Introducción
El consumo excesivo de alcohol, tabaco y drogas se asocia con diversas enfermedades y representa una carga importante de mortalidad y de discapacidad, principalmente en los hombres (World Health Organization [WHO], 2009, 2011). En México, los resultados de la Encuesta Nacional de Adicciones de 2011, que incluye población de 12 a 65 años de edad, mostraron que la prevalen-cia de consumo de cualquier droga alguna vez en la vida tuvo un incremento significativo en 2011 (7,8 %), con respecto a 2002 (5,0 %); y el consumo de cualquier droga ilegal incrementó de 4,1 % a 7,2 % (Villatoro et al., 2012). Específicamente, en población estudiantil de 14 a 18 años de edad de la Ciudad de México el consumo de tabaco disminuyó comparado con la encuesta de 2009; en el caso del alcohol, también se presentaron disminuciones en su consumo; sin embargo, el consumo de drogas ilegales incrementó (Secretaría de Educación Pública, 2013).
En Colombia, el Estudio Nacional de Consu mo de Sustancias Psicoactivas de 2013, que se realizó con población de 12 a 65 años de edad, mostró que el alcohol y el tabaco -igual que en México- son las sustancias de mayor consumo en el país, y las prevalencias de consumo alguna vez en la vida disminuyeron ligeramente en los últimos años; mientras que el consumo de drogas ilegales aumentó (Ministerio de Justicia y del De recho & Ministerio de Salud y Protección Social, 2014). Datos del Estudio Nacional en población estudiantil de 11 a 18 años de edad mostraron que, en comparación con los datos de 2011, en el consumo de alcohol hubo un ligero descenso y en el consumo de tabaco hubo un descenso mayor; mientras que el uso de la cocaína aumentó y el de la marihuana disminuyó (Ministerio de Justicia y del Derecho, Ministerio de Educación Nacional, & el Ministerio de Salud y Protección Social, 2012).
Los resultados de las Encuestas Nacionales que se han llevado a cabo en ambos países representan un termómetro importante respecto al uso de sus tancias y permiten orientar la toma de decisiones y el diseño de políticas públicas; asimismo, destacan la importancia de hacer investigación encaminada a fortalecer los programas de intervención universal dirigidos a jóvenes, basados en evidencia empírica.
La literatura internacional referente a los fac tores asociados con el consumo de alcohol, tabaco y/o drogas es bastante amplia, existen estudios que se enfocan en una o dos variables y otros que contemplan una variedad, tanto de aspectos indi viduales como familiares y sociales. Sin embargo, la mayoría de los estudios se enfocan en factores de riesgo más que en factores protectores, a ex cepción de las investigaciones de Jessor y sus colaboradores, quienes consideran tanto facto res de riesgo como de protección a nivel indivi dual y contextual (Costa, Jessor & Turbin, 2007; Jessor, Costa, Kreuger & Turbin, 2006; Jessor et al., 2003; Jessor & Turbin, 2014). Sin embargo, hay poca investigación que analice las fortalezas de los jóvenes que no consumen alcohol, tabaco y/o drogas.
A finales de la década de los noventa surgió el enfoque del desarrollo positivo de los jóvenes (PYD, por sus siglas en inglés), que enfatiza las potencialidades manifiestas de los jóvenes más que las supuestas incapacidades (Damon, 2004) y reconoce la existencia de adversidades y desafíos dentro de esta etapa, pero se enfoca más en identi ficar las fortalezas de los jóvenes que los déficits (Lerner et al., 2005). En 1990, Benson definió las fortalezas del desarrollo como relaciones clave, oportunidades, valores, habilidades y autoper-cepciones que ayudan a los jóvenes a limitar su involucramiento en conductas de riesgo, demostrar resiliencia ante la adversidad y ser productivos (Benson, Scales, Hamilton & Sesma, 2006). Se propusieron 40 fortalezas: 20 internas (fi), que se refieren a valores, habilidades y autopercepcio-nes que los jóvenes desarrollan para regularse a sí mismos y 20 externas (fe), que hacen referencia a las oportunidades de desarrollo positivo que se dan por medio de las múltiples interacciones adultos-adolescente-pares y son reforzadas por las instituciones como la escuela y la comunidad (Benson, 2002; Benson, Leffert, Scales & Blyth, 1998; Leffert et al., 1998).
Entre los estudios que analizan las fortalezas de los jóvenes que no se involucran en conductas de riesgo está el de Benson et al. (1998), quienes evaluaron las fortalezas tanto internas (fi) como externas (fe) de los jóvenes, y encontraron que aquellos adolescentes que reportaron un menor consumo de alcohol, tabaco y drogas ilícitas son los que presentaron más fortalezas; no hicieron un análisis de cuáles fortalezas son las que se re lacionan más con el bajo consumo, simplemente consideraron si los jóvenes tenían o no algunas de las 40 fortalezas. En ese mismo año, Leffert, et al. (1998) reportaron que la fortaleza externa que más protege a los jóvenes del consumo de alcohol y drogas es la influencia positiva de los amigos, esto es, los mejores amigos del joven son un buen ejemplo de comportamiento responsable.
Otros autores han evaluado un menor número de fortalezas. En este caso, Murphey, Lamonda, Carney y Duncan (2004) solo evaluaron seis for talezas relacionadas con actividades escolares y comunitarias (calificaciones escolares, comunica ción con los padres acerca de la escuela, participa ción en actividades comunitarias) y encontraron resultados similares a los de Benson et al. (1998), en los que se afirma que a mayor número de forta lezas, menor involucramiento en siete conductas de riesgo, entre las que incluyen el consumo de tabaco, alcohol y marihuana.
Por su parte, Oman et al. (2004) evaluaron la asociación entre nueve fortalezas (adultos como modelos positivos, amigos como modelos po sitivos, comunicación familiar, uso del tiempo libre, involucramiento religioso, cuidado de la salud, involucramiento comunitario, aspiraciones futuras y decisiones responsables) y el uso de al cohol y drogas en adolescentes de 13 a 19 años. Encontraron relaciones positivas entre el no uso de alcohol y dos fortalezas externas: modelos de amigos positivos y comunicación familiar positi va. También compararon el número de fortalezas entre los jóvenes usuarios y no usuarios de alcohol, los autores encontraron que aquellos jóvenes que tienen cuatro o más fortalezas es menos probable que reporten uso de alcohol. Asimismo, los jóve nes que reportaron tres o más fortalezas tuvieron menos probabilidad de usar drogas.
En contraste, Beebe et al. (2008) investigaron la relación entre las mismas nueve fortalezas que evaluaron Oman et al., (2004) y el no consumo de tabaco, alcohol y otras drogas en una muestra menor de indios americanos, y encontraron que la fe adultos (no padres) como modelos positivos se asocia significativamente con el no uso de alcohol, tabaco y otras drogas.
Otro estudio que demostró que las fortalezas son factores protectores del consumo de alcohol, taba co y marihuana es el de Dunn, Kitts, Lewis, Goo-drow y Scherzer (2011), quienes evaluaron ocho fortalezas: aspiraciones futuras, control interno, empatía, expectativas parentales, apoyo parental, autoconfianza, influencia positiva de pares y ayuda de los pares. Los autores encontraron relaciones significativas entre el no uso de alcohol y de tabaco y las fe disponibilidad de ayuda de los amigos, expectativas parentales e influencia positiva de pares; el apoyo parental y la influencia positiva de los amigos fueron significativas en hombres y mujeres que no habían consumido marihuana en los últimos treinta días.
Más recientemente, Lenzi, Dougherty, Furlong, Sharkey y Dowdy (2015) propusieron la confi guración de un modelo protector de conductas de riesgo (uso de alcohol y tabaco) y problemas emocionales basado en la cantidad, variedad y configuración de fortalezas del desarrollo y en contraron que los adolescentes que reportan mayor número de fortalezas en mayor número de domi nios tienen menor probabilidad de experimentar conductas de riesgo.
Como se puede apreciar, diferentes autores han evaluado diferentes fortalezas, lo cual como afirman Larson y Tran (2014) demuestra que aún no existe un consenso acerca de cuáles fortale zas están inmersas en el desarrollo positivo, pero sí hay un consenso general en cuanto a que las trayectorias saludables de los adolescentes están determinadas por la interacción entre múltiples influencias entre el adolescente y su ambiente y, por lo tanto, entre fortalezas internas y externas.
En México y en Colombia se han llevado a ca bo algunos estudios de factores asociados con el consumo de alcohol, tabaco y drogas en jóvenes (Albarracín & Muñoz, 2008; Andrade, Betancourt & Camacho, 2008; Cicua, Méndez & Muñoz, 2008; Cogollo-Milanés et al., 2011; Latimer et al., 2004; Londoño, Torres & Contreras, 2004; Strunin et al., 2013; Villarreal, Sánchez & Musitu, 2013), pero son pocos los estudios que se han llevado a cabo con el enfoque del pyd. En México, Andrade, Morales, Sánchez y González (2013) identificaron algunas fortalezas de los jóvenes que no presentan conductas de riesgo, las cuales se clasificaron en internas y externas, como lo propusieron Benson et al., (2006). En el presente estudio se analizan y comparan las fortalezas externas referentes a la familia y los amigos y el consumo de tabaco, alcohol y drogas en jóvenes mexicanos y colom bianos. La hipótesis central del estudio propone que los adolescentes que no consumen alguna de estas sustancias presentan un mayor número de fortalezas.
Método
Se llevó a cabo un estudio no experimental, de campo y transversal.
Participantes
La muestra estuvo constituida por 1987 adoles centes, seleccionados de manera no probabilística, 49,87 % de Colombia y 50,13 % de México. De los adolescentes de México, 41,1 % fueron hombres y 58,9 % mujeres con un promedio de edad de 16,9 años (D.E. = 1,3). Por lo que respecta a la muestra de Colombia, 43,7 % fueron hombres y 56,3 % mujeres, con un promedio de edad de 16,34 años (D.E = 0,98). El porcentaje de jóvenes mexicanos que informó vivir con ambos padres fue mayor (67,57 %) que los colombianos (50,95 %).
Instrumentos
Para medir las fortalezas externas relacionadas con la familia, se utilizaron tres dimensiones de la escala de Prácticas Parentales de Andrade y Betancourt (2010): Comunicación materna (α= 0,94 para México y α = 0,93 para Colombia), Supervisión materna (α = 0,86 para México y α = 0,83 para Colombia) y Comunicación-Supervisión Paterna (α = 0,96 para México y α = 0,97 para Colombia); dicho instrumento es una escala tipo Likert con cuatro opciones de respuesta, que van desde 'siempre' a 'nunca'.
Las fortalezas externas relacionadas con amigos se evaluaron con una escala diseñada específica mente para este estudio, que consta de tres dimen siones: No tener amigos con conductas de riesgo (α = 0,76 para ambos países), No tener amigos que se involucren en conductas antisociales (α = 0,67 para México y α = 0,64 para Colombia) y tener amigos con conductas saludables (α = 0,64 para México y α = 0,55 para Colombia). Este instru mento es una escala tipo Likert con cuatro opcio nes de respuesta, que van de 'ninguno' a 'todos'.
Por lo que respecta al consumo de sustancias (tabaco, alcohol y drogas ilegales), se utilizaron los indicadores del inventario de Conductas de Riesgo de Andrade y Betancourt (2008) que evalúan la fre cuencia y cantidad del consumo de estas sustancias, así como la edad del primer consumo. Cabe señalar que los instrumentos empleados fueron diseñados inicialmente para adolescentes mexicanos, poste riormente se hicieron adaptaciones discursivas al contexto colombiano y se obtuvieron los índices de confiabilidad (alfa de Cronbach) para cada una de las dimensiones.
Procedimiento
Se acudió a las autoridades escolares para soli citar el permiso para llevar a cabo la aplicación de los instrumentos dentro de las instalaciones de las instituciones educativas. Los instrumentos fueron autoaplicables y la aplicación fue de manera grupal. A los participantes se les explicó el objetivo de la investigación y se les solicitó su participación voluntaria, así como la firma del consentimiento informado por parte de sus padres. Se les garantizó el anonimato y se respondieron dudas de aquellos que así lo solicitaron.
Resultados
Para determinar cuántos de los adolescentes han consumido tabaco, alcohol o drogas ilegales alguna vez en su vida se realizaron tablas de contingencia por país y por sexo. Como se observa en la tabla 1, fue mayor el porcentaje de adolescentes de la muestra de México que reportaron haber consu mido alguna vez en su vida tabaco en contraste con los de Colombia, esto tanto para hombres (X2 = 54,41, p<0,01), como para mujeres (X2 = 48,71, p<0,01). Por lo que respecta a los adolescentes que han consumido bebidas alcohólicas, los hallazgos mostraron que en el caso de los hombres no hu bo diferencias significativas por país (X2 = 0,89, p>0,05); sin embargo, en el caso de las mujeres, fue mayor el porcentaje en la muestra de Colombia que en la de México (X2 = 7,07, p<0,05).
Tabla 1 Consumo de sustancias por país de residencia y por sexo de los adolescentes
Hombres | Mujeres | |||
México | Colombia | México | Colombia | |
% | % | % | % | |
Tabaco | 65,5 | 39,9 | 65,2 | 44,6 |
Alcohol | 82,3 | 84,7 | 79,9 | 85,9 |
Drogas ilegales | 29,7 | 29,0 | 21,6 | 28,2 |
Para el consumo de drogas ilegales, los re sultados mostraron que en el caso de los varones no se encontraron diferencias significativas por país, mientras que en las mujeres colombianas fue mayor el porcentaje que en las mexicanas (X2 = 6,51, p<0,05).
En cuanto a la edad del primer consumo de alcohol, tabaco y drogas ilegales, se realizaron pruebas t de Student para muestras independientes para determinar si había diferencias estadística mente significativas entre los jóvenes de México y Colombia, dichos análisis se realizaron por sexo. Los resultados mostraron diferencias significativas en casi todos los análisis, los adolescentes hom bres y mujeres de Colombia son quienes iniciaron a más temprana edad su consumo en los tres ti pos de sustancias, en contraste con la muestra de México (tabla 2), excepto en la comparación de drogas ilegales en varones.
Por otro lado, se creó un indicador de consumo de sustancias que combina el consumo de las tres sustancias; como se puede observar en la tabla 3, de manera general hubo un mayor porcentaje de adolescentes colombianos (hombres y mujeres) que refirió haber consumido una sustancia. En el caso de la muestra de México, la mayor proporción se encontró en el consumo de dos de las sustancias evaluadas. Estos resultados mostraron diferencias significativas entre el grupo de México y de Co lombia (X2 = 48,81, p<0,001, para hombres X2 = 57,65, p< 0,001, para mujeres).
Tabla 2 Diferencias en la edad del primer consumo por país de residencia y por sexo de los adolescentes
Edad del | Sexo | México | Colombia | T | |||
primer consumo | M | DE | M | DE | |||
Mexico | Hombres Mujeres | 14,14 14,45 | 2,03 1,90 | 12,70 12,84 | 2,70 2,24 | 6,26** 9,61** | |
Alcohol | Hombres Mujeres | 13,88 14,32 | 2,29 2,06 | 13,19 13,16 | 1,98 1,94 | 4,24** 8,79** | |
Drogas | Hombres | 13,85 | 3,58 | 13,77 | 2,11 | 0,13 | |
ilegales | Mujeres | 14,21 | 1,86 | 13,32 | 2,29 | 3,01* |
Nota: *p<0,01 **p<0,001.
Tabla 3 Indicador de consumo de sustancias por país de residencia y por sexo de los adolescentes
Hombres | Mujeres | ||||||
México | Colombia | México | Colombia | ||||
% | % | % | % | ||||
No ha consumido | 14,0 | 13,7 | 14,5 | 12,1 | |||
Ha consumido una de las sustancias | 22,2 | 42,7 | 23,6 | 40,7 | |||
Ha consumido dos de las sustancias | 36,4 | 18,8 | 42,0 | 23,4 | |||
Ha consumido tres de las sustancias | 27,4 | 24,8 | 19,9 | 23,8 |
Para obtener los puntajes totales de las forta lezas externas, se obtuvo el percentil 75 de cada una de las fortalezas evaluadas, esto con el propó sito de considerar a aquellos jóvenes que estuvie ron dentro de este como aquellos con la presen cia de la fortaleza evaluada y los que estuvieran por debajo de ese percentil como la ausencia de la fortaleza. Posteriormente, ya con la identifi cación de la presencia y ausencia de las forta lezas, se procedió a sumarlas, lo que dio como resultado un rango de 0 a 6.
En la tabla 4 se pueden observar los resultados sobre la distribución del número de fortalezas en los hombres y mujeres de ambos países. En cuanto a la proporción de adolescentes que obtuvieron cero fortalezas externas, los resultados mostraron que fue mayor el porcentaje en los varones de México y en las mujeres de Colombia. Asimismo, se en contró que una mayor proporción de adolescentes presentaron de una a dos fortalezas externas, tanto los hombres como las mujeres de ambos países.
Tabla 4 Distribución de los participantes por número de fortalezas externas por país de residencia y por sexo de los adolescentes
Numero de | Hombres | Mujeres | |||
Fortalezas | México | Colombia | México | Colombia | |
% | % | % | % | ||
Cero | 20,6 | 18,7 | 15,0 | 21,8 | |
Una | 30,6 | 30,6 | 22,9 | 23,5 | |
Dos | 20,6 | 22,8 | 24,2 | 23,1 | |
Tres | 12,1 | 16,1 | 17,6 | 19,2 | |
Cuatro | 9,1 | 7,3 | 12,6 | 7,1 | |
Cinco | 4,8 | 3,4 | 4,7 | 3,9 | |
Seis | 2,1 | 1,3 | 3,0 | 1,4 |
Con el objetivo de analizar las diferencias en el puntaje total de las fortalezas externas por sexo y por indicador de consumo, se realizaron aná lisis de varianza para cada una de las muestras. Por lo que se refiere a los datos de la muestra de adolescentes de México, los hallazgos indicaron efectos significativos por sexo [F (1, 764) = 9,50, p<0,01] y por indicador de consumo [F (3, 764) = 26,90, p<0,001], pero no por la interacción de estas variables. Como se puede observar en la fi gura 1, las mujeres puntuaron más alto en cuanto al número de fortalezas presentadas en contraste con los varones, excepto en el grupo de jóve nes que han consumido las tres sustancias; en lo que respecta al indicador de consumo, se puede apreciar que a medida que aumenta el número de sustancias consumidas disminuye el número de fortalezas presentadas.
Por lo que respecta a los resultados de la muestra de Colombia, no se encontraron efectos significa tivos ni por sexo ni por indicador de consumo. Sin embargo, como se puede observar en la figura 2, las mujeres puntuaron ligeramente más alto que los varones, excepto en el grupo de los que in formaron que han consumido las tres sustancias evaluadas; en cuanto al indicador de consumo, los adolescentes que indicaron que no han consumido presentaron un puntaje ligeramente mayor que los que han consumido algunas de las sustancias.
Dadas las diferencias en el patrón de consu mo y en el número de fortalezas evaluadas, se realizaron análisis de varianza multivariados por país, en los que se consideraron como variables independientes el sexo y el indicador de consu mo de sustancias, y como variables dependientes cada una de las fortalezas. Por lo que respecta a los resultados de la muestra de México (tabla 6), se encontraron efectos significativos por el sexo de los participantes en cuatro de las seis fortale zas evaluadas (excepto en comunicación materna y supervisión-comunicación paterna), donde las mujeres puntuaron más alto en la supervisión de la mamá, en amigos sin conductas de riesgo y sin conductas antisociales, en contraste con los varo nes, quienes presentaron mayor puntaje en amigos con conductas saludables (tabla 5).
En cuanto al indicador de consumo, se encontra ron efectos significativos en casi todas las fortale zas, excepto en amigos con conductas saludables.
![](/img/revistas/apl/v35n3//1794-4724-apl-35-03-00515-gf1.png)
Figura 1 Diferencias en el número de fortalezas externas por sexo e indicador de consumo en adolescentes de México
![](/img/revistas/apl/v35n3//1794-4724-apl-35-03-00515-gf2.png)
Figura 2 Diferencias en el número de fortalezas externas por sexo e indicador de consumo en adolescentes de Colombia
Cabe señalar que en esta variable se llevaron a cabo pruebas post hoc Scheffé para analizar las diferencias en cada una de las categorías de con sumo (tabla 6).
Los hallazgos mostraron que en la comunica ción y en la supervisión de la mamá los adolescen tes que no han consumido sustancias presentaron puntajes significativamente más altos que los que han consumido dos y tres sustancias; así mismo, los jóvenes que han consumido una sola sustan cia también fueron significativamente diferentes a los que han consumido dos y tres sustancias. En la comunicación-supervisión paterna, los resul tados de las pruebas post hoc mostraron que los adolescentes que no han consumido sustancias puntuaron significativamente más alto que los que han consumido (una, dos o tres sustancias), entre los demás grupos no se encontraron diferencias significativas.
Tabla 5 Medias y Desviaciones estándar de las fortalezas externas por indicador de consumo de sustancias y por sexo en la muestra de México
![](/img/revistas/apl/v35n3//1794-4724-apl-35-03-00515-gt5.png)
Tabla 6 Diferencias en las fortalezas externas por indicador de consumo de sustancias por sexo en la muestra de México
![](/img/revistas/apl/v35n3//1794-4724-apl-35-03-00515-gt6.png)
Nota: **p<. 001.
En las fortalezas de amigos sin conductas de riesgo y amigos sin conductas antisociales, los análisis de las pruebas de múltiples comparaciones indicaron que los jóvenes que han consumido tres sustancias tienen un mayor número de amigos con dichas conductas que los que han consumido un menor número de sustancias o no han consu mido. En este mismo sentido, en la fortaleza de amigos sin conductas de riesgo, los resultados también mostraron diferencias significativas entre los jóvenes que han consumido dos sustancias y los que no han consumido o han consumido solo una sustancia. La interacción sexo por indicador de consumo no mostró diferencias significativas.
Por lo que respecta a los resultados en la mues tra de adolescentes de Colombia (tabla 7), los resultados mostraron efectos significativos por sexo en tres de las seis fortalezas, donde los va rones puntuaron más alto que las mujeres en la comunicación-supervisión paterna y en amigos con conductas saludables; mientras que las mu jeres obtuvieron puntajes significativamente más altos en la supervisión de la mamá (tabla 8). En comunicación materna, amigos sin conductas de riesgo y sin conductas antisociales no se encon traron diferencias significativas por sexo.
Tabla 7 Medias y Desviaciones estándar de las fortalezas externas por indicador de consumo de sustancias y por sexo en la muestra de Colombia
![](/img/revistas/apl/v35n3//1794-4724-apl-35-03-00515-gt7.png)
En cuanto al indicador de consumo, solo se encontraron diferencias significativas en la forta leza de amigos sin conductas de riesgo, donde las pruebas post hoc indicaron que los adolescentes que no han consumido sustancias presentan un mayor número de amigos sin conductas de ries go en contraste con los que han consumido tres sustancias (tabla 8). Por lo que respecta a la inte racción (sexo por indicador de consumo), no se encontraron efectos significativos.
Discusión
En primer término, es importante analizar las prevalencias de consumo de cada una de las sus tancias para las muestras de ambos países, ya que los porcentajes de consumo alguna vez en la vida, tanto de tabaco como de alcohol y drogas ilegales, reportados por los jóvenes mexicanos y colombia nos son más altos que los que se reportan en las encuestas nacionales de ambos países (Ministerio de Justicia y del Derecho & Ministerio de Salud y Protección Social, 2014; Secretaría de Educación Pública, 2013). Además, el consumo de tabaco fue más alto en la muestra mexicana que en la colom biana, mientras que el consumo de alcohol y drogas ilegales en mujeres colombianas fue más alto que en las mexicanas, lo cual, aunado a que hombres y mujeres colombianos inician el consumo de las tres sustancias a más temprana edad, señalan la necesidad de iniciar los programas de prevención desde la preadolescencia.
La hipótesis central del estudio se comprobó, es decir, los jóvenes que no han consumido alco hol, tabaco y/o drogas presentan más fortalezas externas que aquellos que sí las han consumido. Estos resultados confirman lo propuesto por otros autores que han utilizado el enfoque de fortale zas del pyd (Benson et al., 1998; Murphey et al., 2004), quienes encontraron un mayor número de fortalezas tanto internas como externas en los jó venes que reportaron menor consumo de tabaco, alcohol y/drogas. Cabe mencionar que en este estudio se evaluaron solo las fortalezas externas que hacen referencia básicamente a la familia y los amigos, aspectos contextuales que han demostrado influencia en el consumo de sustancias (Costa et al., 2007; Jessor et al., 2003).
Tabla 8 Diferencias en las fortalezas externas por indicador de consumo de sustancias por sexo en la muestra de Colombia
![](/img/revistas/apl/v35n3//1794-4724-apl-35-03-00515-gt8.png)
Nota: **p<0,001 *p<0,05.
El análisis de las diferencias en cada una de las fortalezas evaluadas por sexo y por indica dor de consumo en cada país permitió comparar aquellas fortalezas que eran diferentes entre los y las jóvenes consumidores y no consumidores de México y de Colombia. Los resultados confirma ron lo encontrado por otros autores (Dunn et al., 2011; Lefffert, et al., 1998; Oman et al., 2004), quienes reportaron que los jóvenes que no han consumido sustancias son los que informaron que tienen menos amigos que presentan conductas de riesgo. Estos datos también corroboran resultados obtenidos en muestras mexicanas (Andrade et al., 2008; Latimer et al., 2004; Villarreal et al., 2013) y en muestras colombianas (Albarracín & Muñoz, 2008; Cicua et al., 2008; Londoño et al., 2004), en las que se ha encontrado una correlación positiva entre el consumo de sustancias y el número de amigos consumidores.
Es interesante señalar que, si bien el no tener amigos consumidores es una fortaleza que protege a los jóvenes del consumo; por el contrario, el tener amigos que presentan conductas saludables como hacer ejercicio, tener una dieta saludable, asistir regularmente a la escuela, no mostró diferencias entre consumidores y no consumidores. Parece ser que lo importante es que los amigos no con suman, aunque Borsari y Carey (2001) plantean que debe investigarse más a fondo la influencia de los amigos, ya que esta puede ser directa por medio de la presión o indirecta por medio del modelamiento. Además, se debe investigar si la influencia es por similaridad y selección, ya que hay una fuerte tendencia de los jóvenes a elegir amigos consumidores (Osgood et al., 2003), o sea que, no es claro si la asociación entre amigos que consumen refleja la influencia de estos, o si los jóvenes seleccionan a amigos consumidores.
En la muestra mexicana también se encontra ron diferencias en comunicación y supervisión de los padres, resultados que confirman lo reportado por Strunin, et al., (2013), quienes encontraron en jóvenes mexicanos que los que perciben más supervisión de parte de sus padres son quienes tienen menos probabilidad de reportar un consumo riesgoso de alcohol.
En la muestra colombiana no se encontraron diferencias en las fortalezas relacionadas con la comunicación y supervisión de los padres, re sultados que contradicen de alguna manera lo reportado por Cogollo-Milanés et al., (2011) en su investigación con adolescentes colombianos, en la que demostraron que un ambiente familiar funcional, caracterizado por pocos conflictos y alta cohesión, puede impedir el consumo de sustancias legales e ilegales. Si bien, los autores evaluaron la funcionalidad del ambiente familiar, se esperaría que en ese ambiente existiera comunicación y supervisión, aunque los autores subrayan que la permisividad social e incluso familiar sobre todo hacia el uso de alcohol influye en el consumo por parte de los jóvenes.
Los resultados de este estudio representan un primer acercamiento al estudio del consumo de sustancias desde la perspectiva del Desarrollo Positivo de los Jóvenes, en donde se hace énfasis en las fortalezas de aquellos que no presentan conductas de riesgo, lo cual podría considerar se complementario a los estudios de factores de riesgo y encaminar las estrategias de prevención hacia el fortalecimiento de aquellos factores que promuevan desarrollo saludable en los jóvenes. Además, plantea la necesidad de hacer estudios sensibles a la cultura, ya que si bien hay fortalezas que se comparten en diferentes culturas como es el caso de no tener amigos con conductas de riesgo, también hay diferencias que deben explorarse en cada grupo.
Por último, es importante señalar que los resul tados de esta investigación no son representativos de los adolescentes mexicanos y colombianos, se requiere de más investigación con otros grupos de jóvenes de ambos países que permitan con firmar o refutar lo aquí presentado. También es conveniente resaltar que aunque el instrumento que evalúa las fortalezas mostró índices de confiabilidad aceptables en la muestra colombiana, este fue diseñado con base en un estudio exploratorio realizado con una muestra mexicana, por lo cual sería recomendable hacer un estudio exploratorio con una muestra colombiana en el que se pudie ran identificar algunas otras fortalezas en jóvenes no consumidores.
Conclusiones
Los resultados permiten concluir que:
Los jóvenes que no han consumido sustancias tienen fortalezas familiares (comunicación y su pervisión de los padres) y sociales (amigos sin conductas de riesgo) que los protegen del consumo.
Se requiere hacer investigación transcultural para corroborar los factores predictores del con sumo en cada cultura.
La perspectiva del desarrollo positivo de los jóvenes abre una línea de investigación importante en la explicación del consumo.