, en tanto reproducen y mantienen modelos de trato abusivo y violento entre sus miembros 15.
En Colombia, se ha investigado la violencia que se genera en las relaciones de pareja en relación con la cultura machista, derivada de la concepción histórica, cultural y social de la familia patriarcal, que ha permanecido arraigada por años 16. Sin embargo, no se han realizado estudios que asocien mitos de la violencia intra-familiar con la violencia de pareja. El objetivo del estudio fue evaluar si la existencia de mitos relacionados con la VIF se relaciona con los procesos de naturalización de la violencia de pareja (VP).
MATERIAL Y MÉTODOS
Se desarrolló un estudio cuantitativo, exploratorio de corte transversal. El grupo de 731 participantes estuvo conformado en un 41,6% [304] por hombres y un 58,4% [427] por mujeres; todos, colombianos con edades entre 20 y 65 años, en unión marital vigente, con convivencia mayor a tres años que no han denunciado violencia de pareja por considerar que esta no se presenta en su relación.
Se diseñó un cuestionario de 46 reactivos en tres secciones: "Variables sociodemográficas", compuesta por 7 reactivos que indagan sobre, sexo, edad, nivel educativo, tipo de unión y familia, ocupación y estrato; "Representaciones sociales sobre VIF" con 12 reactivos basados en los mitos propuestos por Barnett (17), que reporta un Cronbach de 0,76; y la "Escala de violencia e índice de severidad" 18, compuesta de 27 reactivos que evalúan violencia psicológica, física, económica y sexual que reporta un Cronbach de 0.99.
El cuestionario incluyó una pregunta para determinar el consentimiento informado sobre la participación en el estudio. La muestra fue por conveniencia. Se utilizó el programa SPSS 25 para los análisis.
RESULTADOS
Esta investigación considera que la violencia se naturaliza cuando el participante acepta que ha sido víctima de algún episodio violento, pero no se reconoce tal. El 16% de las mujeres y 18% de los hombres respondieron de manera negativa a todos los reactivos que evalúan actos violentos. Es decir, el 82% de los participantes han sido víctimas de algún acto violento por parte de su pareja.
Se determinó cuántas de las personas que han sufrido actos violentos por parte de su pareja han naturalizado la violencia, es decir, el número de personas que respondieron "no" al ítem en el cual se les pregunta si se consideran víctimas y que, en efecto, sí han padecido algún acto violento. La Tabla 1 muestra que del total de 606 participantes que han sufrido eventos violentos solo el 51% se reconocen a sí mismos como víctimas, frente al 49% que no se reconocen a pesar de haber padecido episodios violentos.
Variables | Sexo | |||
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Mujer | Hombre | Total | ||
Se considera víctima | No | 157 | 140 | 297 |
Sí | 201 | 108 | 309 | |
Total | 358 | 248 | 606 |
Los análisis indican que una proporción de las víctimas (49%) ha naturalizado la violencia, es decir, 40% de la muestra. Para evaluar si este fenómeno se relaciona con la existencia de mitos relacionados con la VIF, se establecieron 3 grupos para compararlos. El grupo 1 corresponde a los participantes que nunca han sido víctima de eventos violentos; el grupo 2 a los participantes que han sido víctimas de episodios violentos y se consideran víctimas; y el grupo 3 a los participantes que han sido víctimas pero que no se consideran víctimas (Tabla 2).
Caracteristicas mitos | Grupo 1 | Grupo 2 | Grupo 3 | Total |
---|---|---|---|---|
(N=125) | (N=309) | (N=297) | (N=731) | |
Mito 1: Cuando una persona recibe maltrato es porque se lo ha buscado | 1,5 (,9) | 1,9 (1,1) | 1,8 (1,1) | 1,8 (1,1) |
Mito 2: Una persona maltratada es culpable por permanecer junto a quien la maltrata | 2,6 (1,5) | 3,0 (1,4) | 2,9 (1,5) | 2,9 (1,5) |
Mito 3: La familia debe mantenerse unida a cualquier costo | 2,3 (1,4) | 3,2 (1,4) | 3,1 (1,5) | 3,0 (1,5) |
Mito 4: Las personas que agreden a sus familiares son violentos por naturaleza | 2,9 (1,5) | 2,9 (1,3) | 3,0 (1,3) | 3,0 (1,3) |
Mito 5: Las personas que agreden a sus familiares también fueron maltratadas en su infancia | 3,0 (1,5) | 3,4 (1,2) | 3,3 (1,2) | 3,3 (1,2) |
Mito 6: Es normal recurrir a la violencia para solucionar conflictos | 1,3 (0,7) | 1,9 (1,1) | 1,6 (1,0) | 1,7 (1,0) |
Mito 7: Lo que ocurre dentro de una familia es privado: "la ropa sucia se lava en casa" | 3,0 (1,5) | 3,6 (1,3) | 3,5 (1,4) | 3,5 (1,4) |
Mito 8: El consumo de alcohol y droga es causa de violencia intrafamiliar | 3,2 (1,5) | 3,3 (1,4) | 3,6 (1,4) | 3,4 (1,4) |
Mito 9: La falta de recursos económicos es responsable de la violencia intrafamiliar | 2,3 (1,3) | 2,9 (1,3) | 2,7 (1,3) | 2,7 (1,3) |
Mito 10: La violencia física es más grave que la violencia verbal o emocional | 2,0 (1,2) | 2,5 (1,3) | 2,5 (1,4) | 2,4 (1,3) |
Mito 11: Los padres tienen derecho a castigar a los hijos cómo y cuándo lo consideren adecuado | 2,7 (1,4) | 3,6 (1,3) | 3,3 (1,4) | 3,3 (1,4) |
Mito 12: El hombre debe dejar claro que es él quien manda en el hogar | 1,5 (0,8) | 1,8 (1,1) | 1,8 (1,1) | 1,7 (1,0) |
Al comparar los tres grupos se evidencia que el único mito en el cual el grupo 3 muestra una puntuación media superior a los demás grupos es "El consumo de alcohol y droga es causa de violencia intrafamiliar". La mayoría de los mitos tienen una puntuación media superior para el grupo 2; sin embargo, en el caso de los mitos "Una persona maltratada es culpable por permanecer junto a quien la maltrata", "Las personas que agreden a sus familiares también fueron maltratadas en su infancia", "Lo que ocurre dentro de una familia es privado", "La falta de recursos económicos es responsable de la violencia intrafamiliar", "La violencia física es más grave que la violencia verbal o emocional" y "El hombre debe dejar claro que es él quien manda en el hogar" la puntuación es equivalente entre los grupos 2 y 3. El grupo 1 muestra una puntuación media inferior en todos los mitos en relación con los grupos de víctimas.
Con el fin de evaluar si las representaciones sociales inciden en la naturalización de la violencia, se retienen únicamente los participantes que han vivido algún acto de violencia y se comparan entre quienes se consideran víctimas y quienes no se consideran víctimas.
Finalmente, se exploró si la creencia en los mitos se relaciona con un tipo particular de violencia. Para esto se seleccionaron únicamente los casos de participantes que naturalizan la violencia, es decir, aquellas que respondieron afirmativamente a algún acto de violencia pero que no se consideran víctimas y se les asignó un puntaje de representación de la VIF calculado a partir del promedio de acuerdo que se tiene con respecto a los 12 mitos. Se utilizó este puntaje como variable dependiente para comparar con los tipos de violencia. La muestra tiene una repartición normal, por lo que se procedió a realizar análisis de varianzas.
Se encontró que, cuando se comparan las frecuencias de los actos violentos según el tipo de violencia, con el nivel de acuerdo que se tiene frente a los mitos, existe una incidencia de los mitos en la violencia psicológica (F(39) = 1,463; p<0,045), en la violencia económica (F(39) = 1,4o6; p<o,o64) y en la violencia física(F (39) = 1,657; p<0,012).
La representación de la violencia tiene una correlación significativa con el puntaje de violencia psicológica (r=0,194; p<0,001) y significativa con el puntaje de violencia física (r=0,138; p<0,017). Para terminar, con el fin de comprender las representaciones sociales frente a la violencia, se relaciona el puntaje de representación de la VIF (mitos) con variables sociodemográficas, y se obtiene una correlación significativa con el nivel de estudios del participante (r-0,283; p<0.000), es decir, a menor nivel educativo, mayor acuerdo con respecto a los mitos comunes que existen sobre la VIF.
DISCUSIÓN
El objetivo del estudio fue evaluar si la existencia de mitos sobre la VIF se relaciona con los procesos de naturalización de la VP. En este sentido, esta investigación aporta al estudio de la violencia de pareja al evidenciar que los comportamientos abusivos y violentos hacen parte de la vida cotidiana de la pareja en Colombia al igual que en otros países 8. El estudio muestra que la violencia está presente en un alto porcentaje de los participantes.
Se observan diferencias en el porcentaje de hombres y mujeres víctimas de violencia entre el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia (INMLC) y este estudio. El primero pone su atención en las denuncias con mayor porcentaje de mujeres; el segundo, en parejas que no han denunciado. Es decir, los primeros son casos denunciados en los que solo se reporta la violencia física, mientras que los participantes de esta investigación reportan otros tipos de violencia además de la física, no visible y fácilmente inadvertida, pero que puede acarrear alteraciones de la salud psicológica y físicas secundarias 5.
Algunos autores indican que la naturalización de la violencia se encuentra anclada a la cultura que ha asociado la masculinidad con fortaleza, dominancia, rol protector y proveedor, mientras que la feminidad a la delicadeza, sumisión, fragilidad, empatía, al cuidado de otros, a la capacidad de sanar y ser incondicional 8. Los resultados coinciden con el autor al mostrar un menor número de hombres que se consideran víctimas, puesto que culturalmente no es lo esperado. De esta manera, se reproducen y naturalizan formas de organización social que mantienen estructuras desiguales, lo cual lleva a hombres y mujeres a aceptar como naturales comportamientos agresivos por la condición masculina y de aceptación y comprensión por la condición femenina. Asimismo, Marqués sostiene que, de esta manera, se quita responsabilidad a las partes y se reproducen las prácticas patriarcales por la dificultad en reconocer el trato abusivo y violento 13.
No obstante, los resultados no son concluyentes en cuanto a que, no todos los mitos incluidos en este estudio se relacionan directamente con procesos de naturalización de la violencia. Se encontraron diferencias significativas en los mitos relacionados con considerar que la violencia es justificable como método de resolución de conflictos, coincidiendo con Moral de la Rubia, en el planteamiento sobre que las ideas aceptadas culturalmente sobre la violencia de pareja permean la organización social, lo cual lleva a plantearse la búsqueda de nuevos reactivos para evaluar la naturalización de la violencia 19.
Por otra parte, se presentaron puntuaciones sistemáticamente superiores de los grupos que reportaron haber sufrido de parte de su pareja actos violentos, sobre el grupo que no reporto violencia. Sin embargo, si se tienen en cuenta los promedios obtenidos de acuerdo con los mitos, aunque no se muestren necesariamente de acuerdo, se muestran ambivalentes al manifestar su acuerdo o desacuerdo explícito con los mitos sobre la violencia intrafamiliar. Esto puede significar que, si bien la creencia en mitos no parece estar relacionada con los procesos de naturalización tal y como se determinó el criterio de evaluación de la naturalización, el nivel de desacuerdo con los mitos se muestra como variable predictora de su presencia.
Los factores culturales determinan, por aprendizaje y modelamiento, las relaciones asimétricas de poder entre los miembros de la pareja. Los resultados obtenidos en esta investigación sugieren una lectura inversa del mismo resultado, es decir, el desacuerdo con los mitos puede generar cambios positivos en el comportamiento de los cónyuges. Los resultados confirman y sugieren algunos de los aspectos que se deben trabajar para enfrentar los estereotipos de género y las representaciones sociales, que tienden a naturalizar la violencia intrafamiliar y de pareja. El rechazo franco hacia dichos estereotipos aporta en la protección a las parejas respecto de la violencia conyugal.
Para terminar, se encontró que las representaciones sociales inciden en algún grado en los tipos de violencia de pareja, que se presentan como naturalizados. Al comparar las frecuencias de los actos violentos según el tipo de violencia con el nivel de acuerdo que se tiene frente a los mitos de la VIF, existe alguna incidencia de las percepciones sociales en la violencia psicológica, física y violencia económica, no así, con la violencia sexual, lo cual se explica porque en los mitos propuestos por Barnett 17 no se incluye este, lo cual se constituye en otro aporte relevante de este estudio.
No obstante, el estudio no es concluyente; identifica trazas de naturalización de la violencia en parejas colombianas heterosexuales ya que la mayoría de los participantes reportaron haber padecido de su pareja actos violentos, lo cual indica la necesidad de realizar estudios en metodología cualitativa que permitan identificar nuevos mitos que complementen la propuesta de Barnett 17 y profundicen en los imaginarios sobre ser víctima.
La forma como las personas asumen e interpretan los hechos violentos depende estrechamente de los modelos aprendidos socialmente y en particular los vivenciados en el contexto familiar, lo cual coincide con los estudios realizado por Guedes 7 y Cerezo 8.
Estudios anteriores indican que en Colombia se cataloga la violencia de pareja (VP) como un problema de salud pública por su impacto en los servicios y presupuestos de salud, al punto que se afirma que más de la tercera parte de las mujeres la han reportado 16,20.
Respecto de las acciones de política pública a desarrollar en Colombia, el estudio aporta en cuanto a que sus resultados fundamentan la relevancia de darle prioridad a la prevención de la violencia de pareja por sus consecuencias negativas en la salud, los derechos humanos y la economía de la población. Otro aporte del estudio es el avance a partir de las trazas de naturalización de la violencia encontradas para dar peso específico a los factores culturales, sociales y familiares que, al no tener evidencias físicas, son poco exploradas en las consultas jurídicas y de salud, pero que interactúan simultáneamente en la reproducción de las relaciones asimétricas entre hombres y mujeres ♦