Introducción
El presente artículo tiene como objetivo analizar el planteamiento de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC) con relación a la reforma agraria y el pensamiento de la ruralidad en el departamento de Boyacá en el año 1979, en contraste con los comunicados y las noticias de la prensa, ., Se parte de la premisa de pensar la ruralidad dentro del movimiento estudiantil, atendiendo al pensamiento colectivo de los estudiantes del año 1979, según este movimiento, como un hecho político a favor de la comunidad tunjana en general.
En cuanto a la metodología, es cualitativa con un método histórico, con relevancia en el análisis del discurso histórico consignado en la prensa y documentos, mediante una revisión de fuentes primarias y secundarias que contribuyeron a la investigación, para lo cual se toman en cuenta, por categorías de análisis, en primer lugar, una exploración documental en prensa y archivos con prioridad en los acontecimientos de relevancia para la investigación; en un segundo lugar, la consulta a comunicados y acciones estudiantiles, y en último lugar, lo que la reforma agraria y la ANUC presentaban como defensa de los derechos de los campesinos.
Se presenta como primera variable de análisis el periodo histórico del año 1979, con relación a los acontecimientos relevantes tanto políticos como educativos y sociales de la época, desde los comunicados estudiantiles y de medios de difusión nacional como El Tiempo, El Espectador y el Diario Oficial, y los periódicos locales El Campesino y El Informativo Boyacense; igualmente se consideró el semanario Voz Proletaria4 para ampliar la investigación hacia otras posturas e ideologías. Adicionalmente, se tuvo en cuenta la reforma agraria que en ese momento se esgrimía como un componente para transformar la estructura agraria, con el objetivo de darle cabida a la repartición de tierras.
La segunda variable de análisis es la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC), cuyos planteamientos en cuanto a la organización política y social la evidencian como una organización dedicada a la protección de los campesinos y al resguardo de sus derechos; se presentan los objetivos de la ANUC con relación al pensamiento de la ruralidad para la época y cómo esto dirigía sus acciones y hacia lo que realmente buscaba, un favor colectivo por la representación de los campesinos.
En la tercera variable de análisis se describe el movimiento estudiantil denominado el “catedralazo” -el origen de esta investigación-, llamado así por cuenta de la toma de la Catedral Primada de Tunja como albergue y lugar de protesta por parte de una congregación de estudiantes de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia que se movilizó para pedir la liberación de uno de sus líderes estudiantiles y como reivindicación por el derecho a la vida.
Finalmente, al cotejar los planteamientos de la ANUC con los propósitos de la - reforma agraria y el movimiento estudiantil, en medio de un periodo lleno de turbulencias y de régimen militar por parte del Gobierno, se puede concluir que sus acciones confluían en el mismo objetivo de reivindicar los derechos humanos y especialmente el derecho a la vida. Constituyeron, en gran medida, el punto de partida de lo que hoy es la reforma agraria, así como los movimientos estudiantiles en todo el país.
Contexto histórico, año 1979
En la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)5 celebrada en enero de 1979, se proclamó ese año como el Año Internacional del Niño, factor determinante para dar una mirada a la infancia en Colombia que, para ese entonces, contaba con once millones de niños entre los cero y los doce años, de los cuales unos cuatro millones, desde muy temprana edad, tenían que realizar trabajos superiores a sus fuerzas, y veían limitadas sus posibilidades de educación. Por ello, el niño rural colombiano se encontraba en riesgo biológico de nutrición y salud, y presentaba altas tasas de morbilidad y mortalidad6.
En lo que respecta al tema de la educación, en una encuesta realizada por el periódico El Campesino entre los campesinos de Santander, una de sus preguntas era ¿qué esperan para el año 1979? Se obtuvieron respuestas tales como: “Ya estamos cansados con tanta promesa por parte de los gobernantes y los políticos, no queremos saber nada de los gamonales ni de politiqueros”; agregó una señora: “Nosotros estamos dispuestos como siempre a trabajar para que haya comida en las ciudades pero si respetan nuestra dignidad, valoran nuestro esfuerzo y nos pagan lo que es justo”; otra respuesta fue: “Nos piden que produzcamos más, que nos tecnifiquemos, y a la hora de la verdad no nos facilitan la educación, la capacitación, el crédito ni tal asistencia técnica, total se queda en veremos”7.
En cuanto al semanario Voz Proletaria, en una columna titulada “La infancia”, afirma: “[...] así vemos cómo celebra el fascismo el Año Internacional de la Infancia, qué respeto tiene por la juventud en sus países”; señala que en Colombia, al amparo del estatuto de seguridad, los servicios secretos han detenido muchos niños como una forma de obligar a sus padres a presentarse ante las autoridades, el encarcelamiento de los niños la tortura o su asesinato es no solo una violación jurídica a los Derechos Humanos, es la más cruel y bastarda acción del fascismo pero tal vez también lo que mejor muestra su carácter inhumano8.
La presidencia de la República de Colombia la ocupaba, en ese entonces, Julio César Turbay Ayala9 a nombre del partido liberal10; dentro de su “Plan de Integración Nacional, 1979-1982”, en lo que respecta al tema de la educación, con Rodrigo Lloreda Caicedo11 como ministro de Educación, tenía, como primer objetivo, “[...] describir la evolución más reciente y el estado actual de los niveles escolares del sistema educativo y en segunda instancia señalar algunos puntos críticos dentro del mismo con miras a terminar las líneas de política a mediano y largo plazo”12.
Así pues, en dichos diagnósticos en torno al sistema educativo se determinó que en primaria existían diferencias significativas en cobertura y retención entre las zonas rural y urbana, y que la población rural que ingresaba al sistema solo alcanzaba a cursar, en promedio, un grado y medio en tanto que la urbana superaba ligeramente, en promedio, los tres primeros grados. En cuanto a la secundaria, los servicios ofrecidos en el área rural eran mínimos, en tanto que la educación superior era inexistente en esta área, debido a que existía una concentración de los servicios del Estado en los centros urbanos13. Se hace la salvedad en este apartado de la importancia en la educación rural. De acuerdo con Gómez et al.: “La educación en las zonas rurales tiene un papel fundamental, ya que es uno de los instrumentos más importantes para reducir la pobreza y la desigualdad existentes en el campo colombiano”14. Con relación a la época, en un diagnóstico del PND se evidencia lo que es la educación rural y las alternativas para realizar una cobertura educativa de calidad.
Desde esta medida, por ser la educación uno de los focos de atención para cada Gobierno, son frecuentes las consultas de cómo se ve la educación en América Latina, y para la época así se informaba al Departamento de Educación de los Estados Unidos:
Rural America as a unique segment of society, continues to exist in a rich variety of forms. The diversity which has frustrated policy makers in dealing with rural problems continues. Neither ignoring that segment of the population nor implementing uniform “urban” policies has made the problem less unique or less urgent.15
En cuanto a la parte social, para este tiempo en Colombia ocurrió lo que el periódico El Espectador tituló como el “Gran robo de armas del M-19 al Ejército”16, operación en la que ese grupo guerrillero penetró las instalaciones del Cantón Norte en Bogotá y robó alrededor de siete mil armas, una de las muchas situaciones que han caracterizado la violencia que enmarca el conflicto armado en Colombia. Como respuesta a la situación, el Gobierno promulgó el denominado “Estatuto de Seguridad” mediante el decreto 1923 del 6 de septiembre de 1978, “Por el cual se dictan normas para la protección de la vida, honra y bienes de las personas y se garantiza la seguridad de los asociados”.
El 29 de junio de 2020 la Comisión de la verdad, a través de un foro que tomó en cuenta los antecedentes de las torturas y sus consecuencias desde el Estatuto de Seguridad durante el periodo del presidente Turbay, se dijo:
La promulgación del Estatuto de Seguridad [...], a un mes de posesionado el nuevo gobierno, desencadenó un repertorio de actuaciones alarmantes de las fuerzas militares y de policía: allanamientos de domicilio sin orden judicial, detenciones arbitrarias, torturas, desaparición forzada, consejos verbales de guerra para juzgar a civiles,
[...]
La situación de derechos humanos se agravó luego del robo de armas del Cantón Norte del Ejército por parte del M-19 en Bogotá en el cambio de año entre 1978 y 1979, y la reacción militar y policial para recuperar las 7.000 armas y capturar a los responsables del robo.17
Asimismo, el diario El Tiempo daba cuenta del primer Foro Nacional sobre Derechos Humanos en Colombia, en el que “fueron formuladas denuncias documentadas sobre casos concretos de allanamientos, detenciones y torturas en distintos lugares del país, y particularmente en la Brigada de Institutos Militares de Bogotá (en Usaquén) y en otras dependencias militares”18.
Por su parte, Voz Proletaria, en una columna titulada “No más torturas”, señala: “Gravísimos testimonios de las víctimas; el B2 es una asociación de torturadores”19, y presenta diversos testimonios de las víctimas en los cuales relatan los tipos de torturas a los que fueron sometidos, denunciando y rechazando este hecho.
Es necesario recordar que, para el año 1979, el gobernador de Boyacá era Jorge Perico Cárdenas20, del partido Liberal. En la alcaldía de Tunja estuvieron Gustavo Mendieta Castel- blanco21, seguido, como alcalde encargado, de Germán Gamma Cubillos22 y finalmente, de diciembre de 1979 a marzo de 1981, el alcalde de la ciudad de Tunja fue el abogado liberal Luis Felipe Machado Leyva23.
En lo que respecta a la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia24, el gobierno del presidente Julio César Turbay Ayala designó como rector a partir del viernes 16 de febrero de 1979, al abogado y economista Juan B. Pérez en reemplazo de Jorge Palacios Preciado, quien había renunciado en forma irrevocable desde septiembre del año anterior. Según la prensa de ese año la designación del nuevo rector fue bien recibida por los estamentos del departamento, especialmente la provincia de Sugamuxi25.
De acuerdo con los comunicados de la prensa26 del año 1979, la rama educativa en Boyacá presentaba apremiantes interrogantes en lo que respecta a la educación superior, el departamento arrojaba un promedio de seis mil estudiantes bachilleres y normalistas y solo se contaba con un centro de educación superior, la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, que daba cupo tan solo al 20 % de los aspirantes a estudios superiores y es a partir de allí que se solicitó al Ministerio de Educación Nacional nuevas alternativas para la educación.
Con el fin de que se ampliara la correspondiente autorización para la apertura de nuevas carreras, lo indispensable era el que se le asignaran nuevas partidas dentro del presupuesto nacional. En ese sentido, el ministro de Educación Nacional, Rodrigo Lloreda Caicedo, aprobó el presupuesto correspondiente al año de 1979 presentado por el departamento de Boyacá por intermedio del Fondo Educativo Regional (FER), según lo que informó el delegado regional Rito Manuel González Cuevas.
Las partidas afectaban directamente al fisco nacional en más de mil millones de pesos; incluyendo el reajuste docente que se pagó en la nómina del mes de mayo con retroactividad al mes de enero, el presupuesto aprobado fue de 916 463 998 pesos, pero en este se agregó un reajuste docente según las instrucciones del ministro Lloreda Caicedo. Este presupuesto contempló, aparte de la nómina, diferentes planes educativos que fueron coordinados por el FER en Boyacá27:
1. Plan de capacitación y perfeccionamiento docente y televisión educativa28, que cobijó - 92 municipios, entre ellos 42 escuelas rurales. 2. Plan de educación de adultos o alfabetización, con 334 plazas ocupadas para alfabetizadores en 120 colegios en los que se capacitaron más de catorce mil personas mayores de 14 años. 3. Plan curricular de capacitación docente. 4. Plan de Escuela Nueva enfocado directamente al sector rural campesino, coordinado por la FER y la Secretaría de Educación de Boyacá29.
La educación superior se convierte entonces en un reto social y político para asumir:
El hecho es que, el gran desafío de la universidad estatal consiste en formar un profesional, que llegue sin carencias socio-educativas y en las mismas condiciones deformación y calidad que la universidad privada. Dado que la educación es en la práctica el único medio de ascenso social y de mejoramiento de la calidad de vida de los colombianos, es deber del Estado y de su sistema educativo el orientar políticas que favorezcan a los estratos sociales más bajos [...].30
Para el mes de junio de 1979 en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia se comienza a promover la producción bibliográfica de autores universitarios y se crea la primera asociación de metalúrgicos; el ministro Lloreda Caicedo oficializó que cambiaría de nombre la universidad y a partir del mes de agosto pasaría a llamarse Universidad de Boyacá, pero nunca se llevó a cabo.
Según el acuerdo 024 del 6 de junio de 197931, expedido bajo la rectoría de Juan B. Pérez, se asignaron como nuevos secretarios de Educación de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia a Carlos Sandoval Fonseca, secretario académico; Javier Ocampo López, secretario de investigaciones y de extensión universitaria y Luis Alberto Cervantes Zambrano, secretario de bienestar universitario. Dentro de las importantes labores que adelantó esta administración de la UPTC, se contó con la construcción de aulas para albergar más facultades, un aspecto de los trabajos propuestos en la universidad para el progreso del departamento32. En cuanto a educación regional, el 22 de septiembre de 1979,
“[...] los economistas Rosita Cuervo Rayeras y Ósmar Correal Cabral, [...] liderarían la la primera institución de educación superior privada [la Universidad de Boyacá] en la región que ampliaría las posibilidades educativas para jóvenes bachilleres de Boyacá y que años después se convertiría en una de las obras más grandes y con mayor impacto del oriente colombiano y del País”.33.
Planteamiento de la ANUC y la reforma agraria
Desde la colonización de España, Colombia pasó por la distribución de tierras supeditada a los juicios de casta34 que aplicaba el régimen monárquico español. Hasta bien entrado el siglo XX inmensurables cantidades de tierra seguían en manos de las mismas familias, militares, personas influyentes y políticos, generando mayor desigualdad.
La agricultura colombiana en los primeros años del siglo [veinte] fue muy precaria, impulsada por la exportación de café; se veía una disputa de políticas económicas, intervencionismo por el lado liberal y proteccionismo por el lado conservador, esa disputa llevaría al sectarismo partidario que no permitió promover una reforma agraria efectiva. Alfonso López Pumarejo del partido Liberal [...], era abanderado de la intervención estatal afavor del bienestar social, llevó a término un conjunto de reformas en los ámbitos constitucional, agrario, tributario, judicial, educativo, laboral y de política exterior, por estas reformas el gobierno recibió el nombre de revolución en marcha.35
Llegada la década de 1960, acontecimientos históricos trascendentales como la Revolución cubana36 produjeron fuertes oleajes de cambio en todo el continente, y como respuesta el gobierno de J. F. Kennedy de los Estados Unidos echó a andar un programa de ayuda económica y social que denominó “Alianza para el Progreso”, con el propósito de, entre otros, promover reformas agrarias en doce países latinoamericanos. “Fue así como las élites nacionales y los Estados Unidos pactaron una ‘reforma agraria integral’, cuya prioridad fue salvaguardar la estabilidad política y económica del Frente Nacional en las áreas rurales, en desmedro de la redistribución de la propiedad”37.
Es a partir de la ley 135 del 15 de diciembre de 196138 que comienza a pensarse en crear una asociación de usuarios campesinos, originada por cuenta de todas las luchas históricas de los campesinos en Colombia por la reivindicación de sus derechos y sus tierras. Tiempo después, por medio de la resolución 061 de 1967 y el decreto 755 de mayo de 1967, se crea legalmente la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC).
Esta asociación ha sido considerada en la historia del país como el movimiento campesino de mayor auge y más importante en los últimos tiempos, cuyas raíces se encuentran en la reforma agraria propuesta por el gobierno de Carlos Lleras Restrepo39, gobernante que apoyaba la reforma en el campo impulsando el accionar político de los campesinos; durante su mandato se promovió la mencionada ley 135 de 1961 y luego de esta se creó el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA).
En palabras del dirigente Jesús María Pérez, integrante de la ANUC desde sus inicios,
La ANUC se convirtió en un instrumento de lucha de los trabajadores rurales, que pasaron de ser sirvientes de los propietarios de tierras a actores capaces de formular decisiones políticas para el bienestar del campesinado colombiano. Los usuarios campesinos tuvieron desde un comienzo un gran éxito: todas esas comunidades dispersas se unificaron por primera vez para trabajar sobre unos lineamientos de tipo general para la lucha del bienestar general de los habitantes del campo40.
Bajo estas convicciones la ANUC empezó a posicionarse como un movimiento popular y a pesar de contar con personería jurídica desde mayo de 1967, consideran como acto fundacional la realización del primer Congreso Nacional de la ANUC, el 7 de julio de 1970. De acuerdo con ello iniciaron las reuniones preparatorias para las jornadas de recuperación de tierras, en las que más de cien campesinos, en la década de 1970, se posicionaron en latifundios y baldíos con el objeto de hacerlos productivos, ocupaciones que unas veces fueron otorgadas por el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA) y otras tantas tomadas “a sangre y fuego”.
Estas reuniones solían acompañarlas con canciones que, ocasionalmente, resumían su lucha diaria por la defensa campesina. Canciones como “La lora proletaria” del cantautor boyacense Jorge Velosa, o “A desalambrar”, del cantante y compositor uruguayo Daniel Viglietti, interpretada por el chileno Víctor Jara, referente de la música protesta:
Yo pregunto a los presentes
Si no se han puesto a pensar
Que esta tierra es de nosotros
Y no del que tenga más
Yo pregunto si en la tierra
Nunca habrá pensado usted
Que si las manos son nuestras
Es nuestro lo que nos den
A desalambrar, a desalambrar
Que la tierra es nuestra
Es tuya y de aquel
De Pedro y María
De Juan y José
Así pues, los lemas emblemáticos de la ANUC eran “la tierra es para quien la trabaja”41, y “tierra sin patrones”.
[...] la ANUC realizaba su famosa “toma de tierras”, que consistían en tomar posesión de terrenos pertenecientes a los hacendados de la zona que no tenían utilidad agrícola, para ser recuperados y repartidos entre los campesinos y así darle productividad. Bajo el famoso lema de “la tierra para quien la trabaja” [,..].42
Estas dinámicas se llevaron a cabo en todo el país, pero comenzaron en las planicies de los departamentos de Sucre y el Valle del Cauca, donde la ANUC contaba con amplio apoyo de los campesinos dado que la mayoría de sus integrantes venía de conformar distintos movimientos campesinos.
Además del proceso de enseñanza, los primeros pasos de la ANUC fueron para diagnosticar la situación del campo. Entonces se encontró que la violencia había afectado de gran manera al campesinado y que pocos eran propietarios. La mayoría de la población era aparcera, arrendataria o no tenía dónde cultivar:43
Para el año 1979 la ANUC se redujo notablemente, por cuenta del ya mencionado Estatuto de Seguridad del presidente Julio César Turbay.
Con el otorgamiento de autonomía a la Fuerzas Militares para controlar el orden público, aumentaron las expulsiones violentas de los predios y la persecución y tortura de los líderes campesinos. Muchos de ellos murieron. La acción militar llevó a frenar de tajo la toma de tierras. Se pasó de 11 en 1977 a ninguna entre 1978 y 1979 y solo 4 de 1980 a 1981. El temor a la respuesta del Ejército diezmó y debilitó a la ANUC.44
Movimiento estudiantil “El catedralazo”
En la trayectoria del movimiento estudiantil se pueden comprobar las constantes manifestaciones en favor del campesino colombiano, específicamente en temas de reivindicación de derechos.
Para el año que nos ocupa, 1979, el Estatuto de Seguridad, que conllevaba amenazas y militarismo, también había conseguido menguar las manifestaciones y las reuniones sociales. Cualquier opositor o crítico del Gobierno se convertía en una amenaza a los valores políticos trascendentales de la nación, pero lo que pasó el domingo 22 de abril, la desaparición del estudiante de ingeniería Hernando Benítez en la ciudad de Tunja, fue un factor determinante45.
En palabras de Olmedo Vargas Hernández exrector de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia:
Al culminar la realización de una jornada extra de tareas, ese domingo 22 de abril de 1979, en la penumbra de la tarde, a un poco más de una cuadra de la plaza de Bolívar, a la vuelta de la esquina del sitio en que fue ejecutada por ahorcamiento doña Inés de Hinojosa, y en el momento de despedirse de su compañero Gabriel, fue introducido por la fuerza a una camioneta de color amarillo, sus ojos vendados y después de vueltas y revueltas es conducido por la vía a Bogotá a uno de los centros de reclusión y tortura que al estilo de la Dina chilena, había inaugurado la inteligencia militar en Colombia. Desde entonces, Hernando Benítez fue considerado por sus compañeros y por la comunidad universitaria como un nuevo desaparecido.46
Tras reuniones y diálogos que se daban en los pasillos de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia en torno a lo acontecido y tomando en cuenta la situación en la que se encontraba el país con la desaparición y violación de los derechos, la comunidad académica dio a conocer lo acontecido y de esta manera tomó la decisión de salir a protestar para exigir al Gobierno dar a conocer el paradero de su compañero Hernando Benítez, en defensa del derecho a la vida.
Desde lo escrito por Soto et al. se entiende que a partir del “Primer Congreso Internacional de Estudiantes de la Gran Colombia se formula un voto porque las universidades oficiales vayan haciéndose cada día más autónomas, por la participación de los estudiantes en el nombramiento del rector y su justa representación en el Consejo Directivo”47. El accionar de los estudiantes upetecistas dio a entender que, desde su autonomía, decidieron marchar y manifestarse:
¡A la plaza de Bolívar... ¡Marchemos a la plaza de Bolívar! Ese solitario grito pronto se hizo comunidad y a pesar de la prohibición para realizar reuniones públicas de más de 3 personas o de marchar en manifestaciones públicas, cerca de 500 estudiantes en compañía de algunos profesores y trabajadores pronto organizaron dos filas en las que se ordenaron los marchantes [...] pintaron en las paredes: ¡Exigimos respeto a la vida de Hernando Benítez!, A ¡Abajo el estatuto de seguridad!, ¡Abajo el gobierno de Turbay! Luego de dos kilómetros de marcha universitaria, avanzaron desde la plazoleta de las Nieves a la plaza de Bolívar 48
Esta manifestación, que si bien no era la respuesta a una problemática institucional interna, fue pensada por la desaparición del compañero Benítez, pero era la voz de repudio por los acontecimientos nacionales en torno a los estudiantes, los campesinos y las familias colombianas. Para Sánchez, “el movimiento estudiantil tendió a adquirir fuerza, las autoridades gubernamentales, las fuerzas policíacas o militares más los aliados de ocasión comenzaron a articular su respuesta a lo que consideraron, desde principio a fin, una provocación política de manos extrañas”49.
Lo acontecido en la marcha por la defensa de la vida es evidencia de lo dicho:
Las 8 bocacalles que dan acceso a la plaza de Bolívar en la callejuela de ingreso al Pasaje Vargas y en los portones de entrada a los edificios Municipal y déla Gobernación, rápidamente se fueron apostando piquetes de Ejército y Policía, los cuales, para intimidar a los marchantes, avanzaron a paso de ganso hacia el Cenicero -sitio central de la Plaza en el que se encuentra el monumento con la figura del Libertador montado en su caballo palomo-, para tratar de acallar los gritos de los manifestantes, la mayoría de quienes, para evadir el cerco, se replegaron hacia las instalaciones de Telecom, en el costado sur oriental. El cerco fue preciso y era inminente una detención masiva de estudiantes; pero al sentirse plenamente rodeados, desde el tumulto de los manifestantes un grito chillón y angustiado proclamó: ¡A la catedral!... ¡Rápido, todos a la catedral...! 50
Este hecho histórico para Tunja y para el país realzaba el compromiso y solidaridad por las situaciones de vulnerabilidad que se estaban propagando en contra de la vida. “Se evidencia que las asambleas son conducidas por las organizaciones de izquierda y por los líderes estudiantiles [...] y que el paro es, en última instancia, una medida de presión hacia la administración”.51 Siendo así, al ser estudiante se toma como una vocación el seguir la cadena de lucha y resistencia en favor de los derechos colectivos, de ser la voz de los movimientos campesinos, obreros, prosiguiendo la búsqueda de transformaciones desde una mirada crítica que adquiere compromisos que directamente apoyan a una nación. Para Acevedo Tarazona:
La movilización estudiantil estaba siendo dirigida por grupos que de cierta manera estaban más cercanos a las reivindicaciones universitarias, en tanto los militantes guerrilleros promovían fortalecer militar y políticamente a sus organizaciones. Mientras para la organización estudiantil su centro de operaciones y núcleo deformación era la universidad misma [,..].52
Los estudiantes tomaron la Catedral Primada de Tunja porque para ese momento era su única salida, y a partir de allí, en colaboración del arzobispo Augusto Trujillo Arango53, seimplementaron diálogos para que los estudiantes pudiesen salir después de varios días sin ninguna consecuencia para su propia vida, mientras que la comunidad tunjana se solidarizó con los estudiantes y les llevaban comida, los acompañaban a las afueras de la catedral y desde los edificios votaban confetis como señal de apoyo y exaltación de la protesta.
Para ese momento, la prensa comenzó a publicar columnas relacionadas con la desaparición; El Informativo Boyacense tituló: “El caso del estudiante Benítez López, una irresponsabilidad”.
Hernando Benítez López es capturado por los servicios secretos del Estado; al ser interrogado manifiesta que todo se debió a un problema sentimental y no político, quienes fueron protagonistas del acontecimiento desde diferentes situaciones, deben confesar que “hicieron el oso” al respaldar un movimiento que no tenía justificación, tanto estudiantes como la ciudadanía y la propia Iglesia tienen que reconocer que fueron burlados.54
Guillermo León Cruz, presidente de la Asociación de Profesores Universitarios, dijo en una entrevista con Olmedo Vargas:
Benítez es recogido por un grupo de profesores de la Universidad Nacional y realiza un largo diálogo con el director de la revista Trópicos Bernardo García, para quien relata pormenorizadamente su condición de desaparecido torturado, los diálogos con sus guardianes de tortura, su encuentro con el general Vega Uribe y los episodios risibles de su aparición en Zipaquirá.55
Por otro lado, periódicos como El Tiempo, El Espectador y El Siglo se pronunciaron acerca de los acontecimientos vividos en la toma de la catedral de Tunja censurando lo hecho por monseñor Augusto Trujillo, sobre todo a través de las famosas caricaturas de Osuna en las ediciones del 17, 20 y 21 de mayo de El Espectador.
Estas publicaciones tuvieron su respuesta por parte de la comunidad tunjana a través del periódico El Informativo Boyacense, con la columna “De los Paranoicos y Soberbios... Líbranos Señor”.
Nunca antes un ateo, libre pensador nihilista le había endilgado semejantes improperios a una persona constituida en alta dignidad eclesiástica, a un principe eminente de la Iglesia católica, muchísimo menos en el “país consagrado al Sagrado Corazón de Jesús”.56
Hernando Benítez duró desaparecido treinta y dos días. La comunidad upetecista y en general la comunidad tunjana, con la ayuda y el diálogo con monseñor Augusto Trujillo y el capellán de la universidad, Noé Salamanca, se consiguió la salida a los estudiantes de la catedral. En el video de Alejandra Hurtado se entrevista a un estudiante de la Licenciatura en Biología y Química de la Universidad Pedagógica Y Tecnológica de Colombia, participante de la toma de la catedral 1979:
Inclusive monseñor Augusto Trujillo fue uno de los que colaboró en forma directa para que esta toma se terminara, porque él, como intermediario, le negoció con el gobierno que solamente nosotros veíamos que podíamos salir en la medida en que primero apareciera el estudiante y segundo que no hubiera ninguna represalia con ninguno de los que estuvimos dentro de la catedral, especialmente que no se cumpliera la amenaza que se les iba a seguir un “consejo verbal de guerra”.57
Los estudiantes salieron uno a uno de la catedral con su cara tapada y en carros de los docentes de la universidad, y en ese momento la comunidad aplaudía mientras ellos entonaban “La Internacional”58, tan representativa del movimiento obrero en todo el mundo, canciones de Mercedes Sosa y Violeta Parra, hecho notable del movimiento estudiantil para Tunja. Una vez en el alma mater celebraron su salida sin consecuencias y dialogaron respecto de lo sucedido.
A los pocos días que terminó esta toma, el compañero Hernando Benítez, de una manera muy oculta, vino a saludar y nos contó sus experiencias, las torturas que le hicieron en las caballerizas de Bonza y nos contó que para poder permanecer con vida tenía que irse de Colombia. ¡Es válido esa forma de lucha, pero siempre y cuando esté organizada y bajo principios!59
Conclusiones
La trayectoria de la ANUC fue significativa para los procesos de reflexión en torno a la reforma agraria en favor de los campesinos colombianos, y llevó a entender que, si bien no existe una relación directa con la manifestación estudiantil del año 1979 en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, sí incide el hecho de presentarse como uno de los movimientos campesinos con mayor auge y de aporte fundamental en los últimos años para Colombia. Las manifestaciones y congresos realizados por la ANUC permitieron que en Colombia existiera la confianza para exponer el inconformismo frente a los hechos políticos.
Colombia atravesaba, para el año 1979, uno de los momentos que marcarían la historia del país, social y políticamente, por cuenta del denominado “Estatuto de seguridad” del presidente Turbay El Gobierno, convertido en un régimen autoritario, reprimió cualquier manifestación en su contra, con el consecuente aumento del destierro violento y la persecución y las torturas, lo que llevó al desvanecimiento de la ANUC.
El planteamiento de la ANUC en el año 1979, en contraste con las consignas y la información de la prensa de la época con relación a la reforma agraria y el pensamiento de la ruralidad boyacense, ponen en evidencia las premisas para entender y resignificar parte de la historia del país, y conocer los hechos que dieron valor a las manifestaciones con significado social y comunitario.
La manifestación estudiantil del año 1979 en la UPTC presenta una característica diferencial de los modos de manifestación de la época en Colombia, debido a la toma de la catedral y al apoyo de la comunidad bajo la premisa de la defensa por la vida, en la cual se encuentran involucrados la Iglesia católica, los profesores y los ciudadanos de Tunja.
Finalmente, es evidente que no existe un estudio histórico de lo que significó “El catedra- lazo” -son escasos los escritos al respecto-, y también que se debe reconocer y reseñar lo que sucedía en esa época y describir cuáles fueron los posibles índices que incidieron en la defensa de los derechos a través del contexto histórico y los planteamientos de la ANUC, loque se convertiría en indudable aporte para las siguientes investigaciones de los movimientos campesinos y estudiantiles.