El libro que a continuación se presenta es el resultado de la tesis Doctoral de Márcia Abreu, Licenciada en Letras y Doctora en Teoría e Historia Literaria de la Universidad Estatal de Campinas y Posdoctorado en Historia Cultural en la Escuela Superiores en Ciencias Sociales de París. Por primera vez es publicada en español por la editorial de la Universidad de los Andes y la Universidad Nacional de Colombia. En el texto, se evidencia como fluyen la historia y la literatura, pues la autora estudia la circulación y la presencia de textos literarios en Brasil durante el siglo XVIII y XIX, específicamente, desde 1769 a 1826.
Se resalta que la autora analiza el impacto cultural que generó la llegada de la Familia Real a Brasil y cómo ésta conllevó la instalación de libreros, comerciantes - extranjeros - de libros, la apertura de bibliotecas, la impresión y reimpresión de textos, edición de diarios, editores y traductores. Además, estudia la instalación de diferentes órganos de censura que se encargaron de controlar la entrada y salida de los libros a las principales ciudades de Portugal y Brasil. Por otro lado, consultó los distintos manuales que circularon para poder comprender la manera de leer los inconvenientes de las lecturas frivolas o lascivas y las ventajas de la lectura de novelas para la población.
En cuanto a la organización metodológica, el texto está dividido en 359 dos partes; la primera de éstas se titula: El Transito de las Letras que contiene tres capítulos divididos de la siguiente forma: El primero, La
Censura y el Control de los Libros, la autora estudia el funcionamiento de los órganos de censura, el control de los libros, la vigilancia de las ideas en Portugal y Brasil, los libros de mayor circulación, los tipos de lectores, y el impacto cultural que generó la llegada de la Familia Real y la primera Imprenta a Río de Janeiro. Para ello, la autora se centra en las fuentes primarias de los archivos portugueses como el Catálogo para examen de los libros para salir del Reino con destino a Brasil, y los archivos de censura de las distintas instituciones de Portugal como el Santo Oficio, el Ordinario y la Mesa de Tribunal Superior del Reino.
También, describen los diferentes trámites que realizaban las personas, libreros y comerciantes frente a los órganos de censura para efectuar la adquisición y el transporte de los libros. Además, el trabajo de vigilancia y evaluación que realizaban los censores en las aduanas con el fin de identificar los libros que podían ingresar y que estos no fomentaran la libertad y atentaran en contra de la moral, la religión y tranquilidad pública. "Así pues, las gestiones de los implicados era un verdadero martirio, [...] ahogados en una montaña de papeles deliberaban sobre la autorización de impresiones y reimpresiones, sobre privilegios para la edición de textos, deliberaban acerca de la retirada de los libros en las aduanas y de la salida de remesas desde Brasil hacia otros países, el tránsito de libros entre diferentes puertos brasileños y la censura de los escritos que llegaban a Río de Janeiro"1. Igualmente, el funcionamiento de la primera imprenta en territorio carioca impulsó la tipografía y la impresión de obras de todo tipo, sin necesidad de cruzar el Atlántico y la de documentos diplomáticos. "En definitiva, el estudio de la documentación producida por los órganos censores demuestra que había lectores en la colonia, al contrario de lo que muchas veces se afirma."2
El segundo titulado: Libros de Éxito, muestra una detallada elaboración de tablas sobre los títulos y la cantidad de los libros más remitidos a Río de Janeiro. Obras originalmente escritas en inglés, portugués, francés, español, griego e italiano, que llamaron la atención de los editores para su traducción porque deseaban facilitar un mejor texto al público, entre las que se destacó una de las obras de mayor éxito, Las Aventures De Télémaque. Lo anterior, le permite a Márcia estudiar los libreros y editores que se dedicaron a este oficio. En ese sentido, también le sirven para ver que después de la llegada de la Familia Real, él envío de libros tiene un aumento significativo principalmente por la apertura de los puertos, lo que facilitó la adquisición de obras importadas, como lo evidencias las fuentes que consultó sobre la Mesa de Desembargo de Paço. Lo que le proporciona identificar qué tipo de personas eran las que se dedicaban a solicitar los textos en el extranjero.
El tercero: Libros De Mano En Mano, analiza los remitentes y destinatarios de los libros, su presencia en los inventarios y el precio de los de mayor circulación. Las fuentes de censura por parte de los organismos portugueses son claves porque le permiten ver que los pedidos no eran realizados por negocios o empresas especializada en el tema, sino todo lo contrario, por personas del común y la mayoría de los negocios dedicados a la venta y comercialización de libros eran propiedad de extranjeros residentes en Brasil. Además, le permiten mirar otro tipo de negociantes que intercambiaban libros por productos alimenticios como: el café, azúcar y productos de cuero, que luego serian comercializados en Portugal. También, rescata el papel que desempeñaron algunas mujeres que participaron en la solicitud de libros en el extranjero, pero tuvieron dificultades al momento de liberarlos en las aduanas porque el marido o esposo debía retíralos. Es decir, solo se encargaban de los trámites burocráticos. Otros de los documentos consultados son: los inventarios de fallecimiento y actas notariales las cuales recogen pequeñas bibliotecas y le permiten identificar o aproximarse a el tipo de lectura que les gustaba a los cariocas y también si estaban relacionadas con la actividad o oficio de sus propietarios.
La segunda parte del libro: Juzgar y Sentir la componen dos capítulos. El Primero: La Lectura de las Bellas Letras. La autora realiza un análisis de los tratados o manuales sobre la manera correcta de leer que utilizaban las personas para adentrase en la lectura. Esto le permite mostrar las actividades y los guiones de las prácticas que podían utilizar los lectores para poder adquirir y formar conocimientos y que los preparan para el aprendizaje de otras lenguas. Además, los manuales ponen al descubierto los pasos para iniciar un libro, que iban desde abrirlo, leer el prefacio, la dedicatoria y como estaba dividido. Por otro lado, los pedidos de autorización presentados en Lisboa y sometidos a la censura en Brasil entre 1769 y 1826 se observa que la gran cantidad de libros son europeos, poéticas, retoricas, obras de referencia y diccionarios. Pero lo que llama la atención de la autora, es que dentro de los pedidos se hallaban obras de tipo didáctico y metaliterarios, los cuales se basaban en preguntas y respuestas que atraían al público lector.
El segundo capítulo lleva por título: La lectura de la Novela, éste se centra en los discursos de los detractores y defensores del género y la lectura de las novelas por parte de hombres y mujeres. La lectura de novelas era vista como una actividad peligrosa debido a que la consideraban una pérdida de tiempo, además de señalarla como la culpable de enseñar actos reprochables, lujuriosos, adulterio, seducción y crímenes, hasta el punto de que el lector podía confundir la realidad con la ficción. Los médicos la consideraban perjudicial y no recomendable por los inconvenientes que traían para la salud. Igualmente, en el campo religioso también estaba en contra de las novelas porque las consideraba como pecaminosas y que los textos que se debían leer eran los textos religiosos, ya que promovían modelos positivos a través de las historias bíblicas.
Del otro lado, estaban los que defendían este el género de la novela, argumentando que el lector aprendía sobre los lugares descritos, podría sentirse identificado con las situaciones que experimentaban los personajes y el destino de estos, además que, como fruto de la lectura, podían llevar a la práctica algunas acciones descritas en los textos convirtiéndolos de manera positiva, transformadora y educativa.
Finalmente, podemos afirmar que la traducción y publicación de esta obra es un gran aporte para conocer otra cara del periodo colonial en Brasil, ya que permite conocer cómo era el proceso de: comprar, vender y leer un libro. El manejo de las fuentes primarias y la buena prosa hacen del libro una motivación para que los historiadores del país se interesen por estudiar el libro, las prácticas de lectura, la circulación, las bibliotecas, los órganos o instituciones de censura, un campo que aún falta mucho por estudiar e investigar.