De los recuerdos tenemos la imagen y las palabras. Una proyección mental que se activa cuando estamos frente a la evidencia del pasado. Al mirar reconstruimos todo aquello que quedó atrás y que hoy nos hace cómplices, compañeros de viaje unidos por un discurso común. En esta cofradía todos tenemos voz. Somos los que escribimos la historia que será leída por nuestros sucesores.
El texto “Lo efímero y lo perpetuo en la imagen fotográfica”, de B. Kossoy (2014), plantea que:
la contribución que la fotografía hizo a la fijación de la memoria es indiscutible. La imagen fotográfica registra fragmentos seleccionados del mundo visible por medio de un sistema de representación visual y elaborado expresivamente según el repertorio cultural, la visión del mundo, la ideología y las convicciones de su autor. Esto significa que ella es siempre producto de una construcción; un registro obtenido a partir del proceso de creación del fotógrafo, un binomio indivisible que se establece por la relación registro/creación. (p. 17)
En esta celebración, la gratitud de compartir ha hecho posible que todo confluya y que emerjan esos recuerdos que hablan de lo que somos y de lo que seremos en el futuro. Los 60 años de la EIB son el resultado de dicho proceso en el que el campo formativo ha evolucionado y con ello la dinámica de toda una sociedad. Mediante imágenes vemos como los primeros profesionales de la institución se esforzaron por entender la relación con el conocimiento y su papel como futuros líderes sociales en el campo de la información. Un espíritu que se ha fortalecido con el paso del tiempo y que hoy nos consolida como los pioneros de la formación en el país.
Sea este el momento preciso para nombrar y darle voz al recuerdo que nos convoca.