Consideraciones introductorias
El contexto en el que operó la institución de las Damas de la Sociedad de la Beneficencia en el Territorio Nacional de Misiones, Argentina1, está vinculado con la configuración del denominado Frente Extractivo, a partir de la explotación de yerbales y bosques nativos, "modelo de ocupación y utilización del espacio" y "sistema productivo particular" caracterizado por:
la baja inversión; las relaciones de producción pre-capitalistas; la destrucción de recursos no renovables a corto plazo y su inserción absoluta en un sistema de mercado regulado desde fuera de la propia región por un capitalismo desarrollado. (Abinzano 1985)
Los especialistas en historia regional vinculan la instalación del frente extractivo en el Territorio con el desarrollo de infraestructura en comunicación, transporte e industria y el establecimiento de Posadas como principal centro urbano de Misiones, con asiento de población estable, creación de instituciones y organizaciones políticas, comerciales, educativas y culturales.
En el proceso de organización e institucionalización del Territorio Nacional de Misiones fue de vital importancia la Ley N.° 1532, sancionada en 1884, mediante la cual se crearon las gobernaciones y el régimen de administración de los territorios nacionales. El gobernador dependía directamente del Ministerio del Interior de la Nación y representaba "la autoridad local superior, encargada de velar por el cumplimiento de las leyes y disposiciones nacionales" (Ley N.° 1532), tenía amplios poderes y atribuciones establecidos por ley, pero carecía de autonomía para la toma de decisiones.
Posadas se configuró como principal centro urbano, de 4.237 habitantes en el año 1895 pasó a contar con 14.038 en el año 1920, lo que significó un crecimiento poblacional de 331%. Para 1920 cerca del 75% de la población era menor de 30 años, en la franja etaria de 0 a 14 años se ubicaba el 42,2% de la población; y entre los 15 y los 30 años el 32,1% (Censo General de Territorios Nacionales 1923, 137). Esta localidad gradualmente fue concentrando una importante proporción de la población de Misiones, tanto que llegó a poseer el 22% de los habitantes del Territorio para el año 1920. La cuestión social en el periodo de análisis se vinculaba por un lado a las características de las principales actividades productivas extractivas que fundamentalmente se realizaban empleando hombres analfabetos, sometidos a pésimas condiciones de trabajo y sin amparo de un régimen que regule y proteja su condición de trabajador. Por otro lado, se relacionaba con las problemáticas vinculadas con los inmigrantes2 (procedentes de países con diferentes lenguas y pautas culturales) que se radicaron en condiciones diversas y no siempre óptimas en distintos parajes del territorio dando lugar a la expansión de la actividad agrícola. También se vincula a las condiciones de vida y de reproducción de la población en los pueblos desprovistos de infraestructura básica [...].
La cuestión social en el periodo englobaba así problemas transversales a la población del territorio vinculados a distintos tipos de desprotección: de la salud, la educación, las condiciones de trabajo y de vida. Las respuestas proporcionadas a estas problemáticas permeadas por el influjo de perspectivas moralistas e higienistas, guardaban estrecha relación con el modelo de Estado liberal oligárquico en curso, con el lugar marginal que ocupaban las actividades productivas desarrolladas en el Territorio Nacional de Misiones en el marco del modelo de desarrollo agro exportador, con la forma en que se estructuraba el poder político que concentraba poderes en la figura del gobernador designado y con el escaso desarrollo de instituciones del Estado nacional en el Territorio; todo esto en un contexto de absoluta precariedad en materia de infraestructura, transportes y comunicaciones. (Moniec 2015)
La intervención de las mujeres en la organización de los servicios de salud y asistencia
El análisis de las diferentes fuentes trabajadas permite aseverar que, prácticamente, durante el periodo en cuestión, la salud pública no constituía un problema prioritario en la agenda del Estado Nacional, ni de la gobernación del Territorio Nacional de Misiones, desde donde se asumía un rol subalterno en el abordaje de esta problemática, considerada como una tarea benéfica y de carácter filantrópico.
A pesar de la gravedad de la situación sanitaria de Misiones, denunciada en reiterados informes, recién en 1913 fueron creadas en el pueblo de Posadas3 oficinas de la Administración Sanitaria y la Asistencia Pública que con escasos recursos tenían la responsabilidad de cubrir las demandas de la población de todo el territorio, en tanto que el Hospital público regional comenzó a funcionar plenamente desde 1927, a pesar de haberse inaugurado en el año 1924. Hasta ese entonces organizaciones sociales de carácter local con asiento territorial gestionaron la atención a la salud de la población mediante la creación de instituciones y dispositivos de intervención.
La atención de los problemas de salud de la población constituía una cuestión importante en la agenda de la Logia Roque Pérez, el carácter e importancia política de las decisiones tomadas, de las gestiones realizadas y de los recursos humanos, materiales y financieros afectados para el abordaje de la salud pública de forma institucionalizada, pusieron a la institución como una instancia del gobierno local sin que necesariamente estuviese legitimada políticamente para el cumplimiento de esa función.
Así, además de las acciones encaradas desde la misma institución, tales como la creación de comisiones especiales para atención de las epidemias4 que afectaron a Posadas en la época, la institución impulsó en 1886 la creación de una asociación de Damas de Beneficencia a quienes encomendaron tareas de carácter asistencial, específicamente la organización y administración de servicios de salud que debían ser dispensados a través de un hospital. Así, arbitraron los medios para la instalación del hospital local y sistemáticamente, ante las diversas epidemias que se desataron en Posadas hacia finales del siglo XIX, adoptaron medidas de prevención para evitar la propagación de las enfermedades en el poblado y para la atención de la población afectada.
La Asociación de Damas de Beneficencia fue creada en 18865 en respuesta a la solicitud realizada por las esposas de algunos de los miembros de la Logia Roque Pérez para constituir una logia de mujeres6.
En el estatuto7, sancionado con anterioridad a la efectiva instalación de la Institución de Damas, se determinó el objeto de la organización; se reguló su estructura orgánica y funcionamiento hasta en los mínimos detalles; se instituyó la forma en que se constituiría la comisión, la forma en que esta debía integrarse, los nombres de las mujeres que ocuparían cada uno de los cargos y se dejó expresa constancia de que la función del tesorero debía ser desempeñada por el integrante de la Logia que cumplía en esta el rol de "Hermano Hospitalario"8. En función de ello, se lo consideraba miembro de la Sociedad de Beneficencia y constituía el nexo entre las mujeres no pertenecientes a la Logia y los miembros de esta, que sí participaban de las sesiones donde se resolvían cuestiones que luego las mujeres debían poner en funcionamiento.
Además, se establecieron los mecanismos para la obtención de los recursos9 necesarios para dar cumplimiento a los fines de la organización y su posterior distribución (ventas de bazar, remates, limosna); los mecanismos de cooperación interinstitucional; las circunstancias ante las cuales se debía intervenir (la demanda espontánea, la necesidad de los enfermos pobres de solemnidad mediante la asistencia de los médicos de la Logia); los dispositivos y la organización de la intervención a partir de la conformación de cuatro comisiones auxiliares (que a su vez debían elegir presidenta y secretaria), encargadas de visitar una sección de la cual serían responsables, "dar cuenta de su inspección y cumplir los deberes que correspondan". Asimismo, se estableció que la Sociedad se reuniría en encuentros generales el primer y tercer domingo de cada mes y que los movimientos de tesorería debían ser publicados en un periódico local.
A pesar de constituir una sociedad de damas, la organización fue sancionada, reglamentada e instalada por los hombres integrantes de la Logia, quienes al regular sus acciones restaron autonomía en el proceso de toma de decisiones a las mujeres y restringieron el espacio de participación de sus esposas en la vida pública a las actividades asistenciales que ellos definieran para la Sociedad de Damas de la Beneficencia.
Las mujeres organizadas institucionalmente se responsabilizaron por el abordaje de la cuestión social. Así, esta experiencia de instituciones integradas por mujeres que se hacían cargo de la cuestión social, se tipificó lingüísticamente diciendo: "las mujeres son más aptas", "dóciles" y poseen atributos y saberes específicos para encargarse y atender los problemas sociales.
La experiencia así tipificada adquirió sentido para los actores directamente involucrados, igualmente para los otros sectores de la sociedad de la época. Pero a su vez, por la capacidad del lenguaje de trascender el aquí y ahora, esa experiencia se tornó anónima y su tipificación (significado) en repetible por los actores del campo, integrándola de ese modo a la realidad de la vida cotidiana como un todo significativo. Así que podemos considerar el sentido de la asistencia social "como cosa de mujeres" como una tipificación del lenguaje.
Las integrantes de la Comisión de Damas de la Beneficencia eran esposas de Masones de la Logia, como era exigido en el estatuto, que establecía que podían ser miembros de la sociedad las damas que pertenecieran a la familia de un masón regular, con tal que firmaran el reglamento, ante el venerable de la misma y de la sociedad reunida. También, se estableció que después de la instalación, toda nueva incorporación debía ser solicitada por escrito al venerable, este, junto con el secretario de la Logia y la presidenta y secretaria de la Sociedad, sería el encargado de entregar el diploma a la nueva integrante, además, se instauró que los miembros debían abonar una cuota mensual y prestar sus servicios de forma gratuita.
El cargo de presidenta generalmente era ocupado por mujeres cuyos esposos se dedicaban a la política10 o eran propietarios de importantes empresas vinculadas con las actividades productivas extractivas típicas de la época en el Territorio, como la de la yerba mate y la madera; al transporte de pasajeros y mercaderías11; al comercio de ramos generales o a la prensa escrita12, lo que evidencia un flujo entre el poder político, el poder económico y la organización de la asistencia social.
La primera y principal función asignada a la Sociedad de la Beneficencia por parte de los hombres integrantes de la Logia fue la creación y administración del Hospital de la Caridad.
El denominado Hospital local de la Caridad administrado por las Damas de la Beneficencia funcionó de forma precaria en una casa alquilada hasta el año 1900, con el pasar del tiempo se habilitó el nuevo edificio cuya concreción demandó innumerables gestiones ante las instancias de gobierno municipal, territorial y nacional para la obtención del terreno, la aprobación de planos, el otorgamiento de recursos, la construcción del edificio y, finalmente, para aprovisionarlo con el equipamiento necesario para su funcionamiento.
Fuentes históricas oficiales reconocen el año 1900 como la fecha de creación del primer hospital de la localidad, época que coincide con la habilitación del nuevo edificio financiado con fondos nacionales, sin embargo los archivos históricos institucionales permiten afirmar que el primer hospital que funcionó en el Territorio fue creado a instancias de la Logia, a partir de la organización de las mujeres vinculadas por lazos de parentesco al poder político y económico local.
Este primer antecedente de atención institucionalizada de la salud, prácticamente desde su creación en el año 1890 y hasta cierre definitivo en el año 1928, nunca contó con un flujo sistemático de dinero ni con fondos suficientes para su funcionamiento.
A partir del año 1909 las religiosas de la orden Siervas del Espíritu Santo se encargaron de la dirección y administración interna del hospital, de la asistencia a los enfermos y de la atención de la botica. En esa instancia, la Sociedad de Damas de Beneficencia se responsabilizó por el sostenimiento del establecimiento y de las religiosas, proporcionándoles un lugar en condiciones para habitar en el mismo terreno del hospital, así como los insumos necesarios para sostenerse y para cumplir con las funciones requeridas, tanto materiales como espirituales (muebles, indumentaria, capilla, salario, medicamentos, personal de servicio).
Para 1912 la denominación de la Sociedad de Damas de Beneficencia desaparece de los archivos históricos locales y emerge en la esfera pública, fuera del ámbito de la Logia Roque Pérez, la Asociación de Beneficencia de Posadas, fundada el 19 de noviembre de dicho año, mediante la sanción de un estatuto en cuyo artículo segundo se establecía que su
objeto fundamental e inmediato es la práctica de la caridad pública para con los enfermos pobres, los inhabilitados para el trabajo y los huérfanos, sea cual fuere su nacionalidad, concurrir en todos los casos donde su acción filantrópica fuere requerida y pudiere acordarla; sostener el Hospital de la Caridad propendiendo a su mejoramiento. (Asociación de Beneficencia de Posadas, 1912, Art. 2)
Como recursos para el sostenimiento de la Asociación se establecieron los ingresos por cuotas societarias, las subvenciones, los productos derivados de diferentes eventos que se pudieran organizar y las donaciones en dinero o especie que se pudiera recibir.
Esta nueva institución contemplaba como integrantes la figura del socio, tanto hombre como mujer, no necesariamente vinculado a la Logia, y reservaba la dirección y administración a una comisión integrada exclusivamente por mujeres (Artículo 3 del estatuto). Se establecieron diferentes categorías de socios, entre ellas las "socias fundadoras", es decir, aquellas
que dieron base a la Asociación y suscribieron el acta de fundación [...]. Socios y socias beneméritas a las personas que perteneciendo o no a la Asociación, promueven el incremento de ella con asiduos trabajos, donaciones o especies; Socio o socio honoraria a cualquier persona que asociada o no preste servicios distinguidísimos; Socias activas a las encargadas del movimiento social; Socios y socias contribuyentes los que solo contribuyan con su peculio al sostén de la Asociación; socios protectores a los que abonan más de un peso mensual. (Asociación de la Beneficencia de Posadas 1912, art. 7)
El ingreso de los socios se realizaba mediante el aporte de una cuota inicial y la permanencia mediante una cuota mensual, ambas de carácter voluntario pero que no debían bajar del monto de un peso.
A diferencia de las otras categorías societarias, la cualidad de socias fundadoras y socias activas eran reservadas exclusivamente a mujeres, siendo las categorías que detentaban mayor poder en las decisiones, pues tenían
voz y voto en las deliberaciones de la asamblea; derecho a llevar a conocimiento de la Comisión Directiva y aún de recomendar a la presidenta las personas que necesitan ser socorridas, amparadas por la Asociación; [...] presentar proyectos; presentar nuevos socios o pedir la eliminación de los que se crean necesario apartar [...] ; interrogar sobre la recaudación de fondos, su inversión, asistencia a los indigentes y todo otro asunto [...]. (Asociación Damas de Beneficencia de Posadas 1912, art. 11)
Según los datos disponibles en los copiadores13, el Hospital de la Caridad para el año 1913 era subsidiado14 por el Gobierno nacional. Además recibía contribuciones de la Municipalidad de Posadas15 y de la policía del territorio. Las subvenciones eran la principal fuente de recursos para su sostenimiento.
La segunda fuente de recursos en importancia estaba constituida por los denominados beneficios o ingresos extraordinarios (espectáculos públicos-kermeses, veladas, día del kilo, entre otros); también contribuían al sostenimiento del Hospital los intereses generados en la Caja de Ahorro, las donaciones de particulares, las cuotas societales y los fondos recaudados por el ingreso de nuevos socios. En los libros de la Asociación también se registran ingresos por "recetas despachadas" y "pensiones atendidas", así como el alquiler de "la casita social"16 (Balance de la Sociedad de Beneficencia del año 1914).
El análisis de la documentación histórica permite observar que la cuota societal funcionaba como forma de pago por servicios de salud prestados por el hospital al socio o a los empleados del establecimiento de este, cuestión que, en general, quedaba solapada, ya que la figura de socio aparecía como la de un benefactor a quien se le agradecía así su entrega: "En bien de la humanidad doliente y necesitada, la cual también ha de agradecer a Ud., profundamente, como se merece, su noble desprendimiento y sus altruistas sentimientos, gratamente demostrados en esta ocasión"17. (Libro Copiador Asociación de Beneficencia de Posadas, Folio 6, año 1913).
Así, la significación de que el recurso que se otorga constituye un bien propio del dador, a quien el receptor debe agradecer y debe un favor, creó relaciones asimétricas y clientelistas que aún hoy atraviesan el campo de la asistencia social.
Los fondos18 recibidos eran destinados en su mayoría (61.8%) a gastos de alimentación; al pago de sueldos del médico y del personal (20%), a la compra de medicamentos (9.7%), de insumos médicos en general adquiridos en Buenos Aires, al pago del servicio telefónico y de carruaje, agua, paja y tacuaras, de tela, lona, perchas, a la reparación del edificio, compra de ropas, lana y a la prestación de socorros mediante "vales mensuales a pobres".
El hospital prestaba servicio de atención ambulatoria e internación, generalmente, a la población de sexo masculino, que en los registros tanto de internación como de atención por consultorios externos supera ampliamente a la de mujeres.
Para el año 1914 el hospital tenía habilitadas 35 camas "pero como casi siempre hay exceso de enfermos, se improvisan camas con catres, a fin de no dejar de recibirlos" (Asociación de Beneficencia de Posadas 1914, Folio 39).
Según consta en los Libros Copiadores, entre los años 1915 y 1923 el Hospital recibió subsidios del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y de la Municipalidad de Posadas, no obstante las remesas nunca eran entregadas de forma sistemática y siempre fueron denunciadas por los miembros de la Asociación como insuficientes para hacer frente a las necesidades que demandaba el funcionamiento del Hospital de la Caridad. En varias oportunidades la Asociación reveló la reducción entre año y año en el monto de los subsidios, "los insumos que requiere el hospital de la caridad a cargo de esta asociación son numerosos y la falta de fondos por que actualmente pasa esta asociación, perjudica su buen funcionamiento" (Asociación de Beneficencia 1919, Folio 134).
Reclamo de semejantes características se repitieron constantemente, lo que denota la gravedad de la situación financiera de la institución y las dificultades para su mantenimiento, en especial hacia la década del veinte, cuando estaba próximo a ser inaugurado el Hospital Regional emplazado en la Ciudad de Posadas.
Para el año 1922 la situación económica de la Asociación de Beneficencia, encargada de la administración del Hospital, era calamitosa, los subsidios del Departamento de Relaciones Exteriores y Culto, los de la Municipalidad y las cuotas de los socios eran abonadas con retraso (Asociación de Beneficencia de Posadas 1922, Folios 222, 226, 262, 269), además muchos socios renunciaban. El dinero con que contaban no alcanzaba para cubrir los gastos, situación que requirió que la comisión solicitara ayuda a diferentes instituciones, así como a personalidades y funcionarios del medio, quienes eran invitados a suscribir una cuota mensual a beneficio del Hospital de la Caridad.
Cuando los servicios de salud comenzaron a ser prestados, aunque de manera irregular, por el Hospital Regional inaugurado en el año 1924, el sostenimiento del Hospital de la Caridad comenzó a dejar de tener sentido ante los altos costos que implicaba. La paulatina pérdida de funciones en la atención de la salud hizo que disminuyeran las subvenciones del
Estado Nacional, del municipio y también el aporte que realizaban los socios a cambio de las funciones que el hospital cumplía, fundamentalmente en el mantenimiento de las condiciones de salud de la población trabajadora de los obrajes y firmas que operaban en la región.
Esta situación derivó en que los ingresos se restringieran a los fondos provenientes de donaciones, subvenciones y kermeses, que no resultaron suficientes para cubrir los gastos, lo que puso en jaque, una vez más, el sostenimiento de la institución, que entonces ya se proponía encarar un nuevo objeto social. En los libros históricos de la institución se registra que para aquel entonces los ingresos eran de $880 y los gastos de funcionamiento ascendían a $1.500 mensuales.
En este contexto, acciones y sentimientos basados en el deber moral y la filantropía se constituyeron en los pilares a partir de los cuales comenzó a ser conformado un nuevo sentido para sostener y dar continuidad a la institución, como se anota en el siguiente aparte de una nota al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Ángel Gallardo, el día 26 de julio de 1926, donde se solicita que se aumente la subvención que el Ministerio otorga al Hospital de Caridad para: la "fundación de un asilo para niñas huérfanas y desvalidas, satisfaciendo así una necesidad bien sentida en esta población en que, doloroso es decirlo, la corrupción de menores reviste carácter alarmante" (Asociación de Beneficencia de Posadas 1926, Folios 416, 417, 418).
Desde su creación y hasta el año 1924 cuando fue inaugurado el Hospital Regional, y parcialmente desde el año 1924 al año 1928, en que el hospital de caridad se cerró definitivamente y los problemas de la salud pasaron a ser atendidos desde el Estado, esta Asociación de Damas, a través del Hospital de la Caridad, cumplió una importantísima función en la atención a los problemas de la salud de la población del Territorio, que como alternativas contaba con escasos consultorios particulares, para aquellos que podían sostener los costos que esa posibilidad requería, o los servicios de salud que en ese entonces prestaban las sociedades Cosmopolita, Italiana y Española de socorros mutuos.
Para el año 1928 y coincidentemente con los últimos meses de funcionamiento del Hospital de la Caridad, desde la Asociación se comenzó a instalar públicamente el cambio de objeto social:
ya hace desde un año que contamos con 20 niñas en custodia, a las cuales atendemos a la vez de hacernos cargo del hospital de la caridad y de no ser subsidiadas nos veríamos en la obligación de abandonarlos. (Asociación de Beneficencia de Posadas 1928, Folio 454)19
Por diferentes medios enunciaban como fines y actividades de la Asociación la intervención con menores, cuestión que de hecho venían realizado informalmente desde el año 1927 en las mismas instalaciones donde funcionaba el Hospital de la Caridad. La creación del asilo "para huérfanos y menores desvalidos" se fundamentaba en una necesidad sentida20, en la carencia de una institución de esas características en la localidad que para ese entonces contaba con 25.000 habitantes, en la distancia entre la localidad de Posadas y la capital del país y en los efectos sobre la moral que la falta de atendimiento del tema probaba,
a pesar de los sacrificios y siempre en el deseo de que nuestra institución responda a los fines que le dan razón de su existencia ha creído conveniente la fundación de un asilo para huérfanos y menores desvalidos cuya necesidad se hace sentir cada día más en esta apartada región, carente de toda protección a la niñez desamparada y cuyas consecuencias están reflejadas en la parte moral, en la corrupción más vergonzante y reveladora de la falta de una mano protectora que la ampare y sustraiga del vicio. (Asociación de Beneficencia de Posadas 1928, Folio 448)
El 31 de diciembre del año 1928 fue definitivamente clausurado el Hospital de la Caridad y el primero de enero del año 1929 se abrió formalmente el asilo de huérfanos, que pasó a funcionar bajo la administración de la Asociación de Beneficencia y fue atendido por hermanas de la caridad de la congregación Siervas del Espíritu Santo.
Por fuerza mayor nos hemos visto obligadas a cerrar nuestro Hospital de Caridad a partir del 1° del corriente. En su reemplazo se ha abierto un "ASILO PARA NIÑOS HUÉRFANOS Y DESVALIDOS", que viene a satisfacer una necesidad bien sentida en este territorio, carente en absoluto de una institución que proteja a la niñez. (Asociación de Beneficencia de Posadas, Folio 448, 1928)
Para el desarrollo de sus nuevos fines, la institución modificó su denominación y su objeto social, así, pasó a identificarse como Asociación de Beneficencia de Posadas Hogar de Niñas Santa Teresita, que orientó su propósito a la internación de "menores de sexo femenino en situación de riesgo, ajustarlas a un régimen de educación y de trabajo que permita reintegrarlas a la sociedad como seres útiles y capacitados para desempeñarse eficaz y dignamente en la lucha por la vida" (Estatuto de la Asociación de Beneficencia de Posadas, 1924). Redefinió también sus misiones y funciones, orientó sus objetivos a la atención de las niñas abandonadas o con problemas familiares. La población meta fue construida como "niñez desvalida", "desamparada", "huérfanos y menores desvalidos carente de toda protección", sumergida en "el vicio" y que requería "custodia".
Desaparecida la relación que daba lugar al aporte de dinero por parte de distintas entidades públicas y privadas y por parte de los socios, como contraparte por los servicios de salud brindados la Asociación se quedó prácticamente sin fuentes de ingreso, de modo que se vio comprometida la posibilidad de realización de su nuevo objeto social. Por ello, debió abocarse a la consecución de fondos para el sostenimiento del Hogar de Niñas y tuvo que apelar "a los sentimientos caritativos"; "el amor a la niñez desvalida como valor innato", "a los espíritus altruistas que no omiten sacrificios" y al "corazón noble y generoso de sus benefactores". El funcionamiento de la nueva línea de intervención sirvió como argumento para gestionar y legitimar nuevas solicitudes de fondos y donaciones a diferentes entidades tanto públicas como privadas, locales y nacionales, que garantizaran la continuidad de la Asociación de Beneficencia.
Nos permitimos solicitar a esa Honorable Cámara, una subvención equitativa, a objeto de poder dar al asilo toda la amplitud necesaria para que responda debidamente a su cometido, porque sin este auxilio que solicitamos nos sería imposible costear su sostenimiento y nos veríamos obligadas a desamparar a los 20 niños que ya tenemos a nuestro cargo a la espera de una resolución favorable de esa honorable cámara que no dudamos ha de responder en dicha forma, dada la justicia y nobleza de los fines que persiguen. (Asociación de Beneficencia de Posadas 1928, Folio 448)
A pesar de los diferentes medios arbitrados para el sostenimiento del asilo, desde el año 1925, la institución había visto menguadas sus entradas por diversos conceptos (cuotas societales, aportes y contribuciones de otras instituciones, de comercios e industrias; disminución de subvención municipal y el exiguo margen producido por kermeses y veladas) lo que hacía difícil su sostenimiento. Para 1929 contaba con 60 asiladas y se seguían otorgando subvenciones a "menesterosos" y ayuda alimentaria y de remedios a necesitados. Para sostener al asilo se requerían $1.400 pesos mensuales y a la institución ingresaban solo $800.
Por ello la Asociación debió continuar con la realización de diferentes actividades (solicitud de suscripción de socios en las que se apelaba a la generosidad y de donaciones21, realización de veladas artísticas y kermeses) para recaudar fondos en pro de su nuevo objeto social.
Los documentos históricos también dan cuenta de los lazos entre las instituciones de la beneficencia regenteadas por las mujeres de la élite local, con las instituciones del mismo orden a nivel nacional y con el poder político local y nacional. Ilustran esta situación diferentes notas que solicitan intermediación con el poder político, adhesiones, aportes de dinero y donaciones de insumos para el sostenimiento tanto del Hospital como del Asilo que se estaba poniendo en funcionamiento. Varias notas fueron dirigidas a Regina Pacini, esposa del presidente de la nación, Marcelo Torcuato de Alvear, otras a la presidenta de la Confederación Nacional de Beneficencia, Luisa Padilla de Helguera, hermana de Ernesto Padilla, gobernador de Tucumán en el año 1913, y esposa de diputado nacional por Tucumán y posterior juez en los tribunales porteños, quien a su vez era hijo del en aquel entonces exgobernador de Tucumán, Federico Helguera22.
En los primeros meses del mes de marzo del año 1930 la Asociación gestionó ante la Inspección Seccional de Escuelas la autorización para la creación "del primer grado infantil y la de 1° superior para atender a las pupilas del Asilo". Justificaban dicha solicitud en la corta edad de las niñas y en el largo y fatigoso recorrido que debían efectuar diariamente para concurrir al Colegio Santa María, donde recibían enseñanza primaria, además informaban que contaban con hermanas capacitadas para hacerse cargo de las funciones de enseñanza y que "a partir del segundo grado, las asiladas concurrían diariamente en corporación al Colegio Santa María" (Asociación de Beneficencia de Posadas 1926, Folio 474).
Los balances de la Asociación de Beneficencia de Posadas para los años 1937, 1938, 1939, 1940, 1950 y 1951, que constan en los archivos históricos de la institución, dan cuenta de que esta se sostenía con aportes de las cuotas de socios; lo producido por los talleres; la entrada de alquileres de propiedades que la Asociación poseía y los beneficios obtenidos por medio de rifas y kermeses organizadas anualmente por la comisión de la asociación destinadas a la colecta de fondos para la realización de obras en la institución. Otra fuente de recursos estaba constituida por los subsidios provenientes de la Municipalidad de Posadas y del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto23; del Superior Gobierno Nacional y subsidios24 que eran girados a la sucursal del Banco Nación en Posadas (siempre con varios meses de atraso).
Desde su creación y hasta la década del cincuenta, según consta en la documentación histórica, la institución tuvo capacidad para 66 niñas, así que podía atender entre 57 y 62 internas25 de forma gratuita.
Esta institución aún funciona en el mismo edificio, localizado en la Manzana n.° 63, donde desde principios de siglo funcionó el Hospital de la Caridad, primer hospital de la Ciudad de Posadas y del Territorio Nacional de Misiones.
A modo de conclusión
De forma semejante a lo que ocurría en otras ciudades capitales de Argentina en el periodo analizado, Posadas también contó con la participación trascendental de las mujeres en la organización y gestión de los primeros antecedentes de la política social desarrollados de forma orgánica y sistemática. Congregadas bajo la figura jurídica de asociación, intervinieron en la prestación de asistencia a la población considerada pobre y durante más de veinticinco años administraron los servicios de salud del Territorio Nacional, esto, antes de que el Estado creara el primer Hospital Regional en la localidad y asumiera así la responsabilidad de la prestación de los servicios de salud.
La atención de las mujeres a los problemas que les fueron encargados resultó fundamental para el desarrollo del frente extractivo y para el proceso de reproducción social. Su legado permanece hasta el día de hoy, ejemplo de ello es la diversificación de instituciones gestionadas por mujeres que actualmente asumen acciones de asistencia social y que configuran el sistema de bienestar argentino.
La organización de las mujeres posadeñas a través de la Sociedad de Damas de Beneficencia primero y de la Asociación de Beneficencia luego, funcionó como una institución monopólica que se encargó de la organización de la política de asistencia social durante el periodo analizado. La mujer se constituyó así en puntal fundamental para la construcción de soportes institucionales locales de asignación colectiva y pública de recursos, que a su vez coexistían con otros sistemas que funcionaban de forma estratificada.
En el esquema de organización de acceso a recursos que funcionó en el periodo fundacional del Territorio Nacional de Misiones, la dimensión "género" tuvo un peso fundamental. Como producto de la organización social en dicho periodo y en función de la división sexual del trabajo, a las mujeres de los sectores acomodados de la población les correspondió un rol fundamental en la organización de los servicios de salud y asistencia destinados a la población asociada a situaciones de pobreza y desigualdad social, para los cuales primaba la necesidad como criterio de acceso a los recursos. Las mujeres asumían así una función cuya ejecución no se consideraba trabajo y por lo tanto no era remunerada. Ellas ponían en juego virtudes y valores considerados propios del sexo en función de una estructura social genéricamente construida, a partir de la cual se prescribían roles y funciones diferenciados para hombres y mujeres, de este modo se cultivó un ideal femenino ligado a los asuntos domésticos y a la crianza de los hijos.
La figura de la mujer en tanto poseedora de atributos particulares y diferenciados a la del hombre, como "dotes del corazón", "sensibilidad", "dulzura", "afabilidad" y "la espiritualidad", "que contribuyen decididamente a la formación de la moral" y que complementarían las ideas y sentimientos del hombre, fue asociada a la intervención social. Concomitantemente con el pensamiento de la época, se le asignó al orden de la naturaleza la construcción social de la figura de la mujer como inferior a la del hombre. Los atributos arrogados al género femenino justificaron entonces la instalación de la obligación moral para las "mujeres distinguidas" de prestar servicios y no negarse a trabajar en la mejora de las costumbres.
En torno al universo simbólico establecido alrededor de la figura de la mujer se construyeron instituciones que legitimaron la diferencia de los hombres con estas, pero también de estas con las mujeres de los sectores menos pudientes de la sociedad.
La participación hegemónica de la mujer en la atención de la salud se fue perdiendo, fundamentalmente, cuando el contexto social fue cambiando y comenzó a aparecer en el escenario el problema social en términos modernos y vinculado al desarrollo del modelo productivo argentino, a los procesos de urbanización, a la paulatina mercantilización de la fuerza de trabajo y a la extensión de la ciudadanía política. Estos factores contribuyeron a la modificación de las relaciones de poder vigentes en la sociedad argentina e implicaron la modificación del rol del Estado que fortalecería entonces su presencia institucional en el campo de la intervención social y de la política de asistencia en particular. La modificación de los contextos político, social y económico, así como la diversificación y complejización de la problemática social, propició entonces el surgimiento de nuevos especialistas, también mujeres, que comenzaron a disputarle el campo de lo social a las "damas", terreno que antes parecía pertenecer exclusivamente a estas.