Introducción
El presente texto forma parte de una agenda de investigación, en la que nos hemos venido abocando desde finales de 20204. En este artículo intentamos contribuir a un campo poco explorado por la historiografía sobre la educación de Baja California5, ya que en el ámbito nacional sí se han hecho considerables esfuerzos que tocan las diversas aristas desprendidas de esta importante línea de investigación.
Condiciones
En el contexto mexicano algunas autoras se han concentrado en mostrar cómo los diversos gobiernos -de buena parte del siglo XIX e inicios del XX- se preocuparon por introducir normas y enseñanzas en el espacio escolar, así como en la vida cotidiana de los niños a partir de los preceptos y debates médicos de esos momentos, teniendo como principal objetivo el espacio físico y el cuerpo de los niños6. Otras investigaciones han mostrado cómo la escuela (las características de los edificios, el mobiliario, los materiales didácticos y las estrategias de estudio) han servido como espacio de experiencia y aprendizaje para los médicos7. Preci samente la génesis de la entrada de la profesión médica al espacio escolar fue señalada por Ana María Carrillo, que estudió el Congreso Higiénico Pedagógico de 1882, donde hubo propuestas por parte de médicos y pedagogos8, que paulatinamente serían llevadas a la práctica por los gobiernos en turno9. De esta forma el Congreso Higiénico Pedagógico fue el punto de partida para otros investigadores, que analizaron los referentes teóricos bajo los que se fundamentaron los programas de higiene, poniendo énfasis en la forma en la que la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha influido en la enseñanza de la cultura de la higiene en docentes y alumnos10. En esta línea, unos más han analizado el funcionamiento del Departamento de Psicopedagogía e Higiene creado por la SEP, que tenía como objetivo la vigilancia de la higiene en los planteles utilizados por alumnos y maestros11.
Como lo han demostrado -en lo fundamental- las investigaciones mencionadas, a lo largo de la historia de México la higiene escolar ha sido preocupación de diversos gobiernos, conscientes de que son las escuelas donde se forman los futuros ciudadanos, además de que es en la niñez cuando los seres humanos somos más propensos a diversas enfermedades12.
El gobierno de Porfirio Díaz fue uno de los que tuvo mayor preocupación por este rubro, especialmente en la capital del país13. También es pertinente apuntar que la higiene escolar fue retomada por sucesivos gobiernos, como ya hemos señalado anteriormente, independientemente de su orientación, pues las autoridades educativas constantemente marcaron pautas que se volvieron canónicas, como la desinfección de los locales en tiem po de epidemias, la revisión de los alumnos, las constantes prácticas higiénicas en la vida escolar a través de diversas actividades, que se fueron instalando como cotidianas en los centros educativos y sus inquilinos14. No hay que olvidar así mismo que hubo gobiernos que se caracterizaron por prestar especial atención a la higiene escolar en el medio rural. Nos referimos a regímenes posteriores a la etapa álgida de la Revolución Mexicana, que se propusieron implementar políticas sociales, encaminadas a los sectores campesinos y obreros. Como sabemos, la constitución de 1917 introdujo reformas relativas a la educación en el artículo 3ero, concernientes a la tenencia de la tierra en el 27 y relativas a los derechos de los trabajadores en el 123. Hubo pues propósitos, logrados hasta cierto punto, de apoyar y modernizar sectores que no habían sido considerados durante el régimen porfirista.
En la administración del presidente Plutarco Elías Calles (1924-1928), la SEP creada en el periodo anterior, amplió su estructura administrativa, agregando catorce departamentos, entre los cuales se incluyó el Departamento de Psicopedagogía e Higiene que atendería, entre otros, los asuntos relacionados con la salud física y mental del niño15.
Las políticas revolucionarias se radicalizaron con la reforma agraria llevada a cabo por el gobierno de Lázaro Cárdenas (1934- 1940) en la década de 193016. De hecho, en ese tiempo se llevó a cabo el Primer Congreso de Higiene Rural. En el evento se enfatizó el tema de la higiene escolar, como se pone de manifiesto en las ponencias que aquí mencionamos: 1) Algunas consideraciones acerca de la reglamentación sanitaria de la higiene escolar rural, presentada por el médico Manuel Perea. 2) Reglamentación sanitaria de la higiene escolar rural, del doctor Francisco Anaya y 3) Reglamentación sanitaria de la higiene escolar rural, de la enfermera Enriqueta Acosta17.
Se buscaba que los profesores pusieran, en juego sus habilidades de enseñanza y colaboraran
en la promoción de los contenidos de esa propuesta; en esa labor ampliaron su capacidad operativa para difundir los saberes y conocimientos vinculados con la salubridad y la higiene escolar. Así, a pesar de la vorágine social y política que se vivirá en esa década, ellos prosegui rán promoviendo cambios en los hábitos de sus alumnos y los miembros de la comunidad18.
De esta manera se entiende que buena parte de la República Mexicana, que en ese mo mento era predominantemente rural estaría cubierta en materia de higiene, y se palearían los problemas que durante el gobierno del general Díaz no se atendieron. Una de las entidades que recibió de manera especial los beneficios del Cardenismo fue Baja California, donde las dotaciones de tierras tuvieron la forma tanto de ejidos como de colonias agrícolas. Es de mencionarse que esas transformaciones en el ámbito rural incidirían en el urbano propi ciando cambios en la infraestructura de las ciudades. Tales fenómenos continuarían en los periodos presidenciales de Manuel Ávila Camacho (1940- 1946) y de Miguel Alemán Valdez (1946- 1952), y es que estas actividades económicas tuvieron profundas repercusiones en la infraestructura de los asentamientos que componen Baja California19
Si bien la industrialización se aceleró en el periodo de Manuel Ávila Camacho, el periodo de Miguel Alemán llevó a la práctica una serie de medidas que fueron determinantes para el desarrollo del país. En el caso del Territorio Norte, la inversión se dividió entre las obras públicas, la industria y la agroindustria20.
Entonces las razones para escoger la temporalidad estudiada son: 1) El periodo compren dido entre 1934 y 1952 en México estuvo marcado por cambios sustanciales en políticas públicas y reformas relativas a la educación. 2) Después de la Revolución Mexicana, las políticas enfocadas en la educación y la salud pública cobraron importancia, particularmente en áreas rurales, especialmente después del gobierno presidido por Cárdenas. 3) Durante este periodo, Baja California experimentó significativas transformaciones en su infraestructura rural y urbana, derivadas en gran parte de las políticas agrarias del Cardenismo y las iniciativas industriales subsiguientes, especialmente hacia el final del periodo de investigación en 1952.
Por lo anterior es necesario profundizar en cómo esos cambios tuvieron repercusiones en un asunto fundamental, como la higiene escolar, porque el espacio escolar supone, a un nivel muy general, a la arquitectura, a la materialidad de los inmuebles y a la escuela en su fT1 relación con los barrios y luego con las ciudades21. Así mismo dentro del espacio escolar se gestan relaciones entre docentes y alumnos, también entre ambos y la institución22. En esas circunstancias hasta nuestros días parte de la instrucción es cuidar del cuerpo que la profesión A médica -con el respaldo del Estado- impulsa en la sociedad, para que acciones del cuidado de sí se vuelvan cotidianas, a veces dictadas por sentido común, otras por disposiciones de los organismos gubernamentales. Ante lo mencionado cabe preguntamos 1) ¿Qué sucedió en las poblaciones bajacalifornianas respecto a la higiene escolar? 2) ¿Qué características tuvieron las acciones implementadas en esa materia?
Cambios en la demografía y en los servicios médicos que contextualizan la higiene escolar
Sin perder de vista nuestro objetivo central de la higiene escolar y para contextualizarlo es pertinente señalar que el crecimiento de la mancha urbana en las diversas poblaciones de Baja California fue sostenido y reflejo de un considerable número de actividades relacionadas con el comercio, el turismo y el entretenimiento; esto último por inercia de las actividades que trajo consigo la década de 1920, a consecuencia de la llamada ley seca que prohibió en los Estados Unidos la producción y venta de licor, lo que repercutió en las poblaciones de este lado de la línea divisoria.
En Tijuana, por ejemplo, hacia 1928 se inauguró el renombrado casino de Agua Caliente, que con sus lujosas instalaciones atrajo numerosos visitantes de la vecina California, de otras regiones de la unión americana e inclusive de Europa23. A ello hay que agregar la intensa actividad de la emblemática Avenida Revolución. Por su parte en Mexicali figuraron el casino del Tecolote (The Owl) y numerosos prostíbulos con las consecuentes implicaciones sanitarias24.
Tuvimos la oportunidad de encontrar descripciones de esos escenarios desde la mirada de pasantes de medicina que vinieron de la Ciudad de México, a hacer su servicio social a Baja California y sus percepciones son muy ilustrativas. Está el caso de Jorge Ruiz Munguía que prestó su servicio en Tijuana a finales de la década de los 40, y señaló que la población era
esencialmente comercial en la que predominan los establecimientos expendedores de bebidas alcohólicas y centros de diversiones, por estar ubicada junto a la línea fronteriza con los Estados Unidos y ser el punto obligado entonces para los turistas que quieren darse la satisfacción de obtener allí todo aquello que está prohibido en el país vecino [...] La principal fuente de ingresos en esta ciudad es el turismo que concurre a las carreras de caballos en el Hipódromo de Agua Caliente; un magnífico Frontón que últimamente acabada de inau gurarse; numerosas cantinas y cabarets, y otros centros de vicio, así como a las numerosas tiendas de curiosidades mexicanas25.
Esto corrobora que esos factores fueron fundamentales para el crecimiento poblacional y urbano de Tijuana, el que en su interior no fue homogéneo ya que, por ejemplo las calles del centro se ven “bien pavimentadas; otras que pertenecen a las colonias carecen de pavimento”26.
En el municipio de Mexicali la situación no distaba mucho de la de Tijuana. Desde la década de 1920 los habitantes se desarrollaron tanto en el medio urbano como en el rural. Algunos vivían en la ciudad y laboraban en el campo; se dedicaban principalmente al cultivo del algodón en el Valle. Un testimonio de una persona llegada al municipio en 1943, indica: Mexicali “ha cambiado mucho [antes] no había casi nada, Pueblo Nuevo eran unas casillas ahí y se abastecía de agua de puro canal, pues no existía todavía la red de agua por tubería, no había vegetación y no estaba tan grande como ahora, se ha extendido demasiado”. Muchos de los recién llegados a la población se “asentaron en terrenos agrícolas, tomando posesión de algún predio en la periferia urbana (sobre todo al poniente, en las márgenes o cauce del Río Nuevo)”, como sucedió con Berta [una entrevistada], quien señaló: “No teníamos casa nosotros todavía. Caímos como paracaidistas [...] no había nada, estábamos en la orilla, para allá no había casas, estaba solo”, y por lo tanto “aquí no había agua, ni luz, no existían secundarias, ni escuelas, ni nada”27.
Ensenada al igual que las dos poblaciones mencionadas anteriormente tenía 2 ámbitos: el urbano y el agrícola, con la característica que este presentaba grandes dimensiones, por tanto hasta la segunda década del siglo XXI tenía como límite el paralelo 28.28 De las transforma ciones que se dieron en la zona urbana de Ensenada, entre 1930 y 1950, nos informan dos pasantes de medicina. Octavio Aragón Echegaray refiere que para 1936 el piso de las calles que comprendía las 3 zonas urbanas era “casi en su totalidad de tierra, sólo el de una parte de la avenida Ruiz y el de un tramo de la calle Primera” tenían pavimento29. Por su parte Benito Búa Rivas dejó testimonio de la introducción de agua por tubería y electricidad30.
Desde otro ángulo es necesario señalar que “el crecimiento demográfico bajacaliforniano en la primera mitad del siglo XX se explica a partir de su relación con California”, dado que las actividades económicas que aquí se daban tenían vínculos estrechos con la pujante economía de la entidad vecina31. Ello explica un crecimiento poblacional acelerado, toda vez que en 1920 la población era de 23 537, en 1930 de 48 327, en 1940 de 78 907 y en 1950 226 956, con una tasa de crecimiento de 11.14; la mayor registrada hasta la actualidad32.
Otro de los aspectos importantes para los fines de esta investigación es el relativo a la atención médica, a la que los pobladores de la zona urbana de los diversos municipios tenían fácil acceso, mas no así los que vivían alejados de esta33. En ese sentido está el caso del poblado del Rosario -ubicado a 250 km de Ensenada-, donde radicaban aproximadamente 400 personas, exigían la presencia de un médico cirujano34.
En la colonia agrícola Venustiano Carranza, fundada en 1937 en el municipio de Mexicali, las viviendas se encontraban dispersas entre sí -aproximadamente un kilómetro entre casa y casa-, por lo que los residentes se vieron en la necesidad de pagar un médico, según informa el pasante Roberto Guridi Sánchez35. Una situación similar se presentaba en el Valle de las Palmas, donde todavía para la década de 1940 sus pobladores demandan los servicios de un médico que radicara en el lugar, lo que se logró el 1 de noviembre de 1947 con la llegada del doctor Oscar Velasco L., quien tan solo estuvo allí por un lapso de menos de dos meses. Sobre su partida dio las siguientes razones: 1) Población diseminada y escasa, ya que tenía que recorrer 18 mil hectáreas para los 250 habitantes mejor ubicados, y los otro mil y fracción de habitantes se encontraban diseminados en un radio de 20 kilómetros. 2) Profesional y económicamente incosteable, debido a que los cerca de dos meses que estuvo ahí solo atendió 14 casos. 3) Falta de medios de transporte adecuados para terrenos “extremosos”36.
Dicha problemática no fue ajena para los poblados agrícolas del Valle de Mexicali, que desempeñaban un papel relevante en la producción algodonera, que se exportaba princi palmente a Estados Unidos37. Durante el mes de agosto de 1940 ejidatarios del Valle de Mexicali exigían al gobierno la construcción de un hospital, mismo que se establecería bajo un préstamo que otorgó el gobierno federal38. Cabe hacer mención que el presupuesto que se asignaba a cada unidad hospitalaria “dependía de la cantidad de ejidos a los que atendía y de la extensión del territorio que éstos abarcaban; también, de las dificultades de comuni cación”39. En el ámbito urbano Mexicali, Tijuana y Ensenada contarán con sus respectivos hospitales civiles, centros de salud y unidades sanitarias para finales de la década de 1940.
La importancia de los hábitos alimenticios
Durante el gobierno de Lázaro Cárdenas se ejecutaron diversas acciones en las escuelas de Baja California que estaban en consonancia con la política del gobierno central. En la escuela Miguel F Martínez las prácticas agrícolas llevadas a cabo por el alumnado se llevaban a cabo regularmente, sembrándose
col, rábano, zanahoria, lechuga, chícharo, calabaza y muchas otras variedades de frutas y verduras, que los estudiantes llevaban a sus hogares. En 1938, Jesús Ayala Treviño, director de la escuela, informó que se cultivaron hortalizas, ese mismo año el sector femenino de la brigada sanitaria distribuyó diariamente diez litros de leche entre los niños desnutridos. Si bien el inicio de estas prácticas se promovió a través de las políticas de los gobiernos de la posrevolución, hasta la fecha se sigue considerando que el consumo de esos productos contribuye de manera positiva a la salud de las personas en general40.
Por lo que es importante mencionar que en diciembre de 1934 se reformará el artículo 3°, “a través de esta enmienda constitucional se establecerá que la educación impartida por el Estado tendrá una orientación socialista” para crear en la juventud un concepto racional del universo y de la vida social41.
No resulta extraño, a partir de 1936 el delegado sanitario Raúl López Engelking solicitara a Antonio Amaya, director de la escuela el Progreso (y muy probablemente a otros directores) ubicada en Ensenada, un inventario de los alimentos que con mayor frecuencia consumían los alumnos y sus familiares. Según López Engelking la finalidad de tener es información era “lograr un conocimiento general sobre la alimentación habitual de los habitantes de cada una de las zonas de esta jurisdicción” para alcanzar “la popularización de conocimientos mínimos sobre higiene y corrección de alimentaciones defectuosas” con ayuda de los docentes42. A pesar de las discusiones que se dieron a finales del siglo XIX y principios del XX, sobre la forma en la que los médicos debían intervenir en las escuelas43, en Baja California se buscaba que hubiera una sinergia entre médicos y profesores para mantener la salud del alumnado, ya que fue un territorio desatendido en muchos aspectos. La información que se solicitó era:
Alimentos más comunes de los habitantes de esa región.
Cuál de ellos es el más consumido.
Si existen diferentes clases sociales, la alimentación común en cada uno de ellos.
Bebida que acostumbra regularmente.
En el caso de que sea el agua la bebida diaria de consumo señalar con qué frecuencia y qué bebida embriagante acostumbran los habitantes de su región44.
Cuáles son los precios por (kilos, litros, galones, etc.) de los alimentos que resultaren ser de alimentación predominante.
Especificar en casos de alimentos vegetales, semillas alimenticias (maíz, frijol, garbanzo, etc.) si se cosechan en la región y época del año en que se beneficia esta última.
En caso de que los anteriores no sean cosechados o producidos en la región indicar cuál es el lugar de donde provienen45.
En respuesta, Amaya escribió: “la calidad y cantidad de la alimentación esta en relación directa con la condición económica”. Los alimentos que consumían mayoritariamente los alumnos y sus familiares eran café, harina y frijoles. Los que se consumían con menor frecuencia eran carne, pasas y dulce. Había un tercer grupo que eran los de ínfimo consumo como la leche y sus derivados, frutas y legumbres. Algunos de estos alimentos se cultivaban en la misma Baja California, como el frijol, el maíz, la papa y el trigo. Otros alimentos eran traídos de Sonora, Sinaloa y Baja California Sur e importados desde Estados Unidos46.
En 1938 el profesor Mauricio S. Martínez, subdirector de la escuela Netzahualcóyotl de Mexicali, informó que se enfrentan “problemas educativos y sociales que dificultan la marcha rápida del trabajo escolar, debido a la crisis económica que cada día se acentúa más; la baja inmoderada de nuestra moneda en relación con la moneda americana; las enfermedades infantiles ocasionadas por alimentación insuficiente”. Así mismo hizo énfasis en que “la mayor parte de los hogares de esta sección carecen de las comodidades más indispensables de una vida higiénica, fácil será comprender por qué durante el año se presentaron numerosos casos de enfermedades que alejaron a 124 alumnos” de las escuelas47.
Precisamente el factor de la alimentación estará presente, entre las enseñanzas de los profesores, como en el caso de los de la escuela Leona Vicario de Mexicali48, aunque no serán tan enfáticos en otras como la Venustiano Carranza de Tijuana49. No obstante con el tiempo las prácticas agrícolas dejarán de realizarse entre el alumnado de las escuelas que se encontraban dentro de la mancha urbana, lo más cercano que tuvieron los alumnos que cursaron la primaria de finales de 1940 en adelante, a la cuestión agrícola fue el clásico ejercicio de la germinación de una semilla (principalmente frijol)50. En los ejidos y colonias agrícolas,
sus labores iban desde la desinfección de semillas, abonar la tierra, sembrar árboles, eliminar plantas dañinas; así como la promoción y formación de asociaciones infantiles, de brigadas sanitarias y de amigos de la escuela; la orientación sobre organización a los campesinos, hasta la redacción de sus oficios y cartas51.
Por lo que es muy probable que la cosecha de productos alimenticios por parte del alumnado se siguiera dando, principalmente en las escuelas rurales de Baja California. Lo paradójico fue que a pesar de la información que los docentes brindaban en la Leona Vicario las estudiantes de mayor edad preparaban emparedados y tostadas para la venta52. En la Carranza, de mayor cercanía a Estados Unidos, había una cooperativa que era muy pequeña “y vendían chucherías nada más, papas y sodas [...] dulces. La mayoría era producto americano”53.
En otras partes como la capital de la República la alimentación de los educandos fue un asunto por el que el Estado se preocupó con la creación de instituciones para ese fin, en 1945 se abrió un Hospital para Enfermedades de la Nutrición y un Comedor Familiar, donde se repartían desayunos escolares54. En esa misma década en Tijuana donde había un Centro de Asistencia Infantil, donde se encargaban del cuidado de los niños, se ocupaban de regularizar su alimentación, así como de vacunarlos55, aunque durante los años 40 nunca hubo nada parecido en Baja California.
Lo anterior se explica por la lejanía de los poblados bajacalifornianos del centro del país, y su cercanía con Estados Unidos, motivo por el que los moradores bajacalifornianos tenían mayor contacto con sus contrapartes del norte, que dio como consecuencia un desarrollo cultural siu generis en la zona, distinto a otras partes de la República Mexicana y que por supuesto tuvo impacto en las practicas que los docentes y los educandos realizaban.
Enseñar la limpieza e higiene personal
Cuidar la higiene personal y realizar el aseo de las áreas donde los estudiantes se desarrollaban fue importante para los centros escolares. Que los docentes les enseñaran que “la limpieza es un tesoro que se convierte en salud”, como rezaba una frase al final de un cartel sobre una campaña de limpieza que se llevó en Ensenada el 7 de septiembre de 194456, a la que se le denominó Guerra contra la basura, era muy necesario para que desde corta edad aprendieran el valor de la limpieza. Porque la niñez de las escuelas primarias era vista como esencial para colaborar contra la suciedad,
para que en ¡os años venideros se haga costumbre [...] Los niños de las escuelas primarias de la ciudad harán una manifestación que recorrerá algunas calles de la población, con el fin loable de invitar a todos los habitantes de Ensenada a que quemen su basura [y así] velar celosamente por el aseo general.57
Se tiene constancia que hacia la década de 1950 limpiar el salón se convertiría en una práctica cotidiana para algunos estudiantes de las escuelas bajacalifornianas, los profesores “recomendaban que tenía que ser todo limpio, en el hogar, en la escuela” 58, de hecho, todavía para ese tiempo, a los docentes se les enseñaba higiene escolar en segundo año de profesional (Sánchez, S/f). Para lograr lo anterior se pedirá la cooperación de los padres de familia con algunos enseres.59 Durante el gobierno de Ávila Camacho,
se muestran la asignación de una diversidad de roles sociales a los profesores de primaria y las tareas de estos efectuadas en la población [Esas actividades incluían] la realización de campañas como la antialcohólica, de forestación, prohigiene, alfabetización, convencimiento para que los niños asistieran a la escuela, protección a la población contra enfermedades contagiosas60.
Un papel fundamental en la educación de los docentes fue el del Instituto Federal de Capacitación del Magisterio creado a finales de 1944. Se visualizaba el papel del profesor “como un agente promotor de cambios culturales en la comunidad, aunque ya no con el radicalismo de los años veinte y treinta”61.
Como mencionamos además del entorno era esencial que los alumnos llegaran a la escuela, limpios y aseados. Se tiene registro incluso que, en 1936, 113 profesores “tomaron un curso de educación higiénica por correspondencia impartido por el Departamento de Salubridad Pública62. En ese año, del 5 al 10 de octubre, se conmemoró la semana nacional de higiene en las escuelas bajacalifornianas, se realizaron actividades y se invitó a la población en general a participar63. Porque de la misma forma, en el terreno de la
pedagogía se encontraba muy extendida la convicción de que los niños requerían una educa ción integral que contemplara las actividades corporales para contrarrestar los excesos del aprendizaje intelectual. La escuela debería enfocarse a enseñar conocimientos útiles para la vida, en la medida de lo posible a través de la experiencia y al aire libre, y favorecer el desarrollo armónico de la facultad intelectual, la moral y la física64.
Las campañas escolares también fueron importantes para fomentar la higiene en los alumnos, como la prolimpieza y prohigiene desarrolladas en la escuela Héroe de Granaditas de Tijuana y en la Progreso de Ensenada. Donde mayormente se hacía énfasis era en la clase de
civismo65. La señora Olga Silvia Ortega, ex alumna de la escuela Leona Vicario (1950- 1955) de Mexicali en una entrevista, hizo énfasis en la limpieza: “los lunes era de blanco para hacer honores a la bandera, súper limpio, impecable, nos revisaban, las uñas; nos revisaban los zapatos que estuvieran súper limpios”.66 Pues en la capacitación de los maestros
convergerán los intereses de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, en particular las inquietudes de los salubristas por extender el conocimiento de la higiene a la mayoría de la población, y de la Secretaría de Educación Pública, de contar con apoyo especializado en la elaboración de los materiales que servirán para fundamentar la formación de los profesores no titulados. Así [como se había hecho desde el porfiriato], dentro de una diferenciación de funciones acorde a la especialización técnica y el estatus de los integrantes, se institucio nalizará la introducción del discurso médico a la escuela: los médicos elaborarán libros de texto sobre la higiene escolar y los profesores se tornarán en los responsables de la difusión de esos conocimientos y saberes dentro del aula y de la comunidad67.
Otra forma de introducir comportamientos que contribuyeran a la salud de los educandos, fue el fomento de diversas prácticas higiénicas. En la escuela Leona Vicario los profesores en cooperación con el alumnado realizaban periódicamente “revistas generales de aseo”, formaron incluso una brigada sanitaria mixta (niños y niñas) que “contribuyó a la higienización de la escuela y a la conservación de la salud de los alumnos”. En la Benito Juárez “el delegado de Sanidad dio un curso sobre higiene para los niños, y se integró el primer comité de salubridad y asistencia social. Y en la Miguel L Martínez se hicieron prácticas de aseo e higiene corporal68. Las prácticas de higiene personal ya se habían internado en una parte de la sociedad mexicana, por eso habrá cooperación entre la escuela y el hogar; los profesores les hablaban a los alumnos de la importancia de la limpieza, pero en el hogar vigilaban que los niños cumplieran esas directrices, por ejemplo, lavarse las manos, se había vuelto una práctica cotidiana, pero era reforzada en los centros escolares. Exigían “que fuéramos impecables de limpios en todas formas”, dice una persona que fue a la escuela a inicios de la década del 5069.
A lo largo de los años cincuenta 6,000 profesores, que laboraban principalmente en comuni dades rurales, obtendrán su título para ejercer el magisterio; esta cohorte será “entrenada” a través de textos teóricos y prácticos escritos por médicos, para difundir la higiene en las escuelas y comunidades. Los libros relacionados con las ciencias médicas, escritos por galenos, fueron Higiene escolar (libro y cuaderno de trabajo), de Roque Ramírez Rodríguez, e Higiene dietética (en dos tomos), de José Quintín Olascoaga70. Aunque las diferencias sociales y económicas eran marcadas en el alumnado de diversas escuelas del hoy estado de Baja California. Un médico durante su servicio social en la colonia agrícola Venustiano Carranza escribió los profesores son personas bien preparadas que cuidan tanto su higiene personal como la de sus alumnos. Son aparentemente sanos. Los niños que asisten a estas escuelas están muy lejos de recibir los beneficios de la vigilancia médica, quedando este asunto al exclusivo criterio del profesor, que haciendo lo posible procura cuidar de los niños que se le encomiendan71.
Esa diferenciación se verá incluso entre los alumnos de la misma ciudad. El señor En rique Ochoa Leyva, nacido en 1942 y que a los 7 años ingresó a la escuela, atestiguó que “la profesora te veía al entrar [revisaba] y como pues era mucha gente muy humilde si iban muy humildes, pero limpiecitos”.72 Ochoa Leyva amplió su testimonio e indicó:
a veces cuando no ibas muy bien peinado o que fueras así mugroso y todo eso, te llamaban la atención, o te decían ven con tu mamá mañana, que venga porque a veces iban muchos desaseados, después los revisaban [...] luego luego se sabía, oye aquel trae piojos [...] ya le decían a la profesora y lo tenía que asear la mamá.73
Los casos de pediculosis eran muy comunes, y aun hoy lo siguen siendo. Indica el señor Ochoa: “hay muchos que me acuerdo yo ... que sufrían de eso”. Cuando eso ocurría, la madre del menor tenía que llevarlo a casa, en caso de ser niñas “le ponía sus jabones para quitárselos” y cuando eran niños los rapaban.74 Incluso en algunas escuelas los alumnos tenían visitas de agentes externos para revisar su limpieza, como ocurrió en algunas de Mexicali, a donde acudía una persona de salubridad (vestida de blanco) a revisar las cabezas de los estudiantes75.
Otro de estos ejemplos donde agentes externos ayudaban a cuidar de la salud de los niños, sucedió en mayo de 1943. El doctor Ignacio Roel cabrera solicitó permiso para revisar las dentaduras de los alumnos de la escuela La Corregidora, ubicada en Ensenada76. Y es que a inicios del siglo XX la salud bucal cobró gran relevancia para las sociedades modernas, incluso en 1937 se había inventado un cepillo con cerdas de nailon -de rápido secado y difíciles de poblar para las bacterias-, para 1950 se habían mejorado los cepillos77. Hubo marcas que con fines propagandísticos iban a las escuelas.
En esos tiempos la Colgate® hacia mucha propaganda y te llevaban [...] te regalaban en tu salón tu pastita de dientes y tu cepillo [...] tenían como promoción pues, pero no te la cobraban, te la regalaban78.
Ya que en ese momento había poca atención odontológica para los niños. Porque aunque desde 1936, la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México y la Secretaría de Salubridad y Asistencia habían instituido el servicio social para los pasantes de medicina como obligatorio79, esto solo sucedió con los odontólogos hasta la década de 1950 y se formalizó hasta 196380.
Se realizaron también en otros planteles campañas para combatir diversos factores que afectan la salud del alumnado, como el consumo del alcohol y las enfermedades venéreas (hoy denominadas Infecciones de Transmisión Sexual)81 con énfasis en la gonorrea82. Así fue tarea de los profesores repartir entre los alumnos folletos, que enseñaban métodos preventivos para estas enfermedades que eran en la década de 1940, una preocupación mayor para las autoridades mexicanas por la influencia de los Estados Unidos a través de los congresos Panamericanos de la salud83. Para paliar esta problemática en algunas escuelas se instituyeron brigadas sanitarias con ayuda de diversas autoridades, la comunidad general y la escolar. También se establecieron espacios para la atención de alumnos, en 1938 la escuela Héroe de Granaditas, ya contaba con una enfermería para ese propósito, esos mismos servicios se ofrecían a la comunidad en general. La Escuela Benito Juárez de Mexicali estableció el Socorro Rojo Escolar, para el servicio de los alumnos del plantel y contaba con un botiquín, al igual que la Leona Vicario de esa misma ciudad84.
Espacio escolar y actividades deportivas
De esta manera no solo mantener el cuerpo y el medio de desarrollo será visto como suficiente, el espacio escolar es fundamental para el desarrollo de los alumnos, situación que se hizo notar desde el siglo XIX pero se puso mayor énfasis en ello durante el gobierno de Porfirio Díaz85. Uno de los primeros pasos para que los alumnos ingresaran a la escuela, ya a finales de la década de 1940, era contar con documentos probatorios de que los menores estaban inmunizados, contra la viruela que era la única vacuna en ese momento que se aplicaba a los infantes, por ende cuando los niños enfermaban de viruela o sarampión, se
les pedía no acudir a la escuela, hay testimonios de que incluso se les llegaba a perdonar la asistencia y las tareas86. Algo que era muy raro que ocurriera en aquella por esos años, lo que habla de la importancia que tenía mantener el espacio escolar libre de enfermedades.
Otra de las medidas fue la limpieza de los espacios que los alumnos no limpiaban como los pasillos, por lo que será necesaria la presencia de conserjes o mozos para ello, como ya tradicionalmente se venía haciendo solo que a partir de la década de 1940 se volvió más frecuente. Las escuelas que atendían a los alumnos en el turno matutino y vespertino tenían un mozo que hacia la limpieza por turno87, otras llegaron a tener hasta 2 conserjes para un solo turno, que mantenían los “amplios pasillos impecables de limpios” 88 Esas acciones iban en aras de mantener el espacio limpio y a sus moradores temporales sanos.
El espacio escolar salubre se “equiparó a un ambiente moral deseable”89. Algunas escuelas de México se construyeron bajo los cánones de higiene de finales del siglo XIX, que indicaban que los espacios debían ser limpios y estar ventilados. En Baja California desde inicios del siglo XX se construyeron escuelas en amplios terrenos y con sistemas de ventanas que permitían una ventilación importante, por lo despoblado que estaban los espacios del hoy estado90.
Aunque se dieron casos donde se denunció la falta de atención delas escuelas por parte de las autoridades, a los pocos meses de iniciado el gobierno de Miguel Alemán, en 1947 los dirigentes de la Federación de Sociedades de Padres de Familia del Territorio “plantearon públicamente las razones por las cuales habían tomado el acuerdo de no enviar a sus hijos a la escuela”, una de ellas era, según sus palabras el “estado material y las condiciones higiénicas de los edificios escolares [que] están en condiciones deplorables, con grave peligro de la vida de nuestros hijos”91.
Las escuelas Leona Vicario de Mexicali y Venustiano Carranza cumplían esos requisitos, según evidencias en ambas los salones eran amplios y en ellos había un promedio de 40 alumnos. La diferenciación en la distribución de los espacios será también distinta, en al gunas escuelas los estudiantes se sentarán en bancas de madera en binas, en otras lo hacían individualmente en mesabancos que tenían “patitas de fierro y el asiento de madera”. 92
En cuanto al servicio de drenaje no fue tan común en las escuelas que estaban fuera de la zona centro, tenían excusados de fosas sépticas, aunque la mayoría si contaba con agua de uso común, había escuelas que se surtían de pilas, otras estaban conectadas directamente a la red de agua de la ciudad.93 De las escuelas rurales ni hablar, las 3 escuelas que se encontraban en la colonia agrícola Venustiano Carranza carecían “por completo de instalaciones sanitarias”, no tenían abastecimiento de agua y los alumnos orinaban y defecaban al aire libre94.
Es importante hacer mención de la amplitud de los espacios no solo para la cuestión de la ventilación y la circulación del aire, sino también como lugares de actividades físicas, que hoy sabemos tienen grandes beneficios para la salud. En la escuela Leona Vicario el patio era muy grande tenía cancha para basquetbol y tenía mucho espacio alrededor, dice una alumna que estudió ahí a finales de los cuarenta y principio de los cincuenta: “salíamos a recreo y podían jugar, correr con la pelota, a distintos juegos”95. Y es que era un escenario cotidiano en la mayoría de escuelas bajacalifornianas el contar con espacios deportivos amplios96, desde inicios del siglo XX 97.
A propósito de lo anterior la administración de educación física al alumnado no será uniforme en todas las escuelas. En algunas los ejercicios se practicaron diariamente, 1 hora antes de terminar el horario escolar, además las clases eran impartidas por el docente titular de grupo98. Mientras que en otras se tenía un profesor de educación física, “que enseñaba tablas gimnásticas”, aunque solo se daba esa clase “una vez a la semana”99. Por lo que además del espacio el personal también será de vital importancia, o la misma especialización del personal, porque a pesar de lo que se pudiera pensar las escuelas que se encontraban dentro de las ciudades carecían de docentes de deportes. Lo que hace pensar que la importancia que se le daba a las escuelas para dotarlas de servicios y personal implicaba ubicación geográfica y tiempo de operación.
Conclusiones
La demanda de servicios por parte de la constante población que llegó a Baja California tanto en la considerada zona urbana como la rural, no fue llenada al cabal, pues hubo grandes diferencias, en los servicios médicos, hospitalarios y sanitarios, lo que generaba una deficiencia en el acceso a esos servicios entre algunos sectores de la población, entre ellos los niños que tenían poco acceso a la atención médica y educación sanitaria por parte de esas dependencias gubernamentales. Esto también se verá dibujado en las diversas escuelas y la higiene del alumnado (esta última derivada de los alcances que da la condición socioe conómica misma para tener acceso a ciertos servicios y productos). Si bien estas diferencias son notables entre el entorno urbano y rural, también lo fueron entre los mismos alumnos de lo que fue considerada la mancha urbana, es decir entre colonia y colonia, aunque estas fueran vecinas. Por ejemplo, en el abastecimiento de agua o los servicios sanitarios (baños).
Sin embargo en un lugar con tantas carencias como Baja California, las escuelas sirvieron en gran medida para paliar esas situaciones, sobre todo en lo que respecta a la educación higiénica. En ellas se enseñaba a que el aseo personal era tan importante como el del entorno, situación que por cierto contrastaba con la realidad del medio de desarrollo de muchos alumnos, por eso en las escuelas citadinas se vio cada vez más el aumento de personal que auxiliara en esos enseres, lo que no sucedió con las rurales, donde el docente tenía que adaptarse para llevar a cabo otras tareas además de las tocantes a la educación formal.
En los centros escolares se hacía ver a los alumnos que los hábitos de higiene personal y de su entorno podían evitar padecimientos como la pediculosis, porque se suspendía al alumnado que se detectaba que tenía piojos, así como viruela y otras enfermedades infectocontagiosas. Para estos propósitos, en ocasiones personal del área médica colaboraba con las autoridades escolares, así como los padres de familia, que reforzaban actividades como el baño y el lavado de manos en casa, que pocas veces se podían llevar a cabo con cabalidad en el medio rural.
No está de más mencionar que en Baja California durante el periodo cardenista se puso énfasis en aspectos como la alimentación, y la misma higiene de las escuelas rurales, pero con el paso del tiempo eso cambió, debido al contexto y al crecimiento y urbanización de las ciudades los elementos propios del entorno rural dejaron de tener relevancia, no importando que el espacio urbano careciera de ciertos servicios.
Otro aspecto importante que no se dejó de lado en las escuelas de Baja California fue el deporte, que se practicó con frecuencia porque siempre hubo espacio para llevar a cabo juegos de futbol, béisbol y hasta básquetbol (estos dos últimos por la fuerte influencia que había en la zona de la cultura estadounidense), aunque a veces sin un docente especializado, debido a la falta de personal y muy probablemente de presupuesto para ese fin.
Así mismo el aspecto de la alimentación preocupó a las autoridades escolares. Como se ha venido haciendo mención el cardenismo tuvo importancia en varios aspectos y el relativo a la alimentación no fue la excepción, principalmente en respectivo a la siembra y cosecha de los alimentos extraídos de huertos escolares que los alumnos llevaban a casa. Pero desgraciadamente esta práctica se perdió en las escuelas de las ciudades, no así en las del campo. La clara influencia estadounidense tuvo su calado en la alimentación de los moradores bajacalifornianos dentro de las escuelas donde se consumían productos procesados y con conservadores de origen estadounidense, de hecho en el mismo entorno rural se ingerían productos de ese tipo como la leche evaporada por su practicidad y seguridad que brindaba al ingerirla, aunque no hemos encontrado información referente a lo que se consumía en las escuelas rurales.
Como se observa el entorno regional tuvo peso en las acciones de higiene que se llevaron a cabo en las escuelas de la zona. Al parecer con el paso del tiempo el personal médico dejó de tener esa sinergia con los docentes, es decir que con el paso de los años los profesionales de la salud se involucraron cada vez menos directamente en los planteles escolares y en la planeación de acciones que tenían como finalidad enseñar higiene, y aspectos de salud. En otras palabras tal parece que también en el plano nacional, la higiene escolar fue cobrando menor relevancia con el paso del tiempo, pues muchas prácticas que en su momento se introdujeron como una novedad en la vida de los alumnos se fueron volviendo parte de su cotidianeidad, pero sin duda hubo gobiernos que impulsaron mayormente estas acciones.